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Emilio Herrera



Emilio Herrera Linares (Granada, 13 de febrero de 1879-Ginebra, 13 de septiembre de 1967) fue un ingeniero ingeniero militar y aeroespacial español, destacado como aviador y científico. Fue presidente del Gobierno de la República española en el exilio. Fue padre del poeta y novelista José Herrera Petere. La Fundación Emilio Herrera Linares es la responsable de conservar su archivo personal.

Emilio Herrera nació en la calle de San Isidro del barrio de San Antón en el centro de Granada, en el seno de una familia de la burguesía ilustrada.[1]​ Sus padres eran Rita Linares Salanava y el militar Emilio Herrera Ojeda. Uno de sus antepasados fue el arquitecto Juan de Herrera, que participó en el diseño del monasterio de El Escorial para el rey Felipe II.

Durante los años de su infancia, Granada sufrió tres catástrofes casi seguidas: en 1884 el terremoto del 25 de diciembre, en 1885 las inundaciones ocasionadas por el río Darro a su paso por la ciudad y como consecuencia una epidemia de cólera.

Después de finalizar la escuela inició la carrera de arquitectura, aunque abandonó para ingresar con diecisiete años en la Academia de Ingenieros de Guadalajara,[1]​ presidida en ese momento por el pionero en el novedoso campo de la aerostática Pedro Vives Vich, y en cuya institución se cultivaba un gran espíritu científico y experimental el nacimiento de la aviación.

Finalizó la academia y se graduó como teniente en 1903, solicitando su traslado a la Escuela Práctica de Aerostación para aprender el manejo de los aerostatos. Participa en ascensiones científicas (como la observación desde un aerostato de un eclipse solar en Burgos, en 1905) y deportivas (la competición Gordon Bennet, en 1906 o el Gran Prix de París, en el que quedó en segunda posición).[2]​ En 1909, poco después de contraer matrimonio con Irene Aguilera Cappa, integra una expedición militar aerostática como apoyo a las tropas en la trágica guerra de Melilla. Ese año nace su hijo, que será un conocido poeta y novelista comunista, José Herrera Petere, amigo y compañero literario de Miguel Hernández.

Después de la participación de los aerostatos militares en las campañas militares en África, limitados a estar anclados en tierra, el ejército solicita los primeros dirigibles. Herrera, que dirigió la Sección de Globos Aerostáticos en Melilla y años después prepararía un plano territorial a base de fotografías aéreas, ya tenía los títulos de piloto de avión y de dirigibles. Estaba muy interesado en los primeros aviones después de observar junto a su amigo Alfredo Kindelán una exhibición de los hermanos Wright en Augsburgo.

En 1914 es portada de los periódicos con el también militar José Ortiz Echagüe. Juntos atravesaron el estrecho de Gibraltar. Este vuelo, entre de Tetuán y Sevilla, era el primer vuelo realizado entre Europa y África.[1]​ Aterrizaron en Tablada, en presencia del rey Alfonso XIII,[1]​ que le nombró gentilhombre de cámara con ejercicio después del vuelo. Además participa con la aviación en una nueva campaña militar en la Guerra del Rif. Es a partir de estos años cuando se centra en sus estudios en temas aeronáuticos y sus principios científicos, técnicos, comerciales o legales. En 1915 es enviado a Estados Unidos para comprar aparatos Curtiss JN-4 Jenny y montar en el país la primera escuela de pilotos de hidroaviones. Durante la Primera Guerra Mundial, en la que España se mantiene neutral, participa como observador aéreo en distintos frentes.

Desde 1918 intenta crear una aerolínea transoceánica para el transporte de pasajeros, la Transaéra Colón, para unir Europa y América. Equipada con dirigibles del ingeniero e inventor Leonardo Torres Quevedo, la idea termina realizándose por una empresa de Alemania. Herrera es invitado con el rango de segundo comandante junto con el militar José Ortiz de Echagüe, en la entonces mayor aeronave de su tiempo el dirigible Graf Zeppelin LZ 127. Realizan una travesía para cruzar el océano Atlántico volando más de dos millones de kilómetros y realizando la circunnavegación del planeta.

