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Mercenario



Un mercenario (del latín merces, - edis, «pago») es un soldado o persona con experiencia militar que lucha o participa en un conflicto bélico por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o nula consideración con la ideología, nacionalidad, preferencias políticas o religiosas del bando para el que lucha.

El soldado, que representa a su nación, está dispuesto a luchar por una causa que es de su comunidad o país. Sin embargo, el mercenario lo hace solamente con ánimo de lucro. De ahí que a los mercenarios se los conozca también como soldados de fortuna.

También se llama mercenarios a las personas que trabajan o actúan a cambio de dinero o de un beneficio personal, y sin motivaciones política, filosóficas, ideológicas o religiosas.

En el protocolo adicional a la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949 (APGC77), relativa a la protección de las víctimas de conflictos armados internacionales (protocolo I, de 8 de junio de 1977), se establece que un mercenario es cualquier persona que:

Se debe tener en cuenta que muchos países, incluyendo a los Estados Unidos de América, no son signatarios del Protocolo Adicional de la Convención de Ginebra de 1977 (APGC77), de manera que, aunque dicho protocolo es ampliamente aceptado, no es un documento definitivo.

Según la Tercera Convención de Ginebra, si un soldado es capturado por el enemigo, debe ser tratado como combatiente según la ley, y por lo tanto, como una persona protegida, y considerada como prisionero de guerra, en tanto dicho soldado haya sido puesto a disposición de un tribunal competente (Tercera Convención de Ginebra, artículo 5). Este tribunal debe decidir si la persona en cuestión es un mercenario, usando los criterios del Protocolo Adicional APGC77 o según alguna ley nacional equivalente. En este momento, el mercenario se convierte en un combatiente fuera de la ley, aunque a pesar de ello debe ser tratado con humanidad, y en caso de ser sometido a juicio, no debe ser privado del derecho a un juicio limpio y regular, dado que aún se encuentra cubierto por la Cuarta Convención de Ginebra, artículo 5. La única excepción a este artículo sería que la persona juzgada fuera ciudadano o súbdito de la autoridad nacional que le juzga, en cuyo caso no podría ser considerado un mercenario bajo la cobertura de APGC77, artículo 47.d.

Si tras un juicio regular, es capturado y declarado como mercenario, debe ser tratado como un delincuente común, y podría ser sometido a la pena capital. Debido a que no es ciudadano de ninguna de las partes en conflicto, no podría esperar ser repatriado al final de la guerra. El caso más conocido tras la Segunda Guerra Mundial se dio el 28 de junio de 1976, cuando un tribunal angoleño sentenció a muerte a cuatro mercenarios y a penas de prisión que oscilaban entre los 16 a los 30 años a otros nueve. Los cuatro condenados a muerte, tres británicos y un estadounidense, fueron fusilados el 10 de julio de 1976.

El estatus legal de los contratistas civiles depende de la naturaleza de su trabajo y su nacionalidad con respecto a los combatientes, pero si no han tomado parte activa en la confrontación (APGC77 artículo 47.b), no son mercenarios, y se encuentran bajo la protección de la Convención de Ginebra.

La situación provocada durante la ocupación de Irak de 2003 muestra cuán dificultoso es definir lo que es un mercenario. Mientras los Estados Unidos gobernaron el país, ningún ciudadano estadounidense que trabajara como guardia armado podía ser considerado mercenario, porque eran nacionales de una de las partes en conflicto (APGC77, artículo 47.d). Cuando se transfirió el poder al gobierno interino iraquí, se podía argumentar que, a menos que declararan a estas personas como residentes en Irak, al no ser residentes ni nacionales de un territorio parte en el conflicto (APGC77, artículo 47.d), podrían ser consideradas mercenarios. Si no tuviera lugar ningún juicio de las personas acusadas de ser mercenarios, las alegaciones tenderían a evaporarse en una espiral de acusaciones, denegaciones y contra-acusaciones. Se debe tener en cuenta que los soldados de la coalición en Irak que apoyan al gobierno interino iraquí no son mercenarios, porque todos ellos forman parte de las fuerzas armadas de una de las partes en conflicto o han sido enviados por un estado que no es parte en el conflicto en cumplimiento de su deber como miembro de las fuerzas armadas (APGC77, artículo 47.f).

