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Sistema Ferroviario de Colombia



La red ferroviaria de Colombia tiene una longitud total de 3 463 km.[1]​ De ellos tan solo un total de 150 km tienen el ancho estándar de 1 435 mm y que conectan las minas de carbón del Cerrejón al puerto marítimo de Puerto Bolívar en la bahía Portete, en tanto otros 3 154 km son de vía estrecha de 914 mm, de los cuales 2 141 km aún están en uso.[2]​ La compañía de ferrocarriles de propiedad estatal (Ferrocarriles Nacionales de Colombia) fue liquidada en la década de 1990. Desde entonces los únicos trenes de pasajeros son turísticos, tales como el Tren Turístico de la Sabana entre Bogotá y Zipaquirá. Además un funicular funciona hasta el cerro de Monserrate en Bogotá.

La historia de los ferrocarriles en Colombia inicia desde 1835, año en el que el Congreso de la Nueva Granada expidió una ley que otorgaba concesiones de ferrocarril a los cantones de Panamá y Portobelo para tender en una vía férrea a través del istmo.[3]​ Esta se concretó con la construcción del Ferrocarril de Panamá entre 1849 y 1854 con capital privado estadounidense, y consistió en un paso seco de 77 km que atravesaba dicho istmo y ayudaba al traspaso de mercancías entre los océanos Atlántico y Pacífico.[4][5]​ Si bien esta empresa se consideró la más altamente rentable en el mundo para su época, su incidencia en el progreso del país fue prácticamente nula.[3]

Para 1865 se iniciaron una serie de líneas en el interior del país, comenzando en Barranquilla, Cúcuta, Medellín, Cali, Santa Marta, La Dorada, sabana de Bogotá y Girardot,[3]​ con el fin de conectar los principales centros urbanos con el sistema fluvial (principalmente los ríos Magdalena y Cauca) o con los puertos y obtener un transporte de carga intermodal y facilitar el comercio exterior, en especial de materias primas.[4][1]​ Este sistema se concretó entre 1878 y 1935 y fue financiado por la nación (50%), sector privado (30%), departamentos (13%) y el resto por asociaciones mixtas. La financiación de muchas de dichas obras se efectuó haciendo emisión de dinero.[3]

A pesar de las intenciones de construir y expandir la red férrea, estos corredores no se ejecutaron en su totalidad por diversos problemas en su estructuración, en especial contratos fallidos, pleitos, sobrecostos, problemas ambientales, errores técnicos, tardanzas inexplicables, corrupción, ingenuidad de los negociadores y problemas con las comunidades aledañas a la red. Sumado a esto la topografía de Colombia hizo difícil llevar a cabo trabajos como construcción de túneles y tensión de las líneas, lo que generaba maniobras peligrosas de los trenes.[3][4]

La exportación de café fue determinante en la construcción de los ferrocarriles en Colombia, pues se desarrollaron vías para sacar este importante producto al exterior. Esta es la razón por la cual se observa una importante aglomeración de vías férreas en las regiones productoras del grano y orientadas a llevar el café a las costas o a los principales ríos del país.[3]​ La red ferroviaria de Colombia se expandió rápidamente, pasando de tener 236 km construidos para el año 1885, a 875 km en 1910, y a 2 700 km en 1930; la propiedad de estas líneas estaba a cargo de las regiones.[1]

En 1954 el transporte férreo se nacionalizó con la creación de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia (FNC), empresa que estaba adscrita al Ministerio de Obras Públicas y cuya finalidad era la reemplazar la administración de las empresas departamentales que tenían a su cargo la administración de las redes regionales; dicha incorporación se llevó a cabo sin mayores cambios en sus ya deficientes condiciones físicas, operativas y administrativas. En 1961 fue posible integrar las líneas que habían sido construidas en el último siglo, uniendo entre sí las principales ciudades del país con los puertos de Santa Marta y Buenaventura; en ese mismo año la red férrea del país alcanza su máxima longitud, que fue estimada en 3 431 km.[1]

