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Arquitectura románica en Italia



La arquitectura románica italiana comprende un período de producción arquitectónica más amplio que el de otros países europeos: desde los precoces ejemplos de los últimos decenios del siglo XI hasta, en algunas regiones, todo el siglo XIII.

En ese periodo Italia estaba desmembrada políticamente, con muchos poderes regionales —cristianos en el norte y centro (reino de Lombardía, marcas de Toscana y de Verona, república de Venecia, Estados Pontificios, ducado de Spoleto) y más cercanos a los bizantinos y musulmanes, y luego a los normandos, en el sur (principados de Capua, de Benevento y de Salerno, ducado de Amalfi, catapanato de Italia y emirato de Sicilia)— que combatían entre ellos, debilitándose económica y socialmente. La Alta Edad Media fue en el país una época de miseria, que alcanzó también al monacato, corrompido y relajado, que apenas pudo dedicarse a la construcción de nuevos monasterios. Hasta mediados del siglo XI la situación no cambió, coincidiendo con el resurgimiento europeo, económico y demográfico, de los siglos XI y XII que tuvo un gran efecto en el país. En el norte de Italia confluían dos de los grandes ejes económicos de la cristiandad: la ruta que desde las ciudades comerciales del norte de Alemania y del Báltico (agrupadas en la Hansa) atravesaba el Rin y el Ródano, con las rutas marítimas que a través del Mediterráneo trasportaban las especias y productos de lujo de Oriente y los países musulmanes. Convertidas en emporios comerciales, muchas ciudades italianas experimentaron un desarrollo económico que les llevó a crear flotas mercantes y barrios comerciales en Oriente (Palestina, Bizancio, Egipto...). Fue la etapa de las Repubbliche marinare y, particularmente Génova y Venecia, extendieron su dominio a islas y puertos a lo largo del Mediterráneo y el mar Negro forjando auténticos imperios de ultramar. Dado el vacío de poder causado por la fragmentación territorial y la lucha entre el Imperio y la Santa Sede, las potencias locales buscaron formas autónomas de mantener la ley y el orden. La controversia de la investidura finalmente fue resuelta por el Concordato de Worms. En 1176, una liga de ciudades-estado, la Liga Lombarda, derrotó al emperador alemán Federico Barbaroja en la batalla de Legnano, asegurando una independencia efectiva de la mayoría de las ciudades italianas del norte y centro. Políticamente, supuso el ascenso social de los comerciantes, que formaron una oligarquía gobernante en muchas de esas ciudades que pudo emprender ambiciosos programas edificatorios, incluidos religiosos, pero en los que la reforma cluniacense tuvo poca influencia.

La arquitectura en esta época fue uno de los periodos más fructíferos y creativos de la arquitectura italiana, muy influida por lo que se hacía en Francia y Alemania, pero también hay una profunda influencia bizantina y de la arquitectura clásica. Dio lugar a muchas obras maestras[1]​ y variantes locales muy diversas, tanto en estilo como en construcción. Posiblemente la escuela más «artística» fuese la toscana —principalmente en Florencia y Pisa—, que hizo uso generalizado del mármol y que en el exterior destaca la combinación de elementos arquitectónicos repetidos: franjas horizontales, arquillos ciegos y frontones y columnas. El románico siciliano, con influencias normandas, también debe ser tomado en consideración así como el lombardo —más avanzado en sus estructuras arquitectónicas que el toscano, pero menos artístico— y el piamontés.

La arquitectura románica dejó de emplear las techumbres de madera y experimentó con el uso de bóvedas de cañón. La gran innovación italiana fue la bóveda de arista, que no se usaba desde los tiempos de la Antigua Roma.[1]​ El peso de los edificios se transmitía hacia el exterior y se solía recoger en contrafuertes para soportar el peso de la techumbre. Los gruesos muros, que también soportaban parte de ese peso, tenían ventanas pequeñas, con interiores bastante más banales y aburridos que las iglesias paleocristianas y bizantinas; solían consistir en paredes de mármol o piedra, con poca decoración, al contrario que los ricos interiores tapizados de mosaicos de las iglesias bizantinas.

