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Asturica Augusta



Asturica Augusta fue una ciudad romana correspondiente con la actual ciudad española de Astorga, en la provincia de León. Fundada hacia 14 a. C. como campamento de la Legio X Gemina, a principios del siglo I se desarrolló como núcleo civil y fue capital del convento Asturicense, dentro de la provincia Tarraconense.

Situada en un cerro que domina un amplio territorio, desde los montes de León hasta las vegas del Páramo, durante los siglos I y II adquirió una gran importancia debido al control de las explotaciones auríferas del noroeste peninsular, y fue un importante nudo de comunicaciones, que, a través de numerosas calzadas, enlazaban la ciudad con algunos de los núcleos más importantes de la Hispania romana.

Sus ruinas se encuentran ocultas bajo la ciudad actual y entre estas destacan la conocida como Ergástula romana, los dos conjuntos termales y el alcantarillado, así como la domus del Mosaico del Oso y los Pájaros.

El actual término municipal de Astorga se encuentra en la zona noroccidental de la cuenca del Duero y su entorno presenta, en general, un relieve suave pero con dos zonas diferenciadas:[1]​ por un lado una serie de sierras de orientación ESE-ONO, con materiales del Paleozoico Inferior, y por otro la llanura del río Tuerto, de materiales terciarios cubiertos posteriormente durante el Cuaternario.[2]​ Entre ambas zonas, y en la confluencia de los ríos Jerga y Tuerto, se ubicó la ciudad propiamente dicha, sobre un promontorio, a 870 msnm, cuyo perfil recuerda un espolón, haciéndose más suave en su extremo occidental.[3]

Su emplazamiento se llevó a cabo en el límite noroccidental de la Meseta; al norte se sitúa la cordillera Cantábrica, que dividía a los propios astures en transmontanos y augustanos, al este las campiñas aluviales características de la cuenca del Duero y al oeste los montes de León, con la cumbre del Teleno, que fue objeto de culto religioso tanto por astures como por romanos.[4]

Las vegas de los ríos permitieron un aprovechamiento agrícola, especialmente la del Tuerto, y la abundancia de piedra en los alrededores —principalmente cuarcita— proporcionó materiales para la construcción. Asimismo, la proximidad a los depósitos auríferos que se encuentran en la zona montañosa que la rodea es otro de los argumentos planteados para justificar su fundación;[5]​ entre ellos los del valle del río Omaña, los valles de los ríos Duerna y Eria y el Bierzo, con la explotación de Las Médulas.

La ciudad es citada en varias ocasiones en la historiografía clásica.[6]Plinio el Viejo, que visitó la ciudad aproximadamente en el año 73, durante el gobierno de Vespasiano, señala lo siguiente:

Dicha calificación de magnífica pudo estar relacionada con el crecimiento que experimentó como consecuencia de las explotaciones auríferas durante los siglos I y II. En este último siglo, Claudio Ptolomeo, en su obra Geographia, la incluye en la Asturia como capital de los amacos. En el siglo III contamos con varias menciones. Dion Casio, que desarrolló su obra durante el reinado de Alejandro Severo, señala el programa de fundaciones urbanas que llevó a cabo Augusto. El Itinerario de Antonino la cita en varias ocasiones como mansio de las distintas calzadas romanas que confluían en la ciudad, mientras que el Anónimo de Rávena la menciona en uno de sus itinerarios. La ciudad también es mencionada por el obispo Cipriano de Cartago

Posteriormente contamos con menciones del obispo Hidacio en el siglo V, Jordanes en el siglo VI, y san Isidoro, que vivió a caballo entre los siglos VI y VII. Igualmente, en las actas de varios concilios, como los de Serdica, I de Zaragoza, los Bracarenses III y IV y Toletanus III, IV, VII, VIII y X, firman diferentes obispos de Asturica.[6]

En cuanto a la epigrafía, se conocen 83 inscripciones procedentes de Astorga, a las que habría que añadir 21 halladas en sus alrededores y 7 de otras partes de la Península pero relacionadas con la ciudad o el Convento Asturicense.[6]​ La mayoría de ellas son de carácter funerario (64), a las que siguen en número las votivas (17). Las más antiguas se remontan al siglo I y aluden a temas militares, especialmente a aquellos relacionados con la Legio X Gemina. Las restantes pertenecen a los siglos II y III; en ellas, entre las que destacan dos en griego, se citan cargos administrativos y de gobierno como Legati, Procuratores Augusti, procurator Asturiae et Gallaeciae, Augusti Dispensator y Praeses Provinciae.[7]

En relación al posible estatus municipal de la ciudad se alude a los cargos de magistratus, curator, sacerdos y flamines. De carácter jurídico destaca también la Tabla de Hospitalidad de Astorga o Pacto de los Zoelas, ratificado en Asturica en el año 152, aunque se desconoce su lugar de hallazgo. Algunos de los ciudadanos que aparecen mencionados son un grammaticus —un hombre letrado— y un avium inspex —adivino a partir del vuelo de las aves—. Asimismo se constata la presencia de población inmigrante, en concreto de origen oriental, gracias a la inscripción en griego y a sus nombres, como Lyda y Taumasto.[8]​ Entre aquellas inscripciones que hacen referencia a cultos y divinidades destacan el culto al emperador —como forma de reconocimiento del poder político romano—, el culto a la tríada capitolina o el culto a la diosa Fortuna.

