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Pitos de barro



Pitos de barro son los diversos tipos de silbato, de juguete o ceremoniales, producidos por la alfarería tradicional.[nota 1]​ En España, sus orígenes, cretenses unos e islámicos otros, han sido estudiados tanto por arqueólogos como por reconocidos etnógrafos.[nota 2]​ Musicológicamente puede considerarse a la ocarina su hermana mayor.

El museo arqueológico de Almería alberga una curiosa colección de juguetes, silbatos e instrumentos de arcilla.[1]​ En ella puede verse un conjunto de 'cacharritos' de claro origen islámico y otros posteriores, cristianos. Especialmente curiosos son los silbatos, clasificados en cuatro grupos:

Silbatos con figuritas y formas similares se dan en varias islas del Mediterráneo (Ibiza, Cerdeña, Creta), siendo las más conocidas los siurells de Mallorca.

Elaborados desde tiempo inmemorial, los siurells no son de origen musulmán.[2]​ Especialistas como Rosselló Bordoy,[3]Natacha Seseña o Corredor-Matheos aceptan su relación con la cerámica minoica cretense.[4]

En la Península ibérica, los silbatos de barro que mayor difusión popular han tenido en los últimos siglos son los pitos de Andujar.[5]​ Otra denominación es la de «piticos de Santa María de la Cabeza» por el uso folclórico (y ensordecedor) que se les da en la romería de la Virgen de la Cabeza, patrona andujareña. El modelo básico ancestral es de barro blanco sin vidriar; otro modelo típico, y ya vidriado, es el del caballo con jinete y el silbato en la parte trasera del caballo; también se han fabricado figuras casi exclusivas, como los toreros del alfarero Pepe Ramírez.

En Madrid y estrechamente asociados al patrón de la villa Isidro Labrador y su festejo primaveral se fabrican los pitos del santo Su forma exterior es la de pequeños botijos, o de pájaros de colores que se llenan parcialmente de agua y mediante tres aberturas se puede modular la intensidad sonora al ser soplados.[6]

Tanto en la cerámica precolombina como en muestras posteriores, existe una gran variedad de pitos hechos con arcilla, muchos de ellos sencillas ocarinas y otros auténticos instrumentos de viento.[7]​ Entre las culturas con esta gama de silbatos, se pueden mencionar:

La importancia y la omnipresencia de los pitos de barro en la vida, el folclore y la cultura de los pueblos americanos fue recogida, en 1967 por Gabriel García Márquez, en el párrafo inicial de su novela Cien años de soledad, cuando el gitano Melquiades y su familia irrumpen en Macondo "con un grande alboroto de pitos y timbales" dando a conocer los nuevos inventos.[10]​ Una escena común y todavía viva en las ceremonias de celebración popular americanas.

El "Niwawu" o cabeza de buey en forma de ocarina o flauta de barro, es un instrumento musical tradicional de la etnia Hui de Ningxia región autónoma de la República Popular China. En 2005, esta ocarina fue incluida en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial.[11]

Pito de barro de la cultura tairona (Colombia), en la colección arqueológica del LACMA.

Pito de barro con un músico soplando una flauta de pan, cultura Jama Coaque (300 a. C. - 700 d. C.), costa del Ecuador. Colección Ebnöther, Museo Allerheiligen, Schaffhausen, Suiza.

Dibujo de 1887 de un antiguo pito toscano (ilustración de la Enciclopedia Monthly, vol. 33).



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