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Roberto Urdaneta Arbeláez



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Roberto Urdaneta Arbeláez (Bogotá, 27 de junio de 1890-ibidem, 20 de agosto de 1972) fue un diplomático, estadista y político colombiano. Fue presidente de la República de Colombia, en calidad de designado, desde el 5 de noviembre de 1951 hasta el 13 de junio de 1953, en reemplazo del titular Laureano Gómez Castro, quien se retiró del cargo por motivos de salud.

Miembro del Grupo Nacional Colombiano de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya.[1]​ Catedrático en la Universidad Nacional de Colombia; Ministro de Hacienda, ministro de Gobierno y ministro de guerra, durante los mandatos de los presidentes: Alfonso López Pumarejo, Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez.

Como presidente ostentó el poder hasta el golpe de estado de 1953, dirigido por los militares, con Gustavo Rojas Pinilla a la cabeza.

Roberto nació en Bogotá, el 27 de junio de 1890, siendo hijo del militar Roberto Urdaneta.[2][3]

Obtuvo la Beca Bartolina del Colegio Mayor de San Bartolomé en 1906, al igual que Laureano Gómez.[4]​ Estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Deusto, en Bilbao. También estudió Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de su natal Bogotá.[5]

Urdaneta trabajó también durante algún tiempo como docente de Derecho Mercantil y Economía Política en la Escuela Nacional de Comercio; dirigió los periódicos de El País y El Nuevo Tiempo, y colaboró con El Siglo, Diario Nacional, La República y otros periódicos. Publicó también varias obras como El protocolo de Río de Janeiro, Los albaceas fiduciarios, Apuntes sobre economía social y El materialismo contra la dignidad del hombre, entre otras.

En 1912, con 18 años, fue elegido concejal de Bogotá. Luego, en 1913, fue elegido diputado de la Asamblea de Cundinarmarca.[5][2]

En 1928 fue enviado por el gobierno del conservador Miguel Abadía Méndez a Cuba, donde participó como emisario de su país en la Conferencia Panamericana de la Habana.

Fue nombrado canciller por los liberales Enrique Olaya Herrera y su sucesor, Alfonso López Pumarejo, de 1931 a 1934. Como canciller tuvo que enfrentar la ruptura de relaciones diplomáticas con Perú, que derivó en una guerra en la que Colombia perdió algunas de sus posesiones en la selva amazónica. La incursión terminó en 1933, y se selló con el protocolo de Río, en 1934.[5]​ López lo confirmó en el cargo hasta diciembre de 1934.[2][6]

A pesar de que fue embajador en Perú, en 1935, no logró que a Colombia se le devolvieran sus territorios. Sin embargo logró recuperar las relaciones entre ambos países.

Ocupó los cargos de Ministro de Gobierno y Ministro de Guerra bajo la presidencia de Mariano Ospina Pérez, y también durante el gobierno de Laureano Gómez.

Como ministro de Guerra de Gómez tuvo que enfrentar los problemas derivados de los hechos del Bogotazo, los conflictos con los guerrilleros liberales o chusmeros, y el surgimiento de una división cada vez más fuerte entre los liberales y conservadores, en la Etapa conocida como La Violencia. También atacó con ferocidad a todo credo que no fuera el católico.

Así mismo, fortaleció al ejército, mejorando su armamento, impulsando la educación en los centros castrenses, y ampliando el Hospital Militar Central, que inauguró en 1952.

Gómez había sido elegido para suceder a Ospina Pérez en 1950. Sin embargo, el estado de salud tan deplorable de Gómez lo llevó a solicitar una licencia al Congreso en 1951.[7][8]​ El cuerpo legislativo entonces designó al ministro de guerra Urdaneta como presidente, para reemplazar a Gómez durante su incapacidad, la cual se extendió hasta 1953.[9]

En su discurso de posesión, el 5 de noviembre de 1951, Urdaneta afirmó que continuaría con la obra de Gómez, lo cual se dio a cabalidad.[2]

A pesar de que dio continuidad al legado de Gómez en casi todos sus puntos, se negó a destituir al agregado militar en Washington Gustavo Rojas Pinilla, a quien Gómez le tenía desconfianza por sospechar que le daría un golpe de estado, el cual se dio dos años después.[10]

Con la experiencia de haber sido ministro de Guerra, Urdaneta destinó importantes ingresos a la modernización de las fuerzas armadas colombianas, a pesar de que intentó realizar acuerdos de paz con los insurgentes.

