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Vallenato romántico



El vallenato es un género musical autóctono de la Región Caribe de Colombia con su origen en la antigua provincia de Padilla (actuales sur de La Guajira, norte del Cesar y oriente del Magdalena). Tiene notable influencia de la inmigración europea, ya que el acordeón fue traído por pobladores alemanes a Riohacha, La Guajira, a finales del siglo XIX, y tanto la organización estrófica como la métrica se valen de la tradición española; por otra parte, el componente de los esclavos afrocolombianos hace presencia con la caja vallenata, una especie de tambor que en gran medida le da el ritmo a la melodía del acordeón, y por último lo indígena se evidencia con la guacharaca.[1]​ Su popularidad se ha extendido hoy a todas las regiones de Colombia, a países vecinos como Ecuador, Panamá, Venezuela e incluso países de Europa. Se interpreta tradicionalmente con tres instrumentos: el acordeón diatónico, la guacharaca y la caja vallenata. Los ritmos o aires musicales del vallenato son el paseo, el merengue, la puya, el son y la tambora. El vallenato también se interpreta con guitarra y con la instrumentación de la cumbia en cumbiambas y grupos de millo.

El 29 de noviembre de 2013, el vallenato tradicional fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura.[2]​ El 1 de diciembre de 2015 fue incluido en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en la lista de salvaguardia urgente por la Unesco.[3]

No se sabe con exactitud de dónde proviene la palabra "vallenato", a pesar de las muchas hipótesis que han sido expuestas. Sin embargo, a principios del siglo XX, tenía una connotación despectiva y a los propios habitantes de Valledupar no les gustaba. Por tal motivo, en 1915 don Miguel Vence, educador de primaria, fundó una Academia de la Lengua de Valledupar, la cual sesionó una sola vez y determinó que el gentilicio de los nacidos en Valledupar fuera "valduparense".[4]

Generalmente se define al vallenato como un género musical de la Costa Caribe colombiana, más precisamente del área de influencia de Valledupar, capital del departamento de Cesar. Se sostiene que el nombre proviene del gentilicio anterior de los nacidos en la ciudad donde tiene mayor arraigo este género. Según algunos, se trata de un neologismo que nació con los nativos viajeros en mulas, que cuando se les preguntaba en otras tierras de dónde eran, en su decir campesino respondían "Soy nato del Valle", que es como decir "Soy del Valle nato".[5]

No obstante que el término "vallenato" puede referirse a los nacidos o a las cosas que se originan en Valledupar (Valle De Upar, El Valle Del Cacique Upar, cacique indígena legendario de la región),[6]​ existen otras versiones de la denominación: según Barrameda Morán, el vocablo "ballenato" pasó a designar a todas las personas que padecieran la contaminación sanguínea producida por el jején, fueran oriundos o no de Valledupar y dice: "La tendencia popular a confundir V con B en su pronunciación, terminó por generar el nuevo vocablo: Vallenato".[5]

De manera similar, otra versión con poco fundamento sostiene que en las áreas rurales de los bancos del río Cesar, muchos de los habitantes extremadamente pobres sufrieron de una enfermedad producida por un mosquito que les dejó la piel seca y escamosa, con parches descoloridos. La gente asoció la enfermedad con las ballenas recién nacidas (ballenatos), también llamadas "pintaos", que tienen un color manchado de blanco y rosado, parecido a la enfermedad dérmica llamada carate o jovero, por lo cual se identificaba a quienes la padecían como caratejos o ballenatos. De tal forma que "vallenatos" llegó a ser un nombre para menospreciar a la gente pobre del río.[7][4]

Las melodías de estos cantos se interpretaron primero con la flauta de caña de millo o carrizo, abierta en sus dos extremos con cuatro orificios en su longitud y una lengüeta que forma la embocadura y pisa un hilo, sostenido por los dientes, para modular el sonido; a ella se sumaron la caja, tambor pequeño hecho artesanalmente del tronco hueco de los árboles secos y sellado en uno de sus extremos con un pedazo de cuero templado, y la guacharaca, instrumento ancestral indígena que se fabrica utilizando un pedazo de cañabrava a la que se le hacen pequeñas ranuras sucesivas para producir un sonido raspativo al ser frotadas con un hueso (originalmente).