Las innovaciones planimétricas introducidas en Francia y Alemania durante el período románico no llegaron inmediatamente a Italia, donde, entre los siglos XI y XII, la construcción de plantas basílicales continuó, generalmente sin un transepto. Sin embargo, los deambulatorios con capillas radiantes hicieron su aparición en la abadía de Sant'Antimo (1118-mitad del XII) y en la catedral de Aversa (1053-1090). Los tres edificios principales del románico temprano fueron iniciados el mismo año, en 1063, no muy alejados entre sí: la abadía benedictina de San Abundio (1063-1095), en Como, la catedral de Pisa (1063-1118) y la basílica de San Marcos (1063-1092), la catedral de Venecia. San Abundio fue consagrada en 1095 y muestra la relación de Lombardía con el románico transalpino, con rasgos cluniacenses tanto en planta como en el tratamiento exterior y exterior. Con cinco naves cubiertas con vigas de madera, presenta un doble campanario al estilo de los Westwerk alemanes y una decoración del muro exterior con arcos ciegos y lesenas, además de un notable corredor escultórico de los «comacini magistri».

La catedral de Pisa fue consagrada en el 1118 y puesto que la república mantenía fuertes contactos comerciales con Bizancio, recibió influencias orientales —los «matroneos» y la cúpula elíptica con coronamiento de bulbo— aunque reinterpretadas según el gusto local, con formas artísticas de notable originalidad, como el interior en cinco naves con columnatas (antiguamente de cruz griega, ampliado a planta latina), inspirado en la desaparecida catedral románica de San Martino en Lucca, que tenía una distribución de espacios típicamente paleocristiana.

La basílica de San Marcos, construida sobre un palacio preexistente, funcionaba como capilla palatina del palacio ducal y no dependía del patriarca de Venecia. La construcción se terminó en 1092, pero no concluyó en su estado actual hasta el siglo XIV, aunque el estilo se mantuvo unitario y coherente pese a las diversos influencias artísticas que sufrió a lo largo de los siglos, siendo una conjunción única entre arte bizantino y occidental. La planta es de cruz griega con cinco cúpulas distribuidas en el centro y a lo largo de los ejes de la cruz, rodeadas de grandes arcos. Las naves, tres por brazo, están divididas por columnatas que confluyen hacia los pilares que sostienen las cúpulas; no se hicieron como un bloque único de muro sino articulados a su vez con cuatro pilares y una cúpula más pequeña. (El tema de la cúpula también aparece en las Marcas y en el Sur, y en particular en algunas iglesias del románico apuliano (duomo de Molfetta, 1150-?), mientras que el tema de la cruz inscrita aparece en Stilo (Cattolica de Stilo), Otranto y Trani.)

En la segunda mitad del siglo XI, se construyó la iglesia abacial de Montecassino (1066-1071), dotada de un transepto que no sobresale del cuerpo del edificio y con ábsides al final de cada una de las tres naves. Sin embargo, el edificio más importante en el sur de Italia se encuentra en la basílica de San Nicolás de Bari (1087-1197), construida durante el dominio ítalo-normando de Apulia, que presenta un transepto, con soportes alternos a lo largo de la nave y con dos torres en la fachada según el uso normando.

En el centro-norte de Italia, por otro lado, se desarrollaron las galerías con arcadas (como en el duomo de Modena (1099-1184), con un transepto no sobresaliente, tres ábsides y un campanile (la Ghirlandina) aislado) que encontraron aplicaciones notables en el románico pisano (Duomo y campanile de Pisa, duomo (1063-1070) e iglesia de San Miguel en Foro (1070-?) en Lucca, duomo de Pistoia y otras iglesias toscanas, pero que en parte también influyeron en la arquitectura románica sarda y corsa. En cambio, en Lombardía, la basílica de san Ambrosio de Milán (1088-1099) es recordada por su cobertura con bóveda de crucería y nervaduras entre las más antiguas de Europa.[2]

De matriz germánica son, en Como, la basílica de Sant'Abbondio, rehecha por los benedictinos (1050-1095) (privada de transepto) y la iglesia de San Fedele (1120) (inspirada en las plantas trilobadas de Colonia). La planta de la catedral de Parma (1059-1116) aún se refiere a Alemania, con un transepto saliente y un ábside único terminal.[3]​ En la zona del Véneto destaca San Zenón de Verona.

Aún en la Italia septentrional, las principales catedrales se caracterizaron por la presencia de imponentes baptisterios exentos (como el baptisterio de Cremona (1167-?) y el baptisterio de Parma (1196-1270), aunque el baptisterio más famoso se encuentra en el centro de Italia, el baptisterio de Pisa (1152-1363).