Las dos unidades más reconocidas en las que nacionales de otro país sirven en las fuerzas armadas de otra nación son las brigadas británicas de Gurkhas y la Legión extranjera francesa. Los soldados que sirven en estas unidades de élite no son mercenarios.

Los Gurkha británicos están plenamente integrados como soldados del Ejército Británico. Operan en unidades formadas por brigadas de Gurkas bajo las mismas normas y reglamentos que deben cumplir todos los soldados británicos (normas similares se aplican a los Gurkas que sirven en el ejército indio). Los legionarios extranjeros franceses se integran en unidades de la Legión Extranjera francesa, que son desplegadas y luchan como unidades organizadas dentro del ejército francés (además, a los legionarios se les permite pedir la ciudadanía francesa después de tres años de servicio o tras ser heridos en batalla). Esto significa que, como miembros de las fuerzas armadas británicas o francesas, no pueden ser considerados mercenarios según APGC77, artículo 47.e y APGC77, artículo 47.f

Algunos países tratan de impedir que sus ciudadanos luchen en conflictos a menos que se encuentren bajo el control de sus propias fuerzas armadas:

Se sabe del uso de mercenarios en los conflictos de la antigua Yugoslavia. Muchos de estos mercenarios eran exsoldados procedentes de los países del antiguo bloque del este, desempleados tras la caída de la Unión Soviética.

Las empresas militares privadas son compañías que ofrecen logística, mano de obra y otros servicios para fuerzas militares. Sus contratistas son civiles autorizados para acompañar a las tropas en el teatro de operaciones.

Se puede argumentar que las fuerzas paramilitares bajo control privado son funcionalmente mercenarios, en lugar de guardias de seguridad o asesores. Sin embargo, los gobiernos nacionales se reservan el derecho de regular el número, naturaleza de su función y armamento de semejantes fuerzas privadas, aduciendo que no se encuentran empleadas en el frente de batalla en favor de las actividades militares, por lo que no se pueden considerar mercenarios.

Si los empleados de este tipo de empresas se involucran en las actividades militares de forma activa, normalmente se les puede considerar mercenarios, y sus empresas empleadoras pueden llamarse compañías de mercenarios. Tres de estas compañías, que los medios de comunicación consideraron compañías mercenarias en los años 1990 son:

En 2004, esta industria de los mercenarios obtuvo un considerable impulso debido sobre todo al empleo de compañías privadas militares por parte de los Estados Unidos y otros miembros de la coalición para trabajos de seguridad en Iraq. En marzo de 2004, cuatro empleados de la empresa estadounidense «PMC Blackwater» que vigilaban un almacén de suministros de alimentos fueron atacados y asesinados en Faluya. En unos incidentes cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, los asesinatos y el subsiguiente descuartizamiento de los cuerpos se convirtieron en el principal argumento usado por el gobierno estadounidense para llevar a cabo la batalla de Faluya que tuvo lugar poco más tarde y que se saldó con cientos de muertos.

Las compañías militares privadas suelen ser vistas con desagrado por las Naciones Unidas (aunque a pesar de ello, la misma ONU ha usado de sus servicios para dar apoyo logístico en África).

En un informe sobre las PMC (private military companies) efectuado por el ministerio de asuntos exteriores británico y publicado en febrero de 2002, este ministerio hace notar que la demanda de servicios militares por parte de la ONU y de organizaciones internacionales podría significar que el empleo de semejantes empresas es más barato que el uso de tropas regulares por parte de los países miembros. En todo caso y a día de hoy, tras considerar el uso de empresas privadas militares como apoyo de las operaciones de Naciones Unidas, el exsecretario general, Kofi Annan, tomó la decisión de prescindir de estas.