A finales del siglo XIX, décadas después de su invención, el acordeón llegó a Colombia por el puerto de Riohacha; los vaqueros y campesinos lo incorporaron a sus expresiones musicales, y paulatinamente fue sustituyendo al carrizo hasta convertirse en el instrumento principal del conjunto típico de vallenato.

Además de estos tres instrumentos, caja, guacharaca y acordeón, que representan la trietnia que dio origen a la raza y cultura de la Costa Caribe colombiana, el conjunto típico vallenato presenta un cuarto elemento básico que es el cantante, de más o menos reciente incorporación a raíz de los festivales vallenatos, ya que hasta los años 1960 la costumbre era que el acordeonero llevaba la voz cantante e interpretara él mismo la letra de las canciones que tocaba.

Acordeón diatónico

Caja vallenata

Guacharaca

Desde los años 90´s, cuando el vallenato romántico empezó a ser popular en Colombia, la guitarra acústica se convirtió, extraoficialmente, en un cuarto instrumento fundamental de la música vallenata, pese a no ser utilizada en los festivales vallenatos. El bajo eléctrico se ha venido convirtiendo en parte importante, aunque no fundamental, para interpretar vallenato en parrandas y conciertos.

El vallenato o la música vallenata hace parte de la música folclórica de la Costa Caribe colombiana. Es el ritmo musical colombiano que ha alcanzado más popularidad, tanto a nivel nacional como internacional.

Lo que hace característico al vallenato tradicional es ser interpretado solo con tres instrumentos que no requieren de amplificación alguna: dos de percusión (la caja y la guacharaca), que marcan el ritmo, y el acordeón diatónico (de origen europeo) con el que se interpreta la melodía. No obstante, en algunas ocasiones las canciones se componen o interpretan con otros instrumentos: la guitarra, la flauta, la gaita, el acordeón cromático y la armónica. Por otra parte, para el vallenato comercial es común no solo la incorporación de estos instrumentos, sino también del bajo eléctrico y otros de percusión, como las congas y los timbales.

La importancia que adquirió el vallenato en las últimas décadas del siglo XX llevó a la organización de festivales en los que los acordeoneros compiten por el honor de ser declarado el más hábil ejecutor de cada uno de los aires tradicionales (a excepción, inexplicablemente, de la tambora). El más célebre de estos festivales es el Festival de la Leyenda Vallenata, que se celebra anualmente a fines de abril en Valledupar, y cuya primera versión se disputó en 1968. Desde 1979 se disputa el Festival Cuna de Acordeones de Villanueva, Guajira, pasando a ser el segundo de mayor importancia y, desde 1983, el Festival de Río Grande de la Magdalena en Barrancabermeja (Santander), que sería el tercero en importancia a nivel nacional para los intérpretes del acordeón.

En el vallenato, el modo de uso del acordeón diatónico requiere usar simultáneamente ambos lados del acordeón. Lo anterior caracteriza al acordeonero colombiano y diferencia al vallenato de los otros géneros musicales con acordeón, donde generalmente se suprime o subutiliza la parte de los bajos (ejecutados con la mano izquierda): en Colombia, la forma armónica y rítmica con que el acordeonero maneja los bajos es un factor relevante de calificación en los festivales vallenatos.

El vallenato nace en una vasta región enmarcada por los ríos Magdalena, Cesar y Ranchería, el mar Caribe, la Sierra Nevada de Santa Marta y las estribaciones de la serranía del Perijá, en la primera mitad del Siglo XIX.

Los cantos de vaquería con que los peones de las grandes haciendas acompañaban sus jornadas vespertinas para recoger y encerrar el ganado, fueron la base de lo que más tarde se convertiría en las historias cantadas que derivaron en las canciones vallenatas.

Los primeros acordeoneros de que se tiene memoria fueron a la vez autores de los cantos que interpretaban; cantos que ya tenían una clara diferencia rítmica y una estructura musical propia que les valieron ser clasificados como paseos, merengues, puyas, tamboras y sones. Entonces no había, como hoy, una persona especializada únicamente en componer el canto, otra en ejecutar la melodía en el acordeón y una tercera que los cantara. El acordeonero era un músico integral que con igual destreza hacía sonar el acordeón como interpretaba cantos de su propia inspiración o, en ocasiones, de un tercero. Y hechos los primeros cantos, los acordeoneros se convirtieron en correos cantados, en periodistas musicales, juglares, que iban de pueblo en pueblo y de vereda en vereda llevando la información de los últimos sucesos narrados en los merengues, paseos, puyas, sones y tamboras que cantaban cuando se reunían a descansar y, en ocasiones especiales, a bailar en cumbiambas que se formaban con motivo de las fiestas patronales, entre otras ocasiones.

