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Juan Bosco



¿Qué día cumple años Juan Bosco?

Juan Bosco cumple los años el 16 de agosto.


¿Qué día nació Juan Bosco?

Juan Bosco nació el día 16 de agosto de 1815.


¿Cuántos años tiene Juan Bosco?

La edad actual es 209 años. Juan Bosco cumplió 209 años el 16 de agosto de este año.


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Juan Bosco es del signo de Leo.


Juan Bosco, llamado en italiano Giovanni Melchiorre Bosco y más conocido como Don Bosco (I Becchi, 16 de agosto de 1815 - Turín, 31 de enero de 1888), fue un sacerdote, educador y escritor italiano del siglo XIX. Fundó la Congregación Salesiana, la Asociación de María Auxiliadora (ADMA), la Asociación de Salesianos Cooperadores, el Boletín Salesiano, el Oratorio Salesiano y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Promovió la Asociación de Exalumnos Salesianos, el desarrollo de un moderno sistema pedagógico conocido como Sistema preventivo para la formación de los niños y jóvenes y promovió la construcción de obras educativas al servicio de la juventud más necesitada, especialmente en Europa y América Latina. Fue uno de los sacerdotes más cercanos al pontificado de Pío IX y al mismo tiempo logró mantener la unidad de la Iglesia durante los duros años de la consolidación del Estado italiano y los enfrentamientos entre este y el papa que ocasionó la pérdida de los llamados Estados Pontificios y el nacimiento de la Italia Unificada. Fue autor de numerosas obras, todas dirigidas a la educación juvenil y a la defensa de la fe católica, lo que lo destaca como uno de los principales promotores de la imprenta.

Su prestigio como sacerdote y como educador de los jóvenes necesitados o en riesgo, le valió el respeto de las autoridades civiles y religiosas de su tiempo y de su país, así como una notable fama en el extranjero. Sus obras fueron requeridas directamente por jefes de estado y autoridades eclesiásticas de países como Ecuador,[3]El Salvador, España, Francia, Inglaterra, Polonia, Palestina, Panamá,[4]Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia[5]​ y Venezuela entre muchas otras. Fue un visionario de su tiempo al punto de predecir acontecimientos que se darían a lo largo del siglo XX en lo referente a sus salesianos, a la Iglesia católica y al mundo en general. El 1 de abril de 1934, solo 46 años después de su muerte en 1888, Juan Bosco fue canonizado por el papa Pío XI. Juan Pablo II le confirió el título de «Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes».[6]​ Poblaciones, provincias, parques, calles, teatros, museos, universidades y sobre todo colegios llevan su nombre. La Familia Salesiana es uno de los grupos católicos más numerosos del mundo y existen obras de Don Bosco en 130 naciones.[7][8][9]

El lapso de vida de Don Bosco (1815-1888) coincide con lo que en la Historia de Italia es conocido como el periodo de unificación italiana o el resurgimiento italiano (1815-1914). Don Bosco solo fue ciudadano italiano desde que se declaró definitivamente el Reino de Italia en 1870; anteriormente a esto, Don Bosco era un súbdito del Reino de Piamonte-Cerdeña.

La mayoría de los estados en los que se dividía la Península Itálica estaban ligados a dinastías consideradas como «no-italianas», entre ellas los Habsburgo y los Borbón. El Reino Piamonte-Cerdeña en cambio estaba regido por la Casa de los Saboya, los únicos que fueron considerados auténticamente «italianos», razón por la cual llegaron a ostentar el título de «Rey de Italia». Por otra parte, la Iglesia católica ejercía soberanía sobre varios estados del centro de la Península conocidos como Estados Pontificios, los cuales serían integrados al Reino de Italia en 1870, lo que incluyó a Roma, solicitada por los nacionalistas como la capital de la nueva unidad política. Don Bosco nació en uno de los estados claves dentro del proceso de unificación italiana, bajo el reinado directo de los Saboya.

Como capital del Reino Piamonte-Cerdeña, Turín era una ciudad de enorme importancia y actividad política y económica durante el siglo XIX. Fue la capital del Reino de Italia bajo Víctor Manuel II[10]​ y vivió una rápida época de transformaciones y renovación bajo Cavour a partir de 1850. Esta enorme importancia desde la ciudad piamontesa atraería a lo largo del siglo la emigración campesina y en especial de niños y jóvenes empobrecidos que terminaban contratados de manera irregular en fábricas, el campo estaba empobrecido a causa de las guerras napoleónicas que agobiaron el Piamonte hasta principios del siglo. Don Bosco llegaría a Turín en 1841, año de su ordenación y justo en el momento en que la ciudad comenzaba su desarrollo industrial, como en muchos centros europeos y norteamericanos. Su figura llegaría a ser con el tiempo emblemática en la ciudad piamontesa, sobre todo con el desarrollo de su obra en Valdocco.