En la década de 1920, ayuda a Juan de la Cierva con su invención del autogiro, aeronave mezcla de avión y helicóptero, que tuvo un relativo éxito. Participa en la construcción y el diseño del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, inaugurado en 1921. Estaba dotado de uno de los túneles de viento para el desarrollo de aeronaves más grandes y modernos del momento, y sería el futuro embrión de la actual organización científica estatal Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Uno de sus estudios en ese momento fue la vestimenta adecuada y los sistemas de respiración necesarios para la navegación aérea a gran altitud donde la falta de aire y las bajas temperaturas suponían un problema. En 1935 crea la escafandra estratonáutica, un modelo de escafandra autónoma para tripulantes de globos a gran altitud, precursor del traje espacial.[3][4]

Participó de forma destacable en la creación años después de la Escuela Superior de Aerotecnia (posteriormente, Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos), nombrado como su primer director. La escuela formaba a los primeros ingenieros aeronáuticos españoles. No sólo se interesa por la aeronáutica, se conoce su formación como esperantista, como hablante y escritor activo del esperanto, la lengua artificial internacionalista más conocida. Forma parte, junto con otros destacados militares como Julio Mangada, de la Asociación de Militares Esperantistas. En 1925 Herrera es nombrado representante oficial español en la Conferencia Internacional para el empleo del Esperanto en las Ciencias con otros importantes esperantistas como Leonardo Torres Quevedo y Vicente Inglada Ors.

En 1931, Alfonso XIII decide abdicar tras la victoria de los partidos republicanos en la mayoría de las capitales de España, y abandonaría el país camino a Roma. Se proclama la Segunda República Española y se forma un nuevo Gobierno, cuyo programa es de signo reformista y progresista. Esta situación generó a Herrera un conflicto de lealtades, pues, por un lado, debía lealtad personal al rey Alfonso XIII (a quien acompañó a París en su exilio), como caballero gentil hombre; por otro, debía lealtad a la República española y al pueblo español como militar que juró servirlo. Alfonso XIII, en un honroso gesto, le liberó de su compromiso y le invitó a regresar a España y servirla. En efecto, Herrera, católico y monárquico, una vez el nuevo régimen fue legal y legítimamente establecido, juró su lealtad al mismo.

En aquel momento, Herrera era ya una destacada figura de la aeronáutica y la Sociedad de Naciones le nombró experto internacional de aviación. Es esta una época muy intensa en su vida: en 1932, representó a España en la Conferencia de Desarme de la Sociedad de Naciones; en este mismo año la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le eligió académico (medalla núm. 15), en la que ingresó el 19 de abril de 1933 con un discurso sobre Ciencia y Aeronáutica.[5]​ También patenta una regla de cálculo para la resolución de problemas aerodinámicos. A poco de ingresar presenta su proyecto de ascensión en globo para el estudio de la estratosfera usando la que denominó escafandra estratonautica, antecedente de los trajes espaciales.

Realiza el diseño en 1935 en los talleres del Polígono de Aerostación de Guadalajara y en el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos. Por un lado un globo que podía alcanzar los 26 000 metros de altitud y por otro de este primer traje espacial[7][8]​ que contaba con micrófono, sistema de respiración antivapor, termómetros, barómetros o varias herramientas para medir y recoger muestras.

Varias décadas después, la agencia estadounidense NASA se basaría en sus estudios para la elaboración de los trajes espaciales, que como reconocimiento el astronauta Neil Armstrong entregó una de las rocas lunares a uno de sus colaboradores Manuel Casajust Rodríguez, empleado en la NASA. La roca terminaría depositada durante muchos años en el Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España, y actualmente se encuentra desaparecida desde el año 2004.[6]​ Según refirió su ayudante, el piloto Antonio García Borrajo: "Cuando los norteamericanos le ofrecieron a Herrera trabajar para su programa espacial con un cheque sin limitaciones en ceros, él pidió que una bandera española (republicana) ondeara en la Luna, pero le dijeron que sólo ondearía la de Estados Unidos". Herrera rechazó la oferta.[6]

Herrera tiene ya el rango de teniente coronel y es el director técnico de la fuerza aérea republicana (FARE) donde organiza las escuelas de aviación. Con el comienzo de la guerra civil española en 1936, mientras se encuentra dictando un curso en la Universidad de Santander, su proyecto se vio definitivamente abandonado. Se mantiene fiel al gobierno republicano y en 1938 es uno de los pocos oficiales ascendido a general.[9]​ Pese a ser reconocido como de ideas conservadoras y no congeniar con los sectores más radicalizados en el poder, mantiene su lealtad al gobierno aunque pierde por ello la amistad de numerosos amigos como Kindelán, jefe de la aviación rebelde. Por otro lado, su hijo Petere, milita activamente en el Partido Comunista y en 1938 es Premio Nacional de Literatura. En septiembre de 1937 muere en la batalla de Belchite su segundo hijo, Emilio Herrera Aguilera (familiarmente Pikiki) de apenas diecinueve años, sargento y piloto del caza Polikarpov I-15.