En relación con los cantares de vaquería como uno de los orígenes del vallenato, el investigador cultural y musical Ciro Quiroz anota sobre la cumbia:

En cuanto al sitio de origen del vallenato, Quiroz anota:

Sobre la transición de pitos y flautas a los instrumentos actuales del vallenato, el mismo autor dice sobre la primitiva denominación de los aires:

A diferencia de todos los demás aires de este folclor, el paseo vallenato tiene una cuadratura de compás de cuatro tiempos. La marcación de los bajos es de uno por tres y a veces, de acuerdo con la pieza, de dos por uno.

Musicalmente hablando, el merengue vallenato tradicional tiene una cuadratura de compás de seis por ocho, un compás derivado, ya que los compases originales son el de cuatro tiempos, el de tres y el de dos.

En Valledupar y demás pueblos del antiguo departamento del Magdalena Grande, el ritmo más antiguo era llamado puya. Su nombre deriva del verbo puyar, y tiene un compás de seis por ocho. El ritmo, en su forma indígena, nunca tuvo canto y consistía en la imitación hecha por el carricero –pitero o caña sillero-, en ritmo rápido, del canto de algunos pájaros; se bailaba en hileras, llevando cada persona las dos manos cerradas a la altura del pecho con los dedos apuntando hacia delante y simulando que se puyaba repetidamente a quien danzaba adelante. Posteriormente, a través del tiempo, se fueron fusionando los distintos elementos triétnicos típicos de la cultura costeña y ribereña colombiana, logrando sumarse la puya negroide, género cantado, a la puya indígena, dándose como resultado la puya vallenata con su actual equilibrio entre el canto, la melodía y el ritmo.

La puya y el merengue en su patrón rítmico y armónico son iguales. La diferencia está marcada en su concepción melódica: en el ritmo, en la música y naturalmente en la interpretación que se haga, propia de cada pieza. Así, la puya tiene una marcación en los bajos de dos por dos y, a veces, de dos por uno en ciertos pasajes de la interpretación, aunque no en todas las piezas. La velocidad que se le imprima no supone una diferencia, porque el intérprete la toca a su gusto.

La puya se destaca por ser el aire más rápido, y el que exige más habilidad en el intérprete del acordeón. Se utiliza más comúnmente en las contiendas y competencias de acordeonistas en los festivales vallenatos de Colombia.

El son vallenato tiene una cuadratura de compás de dos por cuatro. Una característica esencial en la ejecución de este aire es la prominente utilización de los bajos del acordeón en la interpretación de cada pieza, tanto que los bajos pueden ser más notorios que la misma melodía emitida por el teclado, principalmente en los acordeoneros de las nuevas generaciones.

El son tiene una marcación en los bajos de uno por uno muy marcada, sobre todo en intérpretes sabaneros o de influencia bajera – viejo Bolívar -; a diferencia de los acordeoneros de la provincia, quienes interpretan el son más fluido, menos marcado, más sutil y le dan una marcación de bajo de uno por dos y de dos por uno, en ocasiones.

Como el paseo, los sones son una especie de crónica en donde la singular narrativa del cantor deja plasmados los acontecimientos de su existencia, particularmente en esta especie se representan dramas nostálgicos que han constituido parte importante en la vida del autor.

La tambora es un ritmo que no tuvo acogida comercial y desde los años 80´s dejó de oírse popularmente. Tomó denominación femenina debido al predominio de voces de mujeres cuando estos aires eran solo cantados.

Unas son politemáticas, en las que cada verso expresa una circunstancia diferente a la del otro, pero existe uno que es constante. Algunas tienen la particularidad de intercalar el inmodificable verso fijo cada dos versos, y otras mantienen la unidad de escritura de un tema, pero sin tener en cuenta concordancia y armonía en las frases poéticas.

