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Secta religiosa



Una secta es el conjunto de seguidores de una doctrina religiosa o ideológica concreta, que representa una «sección» o un «sector» desprendido de un conjunto más amplio,[1]​ o bien que se ha «cortado», «separado», «desgajado».[2]​ En todos los casos, la palabra secta tiene una connotación de división o ruptura.

El término se usaba originalmente solo para aludir a partidos o comunidades de personas con afinidades comunes (ideológica, sociales, culturales, religiosas, políticas, esotéricas, etc.), que a través de sus enseñanzas o ritos se diferenciaban de otros grupos sociales. Solo posteriormente adoptó el sentido secundario de «herejía», o creencia y grupo disidente que se separa de su fuente original, o que discrepa de las religiones mayoritarias, casi siempre con connotaciones peyorativas. Luego, en los años ochenta se define el concepto de "nuevos movimientos religiosos" para diferenciarlos del concepto negativo popular de "sectas", y evitar así la persecución de las minorías. Actualmente aún hay preocupación entre las autoridades civiles frente a los grupos sectarios auténticamente peligrosos, por lo que se ha sugerido el concepto de «sectas destructivas».[3]

El término castellano «secta» puede provenir del latín sequi: seguir, que se aplicaba a las escuelas de filosofía (de donde viene sectátor y sectatorios: ‘adherente’, ‘seguidor’, y se refiere a ‘seguir a un maestro o líder’). También se han planteado dudas sobre si proviene del latín secare (‘cortar, separar’). De secare provienen las palabras «insecto» y «sector». En ambos casos está presente la idea de separación.

También se usa actualmente el término menos peyorativo «nuevos movimientos religiosos» para referirse a sectas inocuas. El problema de la terminología es importante, ya que desde distintas áreas del pensamiento y de la ciencia se ofrecen diversas definiciones. Los sociólogos angloparlantes utilizan la palabra sect (‘credo’, ‘culto’ o incluso ‘secta’ en su acepción menos usada) para referirse a un grupo religioso que también tiene un alto grado de tensión con la sociedad circundante, pero cuya creencia es, dentro del contexto de esa sociedad, en gran parte tradicional. El término peyorativo cult, equivalente a la palabra española «secta» en su acepción más común, indica el grupo que tiene un alto grado de tensión con la sociedad circundante.

En el mundo antiguo se consideraban a los «sectarios» como personas que seguían las enseñanzas de un filósofo.[4]​ Los primeros cristianos fueron llamados «secta de los nazarenos» por los judíos. Hch 24:5

El Nuevo Testamento y las cartas atribuidas a san Pablo utilizan la palabra hairesis (αἵρεσις, ‘elección’, ‘lo elegido’, ‘alternativa’, ‘partido’ o ‘facción’[5][6]​) para referirse a las subdivisiones del judaísmo y las divisiones dentro de la comunidad cristiana (por ejemplo, Hch 5:17; Hch 15:5 y 1Co 11:19). En el caso de estas últimas queda manifiesto que se las veía bajo una luz negativa.[7]

En el cristianismo primitivo se usó cada vez más el término hairesis para referirse a las desviaciones de grupos disidentes cristianos de la comunidad completa, y con el tiempo se consideraron como herejías, es decir, «falsas doctrinas», en contraste con una ortodoxia definida.

Esta idea fue apoyada por la Iglesia católica durante la Edad Media y posteriormente, al calificar, por ejemplo, como «secta luterana» a los protestantes, definición mantenida en ciertos textos hasta el siglo XX.

Todavía hoy en círculos protestantes se sigue esta línea de pensamiento. Por ejemplo, el ministro metodista episcopal estadounidense Charles Samuel Braden dio esta definición: «Una secta, como yo la defino, es cualquier grupo religioso que difiere significativamente en uno o más respectos en cuanto a la creencia y práctica de esos grupos religiosos que son considerados como expresiones normativas de la religión en nuestra cultura total».[8]

En el uso popular a menudo se consideran sectas simplemente a organizaciones religiosas a las que se ve como potencialmente peligrosas o problemáticas, o bien alejadas de la ortodoxia teológica, como «herejías». Esto incluye a algunos grupos y organizaciones dentro de las iglesias tradicionales, así como a nuevos grupos, en particular los surgidos a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

En los años setenta y ochenta se consideraban las sectas como una «religión de jóvenes», ya que inicialmente muchos se afiliaron a distintas sectas, siguiendo el ejemplo de personajes populares. «Secta» se utiliza hoy en día de manera peyorativa, y hay quien lo considera un grito de batalla.[9]​ A menudo se acusa que algunas de estas sectas lo fueron principalmente por motivos económicos, que se convirtieron en comunidades religiosas para conseguir la protección especial del Estado, mayores libertades y derechos, así como para disfrutar de exención de impuestos.