Entre los papas del siglo XIX, el beato Pío IX (1792-1878) tendría una especial importancia en la historia de la unificación italiana y en la vida y obra de Don Bosco. Pío IX, el último «papa-rey» de los Estados Pontificios y el papa de pontificado más largo de la historia luego del que se adjudica tradicionalmente a san Pedro (31 años, entre 1846 y 1878), fue conocido también como «el papa de Don Bosco»,[11]​ ya que dio un apoyo incondicional a su apostolado y mantuvo un gran aprecio por el carismático sacerdote turinés.[12]

El siglo XIX fue un siglo de profundas transformaciones mundiales y revoluciones en todos los sentidos. Durante este tiempo las consecuencias más importantes de la Revolución francesa tomarían lugar especialmente con el avance de los nacionalismos en Europa y el nacimiento de las repúblicas americanas. Sería el siglo de las revoluciones industriales, el desarrollo del concepto moderno de democracia, el siglo de grandes inventos, del materialismo dialéctico y del impresionismo artístico. Cuando Don Bosco nació en 1815, el Imperio español, primero sometido a las ambiciones napoleónicas y después debilitado, se enfrentaba al avance del nacionalismo criollo en Hispanoamérica que llevaría al nacimiento de nuevas repúblicas declaradas varias décadas antes de la misma italiana y que jugarían un papel primordial en el desarrollo del carisma salesiano. Pero mientras América se liberaba del colonialismo europeo, África y Asia eran repartidas por el colonialismo europeo.

Francisco Luis había sido viudo y tenía un hijo, Antonio Bosco, antes de su segundo matrimonio con Margarita. Una hija de su primer matrimonio, Teresa, había muerto en su infancia. Margarita Occhiena tuvo dos hijos con Francisco: el primero fue José (1813-1862) y el segundo Juan Melchor. En la casa vivía también la madre de Francisco Luis cuyo nombre era también Margarita.

Los Bosco de I Becchi eran en realidad una familia del campo que sobrevivían como peones de la familia Biglione. El 11 de mayo de 1817, cuando Juan tenía 21 meses de edad, Francisco falleció a causa de una pulmonía. La responsabilidad de la familia quedó en manos de su madre, Margarita.

El protagonismo en la formación de la infancia de Bosco recaería entonces en manos de su madre. Una mujer de un férreo carácter, una sólida devoción y una intensa fidelidad a su familia. No buscó un segundo matrimonio, sino que sola se dedicó a formar a sus tres hijos varones. La manera en que Margarita defendió a sus hijos en medio de la pobreza y el espíritu de disciplina y devoción que les impartió, tendrían mucho que ver en el futuro apostolado de Don Bosco.

Tras la Revolución, los franceses trataron de ocupar el Piamonte en contra del Imperio austríaco lo que hizo de este un campo de batallas e inestabilidad que terminarían en 1815, precisamente el año en que nació Juan. Estas guerras dejarían los campos devastados y la amenaza de hambrunas que Margarita tendría que enfrentar con sus hijos.

Otra situación que la madre de Don Bosco tuvo que afrontar fue la educación de Antonio, hijo de Francisco y de su primera esposa. Con la muerte de Francisco el niño había quedado huérfano de padre y madre y a la caridad de su madrastra que, por fortuna, lo acogió como a un hijo y le dio la prioridad de hijo primogénito. Sin embargo, Antonio Bosco no superaría completamente su orfandad y se mostraría huraño dentro del contexto de la familia para oponerse con frecuencia a los sueños de Juan, su hermano menor.

En 1825 Juan tendría una experiencia que marcaría su vida y que ha sido registrada como «el sueño de los nueve años». Él mismo abriría la vida de Juan a un aspecto que ha sido objeto de estudio en la vida de Don Bosco: sus sueños premonitorios. En particular este primer sueño ha sido señalado como la descripción de lo que sería su misión entre los jóvenes más necesitados. Don Bosco mismo describió dicho sueño:

Los sueños marcarían la vida de Don Bosco y los mismos han sido motivo de estudios ya desde su tiempo. Pero en especial este sueño ha sido el derrotero de su apostolado, pese a que Juan no lo entendió muy bien y tuvo diferentes interpretaciones en el seno de su familia. Sería solo hasta 1846 cuando el padre Cafasso le aconsejaría darle crédito a sus sueños como parte de un plan divino en beneficio de las almas.[14]

Especialmente la frase «no con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» será la base del futuro sistema preventivo de Don Bosco y su inspiración en la espiritualidad salesiana.

El deseo de estudiar y salir adelante son características en la vida de Juan durante este período. Para luchar por la realización de sus sueños, tendría que enfrentarse a los obstáculos que provenían de la situación de pobreza de su familia y de la oposición de su hermano Antonio que lo prefería en las faenas del campo. Ni Antonio ni José irían a la escuela. Juan en cambio sí lo hará gracias a la tenacidad de su personalidad y a la ayuda de su madre.

En 1828 deja I Becchi y va a trabajar como pastor a casa de la familia Moglia en Moncucco, distante ocho kilómetros. Desde su niñez, Juan demuestra un espíritu de liderazgo y las características del que sería su apostolado entre los jóvenes al reunir niños y jóvenes en los ratos libres y entretenerlos con actos de malabarismo y anécdotas con mensajes formativos. También comienza en ese tiempo a insistir en la idea del sacerdocio, hecho este que demostraría con una gran devoción y asistencia sacramental.