En general, todas tienen condición satírica, lograda en la descoordinación que resalta más el contraste. Todavía existen algunas puramente instrumentales, interpretadas únicamente con tambores. De ahí su designación.[13]

Ejemplos de tamboras: "La candela viva" (de Alejandro Durán), "Mi compadre se cayó", "La perra".

La tambora tradicional es de conformación triétnica (negro, blanco e indio), y su entorno geográfico está centrado a orillas del Río Grande de la Magdalena, en la subregión conocida como Depresión Momposina. Los pueblos del departamento del Cesar que han tenido la tambora como identidad cultural son, entre otros: Tamalameque, La Gloria, Gamarra, Chimichagua, Chiriguaná y El Paso.

Antecedido de una grandes polémica en el mundo vallenato, un quinto aire para concurso fue institucionalizado en Villanueva durante la versión 29 del Festival Cuna de Acordeones de 2007. El llamado "quinto aire" fue bautizado como "Romanza Vallenata", en este mismo festival en el año 2006, y fue aceptado como tal con el respaldo de autoridades del vallenato como Rafael Escalona, Francisco Zumaqué, Hernán Urbina Joiro, Rosendo Romero y el expresidente Alfonso López Michelsen.

De esta manera se aceptó que el llamado "paseo" que comercialmente se escucha hoy, lo dejó de ser hace algún tiempo. Así como en su momento del "son" surgió el "paseo"[cita requerida], hoy surge un nuevo aire de este. Las romanzas vallenatas, por su carácter lírico o poético, son un canto al amor, al desamor, al perdón y a la mujer, distinto del paseo clásico que se interpreta en los festivales, por eso se decidió darle un espacio en ellos. Además, se tuvo en cuenta que este aire ha sido motor trascendental para la internacionalización del vallenato. Este aire, hijo del paseo,[cita requerida] adquirió independencia gracias a la aceptación mundial, y después de voces que rechazaran la evolución del género musical. Igualmente, no se determina esta denominación como un ritmo oficial vallenato.

La piquería (de "pique", enfrentamiento) es una competencia usualmente entre dos verseadores improvisadores y repentistas, en la que gana quien produzca mejores versos y se equivoque menos, a juicio de un jurado. Existen las modalidades de versos de cuatro palabras, décima de tema libre y pie forzado. Al momento de elegir al ganador se tienen en cuenta factores como la capacidad para improvisar con agilidad, gracia y exactitud métrica y rítmica versos de cuatro palabras (cuartetas) o de diez (décimas) para desafiar o responder el requerimiento musical de un contrincante en iguales condiciones. A juicio del jurado, el pique puede tener como punto de partida un solo verso de cuatro palabras con un tema determinado, una décima de tema libre o un pie forzado. El jurado puede imponer cualquiera de estas tres modalidades o imponerlas todas si así lo considera.[14]

La vallenatóloga Consuelo Araújo identificó tres escuelas en el vallenato:[15]

Esta clasificación no es aceptada generalmente y ha sido criticada por músicos y juglares.[16]​ Los músicos sabaneros en particular hablan de música de acordeones o música sabanera de acordeón,[17]​ la cual fue desarrollada en paralelo a la escuela vallenata, de ejecución distinta, no comparte completamente su organología, y no incluye la puya como ritmo, pero adiciona otros como cumbia, paseaíto, porro y chandé.[18][19]

De carácter eminentemente folclórico, es ejecutado en los festivales como el de la Leyenda Vallenata, el Cuna de Acordeones y el Festival del Río Grande de la Magdalena. Comprende cuatro (4) de los cinco (5) ritmos tradicionales: la puya, el paseo, el son y el merengue. Su temática abarca hechos de la vida cotidiana, la amistad, la parranda, la tierra y el amor. Es la música que cultivaron juglares como Juancho Polo Valencia, Alejandro Durán, Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, "Toño" Salas, Lorenzo Morales, Leandro Díaz, "Pacho" Rada, "Colacho" Mendoza, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta, entre otros. También entrarían en este selecto grupo acordeoneros que fueron parte de la agrupación Los Corraleros de Majagual como Calixto Ochoa, Lisandro Meza y Alfredo Gutiérrez, los dos últimos aún en actividad.