Por otro lado, en Florencia fueron favorecidos los motivos arquitectónicos de la época romana, dando lugar a lo que los críticos llamaron el estilo proto-renacentista (basílica de San Miniato al Monte (1013-?), baptisterio de San Giovanni (1059), Iglesia de los Santos Apóstoles, abadía Fiesolana, en Fiesole). Un interés similar en la antigüedad se puede encontrar en y alrededor de Roma (fachadas del duomo de Civita Castellana y de San Lorenzo fuori le mura).

En Sicilia, los elementos bizantinos se unieron a los normandos y sarracenos, encontrándose en algunas iglesias de Palermo (San Cataldo (1154-1160) y otras) y en las catedrales de Cefalù (1131-1148) y Monreale (1172-1267) (las tres declaradas en 2015 patrimonio de la humanidad como «Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale»)

En la arquitectura civil, por otra parte, numerosas torres nobles hicieron su aparición; destacan las de San Gimignano y Bolonia.

basílica de San Nicolás de Bari (1087-1197)

Duomo de Lucca (1063-1070)

iglesia de San Miguel en Foro (1070-?) en Lucca

baptisterio de Parma (1196-1270)

Catedral de Cefalú (1131-1148)

San Zenón de Verona (1138-1389)

Como en todo el románico, muchos elementos arquitectónicos son usados no solo funcionalmente sino también simbólicamente (12 columnas que representan a los doce apóstoles, eje largo de la nave con una ligera inclinación que indica la cabeza de Jesús inclinada en la cruz al morir, etc.). Sin embargo, también hay elementos propios que se derivan de la situación geográfica y circunstancial de Italia: el hecho de que Sicilia estuviera en manos de los musulmanes y que buena parte del sur de Italia fuera parte de Bizancio implicó una serie de influencias que son propias de esta península.

Otro elemento propio es la reutilización y uso de templos paleocristianos o basílicas de la antigüedad adaptándolos a los modos de la arquitectura propiamente románica. De ahí la mayoría de las iglesias de una sola nave con el esquema básico de los monumentos funerarios usados por los primeros cristianos.

Dada la creciente veneración de reliquias, el templo románico suele contar con una cripta normalmente bajo el presbiterio. Se construían corredores subterráneos con nichos para colocar las velas. Sin embargo, estos corredores se fueron llenado progresivamente de otros elementos como altares laterales, depósitos de ofrendas y limosnas y otros accesorios.

Un elemento común a las iglesias románicas es el campanario situado al lado de la fachada o en la zona del ábside.

El panorama artístico es muy variado, con “románicos” regionales de características propias, en especial por las tipologías constructivas. Gran variedad se da también por los materiales usados que dependían mucho de la disponibilidad local, ya que las importaciones resultaban muy costosas. De hecho, en Lombardía el material más usado fue el ladrillo, dada la naturaleza arcillosa del terreno. Sin embargo, esto no vale para Como que, en cambio, tenía mayor disponibilidad de piedra. En la Toscana no son raros los edificios de mármol blanco de Carrara con injertos de mármol serpentino verde; en Apulia se usa la clara toba caliza. Aparte del caso de Apulia, desde Roma hacia el Sur el románico tiende a desaparecer dejando sitio a influencias bizantinas o islámicas.

Así, las principales variantes regionales de arquitectura románica en Italia y sus zonas de desarrollo son:

La Lombardía, entendida como unidad territorial entonces más amplia que en nuestros días, comprendía Emilia y otras zonas vecinas. Fue la primera región que recibió las novedades artísticas de más allá de los Alpes, gracias al movimiento de artistas lombardos a Alemania y de los mismos alemanes que llegaban a la zona.

Estas influencias fueron reelaboradas siguiendo esquemas típicamente italianos, como los de la abadía de Pomposa (del Maestro Marzulo), consagrada en el año 1026, con un campanario iniciado por el Maestro Deusdedit en el año 1063. Se puede ver allí una original decoración en dos colores, por el uso de ladrillos blancos y rojos, y, por primera vez en Italia, la fachada aparece decorada con esculturas, en este caso bajorrelieves esculpidos finamente y calados, con viñas y animales inspirados a las estofas sasánidas de Persia. También el campanario es precoz sea por tipología (aislado en relación con el cuerpo de la iglesia, según un modelo que luego se hizo típicamente italiano), sea por el estilo de la decoración, con bandas verticales (llamadas bandas lombardas) y lesenas (o arquillos rematando los muros, que dan la impresión de movimiento de los muros, perforada por la apertura de ventanas con arcos cada vez más amplios. Se piensa que estas características han sido importadas del mundo bizantino y armenio.

