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Garrovillas



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Garrovillas de Alconétar (hasta 2001 llamado solamente Garrovillas)[1][2]​ es una villa y municipio español, en la provincia de Cáceres, comunidad autónoma de Extremadura. Pertenece a la Mancomunidad Tajo-Salor y se sitúa entre Navas del Madroño y la N-630.

Garrovillas de Alconétar, hoy reducido a una pequeña localidad de poco menos de 2100 habitantes, fue en otro tiempo una población importante en su zona. Originalmente era una aldea de Alconétar, pero Alfonso X el Sabio le dio el título de villa, siendo el centro del condado homónimo. Según algunos autores, en el siglo XVI tenía más de 7000 habitantes. En el siglo XIX, seguía teniendo más de 6000 habitantes y era la capital del partido judicial de Garrovillas.

Gracias a su importante pasado, hoy en día Garrovillas cuenta con una gran cantidad de monumentos. El municipio es principalmente conocido por la plaza mayor de la villa, pero también son destacables el Castillo de Floripes, el Puente de Alconétar y los monumentos religiosos de la villa.

El escudo heráldico y la bandera que representan al municipio fueron aprobados oficialmente en 2000. El escudo se blasona de la siguiente manera:

La descripción textual de la bandera es la siguiente:

Limita con los términos municipales de Cáceres, Casar de Cáceres, Navas del Madroño, Alcántara, Portezuelo, Cañaveral, Hinojal y Santiago del Campo. Actualmente se encuentra integrado en la Mancomunidad Tajo-Salor.

El término municipal está atravesado por el río Tajo, al que vierten por la derecha el arroyo de Guadancil y el de Portezuelo y por la izquierda el río Almonte (que recibe el Arroyo de Talaván) y los arroyos Villoluengo, Rivera de Araya (que nace en la Cabeza de Araya), Rivera del Morisco y Rehana.

Presenta un relieve alomado al que la erosión del río Tajo, actuando sobre el sustrato pizarroso, ha provocado fuertes encajamientos con altitudes que oscilan entre los 200 m s. n. m. en las riberas del Embalse de José María de Oriol-Alcántara II —en el lugar conocido como Fosa de Alconétar— y los 500 m s. n. m. de la penillanura y proximidades de la Sierra de Cañaveral. Su altitud máxima se encuentra en el llamado Cerro de la Raya, con una cota de 477 m s. n. m.. Otras elevaciones son el Cerro de Valdetorre, con 407 m s. n. m. y el Cerro de Garrote, con 371 m s. n. m..

El clima es de tipo mediterráneo, con una temperatura media de 16,4 °C y una pluviosidad media de 460 L/m².

Entre los mamíferos abundan el jabalí y el zorro, demás de conejo y liebre. En los pinares de Valdepelayo, Valdefernando, Morgado, Las Viñas u Holanda se cobijan rapaces, como el águila calzada, el milano y el alcotán, y otras especies como la cigüeña negra. Las cigüeñas blancas sobrevuelan tejados y charcas y en cualquier lugar del campo puede surgir el cuclillo, la perdiz o el cernícalo. En los páramos de Villoluengo, Altagracia o Conejo pueden verse avutardas o sisones. En los cantiles de Araya o el Morisco anida el abejaruco. El buitre leonado tiene una colonia en regresión y los córvidos son abundantes.

Tras la construcción del Embalse de Alcántara se han aclimatado especies no autóctonas como gaviotas, cormoranes y garcillas bueyeras. De los reptiles se destacan distintas especies de culebras, el lagarto y el galápago. Los anfibios están representados por la rana y el sapo. Dentro de los roedores, señalemos el ratón dorado de campo, el lirón careto y la churupa. En el embalse de Alcántara las especies autóctonas del río Tajo han sido sustituidas por el lucio, la perca americana y la carpa royal, que han acabado con aquellas.

La flora del término es variada y típicamente mediterránea, estratificada en bosque, matorral y herbáceas. El bosque garrovillano está integrado por los pinares de pino piñonero, situados al este y sudoeste de la población, de gran porte; se aprovechan para madera y piñones. Otras especies representativa son la encina y el acebuche. En el matorral lo más sobresaliente son las escobas (blanca y amarilla), las jaras, el tomillo, el espliego, el galapero (Pyrus bourgaeana), la zarza (Rubus fructicosus) y la magarza. Crecen multitud de hierbas y pastos, algunas de ellas de gran valor botánico: flor de la abeja, lirios muy variados, alhelias, candilitos, suegra-nuera, orquídeas silvestres, etc. Las aguas de las charcas se llenan de ranúnculos en primavera.

Geológicamente, el término se encuentra dentro del Macizo Hespérico o Hercínico. La totalidad de su superficie está ocupada por materiales pizarrosos.

