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Alfonsa de la Torre



¿Qué día cumple años Alfonsa de la Torre?

Alfonsa de la Torre cumple los años el 4 de abril.


¿Qué día nació Alfonsa de la Torre?

Alfonsa de la Torre nació el día 4 de abril de 1915.


¿Cuántos años tiene Alfonsa de la Torre?

La edad actual es 109 años. Alfonsa de la Torre cumplió 109 años el 4 de abril de este año.


¿De qué signo es Alfonsa de la Torre?

Alfonsa de la Torre es del signo de Aries.


Ildefonsa Teodora de la Torre y Rojas (Cuéllar, 4 de abril de 1915-ibídem, 19 de abril de 1993), más conocida por el seudónimo de Alfonsa de la Torre, fue una poeta, ensayista y dramaturga española perteneciente a la denominada Generación del 36. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1951 por su obra Oratorio de San Bernardino, uno de sus trabajos más reconocidos.

Su obra está caracterizada por un claro misticismo y sobre todo feminismo, corrientes contrarias a la época en que vivió, por lo que ha sido considerada una mujer adelantada a su tiempo. Además de poeta y dramaturga, fue profesora universitaria e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de varias fundaciones nacionales e internacionales.[1]

Nació en la villa segoviana de Cuéllar el 4 de abril de 1915 en el seno de una familia nobiliaria acomodada. Su padre, Juan José de la Torre y Arocena, fue un médico especializado en enfermedades cutáneas, de familia oriunda de Cuenca y de larga trayectoria política en los partidos liberales y republicanos, en la que destacó su tío Mariano de la Torre Agero, que fue alcalde de la ciudad de Segovia. Su madre, Laura de Rojas y Velázquez, procedía de las más importantes familias aristocráticas de Cuéllar, contando entre sus ascendientes a los descubridores Gabriel de Rojas o Diego Velázquez de Cuéllar, de quienes habían heredado una gran fortuna compuesta entre otros bienes por el palacio de Pedro I el Cruel.

Desde los tres a los seis años sufrió una enfermedad por la que perdió temporalmente la visión, y para su recuperación se trasladaron a la finca familiar, denominada La Charca y situada a las afueras de la villa. La finca estaba presidida por una gran casa de estilo modernista, y rodeada de un extenso terreno en el que el padre de la familia, gran coleccionista, almacenaba una amplia variedad de plantas y animales exóticos, desde pavos reales hasta tigres. Allí ya comenzó a dictar poemas a su madre para que los recogiese en papel, formando un conjunto que posteriormente denominó Lekitos de una adolescente en el paraíso y que no consiguió publicar tras varios intentos.

Una vez recuperada, comenzó sus estudios en el Colegio de la Divina Pastora, donde formó un grupo de teatro y aprendió baile flamenco. Posteriormente se trasladó a Segovia para cursar el bachillerato en el Colegio de San José, donde tuvo por compañeros a Dionisio Ridruejo y Luis Felipe de Peñalosa.

Al finalizar sus estudios básicos en Segovia, se trasladó a Valladolid y posteriormente a Madrid para cursar estudios de cultura y lengua italiana. En 1934 recibió un duro golpe al fallecer su hermano pequeño, de tan sólo 10 años, hecho por el que regresó a Cuéllar, visita que repitió durante las vacaciones de 1936 donde le sorprendió el inicio de la Guerra Civil Española. En su villa natal pasó los primeros años de la guerra, hasta que recibió de su círculo de amigos la noticia de la publicación de la novela Nada, de Carmen Laforet, lo que la animó a regresar a Madrid y continuar sus estudios.

Se licenció en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo sido compañera de aulas de Carmen Conde, Josefina Romo Arregui y Diana Ramírez de Arellano, y alumna de Dámaso Alonso, Pedro Salinas y Joaquín de Entrambasaguas. Se doctoró finalmente en 1944 con premio extraordinario y el tema elegido para su tesis fue la obra de la escritora extremeña Carolina Coronado. Ese mismo año se trasladó a Portugal estudiando en Lisboa y Coímbra lengua y literatura portuguesa hasta 1945, que regresó para impartir clases en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la especialidad de Filología Románica.

Durante la última etapa de su vida residió en Cuéllar, recluida junto a Juanita en su finca de La Charca. Gracias a la considerable herencia con la que contaba Alfonsa, ambas se dedicaron exclusivamente a la cultura, instruyéndose en la pintura europea y leyendo, para lo cual contaban con una biblioteca personal de más de 6.000 volúmenes. Siguió manteniendo contacto con sus amigos del terreno artístico y literario, entre los que destacaron Juan Ramón Jiménez y León Felipe, quienes a través de la correspondencia mantuvieron a la pareja al tanto de la vida cultural del país.