Más cercanas a modelos germánicos son las iglesias de Santa María Mayor en Lomello (1025-1050) y de San Pedro en el monte en Civate (con un doble ábside contrapuesto).

Importante es el precoz ejemplo de la basílica de San Abundio en Como, con cinco naves cubiertas con vigas de madera, donde está presente un doble campanario al estilo de los Westwerk alemanes y una decoración del muro exterior con arcos ciegos y lesenas, además de un notable corredor escultórico de los «comacini magistri».

Entre fines del siglo XI e inicios del XII, en estilo románico ya maduro, se reconstruyó la Basílica de San Ambrosio en Milán, dotándola de bóveda de arista con costillas y un diseño racional, con una perfecta correspondencia entre el diseño en planta y los alzados. El aislamiento estilístico de Sant'Ambrogio no debía ser mayor que el actual en relación con la época de la reconstrucción, cuando existían otros monumentos que se han perdido o que se han modificado seriamente con el tiempo (como la catedral de Pavía, de Novara, de Vercelli, etc.).

Otros desarrollos han quedado testimoniados por la Basílica de San Miguel (San Michele Maggiore) en Pavía, con la fachada constituida por un único y gran perfil pentagonal a doble vertiente, dividido en tres partes mediante contrafuertes verticales, y, en la parte alta, decorado por dos galerías simétricas de arcos sobre columnas, que siguen el perfil de la cubierta; el fuerte desarrollo ascensional queda subrayado también por la disposición de las ventanas, concentradas en la zona central. El modelo de esta iglesia se tomó también de las iglesias de Pavía como San Teodoro y San Pietro in Ciel d'Oro (consagrada en el año 1132), y fue desarrollado en la catedral de Parma (a fines del siglo XII o inicios del XIII) y en la catedral de Piacenza (iniciada en el año 1206).

La catedral de Módena es uno de los testimonios que nos han llegado de manera más coherente de toda la arquitectura románica. Fundado en el año 1099 por obra del arquitecto lombardo Lanfranco, fue construida en pocas decenas de años y por ello no presenta influjos góticos significativos. Con tres naves privadas de crucero y con tres ábsides, estaba cubierta antiguamente por cerchas de madera, que fueron sustituidas por bóveda de arista solo en el siglo XV. La fachada con pendientes refleja la forma interna de las naves, y está dividida en tres por dos poderosas pilastras mientras el centro está dominado por un pórtico avanzado de dos pisos que se sostienen en columnas sobre leones. El rosetón y los portales laterales son más tardíos. La serie continua de galerías a la altura del «matroneo», encerradas por arcadas ciegas que rodean la catedral, crean un efecto de claroscuro, muy copiado en construcciones posteriores.

Importante es el conjunto escultórico compuesto por los relieves de Wiligelmo y sus alumnos. La basílica de San Zenón de Verona es el ejemplo más directo de derivación a partir de la catedral de Módena.

En el Piamonte las influencias lombardas se sumaron a las del románico francés, provenzal en la Sacra di San Michele o en la colegiata de san Orso en Aosta. En la Liguria el lenguaje estilístico lombardo fue filtrado y mezclado con influencias pisanas y bizantinas, como en la catedral de Ventimiglia o en las iglesias genovesas de Santa Maria delle Vigne y la san Juan de Prè.

En Venecia la obra maestra arquitectónica de este período fue la construcción de la basílica de San Marcos. Fue iniciada por Domenico I Contarini en el año 1063 sobre un palacio preexistente, funcionaba como capilla palatina del Palacio Ducal y no dependía del Patriarca de Venecia. La construcción de la basílica no concluyó hasta el siglo XIV, pero el estilo se mantuvo unitario y coherente ante los diversos influjos artísticos que pudo sufrir a lo largo de los siglos.

La basílica es una conjunción única entre arte bizantino y occidental. La planta es de cruz griega con cinco cúpulas distribuidas en el centro y a lo largo de los ejes de la cruz, rodeadas de grandes arcos. Las naves, tres por brazo, están divididas por columnatas que confluyen hacia los pilares que sostienen las cúpulas; no se hicieron como un bloque único de muro sino articulados a su vez con cuatro pilares y una cúpula más pequeña.

Elementos de origen occidental son la cripta, que interrumpe la repetitividad de una de las cinco unidades espaciales y la colocación del altar no en el centro de la estructura (como en los martyrion bizantinos) sino en la zona absidial este. Por este motivo, los brazos no son idénticos sino que en el eje este-oeste tienen la nave central más amplia, creando así un eje longitudinal principal que dirige la mirada hacia el altar.

