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Moravia



Moravia (en checo y eslovaco: Morava, alemán Mähren) es una de las tres regiones históricas que conforman la República Checa, junto con Bohemia y Sileca (o Silesia checa). Limita al oeste con Bohemia, al sur con Austria (estado de Baja Austria), al sureste, este y noreste con las regiones eslovacas de Trnava, Trenčín y Žilina, respectivamente; y al noreste con la Silesia checa.

Su nombre viene del río Morava, cerca del cual se estableció un grupo de eslavos poco antes del año 600. Los habitantes de Moravia hablan diversos dialectos del checo. A finales del siglo VIII, el principado de Moravia se correspondía con el sureste de la contemporánea Moravia, Záhorie (en el suroeste de Eslovaquia) y partes de la Baja Austria.

Poblada por los moravos, un pueblo eslavo, desde el siglo V. A finales del siglo VI fue invadida por los ávaros, quienes establecieron un imperio entre el río Elba y el Dniéper. Tras varios intentos de desembarazarse del yugo ávaro, estos fueron finalmente derrotados por Carlomagno a fines del siglo IX, y Moravia pasa a ser tributaria del Imperio franco.

En el año 833 se constituyó como el Estado de la Gran Moravia tras la conquista del Principado de Nitra (Eslovaquia contemporánea; desde el siglo X hasta 1918 parte del Reino de Hungría). Su primer rey fue Mojmír I (desde 830 hasta 846). El segundo regente de la Gran Moravia fue Ratislav I (846-870), quien trató de emancipar su territorio de la influencia carolingia, enviando sus emisarios a Roma. Tras ser rechazado, pidió ayuda al emperador bizantino Miguel III. Ello resultó en la misión de Cirilo y Metodio, que tradujeron los libros litúrgicos al lenguaje eslavo, y que posteriormente fue elevado por el papa al nivel del latín y griego.

Tras ser derrotados por los magiares en el año 906, los reinos vecinos se disputaron Moravia. A partir del siglo XI, Moravia se unió a Bohemia y en 1526 ambas quedaron bajo el dominio de los Habsburgo.

A partir de entonces formó parte de ese reino, pudiendo seguirse su historia en la Historia de la República Checa.

Actualmente Moravia está dividida en las regiones de Moravia Meridional, Zlín, y parte de las regiones de Moravia-Silesia, Olomouc, Pardubice, Vysočina y Bohemia Meridional. Su capital y principal ciudad es Brno.

Alrededor del año 60 a. C. el pueblo celta de los boyos se retiró de la región y fue sucedido por las tribus germánicas de los cuados, siendo absorbidos por Roma y reemplazados en el siglo VI d. C. por tribus eslavas.

Luego de la llegada de los pueblos checos, moravos y eslovacos, éstos se organizaron en el Imperio de Samo, confederación que reunía a las distintas tribus locales. Este protoestado no sobrevivió a su fundador, el rey Samo (623-658). Con el indeble intento de organización estatal se propició la creación y ascenso de una aristocracia terrateniente, la cual se fortaleció en enfrentamientos contra el Kaganato ávaro.

El contacto con los francos favoreció el florecimiento económico, la fundación de numerosos asentamientos en el valle del río Morava y la construcción de fortalezas en las colinas. La llamada cultura de Blatnica-Mikulčice es la mayor representante de este escenario sociopolítico.

Durante la época de Carlomagno, las tribus eslavas de la zona fueron reunidas y guiadas en numerosas guerras que finalmente lograron destruir el Kaganato ávaro. El progreso del gobierno carolingio, en cuanto a centralización del poder y creación de estructuras administrativas, influyó a los eslavos, checos y moravos hasta constituir dos realidades políticas muy diversas:

En 833, Mojmír I sometió el principado de Nitra, reuniendo por primera vez en una sola unidad política a eslavos, checos y moravos. Probina y su familia logran escapar a territorio franco, donde se les concede el Principado de Balaton o Pannonia Inferior.

A la muerte de Mojmír I en el 846, asume el trono su nieto, Ratislav I. A pesar de que inicialmente fue designado por los soberanos francos, el príncipe logró imponer su política independiente. Para ello debió de disminuir la influencia franca en el territorio, lo cual lo obtuvo de dos formas. Por un lado, logró la derrota del ejército franco en el 855; por otro derrocó el monopolio e influencia del clero francés en la zona haciendo un llamamiento al emperador bizantino, Miguel III, para que enviara misioneros que evangelizaran la región en lengua eslava. La respuesta del monarca bizantino llegó de inmediato enviando a Cirilo y Metodio en el 863. Estos crearon el primitivo alfabeto eslavo (alfabeto glagolítico) y tradujeron al antiguo eslavo eclesiástico las escrituras. El gobierno de Ratislav I también se encargó de la defensa de su territorio construyendo numerosas fortificaciones. Finalmente, el príncipe otorgó a su sobrino, Svatopluk I, el título de Príncipe de Nitra. Este se alió con los francos consiguiendo derrocar a Ratislav.

