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Partido Demócrata de Buenos Aires



El Partido Demócrata de la Provincia de Buenos Aires (anteriormente conocido como Partido Conservador, Unión Conservadora y Partido Demócrata Conservador) es un partido político argentino de centroderecha de la provincia de Buenos Aires que reivindica expresamente la filosofía conservadora. Es el continuador de la sección provincial del Partido Demócrata Nacional.

El origen del partido se remonta a la disolución del Partido Autonomista Nacional tras la crisis política que se vive en Argentina con la sanción de la Ley Sáenz Peña y la apertura democrática en dicho país. A lo largo de su historia, el partido ha cambiado de nombre en distintas ocasiones.

El uso del término Demócrata en política partidaria argentina aparece por primera vez en el nombre de una lista interna ("Lista Demócrata") del PAN que encabezó Carlos Pellegrini en contra de Manuel Quintana.

Al rededor de 1902 en la provincia de Buenos Aires, Marcelino Ugarte encabeza junto a Bernardo de Irigoyen y otros notables la coalición "Partidos Unidos". Esta fuerza también incorporó entre sus filas a "Bernardistas" y Autonomistas, y se hizo con la gestión de la provincia ese mismo año al ser elegido Ugarte como Gobernador. La alianza en principio buscó apoyo a su gobierno en Julio Argentino Roca y en su sucesor, Manuel Quintana. Sin embargo, tras las reformas que el presidente José Figueroa Alcorta realizó en busca de desarticular la maquinaria política roquista, el sucesor de Ugarte, Ignacio D. Irigoyen, decidió encolumnarse atrás de la figura del nuevo presidente, abandonando a Ugarte y provocando su retiro de la vida pública.

La salida de Ugarte de Partidos Unidos y el lugar desfavorable que se le dio en las listas oficiales a los candidatos ligados a él, provocó que en las elecciones de 1908 las dirigencias locales alteraran las listas en perjuicio de los candidatos oficiales y a favor los dirigentes comunales. Estos acontecimientos reflejarían el descredito que tuvo el gobierno sobre las dirigencias locales.

En respuesta a la insurrección gestada por los cuadros políticos del interior de la provincia, el gobernador Irigoyen encomendó encabezar una reorganización partidaria al ex gobernador Máximo Paz, quien inició la construcción de un nuevo partido que prometía "agrupar a la inmensa mayoría de los hombres útiles, a los grandes industriales, en cuyo grupo caben los granaderos y los agricultores, a los miembros más caracterizados del comercio, a los hombres de fortuna y a los intelectuales".[6]​ Con este manifiesto nació el partido Conservador de Buenos Aires el 31 de julio de 1908.[7]

A comienzos de septiembre de 1908 se dio a conocer la Junta Provisoria del Partido, compuesta una mitad por destacados dirigentes políticos y otra por ciudadanos (la mayoría hacendados) de la provincia, entre ellos se encuentran: Manuel B. Gonnet, Ezequiel De la Serna, Eduardo Oliver, Facundo B. Quiroga, Liborio Luna, Vicente A. Martínez, Eduardo Arana, César Ceretti, Ángel Arce Peñalva, Alfredo Echague y Arturo Dibur por la primera mitad y Dalmiro Sáenz, Arturo Z. Paz, Santiago Luro, Héctor F. Cáceres, Nicolás Gándara, Atanasio Ceballos Ramos, Francisco Seguí, Carlos Arias, Gregorio Gallegos, Juan José Atencio y R. Videla Dorna.[8]

Esta "renovación" sin embargo provocó una falta de compromiso en muchos de los integrantes, que veían el partido más como una forma de afianzar su poder en la sociedad rural. Esta falta de compromiso político generó la aparición de una oposición "provincialista" por parte de dirigentes locales a lo ancho de la provincia, que se oponía al "metropolitanismo", es decir, aquellos dirigentes políticos que estaban influenciados por la Capital Federal.

Cuando comenzó a discutirse la candidatura para las elecciones a Gobernador de 1909, Paz y otros terratenientes integrantes de la Junta Provisoria comenzaron a adoptar el discurso "provincialista" para justificar la designación de sus candidatos. Irigoyen y Atencio, entre otros, se separan del discurso de Paz y encabezan la designación de una lista donde reservaban la gobernación para sus allegados, dividiéndose el partido en dos posturas. Las estructuras medias (las comunas) mostraban una creciente resistencia a las nuevas autoridades y decidieron respaldar al gobernador Irigoyen. Ellas se sostenían en su poder distrital y no veían con buenos ojos la incorporación de terratenientes a sus listas. Finalmente, para las elecciones provinciales de 1909 se conformó una lista que recreaba el proyecto fundacional, donde la mitad de los candidatos fuero presentados como estancieros.

Producto de la división interna del partido se presentaron distintas candidaturas a gobernador, entre las que se encontraba la del propio Paz y la de Inocencio Airas, que era propulsada por el Gobernador Irigoyen y acordada con el Presidente de la Nación. El apoyo del gobierno nacional dio por triunfal a la fórmula de Arias, dejando a Máximo Paz políticamente debilitado.

Como consecuencia de la elección del nuevo gobernador, los opositores a Paz exigieron duplicar la cantidad de miembros de la junta provisoria, acabando con el último reducto de poder de Paz. Esta situación provocó su renuncia formal a mediados de junio de 1909.

Con la renuncia de Paz, las dos partes pactaron un acuerdo donde se dispuso la conformación de una Junta Ejecutiva cuyos treinta miembros serían definidos en partes iguales por el gobernador saliente Irigoyen, Santiago Luro Pradère (representante de los "Pazistas") y el gobernador entrante Inocencio Arias, siendo Luro presidente provisional hasta la proclamación de las nuevas autoridades. A cambio de la aceptación de Arias como gobernador, el Coronel De La Serna (cercano al sector de Luro) sería vicegobernador. Finalmente, Lugo conservaría la presidencia de la Junta Ejecutiva y sería candidato a diputado nacional en 1910. El regreso del "metropolitanismo" como práctica del partido conservador llevó a los grupos de terratenientes rurales a crear una organización externa llamada "Defensa Rural" desde donde denunciaban la falta de compromiso del partido con este sector económico.

