La noción de una Tierra plana se refiere a la creencia de que la superficie de la Tierra es plana, en lugar de ser esférica. Este artículo se centra en las visiones sobre la forma de la Tierra durante la historia de Europa, en evidencias históricas a favor y en contra de la creencia moderna de que la gente en la Europa medieval creía que la Tierra era plana, en creyentes modernos en una Tierra plana y en el uso de la idea de una tierra plana en la literatura y la cultura popular de la época.
En los principios de la Antigüedad clásica, hubo autores que sostuvieron que la Tierra era plana y otros que era cilíndrica. Entre los filósofos griegos, Tales de Mileto sostuvo la idea de una Tierra plana. Por su parte, Anaximandro creía que la Tierra era un corto cilindro con una superficie plana y circular. Se ha conjeturado que la primera persona en haber defendido la idea de una Tierra esférica fue Pitágoras (siglo VI a. C.), pero esa idea contradice el hecho de que la mayoría de los presocráticos pitagóricos consideraban que la Tierra era plana. En su obra Sobre el cielo, Aristóteles (siglo IV a. C.) dio una explicación razonada de por qué la Tierra es una esfera y citó un valor para su circunferencia que es el correcto dentro de un factor de dos. El conocimiento de la Tierra esférica comenzó gradualmente a extenderse más allá del mundo helenístico a partir de ese momento. En el siglo III a. C., Eratóstenes dio una estimación más correcta de su circunferencia.
En tiempos de Plinio el Viejo, en el siglo I d. C., la mayoría de los estudiosos occidentales aceptaban que la Tierra tenía forma esférica. Más o menos por entonces, Claudio Ptolomeo derivó sus mapas de un globo curvado, y desarrolló el sistema de latitud, longitud, y climas. Sus escritos se convirtieron en la base de la astronomía europea durante la Edad Media, aunque la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media vieron argumentos ocasionales en favor de una Tierra plana.[cita requerida]
La idea extendida y falsa de que durante la Edad Media se aceptaba que la Tierra era plana se introdujo por primera vez en el imaginario popular en el siglo XIX.
Estudios del ámbito de la psicología del desarrollo y psicología cognitiva muestran que el modelo de la tierra plana es el primer modelo mental que se construye en la infancia acerca del mundo en que vivimos. Los niños imaginan el mundo como un rectángulo plano sobre el cual viven las personas. Posteriormente este modelo evoluciona a un disco plano. En este modelo, el sentido de caída de los cuerpos es un sistema de referencia absoluto, no relativo al centro de la Tierra. Este modelo resulta corroborado por la experiencia diaria de niños y niñas. El modelo esférico resulta más complejo, es contra-intuitivo y no trivial lo que dificulta su adquisición a estas edades. En la medida en que se ponen en contacto con la cultura, los niños van realizando un lento proceso de cambio que tiene varias etapas intermedias en las que tratan de compaginar su modelo previo con el modelo esférico. Algunos de esos modelos intermedios incluyen una tierra hueca con un hemisferio inferior sólido en cuya superficie vive la gente y el hemisferio superior es el aire y el cielo.
En el caso de la forma de la Tierra, se observa una discontinuidad entre el conocimiento científico y el sentido común. Por otro lado, puede compararse el cambio en los modelos mentales infantiles a través del tiempo de vida con el cambio en las ciencias a través de la historia.
Este proceso, que comienza en modelos infantiles y desemboca en la adquisición de los modelos escolares o científico de la forma de la Tierra, no se da en todas las personas. Tanto dentro de la cultura occidental escolarizada como en sociedades no occidentales, existe un porcentaje de adultos que ofrecen modelos que se basan en datos de la percepción aparente de la forma de la Tierra.
La creencia en una Tierra plana se encuentra en los escritos más antiguos de la humanidad. En la primera mitología caldea, el mundo se representa como un disco redondo y plano que flota en el océano, y eso formó la premisa para los primeros mapas griegos, como los de Anaximandro y Hecateo de Mileto, así como a las menciones de la Biblia sobre la forma del mundo. Tales de Mileto también concebía la tierra plana.
