César (en latín caesar) fue un título imperial derivado del cognomen de Gaius Iulius Caesar '‘Cayo Julio César’', general, cónsul y dictador romano nombrado por el Senado quien fue asesinado durante los idus de marzo de 44 a. C. La transformación del nombre familiar César, en un calificativo imperial, puede ser trazada desde el año 68, llamado el año de los cuatro emperadores. A principios del siglo II, Suetonio escribió las Vidas de los doce césares (De vita XII Caesarum), en las que describe las biografías de Cayo Julio César y los once primeros emperadores romanos hasta Domiciano.
El significado concreto de César es muy discutido, y existen numerosas leyendas, aunque desde 208 a. C., en su propia gens, llamada Julia, ya existía un Sexto Julio César nombrado como pretor en Sicilia, sin embargo entre las leyendas se cuenta que el nombre se origina porque César había nacido de un parto por cesárea (de caésus, ‘cortado’), y que de este hecho deriva, como una especie de marca sobre su destino. En una leyenda de Elio Espartiano, autor romano de la época del Imperio, en su Verus escribe: «Los eruditos y expertos más reconocidos afirman que el primer portador de dicho nombre se le llamó así por haber matado en combate a un elefante, animal que en lengua cartaginesa se denomina caesar». Julio César también mantenía esta versión, según se infiere del elefante con la leyenda Caesar que mandó poner en sus acuñaciones numismáticas. La muerte del elefante debió de acaecer aproximadamente el año 250 a. C., durante la primera guerra púnica.
El primer emperador, Augusto, llevó este nombre como un símbolo de su vinculación familiar con Julio César, quien lo había adoptado póstumamente. Así, según las convenciones romanas, pasó a llamarse Gaius Iulius Caesar Octavianus: ‘Cayo Julio César Octaviano’, habitualmente designado como «Octavio» antes de recibir el título de Augusto.
Debido a razones políticas, Octavio eligió enfatizar su relación con Julio César (ya que no era hijo natural suyo, sino simplemente adoptado) al autodenominarse simplemente «emperador césar» (nombre al que el Senado Romano agregó honoríficamente el título Augustus —‘majestuoso’ o ‘venerable’—, en el año 27 a. C.), sin ostentar ningún otro elemento de su nombre completo. El sucesor del emperador Octavio, su hijastro Tiberio, también ostentó el nombre César como título. Su nombre natal era Tiberius Claudius Nero (Tiberio Claudio Nerón), siendo adoptado por Octavio el 26 de junio del año 4 como Tiberius Iulius Caesar. De esta forma se estableció un precedente: el emperador designaba a su sucesor al adoptarle y otorgándole el nombre de «César».
El cuarto emperador, Claudio, fue el primero en asumir el nombre «César» sin haber sido adoptado por el anterior emperador ni, por tanto, haber recibido el nombre de César, aunque era un miembro de la familia Julio-Claudia. Tras la muerte de Nerón en 68, el usurpador Servio Sulpicio Galba fue el primero en tomar el poder y el nombre simultáneamente sin ninguna razón válida, adoptando el nombre Servius Galba Imperator Caesar. También ayudó a consolidar el uso de «César» como título del heredero designado al dárselo a su heredero adoptado, Lucius Calpurnius Piso Frugi Licinianus.
El siguiente paso en el desarrollo del título vino un año después en el 69, cuando el usurpador Vitelio depuso al anterior usurpador Otón y ostentó la púrpura junto con el nombre Aulus Vitellius Germanicus Imperator Augustus. En un principio, Vitelio no adoptó el título «césar» como parte de su nombre, y quizás pretendió remplazarlo con «Germánico», ya que concedió ese nombre Germanicus a su propio hijo, sin embargo, César se había convertido en una parte integral de la dignidad imperial y su lugar fue restaurado por el cuarto emperador que hubo en el año 69, cuando el hijo de Tito Flavio Vespasiano, Tito, se convirtió en «Tito César Vespasiano», conocido por la posteridad como Tito.