La reforma electoral abrió las puertas a otros partidos como la Unión Cívica Nacional o el Partido Socialista (la Unión Cívica Radical mantuvo su abstención en la provincia en esta ocasión) a participar y, la relativa incertidumbre que provocaba el nuevo marco legal incitó a los conservadores a realizar un proselitismo con una intensidad muy elevada (ejemplo de ello son giros de propaganda, asados campestres o conferencias en las comunas). El ritual tradicional por excelencia en la provincia era la convocatoria a una asamblea de delegados para proclamar a los candidatos del partido. Por lo general, las candidaturas eran acordadas con anterioridad, por lo que el objetivo principal de la asamblea tenía por objetivo hacer “una demostración de fuerza” y proselitismo de campaña.

Si bien los conservadores esperaban una elección tranquila y beneficiosa, muchos intentaron burlar las nuevas leyes a través de listas paralelas. Una de ellas era la de “Unión Nacional”, y ante el descubrimiento de estas actividades, el presidente Sáenz Peña obligó al gobernador Arias a desistir de tal maniobra; enviando este último una circular a todos los comités de distrito ordenando votar exclusivamente por la lista oficial. Esta acción se interpretó como una traición, por lo que miembros del partido como Rodolfo Moreno denunciaron al gobernador ante la justicia federal.

Estos conflictos ocasionaron un bajo desempeño en la contienda electoral por parte del oficialismo y provocaron una escisión formada por los candidatos de “Unión Nacional”, quienes buscaban desplazar a los candidatos de la unión cívica por el segundo lugar en las elecciones complementarias. Este escenario fue aprovechado por Ugarte para regresar a la política de la mano de Unión Nacional y; como respuesta a la escisión, el gobernador Airas afianzó su compromiso con el presidente y trató de asegurar el triunfo de los cívicos en tales elecciones. Sumado a esto, los candidatos “provincialistas” se vieron triunfantes en la mayoría de los distritos, desacreditando a la facción del gobernador. Es así como, a mediados de 1912, el partido se encontraba nuevamente en una crisis interna.

En septiembre de 1912 muere el gobernador Arias y es reemplazado por De la Serna, quien se encontraba vinculado a la facción de Luro, el aun entonces presidente de partido. Luro intentó restaurar la jerarquía partidaria a través de una reunión de la Junta del partido, pero a esta solo concurrieron un núcleo reducido de sus allegados pues, ni la facción provincialista encabezada por Juan José Atencio ni la facción de la Unión Nacional (a la cual el exgobernador Irigoyen se sumó) concurrieron al evento. La mayoría de los dirigentes de nivel medio se inclinaban a una reestructuración del partido incentivada por Ugarte, desconociendo la autoridad de Luro. Es así como a fines ese mes el partido estaba dividido en dos Juntas Ejecutivas, una presidida por Luro y otra por Atencio.

Finalmente, a mediados de octubre ingresan al partido los dirigentes de la Unión Nacional (Marcelino Ugarte, Ignacio D. Irigoyen, Rodolfo Moreno, entre otros) quienes irían desplazando a Atencio de la presidencia paralela. Tras una asamblea de delegados se decidió suspender a Luro de la presidencia oficial y apoyar la candidatura de Ugarte como senador nacional.

El triunfo de Ugarte despertó el rechazo del gobernador De la Serna pero también afirmó la autoridad de los nuevos miembros de la Junta Ejecutiva. Una Junta provisional presidida por Ignacio D. Irigoyen nombró finalmente a Marcelino Ugarte como presidente del Partido Conservador, a Juan José Atencio como vicepresidente y a Arturo H. Massa como Secretario General. Los miembros “Luristas” de la junta renunciaron a sus cargos y en su reemplazo asumieron legisladores y caudillos municipales. Esta última facción buscó formar el “Partido Principista”, que intentaría posicionarse en bastiones del conurbano a través de la intervención del gobernador, quien los apoyaba. Sin embargo esta maniobra fue detenida por la Suprema Corte de Justicia provincial, quien falló a favor de las autoridades desplazadas. El fallecimiento del gobernador De la Serna a mediados de marzo de 1913 y la asunción de un hombre ligado a Ugarte, Eduardo Arana, terminaron por acabar con el “Principismo”, partido que llamó a la abstención electoral. Esta última acción hizo que muchos caudillos locales cercanos a este partido decidieran volver al partido conservador. El resto del partido principista se sumaría al Partido Demócrata Progresista o abandonaría la vida pública a inicios de 1914.

La reestructuración del partido llevada a cabo por Ugarte y su posterior candidatura a gobernador (tras la muerte del candidato propuesto por él, Ortiz de Rosas) auguraban el fin del intento de los provincialistas del partido por buscar apertura democrática. A su vez, un “Partido Provincial”, (no confundir con el Partido Provincial de Alberto Barceló que se fundaría años después) encabezado por Atencio y otros dirigentes, intentaría sin éxito competir contra el partido conservador enarbolando las banderas del “provincialismo”. Esta última escisión le daría a Ugarte el control total sobre el partido y lo impulsaría a una candidatura presidencial.

La apertura democrática que impulsó la ley Sáenz Peña cambió completamente el panorama electoral a nivel municipal. Con la obligatoriedad del voto, la captación de electores pasaba a constituir el objetivo central en la contienda, llevando a los caudillos distritales a tener que recorrer casa por casa en busca de votantes “apolíticos”. La caza de votantes impulsó un aumento de participación electoral en las elecciones nacionales y un aumento en la masa de votantes para todos los partidos. La nueva ley impulsó a los partidos a ensayar nuevas formas de proselitismo, como propaganda en aeroplanos o medios similares y la participación de manifestaciones o conferencias abiertas. En este apartado se especializaba el comité de la Juventud Demócrata desarrollado muchos de estos actos de manera autónoma.

La reforma electoral también tuvo como consecuencia una revalorización del poder de los agentes locales, pues desde entonces la producción de votos pasó a depender de ellos. Anteriormente a la ley, la práctica del fraude requería del apoyo del gobierno provincial, ya sea avalando o anulando comicios, dándole a este control sobre las dirigencias locales. Después de la reforma, el gobierno provincial pasó a necesitar de los agentes locales para movilizar a los votantes.