En los tiempos clásicos se descubrió que la Tierra era esférica. Esta concepción fue defendida por Pitágoras, quien argumentaba que todos los demás objetos astronómicos eran a su vez esféricos. Aristóteles presentó evidencias de la forma esférica de la Tierra mediante sus observaciones, apuntando que los viajeros que viajaban hacia el sur veían las constelaciones de ese hemisferio subir su posición en el horizonte. Eso solo es posible si dicho horizonte se encuentra formando un ángulo con respecto al horizonte de alguien ubicado más al norte. Por lo tanto, la forma de la Tierra no podía ser plana. Además, el borde de la sombra de la Tierra en la Luna durante la fase parcial de un eclipse lunar siempre es circular, sin importar lo alta que esté la Luna sobre el horizonte. Solo una esfera puede generar una sombra circular en cualquier dirección, ya que un disco circular plano crearía una sombra con forma de elipse en la mayor parte de las direcciones. Según Burnet, «la Jonia no fue nunca capaz de aceptar el punto de vista científico en lo relativo a la Tierra, y aun Demócrito siguió creyendo que era plana».
La circunferencia de la Tierra fue medida hacia el 240 a. C. por Eratóstenes. Supo que en la ciudad de Siena (hoy Asuán), en Egipto, la luz del Sol caía perpendicular durante el solsticio de verano, mientras que la sombra creada por el sol en Alejandría estaba en un ángulo aproximado de 1/50º de círculo. Estimó la distancia en línea recta entre Siena y Alejandría en unos 5000 estadios, lo que le permitió calcular la circunferencia de la Tierra en unos 252 000 estadios, y cada arco de grado en 700 estadios. Aunque Eratóstenes empleó aproximaciones bastante amplias, dependiendo de la longitud que aceptemos para un stadion, su resultado está dentro de un margen de entre un 2 y un 20 % de los valores calculados hoy en día. En el tratado matemático chino Zhoubi Suanjing del siglo I d. C., se incluía una medición similar, sin cuestionar la idea tradicional de la Tierra como un plano, pero considerando que el cielo era una esfera que la rodeaba por completo.
En la época, se solía considerar a la Tierra dividida en zonas de clima, con un clima frío en los polos norte y sur, un clima tórrido cerca del ecuador, y un suave y habitable clima temperado entre ambos. Se pensaba que las distintas temperaturas en las regiones dependían de su distancia hasta el Sol, y se creía que nadie podía cruzar la línea del clima tórrido y alcanzar las tierras de la otra mitad del globo. En su día, esas tierras imaginarias y sus habitantes fueron llamados antípodas. Lucrecio (siglo I a. C.) cuestionó al concepto de la Tierra esférica, porque encontraba absurda la idea de las antípodas. Sin embargo, en el siglo I d. C., Plinio el Viejo afirmaba que todo el mundo estaba de acuerdo con la idea de la forma esférica de la Tierra (Naturalis historia, 2.64), aunque aún hubo disputas acerca de la naturaleza de las antípodas y sobre la posibilidad de mantener el océano en forma curvada. De forma muy interesante, Plinio considera, como «teoría intermedia», la posibilidad de una esfera imperfecta, «con forma de piña» (Naturalis historia, 2.65)
En el siglo II d. C. el astrónomo Claudio Ptolomeo dio varios argumentos defendiendo la forma esférica de la Tierra. Entre ellos estaba la observación de que al navegar hacia las montañas, parecían crecer sobre el mar, indicando que estaban anteriormente ocultas por la superficie curvada del mar.
A finales de la edad clásica, enciclopedistas tan renombrados como Macrobio (siglo IV) y Marciano Capella (siglo V) discutieron la circunferencia de la esfera terrestre, su posición central en el universo, la diferencia de las estaciones entre los hemisferios norte y sur, y muchos otros detalles geográficos. En su Comentario al Sueño de Escipión, Macrobio describe la Tierra como un globo de tamaño insignificante en comparación con el resto del cosmos.
