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Historia boliviana



En Bolivia se registran indicios arqueológicos de ocupación humana desde el 12.000-10.000 a.C. en el Yacimiento de Viscachani.[1]​ Hasta el 1200 a.C. se desarrollan unas culturas sedentarias en el altiplano. A partir de esta fecha, las culturas Chiripa y Wankarani son las dos más importantes del período formativo.

En Bolivia aparecen restos de ocupación humana desde el 12.000-10.000 a. C. en el Yacimiento de Viscachani. Hasta el 1200 a. C. se desarrollan unas culturas sedentarias en el altiplano. La Chiripa y Wankarani estas fueron predominadas por el contexto inca que hubo en esa época son las dos más importantes del periodo formativo a partir del 1200 a. C.

La cultura de Tiwanaku, cerca del Lago Titicaca, marca un momento de florecimiento cultural de la zona altiplánica, extendiéndose su influencia por toda el área andina. Esta cultura era considerada antiguamente la "cuna de las civilizaciones americanas".[2]​ El complejo arqueológico, actualmente declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, está situado en el departamento de La Paz, a poco más de una hora de la ciudad, y en los alrededores del Lago Titicaca.

En torno al 1100 Tiwanaku desapareció y se produjo una lucha entre los diferentes grupos que habitaban la región: aymaras, (Bolivia), lupacas y pacajes. Los aymaras establecen un dominio que abarca Arequipa y Puno en el Perú, La Paz, Oruro y Cochabamba, que perduró hasta que, en 1438, el Inca Pachacútec derrotó al último soberano aymara, Chunqui Cápac, incorporando el altiplano boliviano al Imperio inca (Tahuantinsuyo), como parte de la provincia del Collasuyo, e imponiendo el quechua como lengua oficial, aunque el aimara se continuó hablando regularmente. El Imperio inca adoptó los estilos arquitectónicos tiwanakotas y otros conocimientos.

Poblaciones arawak meridionales, como los moxos, se establecieron en las planicies de Moxos, y en las pampas y valles de Santa Cruz. Los segundos desarrollaron la cultura Chané, la cual se destacó por su cerámica, grabados en piedra y arcilla. Los chanés eran agricultores neolíticos que vivían en aldeas densamente pobladas y en las cuales dejaron numerosos yacimientos arqueológicos (principalmente tumbas con cerámica y herramientas) en Portachuelo, Okinawa, Cotoca, Warnes, Mairana, Valle Abajo, Samaipata, Pampa Grande y El Pari.[3]​ Estos pueblos construyeron el templo sobre la roca que domina el complejo arqueológico de El Fuerte en Samaipata. El cual originalmente no fue un fuerte sino un templo labrado sobre la roca con grabados típicos de las tribus arahuacas que poblaban la región. El fuerte de Samaipata fue el primer centro arqueológico en Bolivia que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por Unesco.[4]

El Inca Huayna Cápac mandó levantar fortalezas en la frontera oriental para detener el avance de las hordas guaraníes que invadían los valles y pampas de Santa Cruz. Los incas lograron avanzar hasta estas regiones y pactaron con los chanés una defensa común de las invasiones guaraníes. Durante el periodo incaico se construyó una ciudad próxima al templo edificado por los chanés. Esta ciudad fue la principal edificación incaica en la región. El complejo arqueológico de Samaipata, ubicado en el departamento de Santa Cruz, es uno de los restos arqueológicos más importantes de la región, actualmente ya se han descubierto más de 50 edificaciones dentro de él. Ambos, incas y chanes fueron vencidos por las constantes invasiones guaraníes, quienes finalmente dominaron la región inclusive durante una buena parte de la colonia española cuando Sánchez Ceren hizo la conquista.

Una de las culturas andinas milenarias existente en la actualidad es la Kallawaya, ubicada en los valles inter andinos de Charazani en el departamento de La Paz. Sus importantes conocimientos han conseguido que la Farmacopea Kallawaya, llegue a constituirse en la más grande del mundo[cita requerida], motivo por el cual, recientemente (2003) la UNESCO ha declarado a la Cultura Kallawa como Obra Maestra y Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Otras culturas andinas milenarias de gran importancia son los Urus y Chipayas del departamento de Oruro, de los cuales resaltan sus conocimientos en el arte de la pesca y construcción de viviendas.

Otros restos arqueológicos y culturales de las tierras bajas de Bolivia en la zona oriental, son menos conocidos. Sin embargo, resalta la complejidad de los restos de canales, terraplenes y camellones desarrollados por la Cultura Hidráulica de las Lomas, la más extensa del continente americano, en los llanos de Moxos y Baures actualmente ubicados en el departamento del Beni. En el departamento de Santa Cruz existen ruinas arqueológicas de antigüedad no muy bien determinada que corresponderían a tres grupos principales (1) Provincia Velasco, (2) alrededores de Santa Cruz de la Sierra y (3) las pinturas rupestres de Santiago. Todas estas regiones estuvieron originalmente pobladas por culturas arahucas.

La conquista del Imperio inca por Francisco Pizarro abrió el camino para el sometimiento de la Bolivia actual en el año 1535 y el establecimiento de la Real Audiencia de Charcas, parte esencial del Virreinato del Perú, que abarcó todo lo que hoy es el territorio boliviano. Aunque la historia de Bolivia en el período virreinal se haya muy ligada al Perú, conociéndose con el nombre de Alto Perú.

El origen de la división de ambos territorios se debe a las capitulaciones de Carlos V, revisadas en 1534, que asignaban a Pizarro doscientos sesenta leguas desde Tumbes al sur, y otras doscientos a Diego de Almagro al sur de estas. Juan de Saavedra, adelantado de Diego de Almagro, llegó en 1535 al Lago Titicaca y al valle de La Paz, para luego fundar las ciudades de Paria (Oruro) y Tupiza en 1536 al sur. Muerto Almagro, Francisco Pizarro envió a su hermano Gonzalo Pizarro a colonizar la provincia del Collao. Pedro de Anzúrez fundó Chuquisaca (actual Sucre) en 1538, Potosí surgió en 1546, La Paz en 1548 y Cochabamba en 1574.

