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Gonzalo Rodríguez Gacha



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Gonzalo Rodríguez Gacha nació el día 14 de mayo de 1947.


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Gonzalo Rodríguez Gacha nació en Pacho.


José Gonzalo Rodríguez Gacha (Pacho, Cundinamarca, 14 de mayo de 1947Tolú, Sucre, 15 de diciembre de 1989), apodado «El Mexicano», fue un narcotraficante, terrorista, paramilitar y criminal colombiano, cofundador y cabecilla del Cartel de Medellín.

De origen humilde, Rodríguez Gacha amasó su fortuna durante los años 1970 y principios de los años 1980 a través del tráfico de cocaína hacia Centro y Norteamérica. Tras la creación del Cartel en 1976, los medios de comunicación colombianos lo consideraron el «líder del ala militar» de dicha organización y su «Ministro de guerra» más de 1.000 muertos fueron atribuidos a su nombre.[1]​ Contó con su propia fuerza paramilitar, entre guardaespaldas y sicarios, con cerca de 2.000 miembros y fue considerado por la revista Forbes como uno de «los hombres más ricos del mundo» en 1988.[2][3]

Apoyó la creación de grupos de autodefensa en Colombia y orquestó el exterminio de la Unión Patriótica a finales de los 1980. Rodríguez Gacha murió el 15 de diciembre de 1989, tras una operación militar que incluyó una persecución por tierra y aire cerca de las playas de Coveñas, operación que también acabó con la vida de su hijo Fredy.[1]​ Se ha conocido, años después de su muerte, que su trascendencia no se había limitado a esferas del tráfico ilegal de estupefacientes, sino también en el ámbito comercial, político y social.

Oriundo de Pacho, Cundinamarca Rodríguez Gacha nació en una familia campesina. En tercero de bachillerato decidió abandonar sus estudios para empezar a trabajar en Bogotá, donde laboró como camarero de un restaurante, ayudante de autobuses, e incluso como comerciante en el sector de San Victorino.

Su carrera criminal despegaría a principios de los años 1970, cuando se trasladó a Muzo (Boyacá) y entró al servicio de Gilberto Molina Moreno, el "zar" de las esmeraldas en Boyacá, legendario personaje que durante muchos años impuso su ley en el negocio minero, ejerciendo su influencia en una vasta región que cubre los municipios de Quípama, Otanche y Borbur. Molina era el jefe indiscutido y sus socios (que le reconocían su condición de "padrino" ) incluían a personas como Víctor Carranza, Benito Méndez, "el mono Bernal", Julio Silva y Juan Vitar. Estos explotaban legalmente concesiones otorgadas por el gobierno colombiano a sociedades de las que ellos y otros esmeralderos eran miembros. Sin embargo, no dominaban todo el negocio. Entre sus rivales, el principal era el grupo controlado por la familia Vargas, que imponía su ley en la región de Coscuez. La guerra verde entre Molina y los Vargas se tornó cada vez más sangrienta y, mientras eso sucedía, Rodríguez Gacha, que había ascendido rápidamente en las estructuras del "zar verde", se independizó para dedicarse a una actividad considerablemente más rentable: el narcotráfico. Su primer contacto con este negocio vino a través de Verónica Rivera de Vargas, amiga de Pablo Escobar y del narcotraficante mexicano Miguel Ángel Félix Gallardo hacia mediados de los setenta.

En pocos años Rodríguez Gacha se convirtió, al lado de Escobar y de la familia Ochoa, en uno de los pilares del cartel de Medellín en los comienzos de los ochenta. Amasó en corto tiempo una de las más grandes fortunas de Colombia. Asociado a las mafias afincadas en Antioquia, controló un ala autónoma de la organización narcotraficante en el centro del país, manejando hombres y recursos propios. En 1981 financiaría en conjunto con sus socios la creación del primer grupo de autodefensas, el Muerte a Secuestradores (MAS).[4]​ Pronto se abrirían nuevas rutas de tráfico de drogas a través de México, Haití, Los Angeles, California, Houston, Texas y Nicaragua, donde desempeñó un papel fundamental en el crimen del piloto estadounidense Barry Seal, asesinado más tarde cuando accedió a testificar contra el cartel.

