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Trevijano



Localización de Soto en Cameros respecto a La Rioja

Localización de Trevijano respecto a Soto en Cameros

Trevijano es una localidad del municipio de Soto en Cameros, en la comunidad autónoma de La Rioja (España). Antiguo pueblo de ganaderos trashumantes, sufrió un retroceso demográfico que casi le hizo desaparecer a finales de los años 1970, pero revivió en los 30 años posteriores gracias a residentes, veraneantes y al turismo.


El territorio está en la zona media del valle del río Leza, casi en su totalidad en la margen izquierda. Se sitúa dentro de la Rioja Media, al norte del Camero Viejo. Junto con los montes Rodalillo y Laturce, son las últimas estribaciones de la Sierra de Cameros, perteneciente al Sistema Ibérico, antes de llegar a la depresión del Ebro.

Limita al norte con Leza de Río Leza y con Clavijo, al este con Lagunilla del Jubera (despoblado de Villanueva de San Prudencio), al oeste con Nalda y al sur con Soto en Cameros y con la aldea de Luezas, perteneciente al mismo municipio.

El pueblo se asienta a 1012 msnm en un collado alargado, entre la cima de Cuernosierra (o Cornosierra, a 1212 msnm) y la pequeña meseta de El Plano (1026 msnm), situada junto al cauce del río Leza pero a 360 m de altura sobre él.

El terreno sube bruscamente desde el río Leza hasta media ladera, entre 200 y 400 metros de altura, formando un cañón de laderas muy empinadas y desfiladeros verticales de roca caliza, ascendiendo más suavemente a partir de ahí hasta llegar a las cimas, redondeadas y con afloramientos rocosos.

El punto más bajo está en el cauce de este río, a 575 msnm, y el más alto en las inmediaciones de Peña de Aldera, a 1230 msnm.

El material original tiene su origen en el cretácico inferior y jurásico, salvo una parte al norte de origen neógeno. Pese a la naturaleza de la roca, no hay grandes manifestaciones kársticas como las dolinasde Zenzano y Leza de Río Leza, salvo alguna gruta de pequeño tamaño usada antaño de refugio para el ganado.

El suelo es rocoso, calizo y por lo general no muy profundo, y excepto la dehesa y el cañón la mayor parte forma antiguos bancales abandonados. Según la clasificación de suelos WRB de la FAO predominan los cambisoles cálcicos y kastanozems cálcicos (xerochrept y haploxeroll en la Soil Taxonomy norteamericana).[1]

El río Leza atraviesa el término de sur a norte, aunque discurre seco la mayor parte del año entre Soto en Cameros y las Fuentes del Restauro. El agua se filtra en el Pozo de la Olla y vuelve a aparecer 5 kilómetros río abajo. Su caudal varía entre los 4,00 m³/s en mayo y los 0,47 m³/s en octubre, con un total anual de 52 hm³ y una media de 1,66 m³/s.[2]

El resto de los ríos son barrancos y arroyos tributarios de éste, de poca entidad y aprovechamiento salvo el barranco Trevijano, varias de cuyas fuentes son captadas y transportada el agua hasta el depósito ubicado junto al pueblo, en las eras de San Andrés, para el abastecimiento del mismo.

La población residente en el pueblo se puede dividir entre los que descienden del pueblo (la minoría), y los que han ido llegando de fuera, atraídos por la tranquilidad del medio rural; además, otros descendientes del pueblo veranean en él, multiplicando esos meses por 3 o 4 los residentes.

Con un máximo de población a mediados del siglo XIX, fue perdiendo poco a poco habitantes hasta finales de los años 1950, pero entre 1950 y 1979 se fue el 95 % de los residentes, sobre todo a Logroño. Sin embargo, desde 1970 se han ido instalando nuevos vecinos que han aumentado el censo levemente.

En la tabla se muestran los datos del censo del antiguo municipio de Trevijano. Tras su desaparición al anexionarse en al municipio de Soto en 1970 se dejan de tener datos demográficos hasta el año 2000, en el que el INE vuelve a hacer públicos los datos del censo de las entidades menores.

     Población de derecho según los censos de población del INE.[3]      Población según el padrón municipal de 2017.[4]

De norte a sur, el pueblo se distribuye así:

Además, fuera del pueblo hay una caseta en el término de Valdelacanal, las ermitas del Cristo (o del Monte) y del Cúpulo, y varios corrales en diverso estado de conservación, en los términos de Zorralamuela, Tajugueras, el Congosto y Las Hoyas.

El clima dominante es el mediterráneo continentalizado, con una precipitación anual de 600 mm (con el máximo en primavera, 200 mm) y temperatura media de 11 °C, 12 días de nieve y 80 de lluvia al año, y una evapotranspiración potencial de 750 mm anuales. Esto provoca un déficit hídrico en verano y otoño, y el marcado estiaje de los ríos y arroyos de la zona.

