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Operación Wintergewitter



La Operación Wintergewitter o "Tormenta de Invierno" (en alemán: Unternehmen Wintergewitter) fue una ofensiva alemana desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando en diciembre de 1942 fuerzas de la Wehrmacht alemana trataron vanamente de romper el cerco establecido por el Ejército Rojo sobre el Sexto Ejército alemán en la Batalla de Stalingrado.

La ofensiva alemana fue planificada por el mariscal Erich von Manstein, y ejecutada por el Cuarto Ejército Panzer al mando del general Hermann Hoth, e integrado en el Grupo de Ejércitos Don. El plan germano consistía en lanzar una ofensiva sorpresa contra las líneas soviéticas en las riberas occidentales del Volga, mientras que Manstein esperaba que el general Friedrich Paulus, jefe màximo del Sexto Ejército, lanzara sus fuerzas hacia el oeste para romper el cerco soviético y evacuar a las fuerzas alemanas de la ciudad de Stalingrado, ya casi totalmente en ruinas.

Las fuerzas alemanas en Stalingrado habían quedado aisladas del mundo exterior desde el 23 de noviembre de 1942 tras una exitosa ofensiva de cerco que duró cuatro días, lanzada por las tropas soviéticas al mando de los generales Konstantin Rokossovski y Aleksandr Vasilevski, dirigiendo a casi 1.100.000 soldados, 800 tanques, mil aviones y 13.000 cañones de todo calibre del Ejército Rojo. Tras el éxito soviético, los soldados alemanes quedaron atrapados en Stalingrado y pasaron de atacantes a sitiados. Al saberse de este evento, el dictador alemán Adolf Hitler se negó a permitir que las fuerzas del Sexto Ejército alemán evacuaran Stalingrado, ordenando que las fuerzas lideradas por Paulus siguieran resistiendo en las ruinas de la ciudad. Ante la imposibilidad de que los sitiados recibieran alimentos y municiones por vía terrestre, Hitler ordenó que la Luftwaffe se encargara de entregarles esos suministros mediante un puente aéreo, al extremo que el jefe máximo de la Luftwaffe, el nazi Hermann Goering, ofreció que los aviones podían aterrizar en Stalingrado con las 500 toneladas de suministros diarios mínimos que reclamaba Paulus, pero esa promesa jamás pudo ser cumplida.

Ciertamente la Wehrmacht ya había logrado aprovisionar con éxito a soldados cercados en la Bolsa de Demyansk, entre marzo y abril de 1942, pero en esa ocasión las fuerzas sitiadas eran tres veces más pequeñas que las de Stalingrado, considerando además que desde los días de Demyansk la Luftwaffe había perdido numerosos aviones de combate y de transporte, y que el socorro de Demyansk se había ejecutado al empezar la primavera, mientras que la crisis del Sexto Ejército sucedía al empezar el invierno, lo cual también dificultaba el aterrizaje y despegue de aviones en Stalingrado, tanto de ida como de retorno. Ninguna de estas consideraciones hizo que Hitler permitiera la retirada, sino que el Führer insistió en que las fuerzas alemanas debían continuar en las orillas del río Volga de manera definitiva, deteniendo allí a los soviéticos, y esperando la primavera de 1943 para reiniciar su ofensiva. Para el mariscal Erich von Manstein, mantener a cerca de veinte divisiones durante todo el invierno en una ciudad destruida y sin suministros representaba un cruel e insensato despilfarro de soldados y armas, considerando imposible que Stalingrado resistiera ataques soviéticos durante todo el invierno, y albergó la esperanza de forzar a Hitler para permitir la evacuación de una ciudad lanzando una contraofensiva destinada a romper el cerco.

Inicialmente Manstein esperaba que se entregara al general Hermann Hoth fuerzas mayores, pues si bien el 4.º Ejército Panzer contaba con unos 250 tanques se planificaba que fuera apoyado por más tropas de otras divisiones panzer y por infantería, lo cual no fue posible por temor a desguarnecer vastos sectores del frente.