Pronto el poder de Rodríguez Gacha desbordó el núcleo original de Cundinamarca y Boyacá e incursionó en los llanos orientales y el Magdalena Medio, contactando con las FARC-EP, que en un principio prestaron servicios de vigilancia a los cultivos y laboratorios del capo a cambio de ciertos "impuestos". Sin embargo, la destrucción de varios de sus laboratorios de procesamiento de drogas en 1983, más el robo de pasta base de coca y dinero en efectivo a algunos de sus emisarios, lo llevaron a una guerra personal con dicha organización. Bajo la filosofía de "quien no está conmigo, está contra mí" y apoyado en sus nuevos socios paramilitares del Magdalena Medio, las autodefensas de Pablo Emilio Guarín, Henry Pérez, los hermanos Fidel y Carlos Castaño y Ramón Isaza, emprendió una campaña de exterminio contra la Unión Patriótica, partido al que consideraba el brazo político de la guerrilla comunista.[5][6]​´Gacha intentó negociar con las FARC-EP para que le devolvieran lo que le habían quitado y se reunió con el 'Mono Jojoy', pero la guerra con las FARC-EP continuó hasta la muerte de Gacha.[7]

Hacia 1989, Rodríguez Gacha tenía a su disposición un millar de hombres en un ejército personal adiestrado por mercenarios extranjeros. Así, entre diciembre de 1987 y mayo de 1988 contrató a mercenarios israelíes y británicos para que entrenaran equipos de asesinos y sicarios. Entre estos destacó Yair Klein, un teniente coronel retirado del ejército israelí, liderando un equipo de instructores en Puerto Boyacá durante 1988. Rodríguez Gacha se convirtió así en el principal comandante del "Narcoparamilitarismo" en Colombia. Además, sus contactos con elementos corruptos dentro de las fuerzas gubernamentales le brindaban la suficiente impunidad como para actuar contra sus enemigos con total libertad. Al menos ochocientos miembros de la UP cayeron víctimas de su venganza contra las FARC-EP, incluyendo al presidente del partido, Jaime Pardo Leal, asesinado el 11 de octubre de 1987, al secretario del partido comunista, Teófilo Forero, y al joven líder de izquierda José Antequera. Hasta Putumayo, con la "Banda de los Macetos", llegaban los tentáculos del narco al momento de su muerte.[8][9]

Cada vez más, sus ataques se fueron dirigiendo contra el estado colombiano, apoyando a su socio y amigo Pablo Escobar en su lucha contra el gobierno. El 30 de abril de 1984, el ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, que había emprendido una cruzada contra el cartel de Medellín, fue asesinado por sicarios de "Los Priscos" que se movilizaban en una motocicleta. En respuesta, el presidente Belisario Betancur declaró fuera de la ley a los narcotraficantes y se pronunció a favor de la implementación del tratado de extradición. Los Ochoa, Pablo Escobar, Carlos Lehder y Rodríguez Gacha debieron huir a Panamá. En un último intento por controlar la situación y negociar con el gobierno, los capos se reunieron con el expresidente colombiano Alfonso López Michelsen en el Hotel Marriott de Panamá. Sin embargo, las negociaciones se filtraron a la prensa y el plan se desmoronó. Meses más tarde regresarían clandestinamente al país, mas el punto de ruptura con la sociedad ya había llegado.

A causa de la reactivación del tratado de extradición en mayo de 1984 y de las primeras detenciones con este fin en enero de 1985, los miembros del Cartel de Medellín quedaron fuera de ley y se autodenominaron "Los Extraditables". El inicio de una guerra frontal contra los gobiernos de Colombia y Estados Unidos fue inevitable. Este periodo negro pasaría a denominarse en la historia de Colombia como la Guerra del Narcoterrorismo.

La campaña de terror reactivada a partir de la segunda mitad de 1986 se cobraría las vidas del magistrado de la Corte Suprema de Justicia Hernando Baquero Borda, del juez Gustavo Zuluaga Serna, del coronel Jaime Ramírez Gómez y del director de El Espectador Guillermo Cano Isaza. Tras una tregua de un año, las decisiones tomadas por el gobierno Barco el 8 de enero de 1988, al dictar autos de detención con fines de extradición contra Escobar, Rodríguez Gacha y los hermanos Juan David, Jorge Luis y Fabio Ochoa Vásquez, generarían una nueva escalada terrorista. El 16 de enero de 1988 es secuestrado el candidato a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana Arango y el 25 del mismo mes, durante un nuevo intento de secuestro es asesinado el procurador general de la Nación, Carlos Mauro Hoyos. La guerra contra el Estado está prácticamente declarada.

