En literatura, un cambiante o cambiaforma (en inglés, shapeshifter), también llamado mimetista, transmutador o metamórfico, es un ser humano (o algún otro tipo de criatura o ser sobrenatural) que puede cambiar de forma, generalmente adoptando la forma de otro ser vivo (otra persona o animal). Tienen la capacidad de transformarse físicamente a través de una aptitud inherentemente sobrehumana, intervención divina, manipulación demoníaca, hechicería o haber heredado esa habilidad.
La idea del cambio de forma se encuentra en las formas más antiguas de totemismo y chamanismo, así como en la literatura existente más antigua, como en los poemas épicos de la Epopeya de Gilgamesh y la Ilíada. El tema de las personas o criaturas capaces de cambiar de forma ha estado presente incontables veces en la literatura, en la mitología y en el folclore, y se encuentra en prácticamente todas las formas de creación de ficción. En general se usa el término para designar a personas o criaturas que pueden cambiar de forma a voluntad, la mayoría de las veces referido a personas que pueden adaptar la forma de otras personas o de un animal; en este último caso también se usa el término teriantropía.
El concepto sigue siendo un tropo común en teorías conspirativas, los géneros fantásticos, la literatura infantil y la cultura popular.
El panteón de muchas mitologías incluye divinidades y otras criaturas sobrenaturales capaces de asumir la forma de animales o mortales. En la mitología griega, el ejemplo por excelencia es el de Proteo, que podía asumir cualquier forma a condición de no encontrarse inmovilizado; pero también los dioses del Olimpo solían transformarse en animales (Zeus, por ejemplo, se transformó en cisne para poseer a Leda, en toro para raptar a Europa y en águila para llevarse a Ganímedes).
En la mitología nórdica, la capacidad de cambiar de forma es usada particularmente por Loki, dios del engaño, que se transforma en caballo, salmón o pulga, por ejemplo. El mismo Odín se mezcla habitualmente entre los humanos bajo disfraz (si bien manteniendo su rasgo distintivo: ser tuerto). También divinidades menores como los enanos podían cambiar de forma: Fafnir se transformó en dragón antes de morir a manos de Sigurd.
En las leyendas y mitos narrativos del ciclo artúrico, las metamorfosis juegan también un papel relevante, particularmente realizadas por Merlín (entre ellas aquella de singular importancia a la que se debe la concepción del rey Arturo). También Morgana, la medio hermana del rey Arturo, podía cambiar de forma.
En las tradiciones amerindias, los chamanes tienen la capacidad de adoptar la forma de animales por medio del sueño (algunos ejemplos se pueden encontrar en obras de Carlos Castañeda).
Existen en el folclore criaturas populares que cambian de forma como los hombres lobo y vampiros (principalmente de origen europeo, canadiense, nativos americanos), el huli jing de Asia oriental (incluyendo los kitsune (zorros) japoneses y los kumiho coreanos), y los dioses, diosas y demonios de numerosas mitologías, como el nórdico Loki o el griego Proteo.
El cambio de forma a un lobo se conoce específicamente como licantropía, y las criaturas que sufren ese cambio se llaman licántropos. La teriantropía es el término más general para las transformaciones entre humanos y animales, pero rara vez se usa. También era común que las deidades transformaran a los mortales en animales y plantas o que ellos mismos cambiaran de aspecto para conseguir determinados efectos.
Otros términos para cambio de forma incluyen la metamorfosis, el skin-walker navajo o el teriántropo.
Si bien la idea popular de un cambio de formas es la de un ser humano que se convierte en otra cosa, existen numerosas historias sobre animales que también pueden transformarse.
El tema de los cambiantes se encuentra presente en casi todos los géneros de ficción moderna, desde la ciencia ficción (donde el cambio de forma suele hacerse posible gracias a algún tipo de tecnología creada por un científico más o menos "loco") hasta la fantasía y el terror (géneros que muy habitualmente retienen temas tradicionales, respectivamente mitológicos o folclóricos).
En este género, la capacidad de cambiar de forma suele estar ligada al uso de poderes o artes mágicas. Son habituales las figuras de magos, brujos, elfos y druidas dotados de este poder.
En la obra El Hobbit, de Tolkien, aparece el personaje Beorn, que puede cambiar su forma a voluntad por la de un oso, aunque no se explica el origen de este poder. Algunas fuentes entienden que este poder se extiende a todos los hombres de su clan, los llamados beórnidas, que viven al oeste del Bosque Negro.
Asimismo, en la saga de libros Crepúsculo, un hecho sobrenatural a la par de la existencia de vampiros es la de los metamorfos, coloquialmente llamados (en el contexto de la obra) hombres lobo, cuando éstos son otra especie.
Entre las obras que presentan algún género de tecnología que permite cambiar de forma, una de las más conocidas es El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Ejemplos más modernos incluyen el transmutador de la tira cómica Calvin & Hobbes, o el terminator de "metal líquido" de la película Terminator 2: El juicio final.
En la ciencia ficción también abunda el tema del extraterrestre capaz de cambiar de forma. Ejemplos notorios son el antagonista en la película The Thing (1982) de John Carpenter, el personaje Maya, de Space: 1999, los Skrull de Marvel, el personaje Odo de la serie televisiva Star Trek: Espacio Profundo Nueve y el personaje Cambiaformas de la serie animada Gravity Falls.
Algunos animales, en particular algunas especies de cefalópodos, están notoriamente dotados de la capacidad de modificar la forma y el color de su cuerpo con el objeto de asumir el aspecto de otras criaturas (como por ejemplo de peces) o de formaciones rocosas.
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