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Werhmacht



La Wehrmacht (pronunciado [ˈveːɐ̯maxt] ( escuchar), «Fuerza de Defensa» en alemán) era el nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945, surgida tras la disolución de las fuerzas armadas de la República de Weimar, llamadas Reichswehr. Consistía en el Heer («ejército»), la Kriegsmarine («marina») y la Luftwaffe («fuerza aérea»). La designación «Wehrmacht» reemplazó el término previamente usado Reichswehr, y fue la manifestación de los esfuerzos del régimen nazi para rearmar a Alemania en mayor medida de lo permitido por el Tratado de Versalles.[1]

Después de que los nazis subieron al poder en 1933, uno de los movimientos más abiertos y audaces de Adolf Hitler fue establecer la Wehrmacht, una fuerza armada moderna con capacidad ofensiva. Cumplir los objetivos a largo plazo del régimen nazi de recuperar el territorio perdido, así como ganar un nuevo territorio y dominar a sus vecinos. Esto requirió el restablecimiento del servicio militar obligatorio, y una inversión y gasto masivos en la industria de armamentos.[2]

La Wehrmacht formó el corazón del poder político-militar de Alemania. En la primera parte de la Segunda Guerra Mundial, la Wehrmacht empleó tácticas de armas combinadas (cobertura aérea, tanques e infantería) para lograr un efecto devastador en lo que se conoció como Blitzkrieg («guerra relámpago»). Sus campañas en Francia (1940), la Unión Soviética (1941) y África del Norte (1941/42) se consideran actos de audacia.[3]​ Al mismo tiempo, los avances remotos forzaron la capacidad de la Wehrmacht hasta el punto de ruptura, que culminó en las primeras grandes derrotas en las batallas de Moscú (1941), Stalingrado (1942) y El Alamein (1943); a fines de 1942, Alemania estaba perdiendo la iniciativa en todos los teatros bélicos. El arte operacional no era compatible con las habilidades guerreras de la coalición aliada, haciendo que las debilidades de la Wehrmacht en estrategia, doctrina y logística se hicieran evidentes.[4]

Las SS y el Einsatzgruppen cometieron crímenes de guerra y atrocidades contra la población civil, todo lo cual cayó en el olvido o el ocultamiento, tras el fenómeno llamado Mito de la Wehrmacht inocente.[5]​ La mayoría de los crímenes de guerra se cometieron en la Unión Soviética, Polonia, Yugoslavia, Grecia e Italia, como parte de la guerra de aniquilación contra la Unión Soviética, el Holocausto y la guerra de seguridad nazi.

Durante la guerra, cerca de 18 millones de hombres sirvieron en la Wehrmacht.[6]​ Cuando la guerra terminó en Europa en mayo de 1945, las fuerzas alemanas (formadas por la Wehrmacht, las Waffen-SS, la Volkssturm y las unidades colaboradoras extranjeras) habían perdido aproximadamente 11,3 millones de hombres,[7]​ de los cuales aproximadamente la mitad estaban desaparecidos o muertos durante la guerra. Solo algunos de los líderes superiores de la Wehrmacht fueron juzgados por crímenes de guerra, a pesar de la evidencia que sugiere que hubo más personas involucradas en acciones ilegales.[8][9]​ La mayoría de los tres millones de soldados de la Wehrmacht que invadieron la Unión Soviética participaron en cometer crímenes de guerra.[10]

La Wehrmacht (Die Wehrmacht) estaba compuesta por los siguientes tres cuerpos:

Las Waffen-SS, el brazo armado de las SS (la organización paramilitar del Partido Nazi), se convirtió de facto en la cuarta rama de la Wehrmacht, ya que se expandió de tres regimientos a 38 divisiones en los años 1940. Y aunque las SS eran autónomas y existían de forma paralela a la Wehrmacht, las unidades de las Waffen-SS eran puestas bajo el control operacional del Alto Mando de la Wehrmacht (Oberkommando der Wehrmacht, OKW) o del Alto Mando del Ejército (Oberkommando des Heeres, OKH).

La Reichswehr era el ejército de la República de Weimar y heredero del derrotado ejército imperial alemán. Ernst Röhm, jefe de la organización paramilitar Sturmabteilung (SA), pretendió que esta organización fuese aceptada en las filas de la Reichswehr, a lo que se oponía contundentemente el alto mando militar. Hitler hizo suyas las exigencias de los militares, ya que aún no los dominaba y temía que provocasen un golpe militar; de modo que intentó dialogar con Röhm, ya que su postura se alejaba del cauce que el caudillo alemán trazaba. Al no obtener resultado, Hitler pasó a considerar a Röhm peligroso para la estabilidad del régimen nazi, y en consecuencia este fue eliminado junto con sus seguidores más cercanos, en la matanza conocida como la noche de los cuchillos largos.