En noviembre de 1829 Juan se encontraría con un anciano sacerdote, Melchor Calosso, quien admiraría en el joven su inteligencia y devoción y le prometería ver por sus estudios, pero murió el 21 de noviembre de 1830. Con la perspectiva del matrimonio de su hermano Antonio, Margarita divide la propiedad y deja la casa de I Becchi a su hijastro mientras ella va a vivir con José a Sussambrino. Este acontecimiento posibilita que Juan pueda asistir por fin a la escuela en Castelnuovo, lo que hizo que el muchacho tuviera que caminar cinco kilómetros cuatro veces por día.

El 4 de noviembre de 1831 comienza sus estudios secundarios en Chieri, a 12 kilómetros de Castelnuovo de Asti. Para pagar las 12 liras mensuales, Juan recorre las aldeas pidiendo limosna, sin embargo, su memoria prodigiosa y su dedicación al estudio, bien lo hacen centro de aprecio en la región. Al realizar diversos trabajos para pagarse sus estudios, Juan aprende pastelería, sastrería, ferretería, zapatería y muchos otros oficios que después le servirían para sus muchachos. Se convierte además en maestro del teatro, música, prestidigitación y funda un movimiento juvenil al que llama «La Sociedad de la Alegría». Es promovido varias veces en el colegio y es sin duda el mejor estudiante.

Preocupado por sus escasos recursos económicos que le imposibilitaban seguir la formación sacerdotal, Juan decide ingresar en los franciscanos el 18 de abril de 1834. Su decisión cambió radicalmente debido a un sueño en donde veía frailes que lo desaconsejaban. Con la orientación del padre José Cafasso y la ayuda del padre Cinzano, Juan ingresó en el Seminario Diocesano de Chieri el 30 de octubre de 1835, tenía 20 años.

En el siglo XIX, la Iglesia católica europea estuvo fuertemente influenciada por un movimiento espiritual y teológico conocido como el Jansenismo fundado en el siglo XVII por el obispo Cornelio Jansen (1585 - 1638) y que creó un fuerte rigorismo moral basado en una interpretación literal de los textos de Agustín de Hipona. La ascética era la base de su espiritualidad que los alejaba de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía mientras promulgaban por un rigorismo moral extremo. Cuando Juan ingresó al Seminario de Chieri, esta posición teológica estaba en su apogeo en el Piamonte y al mismo tiempo era objeto de combate por notables personajes como el padre Cafasso, quien fue confesor de Don Bosco y por parte de los jesuitas, los que lograron que la Iglesia condenara dicha tendencia teológica.

Si bien el joven Juan Bosco sufrió el rigor del jansenismo en su formación sacerdotal en Chieri al someterse él mismo a penitencias extremas, ascetismo, la abstención de practicar deporte y la elección limitada de amigos, la búsqueda diaria de la comunión desaconsejada por dicha corriente (sacrificaba el desayuno por ir a comulgar a la Iglesia de San Felipe) es visto como una muestra de que el joven seminarista tenía otra percepción de la Gracia en ámbito teológico católico. Una prueba de ello, expuesta por sus biógrafos, es que al final de su formación sacerdotal escoge entre sus propósitos a San Francisco de Sales como modelo de amabilidad. El Santo Obispo de Annecy, con la teología espiritual salesiana, fue una de las más destacadas respuestas al rigorismo jansenista en la época del apogeo de dicha corriente y sería uno de los pilares fundamentales del apostolado de Don Bosco, al punto de darle su nombre a la Congregación que fundaría posteriormente en favor de los jóvenes.

Uno de los momentos más destacados de la vida de Juan en el Seminario fue su amistad con Luis Comollo quien murió prematuramente en 1839 y del cual Don Bosco escribiría un relato de su corta vida.[15]

De esta manera, el joven seminarista Bosco de Asti fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1841 por Monseñor Franzoni, arzobispo de Turín, en la capilla privada arzobispal. Celebró su primera Eucaristía en la Iglesia de San Francisco de Asís en Turín, ante el altar del Ángel de la Guardia.

El joven sacerdote, Don Bosco, tenía 26 años cuando se ordenó. Se trasladó a Turín en donde acepta la sugerencia de su confesor, el padre Cafasso, de adelantar tres años más de estudios en el Instituto Pastoral fundado por él (Convitto Eclesiastico en italiano), cerca de la Iglesia de San Francisco de Asís. El propósito de dichos estudios era profundizar en la tarea sacerdotal, la teología moral y la predicación. Al mismo tiempo prestaba servicios pastorales en diferentes centros de la ciudad, lo que le permitiría conocer la realidad juvenil de la misma.