La corriente colonizadora del Río de La Plata se expandió hacia el territorio de lo que hoy en día es Bolivia, con la fundación de Santa Cruz en 1561. Un grupo de españoles partidos de Asunción del Paraguay y Buenos Aires encabezados por Ñuflo de Chaves y acompañados por aliados itatines conquistaron la región, los primeros fundaron Santa Cruz a orillas de la serranía de Sutó y los segundos se establecieron en el norte en la región hoy conocida como Guarayos. Esta ciudad de frontera se sirvió como marca española de contención a los constantes ataques de bandeirantes portugueses que desde la región de São Paulo invadían la región capturando indígenas para mano de obra en las colonias portuguesas, y el constante acecho de los guaraníes que atentaban contra la frontera sudeste de la región minera del Alto Perú.[5]

El clima subtropical continental, la carencia de mano de obra indígena, la ausencia de minas y grandes riquezas, y el constante ataque de los guaraníes hicieron que Santa Cruz sea de poco interés para la migración española. Para contrarrestar esto y asegurase que esta región aislada se pueble de fieles a la corona, se libró impuesto a sus habitantes, se dio indulto a grupos perseguidos (principalmente judíos conversos, pero también algunos cimarrones, gitanos y mercenarios), además se dio libertad y encomiendas a favor de mestizos e inclusive indígenas lo cual no estaba permitido en otras regiones de la colonia. Santa Cruz se mantuvo como una cultura agrícola ganadera aislada del auge minero del Alto Perú, pero creció en población y sus habitantes fundaron otros pueblos y ciudades importantes en toda la planicie Chaco-Beniana y los valles del sudoeste (Vallegrande, Portachuelo, Trinidad, Charagua, Cuevo, Samaipata, San Ignacio, Riberalta y otros).

Por su parte, el Alto Perú se caracterizó por presentar una base minero-agrícola. La ciudad de Potosí, la más poblada de América en 1574 (120.000 habitantes), se convirtió en un gran centro minero por la explotación de las minas de plata del Cerro Rico de Potosí y en 1611 era la mayor productora de plata del mundo. El rey Carlos I había otorgado a esta ciudad el título de villa imperial después de su fundación.

Como un colchón adicional de presencia española ante la avanzada portuguesa, la corona permitió el establecimiento de misiones jesuíticas al norte y este de Santa Cruz en las regiones de Moxos y Chiquitos. Estas misiones fueron muy exitosas y se establecieron centros importantes y avanzados tanto cultural como económicamente. Estos territorios pertenecían a la gobernación de Santa Cruz y los misioneros eran en su mayoría originarios del centro de Europa (Suiza, Alemania, Hungría). Como testigos del nivel de desarrollo de estos centros misionales quedan las Misiones de Chiquitos (San Javier, Concepción, San Miguel, San Rafael, San José y Santa Ana) todas en Santa Cruz y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por Unesco.[4]

Una de las instituciones más importantes del gobierno colonial América fueron las Reales Audiencias, los organismos dedicados a desempeñar las funciones judiciales. La Audiencia de Charcas, fue la más alta autoridad jurídica del territorio del Alto Perú SIG, Tucumán, Río de la Plata y Paraguay. Tenía su sede en la ciudad de Chuquisaca, también llamada entonces La Plata y actualmente Sucre.

La Real Audiencia de Charcas fue creada por Cédula del Rey Felipe II el 18 de septiembre de 1559 y sus límites fueron fijados por Cédula del 29 de agosto de 1563. Contaba con cinco oidores, un presidente y algunos funcionarios subalternos. El Presidente de la Real Audiencia de Charcas, era también Capitán General de La Plata, cargo equivalente al de un gobernador, y por lo tanto tenía también facultades administrativas.

Durante algo más de 200 años el territorio de la actual Bolivia constituyó la Real Audiencia de Charcas, uno de los centros más prósperos y densamente poblados de los virreinatos españoles. En las últimas décadas del siglo XVIII, Potosí, la ciudad más importante en el hemisferio occidental del Imperio español, comenzó a decaer hasta pasar al olvido al agotarse las vetas de plata más ricas y desviarse el comercio hacia otros países.

En 1776 la Real Audiencia de Charcas que pertenecía al Virreinato del Perú, pasó a depender del nuevo Virreinato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires.

La Independencia del Alto Perú fue un proceso revolucionario íntimamente ligado al surgimiento del Estado Argentino y la posterior independencia de España. Para contener el avance independentista promovido por las Provincias Unidas del Río de la Plata el virrey del Perú José Fernando de Abascal reincorporó provisionalmente a su autoridad la Real Audiencia de Charcas, como lo había sido hasta 1776, y desplegó sobre ella un poderoso ejército. Aclarando el virrey en el decreto de anexión que lo hacía: hasta que se restablezca en su legítimo mando el Excmo. Señor Virey de Buenos-Aires, y demás autoridades legalmente constituidas, pues solo la autoridad real podía desmembrar el territorio definitivamente del virreinato de Buenos Aires.[6][7]​ Entre 1810 y 1826 el Alto Perú fue escenario de interminables combates y batallas entre los realistas peruanos y altoperuanos y los patriotas argentinos y altoperuanos, a los que se sumarían después de la independencia peruana los patriotas del Perú y la Gran Colombia que intentarían extender la independencia en los territorios que permanecerían bajo control realista hasta después de la batalla de Ayacucho.

Desde su emancipación, Bolivia se sumergió en un estado crónico de revoluciones y guerras civiles. Los primeros 50 años de la República se caracterizaron por la inestabilidad política y por constantes amenazas externas que ponían en riesgo su independencia, soberanía e integridad territorial. Simón Bolívar deja al poco tiempo la presidencia (1826) tras nombrar al general Antonio José de Sucre presidente de la República. En 1825, el Imperio del Brasil invadió el oriente del país, ocupando la provincia de Chiquitos. En ese entonces, El Mariscal Sucre envió una carta al Emperador del Brasil pidiendo que dejen el lugar. Sin interés en Chiquitos, los brasileños vuelven a su país. Antonio José de Sucre, quien como segundo mandatario gobernó hasta 1828, año en que una serie de revueltas le hicieron renunciar al mando presidencial.

Posteriormente, se produce la invasión de tropas peruanas de 1828, lideradas por Agustín Gamarra y cuyo objetivo principal era forzar la salida de las tropas de la Gran Colombia. El conflicto concluyó con el Tratado de Piquiza y la retirada peruana de suelo boliviano tras lograr la renuncia del presidente Sucre y la instauración de un gobierno sin influencia bolivariana.