Estos valores dependen de la altura y orientación; en las orientaciones al norte las precipitaciones son mayores, lo que propicia que los cultivos no necesitados de riegos abundantes fueran cultivados en secano y con buenos resultados.

Pese a no estar claro el origen del topónimo, existen tres teorías principales. Una lo haría derivar de Treviñano, o lugar perteneciente al señor de Treviño, pero es bastante infundado. Otra, basada en la denominación Trevillano recogida en el año 1082, lo haría derivar de Tri-villam (lugar formado por tres villas), pero no parece clara la razón de este nombre. La más probable es que deriva de Trevilianus, una villa o fundus de alguien llamado Trevilius (nombre claramente romano).

Esta última teoría haría que su origen como lugar habitado se situase antes de las invasiones visigoda y musulmana.

Aunque no hay restos anteriores a los dólmenes, es de suponer que estas sierras están habitadas, por lo menos de forma esporádica, desde hace cientos de miles de años, tal como atestiguan los cercanos yacimientos de la sierra de Atapuerca. El primer vestigio de presencia humana son los monumentos megalíticos, que dan fe de una presencia dilatada en el tiempo (5000 – 1500 a. C.).

En San Román de Cameros hay restos de un poblado berón, y varias villas romanas documentadas en la zona. Según el origen del topónimo, el pueblo tendría su origen en esta época.

No se conoce nada de las dominaciones visigoda y musulmana, pero es de suponer que si se conservó el nombre es porque nunca quedó totalmente despoblado, quedando sus habitantes sometidos al señor de turno. Con la reconquista del valle del Leza por Sancho Garcés I de Navarra en el año 923, queda en manos del reino de Nájera-Pamplona, pasando en el 1076 al de Castilla. En el año 1040 García Sánchez III incluye la zona en el Señorío de Cameros, adjudicándoselo a Fortún Ochoa, de la familia Fortún (emparentada con los Banu Qasi y la dinastía Íñiga). Aparece por vez primera de forma documentada en una carta del monasterio de San Prudencio del año 1067, aunque un documento de un monje del monasterio de San Martín de finales del siglo XI menciona una donación del rey García III en el año 1048. En 1334 se ejecuta en Agoncillo al último señor de Cameros del linaje Fortún, siendo adjudicado en 1366 a Juan Ramírez de Arellano; bajo esta nueva familia permanece más de 400 años, pasando solamente Trevijano al marquesado de Valverde hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX.

Con el avance de la reconquista, se instauró en toda la sierra el sistema trashumante organizado a través del Concejo de la Mesta, que provocó un auge económico tanto a nivel local como a toda Castilla gracias al comercio de la lana. Esto posibilitó la construcción de las torres fuertes y de la iglesia en los siglos XV a XVII.

Una serie de factores sociales, políticos y económicos hizo que durante los siglos XVII y XVIII fuese decayendo la trashumancia, y en Trevijano se substituyó casi totalmente por una economía de subsistencia. A partir de mediados del siglo XVIII, las mejoras agrícolas y sanitarias se suman al declive económico, propiciando un importante aumento de población y la sobreexplotación del territorio, con el cultivo de zonas anteriormente usadas para pastoreo y de bosques adehesados, abancalando cualquier terreno con perspectiva de cultivo, llegando a ocupar más de la mitad del término.

Según los distintos censos, en 1594 el pueblo tenía 250 almas (habitantes); en 1842 había crecido hasta los 504 habitantes, bajando hasta los 339 en 1897 (INE).

A consecuencia de la crisis trashumante y del posterior aumento de la población, durante el siglo XIX y hasta 1936 hubo una lenta pero constante e importante emigración a América, fundamentalmente a Argentina. A partir de ese año se paró bastante el flujo en parte por el nuevo régimen y en parte por las noticias que daban los ya emigrados, comentando que la situación allá no era tan buena como se decía en la propaganda de las compañías navieras.

Durante este periodo, se mantuvo la ganadería ovina, pero en menor cantidad debido a la menor mano de obra, a la escasez de pastos en invierno y al mayor terreno cultivado. Para solventarlo, se implantaron acuerdos con otros municipios que, a la postre, fueron los que provocaron el último y más sangrante éxodo. En Nalda se acordó poder pastar “de sol a sol” (mientras fuera de día), a Luezas se podía entrar a pastar en años alternos, en Clavijo se toleraba aunque no existían acuerdos y con Leza de Río Leza y Ribafrecha se estableció una mancomunidad de pastos. Por último, en Soto en Cameros se prohibió que los de Trevijano entrasen a pastorear, creando varios conflictos por las multas impuestas.