Según estadísticas de la época,[16]​ cuando el joven Don Bosco llegó a Turín en noviembre de 1841 había 7148 niños menores de 10 años empleados como constructores, sastres, carpinteros, pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y muchos otros oficios. Se trataba de la revolución industrial que comenzaba a dar sus frutos en la capital saboyana y en donde los obreros tenían que trabajar hasta 14 horas por pobres salarios de máximo 30 liras semestrales de la época. Por su parte, las cárceles turinesas estaban atestadas de muchachos tan jóvenes como 12 años en condiciones de hacinamiento. El joven sacerdote de origen campesino se dejó pronto impresionar por esta realidad con la que él mismo se identificaba y rechazó numerosas ofertas que le hubieran podido garantizar una vida de bienestar y tranquilidad entre la burguesía de la ciudad.

El 8 de diciembre de 1841 Don Bosco tuvo un encuentro que se haría significativo para su futura obra. Se trata de un muchacho que solo aparece en su biografía esa vez, pero que para Don Bosco, siempre sensible a los signos de su cotidianidad que veía siempre desde una óptica de fe, le abrirían las puertas a la realización de la misión descrita en el «sueño de los nueve años». Don Bosco, recién ingresado al Instituto Pastoral del padre Cafasso, fue a celebrar ese día la Eucaristía en la Iglesia de San Francisco de Asís y encontró al sacristán Comotti maltratando a un muchacho de 16 años de nombre Bartolomé Garelli porque no sabía acolitar. Defendido por Don Bosco el muchacho le confesó que «no había recibido la Primera Comunión, que no conocía el catecismo y que era pobre y abandonado». Después de la Misa, Don Bosco le dio las primeras lecciones de catecismo y al siguiente domingo Garelli regresó con 20 muchachos que llegaron a ser 80 en marzo del año siguiente. Fue el inicio del Oratorio de Don Bosco que, sin embargo, no tuvo todo el respaldo de la ciudadanía ni de la Iglesia en sus inicios. Para muchos, Don Bosco planeaba una revolución con esos muchachos abandonados dispuestos a todo, para otros el joven sacerdote robaba la feligresía de las diferentes parroquias de donde provenían los muchachos y por último, para otros, Don Bosco había perdido la razón. El padre Borel le sugirió que redujera el grupo a 20 muchachos, el Marqués de Cavour le advirtió que estaba perdiendo el tiempo y los sacerdotes Vincenzo Ponzati y Luis Nasi hicieron cuidadosos arreglos para ingresarlo en un hospital mental.

Don Bosco tiene entonces que enfrentarse a la sospecha y la antipatía de muchos que no entendían cómo un sacerdote iba por las calles con muchachos de tan baja clase social. Comienza entonces la fase nómada del Oratorio a través de Turín: primero en algunos espacios de la Iglesia de San Francisco de Asís y en los patios del Instituto Pastoral de Cafasso, después organizaba sus actividades en las calles y en las afueras de la ciudad. Pasó con sus muchachos a la Capilla de San Francisco de Sales en el Hospital de Santa Filomena del Internado para niñas de la Marquesa de Barolo en donde además predicaba y confesaba. En mayo de 1845, con 400 muchachos, se reúne en los predios del cementerio abandonado de la Iglesia de San Pedro, cerca de la Capilla de San Martín. En ese lugar Don Bosco conocería a otro muchacho de una gran importancia en la vida salesiana: Miguel Rúa, quien llegaría a ser su mano derecha y su primer sucesor. Después arrendó algunas habitaciones de la casa del padre Moretta y por último arrendó el campo de los hermanos Filippi.

El 5 de abril de 1846, un día antes de que se venciera el plazo para abandonar el Campo de los Filippi con sus muchachos, Pancrazio Soave lo llevó a los predios de Francisco Pinardi y Don Bosco le dio 350 francos por una franja de tierra: una nueva fase de su sueño comenzaría para él y sus muchachos.

La Casa Pinardi estaba ubicada en Valdocco y sería allí en donde Don Bosco centraría el desarrollo de su apostolado. Valdocco se convertiría en un nombre de fama mundial y a él se asociarían con el tiempo el nombre de grandes personalidades de la misión salesiana. Las adaptaciones al edificio y al terreno para el Oratorio fueron hechas por él mismo y sus muchachos. El 12 de abril de 1846 el arzobispo bendijo la capilla y aumentó el número de muchachos, especialmente los domingos. El conde de Cavour, temeroso de que fuera el principio de una contrarrevolución religiosa liderada por Don Bosco, intentó prohibir el Oratorio, pero en su auxilio llegó la orden favorable del rey Carlos Alberto. La intensidad de su trabajo desinteresado en favor de sus muchachos, deterioró bien pronto su salud y Don Bosco estuvo a las puertas de la muerte. En dicha ocasión, las manifestaciones de afecto de los jóvenes se hicieron significativamente evidentes especialmente en intensas oraciones, ayunos y promesas hechas cerca de la habitación de convalecencia del joven sacerdote. Don Bosco se recuperó de manera extraordinaria y de dicho evento Don Bosco afirmaba que se trataba de un milagro obrado por sus muchachos. Después de pasar un periodo de descanso en su casa, regresa a Turín el 3 de noviembre de 1846, pero esta vez no regresaba solo: con él venía su madre, Margarita Occhiena, que con 58 años de edad venía a darle una mano al sueño de su hijo. Los muchachos, muchos de ellos huérfanos, comenzarían a llamarla «Mamá Margarita» y con ese nombre será recordada por la tradición salesiana.