Después de unos meses de inestabilidad política, en 1829, fue nombrado presidente por la Asamblea Nacional el Mariscal Andrés de Santa Cruz, convirtiéndose en la figura central del período independiente al constituirse en principal forjador y organizador del Estado boliviano, además de ordenador e instructor en tácticas napoleónicas del Ejército Boliviano. La efectividad del reformado ejército quedó en evidencia cuando el Presidente Orbegoso del Perú solicita ayuda a Santa Cruz para recuperar el poder político y territorial de su país. Las tropas bolivianas derrotan al sublevado Felipe Salaverry, y Orbegoso, a cambio de la ayuda militar, accede a formar la Confederación Perú-Boliviana que se inicia en 1837 con el Mariscal Santa Cruz como su Protector y conformado por los estados Nor Peruano, Sur Peruano y Bolivia.

Bolivia vivió su época de mayor esplendor durante la presidencia del Mariscal Andrés de Santa Cruz. Este periodo se caracterizó por un gran desarrollo económico y avance político y social, el mayor de la historia boliviana. Sin embargo, la Confederación Perú-Boliviana no logra consolidarse debido a que Chile, la Confederación Argentina y peruanos contrarios a Santa Cruz se oponen a su conformación. Entre 1837 y 1839, se suscita la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. En la primera fase de la guerra, la Confederación sale victoriosa frente a la invasión Argentina Chilena, produciéndose la retirada de las fuerzas enemigas y la firma del Tratado de Paucarpata. En la segunda fase, el Ejército Unido Restaurador compuesto por chilenos y peruanos contrarios a Santa Cruz, se produjo la Batalla de Yungay que define la disolución de la Confederación Perú-Boliviana en 1839 y el derrocamiento de Santa Cruz.

Las fuerzas del gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas también intervinieron contra la Confederación por ser refugio de sus opositores políticos, los unitarios. Bolivia con el general alemán Otto Philipp Braun como comandante, concentró sus tropas en Tupiza y a fines de agosto de 1837 ingresó en la Provincia de Jujuy. Los soldados confederados tuvieron varias victorias, llegando a ocupar sectores fronterizos de las provincias de Jujuy y Salta y tras una serie de contraataques argentinos, estos invaden territorio boliviano. Los argentinos fueron derrotados en la Batalla de Montenegro. El 22 de agosto de 1838, las tropas argentinas se retiran y tras los sucesos de Yungay, se pone fin a la guerra.

Tras la desaparición de la Confederación Perú-Boliviana, Bolivia vivió un período de anarquía y enfrentamientos políticos entre partidarios y contrarios de la unión con el Perú. El Presidente peruano Agustín Gamarra, ideólogo de la anexión de Bolivia al Perú, aprovechándose de la situación decidió invadir territorio boliviano llegando a ocupar varias zonas del Departamento de La Paz. Ante esta circunstancia, los bolivianos deciden unirse ante un enemigo común y se dejan los poderes del Estado a José Ballivián. El 18 de noviembre de 1841 acaeció la Batalla de Ingavi, en la que el Ejército Boliviano derrota a las tropas peruanas de Gamarra (muerto en la batalla). Tras la batalla de Ingavi, tropas de la Segunda División boliviana al mando del general José Ballivián ocupan el Perú desde Moquegua hasta Tarapacá. Se abren entonces diversos frentes de lucha en el sur peruano. El Ejército boliviano no contaba con tropas suficientes para mantener la ocupación. En la batalla de Tarapacá, montoneros peruanos formados por el mayor Juan Buendía, derrotaron el 7 de enero de 1842 al destacamento dirigido por el coronel José María García, quien muere en el enfrentamiento. Así, las tropas bolivianas desocupan Tacna, Arica y Tarapacá en febrero de 1842, replegándose hacia Moquegua y Puno.

Los combates de Motoni y Orurillo expulsan e inician posteriormente la retirada de las fuerzas bolivianas que ocuparon territorio peruano, amenazando nuevamente a Bolivia de sufrir una invasión. Tras ello se firma el Tratado de Puno.

Nuevas revueltas promovidas en parte por Velasco, que ocupó por cuarta vez el poder; contribuyeron a sucederle una serie de gobiernos militares: el más importante de ellos es quizá el gobierno populista de Manuel Isidoro Belzu entre los años 1848 y 1855. En septiembre de 1857 una revolución otorga el mando presidencial a un civil, José María Linares Lizarazu; en cuyo gobierno se redujo el poder del ejército para que no incubase nuevas revoluciones. Además innovó en la organización judicial y administrativa: en el año 1859 se publicó el primer mapa de Bolivia, trazado por Lucio Camacho con base en datos aportados por los generales Mariano Mejía y Juan Ondarza. Derrocado por un golpe de Estado en 1861, le sucedió José María de Achá, uno de los miembros del triunvirato que encabezó la conjura. Dictó la Ley de Imprenta, implantó el servicio de correos con el uso de estampillas, fundó la población de Rurrenabaque y mediante un nuevo golpe militar en el año 1864 tomó el poder Mariano Melgarejo, cuyo gobierno tuvo negativas consecuencias para el país. Disposiciones arbitrarias e irrazonables determinaron inconvenientes acuerdos con Brasil y Chile, que hicieron perder a Bolivia grandes extensiones de su territorio.

Bolivia iniciaba su vida independiente con una región arrasada por la guerra y en depresión económica, situación que se acompañaba por un sector minero descapitalizado y una economía basada en la subsistencia.

Es entonces que con la finalidad de reorganizar y volver a desarrollar la economía, se decidió nacionalizar todas las minas abandonadas e invitar a capitalistas extranjeros para que volvieran a poner en explotación las minas. Esta iniciativa se vio truncada por los altos costes, que resultaban prohibitivos. Entre los costes más altos destacaba el de la mano de obra, originado por la abolición de la mita, que obligaba a pagar salarios altos para atraer a los trabajadores de la agricultura.

Finalmente, ante la necesidad de contar con recursos, se decidió confiscar a favor del nuevo estado el patrimonio eclesiástico. Este patrimonio se otorgó en arrendamiento y los ingresos generados fueron destinados a la creación de servicios sociales y centros educativos en los centros urbanos de Bolivia.

De esta manera la creación del estado independiente de Bolivia surgió sobre una economía bastante delicada ocasionada por los muchos años de guerra, partiendo la nueva república en un contexto económico desastroso, nada favorable para ese nuevo camino independiente y de libertades.

En un periodo posterior, que abarca desde 1841 a 1880, la nueva República de Bolivia se caracteriza por la crisis del estado ante la falta de recursos gubernamentales y de inversiones, materializándose en un estancamiento económico.