Los primeros datos sobre el uso de mercenarios se remontan hasta el Antiguo Egipto, alrededor del año 1500 a. C., cuando el faraón Ramsés II hizo uso de 18.000 de ellos en el transcurso de sus batallas, pagándoles con lo que saqueaban, la comida y agua.

Durante el siglo XX, los mercenarios han prestado sus servicios en los conflictos del continente africano. Han sucedido varios incidentes desagradables a lo largo de las múltiples guerras africanas, algunos de los cuales involucraban a ciudadanos europeos y americanos, hombres por lo general buscadores de fortuna, que fueron enviados a situaciones de combate de las que no pudieron sobrevivir para recibir su paga.

Muchos de los aventureros en África que han sido descritos como mercenarios estaban de hecho motivados ideológicamente para apoyar a ciertos gobiernos, y no luchaban para el mejor postor.

Entre estos mercenarios particularmente notorios se encuentran:

Los mercenarios lucharon para el Biafra en la cuarta brigada de comandos durante la guerra civil nigeriana (1967-1970). Otros mercenarios tuvieron como cometido pilotar aviones para esta facción. En octubre de 1966 por ejemplo, un DC-4M «Argonaut» de la Royal Air Burundi pilotado por un mercenario llamado Heinrich Wartski (también conocido como Henry Wharton), se estrelló en Camerún con suministros militares destinados a Biafra.

A mediados de los años 1970, el británico John Banks reclutó mercenarios para luchar a favor del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) contra el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) durante la guerra civil tras conseguir Angola la independencia de Portugal en 1975. Al ser capturado, su papel como líder de los mercenarios hizo que fuera condenado a muerte por fusilamiento. Otros nueve mercenarios fueron encarcelados, y hubo tres ejecuciones más: El estadounidense Daniel Gearhart fue sentenciado a muerte, al haberse publicitado en un periódico de Estados Unidos como mercenario; Andrew MCKenzie y Costas Georgiu (autodenominado este «Coronel Callan»), quienes habían servido en el ejército británico, fueron sentenciados a muerte por asesinato.

El estadounidense Bob MacKenzie fue muerto en los Montes Malal en febrero de 1995 mientras comandaba un escuadrón de guardias de seguridad Gurkha en Sierra Leona. Este escuadrón fue poco después sustituido por la empresa Executive Outcomes. Ambos fueron empleados por el gobierno de Sierra Leona como asesores militares y para el entrenamiento de las tropas gubernamentales. Se ha alegado que estas firmas proporcionaron soldados que tomaron parte activa en la lucha contra el Frente Revolucionario Unido (RUF).

Un retrato ficticio de las operaciones de mercenarios en los años 1970 es el libro de Frederick Forsyth «Los Perros de la Guerra», novela que tiene lugar en la isla de Malabo (renombrada «Zangaro» en el libro), donde supuestamente se hallaba una reserva de platino. Desde el descubrimiento de petróleo a mediados de los años 1990, esta isla no necesita esas supuestas reservas de platino para acaparar el interés de financieros y mercenarios. En agosto de 2004 se elaboró un plan para derrocar al gobierno de Guinea Ecuatorial en Malabo. Actualmente, ocho soldados sudafricanos de la era del apartheid (el líder de los cuales es Nick du Toit), seis aviadores armenios y cinco guineanos se encuentran en la prisión de Playa Negra, en esta isla. Están acusados de ser la avanzadilla de un golpe de estado con el objeto de colocar al opositor Severo Moto en el poder. La CNN informaba el 25 de agosto de 2004 que:

Según estas palabras, el golpe de estado estaría planeado por Simon Mann, fundador de Executive Outcomes y antiguo oficial del SAS. El 27 de agosto de 2004 fue encontrado culpable en Zimbabue de tráfico de armas para su uso en este golpe. Mann admitió que transportaba armas, aunque aseguró que las mismas eran para la protección de una mina de diamantes en la República Democrática del Congo. Se asegura que el seguimiento de las pistas a través de los documentos implica a Sir Mark Thatcher, Lord Archer y Ely Calil (un comerciante de petróleo libanés).