Hacia 1950 los municipios de Soto, Clavijo y Nalda, animados por el ICONA, decidieron aprovechar esos terrenos que ellos no usaban, y los comenzaron a repoblar de pinos. Además, se les unió en 1955 Leza, por lo que en menos de seis años Trevijano vio reducidos sus pastizales habituales a la mitad, y con el riesgo de fuertes multas impuestas al rebaño que se metía en el pinar, que rodeaba literalmente su término municipal.

Los trabajos de repoblación dieron unos años de trabajo a la juventud, pero a la vez generaron un clima de inseguridad por el futuro de la ganadería del pueblo, y entre 1956 y 1968 la casi totalidad de las familias se trasladaron a zonas industriales españolas, en auge y demandantes de mano de obra por el desarrollismo del régimen franquista, fundamentalmente a Logroño, pues garantizaban una vida y un trabajo menos duros que los de su lugar de origen. El proceso fue mayor y más rápido ya que no requería la inversión de un viaje a América, y el retorno en caso de arrepentirse era sencillo. En otros pueblos de la sierra tuvieron éxodos similares aunque en pocos de esta envergadura y rapidez.

Hacia 1970, cuando el pueblo se encontraba ya diezmado, surgió un movimiento que lo salvaría del abandono total. Una serie de jóvenes, por la cercanía con el valle, al rápido y masivo abandono, y a su pintoresca situación, lo eligió para irse a vivir, formando una comunidad más abierta y tolerante que la sociedad de la época; los naturales del pueblo, reticentes en un principio aunque sin producirse demasiados roces, los denominaron “los hippies”, llegando a ser unas veinte personas hacia 1975. A partir de 1977, los descendientes del pueblo que vivían en el valle comenzaron a regresar para pasar las vacaciones y los fines de semana, una vez ya establecidos y con hijos.

Tras perder la independencia municipal en un proceso no demasiado claro, es cuando los tres grupos, veraneantes, residentes foráneos y nativos, comienzan a mejorar las infraestructuras (agua, luz, pavimentación, etc.), y para tener más fuerza forman la Asociación de Amigos de Trevijano en el año 1985. Esta asociación ha sido el eje que ha unido a los trevijanos, y además de organizar las fiestas anuales y otros actos sociales y culturales, ha sido el habitual interlocutor con el ayuntamiento y otras instituciones, con el fin de seguir mejorando el pueblo entre todas. Su mayor hito fue la organización del VIII Día del Camero Viejo en el año 1996, aunque también produjo unos años de tensas relaciones con el ayuntamiento, normalizadas en 2003.

Desde entonces, en el pueblo se han ido rehabilitando casas y arreglando calles y, aunque hay algunos aspectos a mejorar, el conjunto ha cambiado sustancialmente y seguirá mejorando en el futuro.

A nivel municipal existe un coto de caza gestionado por el ayuntamiento, y los cazadores están agrupados en la Sociedad de Cazadores de Soto en Cameros, Treguajantes, Luezas y Trevijano.

La única actividad de entidad es la artesana, pues hay varios talleres que se dedican a la encuadernación, a la cerámica, a la carpintería, a las almazuelas y a realizar telas, todo de forma manual. En el año 2006 se constituye una nueva empresa dedicada a la elaboración de empedrados decorativos y otros trabajos de bioconstrucción, y existe otra empresa del ramo de la construcción.

Como servicios cabe citar la casa rural “Casa Cañon del rio Leza", anteriormente llamada, " Maestro Ciruela ”, sucesora de “Casa Daría” tras cambiar de propietarios. Casa de alquiler completo con una capacidad para 6 personas y 2 más en cama supletoria. Regentada por José Miguel González y María José Zaldivar. Una pareja muy enamorada.

La única vía de acceso asfaltada es la LR-462, que llega desde la LR-250; es una vía de un solo carril y pronunciada pendiente, que estaba previsto mejorar para el año 2009,[5]​ pero el proyecto se paralizó. El “empalme” de las carreteras, anteriormente muy peligroso, fue mejorado en el año 2005 junto con el tramo hasta Leza. Las obras del tramo hasta Soto se acabaron en noviembre de 2007. Una pista, arreglada en 2007, llega hasta la Cañada Real, y otra discurre paralela a esta última. Los caminos que van hasta los pueblos de los alrededores están medio abandonados, pero pueden recorrerse sin problemas a pie, en bicicleta o a caballo.

El pueblo pertenece desde el año 1979 al ayuntamiento de Soto en Cameros, aunque hasta esa fecha tuvo ayuntamiento propio. El alcalde es Miguel Pedro Cuesta Santo Tomás (PP) desde 2003, aunque hasta junio de 2007 lo era por el Partido Independiente de Soto en Cameros (PISEC). En materia educativa depende del colegio de San Román de Cameros (C.R.A. IV Villas) hasta primaria, en secundaria del I.E.S. La Laboral (Lardero); está englobado en la zona básica de salud de San Román de Cameros; y su parroquia pertenece al arciprestazgo del Leza, de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Cabe reseñar que desde el 9 de julio de 2003 su término está incluido por la Unesco en la Reserva de la Biosfera de los valles del Jubera, Leza, Cidacos y Alhama, gran parte de él en su zona núcleo, y también se incluye en parte en la ZEPA Peñas del Iregua, Jubera y Leza.