El exterior fue decorado tras la toma de Constantinopla de 1204, con placas de mármol, columnas polícromas y estatuas robadas de la capital bizantina. Más o menos durante el mismo período se realzaron las cúpulas, para que pudieran ser visibles desde fuera, y se diseñó la plaza porticada de San Marcos. El interior está cubierto por mosaicos que fueron realizados en un arco de tiempo que va desde el inicio del siglo XI hasta el XIII (sin contar los arreglos que se hicieron en el Renacimiento y los añadidos a la fachada del siglo XVIII y XIX).

El resto del Véneto estuvo dominado por influencias bizantinas que llegaban desde Venecia, pero una citación de modos lombardos se encuentra en dos órdenes de columnatas a lo largo de la zona del ábside en la Iglesia de los santos María y Donato en Murano. Verona en cambio, como se ha dicho, estaba en la esfera de influencia emiliana.

El románico pisano se desarrolló en Pisa en tiempos en que era una poderosa república, desde la segunda mitad del siglo XI a la primera del XIII, e irradió a los territorios controlados por la República de Pisa (Córcega y Cerdeña también) y a una zona de la Toscana septentrional, desde Lucca hasta Pistoia. El carácter marítimo de la potencia pisana y la peculiaridad de los elementos estilísticos propios de su estilo permitieron que la difusión del románico pisano se extendiese más allá del área de influencia política de la ciudad. Influjos pisanos se encuentran en diversos puntos del mediterráneo, además de Cerdeña, como por ejemplo en las iglesias de la costa del Mar Adriático (Apulia e Istria).

La primera realización fue la catedral de Pisa, iniciada en el 1063 por Buscheto y continuada por Rainaldo, que fue consagrada en el 1118. Como en Venecia, la arquitectura pisana recibió influencias de Constantinopla y de Bizancio en general, pues la república mantenía fuertes contactos comerciales con ellos. Elementos de posible influjo bizantino son los «matroneos» y la cúpula elíptica con coronamiento de bulbo, puesta a la manera del románico lombardo. Pero los elementos orientales fueron reinterpretados según un preciso gusto local, llegando a formas artísticas de notable originalidad. Por ejemplo, el interior en cinco naves con columnatas (antiguamente de cruz griega, ampliado a planta latina por Rainaldo), inspirado en la desaparecida catedral románica de San Martino en Lucca, tiene una distribución de espacios típicamente paleocristiana.

Elementos típicos del románico pisano son el uso de las galerías de columnas, inspiradas en la arquitectura lombarda, pero multiplicadas hasta recubrir por entero las fachadas, y de arcadas ciegas, el tema del rombo, una de las características más reconocibles, derivado de modelos islámicos norteafricanos, y la bicromía alternada, derivada de modelos de la España musulmana.

Otros ejemplos en Pisa son la célebre torre inclinada (iniciada en el 1173), el primer anillo del Baptisterio (iniciado en 1153) y la iglesia de san Paolo a Ripa d'Arno (fines del siglo XII o inicios del XIII).

Desde Pisa el nuevo estilo llegó a Lucca influyendo al primitivo románico de allí, que se conserva en la basílica de San Frediano y en la iglesia de Sant'Alessandro Maggiore. La iglesia de San Miguel en Foro, la de Santa María Forisportam, la fachada de la catedral de San Martino (concluida en el año 1205), por obra del grupo del Guidetto da Como representan una evolución del estilo pisano a formas todavía más ricas en cuanto a la decoración, sacrificando la originalidad arquitectónica. En Pistoya el uso del mármol serpentino unido a bandas alternadas de mármol blanco creó efectos de bicromía (véase iglesia de San Giovanni Fuorcivitas del siglo XII). Decenas de parroquias esparcidas por el campo siguen el estilo pisano adaptándose a la disponibilidad económica de las poblaciones.

En Cerdeña se nota el influjo de la arquitectura románica pisana en la catedral de Ottana y en la iglesia de la Trinidad de Saccargia (ambas del siglo XII) y otras semejantes se pueden encontrar en Liguria y en Córcega.