Durante los primeros años de este periodo, el nivel educativo de la sociedad era extraordinariamente bajo y parecía implicar que en el futuro no se podían esperar grandes cambios; el sector minero contaba con innumerables minas abandonadas y el resto de la industria nacional satisfacía únicamente las necesidades de su población. Así, al igual que en el comienzo de su vida republicana, Bolivia seguía siendo una sociedad predominantemente rural.

No obstante, a pesar de iniciarse con un sector minero en completo detrimento, se pudo lograr con la iniciativa de inversionistas bolivianos como Aniceto Arce y Aramayo, una mejora sustancial allá por 1870, periodo durante el cual empezó a hacerse presente el capital extranjero en cantidades importantes, pudiendo decirse que la industria minera de la plata de Bolivia había alcanzado unos niveles internacionales de capitalización, desarrollo tecnológico y eficiencia considerables.

El pujante crecimiento de la industria minera, así como el descubrimiento de yacimientos importantes de plata en la región de Caracoles, como los grandes yacimientos de guano y salitre en la región de Mejillones, llamaron la atención a los vecinos de Bolivia. Esto ocasionó que gobiernos e inversionistas extranjeros muestren su interés en los mismos y que Bolivia ante la necesidad de recursos económicos otorgue concesiones a favor de ellos con la finalidad de beneficiar al país.

Pero tal situación no llegó a suceder, ya que en 1878 el gobierno boliviano introdujo un impuesto al salitre, ganándose el desagrado de los concesionarios que se negaron a pagarlo por considerarlo "injusto" e "ilegal", argumento que tenía apoyo de los chilenos. Tal situación obligó al gobierno boliviano a confiscar el patrimonio de dichas concesiones, originando a su vez que el vecino país de Chile que había acogido en su territorio a los propietarios, llevaran a la práctica su plan larga y cuidadosamente preparado.

Es así que en febrero de 1879, las tropas chilenas con la excusa de proteger a los residentes chilenos en la zona de Antofagasta, iniciaron una decidida invasión al territorio boliviano, dando origen a la Guerra del Pacífico.

En 1879 se desató la Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile contra la Alianza entre Bolivia y Perú. El conflicto fue originado por los intereses de explotación del guano y el salitre, por lo que también es conocida como Guerra del Salitre y tuvo como consecuencia final la pérdida de la salida soberana al mar para Bolivia, al quedar en posesión de Chile de Antofagasta, y para Perú la pérdida de sus territorios de Tarapacá y Arica. Las versiones sobre las causas, circunstancias, derechos y acontecimientos relacionados con la Guerra del Pacífico varían sustancialmente según provengan de los países que estuvieron en pugna.

A mediados del siglo XIX Bolivia y Chile tenían diferencias sobre la delimitación de la frontera entre ambos países que los pusieron al borde de la guerra en varias oportunidades. Por esa razón firmaron dos tratados en 1866 y 1874 fijando la frontera en el paralelo 24º pero estableciendo también mecanismos de explotación compartida de minerales en la región En especial el artículo 4º del Tratado de 1874 estableció una cláusula que sería la clave de la guerra, cuatro años después:

El 27 de noviembre de 1873, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta firmó un contrato con el gobierno de Bolivia, que le autorizaba la explotación del mineral libre de derechos por 15 años, desde la bahía de Antofagasta hasta Salinas, incluyendo el Salar del Carmen. Este contrato no fue ratificado por el Congreso de Bolivia, que en ese entonces se encontraba analizando las negociaciones con Chile[8]​—que darían por resultado el tratado de límites de 1874—.

Para Bolivia el contrato de 1873 aún no se encontraba vigente, porque de acuerdo a la constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían aprobarse por el congreso[8]​ En 1878 la Asamblea Nacional Constituyente boliviana, en medio de una crisis económica, se abocó al estudio del acuerdo celebrado por el gobierno en 1873. Decidió ratificar el contrato si se pagaba un impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado de territorio boliviano. Esta decisión que afectaba los intereses de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, finalmente fue considerada por el gobierno chileno como una violación al artículo IV del tratado de 1874. Dicho impuesto de 10 centavos, que afectaba a esta empresa es mencionado como el casus belli de la Guerra del Pacífico.

El 14 de febrero de 1879, tropas chilenas desembarcaron y ocuparon Antofagasta, entonces ciudad-puerto boliviana, extendiendo la ocupación a toda la zona. El 1 de marzo Bolivia declaró la de ruptura de comunicaciones con Chile y embargo de propiedades de ciudadanos chilenos y el 23 de marzo ambos países se enfrentaron en la batalla de Calama, con resultado adverso para las fuerzas bolivianas. Finalmente, el 5 de abril Chile le declaró la guerra a Perú, que además tenía un tratado de defensa mutua con Bolivia que el Presidente Daza exigía cumplir.

Luego de los desastres militares de Pisagua, San Francisco (19 de noviembre) y de una cuestionada retirada de las tropas bolivianas en Camarones, el Presidente Hilarión Daza fue destituido el 28 de diciembre por un golpe de estado de la cúpula militar en medio de un enorme descontento de la población por la suerte de la guerra. Daza se exilió en Francia y el general Narciso Campero asumió el poder. Poco después, el 26 de mayo de 1880 se produjo la batalla de Tacna que puso fin a la participación militar de Bolivia en la guerra.

Años después, el 27 de febrero de 1894 Hilarión Daza volvería al país para defenderse de las acusaciones, pero fue asesinado al llegar, en la estación ferroviaria de Uyuni. El crimen nunca fue resuelto.

En 1880 fue designado presidente Narciso Campero. Se inició así un largo período de estabilidad democrática denominada "de la oligarquía conservadora-liberal", apoyada primero en la economía del mineral de plata del sur, cuyo centro era Sucre, y luego en la minería del estaño cuyo centro seguía el eje Oruro-La Paz. Le sucedieron Gregorio Pacheco en el año 1884 (un presidente de larga trayectoria filantrópica) y Aniceto Arce en 1888. Durante el gobierno de este último empezó a funcionar el primer ferrocarril público del país de Uyuni a Oruro.

En 1899 los liberales derrotaron a los conservadores en la llamada Guerra Federal encabezada por el coronel José Manuel Pando al frente de una junta federal de gobierno, que asumió el poder en ese año; fue entonces cuando se trasladó la sede de la Presidencia de la República desde Sucre a La Paz. Durante esta época se inició la era del estaño, el cual sustituyó a la plata como principal fuente de divisas, produciendo un dramático cambio en la economía boliviana. La figura descollante del momento fue Simón I. Patiño, minero del estaño que llegó a ser uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.