El comienzo del reinado de Svatopluk I fue turbulento al negarse sus aliados francos a abandonar la zona occidental de la Gran Moravia. Capturado por los francos y con el pueblo en insurrección, dirigidos por Slavomír, los años venideros fueron difíciles, hasta la liberación de Svatopluk. Este, de regreso, logró tomar el mando de los insurgentes, expulsar y defenderse de los francos, repeler a húngaros y al Primer Imperio Búlgaro, además de lograr la máxima extensión del Imperio abarcando la República Checa y Eslovaquia y áreas de las modernas Hungría, Rumania, Polonia, Austria, Alemania, Serbia, Eslovenia, Croacia y Ucrania. Esto lo llevó a intitularse como Rex (Rey) de Magna Moravia.

En 880, el pontífice Juan VIII publicó la bula Industriae Tuae, por la que se creaba la provincia eclesiástica independiente de Gran Moravia, con Metodio como arzobispo, y se reconocía al eslavo como el cuarto idioma litúrgico (junto al latín, griego y hebreo).

Al morir Svatopluk I en 894, el Imperio entró en decadencia al repartirse entre sus hijos Mojmír II y Svatopluk II, los cuales asumieron como rey de Gran Moravia y Príncipe de Nitra, respectivamente. Metidos en luchas internas e invadidos por el reino Franco Oriental, la Gran Moravia perdió la mayoría de sus territorios periféricos.

Los nómadas magiares o húngaros, aprovechándose de este hecho, invadieron la cuenca del río Danubio ocupando los territorios de la cuenca de los Cárpatos ubicados al sur y en parte del imperio moravo. En 902, aniquilarían el ejército de la Gran Moravia, la cual pasaría a ser un mero reino fronterizo, que desaparecería paulatinamente. Si bien no se tienen datos exactos sobre cuándo murieron los últimos monarcas moravos, Mojmír II y Svatopluk II, se estima que probablemente perecieron alrededor de 907, cuando los húngaros ganaron la batalla de Bratislava contra el ejército bávaro.

Destruido el imperio, sus restos fueron repartidos de la siguiente forma:

En cuanto a las principales fortificaciones, como Nitra, Bratislava y Zemplín, conservan sus funciones por su importancia estratégica. En el común de los casos estas ciudades permanecerán activas dentro de los nuevos Estados como unidades administrativas, especialmente en el Reino de Hungría, lo cual permitirá que la aristocracia terrateniente eslava tenga un amplio dinamismo e independencia dentro de las nuevas unidades estatales. Con respecto a la división eclesiástica, no sufrió alteración a causa de la invasión húngara.

En cuanto al impacto demográfico y cultural, los estudiosos han concluido que no fue tajante e impactante. Especial mención merece la relación entre magiares y eslavos, quienes realizaron una profunda fusión étnica y cultural, lo que no permite seguir con el rastro arqueológico más allá del siglo XI.

A la muerte de este «rey husita» sube al trono checo la dinastía polaca de los Jagellón, que gobernará hasta el año 1526 cuando, tras la muerte del rey Luis de Jagellon en la Batalla de Mohács, fue elegido rey checo el católico Fernando I de Austria.

Los años que siguieron se caracterizaron por los conflictos y la intolerancia religiosa entre los nobles protestantes de Bohemia y la casa de los Habsburgo. Sin embargo, durante el gobierno de Rodolfo II (1576-1609-1611-1692), Praga se vuelve a convertir en centro del imperio y uno de los gocos culturales más importantes de Europa. A pesar de todo, a su muerte surgen de nuevo los conflictos entre católicos y defensores de las reformas, que culminan con el levantamiento contra Matías, el hermano y sucesor de Rodolfo, acusado de no cumplir las promesas de tolerancia religiosa y reposición de privilegios.

Esta rebelión, como la husita, empezó con una defenestración. El 23 de mayo de 1618 fueron arrojados por una ventana del Castillo los virreyes y a continuación fue elegido un rey checo. Pero las tropas católicas aplastaron la «rebelión de los estados» en la Batalla de la Montaña Blanca (en checo: Bílá hora), que da comienzo, por una parte, a una dura recatolización de un país que era en un 90 % protestante y por otra, a la Guerra de los Treinta Años.[cita requerida]

Con la Paz de Westfalia en 1648, el destino checo quedó sellado. El pueblo perdió sus derechos y propiedades a manos de una monarquía absolutista y católica, que perseguía cualquier indicio de protestantismo, y su capital pasó a ubicarse en Viena.

Además, la guerra diezmó absolutamente el país (que pasó de tener 3 millones de habitantes a 800 000).[cita requerida] Los máximos pensadores checos debieron partir al exilio y los que quedaron fueron obligados a convertirse al catolicismo. El más importante de estos exiliados fue sin duda Jan Amos Comenius (en checo: Jan Amos Komenský). En contrapartida, destaca la belleza de los monumentos barrocos de esta época de recatolización (especialmente la primera mitad del siglo xviii), tanto en arquitectura popular como religiosa.

Jiří Procházka: 1683. Vienna obsessa. Thesaurus Moraviae. Brno 2OO9. ISBN 8O-903476-8-1



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