El tema de las sectas ha provocado controversia en repetidas ocasiones. Hay dos campos opuestos: por un lado están, sobre la base de la libertad religiosa y la condena de las restricciones a los grupos religiosos, representantes de las propias minorías religiosas y filosóficas, académicos estudiosos de la religión, algunos sociólogos, abogados y ONG defensoras de los Derechos Humanos como Amnistía Internacional (que reserva el término «secta» para grupos religiosos minoritarios y comprobadamente violentos).

Amnistía, en su informe anual 2011,[10]​ denunció leyes y medidas «antisectarias» que limitan la libertad de culto, en lugares como Afganistán, Arabia Saudita, Argelia, Armenia, Bélgica, Birmania, China, Eritrea, España, Francia, Irán, Israel, Malasia, Marruecos y el Sahara Occidental, Países Bajos, Palestina, Ruanda, Rusia, Turkmenistán, Uganda, Uzbekistán, Vietnam y Zimbabue. Las denuncias van desde la prohibición del uso del velo religioso, hasta el encarcelamiento arbitrario de artistas acusados de cuestionar a las religiones mayoritarias.

Es de preocupación la manipulación con fines políticos del concepto de secta, así como su uso arbitrario en defensa de las religiones oficiales contra cualquier discrepancia. Por ejemplo, Charles Samuel Braden, ministro metodista episcopal y académico norteamericano, dio esta definición contra las minorías: «Una secta, como yo la defino, es cualquier grupo religioso que difiere significativamente en uno o más aspectos en cuanto a la creencia y práctica de esos grupos religiosos que son considerados como expresiones normativas de la religión en nuestra cultura total».[11]​ Este uso arbitrario en ocasiones ha desatado golpizas y linchamientos contra ciudadanos pacíficos, minorías religiosas y objetores de conciencia.[10]

Por otro lado, hay quienes sinceramente condenan con energía a ciertos grupos religiosos debido a que limitarían objetivamente la libertad de las personas, incluyendo a representantes de iglesias y religiones, a funcionarios de agencias estatales y las iniciativas creadas por familiares, antiguos miembros disidentes, psicólogos, sociólogos, científicos, políticos y abogados y ONG privadas como RIES.

En concreto, las controversias a menudo giran en torno a acusaciones como:

Casos aislados sobre violencia relacionados con las sectas han llegado a los titulares de prensa. Especialmente espectaculares han sido los siguientes:

Se incluyen a su vez los crímenes de grupos de ultraizquierda, como Sendero Luminoso, ETA, etc.; de ultraderecha, como agrupaciones skinhead y neonazis; y adherentes a la Jihad Islámica, como Al Qaeda.

En los medios jurídicos, sociológicos y religiosos y en el contexto científico, el término rara vez se utiliza ahora en su sentido tradicional. Los grupos religiosos se denominan «organizaciones» o «movimientos religiosos».

Max Weber distingue a las «sectas» de las «iglesias» sobre la base de sus mecanismos de crecimiento: sectas son comunidades dinámicas, en las que el individuo, debido a una decisión personal y solamente después de un minucioso examen por parte de la secta, se afilia. En contraste, las iglesias, según Weber, son aquellas en las que se hereda una identidad cultural.[25]

Peter L. Berger ve en la secta un modelo de organización para la autosuficiencia colectiva de las minorías. Su base filosófica es una ortodoxia, la verdad ontológica de un concepto anterior. Una comunicación en la que la comprensión de los fundamentos de la vida es blasfemo y peligroso. Para transmitir la «verdadera» doctrina requiere medidas de organización y de influencia, no solamente el adoctrinamiento de cada ser humano, sino también de su forma de relacionarse con el mundo ajeno.[26]

Una tercera corriente diferencia sectas de iglesias sobre la base de sus ideologías. Las ideologías religiosas de las iglesias no están en conflicto con su entorno social,[27]​ pero sí las de sectas, que se oponen ideológicamente a su entorno social.[28]

Stark y Bainbridge define la religión como una organización humana con el objetivo de preparar compensaciones a las privaciones de la gente sobre la base de suposiciones sobrenaturales. Estos preparativos se realizan en tres dimensiones:

H. Richard Niebuhr observa que las sectas surgieron como movimientos cismáticos de las grandes iglesias, y que tienden a convertirse en lo que sus miembros necesitan, pero que si no lo pueden satisfacer se producen más divisiones. Basándose en esta conclusión, considera que las transiciones entre la «secta» y la «iglesia» son fluidas.