Se dedicó a intentar la búsqueda de la paz con los revolucionarios que habían hecho de los Llanos orientales una zona de guerra, a la que se llamaba La Revolución. El ejército, bajo sus órdenes realizaba continuas operaciones en un intento de sofocar los brotes rebeldes y someter a sus líderes liberales.[11][12][13]

También intento conciliar a los líderes de los partidos liberal y conservador, que desde el Bogotazo estaba enfrentados, pero sus esfuerzo fueron en vano y no se logró concertación. Sus anhelos de paz se explica en la frase[6]​ː

La muerte en prisión del bandolero liberal llanero Saúl Fajardo por órdenes expresas y directas de Urdaneta, luego de haber sido condenado a 48 años de prisión, en diciembre de 1952, solo complicó la situación de los Llanos orientales[14][15]​ y precipitó el golpe militar, que en últimas tenía la intención de favorecerlo.[16]​ Al final de su gobierno se calcula que hubo 50.000 personas desplazadas por la violencia.[6]

El 6 de septiembre de 1952, fanáticos conservadores incendiaron los diarios El Tiempo, de Eduardo Santos, y El Espectador, de Guillermo Cano[17]​, así como las casas de los líderes del partido liberal López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo.[11]

Los hechos ocurrieron como respuesta la asesinato de 6 policías a manos de guerrilleros liberales. El presidente Urdaneta estuvo en las exequias de los oficiales. Asistentes al sepelio, terminada la ceremonia la emprendieron contra los periódicos ya mencionados y otras propiedades de jefes del partido liberal.

Las asonadas terminaron en el exilo de López y Lleras Restrepo a México.

Los incendios en Bogotá, sumados a la muerte violenta del guerrillero liberal Saúl Fajardo el 2 de diciembre del mismo año, demostraron que los desmanes de las fuerzas del estado hasta entonces solo imputadas en regiones distantes sometidas al control militar, podían suceder también en las calles de Bogotá.[18]​ La repercusión de estos crímenes figura como una de las causas que meses después contribuyeron al derrumbamiento del gobierno de Urdaneta.[19][20]

A raíz de los incendios, la censura de la prensa cayó en el gobierno nacional, dejando de ser regional como se hizo hasta la fecha.[11]

Recibió en 1952 una visita del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, miembro del Banco Mundial y por consiguiente de la ONU, y recibió recomendaciones sobre gestión pública. Aplicó medidas intervencionistas, convencido de que eran la solución al problema con el comunismo, con el que estaba obsesionado.[6]

Su gobierno dio impulso a la construcción de viviendas que por medio del Instituto de Crédito Nacional entregó 140.000 viviendas a familias humildes de todo el país.

Entregó varias obras como las represas de Sisga y de Neusa, el tramo del ferrocarril del Atlántico hasta el sector de Gamarra, la planta de soda de Cajicá, y continuó con la construcción de los puertos de Buenaventura, Santa Marta y Cartagena.

Finalmente inició las obras de Acerías Paz del Río, que su sucesor Rojas Pinilla inauguraría después.

Durante su breve mandato, Urdaneta reconoció la soberanía de Venezuela sobre el Archipiélago de Los Monjes mediante un canje de notas suscrito por su Ministro de Relaciones Exteriores Juan Uribe Holguín.

Se adhirió a las políticas propuestas por la ONU y la OEA, y aporyándose en su amplia trayectoria como embajador y canciller creó lazos fuertes en el exterior. Siguió las directrices anticomunistas de la ONU y en materia económica y de planeación de la OEA.[5][2][11]​ Siguiendo esta hoja de ruta, se preocupó por aumentar la inversión extranjera en Colombia, también respaldado por sus años de diplomático. De esta forma logró impulsar la exportación e importación con Italia, Gran Bretaña, Francia, Uruguay y por su puesto los Estados Unidos.[6]

Considerado como un gobierno anticomunista, el de Urdanta atacó ferozmente el comunismo, que según decía ingresó al país gracias a los liberales que venía directamente patrocinado por la Unión Soviética de Stalin[6]​, quien falleció en marzo de 1953, mese antes de que Urdaneta dejara el poder. Por ese motivo justificó la muerte de Gaitán como parte de un plan comunista soviético, y no comunista como se venía diciendo en Colombia. Así mismo, creía que el "complot comunista" estaba interesado en desetabilizar las instituciones democráticas colombianas, por la cercanía de este país con Panamá, punto de acceso a los Estados Unidos, por lo que justificó el intervencionismo estadounidense en el país, convencido de que la amenaza soviética era real.

Bajo su gobierno Colombia participó activamente en la Guerra de Corea, en el bando capitalista. Su antecesor Gómez envió un contingente a Corea del Sur, con la intención de apoyar a los Estados Unidos en el conflicto asiático. Urdante dio continuidad a la labor militar del Batallón Colombia, con el único objetivo de que se reconociera a Colombia como un país que atacaba el comunismo.[21]​ Las tropas colombianas estuvieron en Corea del Sur hasta la llegada de Rojas Pinilla.[22]​ El saldo fue de 131 soldados muertos en combate, 10 en accidentes, y 2 por causas naturales, 476 fueron heridos, 69 desaparecieron y 30 fueron hechas prisioneros de guerra, para un total de 5.100 soldados enviados al inicio de las confrontaciones.[21][23]

Días antes de que Urdaneta asumira la presidencia, el 25 de octubre de 1951, la FIFA expulsó a Colombia de su organización, a raíz de un problema con la AFA por transferencia de jugadores irregularmente. Todo se orignió por huelga de jugadores y entrenadores en Argentina en 1949, Colombia los recibió en sus planteles locales.