Durante la masacre también fueron asesinados el general Kurt von Schleicher y su esposa, que nada tenían que ver con la ideología de los asesinados. Al comprobar que la oficialidad de la Reichswehr estaba satisfecha de la eliminación de los jefes de la SA y que no cuestionaban la muerte de su compañero, Hitler comenzó a considerar como factible la criminalización del mando de la Reichswehr. De modo que se abocó a su transformación, disolviendo la antigua estructura y fundando un nuevo ejército, que pasó a llamarse Wehrmacht.

Entre los organizadores del nuevo ejército se encontraban los generales Heinz Guderian, von Reichenau y Jodl. La modernización incluyó el uso del arma blindada como caballo de combate junto a la infantería, nuevas y agresivas tácticas de combate y modernización del mando. La táctica de trincheras quedó obsoleta, y se reemplazó por la innovadora táctica Blitzkrieg o guerra relámpago, promovida por Guderian.

Se integró la artillería mecanizada a la infantería; se incluyeron en sus filas nuevos oficiales con más amplio grado de iniciativa. El armamento tuvo un cambio radical, con el empleo de ametralladoras más ligeras y fáciles de transportar, la organización de escuadrones móviles de asalto, escuadrones de logística, así como una cadena de mando, la cual —aun siendo monolítica— permitía la autonomía de acción a escuadrones sin oficiales al mando, si estos llegaban a faltar o caer. Muchos ejércitos del mundo han copiado la base de esta organización.

Hacia 1939, el ejército alemán de línea contabilizaba alrededor de 3 200 000 soldados y durante toda la Segunda Guerra Mundial combatieron por Alemania más de 12 millones de soldados de diversas nacionalidades.

Durante los primeros tres años de la Segunda Guerra Mundial, la Wehrmacht logró victorias completas y resonantes, derrotando a los ejércitos europeos con relativa facilidad, debido a su superioridad técnica y de doctrina militar, desarrollada por Alemania en los años posteriores a la derrota en la Primera Guerra Mundial. Esta superioridad quedó demostrada con el empleo de la Blitzkrieg (guerra relámpago), consistente en el empleo de movimientos rápidos de tropas, de una mortífera combinación de tanques en extensas formaciones (divisiones Panzer), infantería y artillería motorizada, y aviación de apoyo a las fuerzas terrestres. Esta doctrina dejó obsoleta con sus triunfos la doctrina militar imperante en la mayoría de los ejércitos europeos, aferrados aún a las defensas estáticas y a la guerra de trincheras, consideradas como válidas desde el final de la anterior guerra mundial.

La estrategia envolvente fue usada en Francia y la Unión Soviética (URSS) con gran éxito entre 1940 y 1941. Consistía en la embestida profunda en forma de pinzas y localizada contra el frente enemigo con la mayor concentración de fuerzas y armas de apoyo, para posteriormente enviar a través de la brecha conseguida las reservas acorazadas y motorizadas. Fuerzas blindadas atacarían los flancos cerrando el dispositivo y envolviendo al enemigo.

La velocidad de estas fuerzas permitiría en una fase posterior de la batalla, rodear y aniquilar a las fuerzas enemigas desde su propia retaguardia, estrangulando su sistema logístico y de suministro, y aislarlas hasta formar bolsas (en alemán Kessel 'caldero') de resistencia que acabarían rindiéndose.

La moral combativa de la Wehrmacht, una oficialidad competente, sus tácticas veloces y masivas, el logro efectivo y rápido de objetivos, con suministros y logística eficaces, sumado a la existencia de armamento avanzado, con tanques rápidos y una aviación táctica adaptada a las nuevas estrategias, hicieron del ejército alemán el más efectivo y poderoso de la época. Posteriormente su propia fe en esa superioridad inclinó a la Wehrmacht a acometer empresas que demostraron ser demasiado ambiciosas.

En la invasión de la Unión Soviética (Operación Barbarroja), que comenzó el 22 de junio de 1941, la Wehrmacht logró varios éxitos iniciales y la aniquilación de gran parte de las fuerzas del Ejército Rojo estacionadas en la frontera, permitiendo profundos avances dentro del territorio de la URSS hasta llegar a Leningrado en solo dos semanas.