Con Pando nació el "periodo liberal" de los años 1899-1920 en el que se sucedieron varios gobiernos elegidos democráticamente, siendo los más importantes los de Ismael Montes (1904-1909) y (1913-1917).

El efímero auge de la goma elástica (caucho) condujo en los años 1903-1904 a un conflicto con Brasil por el dominio del eje Beni-Pando, gran productor del citado material. Tras la Guerra del Acre, región fronteriza con el Brasil de 355.242 km² de extensión, el 7 de noviembre de 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis, que cedió al vecino país toda el área en conflicto.

Adicionalmente en 1904 Bolivia firmó un tratado de paz con Chile, mediante el cual cedía los territorios ganados por este en la Guerra del Pacífico a cambio de la construcción del ferrocarril Arica-La Paz. Posteriormente

A partir de 1930 el país vivió de nuevo periodos de disensiones internas. Ese año una revolución derrocó al presidente Hernando Siles que había gobernado desde 1926 sin convocar la legislatura nacional e intentaba prorrogar su mandato. Daniel Salamanca, elegido presidente en 1931, fue derrocado en 1934 por una camarilla liderada por su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano. Su gobierno fue derribado por una Junta militar encabezada por el coronel David Toro, quien intentó sacar al país de la situación desesperada en que se encontraba, como consecuencia de la recesión mundial y del conflicto del Chaco con Paraguay. Sin embargo, se rodeó de enemigos entre los militares y en 1937 fue derrocado por un grupo encabezado por el teniente coronel Germán Busch Becerra, jefe del Estado Mayor.

En 1938 se aprobó una nueva Constitución. Sin embargo, Busch la abolió un año después e impuso un gobierno dictatorial. A los cuatro meses fue encontrado muerto de un disparo. Asumió la presidencia el general Carlos Quintanilla, quien restauró la vigencia de la Constitución de 1938 y determinó que el Ejército debía ejercer el control del país hasta la celebración de nuevas elecciones.

En 1940 fue elegido presidente el general Enrique Peñaranda, quien el 7 de abril de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, declaró la guerra a los países del Eje. En diciembre de 1943 fue derrocado por una insurrección cívico-militar que encabezó el militar Gualberto Villarroel, quien un año después asumió la presidencia constitucional del país apoyado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), partido en cuyo seno había simpatizantes del Eje, y por el Partido Obrero Revolucionario. No obstante, y por presiones económicas, el nuevo gobierno se vio obligado a mantener buenas relaciones con las fuerzas aliadas. En julio de 1946 Villarroel fue derrocado y linchado en La Paz.

En 1947 los conservadores volvieron a tomar el poder. El gobierno de Enrique Hertzog tuvo que soportar continuamente la oposición de los partidos de derecha y de izquierda, y a principios de la década de 1950 el Partido Comunista fue ilegalizado. Hertzog dimitió y Mamerto Urriolagoitia le sucedió en el poder.

En abril de 1952 estalló una revolución organizada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario fundado en 1941 por Víctor Paz Estenssoro, que agrupaba a los intelectuales radicales de clase media, que se hizo fuerte durante el gobierno de Villarroel, en 1943-1946 al unirse a él la gran mayoría de los sindicatos mineros, organizados alrededor de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia [1])y dirigidos por el líder Juan Lechín Oquendo. Después de sangrientas luchas conducidas por el subjefe del MNR, Hernán Siles, Paz Estensoro, que volvió del exilio en Buenos Aires, se hizo cargo de la presidencia. El nuevo gobierno comenzó de inmediato a cambiar la estructura del régimen anterior; estableció el monopolio en la exportación de estaño y nacionalizó las minas, antes en manos de tres familias poderosas. Se alentó también una política petrolera, permitiendo la realización de la explotación y exportación a compañías extranjeras.

Con la reforma agraria, promulgada en agosto de 1953, se procedió a la parcelación de tierras, distribuyendo grandes extensiones entre los indígenas en el transcurso de los años siguientes.

En agosto de 1956 asumió la presidencia Hernán Siles Zuazo, quien en calidad de vicepresidente había acompañado a Paz Estenssoro en su gestión gobernativa. Durante su mandato presidencial, se dedicó inicialmente a la tarea de reordenar la economía y estabilizar la moneda. Fue poco lo que logró en tres años de gobierno, porque tuvo que hacer frente permanentemente a la oposición encabezada por la Falange Socialista Boliviana (FSB). Tras un fallido intento de golpe de estado en 1959, tuvo lugar la muerte de Oscar Unzaga de la Vega, líder de FSB.

En 1960 Paz Estenssoro fue elegido por segunda vez como presidente y en agosto de 1964 resultó nuevamente elegido. Poco después, el 5 de noviembre, fue derrocado por un golpe de estado militar encabezado por su vicepresidente, el General René Barrientos.

El gobierno militar llevó a cabo una política de reformas económicas conservadoras, como la reapertura de la industria de las minas de estaño a las inversiones privadas extranjeras. En julio de 1966 René Barrientos fue elegido presidente ya como civil. Sin embargo, se vio obligado a depender de los militares para poder enfrentarse a los movimientos guerrilleros que habían empezado a actuar en las regiones montañosas. En octubre de 1967 el Ejército boliviano anunció haber derrotado a los rebeldes en un lugar próximo a la aldea de Vallegrande. Había sido capturado en el campo de batalla Ernesto Che Guevara, siendo poco después ejecutado. Barrientos murió en un extraño accidente de helicóptero en abril de 1969. Se sucedieron en el poder una serie de gobiernos de corta duración, la mayoría militares, y en agosto de 1971 el general Juan José Torres fue derrocado por un golpe de Estado encabezado por el coronel Hugo Banzer con el apoyo de la FSB y el MNR partidos políticos enemigos durante la década pasada.

El régimen de Banzer viró rápidamente desde una posición relativamente moderada a una de mayor represión: suprimió el movimiento obrero, suspendió todos los derechos civiles y envió tropas a los centros mineros. En 1978 Banzer dimitió y una junta militar se hizo con el poder. A comienzos de la década de 1980 el fuerte crecimiento económico de la década anterior —que había sido sostenido por los altos precios del estaño en el mercado mundial— dio paso a la crisis. La caída del precio del mineral y la mala administración de los regímenes militares habían dejado a Bolivia con una inmensa deuda, una situación hiperinflacionaria y un descenso de los ingresos por exportaciones. La exportación ilegal de cocaína fue el principal recurso que le procuró divisas, por lo que Estados Unidos presionó al gobierno de Bolivia para que tomara medidas efectivas contra el tráfico de esta droga.