Iglesia de San Paolo Ripa d'Arno, Pisa

El Duomo de Lucca

Santa María Forisportam, en Lucca

Iglesia de San Giovanni Fuorcivitas, en Pistoya

En Florencia entre el siglo XI y XII se usaron algunos elementos comunes del románico pisano pero con un sello muy diverso, caracterizado por una serena armonía geométrica que recuerda las obras antiguas. Evidente se nota en el baptisterio de San Juan el sentido del ritmo en el modo de disponer los elementos exteriores, a través de uso de recuadros, pilastras, arcadas ciegas, etc. siguiendo un esquema preciso y modular que se repite en ocho lados. La datación del baptisterio se ha discutido largamente (¿edificio romano transformado en basílica? ¿edificio paleocristiano? ¿edificio románico?), también por escasez de documentación escrita. Excavaciones recientes efectuadas después del año 2000 demuestran que los cimientos están dos metros por encima de la pavimentación romana y por lo tanto, la edificación no podría ser anterior al siglo IX. El paramento interno con mármol polícromo, inspirado en el Panteón de Agripa, se concluyó a inicios del siglo XII. Los mosaicos del pavimento se datan en el 1209 y los del ábside rectangular en 1218, mientras la primera fase del revestimiento externo se cree que es del mismo período.

Otros ejemplos del estilo florentino son la basílica de San Miniato al Monte (iniciada en 1013 y completada gradualmente hasta el siglo XIII), que presenta una muestra de fachada bícroma y una estructura rigurosa inspirada en el románico lombardo. La pequeña iglesia de San Salvatore al Vescovo, la colegiata de Sant'Andrea en Empoli y el paramento incompleto de la fachada de la abadía Fiesolana junto a un modesto número de parroquias e iglesias menores, completan el cuadro.

Si el estilo florentino no tiene la difusión del románico pisano o lombardo, su influencia fue determinante para el desarrollo sucesivo de la arquitectura, a modo de base sobre la que tomaron inspiración Francesco Talenti, Leon Battista Alberti, Filippo Brunelleschi y otros arquitectos que dieron forma a la arquitectura renacentista. Por este motivo se habla también aunque impropiamente de proto-renacimiento.

El panorama toscano es rico también de influencias tramontanas. La Abadía de Sant'Antimo (mediados del siglo XII) forma parte de una exigua clase de iglesias italianas inspiradas en modelos franceses con naves de ritmo obligado (alternancia columna-pilastra), presbiterio con columnas, deambulatorio de capillas radiales. La enorme difusión de este tipo en Francia (cientos de ejemplos, casi siempre alineados a lo largo de vías de peregrinación) hace difícil determinar una filiación directa.

También en Umbría algunas iglesias muestran influencias lombardas, aunque combinadas con elementos más clásicos tomados de los vestigios antiguos que han sobrevivido en la región. Es el caso de las iglesias de Santa María Infraportas en Foligno, San Salvatore en Terni o Santa María la Mayor en Asís.

Parecidas entre sí son las soluciones más originales de la catedral de Asís (San Rufino, de la mitad del siglo XII), de la catedral de Spoleto (iniciada en 1175) o de la iglesia de San Pedro extra moenia siempre en Spoleto, caracterizadas por una repartición en recuadros en un esquema nítido. En San Pedro los recuadros fueron decorados por preciosos relieves de mármol con escenas bíblicas y alegóricas.

En las Marcas los modelos ofrecidos por la arquitectura emiliana son reelaborados con originalidad y combinados con elementos bizantinos. Por ejemplo, la iglesia de Santa María de Portonovo junto a Ancona (mitad del siglo XI) o la catedral de San Ciríaco (fines del siglo XI) presentan una planimetría de cruz griega con una cúpula en la cruz de los brazos y un pórtico avanzado en la fachada que encuadra un portal fuertemente abocinado.

Un ejemplo más fiel a los modelos bizantinos es la planta de cruz griega dentro de un cuadrado de la iglesia de San Claudio al Chienti (siglo XI-XII) o de la iglesia de San Víctor alle Chiuse en Genga (siglo XI), donde hay también una cúpula central y cinco ábsides (tres al fondo y dos a los lados).

En el Lacio septentrional los influjos lombardos filtrados a través de la Umbría fueron fecundados por la ininterrumpida tradición clásica: en Montefiascone con la iglesia de San Flaviano (inicios del siglo XII), en Tarquinia con la iglesia de Santa María a Castello (iniciada en el 1121), en Viterbo con varias basílicas (Santa María Nueva, San Francisco a Vetralla, la catedral, la San Sixto, San Juan in Zoccoli), todas decoradas probablemente por maestros lombardos que en algunos casos participaron también en la definición de la arquitectura.

