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Dictadura batistiana



Fulgencio Batista Zaldívar[1]​ (Banes, Holguín; 16 de enero de 1901-Marbella, Málaga; 6 de agosto de 1973) fue un militar cubano.[2][3]​ Fue el presidente constitucional de Cuba de 1940 a 1944 y de facto de 1952 a 1959, año en que sería derrocado tras el triunfo de la Revolución Cubana.

Batista llegó al poder por primera vez con el golpe de Estado del 4 de septiembre de 1933, conocido como Revuelta de los Sargentos que acabó con el gobierno provisional de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada. Entonces, Batista se nombró a sí mismo jefe de las fuerzas armadas con el rango de coronel y estableció una junta de gobierno conocida como Pentarquía. Conservó el control sobre varios presidentes provisionales entre 1934 y 1940, cuando fue elegido Presidente de Cuba con una candidatura populista.[4]​ Ese mismo año aprobó una nueva Constitución para el país, considerada progresista para la época,[5]​ y se mantuvo en el cargo hasta 1944. Tras el fin de su mandato vivió en Estados Unidos y regresó a la isla caribeña como candidato en las elecciones de 1952. Ante la perspectiva de una derrota segura, dio otro golpe de Estado apoyado por parte del ejército nacional meses antes de las elecciones.

De vuelta en el poder, Batista abolió la Constitución de 1940 y suspendió las libertades políticas, entre ellas el derecho de huelga. Se alió con los ricos terratenientes de la isla que poseían las más grandes plantaciones de caña de azúcar y presidió una economía estancada que amplió la brecha entre cubanos ricos y pobres.[6]​ El gobierno cada vez más corrupto y represivo de Batista comenzó a enriquecerse de manera sistemática explotando los intereses comerciales de Cuba y realizando lucrativos negocios con la mafia estadounidense, que controlaba los negocios de drogas, prostitución y juego de La Habana.[6][7]​ En un intento por sofocar el creciente descontento de su pueblo, que se manifestó en numerosas ocasiones a través de huelgas y disturbios de estudiantes, Batista estrechó la censura sobre los medios de comunicación y recrudeció la represión de los comunistas a través de violencia indiscriminada, torturas y ejecuciones que costaron la vida a unas 20 000 personas.[8][9][10]​ Durante la década de 1950, el régimen de Batista recibió soporte financiero, logístico y militar de Estados Unidos, bajo los gobiernos de Harry S. Truman y de Dwight Eisenhower.[11]

Durante dos años, desde 1956 a 1958, el Movimiento 26 de Julio de ideología nacionalista y democrática, encabezado por Fidel Castro, lideró la resistencia contra la represión de Batista a través de una guerra de guerrillas urbanas y rurales que culminó en la derrota definitiva del régimen dictatorial a manos de los rebeldes dirigidos por el argentino Ernesto ''Che'' Guevara en la batalla de Santa Clara, librada el día de Año Nuevo de 1959. Batista huyó de inmediato de la isla con todo el dinero que había amasado y se estableció en la República Dominicana, gobernada por su aliado Rafael Trujillo. Finalmente, encontró asilo en el Portugal del dictador Oliveira Salazar, aunque su muerte se produjo el 6 de agosto de 1973 cerca de la localidad española de Marbella.[12]

Fulgencio Batista nació en Veguita, municipio de Banes, Provincia de Holguín, en 1901 y fue bautizado en la iglesia de Santa Florentina en Fray Benito, antigua provincia de Oriente.

Hijo de Belisario Batista y de Carmela Zaldívar cubanos que lucharon por la independencia de Cuba. De orígenes y condición económica muy pobres, comenzó a trabajar a muy temprana edad, desempeñando diversos oficios en su juventud. A la edad de 20 años compró un boleto hacia La Habana y se unió al ejército en 1921 y, a partir de 1923, entró en la guardia rural, dentro de la cual alcanzaría el grado de sargento-taquígrafo del Estado Mayor del Ejército.