Enfrentada a problemas raciales y culturales, Bolivia ha conocido revoluciones y Golpes de Estado militares. A principios de la década de los 80 fue derrocada la última junta militar que gobernaba el país para reinstaurar la forma de gobierno democracia.

En octubre de 1982 Hernán Siles Zuazo tomó de nuevo posesión de la presidencia. Se enfrentó con varias crisis ministeriales y fue incapaz de resolver los problemas económicos del país, bastante urgentes debido al pago de los intereses de la deuda externa a los bancos internacionales. Siles dimitió y convocó elecciones anticipadas; el Congreso volvió a reclamar a Paz Estenssoro como presidente. Su nuevo gobierno intentó cortar la producción de coca y la venta de cocaína con la colaboración de las tropas estadounidenses, pero esta medida, además de ser impopular, solo obtuvo un éxito parcial. El principal logro de Paz Estenssoro fue una nueva política económica que frenó una hiperinflación del orden del 27.000% entre enero y agosto de 1985, y que fue exportada a otros países de América. Jaime Paz Zamora, que había sido el tercer candidato más votado en las elecciones de mayo de 1989, asumió en agosto la presidencia del país después de recibir el apoyo de Acción Democrática Nacionalista (ADN), grupo político de derecha.

Las siguientes elecciones, celebradas en junio de 1993, dieron la victoria al empresario minero Gonzalo Sánchez de Lozada, quien asumió la presidencia, en tanto que el dirigente aymara Víctor Hugo Cárdenas accedía a la vicepresidencia. Asimismo, en las elecciones para el Congreso, el MNR obtuvo la mayoría, reemplazando a la coalición de centro-izquierda hasta ese momento en el poder. Lozada, que había sido ministro de Planeamiento y Coordinación antes de su elección como presidente, introdujo algunas de las medidas más severas de reforma económica puestas en práctica por los países fuertemente endeudados: amplia privatización de empresas estatales, reducción de los gastos en servicios sociales y en los programas de educación, y cierre de muchas de las minas. El estricto control de los gastos estatales ayudó a reducir la inflación a un 6,5% en 1995, pero los costos sociales fueron muy altos, incluida la Masacre de Navidad. Su programa de gobierno, denominado "Plan de Todos", consistió en la capitalización (privatización de los bienes del estado con otro nombre), la participación popular, la reforma educativa y la descentralización administrativa.

En las elecciones presidenciales de junio de 1997 resultó vencedor el expresidente Hugo Banzer, el cual, sin contar con la mayoría absoluta, recibió inicialmente el apoyo del también expresidente Jaime Paz Zamora y su partido, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), quien de esta manera le devolvía el favor por respaldar con sus diputados de Acción Democrática Nacionalista (ADN) la gobernabilidad del país durante su mandato. En junio de 1999, Banzer hubo de cambiar a la mitad de los miembros de su gobierno, tras un grave escándalo que salió a la luz cuando ese mismo mes se produjo la inesperada renuncia del ministro del Interior, Guido Nayar, quien criticó la corrupción e ineficacia gubernamentales. El presidente decretó el 8 de abril de 2000 el estado de sitio, con el objeto de detener la oleada de protestas que tenían lugar en Cochabamba en la llamada Guerra del Agua, pero no pudo contener con esa medida un violento estallido social causado por la extrema pobreza del campesinado indígena hasta que firmó seis días después con los representantes sindicales de éstos una serie de acuerdos.

El día 20 de ese mes, cuatro días antes de que los miembros de su gobierno presentaran en pleno la dimisión, Banzer suspendió el estado de sitio. Nombró un nuevo gabinete el 25 de abril, pero el 19 de octubre tuvo que ver como de nuevo su gobierno presentaba en bloque su dimisión tras la grave crisis social vivida en Bolivia desde septiembre. Esta, caracterizada por huelgas, cortes de carreteras y enfrentamientos con fuerzas militares (sobre todo en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz) estuvo protagonizada por indígenas y determinados sindicatos, defensores del derecho de los campesinos al cultivo de coca y contrarios a las intenciones gubernamentales de erradicarlo y sustituirlo por el de otros productos.

Aquejado de cáncer de pulmón, Banzer renunció el 6 de agosto de 2001 a la presidencia y fue sustituido por su vicepresidente, Jorge Quiroga. Este se mantuvo en el gobierno hasta el 6 de agosto de 2002, completando el quinquenio para el cual había sido elegido Banzer. Su sucesor fue Sánchez de Lozada, cuya candidatura por el MNR fue la más votada en las elecciones presidenciales celebradas el 30 de junio de ese mismo año. Al recibir solo el 22,5% de los sufragios (por el 20,94% de Evo Morales, líder indígena del Movimiento al Socialismo, MAS; del 20,91% de Manfred Reyes Villa, candidato de Nueva Fuerza Republicana, NFR; y del 16,3% de Jaime Paz Zamora, nuevamente presentado por el MIR), Sánchez de Lozada precisó la designación del nuevo Congreso Nacional (cuyos miembros fueron elegidos ese mismo día), para la cual compitió con Morales y que logró gracias al voto de sus parlamentarios y de los procedentes de otros partidos, principalmente el MIR. Sánchez de Lozada y Paz Zamora sellaron antes el denominado Plan Bolivia de Responsabilidad Nacional, pacto de gobernabilidad entre ambas formaciones basado en una futura política que tuviera por eje principal la creación de empleo y de riqueza.

