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República Socialista Soviética



Las repúblicas de la Unión Soviética fueron las repúblicas socialistas soviéticas que conformaron constitucionalmente la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como subdivisiones administrativas del primer nivel. Creada en 1922 con solamente cuatro repúblicas —RSFS de Rusia, RSFS de Transcaucasia, RSS de Ucrania y RSS de Bielorrusia— su número fue incrementándose y varió a lo largo de los 69 años de su existencia, siendo quince en sus décadas finales. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 todas las repúblicas se independizaron y se constituyeron como países independientes, pasando doce de ellas a conformar la Comunidad de Estados Independientes.[1]

El 28 de diciembre de 1922, en una conferencia de delegaciones plenipotenciarias de la RSFS de Rusia, de la RSFS de Transcaucasia, de la RSS de Ucrania y de la RSS de Bielorrusia, se aprobó el Tratado de Creación de la Unión Soviética y la Declaración de la Creación de la Unión Soviética,[2]​ formándose la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas[3]​ y unificándose las repúblicas soviéticas ya existentes creadas tras la Revolución rusa y durante la posterior Guerra Civil Rusa.

Como federación que era la Unión Soviética de acuerdo a la Constitución y al Tratado de la Unión, las repúblicas federadas gozaban de una amplia autonomía para su administración interna. Cada una de ellas poseía su propio Partido Comunista, con la excepción de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Cada república poseía además su propia bandera, escudo e himno. Todas las banderas y escudos tenían la hoz y martillo, símbolo del comunismo, y predominante color rojo. Los himnos tratan asuntos como la amistad fraternal entre los habitantes de las repúblicas, un futuro brillante y el homenaje a Vladímir Lenin, ideólogo de la Revolución de Octubre y primer gobernante soviético.

Bajo la Constitución, adoptada en 1924 —y modificada constantemente hasta el final de su existencia, con cambios sustanciales en 1936 y 1977— la fundación política de la Unión Soviética estaba basada en los Soviets de Diputados del Pueblo. Estos existían en todos los niveles de la cadena administrativa, con el nivel federal englobando todos en el Sóviet Supremo de la Unión Soviética localizado en Moscú, que a su vez designaba al Presidium del Soviet Supremo de la URSS y el Consejo de Ministros de la URSS. En el plano económico, existía una serie de consejos de la economía nacional que confluían en un cuerpo único a nivel federal, relacionado con el Ministerio de Planificación.

Junto con la cadena de la administración estatal existía la estructura paralela del Partido, que estaba estructurado del mismo modo federal y le permitía ejercer un considerable nivel de influencia sobre los órganos de poder en todos los niveles. Organismos administrativos del Estado tomaban órdenes directas del Partido y la aprobación de distintos funcionarios estatales de alto nivel requería la aprobación de sus organismos centrales. Una práctica general era que la posición de jefe de Estado en una república federada fuera un oficial local, mientras la posición de Secretario General del Partido Comunista local fuera de un ciudadano de otra república.

Los primeros ejemplos de ampliación de las repúblicas constituyentes fueron las repúblicas de Uzbekistán y Turkmenistán, creadas el 27 de octubre de 1924 por separación de la República Autónoma Socialista Soviética de Turkestán, una república autónoma de la RSFS de Rusia. La siguiente fue la República Socialista Soviética de Tayikistán, hasta ese momento parte de la RSS de Uzbekistán, siendo elevada al estatus de república de la unión el 6 de octubre de 1929, convirtiéndose en la RSS de Tayikistán.

La República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia existió hasta el 5 de diciembre de 1936, cuando se dividió en las repúblicas soviéticas de RSS de Armenia, RSS de Azerbaiyán y RSS de Georgia. El mismo día la República Autónoma Socialista Soviética de Turkestán dejó de existir dentro de la RSFS de Rusia, y el territorio fue dividido entre las repúblicas soviéticas de Kazajistán y Kirguistán.

En la víspera de la Segunda Guerra Mundial, se crearon algunas repúblicas nuevas anteriores a la invasión nazi en 1941. La primera fue la República Socialista Soviética Carelo-Finesa, que el 31 de marzo de 1940 fue elevada al rango de república de la unión a partir de la anterior República Autónoma Socialista Soviética de Carelia, queformaba parte de la RSFS de Rusia. Después de la ocupación de las Repúblicas Bálticas, Lituania, Letonia y Estonia fueron transformadas en RSS de Lituania el 13 de julio, RSS de Letonia el 21 de julio y RSS de Estonia también el 21 de julio, y se unieron formalmente a la Unión Soviética el 3, el 5 y el 6 de agosto, respectivamente. La última república fue la RSS de Moldavia, que nació de una fusión del territorio de Besarabia, anexado tras la ocupación soviética de Besarabia y el norte de Bucovina, con el de la República Socialista Soviética Autónoma de Moldavia, previamente incluida dentro de la RSS de Ucrania.