De nuevo, la BBC informaba en un artículo titulado «Preguntas y Respuestas: La trama del golpe en Guinea Ecuatorial»:

El 10 de septiembre de 2004, la BBC informaba sobre Zimbabue:

Dada la actual crisis en Zimbabue, un Boeing 727 es una utilísima adición a la línea aérea estatal, y los 180.000 dólares podrían ser más que suficientes para cubrir los gastos de mantener a esta cantidad de hombres en prisión.

El grupo mercenario Saika de la provincia japonesa de Kii, tomó un significativo rol durante el asedio de Ishiyama Hongan-ji que duró entre agosto de 1570 y agosto de 1580. Los mercenarios eran famosos por el apoyo de los Ikkō-ikki y dificultaron enormemente el avance de las fuerzas de Oda Nobunaga.

En el período chino de los señores de la guerra, muchos mercenarios ingleses y estadounidenses prosperaron, como Homer Lea, Philo Norton McGriffin, Morris Cohen y Francis Arthur "Un Brazo" Sutton.

Durante las etapas iniciales de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, los Estados Unidos no querían abiertamente envolverse en el conflicto (debido a un pacto de no agresión con el Imperio del Japón), sintieron la obligación de asistir a los chinos para parar la agresión japonesa. La Administración Roosevelt en 1941 creó el Grupo de Voluntarios Americanos (AVG), conocidos como los Tigres Voladores. Los pilotos fueron contratados por la Compañía Manufacturera Aeronáutica Central y ganaban de 600 dólares a 750 dólares como sueldo base y 500 dólares extra por el derribo confirmado de cada avión enemigo, financiados por el General Chiang Kai-shek.

También en el conflicto de Vietnam (1965-1975) se los conoció.

Durante la época clásica muchos mercenarios griegos lucharon en las guerras para el Imperio persa, por ejemplo:

En los últimos tiempos del Imperio romano, los emperadores y los generales tuvieron cada vez más dificultades para reclutar unidades militares a partir de la ciudadanía por diversas razones: falta de mano de obra, falta del tiempo necesario para el entrenamiento, carencias materiales e, inevitablemente, consideraciones políticas. Por lo tanto, a finales del siglo IV, el Imperio comenzó a contratar bandas completas de bárbaros ya fuera dentro de las legiones o como federaciones autónomas. Los bárbaros fueron romanizados, y los veteranos supervivientes se establecieron en áreas que requerían ser repobladas. La Guardia varega del Imperio romano del Este, también conocido como Imperio bizantino, es la unidad más conocida formada por mercenarios bárbaros.

Los emperadores bizantinos continuaron la antigua práctica romana de contratar contingentes extranjeros para la defensa del Imperio. En 1071, por ejemplo, el emperador Romano IV lideró una campaña contra los turcos selyúcidas de Iconio. Según el musulmán Imad ad-Din (siglo XII) y otros cronistas contemporáneos a Romano IV, el ejército, de unos 100.000 hombres, estaba compuesto por romanos (bizantinos), rusos, kázaros, alanos, cumanos, georgianos, armenios, germanos, normandos, godos de Crimea, patzinakos y búlgaros. La mayor parte de las tropas propiamente bizantinas provenían de los themas (legiones) de la mitad oriental del Imperio, con refuerzos de la Guardia Varega y de los Tagmata (los regimientos de élite acantonados en Constantinopla).