Tras el derrocamiento del gobierno del general Gerardo Machado en 1933, se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, pero el descontento persistió en una parte de la sociedad. Un grupo de militares, entre los que se encontraba Batista, y algunos sectores democráticos firmaron un manifiesto pidiendo la elaboración de una Nueva Constituyente que sustituyera a la de 1901 (en la cual, entre otras cosas, aparecía reflejada la Enmienda Platt).

A la caída de Machado en 1933, participó en varias conspiraciones que culminaron en el Movimiento Cívico-Militar del 4 de septiembre de aquel año. Se estableció entonces una Junta de Gobierno, la llamada Pentarquía (constaba de 5 miembros, uno de ellos el Dr. Ramón Grau). También formaba parte del Gabinete el revolucionario Dr. Antonio Guiteras Holmes.

A propuesta de Sergio Carbó, Batista fue nombrado Coronel-Jefe del Ejército en aquel mismo año. De 1934 a 1940 dirigió con mano dura la represión contra los movimientos comunistas y socialistas de las centrales azucareras.

Dado que su madre le nombró Rubén y le puso su apellido, Zaldívar, tras la negación por parte de Belisario Batista de inscribirlo bajo su propio apellido, en las actas del juzgado de Banes continuó siendo legalmente Rubén Zaldívar hasta que en 1939, al ser nominado a la candidatura presidencial, se descubrió que la inscripción de nacimiento de Fulgencio Batista no existía. Conseguirla le costó postergar la presentación de su candidatura y quince mil pesos para pagar al juez.[13]

En 1940 se creó finalmente la constituyente, en la cual participaron políticos procedentes de distintos sectores, como Carlos Prío Socarrás, Ramón Grau San Martín, Eduardo Chibás, o los comunistas Blas Roca Calderío y Juan Marinello Vidaurreta.

Tras la dimisión de Federico Laredo Bru en 1940, Batista se presentó como candidato de la Coalición Socialista-Democrática en las elecciones de 1940, y fue elegido presidente, inaugurando su mandato el 10 de octubre de 1940. En dicho gobierno llegarían a participar algunos ministros del Partido Socialista Popular. El 8 de junio del mismo año se aprobó una nueva Constitución, que introdujo en la práctica política cubana un semiparlamentarismo: el presidente era elegido por sufragio universal para un período de cuatro años; además, potenciaba la intervención del Gobierno en la economía e introducía una red de Seguridad Social. La industria azucarera se vio duramente afectada a raíz del deterioro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos durante el año 1939, aunque el nuevo tratado firmado el 27 de diciembre de 1939 mejoró la situación, al restablecer el sistema de cuotas para esta industria.

Durante su primer mandato, Batista cooperó en la Segunda Guerra Mundial con los aliados y declaró la guerra al Imperio japonés, Alemania e Italia. En 1944 se convocaron nuevas elecciones y fue elegido presidente Ramón Grau San Martín.

En 1944, el candidato elegido por Batista como sucesor, Carlos Saladrigas Zayas,[14]​ había sido derrotado por Grau. Batista dedicó los primeros meses del nuevo gobierno a perjudicar la administración de Grau, algo que notó el embajador estadounidense por ese entonces, Spruille Braden, que escribió que Batista estaba provocando problemas a Grau, sobre todo en lo referente a la economía del país.[15]

Posteriormente a la victoria de Grau, Batista se fue a los Estados Unidos, afirmando que allí se sentiría más seguro. Se divorció de su esposa, Elisa, y contrajo matrimonio con Marta Fernández en 1945. Dos de sus cuatro hijos nacieron en los Estados Unidos. Durante los siguientes ocho años, Batista alternó viviendo en Waldorf Astoria en Nueva York y una casa en Daytona Beach, Florida.[16]

Continuó participando, desde la distancia, en la política cubana, y fue elegido para el Senado de Cuba in absentia en 1948. Al regresar a su país, decidió postularse en las elecciones presidenciales, recibiendo permiso del presidente Grau para fundar el Partido de Acción Unitaria. Más tarde fundó el Partido de Acción Progresiva, aunque después de su primera presidencia nunca recuperó su antiguo apoyo popular, pero conservó el de los sindicatos hasta el final.[17][18]​ El presidente elegido en 1948 fue finalmente Carlos Prío Socarrás.