Este auge de los dirigentes locales abrió paso a la aparición de nuevas figuras como Alberto Barceló, quien concentraba el bastión electoral conservador del partido de Avellaneda, cuyo caudal electoral representaba un cuarto de los votos de la tercera sección electoral. Es así como Barceló es elegido presidente del comité de la tercera sección en 1915, cargo que hasta entonces siempre era ocupado por dirigentes Platenses. Barceló se presentaría como candidato a diputado nacional, hecho que incomodase a la cúpula provincial, con quien él negociaría de par a par por su caudal de votos.[8]

No solo los dirigentes de gran peso como Barceló desafiarían el poder de la cúpula provincial, sino también ligas de caudillos menos poderosos se formarían para negociar con Ugarte cargos de nivel nacional o influencia en las estructuras partidarias.

El accionar autónomo de los caudillos en el interior de Buenos Aires (casos emblemáticos son los de Muñoz en Olavarría o los conservadores de Bahía Blanca y Mar Del Plata) causaron que el gobernador Ugarte interviniese esos distritos y, como revancha, los caudillos rebeldes actuaron en contra del partido en las elecciones nacionales (no afectadas por la intervención). Estos cambios en el equilibrio de poder entre la Junta Provincial y las comunas locales se manifestarían definitivamente cuando Ugarte perdiese el control de la provincia.[9]

La elección del nuevo presidente Hipólito Yrigoyen y el ingreso del radicalismo al gobierno tuvieron como una de sus primeras medidas la intervención de la provincia de Buenos Aires en 1917. Este hecho marcó el destino de muchos dirigentes locales que dependían del respaldo del ejecutivo provincial para mantener un caudal electoral. También obligó a la cúpula partidaria a mantener su ascendiente sobre los dirigentes locales de peso propio sin la capacidad que antaño tenía de disciplinarlos a través del poder del gobierno provincial o nacional. Es así como la intervención federal de 1917 despojó al partido Conservador de su principal mecanismo para mantener su centralización organizativa.

Este impacto doble de la democratización y la intervención federal cambió el criterio para elegir a las autoridades partidarias. Aquella concepción de un partido donde los hacendados tenían representación fuerte había quedado en el pasado. Es entonces que, la junta provisoria encargada de la reestructuración del partido sería compuesta por los diputados nacionales, tres por sección, quienes eran o representaban a las dirigencias locales que aun tenían peso propio en sus distritos y se habían destacado por su desempeño electoral (Barceló de Avellaneda, Pablo Castro de Quilmes, Luis Güerci de Zárate, entre otros).

Finalmente en una convención en Avellaneda, Ugarte presentó su renuncia como presidente del partido alegando que sus principales propuestas, Centralizar el partido y su candidatura presidencial fueron altamente resistidas por el partido. Este hecho evidenció una puja de poder entre el círculo de dirigentes más antiguos, muchos de ellos vinculados a Ugarte y una generación de jóvenes que consideraban que era el momento de relevar a sus mayores. Rodolfo Moreno fue el representante de estos últimos y en la elección de nuevas autoridades de ese año fue designado presidente del Partido Conservador, con Ángel Pintos como vicepresidente primero y Rodolfo P. Sarrat como vicepresidente segundo. Con esta nueva dirigencia, se abrió paso de nuevo dentro del partido el provincialismo que había sido casi erradicado con la escisión de Atencio años atrás.

Rodolfo Moreno encabezó una renovación partidaria estableciendo un nuevo programa que atendía a problemas sociales de la época, pues su intención fue convertir a la agrupación en un partido moderno y orgánico.[9]

Sin embargo, a mediados de 1918 el sector “Ugartista” que aún estaba dentro del partido (y que en muchos casos ocupaba bancas en el congreso nacional) comenzó una ruptura ante la grave derrota de los conservadores en las elecciones de ese año, derivando en una división entre “asambleístas” (quienes apoyaban a Moreno) y “anti-asambleístas” (el sector Ugartista). Esta división, reuniones de conciliación mediante, acabaría en julio de 1919 ya que muchos dirigentes locales lograron recuperar sus distritos y por lo tanto amasar un gran caudal electoral; lo que les permitió negociar con el sector ugartista una lista en las elecciones nacionales más equitativamente distribuida entre ambos sectores. En las elecciones de 1920, las listas estarían conformadas en partes iguales por dirigentes locales y “metropolitanos”, situación que se repetiría durante toda la década del ’20.

Esta reestructuración del partido conservador lo llevó a amasar cada vez un mayor caudal de votos, venciendo en algunos casos en elecciones limpias a los radicales. Sin embargo, el poder que habían adquirido las dirigencias locales los llevó en casos donde quedaban disconformes con la lista armada por el comité central a formar listas especiales que los representen efectivamente. Estas acciones tuvieron como punto culmine un acuerdo entre el gobernador José Luis Cantilo y Alberto Barceló, quien a cambio de que sus hombres apoyen en la legislatura provincial el proyecto de empréstito presentado por el ejecutivo, vería su distrito beneficiado con el plan de obras públicas de dicho proyecto. Este hecho dio paso a la creación del Partido Provincial conformado por Barceló y Felipe Castro, caudillo de Lomas de Zamora, con el cual ambos se aseguraban el ingreso de diputados provinciales propios que engrosaron su bloque en la legislatura. Este partido fue la tercera fuerza en la provincia durante los gobiernos radicales y le restó un enorme caudal de votos al Partido Conservador.[8]

Hasta 1922 y desde la disolución virtual del PAN en 1906, las fuerzas conservadoras de todo el país habían actuado de forma independiente y dispersa, sin lograr una unificación que les permitiese aspirar a formar un partido a nivel nacional. Esta situación parece terminar con la formación de “Concentración Nacional”, una agrupación de partidos que llevó a Norberto Piñero como candidato a presidente y al Cordobés Rafael Núñez como vicepresidente (este último moriría poco antes de la elección). Si bien la fórmula ganadora de ese año fue Marcelo T. de AlvearElpidio González, las fuerzas conservadoras habían iniciado un proceso que culminaría con la futura creación del partido demócrata nacional.

