Novecentismo es la denominación de un movimiento estético español, inicialmente artístico y literario, pero extendido a otros ámbitos de la cultura, que se asocia genéricamente a las vanguardias artísticas y literarias de comienzos del siglo XX. Agrupa a un conjunto de autores, principalmente ensayistas, situados entre la Generación del 98 y la Generación del 27 y nacidos en torno a 1880, por lo que también se identifica con la denominada Generación del 14. Entre sus miembros principales figuran Juan Zaragüeta Bengoechea, José Ortega y Gasset, Manuel Azaña, Rafael Cansinos Assens, Eugenio d'Ors, José Bergamín, Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró.
En 1914 escribió Azorín: "Otra generación ha llegado. Hay en estos jóvenes más método, más sistema, una mayor preocupación científica. Son los que este núcleo forman críticos, historiadores, filólogos, eruditos, profesores. Saben más que nosotros. ¿Tienen nuestra espontaneidad? Dejémosles paso"
En efecto, una serie de efemérides significativas confirma la consolidación de esos nuevos aires intelectuales que Azorín señalaba:
La palabra Novecentismo fue usada por primera vez por Eugenio D'Ors en 1906 para designar aquellas tendencias que se despegaban rotundamente de las formas literarias o artísticas heredadas del siglo XIX. Guillermo Díaz Plaja define el Novecentismo como lo que ya no es ni modernismo ni noventayochismo y como lo que no es todavía vanguardias (de difícil delimitación) y confluirá en la Generación del 27. Visto así, el Novecentismo se gestaría en la primera década del siglo (obras iniciales de Miró y Pérez de Ayala y acceso de Ortega a la cátedra), alcanzó su máxima afirmación en la vida cultural hacia 1914 y conviviría con las literaturas de vanguardia en los años 20; su ocaso ideológico y estético llegaría con la politización de la literatura y de las artes a partir de 1930.
Salvo algún caso individual, las ideas novecentistas tienen sus raíces en el reformismo burgués, cuyo espectro ideológico abarca desde un liberalismo puro a posiciones socialdemócratas. En todo caso, sus figuras más relevantes se mostraron defensoras de los ideales republicanos.
En lo cultural, el Novecentismo supone la aparición de un nuevo tipo de intelectual: frente a la bohemia modernista, se hará gala de "pulcritud", palabra clave del momento, y al autodidactismo de los noventayochistas se opone ahora una sólida preparación universitaria fuertemente ampliada en el extranjero. El análisis de los problemas se imbuye de objetividad frente al pathos angustiado, el subjetivismo y el irracionalismo de la generación del noventa y ocho: existe una voluntad de claridad racionalista. Y a ello añaden una vocación didáctica esencial orientada sobre todo a la formación de "minorías" selectas a través de la cátedra, la prensa y la tribuna pública o parlamentaria: se proponen una reforma de arriba abajo y educar la sensibilidad del pueblo.
En cuanto a su ideología, tres son sus principios esenciales:
En lo tocante a su estética, los novecentistas presentan, dentro de su variedad, una serie de orientaciones comunes antirrománticas y antidecimonónicas y asimismo contrarias a un realismo chato y vulgar. Sus rasgos característicos son comunes tanto a los noucentistes catalanes como a la denominada generación de 1914 (véase Generación de 1914#Características) y sus principios generales, tomados sobre todo de los idearios estéticos de Eugenio D'Ors, José Ortega y Gasset, Rafael Cansinos Asséns y, tras ellos, Díaz-Plaja, son los siguientes:
Entre los miembros más destacados del novecentismo figuran los ensayistas José Ortega y Gasset, Manuel Azaña, Gregorio Marañón, Rafael Cansinos Assens, Eugenio d'Ors, José Bergamín, Antonio Espina, Manuel García Morente, Federico de Onís, Corpus Barga, Pablo de Azcárate y Fernando Vela, el polifacético Ramón Gómez de la Serna, los poetas Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Josep Carner, Ramón de Basterra, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina, Fernando Villalón y José Moreno Villa (al lado del grupo de los posmodernistas, representados por Enrique de Mesa, Enrique Díez-Canedo, Emilio Carrere, Alonso Quesada y Tomás Morales), los novelistas de una cierta renovación como Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró, Benjamín Jarnés, Félix Urabayen, Wenceslao Fernández Flórez, Joaquín Arderíus y Alberto Insúa y los de tendencia más tradicional como Concha Espina, Ricardo León, Alejandro Pérez Lugín, Antonio de Hoyos y Vinent, Joaquín Belda, Eugenio Noel y Manuel Ciges Aparicio; el diplomático y escritor Salvador de Madariaga; los críticos de arte Ricardo Gutiérrez Abascal (Juan de la Encina) y Ángel Sánchez Rivero; el educador, ensayista y secretario de la Junta para la Ampliación de Estudios José Castillejo, que becó a toda una generación de científicos para estudiar en el extranjero; el escritor, viajero y pintor expresionista José Gutiérrez Solana; el humorista Julio Camba, los dramaturgos Jacinto Grau y Pedro Muñoz Seca, y los historiadores Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro.
