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Alcarreño



La Alcarria es una comarca natural castellana situada en la submeseta Sur, que comprende la mayor parte del centro y sur de la provincia de Guadalajara, el noroeste de la provincia de Cuenca y el sureste de la provincia de Madrid.

Geográficamente está formada por un relieve tabular coronado por la superficie estructural del páramo calizo que se ve continuamente cortado de norte a sur por ríos y arroyos que forman angostos glacis y cuestas margosos y profundos valles fértiles. Esto genera una geomorfología que produce un notable contraste entre los encinares y la agricultura de secano del páramo, y las pequeñas huertas, los olivares y las hierbas aromáticas de las cuestas y valles.

Precisamente, la abundancia de plantas aromáticas como el romero, el tomillo, el espliego o lavanda hacen posible la apicultura de la que resulta la miel de la Alcarria. Otros productos dados en la comarca son el cordero de raza alcarreña, el aceite de la Alcarria y los vinos de denominación de origen de Mondéjar y Sacedón y Arganda.

El paisaje antropogenizado de la Alcarria ha sido marco contextual de varias obras literarias célebres, entre las que destaca fundamentalmente Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela.

El nombre de alcarria proviene del árabe andalusí y los arabistas modernos identifican con el término al-Quaryat, al igual que alquería, nombre que reciben pequeñas casas de labor y que, algunas, han evolucionado en pequeños poblados.[1]​ De hecho, son muchas las construcciones de este tipo que ha habido y hay en esta comarca o están presentes en la toponimia. Hoy al término alcarria se le da el significado de "terreno alto, raso y de poca hierba".[2]​ El adjetivo gentilicio propio de la comarca es alcarreño.[3]

Al tratarse de una comarca natural, no hay una claridad sobre los límites geográficos de la Alcarria en su parte nordeste y oriental, donde enlaza con la sierra Ministra y las parameras de Molina. De norte a oeste sí está delimitada en el polígono formado por los ríos Henares, Jarama y Tajo, como límite geológico y morfológico del páramo de la Alcarria.[4]​ Por el sur, la Alcarria conquense está institucionalizada a través del programa PRODER 2 del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que incluye al CEDER Alcarria Conquense.[5][6]

Los 187 municipios considerados integrantes de La Alcarria suman 8 456 km², de los que 4 488 pertenecen administrativamente a la provincia de Guadalajara; 2 480, a la de Cuenca; y 1 488, a la Madrid.

Habitualmente se distinguen varias zonas dentro de la propia comarca de la Alcarria dependiendo de cada una de las provincias donde se extiende. Así, en la provincia de Guadalajara, donde la Alcarria tiene mayor extensión, se distingue entre la Alcarria Alta, en la zona más septentrional, en la orilla derecha del río Tajuña, donde el páramo alcarreño alcanza su mayor altitud, y la Alcarria Baja, en la zona más meridional, en la orilla izquierda del Tajuña y en torno a la vega del Tajo. También en la Comunidad de Madrid el Tajuña sirve de separación entre los páramos de la Alcarria de Alcalá, al norte, y de la Alcarria de Chinchón, al sur. En la parte más meridional, desde la margen izquierda de los ríos Tajo y Guadiela, se habla de la Alcarria conquense por extenderse en la provincia de Cuenca.

La geomorfología de la Alcarria está dominada por un relieve tabular donde las superficies del páramo son intercaladas por valles de los ríos Henares, Tajuña y Tajo, y vaguadas menores tributarias de éstos, abiertos por la acción hídrica sobre un sustrato cuya génesis petrológica se debe, fundamentalmente y, en líneas generales, a un proceso prolongado de sedimentación endorreica de todos los materiales denudados de las principales cadenas montañosas que flanquean la comarca, esto es el sistema Central por el norte y oeste y el sistema Ibérico por el este y el sur.

