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Jilotepec (estado de México)



Jilotepec (en náhuatl: xilotl, tepetl, c‘jilote (mazorca tierna), cerro, en’‘en el cerro de los jilotes’)? es uno de los 125 municipios del estado de México, ubicado en la zona central y montañosa de dicha entidad mexicana. El municipio limita con los municipios de Polotitlán, Aculco, Timilpan, Chapa de Mota, Villa del Carbón, Soyaniquilpan y el estado de Hidalgo.

Conforme al Conteo de Población y Vivienda, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2010, el municipio de Jilotepec tenía hasta ese año un total de 83.755 habitantes; de ellos, 41.088 eran hombres y 42.667, mujeres.[3]

El municipio de Jilotepec está integrado por 53 localidades, de las cuales sólo nueve —incluida la localidad cabecera— superan los 2.500 habitantes. Considerando su población según el Conteo 2010, son las siguientes:[3]

Calpulalpan

El término Jilotepec proviene del náhuatl. Los radicales son: xilotl, "jilote" (mazorca tierna), tepetl, "cerro", y el sufijo c, "en", y en conjunto se interpretan como: "En el cerro de los jilotes". El jeroglífico toponímico de Xilotepec, que se encuentra en el Códice Mendocino, está compuesto por la representación de un cerro y, sobre él, dos mazorcas con las espigas del maíz tierno.

La primera etapa de la historia prehispánica comprendió el establecimiento de los otomíes (que significa “flechador de pájaros”), los primeros pobladores de la gran región de Xilotepec. Según Jacques Soustelle, la lengua de esta comunidad pertenecía a la familia lingüística otomí-pame que, para efectos de su estudio, se dividió en otomíes, mazahuas, matlatzincas o pirindas y ocuiltecas, pames y chichimecas. La segunda etapa corresponde a la dominación azteca y la influencia de la cultura náhuatl. En 1379, Acamapichtli, un tlatoani azteca, sometió a los habitantes de Xilotepec. Axayácatl Sexto, Supremo Señor, fue “...contra los otomíes de Xiquipilco, Xocotitlán y Xilotepec y también los vencieron... aunque fue difícil sujetar estas tres naciones por ser gente belicosísima”, según narra Fernando de Alva Ixtlixóchitl. Para la coronación de Ahuitzotl en 1487, se hizo nuevamente la guerra a los otomíes de la región de Xilotepec, quienes se distinguieron en la actividad agrícola, la alfarería y el tejido, lo que dio como resultado la destrucción de Chiapa (Chapa de Mota), y la asistencia de cientos de otomíes a la coronación del séptimo “Señor Supremo”.

Al caer el imperio mexica y con la instauración de la Nueva España, los reacomodos administrativos y divisiones territoriales hicieron que Xilotepec fuera una de las provincias menores de la provincia mayor del reino de México. En la división eclesiástica del arzobispado de México, Xilotepec fue una villa que contaba con doctrina y curato, administrados por religiosos franciscanos quienes, representados por los frailes Alonso de Rangel y Antonio de Ciudad Rodrigo, fueron los primeros en evangelizar el lugar. Juan Jaramillo, encomendero de Xilotepec y esposo de la famosa doña Marina, conocida popularmente como Malinche, a la muerte de está, contrajo nupcias con doña Beatriz de Andrada y Cervantes, mujer rica y distinguida de la Ciudad de México; a su vez, doña Beatriz, a la muerte de don Juan y por no tener descendencia, quedó como encomendera de Xilotepec. Tiempo después, doña Beatriz contrajo nupcias con don Francisco de Velasco, medio hermano del segundo Virrey de la Nueva España, y se le adjudicaron las dos terceras partes de la Encomienda a su cargo. Luis de Quezada, esposo de María Jaramillo (hija de Juan Jaraillo y doña Marina) peleó la posesión de la Encomienda a Beatriz de Andrada, toda vez que María era heredera de don Juan Jaramillo al ser su única hija; el litigio llegó hasta el Consejo de Indias en España, que resolvió otorgar a cada heredero la mitad de la Encomienda. Tiempo después, la Encomienda, ante la falta de sucesión, pasó a Pedro Cadena hasta su extinción por la incorporación definitiva de dicha Encomienda a la Corona española.