El Oratorio de Don Bosco se desarrolla entonces como un espacio en donde los muchachos podían aprender un oficio útil, asistir a los sacramentos y tener un patio para jugar sanamente con los amigos. Desde el principio Don Bosco puso en el centro de su obra la figura de San Francisco de Sales como modelo de amabilidad, dulzura y espiritualidad religiosa. Visitaba las fábricas en donde trabajaban sus muchachos para garantizar de que no fueran víctimas de explotación, buscaba trabajos dignos para muchos de ellos para lo cual hacía que los empleadores firmaran con él tratados que garantizaran los derechos de los muchachos anticipándose así a la legislación laboral internacional. Planeaba retiros espirituales para muchachos obreros y en 1847 elaboró el primer reglamento del Oratorio.

En mayo de 1847 comienza una nueva dimensión en el Oratorio. Hasta entonces los muchachos tenían que buscarse por su propia cuenta el dormitorio, muchos de ellos lo hacían en la calle. Bajo petición del joven Alejandro Percamona, un muchacho huérfano que le pidió posada, Don Bosco y con la intervención de Mamá Margarita, inician el proyecto del internado en Valdocco.

La primera experiencia de extensión de su apostolado la vivió en la misma Turín, cuando ese mismo año abre el Oratorio de San Luis en Porta Nova y el del Ángel Guardián en Vanchiglia dos años después. En tanto comenzó las construcciones de una nueva capilla para reemplazar la inicial. La idea de crear los talleres dentro del Oratorio nace de la necesidad de sacar a los muchachos de los trabajos en las fábricas. A partir de 1853 comienza la construcción de talleres de calzado, sastrería, carpintería, imprenta y metalistería. Gracias a esto, 300 muchachos dejaron de trabajar en las fábricas. Para 1869 había 375 internos y entre 1854 y ese año se contaban ya más de 800 muchachos que habían pasado por el internado.-[17]

Con la ayuda de un seminarista, Francesia, Don Bosco comienza también a dar clases dentro del Oratorio y para 1860 tiene completa la educación media para sus muchachos insistiendo en que sus estudios fueran los mejores. De la calidad educativa de esta primera escuela de Don Bosco se tiene el comentario de un profesor universitario de Turín: «En el lugar de Don Bosco usted tiene que estudiar, realmente estudiar».[18]​ Por otra parte, la situación difícil que enfrentaba en aquella época el avance del nacionalismo italiano no pocas veces hostil a la Iglesia, causó que los seminarios fueran cerrados, en no pocas ocasiones el Arzobispo de Turín fue exiliado y las órdenes religiosas perseguidas. Por el contrario, el Oratorio de Don Bosco ganó pronto un sólido prestigio entre las autoridades civiles por el tipo de trabajo que tenía mucho que ver con la promoción social de jóvenes marginales. Esta misma situación hizo que el Oratorio se convirtiera además en un oasis para la Iglesia y por esta razón muchos seminaristas diocesanos y religiosos fueran enviados a seguir sus estudios de formación sacerdotal con Don Bosco. En 1861 se ordenaron 34 jóvenes sacerdotes formados por Don Bosco para la Arquidiócesis de Turín y según estadísticas del tiempo[19]​ Don Bosco dio a la Iglesia un número total de 2500 sacerdotes. Otra fuente, en cambio, señala que fueron 6 mil en el lapso de 34 años.[20]

Si bien Don Bosco era un sacerdote diocesano, comienza a desarrollar la idea de una comunidad religiosa que pudiera continuar su misión. Pero semejante plan era contraproducente en una época en la que se agudizaba la lucha entre el poder del Estado y de la Iglesia.

En 1855 Urbano Rattazzi, un gobernador declarado anticlerical, hizo aprobar una ley en la cual suprimía 35 órdenes religiosas, cerraba 334 casas religiosas, dispersaba a 5 456 sacerdotes y religiosos y los privaba de sus derechos civiles.[21]​ Por otro lado, el Estado exigía el derecho de elegir al obispo. Lo más sorprendente es que fue el mismo Rattazzi quien aconsejó a Don Bosco cómo fundar su Congregación de tal manera que no se enfrentara con la legislación civil, otro elemento de la vida extraordinaria de este sacerdote. Su consejo fue que formara una sociedad clerical, una asociación de ciudadanos libres que en lo religioso dependiera de la Iglesia, y en lo social fueran libres ciudadanos. Es por esta razón que la Congregación Salesiana ideada por Don Bosco tiene elementos que no entran en conflicto con la sociedad civil y que serían claves en la expansión del carisma en los cinco continentes y a lo largo de las décadas siguientes. Es por ello que el nombre oficial de los salesianos es Sociedad de San Francisco de Sales. Don Bosco evitó por ejemplo llamar a los laicos consagrados como «fray» o «hermano» para llamarlos simplemente «señor» y no les puso hábito distintivo, mientras en la organización de la autoridad religiosa no llamó a los superiores como prior, provincial o superior general, sino director, inspector y rector mayor y no hablaba de «convento» y «provincia», sino de «casa» e «inspectoría», entre muchas otras particularidades que son términos civiles más que religiosos.