Debido a que en la trama urbana de la actual Astorga no se apreciaba un urbanismo ordenado, que sugiriera un origen romano, tradicionalmente se ha valorado un origen indígena para la ciudad. El primero que lo señaló fue Manuel Gómez-Moreno en 1905, quien avalaba su origen prerromano a través de la posición elevada de la ciudad.[9]​ Posteriormente fue José María Luengo quien trató de respaldar ese origen prerromano con hallazgos arqueológicos; en concreto señalaba, entre otros, un torque de oro de origen desconocido y depositado en el Museo Arqueológico Nacional, dos fíbulas anulares de bronce, típicamente romanas, monedas ibéricas procedentes de colecciones particulares y un canto rodado con un orificio hemiesférico tallado en él.[10]

Otro de los argumentos aportados para su condición prerromana es su mención en una de las fuentes clásicas que hacen referencia a la ciudad, la Geografía de Claudio Ptolomeo; en su Libro II menciona Asturica como ciudad de los astures, en concreto capital de los amacos, siendo la única vez en que estos son mencionados en las fuentes clásicas.[9]​ Sin embargo, a pesar de que en los alrededores de Astorga se tiene noticias de varios poblados de la Edad del Hierro, las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la ciudad no han aportado pruebas que permitan demostrar una ocupación prerromana del cerro.[11]​ Tales hipótesis tendrían su origen en aquellos fundamentos ideológicos, de moda en el siglo XIX y parte del XX, que buscaban un origen celta para la ciudad.[12]

Los primeros contactos de Roma con el noroeste peninsular tuvieron lugar en el s. II a. C. con la expedición de Décimo Junio Bruto Galaico en 138, y ya en el s. I a. C. con las de Publio Licinio Craso y Julio César. Tras la integración de vacceos y celtíberos en la República, solo quedaba sin conquistar la franja costera al pie de la Cantábrica, donde se ubicaban cántabros y astures, por lo que a finales del s. I a. C. se produjo el episodio bélico tras el cual todo el noroeste fue sometido. Este se inserta dentro del programa político de Augusto; tras acceder al poder, llevó a cabo una reforma del ejército encargándole la protección de las fronteras, que se fueron delimitando a través de varias campañas, y en ese contexto se produjo la acción de Roma en el noroeste peninsular.[13]​ El conflicto fue descrito por varias fuentes clásicas, como Floro, Orosio y Dion Casio, y entre las causas del mismo figuran las estratégicas, el prestigio personal del emperador y las económicas.[14]

La primera intervención romana se produjo en 29 a. C., dirigida por Estatilio Tauro, a la que siguieron otras en los dos años siguientes, hasta el 26 cuando llegó Augusto en persona. Los efectivos militares que participaron pertenecían a la Legio I Augusta, II Augusta, IV Macedonica, V Alaudae, VI Victrix, IX Hispana y X Gemina. En total, sumando legionarios y cuerpos auxiliares, serían unos 77 000-80 000 hombres.[15]

En 26 a. C. se inició el Bellum Cantabricum, con Segisamo como campamento base. En la zona oriental los romanos siguieron el curso del Pisuerga y sometieron Vellica (Monte Cildá); continuaron hacia el norte, hasta Aracillum y Mons Vindius, donde se habían refugiado los cántabros, y allí les derrotaron. En la zona occidental, bajo las órdenes de Publio Carisio, tomaron Lancia y posteriormente se dirigieron hacia el oeste, donde se desarrolló el enfrentamiento del Mons Medullius, el cual supuso la derrota de los astures. Por último, en 19 a. C. llegó Marco Vipsanio Agripa, quien junto a Silio Nerva dirigió la última campaña de la guerra, tras la cual se culminó el dominio de todo el noroeste peninsular.[15]

La fundación de la ciudad está ligada a la organización territorial llevada a cabo por Augusto una vez finalizadas las guerras cántabras, que aplicó un conjunto de medidas administrativas, políticas y fiscales con el objetivo de consolidar su poder en los territorios recién anexionados.[13]​ El primero que señaló su posible origen militar fue Manuel Gómez-Moreno a principios del siglo XX, quien indicaba a la Legio X Gemina como el destacamento instalado en ella.[16]​ Más tarde fue Adolf Schulten quien situó la Legio X en Asturica a partir de la reconstrucción de las acciones militares contra los astures, cinco epitafios de soldados de dicha legión y un texto de Floro que se referiría a la desmilitarización del campamento:[17]

Igualmente, José María Luengo consideró a la Legio X responsable de la fundación de la ciudad, en cuya construcción habrían participado sus soldados, y Francisco Javier Lomas también relacionó la ciudad con la legión a partir del texto de Floro. Por su parte, R. F. J. Jones propuso un primer campamento de la legión en Asturica antes de ser trasladada a Caldas de Reyes, donde se hallaron dos epígrafes vinculados a soldados de la legión, y tanto Mauricio Pastor como Alain Tranoy señalaron la presencia de la legión por los epígrafes alusivos a sus soldados.[16]​ Patrick Le Roux opinaba que el campamento de Astorga pertenecería al periodo de guerras, siendo trasladado al valle de Vidriales, Petavonium, tras la finalización de las mismas, y que los epígrafes de soldados harían referencia al destacamento dedicado a la construcción de la ciudad. Por último, Tomás Mañanes también indicó la presencia de la Legio X a partir de los epígrafes de los soldados y de una posible base campamental en el urbanismo de la ciudad actual.[18]

