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Proteo



En la mitología griega, Proteo o Proteus (Πρωτεύς / Prōteús, del egipcio Prouti) es un dios del mar, una de las varias deidades llamadas por Homero en la Odisea ‘anciano hombre del mar’ (ἅλιος γέρων: halios geron),[1]​ cuyo nombre sugiere el «primero», el «primordial» o «primogénito». Se convirtió en hijo de Poseidón en la teogonía olímpica,[2]​ o de Nereo y Doris, o de Océano y una náyade, y fue hecho pastor de las manadas de focas de Poseidón. Podía predecir el futuro, aunque, en un mitema familiar a diversas culturas, cambiaba de forma para evitar tener que hacerlo, contestando solo a quien era capaz de capturarlo. De aquí proceden el sustantivo «proteo» y el adjetivo «proteico», que aluden a quien cambia frecuentemente de opiniones y afectos.

Proteo aparece en las más antiguas leyendas como súbdito de Poseidón, y se lo describe como capaz de ver a través de toda la profundidad del mar y como el pastor de las manadas de focas de Poseidón.[3][4][5][6][7]

Según Homero, la arenosa isla de Faro, situada a un día de distancia del delta del Nilo era el hogar de Proteo, por lo que también era llamado Egipcio.[8]​ Sin embargo, Virgilio menciona en lugar de Faro la isla de Cárpatos, entre Creta y Rodas,[9]​ mientras que, según el mismo poeta, Proteo había nacido en Tesalia.[10]

Su vida es descrita como sigue:

A mediodía salía del agua y se dormía a la sombra de las rocas de la costa, rodeado de los monstruos de las profundidades.[11][12]​ Quien desease forzarle a predecir el futuro estaba obligado a atraparle en ese momento, pues de hecho tenía el poder de adoptar cualquier forma posible para así evitar la obligación de profetizar, pero cuando veía que sus esfuerzos no le llevaban a nada retomaba su apariencia habitual y decía la verdad.[13][14][15][16]​ Cuando había finalizado su profecía, regresaba al mar.[17]

A veces se representa a Proteo viajando por el mar en un carro tirado por un hipocampo.[18]

En la Odisea, Menelao cuenta a Telémaco que había sido apaciguado allí durante su viaje de vuelta de la Guerra de Troya. Aprendió de la hija de Proteo, Idotea (‘la misma imagen de la diosa’), que si podía capturar a su padre podría obligarle a revelar a cuál de los dioses había ofendido, y cómo podía apaciguarlo y volver a casa. Proteo salió del mar para dormir entre su colonia de focas, pero Menelao logró atraparlo, a pesar de que se transformó en león, serpiente, leopardo, cerdo, e incluso agua y árbol. Proteo le respondió entonces verazmente, informando además a Menelao de que su hermano Agamenón había sido asesinado en su viaje de regreso, que Áyax el Menor había naufragado y muerto, y que Odiseo estaba varado en la isla de Calipso, Ogigia.[19]

De acuerdo con la cuarta Geórgica de Virgilio, en cierto momento todas las abejas de Aristeo, hijo de Apolo, enfermaron y murieron. Aristeo acudió a su madre, Cirene, en busca de ayuda. Ella le dijo que Proteo podía decirle cómo evitar otro desastre igual, pero que solo lo haría si se le obligaba. Aristeo tenía que agarrarle y sujetarle, sin importar en qué se transformase. Así lo hizo, y Proteo terminó rindiéndose y le dijo que sacrificase doce animales a los dioses, dejase los cuerpos en el lugar del sacrificio y volviese tres días después. Cuando Aristeo volvió encontró en uno de los cadáveres putrefactos un enjambre de abejas, que llevó a su apiario. Las abejas nunca volvieron a enfermar.[20]

En la Odisea, se atribuye a Proteo una hija: Idotea,[21]​ pero Estrabón menciona una segunda: la ninfa Cabiro (Καβειρώ).[22]​ Por su parte, Zenódoto menciona a Eurínome en lugar de Idotea.[23]