Es así que, con cercanías a la renovación presidencial, en 1927 los conservadores se reúnen en Córdoba y forman la Confederación de Partidos de Derecha que posteriormente adoptará el nombre de Coalición Nacional de las Derechas y decidirá apoyar la fórmula Radical Antipersonalista de Leopoldo Melo y Vicente Gallo. La unión de estas fuerzas sin embargo no fue suficiente e Yrigoyen ganaría de manera arrolladora (838.583 votos a 414.026 contra los antipersonalistas) en las elecciones de 1928.

La segunda presidencia de Yrigoyen se caracterizó por un congreso inactivo y una posterior crisis causada por el crac de la bolsa de Wall Street. Los diputados conservadores de Buenos Aires Rodolfo Moreno, Santamarina, Videla Dorna, Fresco y Amoedo lucharían fervientemente por la reactivación de las actividades en las cámaras. Estos hechos culminan en las elecciones de 1930 donde se sucedieron hechos que perturbaron la estabilidad y transparencia de las elecciones, como el tristemente celebre secuestro de titulares del partido Demócrata de Córdoba para modificar el escrutinio o el tiroteo en Lincoln que resultó en la muerte del diputado Miguel Osorio entre otras víctimas. La crisis económica y política tuvo su punto culmine en el golpe de estado de 1930 y abriría paso a la Década Infame o Restauración Conservadora.

Sin embargo, cabe reconocer que poco antes de los hechos ocurridos el 6 de septiembre, un grupo de congresistas conservadores y socialistas independientes redactan el “Manifiesto de los 44”, al que posteriormente se sumarian legisladores antipersonalistas. Este manifiesto fue impulsado por el diputado Antonio Santamarina del Partido Conservador de Buenos Aires, y en él los firmantes se comprometían a coordinar su accionar en las cámaras, imponer la vuelta al sistema constitucional, divulgar en forma conjunta el conocimiento sobre lo que pasaba en el congreso y crear un clima de resistencia en los obreros. De este manifiesto surge la Federación Nacional Democrática que, ocurrido el golpe del 6 de septiembre, trabajaría intensamente en búsqueda de la convocatoria a elecciones, acción que los distanciaría del presidente Uriburu. Los conservadores de Buenos Aires, Rodolfo Moreno y Antonio Santamarina fueron los representantes del partido en la federación.

Finalmente, José Felix Uriburu encabezó un golpe de estado el 6 de septiembre de 1930. Esta acción fue repudiada por grupos de conservadores que constituyeron la Federación Nacional Democrática el 27 de septiembre de ese mismo año. En ella se agruparon referentes de partidos liberales, conservadores y socialistas independientes, entre muchos otros. Los representantes por el Partido Conservador de Buenos Aires fueron Antonio Santamarina y Rodolfo Moreno. El 15 de diciembre, ante un llamado de los conservadores de Buenos Aires a crear un partido nacional a través de la federación, esta última se divide entre los que por un lado deciden integrar este nuevo partido, y quienes deciden mantenerse separados. Es así los partidos Demócrata de Córdoba y Mendoza, Liberal de San Luis y Conservador de Buenos Aires alentarían dar un paso más en la federación e iniciaron las gestiones para la restauración de una fuerza nacional que agrupe a los Conservadores. Nace el Partido Demócrata Nacional. El Partido Conservador de Buenos Aires adopta el nombre de Partido Demócrata Nacional De Buenos Aires y se integra como una fuerza más dentro del partido.

El llamado de los conservadores bonaerenses el 20 de enero de 1931 a la conformación de un partido nacional termina por desintegrar la confederación para el 15 de abril. Se forma entonces una convención consultiva que se reúne en Buenos Aires el 31 de julio y que da como resultado el 1º de agosto la fundación del Partido Demócrata Nacional. El programa de este partido establece su adhesión al sistema democrático, tribunales especiales para validar los títulos de legisladores (acabando con un mecanismo de fraude electoral), la elección directa de los senadores nacionales, una reforma impositiva destinada a evitar la superposición de cargas tributarias entre nación y provincias, la disminución de impuestos que graven al trabajo y artículos de primera necesidad, leyes antidumping y una moneda sana, entre otras propuestas.

El gobierno del general Uriburu finalmente accede al llamado a elecciones para el día 8 de noviembre y veta la candidatura de Alvear por no haber concurrido 6 años desde su último mandato. Los conservadores, así como los antipersonalistas y socialistas independientes deciden respaldar la figura de Agustín Pedro Justo como presidente de la nación y Julio Argentino Roca (h) como vicepresidente. Esta coalición de partidos se organiza bajo el nombre de la Concordancia. La fórmula se impuso ante los demo progresistas y socialistas tradicionales, quienes compitieron con Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto, en todas las provincias salvo Santa Fe y la Capital Federal, bastiones Demo progresista y Socialista respectivamente.

La coalición de gobierno de Justo adoptaría el nombre de la Concordancia y en la provincia de buenos Aires llevaría como candidato a Federico Martínez de Hoz que ganaría bajo sospechas de fraude electoral. Su administración se caracterizó por una austeridad política basada principalmente en la administración municipal. Entre las primeras medidas de su mandato estuvo la modificación del régimen municipal de la provincia, aunque su visión del mismo mantenía una postura muy conservadora, considerando que la administración municipal debía prevalecer sobre la acción política.[10]​ Los escándalos por la asignación de obras públicas que favorecían a su estancia, sumado a diferencias políticas con la junta directiva provincial respecto al fraude electoral lo llevaron a un juicio político por malversación de fondos públicos. En su reemplazo asumió Raúl Díaz hasta completar el mandato.

En las elecciones de 1935, con el regreso de la Unión Cívica Radical a la contienda electoral, el aparato político del Partido Demócrata Nacional de Buenos Aires ante la posibilidad de perder las elecciones decide realizar fraude electoral de manera tan fehaciente que incluso muchos referentes del conservadorismo criticarían años más tarde el accionar de Manuel Fresco, quien se posicionaría como candidato a Gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1936 y ganaría dichas elecciones.

El gobierno de Fresco fue controvertido en tanto que si bien reflejaba éxitos en la gestión económica y política, su aplicación del fraude electoral fue bochornosa a niveles de referirse a tal como "fraude patriótico".