Hasta aquel momento el ferrocarril desempeñaba un papel relativamente importante en el desarrollo económico del país, alcanzando volúmenes de operación cercanos a los 3 millones de toneladas para el año de 1974 y que representaba el 12% del total de la carga movilizada en el país. A partir de 1975 se hizo evidente una aguda crisis financiera en los Ferrocarriles Nacionales originada por la carga prestacional con que nació la empresa, la rigidez del manejo laboral atada a múltiples leyes y convenciones colectivas, el sobredimensionamiento y mala distribución de la planta de personal, y el alto porcentaje de pensionados respecto al personal activo, originando altos costos que absorbieron un gran porcentaje de los recursos destinados al mantenimiento y conservación de la red férrea.[1]​ Aparte de ello el sistema ferroviario entró en crisis a mediados del siglo XX debido a que el gobierno centró sus recursos en la estructuración, construcción y ejecución de proyectos carreteros logrando que los automóviles fueran el medio predilecto para el transporte de mercancías y pasajeros.[4]

Tras analizar la situación financiera de la empresa, en octubre de 1986 el gobierno nacional determinó evaluar la viabilidad económica del transporte férreo. Después de realizar un estudio y evaluar varias alternativas, se precisó que no era deseable continuar operando el sistema férreo en las condiciones antes mencionadas. Se buscó evitar el cierre definitivo, revisando la experiencia que tenían otros países rehabilitando sus sistemas férreos para lograr una operación eficiente.[1]​ Una de las primeras tareas consistió en liquidar la empresa Ferrocarriles Nacionales de Colombia en 1988 y en su lugar se creó la Empresa Colombiana de Vías Férreas (Ferrovías) con el objetivo de mantener, mejorar, rehabilitar, extender, modernizar, explotar, dirigir y administrar la red férrea nacional y se autorizó la creación de empresas de transporte ferroviario de carácter mixto o enteramente privado, para la explotación y comercialización del sistema.[1]

En el año 1995 se recomendó concesionar cerca de 1 880 km de la red férrea nacional vinculando inversionistas privados para llevar a cabo las actividades de rehabilitación, mantenimiento, operación y explotación de la red férrea, y buscando asegurar la funcionalidad en el largo plazo de los corredores que fueran económicamente viables y financieramente autosostenibles. En cumplimiento de este planteamiento Ferrovías adjudicó en 1998 la concesión de la Red Férrea del Pacífico y al año siguiente la concesión de la Red Férrea del Atlántico, proyectos con los cuales se esperaba recuperar 1991 km de red férrea. Si bien el gobierno invirtió más de 200 000 000 (doscientos millones) de dólares en la rehabilitación de las líneas (que mantuvieron los trazados y la trocha angosta con la que fueron construidos), este plan no logró los resultados esperados.[1]

En 2003 se liquidó Ferrovías y sus contratos de concesión se transfirieron al Instituto Nacional de Concesiones (INCO, hoy ANI) que fue creado con el fin de planear, estructurar, contratar, ejecutar y administrar los negocios de infraestructura de transporte que se desarrollaban con capital privado en los modos carretero, fluvial, marítimo, férreo y portuario.[1]

En Colombia actualmente se está trabajando en reactivar los corredores férreos. La red ferroviaria existente tiene una longitud total de 3 463 km,[1]​ longitud que incluye 189 km de carácter privado (el Cerrejón y Paz de Río) y 1 811 km de la red pública; del total, 1 322 km se encuentran inactivos y sólo operan 2 141 km.[5]