Los primeros jóvenes, miembros del Oratorio de Valdocco, fueron Miguel Rúa, Juan Cagliero, Francesia, Angelo Savio, Rocchietti, Turchi y otros que aceptaron la propuesta de Don Bosco. El 26 de enero de 1854 hicieron la promesa inicial en la fundación de los que Don Bosco llamó sin dudas los salesianos en honor de san Francisco de Sales. El 25 de marzo de 1855 el joven Miguel Rúa sería el primero en hacer sus votos, seguido después por el resto. Para el 9 de diciembre de 1856 Don Bosco se refería de manera abierta a su Congregación que recibió la aprobación de S.S. Pío IX en 1858. Para el 14 de mayo de 1862 Don Bosco recibió los votos de 22 jóvenes entre los cuales dos lo hacían como coadjutores, la manera en la que Don Bosco llamó a los laicos consagrados salesianos. A estos les diría que el propósito de la Congregación Salesiana era la de buscar la santificación personal y continuar el trabajo en favor de los muchachos, especialmente aquellos más necesitados de instrucción y educación.[22]​ Los inicios de la Congregación Salesiana de Don Bosco no fueron fáciles y le trajeron serios problemas, especialmente en lo concerniente a su aprobación definitiva. Sin embargo, comenzó la fundación de varias casas salesianas primero en Piamonte: Lanzo en 1864, Cherasco y Alassio en 1869, Valsalice en 1872 y Vallecrosia en 1875. El primer país extranjero en recibir a los salesianos de Don Bosco fue Francia con casas en Niza en 1875, Marsella en 1878 y París en 1884. Para enero de 1863 había 39 salesianos, 80 en 1865, 320 en 1874 y 768 en 1888, año de la muerte de Don Bosco.

La otra obra perenne de Don Bosco fue la fundación de las Hijas de María Auxiliadora. Hasta entonces había centrado todas sus fuerzas apostólicas y recursos posibles a los muchachos. Gracias a un sueño en el que la Virgen María le pide interesarse también por las muchachas, Don Bosco ve la oportunidad de hacer ese sueño realidad cuando conoce al padre Pestarino quien le habla de María Dominga Mazzarello, una muchacha de su parroquia, Mornés, que demuestra una gran devoción y carisma por las jóvenes más necesitadas. El 8 de octubre de 1864 Don Bosco se encontraría con la joven Mazzarello de Mornés y de dicho encuentro vendría a la luz la fundación del Instituto de hermanas que harían del carisma salesiano una oportunidad también para las muchachas.

En diciembre de 1877 llega a Uruguay la primera expedición misionera de las Hijas de María Auxiliadora en América. Se instalan en Villa Colón (Montevideo).

Con el fin de promover la veneración a la eucaristía y la devoción a María Auxiliadora, Don Bosco solicitó la erección canónica de la Asociación de María Auxiliadora, la que obtuvo por parte del arzobispo de Turín el 18 de abril de 1869. Pío IX la elevó a la categoría de archicofradía mediante un breve apostólico del 5 de abril de 1870,[23]​ con lo que le otorgó la facultad de agregar las asociaciones del mismo nombre y reglamento en la arquidiócesis de Turín. En 1877, esa facultad se extendió a todas las diócesis de Piamonte.

Bien pronto las obras de Don Bosco serían conocidas en numerosos países. La situación de inestabilidad política en el Piamonte ocasionó que numerosas familias de esa región emigraran a Latinoamérica. De la misma manera, el aprecio y prestigio de Don Bosco le ganó la simpatía de notables personajes como el papa Pío IX que lo llamaba «el tesoro de Italia», cardenales como Alimonda que se refería a Don Bosco como el «divinizador del siglo», obispos, nobles e incluso los nacionalistas y anticlericales como Ratazzi que dijo en 1867 «para mí Don Bosco es quizá el más grande milagro de nuestro siglo»,[24]​ el papa León XIII dijo «Don Bosco es un santo» a los salesianos, mientras que el Cardenal Bilio mencionó «Nadie es canonizado mientras vive, pero Don Bosco ya fue hecho santo», todos ellos que contribuirían a hacer conocer el nombre y la obra del sacerdote turinés.

Además de numerosos viajes a través de Italia, los otros dos países que vieron el rostro del santo educador fueron Francia y España. El diario Le Monde (de París) escribió sobre él:

Profundamente sensible por las culturas extranjeras, Don Bosco dominaba, junto a su lengua natal, el piamontés, otros idiomas como el italiano, español, francés e inglés, además de las lenguas clásicas griego y latín.

El 11 de noviembre de 1875 Don Bosco envió la primera expedición allende los mares al Nuevo Mundo. Se trataba de Argentina y pensaba en la Patagonia a donde envió a Juan Cagliero como encargado de la expedición y quien llegaría a ser el primer obispo salesiano.

