Perseo (en griego antiguo, Περσεύς) es un semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus y de la mortal Dánae. Esposo de Andrómeda y padre de seis hijos. La tradición le atribuía la fundación de Micenas.
Según la versión del Pseudo-Apolodoro y la de Pausanias, un oráculo había anunciado a Acrisio, rey de Argos, que moriría a manos de su propio nieto. Para evitarlo, Acrisio hizo encerrar a su hija Dánae en una torre de bronce (o en una cámara subterránea de ese material) para impedir que tuviera trato con ningún varón. Sin embargo, el rey de los dioses, Zeus, se transformó en una lluvia de oro que cayó en Dánae desde el techo y la dejó embarazada. Pero hay otra tradición, que recoge Ovidio en sus Metamorfosis, que decía que había sido Preto, hermano de Acrisio, quien había seducido a Dánae. En cualquier caso, la princesa concibió a Perseo. Al enterarse Acrisio, no creyendo divino el nacimiento del niño, lo arrojó con Dánae al mar en un cofre de madera. El mar fue calmado por Poseidón a petición de Zeus, y la madre y el hijo sobrevivieron y alcanzaron la costa de la isla de Serifos. En esa isla gobernaba el rey Polidectes, y su hermano Dictis recogió a la mujer y al niño, al que criaría como si fuera su hijo.
Más tarde, Polidectes se enamoró de Dánae. Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo para sus planes, intentó librarse de él mediante una estratagema: hizo creer a todo el mundo que pretendía conquistar a la princesa Hipodamía y pidió a los habitantes de la isla que le entregase un regalo cada uno como presente, para poder ofrecerlo a su vez a la princesa. Perseo dijo que no pondría reparos para entregar cualquier cosa: incluso si hubiera de ser la cabeza de Medusa, que era una de las tres Gorgonas y podía convertir en piedra a los hombres solo con la mirada. Polidectes aceptó como regalos los caballos de otros habitantes de la isla, pero no aceptó los de Perseo, y le mandó que le trajese la cabeza de la Gorgona que le había prometido.
Perseo partió, guiado por los dioses Atenea y Hermes, en busca de las hijas de Forcis: las grayas, hermanas de las gorgonas. Las grayas eran tres ancianas que solo tenían un ojo y un diente para las tres, y se los iban pasando una a otra. Perseo les arrebató el ojo, y, a cambio de devolvérselo, las obligó a confesar dónde vivían las ninfas, sus hermanas.
Así, Perseo encontró a las ninfas, de las que obtendría un zurrón mágico para contener la cabeza sin peligro, unas sandalias aladas y el casco de Hades, que volvía invisible a quien lo llevara puesto. Además, recibió de Hermes una hoz de acero (en otras versiones, de diamante), con la que podría cortar la cabeza de Medusa, y recibió de Atenea un escudo brillante como un espejo.
Pertrechado con estos objetos, Perseo llegó a introducirse en la morada de las Gorgonas, que, como las Grayas, eran hijas de Forcis. Mientras estaban dormidas las Gorgonas, Perseo se acercó a ellas. Atenea guio la mano de Perseo, que además usó como espejo el escudo de bronce que le había prestado la diosa para ver a Medusa sin mirarla directamente. Así, Perseo alcanzó a cortar la cabeza de la Gorgona, de la que nacieron el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor. Esteno y Euríale, las hermanas inmortales de Medusa, buscaron a Perseo pero no pudieron encontrarlo porque el casco de Hades lo hacía invisible.
Perseo fue después al país donde reinaba Atlas, a quien, una vez allí, pidió hospitalidad. Atlas, sin embargo, recordó que un oráculo le había dicho que un hijo de Zeus llegaría para robarle los frutos del jardín de las Hespérides, e intentó expulsar a Perseo. Este empleó la cabeza de Medusa, y Atlas quedó convertido en piedra.
Al llegar a Etiopía o, en otras versiones, a Jaffa, Perseo encontró a Andrómeda encadenada a una roca: la habían mandado dejar allí sus padres, los reyes Cefeo y Casiopea, para que fuera devorada por un monstruo marino, Ceto, que había sido enviado por los dioses como castigo por haberse jactado Casiopea de ser más hermosa que las nereidas. Un oráculo de Amón había dicho que solo se verían libres del monstruo si le era ofrecida Andrómeda como alimento. Perseo quedó prendado de Andrómeda y decidió liberarla. Tras pedir la mano de la princesa a Cefeo y Casiopea, mató al monstruo con su espada, o, según otras versiones, petrificando una parte del monstruo al mostrarle la cabeza de Medusa.
Durante el banquete de bodas con Andrómeda, llegó Fineo, tío paterno de ella y a la vez su prometido. Comenzó una batalla entre quienes apoyaban el enlace y los partidarios de Fineo. Perseo mató a muchos, pero, al ver la inferioridad numérica de su bando, no tuvo más remedio que emplear la cabeza de Medusa para convertir en piedra a Fineo y a los que lo acompañaban.
Después, Perseo regresó a Serifos. Allí, Dictis y Dánae se habían refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. Perseo se presentó ante Polidectes y ante toda su corte, sacó la cabeza de Medusa y se la mostró a toda la concurrencia, que quedó petrificada. Luego hizo a Dictis rey de Serifos, devolvió a Hermes las sandalias aladas y le dio el zurrón y el casco de Hades, y entregó la cabeza de Medusa a Atenea, quien la pondría en su escudo.
Después, Perseo decidió regresar a Argos, con Dánae y Andrómeda. Habiéndose enterado Acrisio de que su nieto viajaba para encontrarse con él, puso tierra de por medio encaminándose a Lárisa, donde se puso a presenciar unos juegos. Perseo también acudió a esos juegos y participó en el lanzamiento de disco, pero lo hizo con tan mala fortuna que golpeó a Acrisio en la cabeza y lo mató, cumpliéndose así la profecía. Debido a esta muerte accidental, Perseo no quiso seguir gobernando en Argos, su legítimo reino. Su tío segundo Megapentes, primo de Dánae era rey de Tirinto, así que intercambiaron el reino: Perseo se convirtió así en rey de Tirinto y Megapentes de Argos.
Según Apolodoro, Perseo tuvo hijos con Andrómeda. Antes de ir a la Hélade, engendró a Perses, a quien dejó con Cefeo (se dice que de él descienden los reyes de Persia); y ya en Micenas nacieron Alceo, Esténelo, Heleo, Méstor y Electrión. También tuvieron una hija Gorgófone, a la que desposó Perieres. El Catálogo de mujeres nos cuenta que tres de los hijos de Perseo se desposaron con las hijas de Pélope: así Alceo desposó a Astidamía (de quien nació Anfitrión), y Electrión a Lisídice (padres de Alcmena), pero Esténelo prefirió a Nicipe (padres de Euristeo). El más conocido de sus descendientes habría sido Heracles, hijo de Alcmena. En otras tradiciones se nos dicen que la hija de Perseo no era Gorgófone, sino Autocte, que le dio hijas a Egeo, pero ningún hijo varón. Se añade además a otro hijo, Cinuro, epónimo de una ciudad de Laconia.
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