De estos 3 515 km, 1 991 km correspondían a los tramos férreos que en los años 1998 y 1999 fueron asignados a empresas privadas bajo el modelo de contratos de concesión, de los cuales 1 672 km están bajo administración de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), y 319 km del Instituto Nacional de Vías (INVIAS).[1]​ Todos ellos se distribuyen en 3 proyectos zonales, de los cuales dos son concesionados y el restante es contrato de obra pública.[4]​ El 26% de la carga del país se moviliza a través del ferrocarril, donde el carbón representa el 98% de la carga ferroviaria, seguida del cemento.[5]​ Aunque el país ha realizado inversiones importantes en la rehabilitación de grandes tramos de la red férrea nacional, la intención de mantener los trazados existentes y la trocha angosta con la que fueron construidos hace más de 100 años los hace muy poco competitivos en comparación con el estándar internacional que permite la operación de locomotoras más veloces y con mayor capacidad de carga; aparte los trazados deberían ser modificados para optimizar los radios de curvatura y las pendientes que permitan una operación realmente eficiente en comparación con otros modos de transporte.[1]

Las concesiones ferroviarias se otorgaron el 27 de julio de 1999 a Ferrocarriles del Norte de Colombia SA (Fenoco), como la concesión del Atlántico, y el 4 de noviembre de 1998, a la Sociedad Concesionaria de la Red Férrea del Pacífico SA, más tarde llamada Tren de Occidente SA como la concesión del Pacífico. Desde 1991, la sección La Loma–Puerto Drummond, con 192 kilómetros, transporta carbón. También de julio de 2003, la sección Bogotá–Belencito, con 257 kilómetros, está operando en la concesión del Atlántico Transporting Cement. En la concesión del Pacífico, la sección entre La Paila y Buenaventura tiene un total de 292 kilómetros.

En noviembre de 2009, el gobierno colombiano estableció un nuevo equipo de consultores y especialistas para supervisar la concesión estimada en 440 millones de dólares del Sistema Ferroviario Central. El proyecto consiste en construir un ferrocarril de 1 050 kilómetros de La Dorada a Chiriguaná, que vincula el área central de Colombia al puerto de Santa Marta en la costa atlántica. Parte del proyecto propuesto es la construcción de la prolongación de La Dorada, renovando los previos que conectan las localidades de La Dorada y Buenos Aires, Puerto Berrío, Envigado y La Dorada y Facatativá, y manteniendo el estiramiento de Chiriguaná-Buenos Aires. La licitación se suspendió debido a las preocupaciones de la corrupción, pero se reinició en febrero de 2011.[6]

La red ferroviaria concesionada consta de dos grandes ramales:[5]

La Red Férrea del Atlántico está conformada por el tramo BogotáSanta Marta, con los ramales BogotáBelencito y BogotáLenguazaque con una extensión de 1 493 km, atravesando los departamentos del Cesar, Magdalena, Santander, Boyacá, Antioquia, Cundinamarca y Caldas. La concesionaria Fenoco tiene a cargo el tramo comprendido entre Chiriguaná (Cesar) y Santa Marta con una longitud aproximada de 245 km.[4][7]​ Su objeto consistió en la rehabilitación, reconstrucción de 1 107 km de vía férrea, conservación de toda la red férrea concesionada, incluidos 376 km previamente rehabilitados por Ferrovías, para la prestación del servicio de carga, con una duración de la concesión de 30 años a partir del 3 de marzo de 2000.[8]

Los kilómetros restantes (cerca de 1 255 km) fueron entregados a la ANI para su administración por medio de una modificación contractual, que consistía en entregar anualmente la suma de 120.000 millones de pesos al estado, los cuales se utilizan para financiar el 95% de la administración de la ANI.[4]​ La red a cargo de la ANI recibe el nombre de Sistema Ferroviario Central.[7]

La Red Férrea del Pacífico cubre 498 km en los tramos BuenaventuraCaliZarzalLa Tebaida y atraviesa los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda y Valle del Cauca.[8]​ El sistema está concesionado a dos empresas: Ferrocarril del Pacífico S.A.S (FDP) y a Tren de Occidente (TDO), estando encargada la FDP del tramo que va de Buenaventura hasta Zaragoza (desviándose a La Tebaida), con un total de 343 km, y la TDO de la vía que va desde Zaragoza hasta La Felisa.[4]​ El objeto del contrato de concesión consiste en rehabilitar, conservar, operar y explotar el corredor férreo a cargo. La duración de la concesión es de 30 años, contados a partir del 14 de marzo de 2000.[8]​ Se encuentra rehabilitado en un 80%, faltando algunos tramos entre Cartago y La Felisa con una longitud de 110 km.