Este origen militar se ha confirmado gracias a la arqueología. Además de la base campamental en el urbanismo actual, en la zona noroccidental del cerro se hallaron dos fosos paralelos, tipo fossae fastigatae, que se corresponderían con el sistema defensivo del campamento legionario, y que presentan una analogía con hallazgos similares excavados en el limes británico y germánico.[19]​ Otros hallazgos que delatan este origen militar son producciones cerámicas de Terra Sigillata Italica, numerario y materiales metálicos asociados al vestuario militar.[20]​ El tamaño y la profundidad de los fosos y la existencia de construcciones de madera parecen indicar que se trataba de un campamento no implicado en las acciones militares de las guerras, es decir sería posterior a estas. Esto lo corroboraría la cronología de los materiales arqueológicos hallados puesto que no se remontan a fechas anteriores al 15-10 a. C.

Por tanto, sobre un cerro estratégico, en el límite entre las campiñas de la cuenca del Duero y los montes de León, hacia los años 15-10 a.C. se instalaría una guarnición militar cuya misión era la vigilancia y el control del territorio recién conquistado, todavía en fase de pacificación. Su importancia se vería confirmada por su inclusión en la red de calzadas.[21]​ La unidad militar asentada fue la Legio X Gemina, de larga trayectoria en la historia romana. Participó en la guerra de las Galias, siendo la legión preferida de Julio César, y en la invasión de Britania pero se alineó contra Augusto por lo que fue disuelta.[22]​ Una vez reconstruida, luchó en las guerras cántabras y permaneció en Hispania hasta el año 63 (con campamentos en Asturica y Petavonium). Después de cinco años en Carnuntum, en el limes danubiano, en el año 68 regresó a Hispania, de donde partió nuevamente en el año 70 hacia Arenacum y Noviomagus, en el limes renano, para, hacia el 103, instalarse en Aquincum. Finalmente, en 107, se trasladó a Vindobona, donde permaneció hasta el fin del Imperio.[17]

Su nacimiento como núcleo civil hay que rastrearlo a través de la información que proporciona la arqueología.[23]​ Entre 1990 y 1992 se excavó la Domus del Pavimento de Opus Signinum, en la que las estructuras campamentales son sustituidas por las civiles a finales del reinado de Tiberio y principios del de Claudio. Asimismo, entre 1993 y 1996 se excavó un solar entre las calles Blanco de Cela y Río Eria en el que se constataron pruebas sobre la primera fortificación urbana; se encontraron superpuestos los restos de la fortificación campamental, la primera muralla urbana y una casa. En ellos, el relleno del foso campamental se produce, igualmente, a finales del reinado de Tiberio, pero sobre todo bajo el gobierno de Claudio. Por tanto no sería en la época de Augusto, sino en tiempos de Tiberio, cuando se habría fundado el núcleo civil.[23]​ Ese patrón se repite en las distintas excavaciones realizadas, en las que un horizonte militar es amortizado para su posterior transformación en un núcleo civil, algo que posiblemente tuvo lugar coincidiendo con la capitalidad del conventus y con la explotación de los recursos mineros de su territorio.[24]

Frente a las teorías que señalan que el noroeste peninsular sufrió un proceso limitado de romanización, existen pruebas que denotan el desarrollo de unas estructuras netamente romanas; el recinto del foro es un ejemplo de implantación de un espacio público típico de cualquier ciudad romana, aunque diseñado con un estilo propio. Nos encontraríamos ante un centro de la maquinaria estatal, administrativa y fiscal, que superaría el ámbito local. Igualmente, una placa con una inscripción dedicada a Marte Tileno prueba otro de los elementos más característicos de la romanización, esto es la asimilación de un dios indígina a otro del panteón romano.[25]

Con la reorganización territorial acaecida en el siglo III, la ciudad pasó a formar parte de la provincia Gallaecia, con capital en Bracara Augusta. Asimismo se construyó una nueva muralla, de dos kilómetros de perímetro, de la cual todavía son visibles restos en la llamada Puerta Romana, pero con el fin de las explotaciones mineras en época de Diocleciano si inició la decadencia de la ciudad.[26]

Al margen de la leyenda que atribuye a Santiago Apóstol la predicación por estas tierras y la fundación del obispado, el hallazgo en los alrededores de Astorga de uno de los sarcófagos romano-cristianos más antiguos de la península indica la presencia de un movimiento paleocristiano. En los años centrales del siglo III debió establecerse como sede episcopal, siendo Basílides su primer obispo, en torno a 249.[27]​ Este hecho es mencionado por Cipriano de Cartago, que señala que en 253-254 había establecidas comunidades cristianas en Zaragoza, Mérida, León y Astorga. Todo ello, junto con la presencia en el Concilio de Elvira del año 300 del obispo Decencio, confirma la incipiente presencia y organización de una comunidad cristiana en fechas tempranas.[28]

Sin embargo, la implantación del cristianismo se vio amenazada por las invasiones bárbaras y, en lo religioso, por la expansión de las doctrinas priscilianistas y maniqueístas, contra las cuales lucharon más tarde Hidacio o Santo Toribio tras la condena hecha en el concilio de Zaragoza del año 380. Tras el ajusticiamiento de Prisciliano en Tréveris en 385, el obispo Simposio se convirtió al catolicismo, al igual que hicieron sus sucesores Dictino y Comasio;en torno a estos se había organizado en Astorga un reducto priscilianista en la segunda mitad del siglo IV.