Desde Argentina los salesianos llegarían con sus Oratorios a las demás naciones latinoamericanas. En 1876 llegan a Uruguay bajo la dirección de Mons. Luis Lasagna, llamado el obispo misionero, pues desde allí extendió la obra salesiana a Paraguay y Brasil.

En vida, Don Bosco envió salesianos a los siguientes países: Argentina (1875), Uruguay (1876); España 1881;Brasil en 1882; Chile en 1886 y Ecuador en 1888.

Entre los diversos autores que estudiaron los sueños de Don Bosco,[27][28]​ destacan Pietro Stella,[29]​ y Michael Mendl.[14]​ En principio, Don Bosco no fue amigo de hacer de sus sueños un hecho espectacular y sus relatos tuvieron ante todo un objetivo pedagógico.

Dice al respecto Mendl:

Don Bosco contaba sus sueños a los muchachos siempre con el ánimo de dejar una enseñanza o de prevenir algún tipo de peligro. Con el correr del tiempo él mismo puso varios por escrito. Stella intenta una clasificación de los sueños de Don Bosco:[31]

El 31 de enero de 1888 a las 04:45, murió el llamado apóstol de los jóvenes.[32]​ Tenía 72 años, 5 meses y 14 días de edad. Su cuerpo permaneció en la Basílica de María Auxiliadora y después fue sepultado el 6 de febrero en la casa salesiana de Valsalice, pero sus restos serían posteriormente trasladados a la Basílica en donde permanecen en la actualidad.

En 1890 se abrió el proceso de beatificación y canonización de Don Bosco. El 2 de junio de 1929 (39 años después), Don Bosco fue proclamado beato y el 1 de abril de 1934 (44 años después) fue canonizado por el papa Pío XI. Su estatua fue puesta en un nicho reservado a los santos fundadores de órdenes religiosas en la Basílica de San Pedro, como había soñado mientras vivía, y está situada por encima de la de San Pedro. A los lados, se encuentra acompañado por dos muchachos: Domingo Savio y Ceferino Namuncurá. [33]

Don Bosco recibió otras proclamaciones[34]​ después de su canonización entre las cuales se destacan patrono de los editores católicos desde el 24 de mayo de 1946, patrono de los magos e ilusionistas de España desde 1953.[35][36]​ Fueron los mismos magos quienes en un congreso internacional celebrado en Segovia (España), lo escogieron como modelo y protector y patrono del cine, razón por la cual los Premios Goya son concedidos anualmente en torno al 31 de enero. También es Patrono de los aprendices de Italia desde el 17 de enero de 1958.

En 1959 el papa Juan XXIII dijo en Cinecittá en un acto de veneración de las reliquias del santo: «Don Bosco, el mundo entero te admira, el mundo entero te ama».[37]

En 1988, con ocasión del I Centenario de la muerte de Don Bosco, el papa Juan Pablo II concedió indulgencias para la Familia Salesiana y el 31 de enero se celebró una Eucaristía solemne en Turín con 58 obispos salesianos, cuatro cardenales y el rector mayor, Don Egidio Viganó. Ese mismo año todos los salesianos del mundo renovaron su obediencia a Don Bosco y entre el 2 y 4 de septiembre el papa Juan Pablo II hace una extraordinaria peregrinación a I Becchi (Colle Don Bosco), Chieri y Valdocco, los lugares de la vida de Don Bosco. Al año siguiente, 24 de mayo de 1989, el papa proclamó oficialmente a Don Bosco como «Padre y Maestro de la Juventud».

Como testimonio de su obra, actualmente existen más 2.086 presencias salesianas en 128 países,[7]​ con 16.640 religiosos trabajando en ellas, sin contar los demás miembros de la Familia Salesiana, alumnos, miembros de los centros juveniles, exalumnos y benefactores de las obras de Don Bosco.

El 25 de abril de 2009 el rector mayor de los Salesianos, padre Pascual Chávez Villanueva, dio apertura al peregrinaje mundial de la urna de Don Bosco (una urna de vidrio que contiene una imagen de cera de su cuerpo y en su interior sus reliquias) por los cinco continentes. La urna regresó a Turín el 31 de enero de 2015, año que marca el bicentenario de su nacimiento.[38][39]

Como hombre práctico, Don Bosco dejó su Testamento Espiritual como un mensaje visionario hacia el futuro de los salesianos y sus jóvenes.

Don Bosco dice que «en lugar de llorar» por su muerte, sus hijos deben hacer firmes propósitos de «permanecer seguros en la vocación hasta la muerte», del trabajo constante, el buen ejemplo para los alumnos y la práctica del sistema preventivo. Es de destacar que Don Bosco no recomienda «penitencias y mortificaciones especiales» y dice:

Por último Don Bosco advierte que «cuando comience entre nosotros el bienestar y las comodidades, la sociedad salesiana habrá terminado su misión»[42]​ y «no olvidéis que nosotros estamos para los niños pobres y abandonados».