Durante su gestión se pavimentaron caminos provinciales, hospitales, salas de primeros auxilios, mataderos, se iniciaron planes de vivienda popular, se adquirieron extensiones de tierra para colonizar y entregar a agricultores, se dictó el estatuto del peón protegiendo a los trabajadores rurales de abusos de los patrones y, se extendieron las redes de agua corriente. En estas épocas se construye la rambla Bristol, el hotel provincial, el casino y los balnearios de playa grande en Mar del Plata, así como se pavimenta la ruta 2 que enlaza la ciudad de Buenos Aires con dicha ciudad. En 1937 por ley provincial se crea el Instituto Autárquico de Colonización y la Bolsa de Productos del Delta. También por estas Fechas se establecen los tribunales de menores y la ley del sábado inglés.[11]

Sin embargo, el fraude electoral dañó la capacidad competitiva que el Partido Demócrata había granado en la provincia de Buenos Aires años atrás, durante los gobiernos radicales. El desprestigio de esta política significó la pérdida de popularidad del partido que se evidenció tras el golpe de 1943.

La incapacidad de ponerse de acuerdo que tuvieron los conservadores a nivel nacional, unos apoyando a Miguel Ángel Cárcano y otros a Robustiano Patrón Costas, provocaron que la candidatura a presidente fuese ocupada por un radical antipersonalista, Roberto Marcelino Ortiz. Las dos facciones del PDN finalmente decidieron proponer a Ramón S. Castillo como vicepresidente.

Con la asunción de Ortiz y su promesa de acabar con el fraude electoral, la provincia de Buenos Aires es intervenida y el Gobernador electo, Alberto Barceló, es depuesto; siendo reemplazado por un interventor federal. Barceló se hubo entrevistado con el presidente antes de realizar su candidatura, preguntando si esta no incomodaba al presidente, quien no solo lo apoyó sino que en la proclamación de su candidatura lo saluda y expresa haciendo venia del apoyo “provincial de buenos Aires” haciendo alusión al partido que Barceló había encabezado años atrás. Barceló ganó las internas a Santamarina, quien tenía mayor peso electoral a nivel nacional.

Es en estas fechas que ocurre el “Escándalo de las tierras del Palomar”, donde se ve involucrado el ministro de Guerra de Ortiz, el general Carlos D. Márquez. El presidente del PDN, Gilberto Suárez Lago, promueve la investigación sin dudar de que en el proceso serían implicados muchos miembros de su partido. Este escándalo deteriora la imagen del gobierno y es otra de las causas que concluyeron en el golpe de 1943.

Con la muerte de Ortiz, el vicepresidente Ramón S. Castillo asume debilitado y decide apoyarse en los sectores nacionalistas del gobierno y las fuerzas armadas manteniendo la neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial.

Castillo llama a elecciones en la provincia de Buenos Aires, y en 1942 asume Rodolfo Moreno, quien emprende una gestión centralizada en la obra pública y la pureza comicial. Sin embargo, su intento de ser candidato a presidente en 1943 lo confrontó presidente Castillo, lo lleva a renunciar a su cargo poco tiempo después, intentando evitar una posible intervención federal en la provincia. En su reemplazo asume Edgardo J. Míguez.[11]

La impopularidad del presidente Castillo, los rumores acerca de que el futuro presidente, Robustiano Patrón Costas, declararía efectivamente la guerra al eje, y el intento de radicales, socialistas y demo progresistas en encolumnarse atrás de candidatura del ministro de guerra Pedro Pablo Ramírez, y su consecuente pedido de renuncia por parte del presidente acabaron por detonar la revolución del 43 encabezada por el mismo Ramírez.

Posteriormente al golpe, los partidos políticos se disuelven mediante el decreto nacional 18409/43, y las fuerzas conservadoras se dividen entre figuras más liberales que se oponen al gobierno, como Rodolfo Moreno o Antonio Santamarina y figuras más nacionalistas, como Manuel Fresco, que deciden colaborar con el régimen. Algunos otros deciden huir al exilio, tal es el caso de Rodolfo Moreno, quien desde Uruguay acusa al nuevo gobierno de Nazi-Fascista. Esta situación de acefalia institucional hace que miles de afiliados en la provincia de Buenos Aires envíen sus renuncias y los sectores medios (caudillos locales) se encuentren a la expectativa.

El comité del partido se reúne en una sesión el 19 de julio de 1945 donde se decide nombrar a una junta reorganizadora presidida por Laureano Landaburu para finalmente el 16 de enero de 1946 renovar el Comité Nacional (que sería presidido por este último). En esta misma fecha el comité nacional se reúne en la provincia de Buenos Aires para decidir si concurrirá con candidatos propios a los comicios entrantes. Un sector liderado por Solano Lima pretende nominar a un binomio presidencial propio, otro sector liderado por Antonio Santamarina y José Aguirre Cámara incitan a apoyar a la Unión Democrática. Finalmente, tras un acalorado debate, se decide dar curso libre de acción a todos los distritos. En la provincia de Buenos Aires se llevará listas de electores sin proclamar fórmula. Muchos miembros de la dirigencia de segunda línea, por su histórico anti-radicalismo, terminarían engrosando las filas del peronismo y algunos de ellos formarían el Partido Independiente al servicio de Perón. Tales fueron las escisiones dentro del partido que este tendría un rendimiento muy pobre en las elecciones de 1946 conservando solo el 6,2% de los sufragios. Sin embargo, en otras provincias el partido demócrata presentaría mayor resistencia, venciendo en algunos comicios de Córdoba, Mendoza y San Luis o la alianza Autonomista liberal en corrientes.[11]

El triunfo de Perón en las elecciones llevó al Partido Demócrata Nacional a realizar una conferencia partidaria donde tras analizar la situación se decidió nombrar a una nueva junta reorganizadora integrada por un delegado por distrito. El comité nacional delegó sus funciones en esta comisión. Es en estas fechas que por disposición del gobierno los partidos políticos ya no pueden usar la expresión nacional en sus nombre, por lo que a partir de 1946 el partido pasaría a denominarse “Demócrata”. Es también en esta época que se adquiere la casona de Rodríguez Peña 525, la que será hasta el día de hoy sede del Partido Demócrata y hogar simbólico de los conservadores argentinos. El reorganizado Partido Demócrata decide concurrir con candidatos propios a las elecciones legislativas de 1948. En la provincia de Buenos Aires obtienen apenas 32.351 votos producto de la polarización peronismo – anti peronismo.