Desde la antigüedad clásica, el concepto de la Tierra como esfera se había extendido completamente. Como en la cultura secular, una pequeña minoría defendía la forma plana para la Tierra, y también se debatía acerca de la posibilidad de la existencia de habitantes en las antípodas. Esta creencia, a diferencia de la esfericidad, era muy difícil de reconciliar con la visión cristiana de una humanidad unificada, descendiente de una misma pareja original y redimida por Jesucristo.
San Agustín de Hipona (354-430) argumentó en contra de que hubiera habitantes en las antípodas:
Como esa gente tenían que ser descendientes de Adán, tenían que haber viajado hacia el otro lado del mundo en algún momento; san Agustín continúa:
Agustín no niega la idea de una Tierra esférica, sino que por el contrario la describe explícitamente como una esfera en varios de sus escritos.
Solo unos pocos autores cristianos se opusieron frontalmente al concepto de que la Tierra era esférica entre ellos Lactancio (245-325) quien, tras su conversión al cristianismo y su rechazo de la filosofía griega, calificó de "locura", creer en los antípodas. Se preguntaba:
También Juan Crisóstomo (344-408) creía que una Tierra esférica era contradictoria con el contenido de la Biblia y Severiano, obispo de Gabala (fallecido en 408), escribió :
El comerciante alejandrino, luego monje nestoriano, Cosmas Indicopleustes (547) en su Topographia Christiana, sostuvo que el Arca de la Alianza debía representar el conjunto del universo, y argumentaba que la Tierra era plana, un paralelogramo encerrado por cuatro océanos. sin embargo, esta opinión, que no era compartida por sus contemporáneos, no tuvo demasiada trascendencia.
San Cirilo de Jerusalén (315-386) describe a la Tierra cubierta por el firmamento y flotando en el agua, si bien se trata de un sermón para los recién bautizados, por lo cual no está claro si se trata de una licencia poética.[cita requerida] Diodoro de Tarso (fallecido en 394) parece defender la idea de una Tierra plana basándose en las Escrituras; sin embargo, esta opinión solo ha llegado a través de una crítica realizada por Focio. No obstante autores eclesiásticos como san Basilio de Cesarea (329-379), creían que el asunto de la forma de la Tierra era teológicamente irrelevante.
Con el fin de la civilización romana, Europa Occidental entró en la Edad Media con grandes dificultades que afectaron a la producción intelectual del continente. La mayoría de los tratados científicos de la antigüedad clásica (escritos en griego) no estaban disponibles, ocupado su lugar por resúmenes y compilaciones simplificadas. Aun así, la mayoría de los libros de texto de la Alta Edad Media defendían la forma esférica de la Tierra, ya que, aunque los textos de Aristóteles y Ptolomeo no fuesen accesibles, se tenía plena confianza en las afirmaciones de los divulgadores como Plinio que aseveraban, como un dato, la esfericidad de la Tierra. Por ejemplo, muchos manuscritos medievales de Macrobio incluían mapas de la Tierra que mostraban las antípodas, mapas de zonas mostrando los climas ptolemaicos derivados del concepto de Tierra esférica, y un diagrama mostrando la Tierra ―etiquetada como «globus térrae» (‘el globo terrestre’)― como el centro de un conjunto de esferas celestes ordenadas jerárquicamente. Se pueden encontrar imágenes de algunas de estas representaciones en el ya citado Sueño de Escipión.
La visión europea de la forma de la Tierra durante la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media se puede expresar mejor mediante los escritos de los eruditos cristianos primigenios:
Una pista no literaria y muy gráfica de que la gente en la Edad Media creía en la forma esférica de la Tierra es el uso del orbe (globus cruciger) en la regalía de muchos reinos y del Sacro Imperio Romano Germánico. Su uso está atestiguado desde los tiempos del emperador Teodosio II (401 - 450), a lo largo de la Edad Media; el Reichsapfel, por ejemplo, se usó durante la coronación de Enrique VI del Sacro Imperio Romano Germánico en 1191.