Se pueden diferenciar en Garrovillas tres tipos de suelos: arenosos, que ocupan la mayor parte del territorio; pizarrosos que se extienden por la cuenca del río Tajo y suelos de aluvión o tierras fértiles, en las que se han concentrado las partículas erosionadas. Son suelos muy poco profundos en los que la roca madre está a escasa profundidad, cuando no en la superficie.

La zona estuvo poblada desde la prehistoria como lo prueban los dólmenes de Guadancil y Cerro Garrote, excavados en el siglo XIX por el sacerdote don Jerónimo de Sande, que encontró una serie de objetos, incluyendo un ídolo oculado, depositados hoy en el Museo de Cáceres y en el Museo Arqueológico Nacional (los de este fueron previamente a la Exposición Universal de París de 1878).[5]

La presencia humana durante la Edad de los Metales está atestiguada porque en 1931, en la zona de Alconétar, en el fondo del río Tajo, fue hallada una espada pistiliforme de bronce, de 67 cm de longitud. El estado de conservación era bueno en el momento del hallazgo; la punta ya le faltaba en el momento en que quedó abandonada definitivamente la espada, aunque nunca llegó a usarse como tal arma. Pertenece al último periodo de la Edad del Bronce (en torno al año 1200 a. C.) y su origen debe ser buscado más bien en el mundo atlántico. Se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.

En la confluencia del Tajo y el Almonte se asentó un castro prerromano llamado quizás Turmogum (centro de los turmódigos, tribu lusitana) y ocupado por los romanos como Turmulus. De esta época procede una tégula escrita aparecida en las proximidades de Garrovillas con la inscripción "PRECARIO COERENSIVN/ ET CALONTENSIVM CALUR/ I. ET. PALANTENSES/ VSI SUNT/", que se ha traducido por "A Precario. Los coerenses y los calontenses calures y los palantenses son lusitanos". Los romanos, para cruzar el Tajo, construyen un puente (llamado de Mantible) que servía a la Vía de la Plata.

En 828, Mahamud, un jefe musulmán de este enclave, se alió con los bereberes de Mérida en la revuelta contra Abderramán II. En el 838 él y su hermana (¿Yamila?) tuvieron que huir y se aliaron con el rey Alfonso II de Asturias; ambos personajes inspiraron leyendas posteriores. En el siglo X los árabes construyen una torre para defender el puente, llamado ahora Alconétara, o Puentecillo, de Mahamud. En el año 1133, tras haber pasado a manos cristianas, el emir almorávide Tasufin ben Ali volvió a tomar Alconétar.

El año 1167 el Rey Alfonso VIII liberó del dominio árabe y entregó el castillo de Alconétar a los Caballeros Templarios, que lo erigieron en cabeza de Encomienda, de la que dependían los Cuatro Lugares (Hinojal, Talaván, Santiago del Campo y Monroy) además de Cañaveral.

Garrovillas antiguamente fue aldea conocida con el nombre de Garro y estaba también agregada a la villa de Alconétar, que se hallaba junto al castillo. Así fue hasta que el rey Alfonso X le dio el título de villa, en virtud de hallarse arruinada la de Alconétar tras ser anegada en una riada del Tajo; los vecinos de ésta se trasladaron a aquella, que se denomina desde entonces «Garrovillas de Alconétar». Surgieron disidencias entre los Templarios y las vecinas órdenes de Alcántara y de Santiago y hacia 1258 aquellos abandonaron el castillo, que pasó a manos del poder regio. En 1268, en documento firmado en Alcalá, Alfonso X dio aquellos lugares en señorío a su hijo Fernando de la Cerda.

En 1368 el puente de Mantible se encontraba ya derruido. Poco después aparece Leonor de Alburquerque como señora del castillo, posiblemente enfrentada a la población de Garrovillas. El rey Juan II en 1434 da por albalá el señorío, "con el paso de barcas y derechos del castillo de Rocafrida, que está sobre las barcas", a Enrique de Guzmán, II conde de Niebla. Una de sus hijas, María de Guzmán, casó con Enrique Enríquez, I conde de Alba de Liste, hijo segundo del Almirante de Castilla. Así, esta villa ha pertenecido posteriormente al condado de Alba de Liste, poseído en el siglo XIX por el duque de Frías.

Natural de esta localidad, el capitán Alonso de Mendoza, que en el siglo XVI pasó al Nuevo Mundo y allí fundó el 20 de octubre de 1548 la ciudad de La Paz, actual sede del gobierno de Bolivia (tiene dedicada, desde mediados del siglo XX, una calle con el nombre de "Capitán Mendoza"). Juan de Ávalos, también natural de esta villa, vinculado con Santiago de Chile.[6]

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en el municipio constitucional de la región de Extremadura, cabecera del Partido Judicial de Garrovillas y conocido entonces como Garrovilas[7]​ que en el censo de 1842 contaba con 1200 hogares y 6574 vecinos.