Tras ocho años de un gobierno constitucional bajo las presidencias de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, Batista era uno de los candidatos en las elecciones de 1952. No obstante, algunas de las encuestas le situaban en tercer lugar, detrás de Roberto Agramonte del Partido Ortodoxo y Carlos Hevia del Partido Auténtico. Debido a esto, el 10 de marzo de 1952, a escasos cuatro meses de las elecciones presidenciales, dio de nuevo un golpe de Estado, alegando una serie de razones poco justificables, valiéndose de su liderazgo dentro de las Fuerzas Armadas y estando respaldado por ciertos sectores políticos del país. Batista depuso a Carlos Prío Socarrás, el presidente saliente, canceló las elecciones y se impuso como «presidente provisional». El proceso del golpe de Estado no trajo derramamiento de sangre alguno, pero atrajo la atención y la preocupación de gran parte de la población.

Fulgencio Batista aumentó el salario de las Fuerzas Armadas y de la Policía (de 67 pesos a 100 pesos y de 91 pesos a 150 pesos, respectivamente), se otorgó un salario anual superior al del presidente de Estados Unidos (pasó de 26 400 dólares a 144 000 dólares frente a los 100 000 dólares de Truman), suspendió el Congreso y entregó el poder legislativo al Consejo de Ministros, suprimió el derecho de huelga, restableció la pena de muerte (prohibida por la Constitución de 1940) y suspendió las garantías constitucionales.[19]

Con el fin de legitimar su gobierno, Batista organizó unas fraudulentas elecciones el 1 de noviembre de 1954, con él mismo como candidato de una coalición entre el Partido Progresista de Acción, el Partido de la Unión Radical y el Partido Liberal.[20]​ La oposición se dividió, por su parte, en abstencionistas y electoralistas. Los abstencionistas estaban a favor de boicotear las elecciones, independientemente de las circunstancias en las que estas se llevaran a cabo, mientras que los electoralistas buscaban ciertos derechos y garantías para poder participar.[21]​ Batista hizo uso del chantaje, la intimidación y el fraude para ganar las elecciones a cualquier costo, lo que provocó que prácticamente todos los partidos políticos del país retiraran sus candidaturas y se unieran al boicot abstencionista.[22]​ El expresidente Ramón Grau San Martín realizó una breve campaña política, pero se retiró pocos días antes de las elecciones, acusando a Batista de fraude y advirtiendo que sus partidarios habían sido presionados y aterrorizados. Batista fue elegido entonces con el 45,6 % de los votos emitidos, con una participación del 52,6 %. Batista tomó posesión como Presidente de la República el 24 de febrero de 1955, y restableció la vigencia de la Constitución de 1940.

Al tomar el poder, Batista había heredado un país relativamente próspero para América Latina. Aunque un tercio de la población vivía bajo el umbral de la pobreza, Cuba era uno de los países más desarrollados de la región.[23]​ En la década de 1950, el PIB de Cuba per cápita era aproximadamente igual al de Italia (según las cifras del gobierno de Batista), aunque seguía siendo un sexto que el de los Estados Unidos.[24]​ Sin embargo, según un estudio que realizó el Consejo Nacional de Economía de Estados Unidos entre mayo de 1956 y junio de 1957, en las zonas rurales cerca del 60 % de los campesinos vivía en barracones con techo de guano y piso de tierra desprovistos de sanitarios o de agua corriente. Cerca del 90 % no tenían electricidad. Cerca del 85 % de esos barracones tenían una o dos piezas para toda la familia. Sólo el 11 % de los campesinos consumía leche, el 4 % carne y el 2 % huevos. El 43 % eran analfabetos.[19]