Entre las mujeres cabe citar a María de Maeztu, Clara Campoamor, Victoria Kent, María Goyri y Zenobia Camprubí, muchas de ellas integradas en los Lyceum Club Femenino de Madrid y Barcelona.
El uso de ambas etiquetas ( y generación de 1914) no es totalmente intercambiable, puesto que el término novecentismo fue acuñado en catalán por Eugenio d'Ors (noucentisme) con un propósito más restringido al ámbito cultural catalán. Lo desarrolló en un conjunto de artículos publicados desde 1906, donde proponía la idea de un arte social y cívico, superador del modernismo o del simbolismo, que consideraba caducos y decadentes. Ya en 1901 su conferencia Amiel en Vich mostraba el rechazo al modernismo y la tradición romántica. En 1911 publicó el Almanach dels Noucentistes. El mismo año, el pintor Joaquim Sunyer expuso en Faianç Catalá; en lo que se consideró un manifiesto de la nueva estética. Esta propuesta de renovación de las artes plásticas se prolongaría en las décadas de 1910 y 1920.
Entre los noucentistes literarios estarían, destacadamente, el propio D'Ors y Josep Carner; además de Narcís Oller, Joaquim Ruyra, Jacinto Grau, Carles Soldevila o Josep Maria Millàs-Raurell, entre otros. Los autores catalanes del noucentisme derivaban de la Renaixença pretendiendo elevar la cultura catalana a un nivel europeo. Buscaban la belleza y la perfección formal, con el gusto por palabras arcaicas, referencias clásicas y ritmos armónicos. Las pretensiones estéticas e ideológicas de los autores de la generación del 14 eran muy similares. Aunque no poseen conciencia de grupo, los novecentistas sí que compartían algunos rasgos coincidentes, entre sí y con los miembros de la generación de 1914, como su elevada preparación intelectual, su opción por la literatura ensayística, su europeísmo (que anteponen al castellanismo noventayochista); la obsesión constante por una obra «bien hecha», alejada de cualquier improvisación, y un gran cuidado de la forma.
También se utiliza el término mediterraneísmo (para designar especialmente a los artistas plásticos del movimiento «noucentista»: los pintores Joaquín Torres García, Joaquim Sunyer y Josep Maria Sert; y los escultores Josep Clarà, Manolo Hugué, Enric Casanovas, Julio González, Pablo Gargallo y Cristino Mallo. El catalán-francés Arístides Maillol, de una generación anterior, ha sido asociado a la estética de este movimiento (Mediterránea, 1905). Entre los músicos estarían Óscar Esplá, Joaquín Turina y Conrado del Campo. Coetáneo de estos fue el gran violoncelista Pau Casals.
Se habla también de una arquitectura del noucentisme, diferenciada pero simultánea a la arquitectura modernista de las primeras décadas del siglo XX. arquitectos como Josep Goday o el arquitecto gerundense Rafael Masó i Valentí (1880-1935), serán unos de los más claros promotores de la arquitectura novecentista, mientras que Josep Maria Pericas mezcla elementos modernistas y novecentistas, especialmente en obra civil. También incluso se llegó a nombrar una jardinería noucentista.
El periodista y dibujante Junoy (Josep Maria Junoy i Muns), desconectado de D'Ors y el grupo noucentista, propuso la creación de una «escola mediterránia» con fundamentos estéticos similares (artículos desde 1911 en La Piedad, con el pseudónimo de Héctor Bielsa).
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