El Ayuntamiento en 2001 obtuvo un símbolo representativo, esto se representó en el cambio del nombre de la villa.

En el siglo XVI la población superaba según algunos autores los siete mil habitantes.

En la primera mitad del siglo XIX había 6.100 habitantes (con lo que era la tercera población de la provincia).

Entre 1900 y 2018, la evolución demográfica ha sido la siguiente:[8][9]

En el año 2014 la población era de 2.226 habitantes.

Han sido tradicionales fuentes de ingresos la pesca fluvial y la recolección de piñones, así como la apicultura.

Según Madoz, en 1847 Garrovillas tenía en el río Tajo seis aceñas y tres batanes; en el Arroyo Morisco, dos batanes y seis molinos harineros, y en el Arroyo Rehana, otro molino harinero. Asimismo tenía tres lagares hidráulicos de viga, un molino de chocolate y diez fábricas de curtidos.

Hoy[¿cuándo?] la población vive principalmente de la agricultura de secano (cereales y almendros) y de la ganadería (vacas y ovejas). Últimamente[¿cuándo?] está incrementándose la ocupación en el sector servicios, dada la proximidad a la capital.

Por Garrovillas pasan o se inician las siguientes carreteras:[10]

Garrovillas cuenta con un IESO, el IESO Alconétar.[11]

Pertenece a la zona de salud de Navas del Madroño dentro del área de salud de Cáceres y cuenta con un consultorio de atención primaria.[12]​ En sanidad privada, en 2013 había en el municipio una clínica dental.[13]​ En el municipio hay dos farmacias, que coordinan sus turnos de guardia con la de Navas y la de Brozas.[14]

La localidad posee dos templos parroquiales católicos que datan del período final del gótico: la iglesia de San Pedro y la iglesia de Santa María de la Consolación. Ambas iglesias forman parte de la diócesis de Coria-Cáceres, donde funcionan conjuntamente como una parroquia en el arciprestazgo de Alcántara-Arroyo de la Luz.[15]

La iglesia de San Pedro, ubicada en el norte de la localidad, es la más antigua de las dos iglesias parroquiales, combinando elementos románicos y góticos. Data del siglo XV, aunque cuenta con algunos elementos posteriores. Es una obra de sillería granítica dividida en tres naves, de las cuales destaca la central por su amplitud y elevación.[16][17]

Por su parte, la iglesia de Santa María de la Consolación se ubica en el centro del casco antiguo y es ligeramente posterior a la anterior, datando de los primeros años del siglo XVI y con un estilo más tardogótico. Fue también construida con sillería granítica, pero a diferencia de San Pedro tiene una única nave organizada en tres tramos.[18][19]

La iglesia de Santa María es conocida por su órgano, un instrumento de incalculable valor, que ya en 1595 fue restaurado por el organero italiano Horacio Fabri. Las características de su técnica constructiva lo sitúan en el esplendor del Renacimiento. Es una pieza instrumental de coro que en sus orígenes se usaba para acompañar la liturgia de las horas. Aunque data del siglo XVI, ha sufrido múltiples reformas. Es un órgano de pequeñas dimensiones que no tiene carácter monumental, sino que su importancia se basa en su antigüedad: se cree que es el órgano más antiguo de la península ibérica, y el tercero más antiguo de toda Europa.[20]​ En 2020, este órgano fue declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura.[21]

Entre las ermitas de la localidad, cabe destacar la ermita de la Virgen de Altagracia, patrona de la localidad, construida en el siglo XV a unos siete kilómetros del casco urbano. Presenta partes renacentistas y otros añadidos; con fábrica de cantería, techumbre de ojivales nervaduras y puerta principal gótica culminada en un rosetón, posee el tramo del altar mayor separado por una verja gótica de artesanía local. El retablo mayor data del siglo XVII.[22]

En las afueras del pueblo están las ermitas de San Antón, del Cristo del Humilladero, de los Santos Mártires y de Santa Catalina, de la casi docena que llegó a haber.

Resalta asimismo la plaza Mayor, con arcadas góticas y fachadas clasicistas; obra de los siglos XV y XVI, está declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional. Se encuentra flanqueada de casas, en su mayoría de dos plantas, con soportales apoyados en columnas de granito y arquerías de ladrillo, sobre las cuales se alzan galerías de ventanales con esbeltas columnas y arcos de medio punto. También se ven algunas viviendas blasonadas de la familia Durán, los mayores terratenientes de la Villa; entre ellas es digno de mención el Palacio de los Condes de Alba y Aliste (antiguos señores de la villa), convertido hoy día en un hotel de 4 estrellas. Es una de las plazas de origen medieval más bellas de España, y sobresale su inmensidad superficial. Se celebran en agosto unos espectaculares festejos taurinos.