Hay un programa de inversión de 600 millones de dólares planificado para 2008 y estudios para una nueva línea de 350 millones de dólares entre Puerto Berrío y Saboyá.[9]​ Bajo este contrato se construirían tramos de la red atlántica NeivaVillavieja y 177 km IbaguéLa Dorada. Otros tramos a construir son SogamosoTunja y Puerto Berrío–Cisneros.

China está estudiando la construcción de un tramo de vía férrea de 220 kilómetros que completaría el enlace entre las ciudades portuarias de Buenaventura y Cartagena, conectando las costas del Pacífico y el Caribe de Colombia. Esta alternativa ferroviaria competiría con el Canal de Panamá.[10][11][12]​ Además de unir dos costas, China pretende facilitar con este ferrocarril la importación de carbón colombiano y la exportación de manufacturas chinas a América. Colombia espera que la creciente presencia económica de China en la región impulse la ratificación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el mayor socio comercial del país.[cita requerida]

Un acuerdo de 47 millones de libras esterlinas entre el Ministerio de Transporte de Colombia y el viceprimer ministro del Reino Unido, Nick Clegg, el 3 de febrero de 2014, prevé la rehabilitación de dos líneas ferroviarias de vía estrecha (una línea de 750 kilómetros desde La Dorada a Chiriguaná y una segunda línea de 300 kilómetros de Belencito a Bogotá).[13]​ La construcción utilizará contratistas locales y se espera que tome de 18 a 24 meses. Las líneas serán para el tráfico de mercancías y el gobierno está financiando la construcción, pero planea privatizar la ruta una vez finalizada.

A lo largo de la historia de Colombia han coexistido con el ferrocarril otros medios de transporte por medio de raíles que lograron un gran desarrollo en las principales ciudades, entre ellos el tranvía (particularmente a principios y mitad del sigo XX) y el metro (finales y principios del siglo XIX).[4]

El Tranvía de Bogotá inició su operación el 24 de diciembre de 1884, con el objetivo de concentrar el comercio hacia el centro de la ciudad. Con ello trajo a su vez una expansión hacia el norte y ser el principal motor en la transformación urbanística de Bogotá, debido principalmente a su característica lineal. Aparte de ello contó con la gran ventaja de que el Estado declaró la exención tributaria de los materiales usados para su construcción.[4]

La primera línea que se construyó se ubicaba entre la Carrera Séptima desde la Plaza de Bolívar pasando por el Parque Centenario hasta la plazoleta de San Diego y luego continuaba hacia el norte por la carrera 13 hasta el barrio Chapinero. Tras el crecimiento poblacional surgió la necesidad de construir una segunda línea, que se concretó hacia 1892 y que unía la Plaza de Bolívar con la Estación de la Sabana. Hacia 1920 el sistema continuó su expansión entre dos tramos: el primero fue desde Las Cruces hasta el barrio Primero de Mayo y con un ramal hasta San Cristóbal. El otro segmento fue entre la calle 57 con carrera 13 hasta la calle 72 con carrera 13 logrando una longitud de 31.76 km.[4][14]

A pesar de los esfuerzos por expandir el sistema, el crecimiento poblacional se elevó drásticamente trayendo consigo que el sistema no satisficiera las necesidades de los usuarios. Por tanto, el tranvía empezó su declive y la última construcción de una línea se realizó en 1947 llevándolo hasta el barrio Santander de la actual localidad de Antonio Nariño.[15]​ Hacia 1951 se culminó la operación del sistema, pues los buses públicos suplieron en parte los problemas del tranvía.[4]

Actualmente el tranvía de Bogotá se encuentra inactivo y destituido.[16]​ Adicionalmente, por algunos tramos se construyeron rutas utilizadas por el sistema de transporte masivo TransMilenio observándose la conexión en diferentes estaciones entre el tranvía y el Ferrocarril de La Sabana.[4]