Tras empezar la ofensiva el 12 de diciembre de 1942, los tanques alemanes se dirigieron hacia el noroeste de Stalingrado, partiendo desde las orillas del río Chir, un afluente del Don. Pese a que en el primer día se logró destruir varias unidades soviéticas, el avance de Hoth fue combatido desde el día 13 por fuerzas del 2.º y el 3.er Ejército de Guardias del Ejército Rojo. La Stavka soviética quedó inicialmente sorprendida por el avance alemán, pero decidieron combatirlo mediante ataques en los flancos de la fuerza alemana, atacando desde el día 13 de diciembre.

El contraataque soviético hizo más lento el avance alemán, que se enfrentaba ahora a combates más severos para llegar a su objetivo: el Sexto Ejército atrapado en Stalingrado. No obstante, la estrategia de Zhukov consistió en atacar a las formaciones del Eje consideradas más débiles en material y tropas en la zona de Stalingrado: el 8.º Ejército Italiano (parte de la Armir enviada por Benito Mussolini) y el 3.er Ejército Rumano, que formaban los dos flancos de las posiciones alemanas en el Río Chir.

El 16 de diciembre los soviéticos del 2º Ejército de Guardias lanzaron un ataque masivo contra las fuerzas italianas, inferiores en munición y material de guerra, y las hicieron retroceder prontamente. Del mismo modo se procedió con las fuerzas rumanas, pese a la feroz resistencia entablada por los soldados rumanos para mantener sus posiciones iniciales. Sin armas suficientes para sotenerse en el terreno, italianos y rumanos debieron salvarse mediante una retirada en gran escala, lo cual significó una seria amenaza para las posiciones del 4.º Ejército Panzer. Peor aún, los ataques a los flancos del Grupo de Ejércitos Don significaban una amenaza de cerco para la ciudad de Rostov, el centro de operaciones de Manstein y el nudo de comunicaciones de todas las tropas del a Wehrmacht en la zona de Stalingrado. El importante puerto de Rostov, en la desembocadura del Don, había sido tomada por los alemanes recién en julio de 1942 y constituía una posición de gran importancia estratégica, cuya pérdida sería para la Wehrmacht una humillación y un desastre táctico mayores a los de Stalingrado. Para colmo, el día 18 Hitler rechazaba nuevamente la idea de permitir la retirada del Sexto Ejército y volvió a ordenar a Paulus resistir en Stalingrado hasta el último hombre.

La situación bélica no daba esperanzas al 4.º Ejército Panzer, pero éste continuó intentando el avance, aunque Manstein debió enviar a tropas de refuerzo para cubrir la brecha ganada por los soviéticos en el río Chir y evitar una amenaza mayor contra Rostov. Este hecho marcó el decrecimiento del esfuerzo alemán, agravado porque el mismo 19 de noviembre Paulus se negó a intentar una ruptura del cerco por carecer de órdenes de Hitler para ello, a pesar de que Manstein le insistió en la extrema precariedad de la situación del Sexto Ejército. Cuando las tropas soviéticas irrumpieron el aeródromo de Tatsinskaia, del cual partían aviones de suministro hacia Stalingrado, el 22 de diciembre, la 48º Panzerdivision del 4.º Ejército debió colocarse en posiciones defensivas. El día 23, finalmente, el general Hoth avisó que no podía mantener su ofensiva por más tiempo si las tropas de Paulus no venían a su encuentro, pero los contraataques soviéticos hicieron que Manstein ordenase a la 6º PanzerDivision ubicarse en el río Chir para funciones defensivas, dejando al 4.º Ejército Panzer sin una de sus mejores unidades. Ante esta situación, el general Hoth dio la orden de retirada general el 24 de diciembre, eliminando así toda opción seria de salvar a las tropas sitiadas en Stalingrado.





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