El nuevo presidente anunció en febrero del 2003 una serie de impopulares medidas económicas (entre ellas, un nuevo impuesto sobre los salarios), que generó protestas en todo el país. Sánchez de Lozada retiró su proyecto, pero la grave crisis suscitada, salpicada de violentos incidentes, motivó la dimisión de todos los miembros de su gobierno. En el siguiente mes de agosto, para intentar poner fin a la crisis que vivía el país, Sánchez de Lozada llegó a un acuerdo con el partido de la oposición NFR, que entró en el ejecutivo. El plan gubernamental de costear proyectos sanitarios y educativos con los beneficios de la exportación de gas natural generó nuevos descontentos (principalmente, por la posibilidad de que el transporte de dicho producto se efectuara a través de un puerto chileno); así, en septiembre y octubre de 2003 se sucedieron nuevas manifestaciones promovidas por la Central Obrera Boliviana (COB) y por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, que convocaron un paro general indefinido. El movimiento popular también fue catalizado por el MAS y por el Movimiento Indígena Pachakuti. La revuelta se extendió a las principales ciudades del país (La Paz y El Alto fueron incluso militarizadas por el gobierno y se llevó a cabo la llamada Masacre de Octubre en el Alto), donde el clima era de abierta insurrección. Ante esta situación, que produjo escisiones en el ejecutivo, Sánchez de Lozada dimitió el 17 de octubre. Fue sustituido por el vicepresidente, Carlos Mesa, quien formó un gabinete integrado por políticos no adscritos a partido alguno, con la intención de poner fin al conflicto y alcanzar la reconciliación nacional. Poco después de su investidura, Mesa se comprometió a convocar un referéndum en el que los bolivianos deberían pronunciarse sobre la cuestión de la exportación de gas natural. Debido al casi nulo apoyo político, Carlos Mesa renunció, presionado por graves disturbios sociales, asumiendo la presidencia de forma inesperada el en ese entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltze, quien se comprometió a ejercer un gobierno de transición, convocando a elecciones el 22 de enero de 2006. Su gobierno fue corto y estuvo salpicado por escándalos como el Caso de los Misiles Chinos.

Presidente de Whipala

Evo Morales Ayma asumió el poder el 22 de enero de 2006 como el primer mandatario de ascendencia indígena en ser electo Presidente de la República por una mayoría absoluta del 60% de los votos de la elección presidencial general (la segunda vuelta no está tipificada). Lo hizo prometiendo nacionalizar los hidrocarburos del país, combatir la corrupción y excesos de las multinacionales, permitir el mercado legal de coca e intervenir sin la ayuda de Estados Unidos, repartir mejor las tierras y gobernar para todos. Hasta la fecha Morales ha tenido varios enfrentamientos con petroleras y gobiernos de los países de los cuales proceden dichas petroleras, como el caso de Repsol. El tema de la nacionalización sigue pendiente en la agenda del presidente boliviano pero el 29 de octubre de 2006 se firmaron como primer paso unas nuevas condiciones las petroleras.[cita requerida]

En julio de 2006, se llevaron a cabo elecciones para elegir representantes para una asamblea la propuesta autonómica llevó a cabo un bloqueo interno en la Asamblea Constituyente. Todas estas dicotomías llevaron a tensionar la situación política entre oriente y occidente. Cuando el escenario político boliviano parecía estar menos convulsionado, a ello se sumó una propuesta controversial para la Asamblea Constituyente, ya que la ciudad de Sucre (capital de Bolivia con un solo poder estatal constituido) pedía que los otros dos poderes estatales situados en La Paz (sede de Gobierno) sean trasladados a Sucre.

Estas controversias políticas, ocasionaron un paro temporal de sesiones en la Asamblea Constituyente. Empero, la vicepresidencia de la república se prestó para ser la mediadora entre ambas fuerzas políticas. Si bien la vicepresidencia logró un consenso entre todas las bancadas políticas, de igual manera elaboró un documento que no logró la satisfacción a la demanda de la ciudad de Sucre. El tema de la Capitalia fue retirado de la agenda política después de llevarse a cabo en la ciudad de El Alto, el Gran Cabildo, que movió la balanza en favor de retirar este difícil tema de la nueva constitución.

El 21 de noviembre del 2007 en reunión del Comité Interinstitucional de Chuquisaca, decidió la toma de las instalaciones policiales y la intervención de la sesión de la Asamblea Constituyente en el Liceo Militar también la orientación del cabildo del viernes 23 de noviembre para evitar la votación final de los distintos artículos de la Nueva Constitución Política de Bolivia. Debido a los constantes ataques e insultos que recibían los Asambleístas, por parte de fuerzas reaccionarias contrarias a la aprobación de una nueva Constitución Política; la presidencia de la Asamblea Constituyente decide trasladar la Asamblea Constituyente al Liceo Militar “Teniente Edmundo Andrade” en el Castillo de La Glorieta, para de esta manera dar seguridad a los Asambleístas y poder dar lugar a la votación final de los diferentes artíiculos de la Nueva Constitución. [cita requerida]

Es en esos momentos que el Comité Interinstitucional liderado por Jaime Barrón que había articulado con anticipación una estrategia para trabar la Asamblea Constituyente usando como excusa el tema de la sede de los poderes del estado o Capitalía, y tomar los cuarteles de la fuerza pública, provocar la renuncia del entonces Prefecto David Sánchez adherente del MAS, decide actuar y lanzar su ataque cuando el cabildo expiraba, al mediodía del viernes 23, Barrón lanzó una arenga a la multitud que se concentró en la Plaza 25 de mayo: “Tenemos que apurarnos porque hay problemas en el Teatro Gran Mariscal”, dijo pese a que aquello no era evidente. Más que como un comentario, la multitud tomó las palabras de Barrón como una orden y se dirigió rumbo a esas instalaciones para tomarlas y la refriega con la fuerza pública empezó. Esta concluiría con el repliegue policial a Potosí, 48 horas después, con el saldo de tres muertos, casi tres centenares de heridos y media docena de instalaciones policiales bajo el fuego. Posteriormente los "manifestantes" dirigidos por Barrón decidieron el intento de toma del Liceo de La Glorieta, para detener la aprobación en Grande de la Asamblea Constituyente y fueron repelidos por la Policía, después de varias horas de lucha. Durante ese tiempo, dentro del Liceo, los Asambleístas concluían la aprobación en grande de la Nueva Constitución Política, el 25 de noviembre de 2007.[cita requerida]

La nueva constitución boliviana entró en vigencia el 7 de febrero de 2009, fecha en la que fue promulgada por el Presidente Evo Morales[9][10]​tras ser aprobada en un referéndum con un 90,24% de participación. La consulta fue celebrada el 25 de enero de 2009 y el voto aprobatorio alcanzó un 61,43% del total, es decir, 2.064.417 votos. El "no", por su parte, alcanzó 1.296.175 sufragios (es decir, un 38,57%). Los votos en blanco sumaron 1,7% y los nulos, un 2,61%.[11]

El 21 de febrero de 2016, un referendum es llevado a cabo para definir la continuidad del presidente actual durante 4 años más. El objetivo de este referéndum era la aprobación o rechazo del proyecto constitucional para permitir al presidente o vicepresidente del Estado Boliviano a postularse nuevamente a una elección. El "No" ganó con algo más del 51% de los votos, mientras el "Sí" obtuvo algo menos del 49% de votos restantes, rechazándose el proyecto constitucional. La papeleta de votación constó de una pregunta para que los votantes puedan aprobar o rechazar al proyecto de reformar el artículo 168 de la Constitución Política del Estado: "¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?" Las únicas respuestas válidas eran el "Sí" o el "No", mientras que otras opciones fueron anular el voto o votar en blanco. A pesar del rechazo de dicho proyecto constitucional, el presidente Evo Morales señaló que se presentara a las elecciones presidenciales el próximo año 2019 poniendo por encima los "derechos políticos" por encima de las leyes del país.