Este endorreísmo llegó a interrumpirse en varias ocasiones a lo largo del Cenozoico, por razones de índole tectónica, generándose sobre los terrenos resultantes, redes de drenaje que dependiendo de la coyuntura han discurrido con orientación diversa arrastrando y depositando sedimentos cuya naturaleza es explicable, en gran medida, por los regímenes hídricos de los colectores. Los estratos presentan un buzamiento general hacia el sur y suroeste muy leve según zonas, hecho que, y unido a otras causas, antaño llevó a pensar que todo el conjunto era un relieve aclinal escasamente afectado por ningún tipo de tectónica.

El páramo de la Alcarria es bastante uniforme, aunque desciende suavemente de noreste a suroeste. En algunos casos, esa erosión ha diluido por completo el antiguo páramo calizo dejando restos de lo que antiguamente fue una plataforma llana en forma de cerros testigo que conservan la altitud del resto del páramo respecto al valle donde se asientan, algunos de ellos son:

La unidad morfológica del páramo de la Alcarria encuentra continuación inmediatamente al sur del Tajo en la Mesa de Ocaña.

En algunas zonas del sureste de la comarca, la mayor proliferación de ríos y arroyos que forman profundos cañones dan lugar a que rompan la planicie caliza con más frecuencia sin dejar apenas espacio para la extensión del páramo y forman algunas pequeñas sierras de transición con la serranía de Cuenca como son el caso de Umbría Negra y la Solana. Por otra parte, la fuerte erosión provocada por los ríos Tajo y Guadiela han dado lugar a la sierra de Altomira, con una formación muy abrupta y escarpada que destaca sobre los amplios valles colindantes.

El páramo está formado por calizas y en las cuestas y glacis abundan las margas y los yesos de origen marino, depositadas durante el Mioceno Superior y Plioceno, y en los valles las areniscas rojas y conglomerados de origen fluvial, de formación también intramiocena. Sobre estas capas de rocas sedimentarias, los ríos (principalmente el Tajuña, el Ungría, el Badiel, el Dulce, el Arlés, el Tajo y el Jabalera) han excavado profundos y, a menudo, amplios valles cársticos que discurren actualmente con una dirección principal noreste-suroeste y que enlazan con los niveles de páramo culminantes a través de topografías de cuestas más o menos pronunciadas y de perfil cóncavo que suelen alojar morfologías de tipo glacis.

Lo que define la personalidad del paisaje de la Alcarria son los ríos que forman los valles y rompen el páramo. Salvo en la Alcarria conquense, donde ríos afluentes del Guadiela como el Jabalera o Mayor siguen una orientación sur-norte, en el centro y en el norte de la comarca los ríos siguen una disposición noreste-suroeste. Los principales ríos que cruzan la Alcarria y dejan en unos casos profundas vaguadas y en otros valles algo más amplios son:

En lo que respecta a la cubierta vegetal, la Alcarria es una comarca fuertemente incidida por la acción antrópica que se concentra en los valles, en forma de cultivos de regadío como el maíz y otros cultivos intensivos, en los páramos, donde dominan los cultivos de secano como el cereal, y en las cuestas con el olivar y la vid.

En los páramos la vegetación es resistente a las duras condiciones climáticas a la que está sometida. Entre los campos de cereal de los páramos conviven sabinas albares y enebros que conviven con arbustos leñosos, y aparecen numerosos bosques de encinas, quejigos y coscojas. Fruto de la repoblación aparecen también muestras de pino carrasco, pino laricio y pino piñonero.

Las cuestas y cárcavas están pobladas de monte bajo compuesto por manchas de quejigal, como los de Barriopedro y Brihuega, dadas las características más bien xéricas de la zona, así como la litología dominante en las mismas, alternando con espliegos y aulagas, que en la Alcarria tienen gran importancia por su abundancia, extensión y buen estado de conservación. En los coluviones situados en las partes bajas de las vertientes se encuentran, si la orientación de la vertiente es óptima, cultivos frutales, así como vid y olivar de regadío.

La Alcarria posee, sobre todo en cuestas y valles, una gran riqueza de plantas aromáticas y florísticas, como la lavanda, el espliego, el cantueso, el romero, el tomillo o la salvia, que han proporcionado el asentamiento de colmenas que producen la miel de la Alcarria.