El final de la Guerra de España le encontró en Sudamérica, adonde había viajado en 1939 en misión oficial acompañando al político Indalecio Prieto. Aunque en un primer momento estuvo exiliado en Chile, poco después se dirigió a Francia, donde viviría en el exilio de manera humilde, debido a los cortos recursos económicos de que disponía. Bajo el régimen de Vichy, el Gobierno alemán de Hitler le ofreció trabajar en el denominado Laboratorio de Vibraciones de Berlín, propuesta que vetó el Gobierno del general Franco, si bien el propio Herrera ya había renunciado aceptar la propuesta del general Faupel, al que conocía desde la década de 1920, cuando con motivo de su periplo por América del Sur para estudiar su línea de dirigibles, coincidó con este en un homenaje que le ofreció la colonia española de Lima. Herrera reconoció que el proyecto le seducía, pero que le resultaba imposible aceptarlo y, con toda franqueza, se lo comunicó a Faupel, que aceptó sus argumentos como propios de un hombre de honor.

Continuó dedicándose a la investigación aeronáutica y científica, colaborando en revistas francesas de temática aeronáutica, fundamentalmente en L'Aerophile que dirigía su amigo Blondel de la Rougerie. Fueron años muy difíciles, que sobrellevó con verdadero estoicismo. Herrera vivía junto con su esposa gracias a sus derechos de patentes de un sistema de doble proyección geográfica y un flexicalculador para resolver funciones matemáticas e integrales elípticas. En 1945 publicó un artículo, que fue rechazado, sobre el uso de la bomba atómica días antes del ataque nuclear sobre Hiroshima. Era un seguidor y defensor de las teoría de la relatividad de Albert Einstein, con quien tuvo amistad personal a raíz de la visita a España que el sabio alemán realizó en 1923. También fue laureado por la Academia de Ciencias de Francia por sus estudios sobre aeronáutica y astronáutica, de hecho había propuesto al Ministerio del Aire francés el lanzamiento de un satélite artificial, aprovechando uno de los cohetes V-2 que Francia recibió a la rendición de Alemania. Posteriormente ingresó en la Office National d'Études et de Recherches Aérospatiales (ONERA) y fue nombrado consultor de la UNESCO sobre temas de física nuclear, cargo del que dimitió al ser aceptado el ingreso del régimen franquista en la ONU.

Fue reconocido internacionalmente por su firme política antifranquista, formando parte de varios gabinetes del Gobierno de la República española en el exilio como ministro de Asuntos Militares y, entre 1960 y 1962, como presidente del Gobierno republicano español en el exilio. Durante su breve mandato intentó mantener el reconocimiento de la legitimidad republicana en los foros internacionales y la colaboración con los exiliados de la dictadura portuguesa. Al fallecer Diego Martínez Barrio, presidente de la República Española, Herrera fue sucedido por el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, aunque se mantuvo como ministro de Asuntos Militares.

En 1967, año de su fallecimiento, Herrera se mostró partidario de una reconciliación nacional, y buscó el apoyo político y religioso para celebrar un referéndum en el que los españoles pudieran elegir libremente entre monarquía o república. Falleció en el domicilio de su hijo José Herrera "Petere" en Ginebra a los ochenta y ocho años de edad.

En 1984 se publicaron sus Memorias (incompletas) en inglés, y en 1986 en español. Tras una larga gestión por parte de su familia, los exaviadores de la República, varios historiadores y unos oficiales del Ejército del Aire dedicados a la recuperación de una valiosa parte de la historia de la aviación española, se realizó en Granada la inhumación de sus restos. El comité de honor estaba encabezado por el rey Juan Carlos I. El acto, presidido por el alcalde de Granada, contó con la presencia de Mario Soares, amigo del general Herrera, durante su exilio en París. En 1993 sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de su Granada natal.[10]

El 30 de enero de 2019, el gobierno español realizó un homenaje de reparación con la devolución del diploma de Académicos Numerarios que le fue retirado durante la dictadura de Francisco Franco.[11][12]

La Fundación Emilio Herrera Linares es la responsable de conservar su archivo personal. El premio más importante de los distintos que concede la Fundación Aena, dotado con 60 000 , se entrega en su honor.[13]

En diciembre de 2019, se estrenó en Granada y Madrid el primer documental que recorre la vida y obra de Emilio Herrera. Producido por Atrevida Producciones y dirigido por Alberto Flechoso, [14]​ el documental fue adquirido por TVE para su emisión a lo largo de 2020.[15]​ El 9 de junio de 2020 se emite un capítulo de la serie El Ministerio del Tiempo, donde Emilio es el foco principal del capítulo.

Cronología de algunos de sus estudios científicos elaborada a partir de las monografías de Emilio Atienza:

1905:

1914:

1915:

1919:

1920:

1921:

1923:

1932:

1934:

1940:

1941:

1950:

1951:

1955:

1956:

1957:

1959:

1960:

1961:

1963:

Entre otras, caben destacar:

En 2020 fue interpretado por el actor Vicente Romero en la serie española El Ministerio del Tiempo.[17][18]




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