Tras producirse las invasiones bárbaras, el establecimiento de los suevos en el territorio de la antigua Gallaecia en torno a 410 puso fin al dominio romano sobre la ciudad, sufriendo las primeras destrucciones o saqueos por parte del suevo Hermerico.[29]

Las primeras muestras de interés hacia la investigación del pasado de la ciudad tuvieron lugar tras el hallazgo de una serie de inscripciones romanas. La colección epigráfica de Asturica empezó cuando el Ayuntamiento, hacia los años treinta del siglo XIX, acordó la creación de un jardín público en uno de los ángulos del recinto amurallado, el Jardín de la Sinagoga. A ambos lados de las puertas de acceso al mismo se colocaron todas las inscripciones depositadas en el Ayuntamiento. Allí permanecieron desde 1840 hasta 1901, cuando fueron trasladadas de nuevo a dependencias municipales. Por tanto, las primeras publicaciones tuvieron carácter epigráfico, con los estudios de Emil Hübner, Fidel Fita y Marcelo Macías.[30]

En 1863 tuvo lugar el hallazgo de varias de las galerías del alcantarillado romano, las cuales fueron de nuevo puestas en uso. El historiador Matías Rodríguez también informó de un hallazgo ocurrido en 1896 en la calle García Prieto (antigua La Redecilla), donde el maestro de obras del Ayuntamiento tuvo oportunidad de realizar un plano de una antigua calle pavimentada con losas, identificada como romana al estar asociada a estructuras de esa época.[30]

Hubo que esperar a 1946 para que José María Luengo realizase un estudio de la cloaca situada en el Jardín de la Sinagoga. El mismo autor siguió llevando a cabo intervenciones arqueológicas en Astorga, dentro del Plan Anual del Ministerio de Cultura, siendo las primeras realizadas de manera oficial. Cuando en 1961 se publicaron los resultados, Luengo aprovechó para informar de diversos hallazgos acontecidos en varios lugares del recinto urbano.[31]

Posteriormente, Tomás Mañanes realizó algunas excavaciones entre las que sobresalen las llevadas a cabo en el tramo de muralla que discurre junto al Palacio Episcopal, donde, en los años 1971 y 1972, identificó la hasta ahora única puerta romana conocida de la ciudad, y en las llamadas Termas Mayores en 1984, de las cuales fue su descubridor.[31]

Desde 1984, con el traspaso de competencias a la Junta de Castilla y León, las excavaciones arqueológicas en Astorga sufrieron un fuerte impulso: desde ese momento, cualquier solar localizado dentro del recinto amurallado es excavado antes de la construcción de un nuevo edificio. En 2002 eran más de 100 los solares estudiados, dando lugar a importantes datos concernientes a la cronología y características de la urbe romana y su evolución durante los primeros siglos de nuestra era.[31]

Esos estudios, además de su interés netamente científico, han dado lugar a trabajos de conservación in situ de algunos de los hallazgos, formando parte de una de las atracciones turísticas de la ciudad, la llamada Ruta Romana.[32]​ En mayo de 2005 comenzaron las obras de musealización de la misma, siendo reinaugurada en el verano de 2009.[33]

El plano de la ciudad muestra un espacio de 26 hectáreas de extensión, limitado por una muralla de 2200 de longitud. La forma de tal recinto no es completamente rectangular debido a un estrechamiento del cerro en su esquina meridional, formando la muralla en esa parte una forma triangular. Esto puede ser la causa de la distinta disposición del viario urbano, diferenciándose dos zonas: por un lado, se observa un rectángulo de 430 por 380 metros, con planeamiento cuadricular, dando lugar a manzanas cuadradas o rectangulares. El otro extremo, el meridional, se organiza en relación a su límite oriental, con calles paralelas a éste, incluyendo el mismo Foro, el cual ocupa una amplia superficie de esa zona.

En 1863 se halló, de manera casual, el alcantarillado romano; en concreto se trataba de un colector situado entre la plaza de San Julián y la calle Manuel Gullón, que en su lado opuesto vertía sus aguas hacia el río Jerga. En 1867 se descubrió otro ramal bajo la calle García Prieto (antigua La Redecilla) que desembocaba en Puerta de Rey. A finales de siglo, en 1896, el maestro de obras A. G. del Campo plasmó la existencia de una calle pavimentada asociada a una cloaca en los que serían los primeros documentos que relatan descubrimientos arqueológicos de la Astorga romana.[35]

Describía una construcción de muros de mampostería de 1,10 metros de altura hasta la línea de imposta y 0,60 de grosor. La anchura del colector era 0,90 metros y la altura de la galería era de 1,50. Sobre los muros, bóveda de medio punto y solera de hormigón de unos 20 cm de espesor.[36]​ A principios del siglo XX se descubrieron dos ramales más, bajo las calles Pío Gullón y Santiago. En 1946 José María Luego investigó el tramo de cloaca bajo el jardín de la Sinagoga y, partiendo de las diferencias constructivas entre los distintos ramales, estableció dos cronologías diferentes para su red de cloacas.