Bizancio fue también la creadora de uno de los más célebres cuerpos mercenarios, la Guardia varega. Su origen se remonta a un tributo de hombres que enviaba el soberano de Kíev al Emperador bizantino. Con Alejo I Comneno, fue disuelta la vieja guardia del Palacio Imperial, los Excubitores, y en su lugar colocó a la Guardia varega. Estos acudían de entre los pueblos más belicosos, de los cuales los varegos (vikingos) y los anglo-sajones eran los más comunes, aunque también había alemanes, teutones, normandos, escoceses y toda clase de gente del norte. Como esta guardia no tenía vínculos con la población griega, era de suponer que sería más eficaz a la hora de aplastar cualquier rebelión. Uno de sus más famosos integrantes fue el que posteriormente sería el rey Harald III de Noruega, también conocido como Harald Hardrada, que llegó a Constantinopla en 1035, donde se alistó a la Guardia Varega. Participó en dieciocho batallas y fue nombrado «Akolouthós», comandante de la Guardia, antes de regresar a su país en 1043. Murió en la Batalla de Stamford Bridge en 1066, donde su ejército fue derrotado por un ejército anglosajón comandado por el rey Harold Godwinson, en las guerras que enfrentaron a este último con Hardrada y con Guillermo de Normandía, llamado el Conquistador.

Un tipo especial de caballeros andantes, los routiers, se dedicaba a recorrer los caminos para ofrecerse como profesionales de la guerra o mercenarios que se vendían al mejor postor, formando incluso cuerpos de ejército, las llamadas compañías libres. Carecían del idealismo de las órdenes de caballería y destacaban por su crueldad y falta de escrúpulos, demostrada además en el saqueo y pillaje de su campo de acción, con lo que completaban sus emolumentos. Un ejemplo: Bertrand du Guesclin, con sus Compañías blancas, intervino como mercenario a favor de Enrique II de Trastámara contra el rey legítimo de Castilla Pedro I el Cruel.

En Italia, el condottiero era un jefe militar que ofrecía sus tropas, los condottieri, al servicio de las ciudades-estado. Había veces que los mismos condottieros se volvían regentes de alguna ciudad-estado, ejemplo de ello fue Francisco Sforza.

Durante la época de los Reinos de Taifas en Al-Ándalus, los caballeros cristianos como El Cid podían luchar para algunos gobernantes musulmanes contra sus enemigos, ya fueran estos cristianos o musulmanes.

Los Almogávares fueron mercenarios aragoneses, catalanes y navarros, preferentemente provenientes de los Pirineos, que lucharon para la corona de Aragón, aunque a principios del siglo XIV se formó la Gran Compañía Catalana, integrada por más de 8000 almogávares al mando de Roger de Flor, Berenguer de Entenza y Bernat de Rocafort, para auxiliar al Imperio bizantino. Roger de Flor obtuvo grandes victorias en Asia Menor, destacando la batalla de Filadelfia, y llegó hasta las Puertas de Hierro, en los Montes Tauro, en Armenia. Tras el éxito de la Compañía Catalana, el emperador nombró Megaduque del Imperio a De Flor, y poco más tarde, César del Imperio, la tercera dignidad en importancia de Bizancio. Este éxito despertó el recelo de Miguel IX, coemperador e hijo del emperador Andrónico II. Tras el asesinato de Roger de Flor en Adrianópolis por orden de Miguel IX, la compañía de almogávares, apostada en Galípoli, saqueó gran parte de Tracia y Macedonia, aunque sin acercarse a la inexpugnable Constantinopla, y posteriormente lucharon al servicio de varios nobles francos de Grecia, hasta que se negaron a pagarles, por lo que los almogávares tomaron, en venganza, los ducados de Atenas y Neopatria, donde la bandera de la Corona de Aragón ondearía durante los siguientes 70 años.