La violencia ya no se detendría. Rodríguez Gacha profundizó su campaña de exterminio contra la izquierda, multiplicando los asesinatos de los dirigentes de la Unión Patriótica: Teófilo Forero y José Antequera fueron ultimados a principios de 1989. Se atrevió incluso a masacrar a toda una comisión judicial en La Rochela (Santander), el 18 de enero de 1989, también el 1 de noviembre de 1989 asesinó al congresista por Pacho, Cundinamarca; Luis Francisco Madero Forero. En varias ocasiones Madero se enfrentó al narcotraficante. Inició el movimiento que pedía la expulsión del mexicano de esa región de Cundinamarca para salvar al pueblo de Pacho del narcoterrorismo, iniciando la guerra, que desembocó en ese conocido final. También en una ocasión organizó un paro cívico para protestar contra el negocio de la droga. El congresista asesinado pertenecía a la Comisión Segunda de la Cámara de Representantes, que es la encargada de estudiar los asuntos militares e internacionales. En 1980 fue el ponente del Proyecto de Extradición. Francisco Madero perteneció al grupo social Conservador, fue compañero de luchas de Álvaro Gómez Hurtado.

A la vez entró en un conflicto más intenso y violento por el control de las minas de esmeraldas en el occidente de Boyacá. Decidido a unir sus emporios del noroeste de Cundinamarca con el Magdalena Medio – campo de entrenamiento de sus autodefensas, terminó por ver como un estorbo a sus antiguos socios y amigos. El 27 de febrero de 1989, infiltró un comando armado en Sasaima (Cundinamarca) y liquidó al amo y señor del negocio esmeraldífero en Colombia, Gilberto Molina Moreno junto a 17 personas más.

Pronto pasó a atentar contra Víctor Carranza, otro exsocio suyo, convertido en el nuevo «zar» de las esmeraldas. La guerra con este escaló tras la masacre en el edificio Altos del Portal de Bogotá, el 5 de julio de 1989. Allí un grupo de militares al servicio de "El Mexicano", en el curso de un supuesto operativo interrumpieron una reunión de gente de la DEA y del F2 con Ángel Gaitán Mahecha, un informante, y masacraron a cuatro personas. Los ataques se sucedieron todo el mes de julio. El 7 una bomba semidestruyó las instalaciones de Tecminas en Bogotá, empresa propiedad de Carranza; fue asesinada la llamada «reina de la coca», Verónica Rivera; el 10 cayó baleado Julio Carranza, sobrino del «Zar». El 15, sesenta hombres fusilaron en la quebrada de Itoco, en predios a cargo de Tecminas, a seis guaqueros. Más tarde arrojaron vivo desde una avioneta a Pedro Julio Yaya, un vigilante de la veta. El 26 de julio un ataque dinamitero con carro bomba arrasó las oficinas de «Ganadería Nare», de propiedad de Carranza, matando a una persona y dejando a dos heridas. Finalmente el 15 de agosto siguiente salió ilesa de un atentado Blanca Lilia de Molina, viuda de Gilberto Molina.