Otros lugares que merecen ser destacados son:

El pueblo, abandonado durante tanto tiempo, ha experimentado una revolución por los descendientes del mismo. En los meses de verano, se organizan numerosas actividades y actos festivos.

Uno de ellos son las danzas que se bailaban antiguamente por las fiestas, recuperadas en el año 2001 junto con el traje tradicional femenino. Este último fue rescatado del olvido gracias a una foto guardada desde hace casi cien años. Es similar a los de otros pueblos de Cameros pero con falda amarilla y un delantal negro con tres rayas verticales blancas.

Otra tradición de antiguo era la “enramada”, en la que los jóvenes dejaban ramas en las ventanas de las mujeres solteras pero que, a pesar de algún intento, no se ha logrado recuperar aún.

De la gastronomía típica cabe destacar el bodival que se hacía por San Andrés (bollo de chorizo con miel), pues el resto de la comida era la habitual de la sierra.

1 de mayo, festividad de San Felipe y Santiago. Aunque la festividad de estos santos se celebra el 3 de mayo, desde finales del siglo XIX hasta el año 1969 la Iglesia Católica lo celebraba dos días antes, celebrándose aun así en la localidad.[7]​ Se oficia misa con procesión, tras lo que se ofrece un "vermut" y danzas.

Hacia el 15 de agosto, coincidiendo con el fin de semana, se celebran las fiestas de verano. Antiguamente eran en septiembre, tras la cosecha, pero se pasaron a agosto por la mayor presencia de gente. Dada la coincidencia con la Virgen de Agosto, la duración puede variar entre tres y cinco días, según el año.

Las fiestas se inician a mediodía con el lanzamiento de un cohete y la presentación de Cepilón, un pelele de tamaño natural relleno de paja, con su cabeza y "atributos" caricaturizados. Su nombre deriva de San Felipe.

Hay verbenas, juegos, sorteos, partidos de pelota y futbito, degustaciones, danzas, misa y procesiones, entre otros eventos. Tienen gran aceptación el torneo de mus y los concursos de disfraces (para niños y para adultos). Se celebra también la reunión anual de la Asociación de Amigos de Trevijano, organizadora de las fiestas de mayo y agosto. En un local o rincón cercano a la plaza se deja zurracapote preparado para que lo deguste la cuadrilla o grupo de amigos que lo desee de forma gratuita. Son muy habituales los juegos en torno al porrón de zurracapote, como el de La abuela, Los medios limones, y otros similares.

El día final se concluye a media tarde con la entrega de premios y trofeos y la quema de Celipón.

Dada la escasa población residente no existen equipos deportivos en ninguna disciplina. Las instalaciones deportivas son escuetas y se reducen al frontón existente en la plaza principal y a un campo de futbito de reducidas dimensiones en una era.

No obstante es habitual encontrar, al menos durante el verano y los fines de semana, a gente jugando a frontenis, a pelota, a futbito, o practicando otros deportes y juegos, como ciclismo, senderismo/excursionismo, cartas, videojuegos y en el caso de los niños, juegos más clásicos como “Tres navíos en el mar” (un escondite en grupo), “polis y cacos”, etc.

La espectacularidad del cañón del Leza es aprovechada además para practicar alpinismo, barranquismo y parapente.

Para mitigar el calor en los meses de verano o para practicar natación no hay ninguna piscina, estando la más cercana a 13 kilómetros, en Ribafrecha. Otro método es usar las pozas, tramos cortos donde el río tiene profundidad suficiente, especialmente en la zona de las Fuentes del Restauro.

El panorama cambiará a partir de 2009[8]​ con la apertura de la Presa de Soto-Terroba, 2 kilómetros río arriba de Soto en Cameros. Aunque de pequeño tamaño (valores máximos de 2600 m de longitud, 8,136 hm³ de volumen y 63,73 ha de superficie), el embalse proporcionará un lugar tanto para el baño como para deportes acuáticos como el paseo en canoas.

D. Francisco Sánchez (?-1590), fue primero catedrático de Artes en la Universidad de Salamanca y luego canónigo magistral de León.

D. Simón Elías Barasoain (1975- ), alpinista de prestigio y con varios premios en su disciplina (entre ellos destaca el premio Piolet de Oro a la mejor actividad alpinística de 1995 y el Premio Petzl de 1997). Actual director del Equipo Español de Alpinismo (EEA).



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