Las ciudades romanas de antigua construcción carecían, en ocasiones, de una red de alcantarillado; sin embargo, en las ciudades de nueva fundación tras la conquista, como este caso, la infraestructura sanitaria era parte de la planificación urbanística. Por tanto, Asturica Augusta contó con una red de cloacas para evacuar las aguas sucias tanto de uso doméstico como las provenientes de edificio públicos como las termas.[37]​ Su trazado coincide con el de las calles por lo que resultan importantes para reconstruir la planta urbana. Su estado de conservación es muy bueno de tal modo que muchos de los tramos sirven al saneamiento de la ciudad moderna.[37]

La modalidad constructiva de los diferentes ramales no es uniforme ya que en su cerramiento se puede observar tanto bóveda de medio punto como una cubierta adintelada. En algunos casos los tramos adintelados se reemplazan por colectores con cubierta abovedada, lo que indicaría que la cubrición plana es cronológicamente anterior: representaría dos fases urbanísticas distintas, una julio-claudia y otra flavia.[38]

Los baños públicos, además de lugares para el aseo y cuidado personal, servían como centro de las relaciones sociales y ocupaban un lugar importante en la organización y difrute del ocio. Como en la mayor parte de las ciudades romanas, Asturica Augusta contaba con instalaciones de este tipo, de las cuales se conocen por ahora dos complejos públicos: las Termas Mayores y las Termas Menores.[39]

En agosto de 1984 se hallaron los restos de lo que se denominarían Termas Mayores.[40]​ Se ubicaban en la zona central de la ciudad, junto a la intersección de los dos viales principales. En ellas se documentan dos momentos constructivos: una primera fase, entre mediados del siglo I y mediados del siglo III, y una segunda fase, del siglo V, tras sufrir una importante remodelación.[41]

Los accesos se realizaban por su límite meridional y septentrional; el primero a través de una construcción cuadrada, posible vestibulum, y el segundo constatado gracias a la ubicación del apodyterium.[42]​ Se ha podido documentar un gran frigidarium, anexo a otros cuatro espacios: tres de ellos con hypocaustum, cella tepidaria y dos sudatoria circulares, y un cuarto, interpretado como apodyterium.

Por su parte, las Termas Menores —descubiertas a principios de los años ochenta en un solar de la calle Padre Blanco— se localizan en la parte sudoriental de la ciudad. Cronológicamente se distinguen tres fases: la primera de mediados del siglo I, la segunda a finales del siglo I o principios del II y la tercera a mediados del siglo II, momento en el que sufre una importante reestructuración de los espacios.[43]

Presentan un buen estado de conservación: frigidarium, tepidarium, sudatorium y dos caldaria, además de las estancias de servicio como las destinadas a los hornos o praefurnia.[44]

El foro es el espacio público más destacado en cualquier urbe romana y concentraba las actividades de carácter religioso, político y económico. Por tanto, era la imagen que mejor proyectaba el sentido de la romanización, sobre todo en ciudades sitas en territorio recién conquistado. En Asturica Augusta se sitúa en una zona elevada, en el extremo meridional del cerro donde se asienta la ciudad, y coincide en parte con la actual plaza Mayor.[45]​ El conjunto se extendería por una superficie de más de 31 000 metros2 y los edificios, en esta zona de la ciudad, seguirían un eje norte-sur, a diferencia de la zona septentrional, donde siguen un eje noroeste-sureste.

El cierre de este espacio repite el mismo esquema, tal y como se ha constatado en las diferentes excavaciones llevadas a cabo, por ejemplo, el solar del Antiguo Hospicio, plaza de Santocildes, calle Alonso Luengo; presenta un pórtico doble en el que se abren ábsides semicirculares y exedras de planta rectangular, cuya base usa la misma técnica constructiva, el opus caementicium. En el límite occidental, y en posición axial, se abre una sala de planta rectangular, con cabecera semicircular a la que se accedería a través de una entrada presidida por dos columnas in antis, y cuyo pavimento es de opus sectile, de diseño geométrico. Tradicionalmente, este espacio se ha considerado como un Aedes Augusti, para las ceremonias oficiales de culto imperial,[46]​ pero interpretaciones posteriores sugieren que pudo ser utilizado como sede de la curia.[47]​En la zona central del foro se ubica la estructura conocida como Ergástula romana. Se trata de una galería cubierta con bóveda de cañón y construida en opus caementicium. Su longitud es de 50 metros, su anchura de 5,30 metros y su altura media también de 5,30 metros. Su planta sería en forma de U, siendo la estructura existente su cierre oriental ya que de sus extremos parten cimentaciones en dirección a la actual plaza Mayor. Esta galería sería la subestructura de un edificio, quizás un Ara Augusta, altar dedicado al emperador.[48]

Todo este conjunto pudo no haber sido concebido como foro ya que, por un lado, ocupa una superficie muy superior a la media de las ciudades hispanorromanas (un 11,6 % frente a una media no superior al 2 %), y por otro parece que algunas estructuras ya estaban antes de la planificación de la ciudad, es decir su construcción pudo ser contemporánea al periodo campamental, durante la presencia de la Legión X Gemina. Prueba de ello podrían ser los sillares de arenisca con la inscripción LXG que se utilizaron en la construcción de un edificio próximo al pórtico nororiental.[49]

Por otro lado, los trabajos arqueológicos realizados con motivo de la rehabilitación del Teatro Gullón permitieron documentar,[50]​ en el cierre oriental del foro, los restos de la basílica: un ábside semicircular, con cuatro contrafuertes al exterior, y en su abertura dos columnas in antis, todo ello en opus caementicium. En otra parcela cercana, en la plaza Arquitecto Gaudí, se hallaron dos muros paralelos y un cubo de cimentación de una columna opilar, que pertenecerían al flanco oriental del edificio.[51]