Paralelamente, a partir del fracaso en las negociaciones con el Gobierno Nacional, emprendió junto con Pablo Escobar una oleada de asesinatos en mayo de 1989. Un primer atentado dinamitero sacudió Bogotá el 30 del mismo mes, teniendo por objetivo al Comandante del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) Miguel Maza Márquez. Salió ileso, pero siete personas murieron y treinta quedaron heridas. Le seguirían otros ataques contra el gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur muerto el 4 de julio, la jueza tercera de Orden Público María Helena Díaz asesinada el 28 de julio, el magistrado Carlos Ernesto Valencia ultimado el 16 de agosto y finalmente el Comandante de la policía en Antioquia Valdemar Franklin Quintero y el candidato a la presidencia (1990-1994) Luis Carlos Galán Sarmiento acribillados el mismo día, 18 de agosto de 1989. En el último hecho tomaron parte activa setenta hombres de Gacha con Jaime Rueda a la cabeza, el mismo que descargaría sobre el líder liberal la subametralladora miniatlanta que le segó la vida. El presidente Virgilio Barco declaró la guerra entonces al Cartel de Medellín y procedió el 19 de agosto a dictar los decretos que permitían la extradición por vía administrativa, la incautación de bienes del narcotráfico y la detención preventiva sin cargos judiciales de sospechosos de pertenecer a la organización narcoterrorista. Además con el 80 por ciento de la cocaína consumida en Estados Unidos llegando de Colombia, el recién elegido presidente George H. W. Bush concentró la estrategia antidrogas de su gobierno en el país andino y el 21 de agosto de 1989 el Fiscal General Dick Thornburgh hizo pública una lista de doce capos de la droga requeridos por el gobierno norteamericano. La lista incluía a Pablo Escobar, "El Mexicano", el "Mono Abello" y los Hermanos Ochoa; Jorge Luis, Fabio y Juan David).

Como muchos esperaban, los narcos no se arredraron y asumieron el reto de una guerra total con el estado colombiano, por medio de una carta a la opinión publicada el 23 de agosto de 1989. La extradición no les dejaba más camino que tratar de doblegar al gobierno de Barco por medio del terrorismo y el sicariato a gran escala: 289 acciones bélicas y más de 250 muertos en tres meses lo ilustran claramente. Las principales ciudades – Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena – fueron bombardeadas diariamente (100 actos terroristas de septiembre a diciembre).

El 24 de agosto, las bombas que estallaron en la capital antioqueña, dieron inicio a su violenta arremetida. El 2 de septiembre terroristas hicieron estallar un camión cargado con cien kilos de dinamita en el periódico El Espectador. El 11 fue asesinado el líder liberal Pablo Peláez González. El 21 de septiembre explotaron simultáneamente varios petardos en nueve sedes políticas en el sector de Teusaquillo (Bogotá). El 26 de septiembre atentaron contra el Hotel Hilton de Cartagena con un saldo de dos víctimas mortales. El 16 de octubre, un carro bomba estacionado a las afueras de las instalaciones del diario Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, dejó cuatro muertos. El 20 fue bombardeado el Hotel Royal de Barranquilla. El 1 de noviembre cayeron María Elena Espinosa Arango, miembro de la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín, y Luis Francisco Madero Forero, representante en la Cámara por Cundinamarca. El 9 de noviembre, dos semanas después de un ataque de sicarios, muere el periodista Jorge Enrique Pulido.

El gobierno reaccionó multiplicando los operativos y arrestos a lo largo y ancho del país: el 11 de octubre fue detenido el "Mono" Abello, y el 23 de noviembre, las fuerzas gubernamentales cayeron sobre la hacienda El Oro, propiedad de Pablo Escobar, matando a dos miembros del cartel (entre ellos, su cuñado Mario Henao) y deteniendo a cincuenta y cinco más. No obstante, el capo logró escabullirse. Herido el cartel, Escobar y Rodríguez Gacha respondieron con dos violentas acciones en la capital de Colombia. Lo peor estaba por venir.

El 27 de noviembre, intentando matar al reemplazo de Galán en las elecciones presidenciales, César Gaviria, Pablo Escobar hizo estallar un avión de Avianca en pleno vuelo con sus 107 pasajeros a bordo; el 6 de diciembre, en lo que se sería su mayor ataque, "Los Extraditables" echaron a rodar calle abajo un autobús del Acueducto de Bogotá cargado con quinientos kilos de explosivos y lo volaron frente a las instalaciones del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). El General Maza, objetivo del atentado, salió ileso de este; sin embargo, sesenta y tres personas murieron y quinientas resultaron heridas. Rodríguez Gacha, responsable de la última hecatombe terrorista, se convirtió así en el hombre más buscado de Colombia, ofreciéndose una recompensa de $250,000 dólares por su cabeza.[10]​ En esa época, "El mexicano" había cambiado su aspecto físico, operándose el rostro y dejándose crecer una barba rala, con lo que pretendía evadir la persecución de las autoridades.