Sin embargo, el atraso de cuatro semanas en las campañas de Creta y Grecia fueron vitales, ya que el invierno más crudo en 50 años se dejó sentir tempranamente en las latitudes soviéticas frenando el avance alemán cuando los caminos se transformaron en lodazales y además los suministros de equipos de invierno no fueron distribuidos en el frente de manera adecuada, sumado a una red logística cada vez más extensa y frágil. Los soviéticos lograron resistir la embestida y movilizando todas sus reservas humanas y materiales, apoyados por sus crudos inviernos, la ayuda logística norteamericana, y un material bélico muchas veces tan eficaz como el alemán y mejor diseñado para la producción en masa,[11]​ frenaron el empuje de los alemanes, quienes no pudieron hacerse con Moscú, en noviembre-diciembre de 1941, ni Stalingrado, en diciembre de 1942-febrero de 1943, sufriendo la pérdida del VI Ejército alemán en 300 000 bajas entre muertos y heridos, incluyendo unos 90 000 soldados germanos que quedaron como prisioneros de guerra.

No obstante, la maquinaria bélica alemana aún era fuerte, al punto de mantener ocupada prácticamente la totalidad de Europa y poder combatir en África. Por gestión del ministro de armamentos, Albert Speer, se habían incorporado nuevos modelos de tanques como el Tiger, el Panther, el Jadgpanther. En el verano de 1943, sin embargo, la Wehrmacht sufrió otra grave derrota en tierras rusas, cuando en la batalla de Kursk, la fortaleza de las defensas y la posterior contraofensiva soviética destruyó las mejores unidades blindadas de la Wehrmacht y le causó bajas irremplazables en tropas de élite en Korsun-Cherkassy. La de Kursk se considera la última ofensiva estratégica de la Wehrmacht, y representó su última oportunidad de obtener la victoria en la guerra.

Por otra parte, en 1943 la Wehrmacht no logró repeler la invasión angloestadunidense en Italia, pero sí logró establecer sucesivas líneas defensivas en la península, la cual resistió hasta abril de 1945.

En estos dos años la Wehrmacht ya estaba exhausta y cansada de luchar en tantos combates, además de tener que combatir en 2 frentes a la vez, y que la situación en Italia era crítica, e Italia era vencida con relativa facilidad durante sus combates contra los Aliados occidentales.

En 1944 la Wehrmacht, ya debilitada por las pérdidas en combate contra el violento contraataque de la Unión Soviética no pudo rechazar ni contener el avance de tropas británicas, estadounidenses y canadienses en Francia y Bélgica tras la batalla de Normandía, debiendo efectuar un rápido repliegue. A pesar de todo durante el invierno de 1944-1945, la Wehrmacht realizó sorpresivamente en el frente occidental su última gran ofensiva, llamada batalla de las Ardenas. Esta ofensiva terminó en derrota germana y representó la pérdida de hombres y material que la Wehrmacht ya no podía reemplazar.

A partir de 1944, la Wehrmacht carecía de suficientes soldados veteranos para cubrir sus filas, sus mejores tropas habían sido destruidas en batalla contra las tropas soviéticas en tres años de cruenta lucha, quedando ante ellas en una clara situación de inferioridad numérica, mientras que en el sector occidental, cuyas tropas eran soldados de 40 años y más no podía resistir mucho tiempo la abrumadora superioridad material de los aliados occidentales.

La Alemania nazi intentó paliar ese déficit de tropas instituyendo la Volkssturm (milicia popular) desde octubre de 1944, como leva en masa, donde se enroló forzosamente en la Wehrmacht a prácticamente todos los varones alemanes entre 14 y 65 años de edad que aún quedasen en retaguardia para defender el propio territorio germano; no obstante, estas tropas, carentes de instrucción militar y de un armamento adecuado, y desmoralizadas por el visible curso adverso de la guerra, no podían en modo alguno compararse a la Wehrmacht de 1940 o 1941.

En enero de 1945 la Wehrmacht aún podía contar con más de 7 millones de efectivos (millón y medio en el Oeste, otro millón en Italia y el resto en el Este), aunque una parte apreciable pertenecía al Volkssturm y mostraban escaso afán de lucha en circunstancias tan adversas.

Los bombardeos estadounidenses y británicos empezaron a dañar el suministro normal de combustibles y armas a las unidades de la Wehrmacht desde 1943, consiguiendo progresivamente la superioridad aérea y obteniendo para 1945 el estrangulamiento de la industria de guerra alemana, y la destrucción de su sistema de comunicaciones, además de numerosas ciudades.