Los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo han aportado información acerca de los distintos recintos defensivos que se levantaron en época romana. El primero correspondería a la cerca o vallum obra de los legionarios de la Legión X Gemina, de la cual se han hallado los fosos que se construían a sus pies, cuyo fin era aumentar su potencial defensivo.[52]

La segunda cerca fue una muralla de piedra construida una vez que el asentamiento dejó de ostentar un carácter militar, dando paso a un asentamiento civil. Tan solo se tienen evidencias de este muro en un solar de la ciudad; contaba con 2,5 metros de ancho y cubos circulares a intervalos, uno de ellos de 5 metros de diámetro. Fue demolido, al menos en parte, en el tercer cuarto del siglo I, momento en el que una vivienda ocupa su espacio. Su construcción habría tenido lugar entre los reinados de Tiberio y Claudio, lo que coincide con las primeras evidencias de arquitectura civil en la ciudad.[53]

La inestabilidad política en época bajoimperial provocó un proceso de fortificación de los núcleos urbanos, especialmente intenso en el noroeste peninsular aunque generalizado en aquellos situados en las vías de comunicación más destacadas.[54]​ Aunque se barajan distintas hipótesis, las tesis actuales defienden para esta tercera cerca una cronología entre finales del siglo III y principios del IV, momento en el que se supera la crisis del siglo III y se produce una recuperación económica. En la historia de esta muralla caben destacar las reparaciones llevadas a cabo en el siglo XIII por el obispo Nuño, que pudieron haber transformado de forma importante el aspecto de la fortificación, y las destrucciones provocadas por los Sitios de Astorga durante la Guerra de la Independencia.[55]

Su estructura presenta dos muros exteriores que funcionan a modo de encofrado de un núcleo levantado con bloques de cuarcitas mezclados con argamasa. En los paramentos exteriores se usó aparejo irregular de bloques de cuarcita, siendo sustituidos en algunos lugares de prestigio por sillares de granito.[56]​ Su trazado está condicionado por la topografía del cerro, de planta trapezoidal irregular. Su estado de conservación actual es deficiente debido a las reparaciones y restauraciones sufridas, y lo que se puede observar es fruto de las obras del siglo XX que ocultaron los muros originales. El trazado original de las torres también se ha visto modificado.

De todos los accesos con los que contó, el único documentado del periodo romano es el ubicado en la tradicionalmente denominada Puerta de Hierro. Fue excavada en los años setenta y reexcavada en los noventa.[57]​ Presenta dos torres semicirculares de 8,20 metros de diámetro realizadas en opus quadratum, al menos en su parte inferior, que dejan un vano de cuatro metros por el que discurría una vía pavimentada con enlosado. Otras de las puertas fueron Puerta de Rey, Puerta del Sol, Puerta del Obispo y el Postigo de San Julián.

Ninguna de las viviendas halladas se ha podido excavar en su totalidad ni se ha podido identificar ninguna estructura relacionada con la actividad artesanal. Esto se debe a la problemática de obtener, de manera completa, la planta de los antiguos edificios: el parcelario de la ciudad moderna no guarda similitud con el de época romana.[58]

Entre todas las domus asturicenses conocidas destacan una serie de ellas por su construcción y por los ornamentos que formaban parte del edificio. Todas emplean la piedra a la hora de levantar sus muros, aunque debió de compartirse con otro tipo de materiales, como pueden ser el adobe o el tapial. La piedra usada fue, principalmente, cuarcita de la Serie de los Cabos, y pizarra de Luarca. Ambas se encuentran fácilmente en los alrededores de la ciudad, debido a que tales formaciones geológicas predominan en su entorno.[58]

También se utilizaron otra serie de materiales para la construcción; en los alrededores de Astorga abunda la arcilla, cuyo uso está probado tanto en adobe y tapial como para la unión de los muros. A pesar de que se desconoce la existencia de alfares cerámicos, hay que pensar que en los alrededores de la ciudad se fabricaban tejas y ladrillos que luego eran utilizados en la construcción. Así lo prueban las numerosas tejas (tegulae) e ímbrices (imbrices) hallados en los trabajos arqueológicos; el ladrillo (later coctus) es abundante, como por ejemplo en los complejos termales, a la hora de levantar los pilares de los hipocaustos.[59]

Las primeras exvacaciones de un conjunto doméstico tuvieron lugar en 1954 en la plaza de Santocildes de la mano de José María Luengo. Las primeras noticias de tal hallazgo se recogen en 1921 pero no fue hasta mediados de siglo cuando la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas incluyó la intervención en su Plan Nacional. Se halló una vivienda en la que se pudieron constatar dos estancias completas y parte de otras tres.[60]​ La mayor parte de sus muros conservaban in situ pinturas, conjunto al que se denominó Pinturas Pompeyanas, datado en la primera mitad del siglo II.

Esta domus debió ocupar más de una insula y su etapa más antigua se sitúa entre el período julio-claudio y el tercer cuarto del siglo I. Esta fase presenta un conjunto de estructuras cuya función, debido a su grado de destrucción, no se ha podido aclarar.[61]​ De todas ellas destaca un espacio señalado como impluvium, que serviría para organizar el conjunto.