La fauna que habita el paisaje de la Alcarria es la propia de ambientes mediterráneos. Entre los mamíferos destaca la presencia del jabalí, cuya extensión se ha visto favorecida por el progresivo despoblamiento de las zonas rurales, la gineta, la garduña y el zorro, el conejo y la liebre.

Entre la avifauna presente está la perdiz, la codorniz, la tórtola y diversos córvidos, a los que hay que añadir diversas aves acuáticas por ríos y lagunas como el ánade real, el pato colorado, el pato cuchara, el porrón común, el porrón moñudo, la cerceta común, la focha y el martín pescador. La cigüeña blanca está presente en nidos en lo alto de arboledas, torres y campanarios.

En cuanto a las aves rapaces, aparecen, sobre todo en los valles, buena parte de las especies presentes en la península ibérica. En los roquedales anidan el águila real, el buitre negro, el águila perdicera, el halcón peregrino, y el cernícalo. Sobre los árboles anidan el águila culebrera, el águila calzada, el azor, el gavilán, el milano real y el alcotán. Como rapaces nocturnas aparecen el búho real, el búho chico, el cárabo, el mochuelo, el autillo y la lechuza común.

Entre los reptiles son muy comunes la culebra bastarda y la culebra de escalera.

Por su parte, la ictiofauna goza de una especial importancia por la proliferación de ríos y los grandes embalses. Destacan las autóctonas trucha común, barbo común y barbo comizo, y las incorporadas trucha arco iris, tenca y cachuelo. Además, los embalses de Entrepeñas y Buendía forman un hábitat ideal para la carpa, el lucio y la lubina negra.

La población de la Alcarria se establece fundamentalmente en las cuestas y en los lechos de los valles, o cerca de las fuentes de agua. Menos frecuente es el desarrollo de localidades en los páramos, dado en despoblados y en nuevas urbanizaciones.

Hay enormes diferencias poblacionales teniendo en cuenta dos variables: por un lado, una mayor densidad de población se concentra en la parte occidental de la Alcarria, dentro de la Comunidad de Madrid y en el oeste de la provincia de Guadalajara, por el gran influjo que provoca la cercanía a la capital. También son zonas que han experimentado un mayor desarrollo económico y urbanístico mediante grandes urbanizaciones con población procedente fundamentalmente del área metropolitana de Madrid. Municipios como Loranca de Tajuña, Nuevo Baztán, Pioz, Pozo de Guadalajara, Los Santos de la Humosa o Villalbilla han establecido macrourbanizaciones fuera de los cascos urbanos que han multiplicado sus poblaciones, tanto de primera como de segunda residencia. En cambio, las zonas más orientales y meridionales de la Alcarria mantienen en mayor medida su fisonomía rural, así como una densidad de población muy inferior.

En su conjunto, los 186 municipios que integran La Alcarria suman 333 957 habitantes (191 092 en la Comunidad de Madrid, 134 104 en la provincia de Guadalajara y 8 761 en la de Cuenca). Como ejemplo, los cinco mayores municipios por población de cada subcomarca de la Alcarria son:

Por otro lado, independientemente de la zona, hay localidades con una mayor población rodeada de pequeñas localidades dentro de su área de influencia, que generalmente coinciden con los antiguos señoríos jurisdiccionales y el mayor desarrollo que sufrieron sus capitales. Así, por ejemplo, localidades como Guadalajara, Brihuega, Pastrana, Almonacid de Zorita-Albalate de Zorita, Mondéjar, Sacedón, Alcalá de Henares, Chinchón o Huete, tienen una población notablemente superior a la mayoría de las otras localidades próximas a cada una de ellas.

La Alcarria ha basado históricamente su desarrollo económico en la agricultura y en la ganadería. La agricultura se ha diversificado entre el secano, dado en los extensos páramos con cultivos de todo tipo de cereal, fundamentalmente trigo, y las pequeñas huertas de regadío en los valles de los ríos y arroyos.