La comisión reorganizadora da por concluida su reorganización el 28 de junio de 1948 nombrando un nuevo Comité Nacional con Reynaldo Pastor como presidente. El 15 de octubre del mismo año, el comité proclama la abstención a los comicios de convencionales constituyentes de 1948 denunciando en un manifiesto la falta de libertad de expresión y la incapacidad de acceder a los medios masivos de comunicación.

Ante las agraves derrotas electorales, la convención nacional presidida por Rodolfo Martínez en Córdoba el 30 de marzo de 1951 se reunió en un congreso histórico hasta el 1 de abril del mismo año, donde se redactó un programa que serviría a los conservadores de basamento ideológico hasta terminado el siglo XX. El mismo en su declaración de principios dice lo siguiente:

“El Partido Demócrata, continuador de la corriente histórica que organizó jurídicamente la Nación, le dio fisonomía propia e impulsó su progreso, llamado a fijar los principios orientadores de su acción cívica, declara:”[11]

"Que su ideario político se nutre en los principios del sistema republicano, democrático de gobierno. Es una fuerza liberal y progresista que aspira a acelerar la evolución del país, pero cree que ningún avance social puede consolidarse y ser fecundo sino se apoya en el reconocimiento de la obra del pasado. Que su filosofía política coloca por encima de todos los valores a la dignidad de la persona humana. Cree que el hombre es un fin en sí mismo y no un medio al servicio de la colectividad, y menos aún del Estado, frente a los cuales tiene derechos individuales y sociales que no pueden serle desconocidos. Por eso la defensa de la libertad es el primer motivo de la acción del Partido".[11]

“Que no hay progreso sino es dentro de un orden social libre, que garantice ampliamente la igualdad de oportunidades y esté organizado sobre las bases de Justicia y Legalidad -agrega más adelante-. “Las ideas de Justicia y Libertad son inseparables de una sana organización social, sin violencia, sin miseria y sin privilegios. El trabajo es un factor esencial de la producción como el capital, y la ley debe reconocerles esa jerarquía, asegurando el justo trato de uno y otro. Que el Estado, como organización jurídica de la sociedad, está a su servicio y no puede tener intereses encontrados con los de ella. Su excesivo desarrollo es contrario al ejercicio de los derechos de los ciudadanos. Su intervención en la economía es indicada cuando tienda a promover el bienestar social, órgano de la justicia o en resguardo de intereses generales, pero es nociva cuando supera estos límites. La intervención del Estado debe conjugarse con la libertad individual y con la competencia creadora del progreso”[11]

“Que la educación popular y la iniciativa privada constituyen los dos motores fundamentales del progreso colectivo” - sigue luego-. “La vigencia de la seguridad y el orden, una moneda sana y la existencia de auténtica autoridad por parte de los llamados a ejercerla son presupuestos básicos del desenvolvimiento positivo del cuerpo social. La organización de la sociedad deberá ir siendo progresivamente más justa, y ha de tender al favorecimiento de la movilidad social y la continua mejora de la calidad de vida de todos sus integrantes.”[11]

“Que la sociedad no podrá perfeccionarse ni la Nación alcanzar su plenitud sin la estricta observancia de los principios de la ética y de la moral cristiana exigible igual tanto a gobernadores como a gobernados. Por ello también la acción política en todos sus aspectos debe ser siempre ejercida con el lenguaje de la verdad. Que la familia y el derecho de propiedad individual son bases de nuestra organización social. La primera debe ser amparada por la legislación; el segundo debe ser mantenido y definido como inherente a la personalidad humana, sin que ello implique admitir su ejercicio contrario al interés de la colectividad. Que la efectiva división, equilibrio y coordinación de los poderes del Estado es la esencia del régimen republicano y es garantía indispensable de la libertad individual. Que la existencia de minorías políticas, respetadas en el libre ejercicio de sus derechos, es el elemento sustancial de la democracia."[11]

Para terminar diciendo: "Que afirma la necesidad de dar fiel cumplimiento a los tratados, como forma de observar el precepto constitucional de afianzar las relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras; proclama el respeto al derecho de libre autodeterminación de los pueblos, sostiene la necesidad de la efectiva integración territorial argentina y del fortalecimiento de los vínculos de solidaridad con los países de América."[11]

Tras la reelección de Reynaldo Pastor en su provincia, es ratificado para un segundo mandato como presidente del partido a nivel nacional el 30 de junio de 1951. El 1º de septiembre la convención lleva la fórmula Pastor – Solano Lima a las elecciones presidenciales. Durante la campaña, el general Menéndez intenta derrocar al gobierno y en consecuencia centenares de opositores son encarcelados. Estas acciones llevan al diputado Reynaldo Pastor a renunciar a su cargo el 23 de diciembre de ese año.

El 10 de marzo de 1952 Pastor informa al Comité Nacional los términos de su entrevista con el presidente Perón, quien ganó las elecciones de ese año. Este hecho generaun enorme malestar en el partido que deriva en la renuncia de Pastor como presidente al igual que los integrantes de la mesa directiva. Finalmente el 15 de abril se ordena una nueva junta reorganizadora presidida por Adolfo Vicchi con Conrado Etchebarne como vicepresidente.

El 16 de abril de 1953 es asaltada e incendiada la sede del partido Demócrata en la capital federal, junto la sede de otros partidos como el Socialista por grupos organizados de tendencia peronista. En consecuencia el 24 de ese mismo mes el comité nacional ordena la renuncia de sus dirigentes en todas las bancas legislativas provinciales y exige la pacificación del país.

Desde la Cárcel, Federico Pinedo envía una carta al ministerio del interior señalando que el gobierno y la oposición deben dar pasos en conjunto para lograr la pacificación del país. El cordobés José Aguirre Cámara se opone fervientemente a esto y encabeza la tendencia Abstencionista dentro del partido El partido se divide entre Abstencionistas y Concurrencistas ante las elecciones a vicepresidente tras la muerte de Hortensio Quijano, algunos distritos levantan la candidatura del conservador Bonaerense Benito De Miguel. Felipe Yofre toma la presidencia del partido junto a los distritos Concurrencistas. El clima político tanto interno como externo no mejora y la situación no parece cambiar hasta los hechos ocurridos el 16 de septiembre de 1955.