Otra corriente considera que la diferencia estriba en el número de seguidores. Las sectas son simplemente los movimientos minoritarios, puesto que el cristianismo y otras religiones empezaron siendo consideradas como sectas mientras eran minoritarias, hasta que se convirtieron en grupos numerosos y fueron entonces consideradas religión, ya sea de forma oficial, como en el caso del cristianismo, o de facto como en otros casos. Esta opinión coincide con el sentido general de la palabra. Algunos restringen la definición de secta exclusivamente a las sectas peligrosas.

Los grupos que prometen compensaciones se distinguen por éstas: «Mágicas» o promesas especiales de manipulación del medio ambiente para sus propios objetivos, «Religiosas» o de compensación general según un modelo universal que explica el mundo. Esta distinción se remonta a Emile Durkheim.

La «magia» florece cuando los medios científicos faltan o no son aceptables. Sectas basadas en la magia pueden convertirse en movimientos mundiales, como muestra el desarrollo de la Dianética convirtiéndose de pseudociencia en Iglesia de la Cienciología.[29]

Debido al uso arbitrario y peyorativo que empezó a tomar la palabra «secta», tras los debates de los años setenta, en los años ochenta algunos estudiantes ―especialmente de sociología y teología― empezaron a emplear el término «nuevos movimientos religiosos» para referirse a cualquier grupo religioso, ético y espiritual, de reciente creación, que aún no haya sido integrado o recogido en las principales corrientes religiosas preexistentes, ni tampoco haya recibido la denominación de iglesia o religión.

Mientras algunos utilizaban este término para referirse solo a las nuevas religiones de carácter benigno, siguieron reservando el término «secta» para los grupos de carácter religioso, psicoterapeuta, político e incluso comercial, que consideraban extremadamente manipuladores, explotadores y peligrosos.

Actualmente todavía no ha terminado el debate académico entre las palabras secta y nuevo movimiento religioso. En esta definición, el adjetivo nuevo se utiliza tanto en el sentido de origen reciente como para expresar su diferencia frente a las religiones preexistentes. Incluso en la definición «de reciente origen» hay controversia. Algunos autores establecen que se usa para referirse a las religiones surgidas del nuevo contexto mundial tras la Segunda Guerra Mundial. Otros, sin embargo, se remontan a la fe bahai (del siglo XIX), mientras que otros lo hacen a partir de la religión sij (del siglo XVII).

Nuevo en el sentido de «diferente a las demás religiones» no presenta ningún tipo de discordia entre los expertos. Algunos autores también consideran a grupos que, si bien pertenecen a una de las religiones reconocidas, o se consideran religiones separadas, o no se integran bajo la misma denominación. Generalmente, las denominaciones cristianas aparecidas antes del siglo XIX no se encuentran recogidas en este grupo de «nuevas religiones».

No obstante, hay otros grupos, catalogados por algunos autores como nuevas religiones, que no se consideran a sí mismos una religión.

Ken Wilber[30]​ distingue los grupos problemáticos o incluso destructivos de los que pueden ser clarificadores e incluso beneficiosos, utilizando como criterios:

Las nuevas religiones son muy diferentes en cuanto a sus creencias, prácticas, formas de organización y aceptación social. Algunos autores como Irving Hexham y Karla Poewe han propuesto denominar a las nuevas religiones como subculturas globales, sobre todo en casos en los que un grupo ha logrado integrantes de varias naciones.

En general, el número de personas pertenecientes a las nuevas religiones es muy inferior a los fieles de las grandes religiones. Sin embargo, las nuevas religiones han ganado muchos fieles en África, Japón y Melanesia.

En África se ha documentado la aparición de unas 6000 nuevas iglesias indígenas desde los años sesenta. En Japón han surgido nuevas religiones basadas en el sintoísmo y el budismo, algunos propios del siglo XIX durante la dinastía Meiji, y otros a raíz del final de la Segunda Guerra Mundial.