Otro conjunto de tradiciones describe a Proteo como hijo de Poseidón y como un rey de Egipto que tenía dos hijos: Telégono y Polígono o Tmolo.[24][25]​ Sin embargo, Diodoro observa que solo los griegos le llamaban Proteo y que los egipcios le llamaban Cetes.[26]​ Su esposa se llamaba Psámate[27]​ o Torone,[28]​ y, además de los anteriores, Teoclímeno y Teónoe (esta última también llamada Ido) son igualmente mencionados como hijos suyos.[29]​ Se dice que acogió hospitalariamente a Dioniso durante sus vagabundeos[30]​ y que Hermes le llevó a Helena tras su rapto,[31]​ o, según otros, que el propio Proteo la tomó de Paris, entregó a éste un fantasma y devolvió la auténtica Helena a Menelao tras su regreso de Troya.[32][33]​ La historia también cuenta que Proteo era originalmente un egipcio que viajó a Tracia, donde se casó con Torone. Pero como sus hijos con ella empleaban mucha violencia con los extraños, Proteo rezó a su padre Poseidón y le pidió que lo llevase de vuelta a Egipto. Poseidón abrió así una sima en la tierra en Palene y lo guio de vuelta a Egipto por un pasaje bajo el mar.[34][35]

Otro personaje llamado Proteo es mencionado por Apolodoro[36]​ como uno de los cincuenta hijos del rey Egipto.

El alquimista místico alemán Heinrich Khunrath (1560-1605) escribió sobre el dios marino que cambia de forma, quien debido a su relación con el mar es tanto un símbolo del inconsciente como la perfección del arte. Aludiendo a la scintilla, la chispa de ‘la luz de la naturaleza’ y símbolo del anima mundi, Khunrath afirmó en su vena gnóstica sobre el proteico elemento mercurio:

El poeta John Milton también sabía de la relación de Proteo con el arte hermético de la alquimia. En su obra El paraíso perdido, escribió sobre los alquimistas que buscaban la piedra filosofal:

En su discurso El jardín de Ciro (The Garden of Cyrus, 1658), el contemporáneo de Milton Sir Thomas Browne, persiguiendo la figura del quincunce, preguntaba:[39]

En 1807, William Wordsworth terminó su soneto sobre el tema de la modernidad, que comienza Estamos demasiado inmersos en el mundo, con una sensación de nostalgia por la riqueza perdida de un mundo numinoso con deidades:

En la época moderna, el psicólogo suizo Carl Jung definió la figura mítica de Proteo como una personificación del inconsciente, que gracias a su don de la profecía y el cambio de forma tiene mucho en común con la figura central, aunque elusiva, de la alquimia: el dios Mercurio.

Dentro de la literatura hispanoamericana, Proteo es quien da título al trabajo principal del escritor uruguayo José Enrique Rodó, Motivos de Proteo (1909), obra cumbre en la ensayística de habla hispana que gira alrededor de la idea de la esencial mutabilidad del ser, de la transformación permanente que el tiempo trae con sus aguas siempre inquietas:

También el poeta argentino Jorge Luis Borges dedica un soneto a Proteo:

fatigaran el mar rojo como el vino
las inasibles formas adivino
de aquel dios cuyo nombre fue Proteo.

Pastor de los rebaños de los mares
y poseedor del don de profecía,
prefería ocultar lo que sabía
y entretejer oráculos dispares.

Urgido por las gentes asumía
la forma de un león o de una hoguera
o de árbol que da sombra a la ribera

o de agua que en el agua se perdía.
De Proteo el egipcio no te asombres,

El ensayista y crítico español Guillermo de Torre tituló uno de los más concidos de sus libros de ensayos literarios como La metamorfosis de Proteo (1956; reed. 1967).

La Enciclopedia científica Proteo es una enciclopedia juvenil de ciencias y técnicas en 18 tomos editada en 1981 en México traducida del francés; narra en historieta de ciencia ficción las aventuras de un androide, Proteo fuerza 10, que puede cambiar su apariencia; y describe a su vez´los términos científicos y técnicos en ella empleados.



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