La Wehrmacht fue derrotada finalmente por los soviéticos en la batalla de Berlín mientras los Aliados la batían en el oeste de Europa, dejando de existir tras la rendición alemana del 8 de mayo de 1945.

Hay muchas dudas sobre las fuerzas movilizadas por el Eje en la Segunda Guerra Mundial, ya que muchos documentos se perdieron o las cifras fueron alteradas por los Aliados, hay estimaciones de 10 a 12 millones, y las más elevadas llegan a 17 o 18 millones (probablemente incluyendo a tropas extranjeras que les ayudaron, como en las SS). Según el libro Segunda Guerra Mundial (Editorial Susaeta) en el bando alemán, entre unidades del Heer, Luftwaffe, Kriegsmarine y Waffen SS, fueron movilizados:

En este cálculo no se incluyen las unidades del Volkssturm y las Juventudes Hitlerianas movilizadas. Si entendemos por soldado el individuo movilizado, correctamente instruido (al menos varias semanas, conocimiento de armas ligeras, orientación, fortificación, supervivencia, acción en equipo dentro de una unidad de combatientes), son más exactas las cifras de entre 7 y 8 millones (en cambio la Unión Soviética movilizó de 11 a 13 millones y Estados Unidos a otros 12 a 16 millones). El Heer, la Luftwaffe y la Waffen SS combatieron por casi toda Europa y norte de África. Solo al inicio de la operación barbarroja participaron unos tres millones de alemanes y cerca de 900.000 efectivos de tropas aliadas (470.000 finlandeses, 325.000 rumanos y 44.000 húngaros).[12]

La propaganda nazi había dicho a los soldados de la Wehrmacht que acabaran con los llamados subhumanos judíos bolcheviques, las hordas mongoles, el diluvio asiático y la bestia roja. [13]​. Los principales perpetradores de la represión civil detrás de las líneas del frente entre las fuerzas armadas alemanas fueron los ejércitos «políticos» nazis alemanes (los SS-Totenkopfverbände, los Waffen-SS, y los Einsatzgruppen, que fueron responsables de asesinatos en masa, principalmente por la implementación de la llamada «Solución final de la cuestión judía» en los territorios ocupados), las fuerzas armadas tradicionales representadas por la Wehrmacht cometió y ordenó sus propios crímenes de guerra (véase, la Orden de los Comisario y el Decreto Barbarroja), particularmente durante la invasión de Polonia en 1939 y más tarde en la guerra contra la Unión Soviética.[14]

Antes del estallido de la guerra, Hitler informó a los oficiales superiores de la Wehrmacht que las acciones «que no serían del agrado de los generales alemanes» se llevarían a cabo en áreas ocupadas y les ordenó que «no debían interferir en tales asuntos sino limitarse a sus deberes militares». [15]​Algunos oficiales de la Wehrmacht, inicialmente mostraron una fuerte aversión por las SS y objetaron que el ejército cooperara con las SS en la comisión de crímenes de guerra con las SS, aunque estas objeciones no estaban en contra de la idea de las atrocidades en sí mismas. [16]​ Más tarde durante la guerra, las relaciones entre las SS y la Wehrmacht mejoraron significativamente. [17]​El soldado raso alemán no tuvo reparo alguno en cooperar con las SS, y con frecuencia, les ayudó a reunir a civiles para ejecutarlos. [18][19]

El Jefe del Estado Mayor del Alto Mando del Ejército Alemán (OKH) Franz Halder jugó un papel decisivo en la posterior preparación e implementación de crímenes de guerra durante la invasión de la Unión Soviética. [20]​ Hizo que su personal redactara tanto la Orden de los Comisarios como el Decreto Barbarroja sin ninguna instrucción previa o interferencia por parte de Hitler. [21]​El autor de dichas órdenes fue el general Eugen Müller, quien informó sobre su trabajo directamente a Halder. [22]​La Orden de los Comisarios especificaba que los comisarios políticos fueran ejecutados inmediatamente cuando fueran capturados. [23]​Halder también insistió en que se incluyera una cláusula al Decreto Barbarroja que otorgara a los oficiales el derecho de arrasar pueblos enteros y ejecutar a sus habitantes. [20]​El decreto eximió a los soldados de cualquier forma de enjuiciamiento por crímenes de guerra cometidos en el Este. [23]​Dicho decreto, no tenía un objetivo específico: los ciudadanos soviéticos podían ser asesinados en cualquier momento y por cualquier motivo. [24]​Hasta entoces únicamente las SS podían matar a ciudadanos sin temor a un procesamiento posterior. Estas órdenes permitieron a los oficiales de todo el ejército ejecutar a ciudadanos sin temor a posibles responsabilidades. [25]