Un estudio reciente de conceptos medievales acerca de la forma esférica de la Tierra indicaba que "desde el siglo VIII, ningún cosmógrafo digno de tal nombre ha cuestionado la forma esférica de la Tierra".
Hermann von Reichenau (1013–1054) fue de los primeros estudiosos cristianos en estimar la circunferencia de la Tierra siguiendo el método de Eratóstenes. Alfonso X 'el sabio', 1221-1284, en su: 'General Estoria', XXIII: 'De los términos de las tres partes de la tierra', dice: 'Sabida cosa es por razón e por natura, e los sabios assí lo mostraron por sos libros, que como el mundo es fecho redondo que otrossí es redonda la tierra'.
Tomás de Aquino (1225–1274), el más importante y estudiado teólogo de la Edad Media, creía en una Tierra esférica; e incluso dio por sentado que sus lectores también opinaban que la Tierra era esférica. Las lecturas en las universidades medievales solían presentar evidencias de la idea de que la Tierra es una esfera. Así mismo, el "De sphaera mundi" de Sacrobosco, el libro de astronomía más influyente del siglo XIII y de lectura obligatoria para los estudiantes de todas las universidades europeas occidentales, describe el mundo como una esfera.
El libro noruego Konungs skuggsjá, de hacia 1250, dice claramente que la Tierra es redonda, y que cuando es de noche en el otro lado de la Tierra, es de día en Noruega. El autor también discute la existencia de las Antípodas, y resalta que, si existen, deben de ver el sol al norte de su posición durante el mediodía, así como que sus estaciones serán opuestas a las que se aprecian en el hemisferio norte.
El desarrollo tardío de escritos en lenguas vernáculas también ofrece evidencias sobre la idea de que la forma esférica de la Tierra era un conocimiento extendido fuera de los círculos estudiosos.[cita requerida] El conocimiento erudito de la época se escribía habitualmente en latín. Por ello, los trabajos en idiomas o dialectos nativos (como el italiano, el español o el alemán) normalmente se destinaban a audiencias más extensas.[cita requerida]
La Divina Comedia de Dante Alighieri, la última gran obra de la literatura de la Edad Media, escrita en toscano, presenta una Tierra de forma esférica.[cita requerida] Así mismo, el Elucidarium de Honorius Augustodunensis (1120), un importante manual para la instrucción de clérigos menores que fue traducido a inglés, francés, alemán, ruso, holandés, noruego, islandés, español y varios dialectos italianos, se refiere de forma explícita a una Tierra esférica. Igualmente, el hecho de que Bertold de Ratisbona (mediados del siglo XIII) use la Tierra esférica como ilustración de uno de sus sermones muestra que, por lo menos en su congregación, la idea era ampliamente conocida.[cita requerida] El sermón fue escrito y recitado en alemán vernáculo, por lo que no estaba dirigido a una audiencia con estudios.[cita requerida]
Reinhard Krüger, profesor de literatura Romance en la Universidad de Stuttgart (Alemania) ha descubierto más de cien escritores en lenguas latinas y vernáculas desde la antigüedad hasta el siglo XV que estaban convencidos de que la Tierra era esférica como una pelota. Sin embargo, en fecha tan tardía como el siglo XV, el teólogo español Alonso Tostado aún discutía la existencia de habitantes de las Antípodas. Desde un punto de vista europeo, la exploración portuguesa de África y Asia, las exploraciones españolas en las Américas durante el siglo XV, y la circunnavegación de la Tierra iniciada por Fernando de Magallanes y concluida por Sebastián Elcano, aportaron las pruebas experimentales necesarias acerca de la forma esférica de la Tierra.