A raíz aquella movilización masiva de miembros del gremio del futbol hacia Colombia, se vivió en este país una de sus épocas doradas del fútbol. El referente fue el equipo Millonarios, de Bogotá, que ganó seguidamente las ligas de 1949 hasta 1953 (a excepción de 1950).[24]

El 31 de marzo de 1952, el equipo bogotano venció en un histórico 8-0 al visitante Real Madrid.[25][26]​ Según las crónicas del propio Che Guevara, él asistió al evento deportivo. La narración, entre otras cosas, hace parte de una misiva que Guevara envió a su madre, y en ella relata el clima de tensión que se vivía en Colombia durante el gobierno de Urdaneta.[27]

El 13 de junio de 1953, Gómez apareció en el Palacio de San Carlos anunciando que retomaba el poder. Ese mismo día anunció la destitución del general Gustavo Rojas Pinilla, temiendo una insurrección. Sin embargo, Rojas se le adelantó y le dio golpe de estado, apoyado por el sector conservador opuesto a Gómez, liderado por Ospina Pérez.[28]​ Fue una decisión muy cuestionada dada la impopularidad de Gómez, y su crecientes quebrantos físicos y mentales, además de su mala fama de hombre fanático del fascismo, pero se consideró como una medida necesaria.

Puesto que el país se encontraba en medio de un enfrentamiento violento promovido los elementos radicales de ambos partidos, el líder golpista le ofreció, primero a Ospina Pérez y luego a Urdaneta que continuara en el poder, ofreciéndole el respaldo de las fuerzas armadas. Sin embargo tanto Ospina como Urdaneta recharon el ofrecimiento, alegando estar en contra de las instituciones democráticas.[5]​ Así fue como Rojas Pinilla se hizo con el poder tomándolo en nombre suyo.

Por las razones anteriormente expuestas, Urdaneta se convirtió en blanco de ataques tanto de la facción laureanista del Partido Conservador como de los radicales liberales que rechazaban la presencia de Laureano Gómez en el poder.

Urdaneta vivió en Ginebra durante la dictadura de Rojas, a pesar de que respaldaba al gobierno.[5]

Rojas abandonó el poder en 1957 cuando el país organizó un paro nacional de 10 día. Con Rojas fuera del poder, una junta militar de 5 miembros asumió la presidencia conjunta del país.

A pesar de su infamia, Urdaneta participó en la Comisión paritaria de reestructuración de la democracia que conformaron todos los expresidentes vivos a la fecha, desde López hasta el mismo Urdaneta, y que fue convocada por la Junta Militar.

Roberto Urdaneta finalmente falleció en Bogotá, el 20 de agosto de 1972, a los 82 años de edad.

Roberto era miembro de una ilustre familia de militares criollos involucrados en la independencia de Colombia.

Su padre era el general Roberto Urdaneta Gómez, y su bisabuelo, el general uruguayo Francisco Urdaneta, que participó con su primo Rafael en las guerras de independencia colombiana. Francisco era esposo de Manuela Girardot, la hermana del militar Atanasio Girardot, compañero de armas de Rafael y Francisco en la emancipación suramericana. Rafael Urdaneta, expresidente de Colombia, casado con Dolores Vargas, por lo tanto era bisabuelo de Roberto. El hijo de Rafael fue el ingeniero y arquitecto venezolano Luciano Urdaneta Vargas.

Urdaneta se casó con Clemencia Holguín y Caro el 3 de junio de 1917, con quien tuvo cinco hijos. Su matrimonio con Clemencia Holguín y Caro lo emparentó con la prestigiosa familia Holguín. Clemencia era nieta de Carlos Holguín y sobrina nieta del hermano de este, Jorge Holguín, ambos expresidentes de Colombia.

El tío de Clemencia fue Miguel Antonio Caro, quien con el también exjefe de estado de Colombia Rafael Núñez redactó la constitución de 1886. Caro sucedió al abuelo de Clemencia en el poder, de 1892 a 1896.

Así mismo, Clemencia estaba emparentada con el también expresidente Manuel María Mallarino, tío materno de los Holguín. El bisabuelo de Clemencia era el cofundador del partido Conservador José Eusebio Caro, amigo íntimo del también expresidente Mariano Ospina Rodríguez, quien tuvo dos descendientes suyos como expresidentes, entre ellos a Ospina Pérez, amigo y copartidario de Urdaneta.

Hernado Holguín, uno de sus cuñados, fue canciller de Colombia en el gobierno de Marco Fidel Suárez.[2]

Carrizosa Argáez, Enrique (1990). Linajes y bibliografías de los gobernantes de nuestra Nación 1830-1990. Bogotá: Kelly 958-9004-08-3 Fue una persona mala con el estado.




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