El gobierno, enfrentado a una guerra total y tras el atentado al edificio del DAS, se enfocó en capturar a los cabecillas del cartel, ofreciendo 500 millones de pesos por la cabeza de Rodríguez Gacha (la misma cantidad ofrecida por Escobar). En agosto de 1989, el gobierno del presidente Barco había tenido un golpe de suerte cuando Freddy Gonzalo Rodríguez Celades, el hijo de "El Mexicano" fue detenido por posesión ilegal de armas al norte de Bogotá. Se le retuvo durante más tiempo del estipulado por la ley, tratando de presionar a su padre, pero en vista de que la estrategia no dio resultado, se le liberó el 22 de noviembre. Con esto, parecía que se había perdido cualquier pista que condujera a Rodríguez Gacha.

No obstante, un informante contratado (pero no trabajador de la organización, léase libro "Cómo me infiltré y engañé al cartel" de Jorge Enrique Velásquez") en nombre del Cartel de Cali infiltrado en las estructuras que Gacha tenía en la costa Atlántica, Jorge Velásquez alias "El Navegante", reveló la ubicación del narco en Cartagena de Indias, donde se hallaba protegido por un cuerpo de veinticinco guardaespaldas. Al percatarse de la presencia de las autoridades, los fugitivos tomaron una lancha motora y embarcaron rumbo a Tolú.[11]​ Allí acompañaban al capo su hijo Freddy Gonzalo, Gilberto Rendón Hurtado alias "mano de yuca" (el número 8 dentro del cartel y quien controlaba redes de transporte de cocaína desde la costa Caribe) y cuatro guardaespaldas más. También el Navegante los acompañaba. Tras dejarlos en la noche del 14 de diciembre en la costa de Coveñas, este daría cuenta de la nueva ubicación de Rodríguez Gacha a las autoridades. Después de que la policía interceptara a la lancha y embarcara a Velásquez en uno de los dos helicópteros artillados movilizados para la ofensiva, se dispuso el operativo final.

A mediodía del 15 de diciembre de 1989, sobre las 13:10, veintidós policías, 17 de ellos comandos de élite, a bordo de los dos helicópteros artillados, sobrevolaron "El Tesoro", un complejo de cabañas de madera al borde del mar entre Coveñas y Tolú, donde se presumía que se hallaba el objetivo. Con altavoces y sirenas pidieron a Rodríguez Gacha que se entregara, sin obtener respuesta alguna. Este se vistió de lugareño al igual que sus escoltas que simulaban ser peones de una finca ganadera, mientras esperaban en silencio a ver que pasaba con el operativo. Los helicópteros siguieron rastreando la zona, pensando tal vez que los narco-terroristas habían huido ya. Estos se hallaban a la espera de cualquier descuido y en efecto aprovecharon el momento, para abrirse paso hasta un camión carpado Chevrolet de color rojo que estaba estacionado fuera de la villa, y emprender la huida, armados con media docena de granadas, un fusil Galil, una subametralladora Heckler & Koch MP5, una pistola 9 mm y un revólver cal. 38 largo.

Las fuerzas de la policía se percataron rápidamente de la huida del camión y emprendieron su persecución. A menos de dos kilómetros de Tolú el automotor fue interceptado cuando, tratando de perder a sus perseguidores, se desvió por la ruta que conduce a Sincelejo. Al no poder esquivar a las autoridades, un poco más adelante, a la altura de Tolugas (un complejo de gas propano), se lanzaron del auto Freddy Gonzalo (armado con una pistola 9 mm), Gilberto Rendón y tres guardaespaldas más, abriendo fuego contra una de las aeronaves para llamar su atención, a la vez que trataban de avanzar hacia un cerco de robles, en medio de unos pastizales infestados de maleza. Uno de los aparatos respondió con sus ametralladoras, matando a dos de los pistoleros, para descender luego y dejar en tierra a 5 comandos de la fuerza élite, quienes se enfrentaron con los dos guardaespaldas supervivientes y el hijo de "El Mexicano", eliminándolos. En el intermedio, el camión que llevaba al capo y a uno de sus hombres continuó su carrera, seguido por la otra aeronave. Pero precisamente, en esa misma carretera se encontraba una patrulla contraguerrilla de la infantería de marina, custodiando una de las fincas del extraditado Eduardo Martínez Romero. Al verlos, el camión se detuvo y de él descendieron Rodríguez Gacha y un guardaespaldas, internándose ambos en los platanales adyacentes a la carretera, en la finca La Lucha. Los artilleros abrieron fuego, tratando de detectar a los fugitivos, que parecía que lograrían huir. No obstante, Gacha, quien estaba armado con una subametralladora alemana MP5, perdió el impulso de su carrera cuando se desgarró el cuero cabelludo en una alambrada. Acorralado, contestó a los disparos, revelando su ubicación, la ametralladora le respondió y cayó al ser herido en una pierna. En ese momento, otro impacto de una bala calibre 7.62 mm le alcanzó de lleno en la cara, matándolo. Fueron necesarias las diligencias dactiloscópicas para establecer sin duda su identidad. Minutos después, a las 13:45 horas, cayó el último de los hombres del capo.