Es la primera corriente vallenata que se hace comercial en las emisoras del país, siendo conocida como "vallenato yuca". Se empezó a escuchar a principios de los años 70´s, extendiéndose su popularidad en los 80´s. Sus principales representantes son: Otto Serge y Rafael Ricardo, Jorge Oñate, Los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, Binomio de Oro (con Rafael Orozco), Los Betos, Farid Ortiz, Iván Villazón, Daniel Celedón e Ismael Rudas, entre otros. Predomina el paseo y, sin tanta importancia, el merengue y la puya.

Estilo influido por otros ritmos como la balada, impulsado por Iván Calderón a finales de los años 80´s y comienzos de los 90´s, se basa principalmente en el paseo y, en la denominada décadas después como romanza vallenata. Su principal característica radica en la letra, donde exclusivamente se le canta al amor. Sus temas incluyen amores, despechos, distanciamientos y reconciliaciones. Es uno de los subgéneros más escuchados de Colombia y el más escuchado en el extranjero (Monterrey y Saltillo en México, Iquitos en Perú, Venezuela, Panamá, Ecuador, Paraguay, Noreste de Argentina y las colonias colombianas y latinoamericanas de Estados Unidos y Europa). Algunos de sus representantes más importantes son: Binomio de Oro de América, Estrellas Vallenatas, Los Pechichones, Dúo Sensacional, Patricia Teherán, Las Musas, Adriana Lucía (en su época de intérprete vallenata), Los Diablitos, Los Gigantes, Los Inquietos, Los Chiches, Los Embajadores, Miguel Morales, Jesús Manuel y Álex Manga (los tres ex-Diablitos), Fabián Corrales, Luis Mateus, Nelson Velásquez (ex-Inquietos), Jean Carlo Centeno, Junior Santiago y Jorge Celedón (los tres ex-Binomio de Oro de América), Amín Martínez (ex-Chiches), Luis Miguel Fuentes y Heberth Vargas (ambos ex-Gigantes), entre otros.

Desde mediados de los años 2010 se ha visto un resurgir del vallenato romántico en el gusto del público colombiano, donde artistas graban canciones nuevas en este subgénero, además de reencauchar éxitos de los años 80´s y 90´s, adaptándolos al sonido del siglo XXI para el gusto del público juvenil sin perder su esencia romántica. Un ejemplo es el álbum musical y de video "Corazón Vallenato", lanzado en plataformas de streaming y redes sociales a finales de 2020 por Codiscos donde, acompañados por el acordeón del Morre Romero y el de su hijo, artistas consagrados y juveniles del vallenato interpretan canciones clásicas del subgénero romántico.

Una corriente vallenata que empezó su aceptación por el público colombiano desde comienzos de los años 2000, impulsada por Kaleth Morales, hijo del cantautor vallenato Miguel Morales, el cual combina elementos y arreglos de corte carnavalesco y electrónico con instrumentos de percusión y de viento de otras zonas de la región Caribe (bombardino, redoblante, tamboras, tuba, etc.).[20]​ Sus artistas más destacados son: Silvestre Dangond, Peter Manjarrés, Martín Elías (hijo de Diomedes Díaz), Luifer Cuello, Penchy Castro, Kvrass, Mono Zabaleta, Churo Díaz, Elder Díaz (hijo de Diomedes Díaz), Daniel Calderón, Felipe Peláez, La Gente de Omar Geles, Los K Morales (sucesores del legado de Kaleth Morales), Orlando Liñan, Kbto Zuleta, Cayito Dangond (hermano de Silvestre Dangond), Los Comandantes del Vallenato, entre otros, manteniéndose vigente durante dos décadas.

En la época de los juglares, la música vallenata ya venía manejando su "Nueva Ola": Alejo Durán compuso e interpretó en 1960 una canción en aire de paseo llamada "La Ola del Vallenato", como crítica a artistas de la época que hacían innovaciones en el género como Aníbal 'Sensación' Velásquez, quien grabó e impuso un nuevo ritmo al vallenato llamándolo "Guaracha".[21]

Los verdaderos juglares vallenatos se han perdido entre la historia y la leyenda. Entre ellos se encuentran desde la figura legendaria de Francisco el Hombre, pasando por Pedro Nolasco Martínez, Emiliano Zuleta, Guillermo Buitrago, Lorenzo Morales, Leandro Díaz, Luis Enrique Martínez, Tobías Enrique Pumarejo, Juancho Polo Valencia, Diomedes Díaz, Abel Antonio Villa, Rafael Escalona, y el que ha sido el más grande icono del folclor vallenato, el primer Rey Vallenato, Alejandro Durán. Muchos de ellos murieron en la pobreza a pesar de que sus cantos se escuchaban en toda América Latina y de que dieron fisonomía al vallenato mucho antes de que se convirtiera en un fenómeno de ventas.