En particular, unidas a las agriculturas de cereal y hortícola, tienen especial presencia del cultivo del olivo, la viticultura y la apicultura. El olivo es muy abundante sobre todo en zonas donde el glacis no es muy pronunciado y donde los valles de los ríos no son excesivamente escarpados, sobre todo al sur del Tajuña, en las alcarrias baja, conquense y de Chinchón. El cultivo de la aceituna de variedad verdeja o castellana, propia de la Alcarria, ha dado lugar a la producción del aceite de la Alcarria, con Denominación de Origen Protegida en aquel elaborado en seis almazaras que explotan olivares de ciento treinta y siete municipios de las provincias de Guadalajara y Cuenca. Además, se cultiva la variedad camporreal en la zona de Campo Real, dedicada sobre todo a la venta del producto en bruto y a granel.

Aunque la producción de vino está muy generalizada en una buena parte de los municipios de la Alcarria, la producción más extensiva se ha generado principalmente en el corredor entre Mondéjar y Sacedón, en la zona de Arganda del Rey y entre Uclés y Huete. Como resultado de estas zonas de producción, los vinos de la Alcarria se agrupan en tres denominaciones de origen:Mondéjar, Vinos de Madrid y Uclés.

La apicultura ha sido un referente en la comarca gracias a la abundancia de matorrales y plantas aromáticas como el romero, el tomillo, el espliego o la lavanda, que se produce por una favorable orografía caracterizada por la orografía, de entre 600 y 1100 metros de altitud formada por páramos, valles y montes, y el clima mediterráneo continentalizado. La miel de la Alcarria es la primera denominación de origen apícola constituida en España.

Por otro lado, la ganadería ovina y caprina ha sido otro otro sustento económico importante de la Alcarria. Las explotaciones ganaderas, de mayor o menor tamaño, se dan en una gran parte de los municipios alcarreños. Aparejado a esta economía está la producción del cordero de la Alcarria.

Los municipios más grandes cercanos a los corredores industriales y empresariales, como el corredor del Henares, han desarrollado mayormente los sectores industrial y terciario. Guadalajara y Arganda del Rey se han convertido en importantes centros industriales que han generado una extensa red empresarial asociada a la actividad económica del área metropolitana de Madrid. Igualmente, en Brihuega se ha desarrollado una notable industria de azulejería y pavimentos, en Mondéjar de producción de muebles y Torija desarrolla una importante economía logística aprovechando su situación junto a la autovía A-2.

Por último, el turismo conforma otra importante fuente económica en muchos municipios de la comarca, sobre todo aquellos que presentan un importante patrimonio histórico-artístico y en aquellas áreas con condiciones para el turismo activo y de naturaleza, como el mar de Castilla, entre las provincias de Guadalajara y Cuenca, para la práctica de actividades náuticas o la Muela de Alarilla para el parapente y el ala delta.

En las localidades de la Alcarria también ha tenido una notable importancia la artesanía. En Brihuega, la ebanistería del mueble castellano caracterizado por el empleo de cuarterones y su inspiración en el mueble renacentista español. También Horche se distingue por sus artesanos dedicados a la talla y producción de muebles, además de aquellos dedicados al cuero.

La cerámica ha evolucionado desde un carácter tradicional y utilitario a otro más creativo y decorativo. Se distingue por la utilización de distintos barros y el esmaltado con diferentes minerales, predominando los tonos azules.

En Pastrana se trabaja la forja de hierro para realizar barandillas, balcones y rejas, de los que es ejemplo la reja dorada de su palacio ducal. Además de Pastrana, también hay una tradición de forja en Durón.

También en Durón, además de en Moratilla de los Meleros y Yélamos de Abajo, trabajan la cestería de mimbre y caña.

En Cifuentes destaca la talla de esculturas, fuentes, chimeneas y escudos de piedra.

La Alcarria está formada por pequeñas poblaciones donde destacan su iglesia, de arquitectura más o menos modesta, y alguna casona señorial; pero también por poblaciones mayores que en su momento fueron cabeza de algún señorío o de alguna comunidad de villa y tierra o han tomado importancia por otros avatares históricos y que han desarrollado una arquitectura ciertamente rica a lo largo de varias épocas, sobre todo entre los siglos XI y XVIII.

