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Santo Domingo español



La Capitanía General de Santo Domingo fue una entidad territorial integrante del Imperio español, que abarcó la isla de La Española. Fue creada en 1524 y en 1812 se transformó en la Provincia española de Santo Domingo. Formó parte del Virreinato de las Indias hasta 1535 para pasar a formar parte del Virreinato de Nueva España hasta 1821. Fue la primera provincia española establecida en el Nuevo Mundo y desde 1511 el ejercicio de la jurisdicción fue organizada en torno a la Real Audiencia de Santo Domingo.

Después de años de lucha con los franceses, estos terminaron quedándose con el tercio occidental de la isla.[1]​ Los españoles mantuvieron el control permanente de los dos tercios orientales de la misma, a excepción de un período de dominio francés desde 1795 hasta 1809. Este territorio se convertiría años más tarde en la República Dominicana.

Santo Domingo tuvo un importante papel en la conquista del Nuevo Mundo al convertirse en el centro de operaciones de los conquistadores españoles en su camino hacia la conquista de América.

Cristóbal Colón llegó a la isla en su primer viaje, el 5 de diciembre de 1492 y la llamó La Española.[2]​ Convencidos de que los europeos eran de alguna forma sobrenatural, los taínos les dieron la bienvenida con todos los honores. Era una sociedad totalmente distinta a la europea. Guacanagarix, el jefe anfitrión y sus hombres, los trató con amabilidad y les dio todo lo que deseaban. En palabras del almirante, los indígenas eran «tan afectuosos, generosos y tratables (...) que no hay pueblo mejor en ninguna tierra ni en todo el mundo. Aman a sus vecinos como a sí mismos y su lengua es la más dulce y gentil del mundo».[2]​ Sin embargo, el sistema igualitario de los taínos se enfrentó a las estructuras del sistema feudal de los europeos. Esto llevó a los europeos a creer que los taínos eran débiles, y comenzaron a tratar a las tribus con más violencia. Colón intentó mitigar esto cuando él y sus hombres se marcharon de Quisqueya, dejando a los taínos con una buena primera impresión. En este primer viaje, fundó fuerte Navidad, el primer asentamiento castellano en el Nuevo Mundo, ya que la noche anterior una de las naos que había cruzado el Atlántico, la Santa María, había embarrancado y tuvo que dejar en la isla a treinta y nueve de sus hombres, además de Diego de Arana que estuvo al mando, antes de zarpar para España el 4 de enero de 1493.[3]

Cuando Colón regresó en noviembre de 1493 en su segundo viaje, el 28 de ese mes, después de haber recalado en Samaná y posteriormente en Montecristi, encontró que la pequeña fortaleza, fuerte Navidad, había sido quemada y ninguno de los hombres que había dejado ahí quedaba con vida.[4]​ A principios de diciembre, el almirante «decidió que debíamos regresar costeando por donde habíamos venido desde Castilla, porque era por allí por donde se decía que había oro» pero debido al mal tiempo no fue hasta principios de enero que desembarcaron a unos cinco kilómetros al este de Montecristi donde fundó La Isabela, considerada la primera ciudad en América.[5]

El 4 de agosto de 1496, su hermano Bartolomé Colón, quien gobernó hasta 1498, estableció el asentamiento Santo Domingo de Guzmán en la costa sur, que se convirtió en la nueva capital. Se estima que los 400 000 taínos que vivían en la isla fueron esclavizados antes de trabajar en las minas de oro. Como consecuencia de la opresión, el trabajo forzoso, el hambre, las enfermedades y asesinatos en masa, se estima que hacia 1508 ese número se había reducido a alrededor de 50 000. En 1535, solo estaban vivos 6 000.[6]

Durante este período, la dirección española cambió de manos varias veces. Cuando Colón partió en otra exploración, Francisco de Bobadilla se convirtió en gobernador. Las acusaciones contra Colón por parte de los colonos debido a su mala gestión se agregaron a una situación política tumultuosa. En 1502, Nicolás de Ovando sustituyó a De Bobadilla como gobernador, con un ambicioso plan para ampliar la influencia española en la región. Fue él quien tuvo un trato más brutal con la mayoría de los taínos.