Particular es la iglesia de Santa María Mayor de Tuscania, construida en dos fases desde el siglo XII hasta 1206, donde el portal fuertemente abocinado presenta columnas sobre leones y la representación de la Sedes Sapientiae (la Virgen sentada con el Niño en las piernas) esculpida en el arquitrabe, donde las piernas de la Virgen penden literalmente de la superficie esculpida. También en Tuscania se yergue la iglesia de San Pedro, caracterizada por un rosetón obra de los «comacini magistri».

En Roma se produjo una etapa de continuidad respecto a las basílicas paleocristianas, con figuras de pontífices fuertes como Pascual III, Honorio II e Inocencio II. En Santa Maria in Cosmedin (del siglo XII aunque reedificada) fueron usadas pilastras alternadas con columnas, pero estas últimas sin función portante. Más interesante del panorama arquitectónico fue el de la pintura y el mosaico, con grandes canteras para la decoración interna de la Basílica de San Clemente, de Santa María en Trastévere y de Santa María Nueva, donde prevalecieron todavía motivos constantinopolitanos.

Una impronta duradera dejaron en este período los maestros de mármol en el estilo «cosmatesco» (las célebres familias de los Cosmati o de los Vassalletto) cuya actividad superó también los confines del Lacio. Sus elaboradas taraceas con mármol de color y teselas de varios materiales de piedra fueron aplicados en pavimentos y arreglos litúrgicos como púlpitos, ciborios, altares, cátedras, candelabros pascuales, etc. Alguna vez se emplearon para decorar espacios arquitectónicos más complejos y variados como el claustro de San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros (primera mitad del siglo XIII), con las parejas de columnas de fustes alternadamente lisos, en espiral o mezclados y con número variable de mosaicos.

Una de las más importantes canteras en Campania en la época románica fue la reconstrucción, querida por el abad Desiderio (luego Papa Víctor III) de la abadía de Montecassino, de la cual hoy no queda nada. La basílica fue construida según el modelo de las romanas y el único eco que queda de ella está en la iglesia de Sant'Angelo in Formis, erigida por encargo de Desiderio desde 1072.

También se retomaron los motivos paleocristianos (naves divididas por columnatas, presencia del transepto) en la catedral de Sessa Aurunca (1103), en la iglesia del Crucifijo en Salerno (siglos X y XI) y en la iglesia de San Rufo en Capua.

En cambios, en los edificios del siglo XII y XIII se encuentran fuertes influjos árabo-sicilianos y moriscos, como en la catedral de Caserta Vecchia (con ventanas de hierro en el transepto y arcos cruzados que se apoyan sobre columnas en el tiburio, en el claustro de los Capuchinos (1212) y en la catedral (1266-1268) en Amalfi. En Salerno son notables las obras de mosaicos y aplicaciones cosmatescas con influencias islámicas.

Apulia y sus puertos eran usados por los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa y fueron también el punto de partida para muchos cruzados en 1090. El gran flujo de personas determinó la recepción de una gran variedad de influjos que se manifestó también en la arquitectura.

Uno de los edificios más representativos es la Basílica de San Nicola en Bari, iniciada en 1087 y terminada hacia fines del siglo XII. Externamente se presenta con un aspecto macizo, como una fortaleza, con una fachada cerrada a los lados por dos torres incompletas. El motivo de las dos torres recuerda los ejemplos de más allá de los Alpes, y es explicable también por la presencia normanda de los Altavilla. La decoración con galerías de arcos y la presencia de un (poco pronunciado) pórtico avanzado con columnas sobre leones en la fachada recuerdan las características lombardo-emilianas.

La catedral de san Valentín en Bitonto es considerada la expresión más completa del románico de Apulia.[4]​ Construido entre el siglo XI y el XII, según el modelo de la basílica de San Nicola en Bari, presenta una fachada tripartita por pilastras y decorada con arcos pensiles. Arriba se yergue un rosetón de dieciséis brazos rodeado de dos esfinges. Bajo la basílica hay una cripta datable entre el siglo V y VI.

Importante es también la Catedral de Trani concluida hacia la mitad del siglo XIII. Fue construida también según el modelo de la basílica de San Nicola, cerca del mar como un punto de referencia luminoso gracias a la blancura de la toba caliza empleada. La fachada recuerda el perfil de la de san Nicola, pero no está dividida en tres por lesenas ni presenta torres o pórtico avanzado.

Notables son también en Barletta la basílica del Santo Sepulcro (de matriz borgoñona) y la catedral (iniciada en 1126).