El patrimonio histórico-artístico de la Alcarria es muy rico tanto en edificios religiosos, como en edificios civiles y militares. En todas las poblaciones hay iglesias construidas en distintas épocas y de distintos estilos. Como ejemplos destacables, a las ya mencionadas se pueden añadir la iglesia de la Asunción de Villaescusa de Palositos (S. XII), la iglesia de la Asunción de Buendía (S. XV) o la iglesia de San Pedro de Los Santos de la Humosa (S. XVI). Los monasterios y conventos son bastantes abundantes en toda la comarca, tanto en las localidades como en las zonas más alejadas y solitarias. Entre los más importantes se encuentran el monasterio de Sopetrán (siglo VII) entre Hita y Torre del Burgo, el convento de la Salceda (S. XVI) entre Tendilla y Peñalver, el monasterio de San Bartolomé (S. XIV) en Lupiana y los cistercienses de Óvila, en Trillo, y de Monsalud (S. XII), en Córcoles, que constituyeron dos de los cenobios cisterciense más importantes de toda Castilla.

También aparecen varios castillos de distintos usos, épocas y magnitudes, como los de Anguix (S. XII), Torija (S. XII), Peña Bermeja (S. XIII), Pioz (S. XV) o la alcazaba de Zorita (S. IX). También son muchas las iglesias de distinta arquitectura las que se encuentran en todos y cada uno de las localidades alcarreñas, como la iglesia de San Andrés (S. XV).

En la mayor parte de las mayores poblaciones hay grandes plazas con construcciones soportaladas, como la plaza Mayor de Budia, la plaza Mayor de Chinchón, la plaza Mayor de Horche, la plaza de la Hora de Pastrana o la plaza Mayor de Fuentelencina con su casa consistorial de Fuentelencina (S. XVI). Las fuentes son también muy abundantes en todas las localidades de la Alcarria, y suelen formar obras monumentales, como la fuente de la Blanquina de Brihuega, la fuente de los Cuatro Caños de Pastrana, la fuente de los Trece Caños de Albalate de Zorita.

A todo ello hay que añadir el patrimonio ferroviario, en el que destacan los restos del antiguo ferrocarril del Tajuña y del que quedan en pie buena parte de las estaciones, realizadas todas con un diseño similar mediante mampostería de piedra caliza en un modesto estilo modernista de pequeño tamaño. También en la Alcarria se encuentra la estación de Jadraque, en la línea Madrid-Barcelona, diseñada con un estilo modernista que se reproduce en gran parte de las estaciones de esta línea entre Guadalajara y Zaragoza.

El paisaje de la Alcarria ha estado presente en muchas obras literarias a lo largo del tiempo. La comarca fue ya descrita por Tomás de Iriarte en el siglo XVIII en un viaje realizado entre Madrid y Gascueña y que plasmó en la obra Viaje a la Alcarria (1781). Iriarte también situó en la Alcarria Los cuatro lisiados, poema incluido en sus Fábulas literarias (1782).

Pero la obra que mayor protagonismo ha dado a la Alcarria ha sido Viaje a la Alcarria (1948) de Camilo José Cela, en donde el autor describe la vida rural de la España de los años 1940 a través de su viaje por algunas localidades alcarreñas. El libro fue editado en un gran número de idiomas y supuso el renacimiento de la literatura de viajes en castellano y el inicio de una serie de obras de Cela sobre la materia. En los años 1980 el autor volvió a realizar un nuevo viaje por la comarca que plasmó en la obra Nuevo viaje a la Alcarria (1986).

En 1968 José Luis Sampedro publicó El río que nos lleva, que narra la última maderada en los años 1940 por el río Tajo, desde el Alto Tajo hasta Aranjuez, atravesando la Alcarria, a través de un minucioso estudio psicológico de los personajes, y topográfico y etnográfico de los lugares por los que discurre el Tajo en el recorrido de los gancheros. La novela fue publicada en varios idiomas y llevada al cine en 1989 por Antonio del Real.



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