Una segunda fase cuenta con un peristilo porticado, con seis columnas en cada lado. Este pórtico estaba rodeado por un pequeño canal, que serviría para recoger el agua de las lluvias a través de la cubierta. En el centro del peristilo se situaba una fuente monumental de cuatro lóbulos, realizada en opus caementicium. Alrededor de las galerías se situarían las habitaciones, para cuya construcción hubo de realizarse una terraza artificial.

La vivienda contaba también con un sector termal. En su zona septentrional se hallaron tres espacios con hipocausto, que se corresponderían con las salas calientes y templadas, aunque sin restos de los praefurnia que los alimentarían, mientras que en la zona meridional apareció un espacio con pavimento de opus sectile, que podría ser el frigidarium. Contiguas a este, varias salas, con suelos de opus signinum, que serían estancias de servicio.[62]

Se sitúa en el extremo suroriental de la ciudad y se trata de uno de los conjuntos domésticos más importantes de los excavados en Astorga.[62]​ Destaca la calidad de los materiales empleados, la variedad de pavimentos (opus signinum, opus spicatum, opus tesselatum) y la pintura mural de sus paredes. Además, contaba con un conjunto termal compuesto por caldarium, tepidarium y frigidarium.

Lo más atractivo es el mosaico que pavimenta una de las estancias, posiblemente un triclinium u oecus. Fechado a comienzos de la dinastía de los Severos, cubre un espacio cuadrado; en las esquinas cuatro vasos o cestas, con motivos florales, y entre ellos cuadros con escenas de pájaros. Esos cuadros rodean un motivo central, que debió estar compuesto por diez medallones con representación de diversos animales, como un oso y un leopardo.[63]

La vivienda se organizaría en torno a un peristilo central. Su planta sufrió una serie de reformas, entre las que destaca la realizada a finales del siglo I o comienzos del II; esta supuso una profunda remodelación de la zona y, por ejemplo, el espacio que ocupa el complejo termal se habilitó en el lugar que ocupaba una cloaca ya en desuso. Esto también conllevó el desplazamiento del eje viario público hacia el oeste.[64]

Situada junto a la esquina noroccidental del foro, esta vivienda es un buen ejemplo de la evolución urbanística que sufrió la ciudad a lo largo del siglo I.[65]

Los espacios de mayor antigüedad ofrecen una orientación noreste-suroeste, que es la misma que presentan el resto de edificaciones en la zona oeste de la ciudad. Tal organización se mantuvo hasta mediados del siglo I, hasta que en la etapa flavia la planta del edificio cambió y sus habitaciones se organizaron en torno a un peristilo.

Al primer momento de la vivienda, fechado a finales de Tiberio (14-37) y comienzos de Claudio (41-54), pertenece una estancia que contaba con un pavimento de opus signinum.

Vivienda denominada así por el hallazgo de un conjunto monetario en los sedimentos sobre los que se edificó; el conjunto lo componen 28 denarios, que en su mayoría corresponden a la época de Augusto y Tiberio. Probablemente se organizaba en torno a un estanque rectangular, alrededor del cual discurría un corredor que daba acceso a las distintas estancias.

Es destacable un pequeño espacio que contaba con un pavimento de losas de pizarra y con un desagüe que desembocaba en la red de saneamiento de la casa. Por ello pudo tratarse de un atrium con su correspondiente impluvium. También se ha podido constatar que la vivienda contaba con una red de agua corriente, ya que se halló una tubería de plomo que presentaba una llave de paso de bronce.[66]​ La vivienda se ha datado en el tercer cuarto del siglo I, en época flavia, existiendo hasta el siglo V, ya en época tardía.

En el ámbito extramuros se han llevado a cabo diversas intervenciones; a los pies del lienzo occidental de la muralla se halló un muro cuya construcción requirió un vaciado realizado en el substrato geológico. Esta trinchera debió de funcionar como vertedero ya que se encontró una gran cantidad de materiales y niveles de ceniza.[67]​ En cuanto al muro, contemporáneo a la muralla altoimperial, serviría como contención para los materiales arrastrados desde la zona alta de la ciudad y el talud del cerro.

También extramuros se han documentado varias necrópolis, principalmente a partir de hallazgos casuales. En 1888 se localizó al sureste de la ciudad, en Prado Otoño, una sepultura de mampostería en cuyo interior había una urna cineraria de vidrio. En 1923 se hallaron varias tumbas, hechas con tegulae, en el ángulo septentrional, junto a Puerta de Hierro. En 1935, en la Moldería Real, se hallaron varios enterramientos de inhumación e incineración. Otra noticia señala la existencia de un enterramiento tardorromano junto al desaparecido convento de San Dictino.[68]​ Otro hallazgo se dio en los años ochenta, en el Colegio Santa María Madre de la Iglesia, donde apareció una lápida asociada a una necrópolis de incineración.[69]

En 2002 se realizó una intervención arqueológica en la calle Vía Nova, durante las obras de canalización del gas, que permitió documentar un recinto funerario. Se hallaron tres tumbas, hechas con ladrillo, que albergaban a dos varones y una mujer y contenían restos del ajuar funerario. Otra inhumación estaba compuesta por cantos rodados, que sellaban el enterramiento de un feto. También se documentaron dos incineraciones, una infantil en una vasija de cerámica y otra constatada por una mancha de ceniza asociada a materiales.[70][71]