Por otra parte, el gobierno de Batista respetó los derechos de la industria estadounidense y el comercio cubano, los salarios de los trabajadores industriales cubanos aumentaron significativamente.[24]​ De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en 1958 Cuba tenía el octavo salario industrial más alto. Sin embargo, la corrupción era gigantesca, y a pesar de una serie de indicadores positivos, en 1953, durante los primeros meses de la dictadura, la familia cubana promedio solo tenía un ingreso de $6,00 a la semana, del 15 % al 20 % de la población activa eran desocupados crónicos, y solo un tercio de los hogares contaba con agua corriente.[25]

Arthur Meier Schlesinger, asesor personal del presidente Kennedy, recordó una estancia en la capital cubana y testimonió:

Durante la década de los 50, La Habana estaba llena de casinos, prostitución, tráfico de drogas al servicio de organizaciones criminales estadounidenses, policías corruptos y políticos elegidos de manera fraudulenta.[26]​ En un intento de sacar provecho de este entorno, Batista estableció relaciones duraderas con el crimen organizado, en especial con mafiosos estadounidenses como Meyer Lansky y Lucky Luciano, y bajo su gobierno La Habana llegó a ser conocida como "Las Vegas Latina".[27]​ Batista y Lansky tuvieron una relación de negocios que duró toda una década, recibiendo Batista diversos sobornos a cambio de que Lansky tuviera el control de casinos e hipódromos en Cuba.[28]

Después de la Segunda Guerra Mundial, Lucky Luciano fue puesto en libertad con la condición de volver permanentemente a Sicilia. Luciano secretamente se trasladó a Cuba, donde trabajó para retomar el control de la mafia estadounidense. Luciano tuvo también en su poder varios casinos de La Habana con el beneplácito de Batista, aunque el gobierno estadounidense finalmente tuvo éxito en conseguir que lo deportaran.[29]

Batista alentó el juego de azar a gran escala en La Habana. En 1955, se anunció que Cuba concedería una licencia de juego a cualquiera que invirtiera un millón de dólares estadounidenses en un hotel y doscientos mil en una nueva discoteca, y que el gobierno proporcionaría fondos públicos para la construcción de los casinos, una exención fiscal de diez años, y que no se aplicaran los derechos sobre los equipos importados y muebles de los nuevos hoteles. Cada casino pagaría al gobierno US$250 000 por la licencia más un porcentaje de las ganancias. El gobierno, de todas formas, omitió los controles, lo que abrió las puertas a inversores con fondos obtenidos ilegalmente.[30]​ Por su parte, Meyer Lansky se convirtió en una figura prominente en las operaciones del juego en Cuba,[16]​ y ejerció influencia sobre las políticas de Batista con respecto a los casinos. También convirtió a Cuba en un puerto internacional para el tráfico de drogas.

El gobierno de los Estados Unidos utilizó su influencia para promover los intereses y aumentar las ganancias de empresas privadas estadounidenses que dominaron la economía de la isla.[25]​ Como símbolo de la relación de negocios entre Batista y las empresas estadounidenses, la compañía telefónica multinacional ITT Corporation regaló al dictador un teléfono de oro, como una expresión de agradecimiento por un aumento excesivo que Batista concedió a la tarifa telefónica a instancias del gobierno estadounidense.[25]

Earl T. Smith, exembajador de los Estados Unidos en Cuba, declaró ante el Senado de los Estados Unidos en 1960 que, hasta la llegada de Castro, el poder estadounidense sobre Cuba era tan grande que el embajador era el segundo hombre más importante después del presidente, e incluso más que él.[31]​ Además, casi toda la ayuda que Estados Unidos proporcionaba al país caribeño eran armas que simplemente reforzaron la dictadura y no contribuyeron a avanzar en el bienestar económico del pueblo cubano.[25]​ Este tipo de acciones más adelante habilitó a Castro y los comunistas para reforzar la creciente creencia de que Estados Unidos era indiferente a las aspiraciones cubanas de una vida digna.[25]​ Tal cooperación con el gobierno de Batista se debió, principalmente, a la fuerte oposición del dictador al comunismo, durante el período de máxima tensión de la Guerra Fría (1947-1953) entre Estados Unidos y la URSS.