Durante la Baja Edad Media se formaron las ya citadas compañías libres, que eran realmente cuerpos de tropas mercenarias. Las naciones-estado no poseían los recursos necesarios para mantener fuerzas permanentes y por ello tendían a alquilar los servicios de estas compañías para servir en sus ejércitos en los tiempos de guerra. Este tipo de compañías tuvieron su origen al final de los periodos de conflictos, cuando los hombres de armas ya no eran requeridos por sus respectivos gobiernos. Los soldados veteranos buscaban entonces otras formas de empleo, generalmente convirtiéndose en mercenarios. Las compañías libres se especializarían normalmente en formas de combate que requerían largos periodos de entrenamiento que no serían factibles por parte de las milicias movilizadas. La Compañía Blanca, comandada por Sir John Hawkwood, es la más conocida de este tipo de compañías en el siglo XIV. El galés Owain Lawgoch («Owain de la Mano Roja») formó una compañía libre y luchó para los franceses contra los ingleses durante la Guerra de los Cien Años, antes de ser asesinado por un escocés de nombre Jon Lamb, a las órdenes de la corona inglesa en 1378, durante el sitio de Mortagne.

Los mercenarios suizos eran buscados durante la segunda mitad del siglo XV por ser una fuerza de combate especialmente efectiva, hasta que sus algo rígidas formaciones de batalla se hicieron vulnerables a los arcabuces y a la artillería que se desarrolló en este periodo.

Fue entonces cuando los lansquenetes europeos, coloridos mercenarios con reputación de irreductibles, tomaron el testigo a las fuerzas suizas y se convirtieron en la fuerza más formidable de finales del siglo XV y a lo largo del siglo XVI, siendo contratados por todas las potencias en Europa y luchando frecuentemente en bandos opuestos.

Santo Tomás Moro, en su Utopía, abogaba por el uso preferente de mercenarios en lugar de los ciudadanos. Los mercenarios bárbaros empleados por Utopía estaban inspirados en los mercenarios suizos.

Aproximadamente en el mismo periodo, Nicolás Maquiavelo argumentaba contra el uso de ejércitos de mercenarios en su obra maestra, «El Príncipe». Su razonamiento era que la única motivación del mercenario era su paga, por lo que este tipo de soldados no estaría dispuesto a correr el tipo de riesgos que podrían dar la vuelta a una batalla pero que podrían costarle la vida. Él creía, lógicamente, que los ciudadanos con un apego real a su nación estarían más motivados para defenderla, lo que les convertiría en mucho mejores soldados.

En el siglo XXI han surgidas carreras con un apresurado ascenso y demanda como lo es la ingeniera en ciencias de la computación o también llamada de sistemas, cuyos profesionales han adquirido fama de ser mercenarios y trabajar para el mejor postor siendo algunos motivados solamente por beneficios económicos.

Al igual que la piratería, el espíritu mercenario resuena con aventuras idealizadas, misterio y peligro. Ejemplos de esto son:

Es interesante constatar que ambos títulos derivan de otras fuentes. «Grita ¡Devastación!, y suelta los perros de la guerra», es una cita de Julio César, acto III, obra de Shakespeare. Tras la firma del Tratado de Limerick (1691), los soldados del ejército irlandés que abandonaron Irlanda por Francia tomaron parte en lo que es conocido como el «Fuga de los Gansos Salvajes», tras el cual muchos de ellos hicieron carrera sirviendo como mercenarios para los ejércitos del continente. El más famoso de ellos fue Patrick Sarsfield, quien habiendo sido mortalmente herido en tierra extranjera dijo: «Si esto hubiera sido por Irlanda...»

Existe en la actualidad una revista especializada ostensiblemente escrita para mercenarios, llamada «Soldier of Fortune (Soldado de la Fortuna)». También en el filme Casablanca, Rick Blaine es un antiguo mercenario, aunque se deja intuir que elige el bando en el que lucha por motivos ideológicos, en lugar de elegir el mejor postor.

También llamados mercenarios aquellos que se cambian de trabajo por mejores expectativas laborales, generalmente el sueldo, o cuya único apego a su trabajo es el dinero.



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