A mediados de 1910 se inauguró el tranvía a vapor de Cali. Su ruta iniciaba en la carrera 9ª con calle 12 y 13 del barrio el Calvario hasta llegar a la carrera 9 con calle 16 (Patio Bonito), luego continuaba por la calle 16 hasta llegar a la carrera 8 y seguía hasta la calle 19. Siguió expandiéndose por la carrera 8 hasta llegar a la calle 36 para terminar en Juanchito (Puerto Mallarino).[4]

El sistema fue de gran importancia para los caleños pues conectaba el centro de la ciudad con el muelle, donde atracaban barcos que navegaban el río Cauca en especial entre Cali y La Virginia. Igualmente incrementó la economía del departamento, pues la exportaciones e importaciones aumentaron significativamente.[4]

En 1887 se implementó en Medellín el sistema de transporte tranvía, el cual consistía inicialmente en movilizar un coche tirado por animales de carga (burros o mulas) con el fin de transportar pasajeros. Con el pasar de los años el sistema se fue modernizando y para 1921 se inauguró el tranvía eléctrico cuyo objetivo era conectar Medellín con el río Magdalena y las diferentes zonas del país, para lo cual se construyeron líneas de oriente a occidente y de norte a sur. Las principales eran Sucre, Buenos Aires, Robledo, América, Belén y Aranjuez, que conectaban con el Parque de Berrío; la línea América hacia de conexión con el Ferrocarril de Antioquia específicamente en la Estación Libertadores.[4]

Sin embargo el sistema entró en crisis por el aumento del parque automotor y porque no contaba con las capacidades para suplir la demanda real de los pasajeros, por tanto hacia 1951 dejó de funcionar.[4]

Por más de 64 años el tranvía estuvo en el olvido. Tras la implementación y construcción de líneas alternas al metro, Medellín se esforzó en recuperarlo y ha realizado grandes inversiones para mejorar la movilidad del Área Metropolitana, logrando así una conexión entre diferentes sistemas de transporte masivo como el metro, cable, buses y el tranvía. En la actualidad una línea del tranvía se encuentra en operación con una longitud aproximada de 4.3 kilómetros, cuyo recorrido inicia en el centro de la ciudad especialmente en la Estación San Antonio del metro hacia el oriente en el barrio Alejandro Echavarría.[4]

Medellín es, hasta el momento (2019), la única ciudad colombiana que ha construido un sistema metro (tránsito rápido). La planificación de un Metro de Bogotá ha estado en marcha durante años y se espera que se inaugure en 2024.

El Metro de Medellín es el nombre dado al sistema de transporte masivo tipo metro que sirve directamente a la ciudad de Medellín y a los municipios de su área metropolitana: Envigado, Sabaneta, Itagüí, Bello y La Estrella e indirectamente a Barbosa, Girardota, Copacabana y Caldas. La misma denominación es utilizada para identificar a la empresa dueña y operadora del sistema metro, la Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá Limitada - Metro de Medellín Ltda., o al conjunto de sistemas de transporte masivo que sirven al Valle de Aburrá operados por la misma empresa.

El Metro de Medellín fue el primer sistema de transporte masivo moderno en Colombia. Inició su construcción el 30 de abril de 1985 y fue inaugurado el 11 de noviembre de 1995. Está compuesto por dos líneas férreas de servicio comercial y una línea férrea de enlace, con una longitud total de 34,5 kilómetros y 21 estaciones en operación, ocho de ellas con integración y todas adaptadas para facilitar el ingreso a personas de movilidad reducida.

El Metro de Bogotá es un proyecto de transporte masivo que busca mejorar la movilidad de la ciudad de Bogotá, capital de Colombia. La construcción del Metro de Bogotá ha sido objetivo de debates y estudios desde 1949 cuando el alcalde Fernando Mazuera decidió eliminar el tranvía enterrando sus rieles.[17]



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