El teniente Helmuth Groscurth mostró copias de estas órdenes a dos opositores al régimenː el general Ludwig Beck y el diplomático Ulrich von Hassell. «Pone los pelos de punta -escribió Hassell en su diario- saber las medidas que han de aplicarse en Rusia, y la sistemática transformación de la ley militar concerniente a la población conquistada en un despotismo descontrolado, en verdad una caricatura de toda ley. Este tipo de cosas transforma al alemán en un ser que solo había existido en la propaganda enemiga.» Aunque hubo algunos comandantes que se negaron a transmitir estas órdenes entre sus soldados otros muchos no tuvieron tales escrúpulos, como el comandante del 6.º Ejército, el mariscal Walter von Reichenau o el comandante del 4.º Ejército Panzer, el general Hermann Hoth que declaróː «la aniquilación de esos mismos judíos que apoyan el bolchevismo y su organización para el asesinato, los partisano, es una medida de autoprotección.» [26]​El historiador israelí Omer Bartov describió las órdenes como «la barbarización de la guerra». [27]

La cooperación entre las SS Einsatzgruppen y la Wehrmacht implicó el suministro de armas, municiones, equipo, transporte e incluso alojamiento a los escuadrones de la muerte. [17]​ Los combatientes partisanos, judíos y comunistas se convirtieron en enemigos del régimen nazi y fueron perseguidos y exterminados por los Einsatzgruppen y la Wehrmacht por igual, algo revelado en numerosas entradas de diarios de campo de los soldados alemanes y en miles de fotos. [28]​Cientos de miles, quizás millones, de civiles soviéticos murieron de inanición cuando los alemanes requisaron alimentos para sus ejércitos y forraje para sus caballos de tiro. [29]​Según el historiador Thomas Kühne: «se estima que entre 300.000 y 500.000 personas murieron durante la guerra de seguridad nazi de la Wehrmacht en la Unión Soviética» (véase Plan Hambre). [30]

Mientras escuchaban en secreto las conversaciones de los generales alemanes capturados, los funcionarios británicos se dieron cuenta de que el ejército alemán había participado en las atrocidades y matanzas masivas de judíos y era culpable de crímenes de guerra. [31]​Los funcionarios estadounidenses se enteraron de las atrocidades cometidas por la Wehrmacht de la misma manera. Las conversaciones grabadas de los soldados detenidos como prisioneros de guerra revelaron cómo algunos de ellos participaron voluntariamente en ejecuciones masivas. [32]

Durante la guerra, la Wehrmacht cometió numerosos crímenes de guerra contra la población civil en los países ocupados. Esto incluye masacres de civiles y funcionamiento forzoso de burdeles en áreas ocupadas. Las masacres vendrían en muchos casos como represalias por actos de resistencia. Con estas represalias, la respuesta de la Wehrmacht variaría en severidad y método, dependiendo de la escala de resistencia y si fue en Europa del Este o del Oeste. [33]​A menudo, el número de rehenes a los que disparar se calculaba en función de una proporción de cien rehenes ejecutados por cada soldado alemán muerto y cincuenta rehenes ejecutados por cada soldado alemán herido. [34]​Otras veces, los civiles eran detenidos y fusilados con ametralladoras. [35]

Los alemanes reservaban un odio especial para los partisanos, construían cadalsos en cada pueblo, pero los ahorcamientos públicos eran piadosos en comparación con las torturas que sufrieron muchos cautivos, los alemanes les rompían los dedos, les quemaban vivos y amputaban los pechos a las mujeres antes de matarlos. Cualquier persona mínimamente sopechosa de apoyar a los partisanos corría el peligro de sufrir una muerte horrible. En muchas localidades sospechosas de apoyar a los partisanos los alemanes prendían fuego a las casas y disparaban a las ventanas y puertas para asegurarse que ningún habitante saliera con vida. Hitler apoyaba esta política «esta guerra de partisanos tiene sus ventajas», dijo a sus asociados. «Nos da la oportunidad de exterminar a quienquiera que se nos oponga.»[36]