Otra joya con la que cuenta Garrovillas es el Corral de Comedias, de estilo típico del Siglo de Oro español y diferente a los demás corrales por tener un tercer nivel o piso para ver las representaciones.

Fuera de la Plaza destacan por su arquitectura popular el barrio de los Castillejos y la calle de las Seis Rejas (con la Casa de los Templarios).

Se conserva un tradicional rollo, que es del tipo llamado por Bernaldo de Quirós "originario", debido a su arquitectura (un simple cilindro alargado que al terminar se aguza en forma cónica, erguido sobre el suelo, sin gradas ni pedestal, como columna dórica); en España hay pocos de este tipo.

En la Plaza Vieja se encuentra el Convento de Nuestra Señora de la Salud (o de las Monjas Jerónimas), pregonado por una espadaña de ladrillo. Su origen es una ermita erigida por el sacerdote Diego Suárez, natural de Garrovillas.

Una bóveda de crucería cubre el presbiterio del templo, en el que destaca un magnífico retablo dorado de estilo barroco. En la hornacina central del retablo figura una imagen de la Virgen de la Salud, también llamada de la "O" o de la Encarnación, con vestido policromado; de autor desconocido, es de finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. En la parte superior existe una imagen del Arcángel San Miguel y, a uno y otro lado, las de San Jerónimo y Santa Paula.

A ambos lados del altar hay sendas capillas-hornacinas. La del lado de la Epístola acoge una impresionante imagen, toda de talla, del Señor con la Cruz a Cuesta, traída del convento de San Antonio. La del lado del Evangelio conserva en un sencillo retablo hasta ocho excelentes pinturas, atribuidas al Divino Morales. Abajo, aparece Jesús de busto, y, a los lados, San Pedro y San Pablo; en la parte izquierda se representan San Gregorio Nacianceno y Santa Lucía y, a la derecha, San Juan y Santa Rosa. Arriba hay una imagen de un santo a caballo.

La verja que da a la clausura se encuadra entre un par de columnas sobre plintos, sencillos capiteles toscanos, enjuto friso y un par de flameros entre los que hay una hornacina con frontón rematado en cruz franciscana. El hueco de la verja se forma con arco de medio punto con bóveda de cuarto de esfera y trompas.

El Coro está a los pies y la entrada, sencilla, en el lado del Evangelio.

El franciscano Convento de San Antonio de Padua, fundado en 1476 por el Conde de Alba de Aliste, se encuentra actualmente en ruinas.

La Iglesia, renacentista, con bóveda de crucería, es de una sola nave y ábside poligonal, con dos capillas laterales a cada lado, dos renacentistas (con friso, pilastras y cruz en el remate) y otras dos platerescas (con balaustres, tondos, y cornisa con flameros y atlantes). En ellas se encontraban los enterramientos de los Condes, adornados con estatuas orantes de alabastro. El coro se asienta sobre un atrevido arco escarzano. En el muro oeste se abre la puerta principal del templo, con una ventana encima para iluminar el coro. Hay otra puerta en la fachada norte, en arco apuntado, que debió aprovecharse de la construcción primitiva. En la parte exterior se contempla un escudo de armas de la Casa de Alba de Liste, y en su parte inferior se encuentra labrada la figura de Don Enrique Enríquez, con dogal al cuello, en señal y recuerdo de su prisión en el cerco de Toro.

El claustro es de sobrio estilo renacentista. La parte baja tiene pilares cuadrados de sillería rematados con tres arcos de medio punto a cada lado, con bóveda de arista y saliente moldura, sobre los que corre una galería de cinco columnas de orden toscano sobre plintos en cada ala, además de las cuatro fundidas, correspondientes a las esquinas. La columnata del claustro alto sostiene una cornisa adornada con triglifos y metopas lisas. En los muros del claustro bajo existieron pinturas al fresco, hoy destruidas, con escenas de milagros y pasajes de las biografías de frailes franciscanos y leyendas explicativas.

Dentro de las aguas del Embalse de Alcántara se encuentra el castillo de Floripes (o Rocafrida, según documento de Juan II). Sobresale la parte superior de la Torre del homenaje; en años especialmente secos se puede observar la cerca almenada. Su construcción es gótica, aunque procede de una probable "turris" del Turmulus romano, luego reconstruida por árabes y cristianos. Sirvió de localización de leyendas cantadas en romances y referidas indirectamente por Cervantes en dos pasajes de El Quijote.

Platos típicos son las ranas fritas, los escabeches de peces, los origüelos, las morengas, la chanfaina, el morro de cerdo y, entre los postres, las floretas servidas con miel y los cagajones.



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