Alrededor del 25 % de las religiones del mundo se encuentran en la Melanesia, es decir, archipiélagos tales como Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, Vanuatu y Fiyi. A esto se debe la importancia de las nuevas religiones en este importante foco de diversidad cultural.

En la época de su creación, la mayoría de las grandes religiones actuales también se consideraban nuevas religiones. Por ejemplo, el cristianismo fue considerado tanto por el judaísmo como por la cultura romana como un sacrilegio a las doctrinas existentes.

Aunque, como ya se ha visto, el vocablo «secta» solo está relacionado con grupos que poseen una misma afinidad, con el paso de los años ha adquirido una connotación más relacionada con grupos radicalizados, generalmente religiosos.

El psicólogo especializado en sectas Michael Langone expone en las siguientes aseveraciones su concepto sobre las sectas:

A menudo responden a un perfil doctrinal dualista, apocalíptico y pre-milenarista y a una inspiración literaria (la Biblia, el Corán, el Bhagavad-guitá, el Libro de Mormón, etc.) fundamentalista. Las sectas con más posibilidades de prosperar son generalmente tradicionalistas, conservadoras y aun ultraconservadoras. Su planteamiento filosófico normalmente intenta volver, o al menos así lo manifiestan, su religión de origen a la pureza religiosa percibida, para lo cual deciden separarse del grupo de origen, liderados por un personaje carismático del nuevo grupo formado.

Estas sectas pueden tener o no un historial judicial en uno o varios países por manipulación mental o por ser grupos de corte destructivo. En algunos países, las consideradas sectas no están reconocidas o autorizadas legalmente. De manera general, una secta está más centrada en el culto personal al profeta o líder del grupo.


Como ejemplo para entender el proceso de reclutamiento, debemos hacer una comparación del mismo con el realizado en organizaciones terroristas, ya que en este caso, se utiliza de nuevo el concepto de la identidad grupal como mecanismo para integrar nuevos adeptos.

Dentro de este proceso destacan 4 fases principales: [32]


Según Bryan Wilson, las características más generales de las sectas religiosas son las siguientes:[33]

Asimismo, este autor elaboró una tipificación de este tipo de sectas, en función del objetivo que éstas persigan.

Según Stark Warner,[35]​ las sectas son grupos que se dotan a sí mismos de la estructura y de la organización requerida para administrar la identidad de sus adherentes en función de un conjunto claramente definido de creencias o ideologías, pero además hay que considerar que las sectas presentan un inconformismo frente a las iglesias denominadas mayoritarias, es decir las sectas constituyen una contracultura, pero que mantienen un sistema unificado de creencias y prácticas relativas a las cosas sagradas, unidas en una estructura moral tipo congregación, manifestando el sentido tendiente a la «colectividad». Algunas características que son tomadas en cuenta para definir una secta religiosa son:

Aun cuando esto nos ofrece limitaciones debido a que la clasificación teológica de los sectarios


En los años sesenta, el movimiento Meditación trascendental (MT), creado por el gurú Maharishi Mahesh Yogi alcanza fama mundial mediante su relación con miembros de la contracultura, especialmente estrellas del pop y el rock como The Beach Boys o The Beatles. Estos últimos asistieron a un curso de meditación trascendental en Rishikesh (India) en cuyo transcurso escribieron la mayor parte de los temas del White Album de 1968. La conversión de los Beatles le proporcionó popularidad al yogui y su movimiento aunque, al poco tiempo, algunos de los artistas se desilusionaron.[37]​ La relación con The Beatles fue fundamental para la difusión de la secta MT entre los jóvenes occidentales.

En 1984, el Parlamento Europeo aprobó un informe sobre el fenómeno de los nuevos movimientos religiosos o sectas. En 1983, el eurodiputado conservador británico Richard Cottrell presentó un informe con trabajos previos sobre la peligrosidad de determinados grupos sectarios: el Informe Cottrell sobre sectas.[38]​ Durante más de un año se estudió dicho informe, y el 22 de mayo de 1984 el Parlamento Europeo, por 98 votos a favor, 28 en contra y 27 abstenciones, lo aprobó. La Meditación Trascendental era uno de los grupos involucrado en ese informe.