Después de la guerra, no se establecieron nuevas repúblicas, aunque la República Socialista Soviética Carelo-Finesa pasó a ser una república autónoma y fue reanexionada por la RSFS de Rusia el 16 de julio de 1956.

El carácter federal de la Unión y la autonomía de las repúblicas federadas convivían con un fuerte poder central que resultaba elemental para su cohesión. La pérdida de poder del gobierno central durante el mandato de Mijaíl Gorbachov y el consiguiente fortalecimiento frente al mismo de las repúblicas es considerado uno de los factores causantes de la disolución de la Unión Soviética. Las políticas de glásnost y perestroika fueron diseñadas con el objeto manifiesto de modernizar el país aunque uno de sus inmediatos efectos fue el incremento del poder de las repúblicas, que de acuerdo con el artículo 72 de la Constitución Soviética de 1977 mantenían el derecho a la secesión. La liberalización política permitió a los gobiernos de las repúblicas hacer proselitismo invocando el multipartidismo, el nacionalismo y otras temáticas contrarias a lo sostenido por el poder soviético. Además, los cambios en la dirección política dieron lugar a fracturas dentro del mismo Partido Comunista, lo cual redujo el poder efectivo de la administración central. La perestroika, por su parte, llevó a una gran descentralización de la economía, que comenzó a ser privatizada y controlada por los gobiernos regionales antes que por los órganos centrales de planificación.

Pero estas políticas no siguieron el rumbo esperado. Fue entonces cuando el presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov propuso la creación de un nuevo Tratado de la Unión que dejaría al gobierno central sólo los asuntos de defensa y política exterior con tal de mantener unidas a las repúblicas. Esta propuesta no tuvo éxito ante la negativa de los gobiernos locales, especialmente del recientemente elegido presidente de la RSFS de Rusia, Borís Yeltsin. Así el 8 de diciembre de 1991, los líderes de la RSFS de Rusia, RSS de Ucrania y RSS de Bielorrusia se reunieron para acordar la anulación del Tratado de Creación de la Unión Soviética de 1922, que se dio por terminado el 25 de diciembre de 1991, con el efecto de disolución de la Unión Soviética. Dicha decisión fue comunicada por teléfono a Mijaíl Gorbachov por el presidente de la RSS de Bielorrusia Stanislav Shushkiévich.[4][5][6]​ Con la firma del Tratado de Belavezha cada una de las repúblicas se convirtió en estado independiente, aunque 11 de las 15 existentes al momento del desmembramiento de la Unión conformaron la Comunidad de Estados Independientes (CEI) mediante la firma del Protocolo de Almá-Atá, el 21 de diciembre del mismo año (Georgia se uniría a la CEI en 1993).[1]

En la tabla que sigue se recogen todas las repúblicas soviéticas, ordenadas por orden cronológico de fecha de establecimiento, agrupadas en dos grupos:

En el momento de la disolución, Rusia era la república más grande en extensión, ocupando territorios en Europa y en Asia, seguida de Kazajistán, Ucrania y Turkmenistán. Rusia también fue la más poblada, seguida por Ucrania, Uzbekistán y Kazajistán.

Las repúblicas autónomas socialistas soviéticas (RASS) fueron entidades administrativas creadas por algunas de las repúblicas, con rango evidentemente menor que éstas pero mayor que los óblasts autónomos y los distritos autónomos. En la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), por ejemplo, los secretarios generales del Gobierno de las RASS eran oficialmente miembros del gobierno de la RSFSR. Al contrario que en las repúblicas de la Unión, las RASS no tenían derecho a desafiliarse de la Unión. El nivel de autonomía política, administrativa y cultural del que disponían varió con el tiempo y fue especialmente grande en los años 1920 con la Korenización, en los años 1950 tras la muerte de Stalin y en la era Brézhnev.[7]

En el momento de la disolución de la Unión Soviética, tenían repúblicas autónomas Azerbaiyán (1), Georgia (2), Rusia (17), Ucrania (2) y Uzbekistán (1). A lo largo de su historia también hubo otras repúblicas autónomas que desaparecieron, bien pasando a ser repúblicas plenamente independientes (Moldavia) o integrándose en otras.

En la tabla que sigue se recogen todas las repúblicas autónomas soviéticas, ordenadas por orden cronológico de establecimiento en dos grupos:



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