Los otomíes y vecinos de Xilotepec fueron de gran ayuda para los españoles en la conquista y pacificación del Bajío. Ellos, junto con otros valerosos guerreros como Juan Valerio Bautista de la Cruz, combatieron contra los chichimecas y fundaron pueblos como Querétaro y Apaseo. En 1540, con motivo de la visita del virrey Antonio de Mendoza a la provincia menor de Xilotepec, se organizó una célebre “montería”, la cual gustó tanto al virrey que éste mismo propuso que se organizara otra en 1542. Poco tiempo después, se descubrieron minas en Zacatecas y luego en Guanajuato, por lo que se construye el Camino Real a Zacatecas, cuyo paradero sería Xilotepec, hoy conocido como "Camino de Tierra adentro" y considerado una de las rutas más importantes del México colonial.

Para fines del siglo XVIII, Jilotepec dejó de ser Alcaldía Mayor, y se convirtió en municipalidad subordinada al partido de Huichapan, comprendido dentro del distrito de Tula de Allende. Durante la Independencia de México, fueron las masas campesinas de provincia (los otomíes) quienes, armados con flechas, palos y otros instrumentos, acompañaron a Miguel Hidalgo y Costilla, a Ignacio Allende y a otros insurgentes en su ruta libertaria. Al ser erigido como estado libre y soberano, el Estado de México se dio a la tarea de reorganizarse política y administrativamente. En este proceso, Jilotepec fue separado del partido de Huichapan y se incorporó a los pueblos de Villa del Carbón, Chapa de Mota, Acambay, Aculco, San Andrés Timilpan y San Juan Acazuchitlán, e inició así su vida municipal el 11 de marzo de 1824. Al expedirse, en 1861, la Constitución del Estado de México, se confirmó la categoría política de Jilotepec como uno de los distritos del estado. De 1850 a 1878, la historia de Jilotepec registra grupos de campesinos descontentos por la explotación a la que eran sujetos. En 1860, fue escenario también de la Batalla de Calpulalpan, específicamente en San Miguel Mandó, hoy San Miguel de la Victoria, que dio el triunfo a los liberales, al mando de Jesús González Ortega, sobre los conservadores, dirigidos por Miguel Miramón; con este hecho se puso fin a la Guerra de Tres Años o Guerra de Reforma.

En 1861, por decreto número 27 y en atención a la importancia económica y social de Jilotepec, el Congreso y la facultad para organizar una feria anual, la cual se prolongaría durante ocho días a partir de diciembre de cada año. El 28 de abril de 1872, por decreto número 7, el Congreso estableció que la feria de Jilotepec se verificaría del 8 al 15 de diciembre de cada año. El 3 de abril de 1878, por decreto número 78, el Congreso eleva a la categoría de ciudad a la cabecera municipal, con el nombre de Jilotepec de Abasolo. Durante esta década, el municipio tuvo ampliaciones y segregaciones en su territorio, pero también en este momento inició su mejoramiento urbano, al construirse el jardín, la plaza, los portales y edificios que aún hoy conserva.

Durante el régimen de Porfirio Díaz la vida social giraba en torno a los grandes hacendados del municipio; por ello, no hubo ninguna participación de la población en los asuntos políticos, sociales y comerciales. Jilotepec fue y ha sido semillero de ideólogos, entre los que destacan Andrés Molina Enríquez y Pascual Morales y Molina, abogados destacados que en el periodo revolucionario pusieron sus ideas al servicio de la causa emancipadora. Esta conducta dio lugar a que el 19 de octubre de 1915, Venustiano Carranza nombrara a este último gobernador y comandante militar del Estado de México. Durante el periodo revolucionario llegaron a Jilotepec diez mil soldados carrancistas, lo cual infundió pánico en la población; sin embargo, las propiedades y bienes de los vecinos de Jilotepec se respetaron. Al concluir la Revolución, entre 1918 y 1935, el reparto agrario dio sus primeros pasos gracias a las ideas agraristas de Molina Enríquez. La desmembración de las grandes haciendas benefició a los campesinos de 73 poblados de Jilotepec, quienes en 1941 recibieron de manos del general Manuel Ávila Camacho, en ese entonces presidente, sus títulos agrarios.