Como una de las figuras más populares de la educación en el mundo, Don Bosco es tema recurrente del arte. El mismo Don Bosco fue sensible a las manifestaciones artísticas y como todo lo que hacía, siempre procuraba la educación y formación de sus muchachos y la defensa de la fe. Además de ser un estudiado intelectual, dominaba varios artes y oficios como la carpintería, la metalistería, la sastrería y la imprenta. Muchas de las iglesias, edificios y escuelas tenían sus aportes, así como el diseño de muchas piezas religiosas, entre las que se destaca la imagen de María Auxiliadora y los Doce Apóstoles pintada por Tomás Lorenzone para la Basílica de María Auxiliadora en Turín. Por otro lado era un consagrado escritor y entre sus obras se cuentan innumerables libretos para teatro basados en historias formativas.

Nacido en el siglo de los inicios de la fotografía, Don Bosco es uno de los pocos santos del siglo XIX con un precioso material fotográfico, un medio ante el que tenía una gran fascinación y utilizaba con el ánimo de perpetuar los momentos más importantes de la vida de la Congregación. Don Bosco comenzó a ser fotografiado especialmente después de la segunda mitad del siglo, lo que coincide con el tiempo en el que la fotografía comienza a tener auge y razón por la cual no se tienen fotos de su más temprana juventud y niñez. No dejó en cambio registros fotográficos de personajes como Domingo Savio, cuya imagen se tiene gracias a la descripción de un compañero, ni de su propia madre Margarita Occhiena o de María Dominga Mazzarello.

Numerosas películas han sido producidas con el ánimo de representar la vida de Don Bosco. Entre las más destacadas se encuentran el Don Bosco de Leandro Castellini y el de Ludovico Gasparini[2],[43]​ una producción entre Goya y la Editorial CCS y transmitida por la RAI[3]. De ella dice la Revista de Novedades Literarias:

El rostro de Don Bosco se hizo mundialmente popular y ha sido representado en dibujos, pinturas, óleos, murales, vallas, esculturas, diapositivas y material digital procedente de todos los países en donde su nombre se ha asociado a la educación juvenil y la mayoría de dichos trabajos artísticos adaptados a las variadas manifestaciones culturales de los cinco continentes.

Por último, el Apóstol de los jóvenes es objeto preferido de la música dentro de los movimientos juveniles salesianos alrededor del mundo. Muchas canciones son traducidas en diferentes idiomas y diferentes géneros musicales han sido adaptados para rendir homenaje a Don Bosco o para crear letras formativas en las que priman los valores del sistema preventivo. Una de las canciones más populares y traducidas en la actualidad es «Padre, maestro y amigo».

Cientos de lugares (calles, barrios, localidades) e instituciones en el mundo llevan el nombre de Don Bosco como una manera de rendir homenaje al apóstol de la juventud. Entre los más destacados se encuentran los siguientes:

Numerosos movimientos juveniles internacionales de diferentes orígenes tienen espacio de encuentro con Don Bosco, por ejemplo, agrupaciones de pastorales juveniles diocesanas, catequéticas y diferentes agrupaciones deportivas, muchas de las cuales han tenido origen en algún centro salesiano. Don Bosco ha tenido gran afinidad con el Movimiento Scout Mundial de Robert Baden-Powell hasta el punto que en Argentina los salesianos fundaron un movimiento inspirado en el Sistema de Patrullas del general británico unido al Sistema Preventivo conocido como Exploradores Argentinos de Don Bosco.

Numerosos grupos scouts tienen su sede o son liderados en centros salesianos en todo el mundo que se reúnen periódicamente como «Jamboree Scout Salesiano» en varias inspectorías en contacto con las asociaciones scouts nacionales.

Como apóstol de los jóvenes y dada la presencia de los salesianos en los cinco continentes, Don Bosco es un santo con una notable popularidad y veneración en muchas regiones del mundo. Cada 31 de enero, durante la celebración de su fiesta, los centros salesianos e instituciones vinculadas a su nombre, congregación y espiritualidad, adelantan numerosos programas deportivos, culturales y religiosas que en ocasiones involucran las ciudades, regiones y naciones en donde Don Bosco está presente. Una de las naciones más notables en el mundo por sus celebraciones multitudinarias durante la fiesta de Don Bosco es Panamá en donde el santo de Turín es referido como «líder del pueblo».[45]​ Durante las fiestas del 2008 el padre Pascual Chávez, rector mayor y monseñor Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo salesiano de Tegucigalpa, se hicieron presentes en la Basílica de San Juan Bosco, en la ciudad de Panamá, en una celebración transmitida por Missioni Don Bosco Media Centre de Italia, el canal italiano Telepace y la cadena católica EWTN.[46]

Asimismo las celebraciones de Don Bosco de 2008 fueron vividas de manera pública por primera vez en Rangún, Birmania, en un acto que ha sido considerado de gran importancia dentro de los últimos acontecimientos de un país sometido a un Gobierno dictatorial.[47]

La mayoría de las obras fueron escritas y publicadas en Turín.[48]




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