La Bielorrusia soviética ha sido descrita como «el lugar más mortífero de la tierra entre 1941 y 1944».[40]​Uno de cada tres bielorrusos murió durante la Segunda Guerra Mundial. El Holocausto se llevó a cabo cerca de los pueblos donde vivía la población. Muy pocas de las víctimas murieron en centros de exterminio como Auschwitz.[41]​ La mayoría de los judíos soviéticos vivían en un área del oeste de Rusia que anteriormente se conocía como la Zona de Asentamiento.[42]​Inicialmente, a la Wehrmacht se le encomendó la tarea de ayudar a los Einsatzgruppen. En el caso de la masacre de Krupki, esto implicó que el ejército hiciera marchar a la población judía, de aproximadamente 1000 personas, una milla y media para encontrarse con sus verdugos de las SS. Los frágiles y enfermos fueron llevados en un camión y los que se extraviaron fueron asesinados a tiros. Las tropas alemanas custodiaban el lugar y, junto a las SS, disparaban contra los judíos que luego caían en un pozo. Krupki fue una de las muchas atrocidades de este tipo; la Wehrmacht fue un completo socio en el asesinato masivo industrializado.[43]

Se establecieron burdeles militares alemanes en gran parte de la Europa ocupada.[44]​ En muchos casos en Europa del Este, mujeres y adolescentes fueron secuestradas en las calles durante redadas militares y policiales alemanas y utilizadas como esclavas sexuales.[45][46][39]​ Las mujeres eran violadas por hasta treinta y dos hombres por día a un costo nominal de tres Reichsmarks.[39]​ Un conductor suizo de una misión de la Cruz Roja, Franz Mawick, escribió sobre lo que vio en 1942:

La escritora Úrsula Schele estimó que unos diez millones de mujeres en la Unión Soviética podrían haber sido violadas por la Wehrmacht y que una de cada diez podía haberse quedado embarazada como resultado.[48]​ Según un estudio de Alex J. Kay y David Stahel, la mayoría de los soldados de la Wehrmacht desplegados en la Unión Soviética participaron en la comisión de crímenes de guerra.[49]

Las pérdidas soviéticas durante el conjunto de la Segunda Guerra Mundial, son de más de 6.8 millones de militares muertos en combate y más de 3.8 millones de prisioneros y milicianos muertos en cautiverio o en campos de exterminio alemanes o aproximadamente el 57 % de los prisioneros. El tratamiento dado por los alemanes a los prisioneros de guerra soviéticos fue dramáticamente diferente del dado a los prisioneros de guerra de Gran Bretaña y los Estados Unidos. De los 231.000 prisioneros británicos y estadounidenses encarcelados por los alemanes durante la guerra, solamente 8.300 -- 3,6 % -- murieron en manos de los alemanes.[50]​ Por otro lado de 2.389.600 prisioneros alemanes capturados por los soviéticos durante toda la guerra unos 450.600 murieron durante su cautiverio, una cifra sensiblemente inferior.[51]

Joachim Lemelsen comandante del XLVII Cuerpo Motorizado, informó al Alto Mando de la Wehrmacht sobre las ejecuciones indiscriminadas de prisioneros de guerra soviéticos durante las primeras fases de la Operación Barbarroja:

En total a 30 de abril de 1945 las bajas de la Wehrmacht ascendían a &&&&&&&011135800.&&&&&011 135 800 incluidos &&&&&&&&06035000.&&&&&06 035 000 heridos; Las pérdidas totales de todas las Fuerzas Armadas alemanas hasta el final de la guerra ascendieron a &&&&&&&013448000.&&&&&013 448 000 incluidos los heridos (el 75% del total de los efectivos movilizados) de los cuales las pérdidas permanentes (muertos y desaparecidos) solo en el Frente Oriental ascendieron a &&&&&&&&06923700.&&&&&06 923 700.[53]

En su conjunto las pérdidas totales de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial fueron de &&&&&&&013488000.&&&&&013 488 000 entre muertos, heridos y prisioneros. De los cuales, &&&&&&&010758000.&&&&&010 758 000 cayeron, resultaron heridos o fueron hechos prisioneros en el Este.[54]

Después de la derrota incondicional de la Wehrmacht que tuvo efecto el 8 de mayo de 1945, algunos elementos del ejército seguían en activo con las fuerzas aliadas como fuerzas de policía. Para finales de agosto de 1945, esas unidades quedaron disueltas y al año siguiente los aliados declararon oficialmente disueltas a todas las unidades de la Wehrmacht y a Alemania se le prohibía tener un ejército. Esta prohibición se mantuvo hasta la creación de la Bundeswehr en 1955.



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