El 4 de octubre de 2019, Santa Cruz de la Sierra fue a un Cabildo por el incendio en la Chiquitania y el respeto al 21F, el resto de los departamentos, de igual manera, resolvió desconocer al binomio Evo-Álvaro.

El 20 de octubre de 2019 el pueblo boliviano fue a elecciones, las cuales fueron anuladas tras una auditoría de la Organización de los Estados Americanos que verificó un fraude, por lo cual quedaron anuladas. Previamente el movimiento cívico nacional se levantó en protestas con paros y cabildos, protestas que intentaron ser apaciguadas por militantes del MAS sin éxito. El movimiento cívico exigió la renuncia del Presidente Evo Morales tras el fallecimiento de 3 bolivianos.

Luego de que el ingeniero y experto informático, Edgar Villegas, el CONADE, NeoTec y Ethical Hacking denunciaran un presunto fraude en las Elecciones Generales de 2019, con el apoyo periodístico del periodista mexicano Fernando del Rincón en CNN y la Televisión Universitaria, tanto oposición como ciudadanos fuera del ámbito político salieron a sus calles colocando banderas y pititas de la tricolor exigiendo la anulación de las elecciones. Luego de enfrentamientos en distintos puntos del país, tras tres casos de fallecidos y varios heridos, se sumó el pedido de renuncia del Presidente Evo Morales argumentando lo dicho por el presidente cuando asumió su primer mandato, de que renunciaría al "primer muerto". La constitución Boliviana Artículo 169 "El periodo de mandato de la Presidenta o del Presidente y de la Vicepresidenta o del Vicepresidente del Estado es de cinco años, y pueden ser reelectas o reelectos de manera continua por una sola vez"

El movimiento cívico nacional fue liderado por el presidente del Comité Por Santa Cruz, Luis Fernando Camacho (un controversial empresario local), y el presidente del Comité Cívico de Potosí, Marco Pumari y dirigentes de los Ayllus, como Nelson Condori, los cuales sellaron una alianza. Juntos redactaron una carta de renuncia del presidente y prometieron en un Cabildo en Santa Cruz de la Sierra, entregarle la carta de renuncia en las manos del presidente junto a una biblia, anunciando sus intenciones de reforma ideológica. La tarde del 8 de noviembre la policía de Cochabamba se amotinó negándose a reprimir a los manifestantes no relacionados al MAS, acto que fue replicado al día siguiente en todos los comandos de ciudades principales del país.

La mañana del 9 de noviembre, en La Paz, Luis Fernando Camacho, y Nelson Condori, dirigente de los Ayllus, se juraron el fin del racismo entre bolivianos y la unión eterna entre Oriente y Occidente, ratificaron el pedido de renuncia sin secesión masista. Paralelamente Camacho prometía que «Nunca más volverá la Pachamama a este palacio», refiriéndose al espíritu de la Madre Tierra andina. «Bolivia le pertenece a Cristo». Esa misma tarde empezaron las renuncias de gobernadores y alcaldes afines al MAS, luego de una serie de amenazas a familiares, el incendio de casas de dirigentes y el linchamiento de Patricia Guzmán, jefa comunal de Vinto por el MAS. Mientras tanto, en Vilo Vilo, afiliados al MAS atacaron caravanas de ciudadanos potosinos y chuquisaqueños que se dirigían a sede de gobierno y hubo denuncias de que manejaban armas de fuego.

La mañana del 10 de noviembre, 30 años más un día después de la Caída del Muro de Berlín, la OEA verificó el fraude electoral, en un controvertido informe que ha sido cuestionado por tres estudios por parte del CELAG, el CEPR y el investigador de ciencias políticas de la Universidad de Míchigan Walter Mebane, un reconocido cientista considerado como uno de los principales expertos en fraude electoral del mundo. Frente al informe de la OEA el gobierno anuló las elecciones y llamó a celebrar nuevas. Sin embargo el proceso continuó. Las renuncias de la cúpula del MAS siguieron en todo el país. Las Fuerzas Armadas y la COB se sumaron al pedido de renuncia. A las 16:57 de la tarde, el expresidente Evo Morales Ayma y su vicepresidente Álvaro García Linera renunciaron al mando presidencial denunciando un golpe de estado. Más tarde la presidente del Senado también renunció y lo propio el presidente de la Cámara de diputados, despertando el jolgorio opositor que salió a las calles a celebrar su victoria. La Sucesión Constitucional le correspondería a la senadora por el departamento de Beni, Jeanine Áñez, a pesar de que la Asamblea Legislativa Plurinacional no acepto la renuncia de Evo Morales. Así, asumió el cargo el 12 de noviembre de 2019, en una corta sesión legislativa sin quórum.

Luego de la renuncia de Evo, se difundieron vídeos de la policía incendiando una Whipala, relacionada con la reivindicación de los pueblos indígenas en el gobierno de Morales, aunque los policías expresaron que fueron integrantes infiltrados del Movimiento Al Socialismo (MAS), sin ser de la institución policial.[12]​ Esto provocó una ola de protestas con epicentro en el Alto. Esa noche, mientras el Congreso aún no abría sesión y la senadora Jeanine Áñez se encontraba en Beni, el país vivió una acefalia y la oposición denunciando saqueos y destrozos por parte de militantes del MAS, mientras se corría la noticia de un desfalco monumental al Banco Central de Bolivia por parte del gobierno saliente, el cual sin embargo fue desmentido por la propia institución.

En marzo de 2020, tras la confirmación de los primeros casos de personas contagiadas por el virus COVID-19, el gobierno nacional dispuso medidas para prevenir la mayor cantidad de contagios. Se suspendieron vuelos, actividades educativas y no esenciales en el país.

El 18 de octubre de 2020 se realizaron las Elecciones generales de Bolivia de 2020, en las que ganó el candidato del MAS, Luis Arce Catacora, con el 55,11% de los votos válidos[13][14][15]​.



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