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Santas Justa y Rufina



Justa y Rufina fueron dos hermanas nacidas en Sevilla los años 268 y 270. Ambas murieron en el 287. Son veneradas como santas por la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. Su festividad se celebra en Sevilla el 17 de julio (siguiendo la tradición medieval hispánica) y en otros lugares de España el 19 de julio. En Payo de Ojeda, (Palencia) son veneradas el 19 y 20 de julio. Ambas son en ocasiones confundidas con Santa Rufina y Santa Segunda, dos mártires ejecutadas en Roma treinta años antes.

Justa y Rufina fueron hermanas carnales, nacidas en Hispalis bajo el dominio romano; Justa en 268 y Rufina en 270, de modesta familia de cristianos clandestinos dedicados al oficio de la alfarería.[Nota 1]​ En estos tiempos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al prójimo y al conocimiento del Evangelio. [1]

Era costumbre celebrar una vez al año una fiesta en honor a Venus, en la que se rememoraba el fallecimiento del admirado Adonis. Se recorrían las calles de la ciudad pidiendo limosnas para la fiesta. En cierta ocasión, los seguidores de Venus llegaron a casa de Justa y Rufina solicitando el dinero correspondiente, pero las hermanas se negaron a pagarlo por ser el fin de este contrario a su fe, y no solo esto sino que decidieron hacer añicos la figura de la diosa entre ambas, provocando de esta manera el enfado general de las devotas que se lanzaron hacia ellas.[2]

Según la Real Academia de la Historia, esta fiesta era la de las Adonias, llamada así en honor a Adonis, y la imagen que las gentes portaban en andas era el ídolo de la diosa de origen babilónico Salambó,[3]​ equivalente a Venus.

El prefecto de Sevilla, Diogeniano, mandó encarcelarlas, animándolas a abandonar sus creencias cristianas si no querían ser víctimas del martirio.[4]​ Las santas se negaron, a pesar de las amenazas. Sufrieron el tormento del potro para a continuación ser torturadas con garfios de hierro. Diogeniano esperaba que el trato que se le daba sería suficiente para que renunciaran a su fe, pero ellas aguantaron todo. Viendo que no surtió efecto el castigo, las encerró en una tenebrosa cárcel donde sufrirían las penalidades del hambre y la sed.

Estoicamente sobrevivieron a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo. Esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena. Tuvieron la suficiente fuerza para conseguir el objetivo. Viendo que nada las vencía, mandó encarcelarlas hasta morir. La primera en fallecer fue Santa Justa. Su cuerpo lo tiraron a un pozo, recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.

Una vez que hubo acabado con la vida de Justa, Diogeniano creyó que Rufina sucumbiría a sus deseos con más facilidad, pero no lo consiguió. Decidió acabar con su vida de la forma más lúgubre en aquellos tiempos. La llevó al anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. La bestia se acercó, y lo más que hizo fue mover la cola y lamer sus vestiduras como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente tras este hecho, el obispo Sabino recogió los restos y la enterró junto a su hermana en el año 287.

Por tal acción, y por su muerte cruenta, ambas fueron objeto de la devoción popular, y se las consideró santas. Se les nombró patronas de los gremios de alfareros y cacharreros, caso de Manises (Valencia) donde en 1746 fueron declaradas Patronas del Gremio de Artesanos Ceramistas y en 1925 fueron declaradas Patronas canónicas de esta Ciudad con gran tradición ceramista. También son veneradas como patronas de otras localidades, por ejemplo Orihuela, donde la leyenda cuenta que las santas se aparecieron en forma de dos luceros sobre la sierra de Orihuela tras la conquista cristiana sobre los musulmanes. También son patronas de Payo de Ojeda en Palencia, de Maluenda, en la provincia de Zaragoza y de la ciudad conquense de Huete.

La negativa de las futuras santas a entregar vasijas a los paganos que seguían la procesión de la diosa semítica Sambó produjo un altercado en el que las cristianas derribaron y rompieron el ídolo, a la manera del gesto provocador de San Polieucto.[5]​ Algunos años más tarde los padres del Concilio de Granada, en su canon 60 promulgaron que:

Sin embargo hubo una difusión oficial de su culto en la Bética durante la época visigoda, tuvieron en Sevilla su basílica martirial y San Isidoro compuso un himno en su honor. Ambas seguían siendo festejadas en Córdoba en el siglo IX. Cuando en el califato Omeya de Al-Andalus, durante los reinados de Abderramán II y Mohamed I se produjeron persecuciones de los cristianos mozárabes, estos tuvieron que refugiarse en Toledo donde fundaron una parroquia bajo la advocación de ambas santas.

Hay una serie de hechos que pondrían en duda la definición de las santas:

Las santas Justa y Rufina son especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que, por su intercesión, no cayeron tras el terremoto de 1504. De esta manera, suelen estar representadas junto a la Giralda, portando palmas como símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras. En la propia Catedral hay una capilla dedicada a las Santas. En ella figuran sus esculturas, que proceden de la Iglesia del Salvador (Sevilla) y fueron realizadas por Pedro Duque y Cornejo en 1728.

En el Colegio Salesiano de la Santísima Trinidad, también en Sevilla, se conserva una antigua galería subterránea considerada tradicionalmente las mazmorras donde estuvieron presas las dos hermanas. En su interior también existe una columna de mármol. En ella se encuentra una cruz tallada de unos 10 cm que, dice la leyenda, fue tallada por las santas con sus propias uñas durante su cautiverio. En su interior tienen un altar dedicado.

Su festividad se celebra en Sevilla el 17 de julio. En otros lugares de España el 19 de julio.[6]

Santa Rufina, por Zurbarán

Santas Justa y Rufina, por Hernando de Esturmio

Santas Justa y Rufina, por Bartolomé Esteban Murillo

Santa Rufina, por Murillo

Santa Justa, por Murillo

Iglesia de Santa Ana (Sevilla)

Cerámica de Hernando de Valladares, año 1600. Museo de Bellas Artes de Sevilla

Catedral de Sevilla, año 1685



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