A partir de la década de los treinta se da un giro en la participación de la sociedad; la escuela rural contribuye al cambio, los representantes populares acceden a cargos públicos. En la década de los cincuenta se inicia la infraestructura de servicios básicos y, con ello, la mejora de la vida de los habitantes. En 1986, el municipio de Jilotepec sustituye la voz de Abasolo por la de Molina Enríquez.

La agricultura es herencia ancestral (el cultivo tradicional del maíz), aunque actualmente varias empresas maquiladoras han llegado a su parque industrial y han generado numerosos empleos.

La tradición xhita es una costumbre ancestral que se realiza tradicionalmente cada año en ofrenda a los dioses para pedir una buena cosecha. Los hombres se disfrazan con cabelleras hechas con cerdas de rabos de ganado vacuno, y se adornan con grandes cuernos. Inicia cuarenta días antes del miércoles de Ceniza y termina el martes de Carnaval.

Cuenta la historia que los xhitas es una danza prehispánica de origen otomí; un culto dedicado a la madre tierra, para que tengan buenas cosechas. Al iniciar esta tradición, los otomíes se colocaban su penacho llamado Xhirgero o Greñero para la guerra imitando al toro fuerte. Asimismo, silbaban su cuerno para alejar al rayo en las lluvias; se cubrían con un cuero de vaca, conejo, ardilla o zorra el rostro en forma de máscara para poder ver en la oscuridad y así burlarse de la muerte. La vestimenta era de ixtle rasgado sacado del maguey. También usaban el chicote de ixtle para espantar a los malos espíritus. Cuando llegaban las sequías, su baile para la buena cosecha es la brazada, donde dos xhitas se abrazan para que el maíz brote muy pronto su hoja; cuando terminan de bailar, truenan el chicote, y se alistan para la guerra defendiendo sus territorios de otras tribus; esto se le llama brincada.

Entre 1529 y 1589, tras la conquista y durante la evangelización, Jilotepec quedó dividido en cuatro barrios: el Nenguetay, actualmente la cabecera municipal; el Deni, Xhixhata Y Las Huertas y Xhisda; estos dos últimos barrios son reconocidos por su festividad de carnaval xhita, lo cual da a entender que esa festividad ya se practicaba desde antes de la llegada de los españoles. Con el paso del tiempo se fueron creando las demás comunidades que conforman hoy el municipio y algunas de ellas adoptaron dicha tradición. La festividad del carnaval se ofrece a los santos patronos de cada comunidad que practica esta tradición; en Xhixhata se realiza en honor a la Virgen de los RemediosLas Huertas a la virgen de Guadalupe después el Párroco lo cambio en Honor al Señor de Chalma; en Xhisda, en honor al señor de Chalma. La Madama y el Viejo son los Padres de los Xhitas; la Madama, una señora con sombrero charro, un quesquémil y unas naguas; con una canasta en la mano baila con su esposo el Viejo, el Recio, Recio, Chiquito(a), pidiendo el milagro para que la tierra dé muchos frutos.

El Viejo se distingue por su sombrero de paja, una máscara de piel, calzón de manta, a pie descalzo, abraza a su esposa y baila el famoso jarabe, y pide una buena cosecha. Los xhitas, al ver que la madama y el viejo bailan el jarabe, dejan de silbar su cuerno y realizan la brazada y acompañan a la madama y el viejo en el jarabe.

Y Pascual Morales y Molina que fue Gobernador del Estado de México



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