Muchos sabios musulmanes, como Ibn Hazm (1069), Abu-al-Faraj ibn Al-Jawzi (1200) e Ibn Taymiyyah (1328) declararon que había consenso (Ijma) según el cual los cuerpos celestes son esféricos. La afirmación de eruditos posteriores, como as-Suyuti (1505), de que la Tierra es plana, representa una desviación de esa opinión inicial.
Los eruditos que defendían el concepto de Tierra esférica lo usaron, de una forma impecable, para calcular la distancia más corta entre cualquier punto de la Tierra y La Meca. Eso también les ayudaba a determinar la Alquibla, la dirección hacia la que todo musulmán debe rezar. Los matemáticos musulmanes desarrollaron la trigonometría esférica con el fin de poder realizar estos cálculos.
La creencia común de que la gente antes de la Era de los Descubrimientos creía que la Tierra era plana entró en la imaginación popular tras la publicación del libro La vida y viajes de Cristóbal Colón, de Washington Irving, en 1828. En los Estados Unidos de América esta idea incorrecta sigue vigente entre la población, e incluso es ampliamente repetida en libros de texto de gran tirada. Ediciones anteriores de The American Pageant, un popular libro de texto de Thomas Bailey, afirman que «Los supersticiosos marineros... se volvían cada vez más amotinados... porque temían navegar más allá del borde del mundo»; sin embargo, no hay ninguna referencia histórica conocida que afirme tal cosa. En realidad, los marineros fueron seguramente los primeros en saber de la curvatura de la Tierra a través de sus observaciones diarias, como por ejemplo el ver cómo los detalles de la costa o los mástiles de otros barcos surgían o se hundían en el horizonte con la distancia.
En el siglo XIX apareció un movimiento que defendía la idea de que la tierra era plana y no esférica. El origen de la misma estuvo en las obras de un inventor inglés, Samuel Birley Rowbotham (1816-1884), quien sostenía la creencia de que la Tierra era un disco plano centrado en el polo norte y cerrado en su límite sur por un muro de hielo, con el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas a tan solo unos centenares de millas sobre su superficie. Al respecto publicó en 1849 un panfleto de 16 páginas, al cual convirtió en libro en 1865. Este sistema ideado por Rowbotham, al cual llamó Astronomía Zetética, se basa casi enteramente en pasajes bíblicos.
Rowbotham y sus seguidores alcanzaron notoriedad al enzarzarse en debates públicos escandalosos con los científicos destacados de su tiempo. Uno de dichos enfrentamientos, que implicó al prominente geógrafo Alfred Russel Wallace, degeneró en varios juicios por fraude y calumnias.
Tras la muerte de Rowbotham, sus seguidores crearon la Sociedad Zetética Universal, publicando una revista titulada The Earth Not a Globe Review, y permanecieron activos hasta bien entrado el siglo XX. Tras la Primera Guerra Mundial, el movimiento inició un lento descenso.
En los Estados Unidos de América, las ideas de Rowbotham fueron adoptadas por un culto religioso, la llamada Iglesia Católica Cristiana. Fundada por el curandero escocés John Alexander Dowie en 1895, la iglesia estableció la comunidad teocrática de Zion, en la orilla del Lago Míchigan, a 70 km al norte de Chicago. En 1906 Dowie fue depuesto como líder del culto por su lugarteniente, Wilbur Glenn Voliva, quien se destacó por utilizar a sus seguidores como trabajadores forzados en la corporación propiedad de la iglesia, Zion Industries [cita requerida]. En las escuelas de la comunidad se enseñaba exclusivamente la doctrina de la Tierra plana. Voliva murió en 1942 y la iglesia se desintegró bajo una nube de escándalos financieros. Aunque algunos de sus seguidores continuaron viviendo en la comunidad de Zion hasta la década de 1950.