El 26 de julio de 1953, poco más de un año después del golpe de Estado de Batista, un pequeño grupo de revolucionarios asaltó el Cuartel Moncada, en Santiago. Las fuerzas gubernamentales derrotaron fácilmente a los asaltantes y encarcelaron a sus dirigentes, mientras que muchos otros participantes huyeron del país. El principal líder del ataque, Fidel Castro, era un joven abogado que hubiera sido candidato en las elecciones parlamentarias de 1952 de no haber sido estas canceladas por el golpe.[32]​ A raíz del asalto al cuartel Moncada, Batista suspendió las garantías constitucionales y desde entonces hasta el final de su gobierno la policía se encargó de mantener a la población asustada y reprimida.[16]

A finales de 1955, las revueltas estudiantiles y manifestaciones anti-Batista se habían vuelto frecuentes, y el desempleo se convirtió en un auténtico problema, ya que los recién graduados en edad de trabajar no podían conseguir un empleo estable.[33][34]​ Todos estos problemas fueron tratados mediante el aumento de la represión, donde prácticamente todos los jóvenes fueron vistos como sospechosos revolucionarios.[35]​ Debido a su constante oposición al dictador y la gran actividad revolucionaria que tenía lugar en el campus, la Universidad de La Habana fue cerrada temporalmente el 30 de noviembre de 1956, y no volvería a reabrirse hasta después del derrocamiento de Batista. El 13 de marzo de 1957, el líder estudiantil José Antonio Echeverría cayó en combate con la policía a un costado a la Universidad de La Habana en La Habana después de anunciar que Batista había muerto en un fallido ataque al Palacio Presidencial. En realidad, Batista había huido durante tal ataque, y los estudiantes de la Federación de Estudiantes Universitarios y el Directorio Revolucionario 13 de marzo, que dirigieron el ataque, fueron asesinados por los militares y la policía. Castro condenó el ataque ya que en el Movimiento 26 de julio no había participado él.[36]

En abril de 1956, Batista hizo volver de Estados Unidos al militar Ramón Barquín para llevar a cabo una evaluación de las capacidades militares de la República Dominicana para atacar a Cuba. En ese momento, tanto Batista y el presidente dominicano Rafael Trujillo enfrentaban serias crisis políticas. Barquín era muy popular entre el pueblo cubano y Batista esperaba que, relacionándose con él, recuperaría algo de apoyo. Sin embargo, Barquín estaba organizando su derrocamiento en la llamada Conspiración de los Puros. El 4 de abril de 1956 se llevó a cabo un intento de golpe de Estado liderado por Barquín, que fue un fracaso por intervención del teniente Ríos Morejón, que delató el plan con Batista. Barquín fue condenado a confinamiento solitario en la Isla de Pinos, y algunos agentes fueron condenados a muerte por traición.[37]​ Muchos otros militares que participaron en el golpe, sin embargo, permanecieron sin sanciones en el Ejército.[38]

La purga del Ejército cubano posterior a la intentona golpista debilitó considerablemente a las Fuerzas Armadas en lo que respecta a luchar contra las guerrillas de Castro.[37][39]​ La policía de Batista respondió al creciente malestar popular torturando y matando a los sospechosos. Sin embargo, no fueron capaces de combatir la guerrilla en Sierra Maestra y el Escambray.[16]​ Otra probable explicación por la cual Batista no intentó de manera directa acabar con la rebelión de Castro, dada por Carlos Alberto Montaner, era que utilizando la imagen de los guerrilleros podía fácilmente robar parte de los gastos utilizados por el Estado para financiar la defensa del país.[16]​ El gobierno dictatorial se hacía cada vez más impopular entre la oprimida población, y la Unión Soviética comenzó a apoyar en secreto la guerrilla de Castro.[40]​ Varios generales de las Fuerzas Armadas de Cuba también hablaron mal de Batista en los últimos años, pues su excesiva interferencia en la planificación militar debilitó y obstaculizó al Ejército en la lucha contra las guerrillas.[38]