En 1509, Ovando fue relevado por Diego Colón, quien llegó con el título de gobernador de las Indias, pero en 1511 se le reconoce como virrey de las Indias, permaneciendo hasta 1518 y luego entre 1520 y 1524.

En 1511 fue creada la Real Audiencia, pero no se instaló hasta 1526, con jurisdicción sobre todas las tierras colonizadas por España en América.

De 1502 a 1522 hubo una importación masiva de esclavos africanos, favorecida por los reyes de España Fernando e Isabel.

Cuando se abolió el Virreinato de Indias y fue depuesto Diego Colón de su gobernación en 1524, lo que provocaría los pleitos colombinos, la isla La Española pasó a tener un gobernador y capitán general, y que al mismo tiempo pasaba a ser presidente de la real audiencia dominicana.

Al crearse el virreinato novohispano en 1535, La Española se convertiría en el mismo año en una entidad autónoma llamada Capitanía General de Santo Domingo que seguiría albergando a la real audiencia homónima y que tenía jurisdicción sobre Nicaragua hasta 1539 y todas las islas del Caribe, en Centroamérica, y las provincias de Trinidad hasta 1591, Venezuela, Nueva Andalucía, Paria y Margarita, en Sudamérica. En 1582 se le segregó la Capitanía General de Puerto Rico aunque seguiría dependiendo de la Real Audiencia de Santo Domingo y del situado mexicano proveniente del virreinato novohispano. La capitanía sufrió un gran declive durante los años venideros debido al abandono por parte de los conquistadores, que habían zarpado a México y Perú en busca de riquezas. Este hecho fue aprovechado por algunos piratas como el corsario Francis Drake, quien se hizo con el control de la parte oriental de la isla en 1586, pidiendo un rescate para devolverla a los españoles.

En 1605, España, descontenta con que Santo Domingo estuviera facilitando el comercio entre sus otras colonias y otras potencias europeas, ordenó al gobernador Antonio Osorio atacar las vastas zonas de las regiones norte y oeste de la isla hispaniola, forzando a sus habitantes a reasentarse más cerca de la ciudad de Santo Domingo.[7]​ Esta acción, conocida como devastaciones de Osorio, resultó desastrosa: más de la mitad de los colonos reubicados murieron de hambre o enfermedad.[8]​ Los bucaneros ingleses y franceses se aprovecharon de la retirada de España en una esquina de La Hispaniola para asentarse en la isla de la Tortuga en 1629. Francia estableció un control directo en 1640, reorganizándola como una colonia oficial y ampliando la costa norte de la isla, cuyo extremo oeste España se lo cedió a Francia en 1697 bajo el tratado de Ryswick.

En 1777 se creó definitivamente la Capitanía General de Cuba que también seguiría dependiendo de la real audiencia dominicana y del situado mexicano. Debido al declive de la parte hispana de la isla, España decidió cederle su parte de la misma a Francia mediante el Tratado de Basilea del 22 de julio de 1795. Esto provocó el cierre de su real audiencia y su restablecimiento en 1799 en Santiago de Cuba, hasta que fuera establecida en la misma isla el 31 de julio de 1800 en la villa de Santa María del Puerto Príncipe, adoptando el nombre de esta urbe. En este tratado se establecía que Francia debía devolver los territorios ocupados en España, así como la normalización de las relaciones comerciales entre ambos países.

Los franceses ocuparon la parte oriental de la isla, hasta que fueron derrotados por los habitantes españoles en la batalla de Palo Hincado el 7 de noviembre de 1808 y la capitulación definitiva del asediado Santo Domingo el 9 de julio de 1809, con la ayuda de la Marina Real Británica. Con las nuevas autoridades españolas comenzaría el periodo denominado la España Boba. En esta etapa —por la falta del situado mexicano[9]​ debido a la ocupación francesa y a la consecuente escasez monetaria— desde 1809 hasta 1821 se acuñaron monedas propias de cobre: de 1/4 real (dos modelos) y 2/4 real, y de plata: de 1 real y 2 reales, además de contramarcar otras del Imperio español con un sello de «F7 coronado»: de 1 real y 8 reales.[10]​ La dominación española continuaría sin éxito hasta 1821, cuando los criollos dominicanos encabezados por el político y escritor José Núñez de Cáceres declararon su independencia que duró solo un par de meses antes de ser ocupado por fuerzas haitianas.