En 1956, Samuel Shenton, revivió la Sociedad Zetética con el nombre de International Flat Earth Society. Con el nacimiento del programa espacial y la llegada del hombre a la Luna, tuvo que confrontar sus ideas con las cientos de fotografías de la Tierra realizadas desde satélites orbitales y, después, por los propios astronautas. Al respecto, Shenton afirmó: "Es fácil de ver cómo una fotografía como esta puede engañar al ojo no entrenado." Más tarde adoptó la opinión de que los viajes espaciales y los alunizajes fueron montajes cinematográficos (véase Acusaciones de falsificación en los alunizajes del Apollo).
Shenton murió en 1971 y Charles K. Johnson se convirtió en el nuevo presidente de la Flat Earth Society. Bajo su liderazgo, y a lo largo de las tres décadas siguientes, el grupo creció en tamaño hasta contar, según él mismo, con casi tres mil miembros a finales del siglo XX. Charles Johnson murió el 19 de marzo de 2001.
En 2004, Daniel Shenton (sin relación con Samuel, el fundador de la Sociedad) hizo renacer la opinión de un modelo plano de la Tierra a través de los foros de internet de la época, lo que llevó a un relanzamiento de la Sociedad en octubre de 2009. Se creó un sitio web para defender sus puntos de vista y una wiki abierta a quienes compartieran su enfoque sobre la forma de nuestro planeta. Además, se volvieron a aceptar nuevos miembros, a los cuales se los denominó terraplanistas. El enfoque bíblico fue puesto en segundo plano y se pretendió dotar a la idea de la Tierra Plana con un formato empírico. Por medio de falacias lógicas e ignorando los argumentos científicos, se desarrolló una teoría ad hoc que ponía en cuestión todos los descubrimientos astronómicos desde Eratóstenes. Otros adherentes como Eric Dubay publicaron en línea investigaciones propias que, decían, probaban que la Tierra "no es una bola que da vueltas". En todos ellos la clave consistía tanto en acusar de conspiradores o víctimas de engaño a quienes defendieran el modelo aceptado de la forma esférica de la Tierra, como en plantear preguntas a partir de información sesgada.
Actualmente, los modernos terraplanistas, defienden la idea de que la Tierra es un disco centrado en el Polo Norte y rodeado de un muro de hielo de 45 metros de altura como límite exterior, al cual identifican con la Antártida. El mapa resultante se inspira en la proyección azimutal equidistante centrada en el Polo Norte, usada como emblema por las Naciones Unidas. El propio Johnson sostenía que dicho emblema era una prueba de sus afirmaciones (resumiendo, el símbolo es así porque ellos saben que la Tierra es realmente así). En este modelo, el Sol y la Luna no tienen más de 52 km de diámetro y giran sobre un cielo hemisférico.
A partir del eclipse solar del 21 de agosto de 2017, los adherentes a la sociedad o partidarios de la misma opinión, publicaron videos en Internet con el propósito de demostrar que los detalles del eclipse reforzaban la idea de que la Tierra es un disco plano.
A partir de este momento, comenzaron a existir organizaciones nacionales o internacionales que defienden esta postura, a cuyos miembros se designa como terraplanistas.
Según el investigador Óscar Alarcia, la hipótesis de la Tierra plana se enmarca en el clima de desconfianza hacia el poder surgido a partir de mediados de la década de 2010, un fenómeno marginal pero relacionado al auge de la alt right y los movimientos supremacistas. Agrega que la forma en la que se han difundido estas ideas es el bombardeo incesante de memes y vídeos en los que se repiten las mismas tres o cuatro frases.
Para los terraplanistas la exploración espacial es una mistificación o impostura creada por las agencias espaciales, en especial la NASA, junto con Hollywood y varias otras dependencias de gobiernos para custodiar el supuesto muro de hielo que rodea a la Tierra y obtener un financiamiento cercano a los cincuenta millones de dólares diarios. Los terraplanistas añaden que la NASA retoca digitalmente sus imágenes de satélites y falsifica sus transmisiones de video mediante efectos especiales. Por otro lado, nunca mencionan las intenciones de las agencias espaciales de otros 10 países con capacidad de lanzamiento espacial.
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