En este punto, el estatus de «César» fue regularizado como el título dado a un emperador designado, de vez en cuando también junto con el título honorífico princeps iuventutis, ‘príncipe de la juventud’, y era conservado tras subir al trono y, por ejemplo, Trajano se convirtió en el heredero de Nerva como Caesar Nerva Traianus en octubre del año 97 y ascendió al trono el 28 de enero de 98 como Imperator Caesar Nerva Traianus Augustus. Después de algunas variaciones durante el reinado de los primeros emperadores romanos, el nombre del príncipe designado como sucesor del emperador fue NN Caesar, en donde NN era el nombre de nacimiento del príncipe. Tras convertirse en emperador, se convertía en Imperator Caesar NN Augustus. Tras la ascensión al trono de Alejandro Severo, se popularizó la costumbre de denominar al emperador designado NN Nobilissimus Caesar (‘Noble César’) en lugar de llamarle simplemente César.
El 1 de marzo de 293, Diocleciano estableció la denominada tetrarquía, un sistema de gobierno que dividía el imperio en dos partes, Oriente y Occidente, y contemplaba, por tanto dos emperadores principales y dos emperadores secundarios, designados sucesores de los anteriores en cada parte del imperio. Los dos emperadores principales eran nombrados de la misma forma que se venían nombrando hasta entonces: Imperator Caesar NN Pius Felix Invictus Augustus (el emperador Heliogábalo había introducido el uso de Pius Felix, «el Piadoso y Bendecido», mientras que Maximino el Tracio introdujo el uso de Invictus, ‘el Invicto’), y eran llamados Augusti (‘Augustos’), mientras que los dos emperadores menores, adjuntos y sucesores cada uno de un augusto, fueron nombrados al igual que los anteriores emperadores designados, como NN Nobilissimus Caesar. Asimismo, los emperadores menores conservaron el título «César» antes de suceder al augusto. A cada augusto y a cada césar se les asignaba una porción del Imperio romano para su administración, un augusto y un césar para la parte occidental y otros tantos para la oriental.
Sin embargo, el complejo sistema de tetrarquía fue abandonado, especialmente porque requería simultaneidad en la renuncia de los dos augustos para que los dos césares asumiesen la púrpura, y el sistema anterior de emperador-emperador designado, tanto en la zona occidental del Imperio, de habla latina, donde se conservó el título de «césar», como en la oriental, de habla griega (kaisar). Más adelante, la caída del Imperio Romano en occidente provocó que cayera en desuso el título de «César», aunque los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico fueron llamados Kaiser en alemán, su título correcto era en latín, la lengua culta de la época, imperator augustus, sin caesar, y la mayoría de los idiomas en Europa occidental usan derivados de imperator para referirse a los emperadores, por ejemplo, «emperador» en español, empereur en francés o emperor en inglés.
En la Europa oriental, a partir del Imperio bizantino, el término «césar» (καῖσαρ) sufrió un decaimiento gradual. El «césar» recibía una corona sin cruz y era inferior en rango al Patriarca de Constantinopla. Como resultado, este título se adaptó para denominar a un alto príncipe de sangre real, un regente o un emperador designado, y los emperadores designados normalmente se coronaban durante el reinado de sus predecesores. La proliferación de individuos titulados como «césar» incitó a Alejo I Comneno a crear un título superior «Sebastocrator», un neologismo que significaba ‘Regente Majestuoso’ derivada de σεβαστός y αὐτοκράτωρ, las palabras griegas equivalentes a augustus e imperator, para su hermano Isaac.
Sin embargo, Καῖσαρ y Σεβαστοκράτωρ fueron reducidos en rango cuando Manuel I Comneno introdujo Δεσπότης («Déspota»; en griego, ‘señor’, ‘amo’) como un título superior. A diferencia de «césar» y «sebastocrator», el título de «déspota» tenía un significado territorial en adición al rango en la jerarquía.
El término césar también fue usado en el imperio hispánico por Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico al que apodaban el "César".
En cualquier caso, el legado de «César» como título imperial está reflejado por las palabras para emperador y emperatriz en muchos idiomas germanos, eslavos e incluso en el turco:
El término «césar» se ha usado a menudo, en los países de tradición cristiana, para identificar el poder temporal (en contraposición al poder espiritual) o la esfera civil (en contraposición a la religiosa). Su origen está en las palabras atribuidas a Jesús en el evangelio de San Mateo, Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios (Mt. 22, 15-21), en respuesta a la pregunta de si era lícito pagar impuestos a Roma.
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