Otras influencias se encuentran en la iglesia de los santos Nicola y Cataldo en Lecce, del año 1180 (con ecos borgoñones), o en la catedral de Troya de 1119 (con influjos pisanos en el registro inferior, armenios en los relieves del arquitrabe, musulmanes en los capiteles y bizantinos en las puertas de bronce).

Palermo y Sicilia en general muestran durante este período muchas influencias diversas debidas a las circunstancias históricas, políticas y religiosas que sucedieron en aquellos siglos: dos siglos de dominio árabe (IX y X), la conquista normanda (1016 - 1091) y el nacimiento del Reino de Sicilia fueron eventos que produjeron un proceso de compleja estratificación cultural.

Típicamente islámicos en Palermo son los edificios como la Zisa (1154-1189) que presenta también una decoración con bóvedas de alveolos, la Cuba (1180), o bien las cúpulas semiesféricas de la iglesia de San Giovanni degli Eremiti (alrededor de 1140), con planta cruciforme, o de San Cataldo (alrededor de 1161).

Más bizantinas son las iglesias de Martorana (1143) y la capilla palatina de Palermo, en el Palacio de los normandos (1143), cubiertas por mosaicos. En la capilla palatina se unió la planta de cruz griega para el presbiterio y el cuerpo basilical en la nave. Los mosaicos presentan un esquema más original con respecto a la estrecha observancia de la Martorana. En la sala de Roger I en el Palacio de los normandos se encuentra también un ciclo profano con escenas de jardines y de caza, diversiones preferidas por los soberanos, que retoma una iconografía típica de los palacios islámicos.

Otros importantes ejemplos de edificios de la época son las catedrales de Cefalú (1131-1170) y de Monreale (1172-1189). En ambas se encuentran mezcladas diversas influencias, que van desde las experiencias cluniacenses en la zona del ábside, a las galerías de arcos típicamente lombardas (en Cefalú), a los cruzados (en Monreale) de influencia árabe, a las dos torres en la fachada que recuerdan modelos transalpinos, introducidos por los normandos.

En Calabria la producción artística está muy influida por el periodo de dominio de Bizancio, como atestigua la iglesia llamada Cattolica de Stilo (provincia de Reggio Calabria), de los siglos X y XI, mientras que en la Basilicata se encuentran presentes algunas influencias sicilianas como en la catedral de Gerace.

La arquitectura románica en Cerdeña corresponde al románico que se desarrolló en la isla de Cerdeña durante un largo período, desde los orígenes en la época de los Giudicati hasta el siglo XIII. Sus expresiones, aunque autónomas, no son clasificables en una imagen reconocible, ya que en la isla el románico se manifestó con resultados inusuales pero en numerosas formas;[5]​ esto se debe al establecimiento en Cerdeña de varias órdenes religiosas, procedentes de diversas regiones italianas y de Francia. En consecuencia, en las arquitecturas de esa época se reconocen influencias pisanas, lombardas y provenzales, así como vestigios del paso de los trabajadores, procedentes de la península ibérica, de la cultura islámica.

El primer edificio románico en la isla fue la basílica de San Gavino en Porto Torres, de antes de 1065. En el románico sardo se dan influencias lombardas y toscanas, como en San Nicola de Trullas (antes de 1113), en Semestene, en la capilla palatina de Santa Maria del Reino (1107), en Ardara, en San Nicola de Silanis (antes de 1122) de Sedini o en la basílica de San Simplicio en Olbia (siglos XI-XII). También hay edificios con influencias francesas a través de los benedictinos, como las iglesias de San Platano en Villaspeciosa, San Gemiliano en Sestu, San Lorenzo en Cagliari y San Saturnino de Ussana. Y también destacan numerosos ejemplos de iglesias de estricto origen toscano, como la basílica de Saccargia en Codrongianos, la catedral de San Pietro de Sorres, en Borutta, la iglesia de Nostra Signora de Tergu, la catedral de Santa Giusta del centro homónimo y la iglesia de San Nicola de Ottana.

Destacan igualmente las estructuras defensivas, como los numerosos castillos y torres de la ciudad de Cagliari, incluyendo la torre de San Pancrazio y la torre del Elefante, diseñadas por el arquitecto sardo Giovanni Capula.

Santa Maria del Regno, Ardara (?-1107)

Basílica de San Simplicio, Olbia (fin del XI-1.ª mitad del XII)

Catedral de Santa Maria di Monserrato, Tratalias (1213-1282)

Catedral de San Pantaleón, Dolianova




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