A pesar de existir compositores e intérpretes del vallenato tradicional de gran popularidad en Colombia, el máximo "embajador" de esta música en el mundo es el cantante samario Carlos Vives, que lo ha dado a conocer a través de una variante que se podría denominar vallenato-pop-rock, también conocido como vallenato alternativo. Hoy por hoy, se hace una diferenciación entre el vallenato tradicional y un vallenato más comercial, en el que se han destacado cantantes como Silvestre Dangond, Kaleth Morales, Jorge Celedón e Iván Villazón y agrupaciones como el El Binomio de Oro de América. Otros intérpretes como Diomedes Díaz lograron que el vallenato ganara popularidad entre los colombianos, sin distinción social ni cultural. En Venezuela, Rafael Orozco es considerado un ídolo musical, aun muchos años después de su muerte; tal fue el cariño expresado por el público venezolano que uno de sus mayores éxitos está dedicado a este país: Recorriendo a Venezuela.

El festival de música vallenata más importante de Colombia es el Festival de la Leyenda Vallenata, que se celebra desde 1968 en Valledupar, Cesar. En él se premia al mejor ejecutante del acordeón con el título de Rey Vallenato. El ganador del primer festival fue Alejandro Durán, quien derrotó en la tarima "Francisco el Hombre" a Emiliano Zuleta. Cabe resaltar que desde 1987 se realiza, cada 10 años, el torneo "Rey de Reyes", donde participan únicamente quienes han sido coronados como reyes vallenatos en el festival.

El segundo festival en importancia para la música vallenata es el Festival Cuna de Acordeones de Villanueva, Guajira, población fuente de intérpretes del acordeón, que se realiza desde 1979. El Festival Cuna de Acordeones fue nombrado Patrimonio Cultural y Artístico de Colombia por el Congreso Nacional mediante la Ley 1052 de 2006.[22][23]​ Al igual que el festival de Valledupar, el Festival Cuna de Acordeones corona desde 2003 y cada 10 años al Rey de Reyes.

El tercero en importancia es el Festival del Río Grande de la Magdalena, que se realiza en el municipio santandereano de Barrancabermeja desde el año 1983, el cual también fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación mediante la Ley 1007 de 2006 por el Congreso de la República.[24]​ Igual que en Valledupar y Villanueva, este festival corona su Rey de Reyes desde 1992 pero cada 11 años.

En Riohacha se realiza desde el año 2009 el Festival Francisco El Hombre. A diferencia de los anteriores festivales, este premia a los mejores grupos y cantantes vallenatos.[25]

Fuera de Colombia, se organizan festivales vallenatos como el Festival Internacional Vallenato de Monterrey (México), el cual se realizó entre 2007 y 2017, logrando coronar diez reyes vallenatos en el país azteca, teniendo invitados especiales a intérpretes y compositores de Colombia como Sergio Moya Molina, Adolfo Pacheco, Fernando Meneses Romero, Isaac Carrillo "Tijito", Los Hermanos Lora, Roy Rodríguez, Alberto Rada, El Dúo Sensacional, Jorge Luis Ortiz, entre otros. En el año 2016, este festival coronó su primer y único Rey de Reyes. El festival fue reemplazado en 2018 por el Festival Vallenato de México, realizado en la misma ciudad de Monterrey. Otro festival que se realiza en esa misma ciudad es el Festival Voz de Acordeones, de mayor tradición (se realiza desde 1998) e importancia porque el ganador del festival viaja a Valledupar, representando a México en el Festival de la Leyenda Vallenata del año siguiente, aunque desde 2018 no ha habido festival por diversas razones (factores económicos para premiar a los ganadores y logísticos para enviarlos a competir en Colombia, lo cual ha desmotivado a los acordeoneros regios de participar en el festival. Otra razón es la pandemia de COVID-19 en México en 2020).[26]



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