El 27 de febrero de 1844 se proclamó una segunda Independencia de la República Dominicana consumada por el líder político Juan Pablo Duarte, quien junto a otros liberales —autodenominados los trinitarios— terminó con el yugo haitiano que había sometido la parte oriental de la isla por veintidós años. Tras diecisiete años como una república independiente, la Corona Española volvió a tomar el control de Santo Domingo en 1861 debido a una anexión propiciada por la clase conservadora dominicana, liderada por el rico terrateniente y primer presidente de la recién proclamada nación Pedro Santana. Este tercer periodo español no prosperó, ya que Gregorio Luperón, un joven nacionalista que comulgaba con las ideas de Duarte, enfrentó a los conservadores en la Guerra de la Restauración, poniendo fin al dominio español de manera definitiva en 1865.

Durante la etapa del Virreinato colombino con sede en la isla La Española.

Reinstalación de la Real Audiencia de Santo Domingo.

Luego de los pleitos colombinos, la Corona española en 1534[11]​ reconoció nominalmente al muy joven Luis Colón los títulos de tercer almirante de la Mar Océana, undécimo gobernador general y tercer virrey de las Indias,[11]​ heredados de su padre, pero nunca se hicieron efectivos[11]​ ya que en 1535 erigieron el nuevo Virreinato de Nueva España y como capitanía general dominicana pasaría a ser una entidad autónoma dentro del mismo.[11]

Desde mayo de 1577,[12][13]​ el presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo pasaba a ser al mismo tiempo gobernador de la capitanía general homónima,[12][13]​ además de habérsele aceptado el 8 de mayo del citado año el pedido del título de capitán general,[14]​ y de nuevo previamente al de presidente-gobernador el 20 de febrero de 1583,[14]​ por lo cual definitivamente desde 1587 quedarían los tres títulos mancomunados,[12][13]​ aunque los presidentes de la audiencia ya estaban autorizados desde febrero de 1555[15]​ para ejercer el mando militar en caso de necesidad bélica y ausencia en el puesto.[15]

Por medio de la bula Illius fulciti praesedio del 15 de noviembre de 1504, el papa Julio II erigió en la isla La Española la arquidiócesis de Yaguata (Hyaguata o Yaguate) y sus dos sufragáneas: la diócesis de Bayuna (o Bainoa) y la diócesis de Magua (o Amanaguá). Pero la bula no se ejecutó por oposición del rey.

El 13 de agosto de 1511, el mismo papa por medio de la bula Romanus pontifex illius suprimió las tres diócesis y creó otras tres nuevas sufragáneas de la arquidiócesis de Sevilla. Estas eran: diócesis de Santo Domingo, diócesis de Concepción de la Vega y diócesis de Puerto Rico. En 1527 fue suprimida la diócesis de Concepción de la Vega, quedando toda la isla bajo la jurisdicción de la de Santo Domingo.

Por medio de la bula Super universæ orbis ecclesiæ del 12 de febrero de 1546 fue erigida la arquidiócesis de Santo Domingo, asignándole como sufragáneas a las diócesis de:

En 1803 fue erigida la arquidiócesis de Caracas (o Santiago de Venezuela), pasando a ser sus sufragáneas las diócesis de Mérida (erigida en 1778) y Guayana (erigida en 1790) hasta entonces sufragáneas de la de Santo Domingo.

En 1803 fue erigida la arquidiócesis de Santiago de Cuba, pasando a ser sus sufragáneas las diócesis de San Cristóbal de La Habana (erigida en 1787 como arquidiócesis de San Cristóbal de la Habana, Luisiana y las Floridas), la diócesis de San Juan de Puerto Rico y la diócesis de Luisiana y las Floridas (erigida en 1793).

A raíz de la Paz de Basilea, en 1795 desapareció la arquidiócesis de Santo Domingo, siendo restaurada el 16 de noviembre de 1816 por medio de la bula Divinis praeceptis, que la reconoció como Primada de las Indias.



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