En noviembre de 1958 se llevaron a cabo nuevas elecciones, exceptuando en las provincias Las Villas y Oriente, que para entonces ya estaban bajo control de Castro.[21]​ Las elecciones estaban previstas para junio, como lo exigía la constitución, pero se retrasaron por las actividades de la guerrilla. Al igual que en 1954, Ramón Grau también retiró su candidatura poco tiempo antes de los comicios, alegando fraude, el cual se concretó cuando Batista ordenó un recuento luego de las elecciones.[41]​ Resultó ganador Andrés Rivero Agüero, candidato afín a Batista. Sin embargo, aun siendo el legítimo presidente de la república, no se le permitió tomar posesión del cargo.

Para fines de diciembre de 1958 la debacle de la dictadura de Batista aparecía como inevitable. El gobierno estadounidense había preservado al dictador en el poder otorgándole aviones, barcos y armas de última tecnología como el napalm, pero en marzo de 1958 anunciaron que dejarían de vender armas al gobierno cubano.[42]​ A finales de año impusieron, incluso, un embargo de armas, lo cual marcó el destino del frágil gobierno dictatorial.[43]​ Para diciembre, los únicos que apoyaban a Batista eran los propietarios de tierras y empresarios cubanos que se había beneficiado económicamente de su dictadura.[44]

El 28 de diciembre las milicias comandadas por el "Che" Guevara iniciaron el decisivo ataque contra la ciudad de Santa Clara, llave del centro de la isla y último reducto antes de La Habana. El 31 de diciembre, cuando las tropas rebeldes tomaron el tren blindado que el gobierno había enviado para fortificar la ciudad, Batista decidió huir hacia Santo Domingo, huyendo en un avión a las 3:00 de la madrugada del 1 de enero de 1959, junto con el presidente electo Andrés Rivero Agüero, quedando el país virtualmente acéfalo y a cargo del general Eulogio Cantillo.

A la mañana siguiente, las tropas del Segundo Frente Nacional del Escambray comandadas por Eloy Gutiérrez Menoyo entraron a La Habana. Al día siguiente llegaron las tropas del "Movimiento 26 de Julio" comandadas por Camilo Cienfuegos y el "Che" Guevara, tomando sin resistencia el regimiento de Campo Columbia y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, respectivamente. Al entrar a Campo Columbia, Cienfuegos excluyó del mando al coronel Barquín y detuvo al general Cantillo. Poco después, las tropas del Directorio Revolucionario, al mando de Faure Chomón, ocuparon el Palacio Presidencial, lo cual originó una crisis entre las fuerzas revolucionarias. Simultáneamente, el mismo 1 de enero, Fidel Castro llegó a Santiago de Cuba, declarándola capital provisional de Cuba y proclamando al magistrado Manuel Urrutia Lleó como presidente de la nación. Por el momento, el gobierno de Estados Unidos reconoció al gobierno revolucionario como legítimo, poniendo fin, tanto de jure como de facto a la dictadura de Batista.

Batista huyó del país con una fortuna de más de US$2 000 000, exiliándose primero en la República Dominicana, luego en la isla de Madeira (Portugal) y por último en la España de Francisco Franco, aun cuando Batista se había referido al dictador como «fascista» en diciembre de 1942.[45][46]​ Batista permaneció en España hasta su muerte, en 1973, a causa de un infarto, en la localidad de Marbella. Está enterrado en el cementerio de San Isidro, en Madrid, junto a su segunda esposa, Marta Fernández Miranda de Batista y uno de sus cinco hijos, Carlos Manuel, muerto de leucemia en 1969.[47]




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