Otra versión entregada por el Navegante sostiene que Rodríguez Gacha, al verse acorralado por las autoridades, se inmolo con una granada para evitar ser capturado y extraditado a los Estados Unidos.

Tras el operativo, al lado de las armas y los equipos de comunicación incautados, se encontró el libro que leía Rodríguez Gacha: El método de un campesino millonario,[12]​ que cuenta la vida del empresario colombiano "Pepe Sierra".[13]

Dos días después, en la noche del 17 de diciembre, su cuerpo y el de su hijo fueron enterrados en su natal Pacho,[14]​ en medio de un multitudinario entierro al que asistieron cerca de 3.000 personas. Muchos en su pueblo lo veían como un benefactor de los pobres, de ahí la masiva presencia en su funeral.

Rodríguez Gacha fue catalogado como uno de los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes el 20 de junio de 1988. Dueño de más de 116 propiedades, fincas, casas[15]​, apartamentos, lotes y vehículos, valorados en 40 millones de dólares.[16]​ Su fortuna se convirtió en leyenda a raíz de las historias de caletas o guacas enterradas en sus propiedades: carros llenos de lingotes de oro, bolsas de dólares y esmeraldas son parte de los tesoros escondidos en las haciendas donde se encontraban más de doscientos finísimos caballos de paso; entre estos, Túpac Amaru, un caballo de un millón de dólares.[17][18]​ Invirtió en el equipo de fútbol Millonarios financiando contrataciones y salarios de los jugadores.[19]

Su apodo "El Mexicano" provino de su gusto por la cultura mexicana; por ejemplo, sus fincas tenían nombres de ciudades mexicanas como Cuernavaca, Mazatlán, Sonora y Chihuahua. Otra de sus propiedades fue la discoteca La Chihuahua, que hoy lleva el nombre La Chihuahua VIP.[20]

Cientos de cazafortunas invadieron los predios de Rodríguez Gacha en busca de las canecas repletas de dinero y del codiciado maletín negro que "El Mexicano" nunca abandonó, pero que el 15 de diciembre de 1989 desapareció misteriosamente. En marzo de 2006, dicho maletín negro y las guacas volvieron a salir a la luz pública, cuando se reveló que Estados Unidos había recibido 60 millones de dólares para borrar cualquier indicio que permitiera involucrar a los herederos de "El Mexicano" en los múltiples juicios que se le siguen al narcotraficante.

En efecto, los investigadores, según reveló la revista Cambio, descubrieron abundantes documentos incautados durante los allanamientos realizados a propiedades de "El Mexicano". Uno de estos llamó la atención de los investigadores: era la copia de un acuerdo judicial realizado unos diez años atrás en Estados Unidos por un abogado que representaba a los herederos del sanguinario capo.

Los agentes descubrieron una operación secreta por medio de la cual la justicia de Estados Unidos obtuvo el dinero en mención en el Club Deportivo Los Millonarios, depositado en veinticuatro cuentas a nombre de testaferros de Rodríguez Gacha en bancos de Hong Kong, Suiza, Luxemburgo y Austria. A cambio de lo anterior, los herederos de Rodríguez Gacha quedaron libres de cargos de conspiración para introducir cocaína a ese país, además de ser ocultados los frutos de sus actividades ilegales.

En respuesta, el senador Javier Cáceres Leal anunció un debate en el Congreso, "pues si la inmunidad judicial se compra en Estados Unidos con dinero, ¿por qué debe Colombia seguir con lo más duro y sangriento del esfuerzo, y recibir apenas las migajas de los millonarios recursos incautados?".



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