Una Junta Reorganizadora Nacional designada por un acta el 17 de julio de 1955 intenta reunificar al Partido Demócrata. La preside Rodolfo Corominas Segura y se extiende su reorganización hasta el 31 de mayo de 1956. El 28 de octubre el gobierno convoca una junta consultiva nacional conformada por los integrantes de todos los partidos políticos. El Partido Demócrata designa a Rodolfo Corominas Segura, José Aguirre Cámara, Reynaldo Pastor y Adolfo Mugica. El debate entre "concurrencistas" y abstencionistas se intensificó cuando Solano Lima fue ganando terreno entre los primeros y ex conservadores de la provincia de Buenos Aires que en 1945 migraron al peronismo, prometiendo amnistía, tregua y pacificación. Sin embargo tras arduos debates a nivel nacional se impuso el sector abstencionista.

Poco después, el 17 de julio de 1956, Rodolfo Corominas Segura renuncia tras declaraciones de Solano Lima propiciando una amnistía para el peronismo. Finalmente asume la presidencia Rebaudi Basavilbaso e interviene la provincia de Buenos Aires provocando la ruptura de Solano Lima con el partido y fundando este último el Partido Conservador Popular. En este año el Partido Demócrata se desintegra en sus antiguos partidos fundadores, reapareciendo el Partido Demócrata Liberal de San Luis al mando de Pastor y la Unión Provincial de Salta. En la provincia de Buenos Aires, al rededor de junio de 1957 se escinde del Partido Demócrata un nuevo Partido Conservador con Emilio J. Hardoy a la cabeza.[7]

En la convencional constituyente de 1957 los conservadores alcanzan a ser la tercera fuerza pero fragmentados buscan formar un bloque “de Centro” en el parlamento. Emilio J. Hardoy asume como convencional constituyente por el Partido Conservador de Buenos Aires y Pablo González Bergez por el Partido Demócrata de Buenos Aires. Durante las elecciones presidenciales del 23 de febrero de 1958 los conservadores concurren con tres listas diferentes: la del Partido Demócrata encabezada por Héctor González Iramain, la de los conservadores con Reynaldo Pastor y la facción del partido Conservador Popular de Solano Lima. En tales elecciones triunfa Arturo Frondizi con el apoyo del peronismo.

Posteriormente al triunfo de Frondizi, los conservadores inician gestiones de unificación. El 8 de noviembre de 1958 las fuerzas conservadoras del país se reúnen en un “Congreso de partidos de Centro” que adopta la forma federativa para garantizar la autonomía de los partidos provinciales y su programa se basa en el de 1951. El 18 de mayo de 1959 el Partido Demócrata y el Partido Conservador de Buenos Aires, ambos parte de la Federación, deciden unificarse bajo el nombre "Unión Conservadora de Buenos Aires", cuyo primer presidente fue Pablo González Berguez.[11][7]

El primer comité nacional de la Federación Nacional de Partidos de Centro estuvo presidido por Julio Cueto Rúa, y tuvo a Emilio Olmos y Emilio Hardoy como vicepresidentes. La federación toma un carácter crítico con el gobierno de Frondizi, centralizándose en el cumplimiento de políticas económicas que reduzcan la participación del estado en la actividad económica, desburocratizar, suprimir la inflación y denuncian la falta de implementación de muchos anuncios de reducción del sector público que no se concretan. Simbólico es el caso del debate televisado entre Cueto Rúa y el ministro Álvaro Alsogaray en 1960.

El modelo de federación cosecha éxitos para las elecciones nacionales de 1960 donde en provincia de Buenos Aires se duplica el caudal de votos en relación a la elección anterior. En otras provincias como Mendoza y Corrientes los conservadores triunfan por diferencia.

El 12 de diciembre de ese mismo año, se renueva la mesa directiva del comité nacional, eligiendo a Adolfo Vicchi como presidente y a Ernesto Meabe y Arturo Uanini como vicepresidentes. Y en 1961 la federación, ahora con más peso en las cámaras, se opone a un proyecto de “Ley de Defensa de la Democracia” pues señala al comunismo como un “sistema de negación de la libertad”, pero señala escepticismo ante medidas de tipo penal o policial y afirma que “la ley es una amenaza para las libertades esenciales de los ciudadanos”.

Finalmente, tras la reaparición del peronismo en los comicios de 1962 bajo distintas insignias como Unión Popular y su éxito en algunos distritos, el presidente Frondizi es derrocado por las fuerzas armadas y el presidente del senado, José M. Guido asume la primera magistratura.[12]

En las elecciones nacionales de 1963 aparece entre los conservadores la figura de Pedro E. Aramburu. La Unión Conservadora de Buenos Aires se divide entre quienes quieren que la federación lo apoye (encabezados por Julio Cueto Rúa) y quienes creen que debe abandonarse la costumbre de apoyar a extrapartidarios y debe comenzar a enfocarse en candidatos propios (encabezados por Emilio Hardoy y Pablo González Bergez). Horacio Thedy del PDP obstaculiza las gestiones con Aramburu pues creía que la adhesión de la federación restaría popularidad a UDELPA. Finalmente, la Federación concurre con candidatos propios: Emilio Olmos y Emilio Jofre. La fórmula triunfa en San Luis, Corrientes y Mendoza; y es segunda en la rioja y Córdoba.

Con el colegio electoral tan dividido, los conservadores dudaban de presentar sus electores a la fórmula radical del pueblo IlliaPerette. Finalmente deciden aceptar sin negociaciones de ninguna índole y explican tal decisión en un comunicado onde afirman que “los comicios realizados son el primer paso en el largo camino que todavía hay que recorrer para afianzar las instituciones y lograr formas superiores de convivencia política y social”[11]

La postura de la federación es imitada por los otros espacios pudiendo consagrar al binomio radical del pueblo en la primera magistratura. Poco tiempo después el sector de Cueto Rúa plantea una crisis dentro de la unión conservadora que da como resultado la fundación del PRAR que no tiene gran trascendencia. Durante el gobierno de Illia la federación sostiene su carácter opositor y aumenta su caudal de votos.