Como ejemplo de secta se puede mencionar a la cienciología, considerada así en diversos países europeos. Esta organización fue fundada por el escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard y posee miembros reconocidos como Tom Cruise, John Travolta y Alberto Plaza . Una de las formas de recaudar fondos es reclutando a gente, que tiene que pagar un alto precio por el material que se les ofrece, como primer punto de libertad espiritual y felicidad.

Así, algunas sectas cuentan entre ellas con gente bastante famosa, lo que no es infrecuente, pues, según expertos en este tipo de organizaciones como Salarrullana[39]​ o Steven Hassan,[40]​ resultan reclamos importantes para lograr nuevos fieles y ampliar su reconocimiento social. De esta corriente han surgido empresas de superación personal que, aunque tal vez no sean tan enajenantes como la cienciología, distan mucho de ser beneficiosas y solo en algunos pocos casos logran ayudar a la gente.

Para lograr su cometido, este tipo de sectas utilizan el entrenamiento ontológico (del griego ontós: ‘ser, ente’, en el sentido de que influye en toda la vida del individuo, incluso en su privacidad). La mayoría de especialistas están de acuerdo en que el entrenamiento (coaching) en sí mismo no es malo, es útil para empresas y para ayudar a personas (como puede serlo también la psicología) mientras no manipule la ideología del individuo. En cambio el entrenamiento ontológico, que aunque es derivado del coaching, suele enajenar al sujeto, para hacerlo cumplir el cometido de la empresa. Se mezcla así un poco de todo: entrenamiento, psicología de la Gestalt y diversos conceptos metafísicos.


Una secta destructiva es un grupo de personas que sigue un determinado movimiento religioso o ideológico en la cual se practica el control mental; por lo que, bajo una apariencia inofensiva, puede ser muy peligrosa; por los efectos nocivos que producen en los miembros.[40]​ Estos efectos se perciben a largo plazo y por lo general rayan en escandalosos casos de índole violenta con tintes suicidas, homicidas o incluso genocidas.

Son grupos que se presentan bajo forma de asociación, o asociaciones que aparentemente abarcan temas culturales, políticos, religiosos o incluso de tratamiento frente a enfermedades o problemas sociales. Se caracterizan principalmente por usar técnicas de persuasión coercitiva como método de influencia social, previamente se usan métodos de seducción y además cuentan con uno o varios líderes. Es muy frecuente una jerarquía piramidal de orden. Suelen usar además situaciones de desorientación social como desastres naturales, de guerra o terrorismo, para reafirmar el fin generalmente apocalíptico del mundo y su falsedad, muchas veces también con fin lucrativo. En algunos países están catalogadas como destructivas o peligrosas y por lo mismo prohibidas, actuando a menudo en la clandestinidad.

Según la exparlamentaria, política, escritora, profesora y columnista Pilar Salarrullana,[39]​ miembro de la Comisión del Congreso de los Diputados para el estudio de las sectas, el verdadero motivo para inscribirse en el registro del Ministerio de Justicia es por las ventajas fiscales que aporta y la imagen de seriedad que imprime. Otros de los peligros de las sectas, afirma esta autora, son el aislamiento social que propugnan, el radicalismo religioso y la persecución de críticas formuladas en su contra.[39]

Se define peligrosa cuando, por su filiación a esta secta, la persona desarrolla problemas de adaptación social, laboral o familiar, cuando además se coarta la libertad o la dependencia a ésta. Algunos psicólogos y especialistas afirman que más de un tercio de los acólitos acaba abandonándolas, aunque si poseen una personalidad débil y «presectaria» tienen un riesgo elevado de volver a entrar en otro grupo social o secta peligrosa, a modo de adicción.[41]​En algunos casos se trata de alienación mental.

El tema de las sectas destructivas ha alcanzado en ciertas épocas tal notoriedad —por ejemplo en Estados Unidos durante los años sesenta o en España durante los años ochenta— que en algunos idiomas europeos la palabra secta se utiliza únicamente para referirse a este tipo de grupos religiosos alienantes, sin utilizar sus otras acepciones.

La principal característica de las sectas destructivas es su habilidad para implantar, utilizando el control mental, una personalidad gregaria en sus adeptos, provocando en la persona el llamado Síndrome disociativo atípico.[39]​ Además suelen poseer también:

En 1995, una comisión de la Asamblea Nacional francesa presidida por Alain Gest, estableció algunos criterios para caracterizar a las sectas destructivas:



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