Fue una persona de gran misticismo, como manifestó en su obra. Creía en la reencarnación, y consideraba haber sido en otra vida profesora en la Escuela de Alejandría, y se recordaba así misma estudiando en su famosa biblioteca, e incluso haber presenciado la entrada de Alejandro Magno en la ciudad. El relato de este tipo de historias en su círculo llevó a su amiga Menchu Gal a retratarla con el atuendo egipcio. Sus últimos años los vivió casi obsesionada con el tarot y las ciencias ocultas, y su casa estaba repleta de objetos esotéricos. Entre sus predicciones más llamativas, se encuentra el vaticinio de la gran nevada que se registró el día de su muerte, ocurrida el 19 de abril de 1993, después de haber iniciado los trámites para instaurar en su palacio de Pedro I una fundación que llevara su nombre y guardara su obra y colección de arte, que finalmente no llegó a realizarse.

Tildada su poesía por algunos críticos de minoritaria y erudita no lo es en manera alguna por ningún esnobismo a ultranza o por cualquier amañado hermetismo. Enraizada en las corrientes más vivas de la lírica popular y de la observación directa de las gentes, no encaja, a pesar de todo, en ninguno de los ismos de moda, ni se aviene con ninguna bandera, debido a un auticismo demasiado diferenciado. Su dificultad y rareza provienen, tal vez, de una vasta, heteróclita cultura de la que su saber decir no puede desprenderse en ningún momento, de un empleo libérrimo, casi salvaje, tanto de métrica y de rima, como de vocabulario, características todas ellas que la empujan a conseguir en cada nuevo intento, revolucionarias innovaciones, audaces logros, no sospechados hasta ahora en la creación poética.

Varios intelectuales de la época alabaron su obra, como Gregorio Marañón, que aseguró que muchos de los versos de Alfonsa nunca los olvidaría; un gran poeta, académico y crítico literario, Gerardo Diego, la denominó en el diario ABC como "Ardiente y sublimada doctora de nuestra mejor poesía" y Francisco Javier Martín Abril en un artículo sobre Santa Teresa: "Si a mí me preguntasen por una poetisa española de hoy, yo contestaría Alfonsa de la Torre. Si a mí me preguntasen por una poetisa española de ayer, Teresa de Jesús, Santa Teresa".

Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1951. Quienes entonces iniciaban su aventura artística y literaria en Segovia, recitaban de memoria los versos de Alfonsa.

Publicó diversas obras de poesía:

Escribió La Desenterrada, pieza que comienza a ensayarse en el María Guerrero de Madrid pero el exceso de originalidad y atrevimiento, para aquellos años, aconsejan su suspensión. La cierva perseguida (posteriormente titulada Cierva Acosada) y Las collarisas fue un intento por completar una trilogía. De sus cartas recuperadas se deducen otros títulos teatrales de los que no hay mayores referencias: El precio de la vaca, Lycantropos y Cuando la Virgen loca enciende su lámpara.

También publicó un estudio: El habla de Cuéllar (1951) BRAE, vol. 31; donde analiza con detenimiento las peculiaridades en el habla que tienen los habitantes de Cuéllar, manifestando que su vocabulario es rico y vario y que muchas palabras no han sido recogidas por los lingüistas. Según ella hay influencia leonesa, mozárabe y algunos americanismos, importación quizá de los cuellaranos que pasaron a América durante su descubrimiento y posterior colonización, como pueden ser los vocablos quinchar, quinchón...

Humanista, culta e inquieta, tocó otros géneros literarios con éxito; el ensayo, entre los que destacan el brillante trabajo antes citado, y ampliado después, sobre Carolina Coronado, y otro – no menos exhaustivo - sobre la pintora portuguesa Josefa de Óbidos (Josefa de Ayala), con ayuda de la Fundación Gulbenkian, lo que origina el traslado durante años, de su residencia a Lisboa.

Y Dios me repetía
que ese nombre era el mío
que me llamaba Alondra,
pero yo bien sabía que me llamaba Alfonsa...
”.

(Alfonsa de la Torre)




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Comentarios
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Nati:
Alfonsa de la torre era hija de Laura de Rojas hermana de mi bisabuelo. Cuando era pequeña mi padre me llevaba a casa de alfonsa a pasar la tarde algún que otro fin de semana. Durante años se carteo con mi tía Margarita hermana de mi padre que aún conserva esas cartas. Supe de su existencia, de lo que hacía ya de mayor. Que curioso, he leído de ella su inclinación al misticismo que en mi familia, por parte de los Rojas también tenemos esa inclinación de forma natural......es un orgullo tener como pariente, aunque lejano,( era prima carnal de mi abuela María de Rojas), de una mujer que en Castilla y León y en aquella época no debió de ser fácil. Muchas gracias🙏
2022-07-31 17:52:01
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