El gobierno de Illia se deteriora por falta de respaldo, siendo a su vez los reclamos gremiales, las presiones militares y su falta de apertura al resto de partidos políticos de oposición lo que propició las condiciones para el golpe de estado del 28 de julio de 1966.[13]

La Federación de partidos de centro, que pocos días antes había ganado los comicios en Mendoza, repudia abiertamente el golpe de estado. Sin embargo, el Dr. Emilio Hardoy entre otros miembros de la Unión Conservadora comparten el programa económico del nuevo régimen, pero critican el desprecio hacia el sistema republicano de Onganía. La incapacidad de tomar una postura firme ante el nuevo gobierno causó la disolución de la federación. Durante estos años y hasta finalizado el proceso militar, los conservadores no participaron de actos políticos de gran trascendencia como la “Hora del Pueblo” y desaparecieron de la actividad política, dando paso a una renovación generacional.

El gobierno de Onganía para 1970 ya era insostenible, y tras la sucesión del presidente Roberto M. Levingston y el presidente Alejandro Lanusse, este último convocaría a elecciones en 1973. En Buenos Aires, Emilio Hardoy y Cueto Rúa aceptan la propuesta del general Aramburu y Álvaro Alsogaray para constituir Nueva Fuerza en 1972, que incorporaría a la Juventud de la Unión Conservadora, abandonando el partido. Sin embargo poco después Cueto Rúa abandonaría también tal espacio ante el personalismo de Álvaro Alsogaray.

La Unión Conservadora de Buenos Aires atraviesa su peor momento y decide reorganizarse atrás de la figura de Francisco Manrique y figuras locales como Carlos Acevedo (La Plata), Francisco Falabella (Chivilcoy) y Carlos Romero (Dolores), quienes obtendrían representación en el congreso nacional a través del bloque Alianza Popular Federalista en las elecciones del 25 de mayo de 1973 y serían los últimos diputados nacionales de este partido hasta la actualidad. A su vez, tras la crisis del Partido Demócrata de Buenos Aires en 1956, muchos sectores municipales habían decidido formar partidos de dimensión local que, en 1973 son ya 40 agrupaciones de este tipo, muchas de ellas con éxito a nivel local.

En las elecciones de septiembre de 1973, la Unión Conservadora vuelve a respaldar la candidatura de Manrique a través de la Alianza Popular Federalista. En estas elecciones es reelecto Juan D. Perón para un tercer mandato. A partir de 1974 inician las gestiones de acercamiento entre los partidos conservadores. La Unión Conservadora firma en este año un acuerdo de acción política común con el Partido Demócrata de la Capital (Sucesor del partido Demócrata Conservador). Al año siguiente, dirigentes de ambos partidos (Roberto Azaretto y Carlos Ure por la Capital y el diputado Carlos Acevedo por la provincia) junto a Héctor Sánchez Iturbe de Jujuy recorren el país tratando de restablecer vínculos. Se comienza a formar la Confederación Republicana, que se ve truncada por el golpe del 24 de marzo de 1976.[11]

Las fuerzas conservadoras respaldaron la acción del gobierno contra la subversión pero fueron críticos de su gestión económica tanto sea por el deterioro de las economías regionales como exigiendo un combate efectivo contra la inflación. Es así como en julio de 1976 se realiza en buenos aires una reunión efectuada por el gobierno convocando a todos los partidos políticos a la cual asistieron federales, socialistas democráticos, demo progresistas, demo cristianos, fufepistas y demócratas en búsqueda de llegar a un común acuerdo que se ve truncado a causa del intento del gobierno de crear un partido de carácter oficialista.

En 1981 Asume Viola con poca legitimidad y al poco tiempo es sucedido por Galtieri, conocido por la ocupación de las islas Malvinas el 2 de abril de 1982. La derrota en la guerra de Malvinas lo obliga a renunciar a la presidencia y el futuro presidente Bignone llamaría a elecciones para celebrarse el 30 de octubre de 1983.[14]

Posterior al regreso a la democracia, en las elecciones nacionales de 1983 la Unión Conservadora participaría de la Alianza Federal en la provincia de Buenos Aires apoyando nuevamente a Manrique.

El 22 de febrero de 1991 la Unión Conservadora de Buenos Aires se unifica con el Partido Conservador Principista y el Partido Conservador Auténtico (agrupaciones menores escindidas del PDN) formando el Partido Demócrata Conservador de Buenos Aires[15]​. En 1998, sucediendo a Sofía Laferrère, asume la presidencia el Dr. Juan Carlos De Marco,[16]​ que realiza una reestructuración del partido. Desde entonces el partido participó en distintos frentes electorales de centro derecha. En las elecciones provinciales de 2007 participa de la Alianza Sociedad Justa,[17]​ en las de 2009 participa en el frente Es Posible[18]​ y en las de 2011 en la Alianza Frente Popular.[19]

El 10 de marzo de 2012 el partido conforma la Confederación Demócrata Federal donde participan el Partido Demócrata de la Capital Federal, el Partido Demócrata de Córdoba, el Partido Demócrata de Mendoza, el partido Demócrata Federal de Santa Fe y el Partido Demócrata Liberal de San Luis.[20]​ En las elecciones provinciales de 2013 participa en la Alianza Unidos por la Libertad y el Trabajo[21]​ y en las elecciones de 2015 y 2017 participa de la alianza Cambiemos Buenos Aires sin candidatos propios.[22]

El 24 de junio de 2016 el partido cambia su nombre oficialmente a Partido Demócrata de Buenos Aires, en sintonía con la restauración del Partido Demócrata a nivel nacional.[23]

El 23 de octubre de 2020 muere el presidente en funciones, Juan Carlos De Marco,[24][25][26]​ asumiendo la presidencia del partido el vicepresidente 1º Juan José Antonini.[16]

En julio de 2021 el partido oficialmente forma parte del frente Avanza Libertad, con José Luis Espert como 1° precandidato a Diputado Nacional en las elecciones PASO del mismo año.[27]​ El partido es intervenido nombrando a Carlos Onteiro como interventor partidario y actual autoridad del Partido Demócrata en el distrito de Buenos Aires



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