Dentro del ámbito de influencia de la ciudad destacan las intervenciones arqueológicas en el castro de la Magdalena —o de la Mesa—, ubicado en la pedanía de Castrillo de los Polvazares. La primera fase se ejecutó en 2006 como parte del proyecto Vías Augustas II, financiado por el Fondo Social Europeo de Desarrollo Regional.[72]​ Se llevó a cabo la documentación del lugar, levantamiento topográfico y excavación arqueológica. Los terrenos fueron adquiridos por Caja España y mediante un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Astorga cedió su uso por 30 años, hasta 2035.[73]

En 2008, el Instituto Leonés de Cultura acordó continuar las actuaciones y tramitar un convenio entre el Ayuntamiento y la Diputación Provincial de León. Se ampliaron los sectores excavados durante la primera campaña y se llevó a cabo una prospección geomagnética del entorno del castro.[74]​ La tercera campaña se llevó a cabo en 2010 y contó con la financiación de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento.[75]

Gracias a las distintas campañas se localizaron evidencias de un poblado prehistórico cuya ocupación se sitúa cronológicamente entre finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro. El poblado se compondría de cabañas, de las cuales solo quedó la impronta del lugar donde estarían los postes. También se hallaron dos estructuras de almacenamiento excavadas en el suelo. Posteriormente fue ocupado en época romana, momento en el que fue organizado en torno a ejes viarios.[76]​ En la parte alta se definieron varias fases de ocupación. La primera, antes del cambio de era, con niveles de combustión, material castreño y terra sigillata itálica; la segunda, a mediados del siglo I, con la construcción de una muralla, calles y varias edificaciones; por último, la tercera fase, de los siglos II o III, con la destrucción de la muralla.[76]

Asturica Augusta, tras la llegada de Roma y la implantación de un nuevo orden social, territorial y fiscal, fue el centro administrativo bajo cuyo gobierno se encontraba un amplio territorio —el convento Asturicense— y a través del cual se controlaba la explotación de los recursos económicos, además de las funciones fiscales y políticas.[77]​ Tradicionalmente se ha pensado que Asturica se organizó bajo la condición de civitas peregrina; estas eran administradas por un consejo que poseía la capacidad de recaudar impuestos y administrar justicia a nivel local, y tenían que proporcionar trabajadores para las explotaciones mineras.

Paralelamente se ha rechazado que su estatus jurídico fuera el de municipium; sin embargo, varios autores opinan lo contrario: Hartmut Galsterer admite que Asturica pudo haber tenido tal estatus debido a la cita de un duumviro en el itinerario de barro. Igualmente, Alain Tranoy se extraña de que Asturica hubiera quedado al margen de la política municipal que se desarrolló durante la reorganización territorial del Noroeste, y que contó con ejemplos como Aquae Flaviae, Bracara Augusta y Lucus Augusti,[78]​ y considera improbable que no obtuviera el estatus municipal, teniendo en cuenta además que fue población de primer orden al ser capital de convento jurídico. Tal promoción municipal pudo haber tenido lugar en el tercer viaje de Augusto a Hispania, entre 15 y 13 a. C., durante el cual se otorgó el régimen municipal a muchas ciudades hispanas.

A favor de tal estatus también está la epigrafía hallada en la ciudad, en la que se mencionan distintos cargos de gobierno relacionados con el poder imperial. Tal es el caso de los legati, los procuratores Augusti (Procuratores Metallorum y Procurator Asturiae et Gallaeciae en el caso de Asturica), un Augusti Dispensator y un Praeses Provinciae. Igualmente, también se alude a los cargos de Magistratus, Curator, Sacerdos y Flamines. Todas esas referencias epigráficas indican que la ciudad ejercía un papel central en el noroeste peninsular, con suficiente capacidad para atraer a población indígena; el hecho de que la segunda parte del Pacto de los Zoelas se firmase en la ciudad confirmaría esta teoría.[79]

Esa importancia también estaría confirmada por la Tábula Lougeiorum, que sugiere la existencia de un Ara Augusta (centro dedicado al Culto Imperial) en el lugar en el que luego se fundaría la ciudad. Ese culto no ha sido constatado arqueológicamente, al contrario que el dedicado a la Tríada capitolina, mencionado en seis inscripciones. Además, el calificativo de magnífica que Plinio le otorga podría estar relacionado con el crecimiento que experimentó debido a las explotaciones auríferas, lo que atraería a burócratas, funcionarios, comerciantes o inmigrantes.[80]

Respecto a los dioses indígenas no se tiene noticia de mención alguna en el territorio astorgano, sin embargo, pueden constatarse en las proximidades, en el pueblo de Cuevas (junto al pueblo de Celada de la Vega), la presencia del dios Caraedudi y en Quintana del Marco, cerca del monte Teleno se encontró la placa Marti Tileno, un dios indígena, señor de la montaña, que los romanos asimilaron a Marte. Sin embargo, estos dioses no aparecen en la propia ciudad de Astorga pues su origen fue campamental romano con una ausencia casi total de población indígena.

La ciudad de Astorga comenzó su vida con el campamento romano por lo que en el tema religioso fueron acogidos los dioses romanos o los dioses griegos adoptados. Se tiene noticia especial de los que tuvieron su culto en la ciudad:

Fueron hallados también en Astorga el dios Esculapio y su hijo Telesphoros, relacionados con la medicina y las curaciones.

Además de la explotación de Las Médulas, en el Bierzo, Asturica contaba bajo su área de influencia un conjunto de explotaciones mineras, repartidas a lo largo y ancho de la Maragatería, cuyas huellas son aún visibles.[86]

Estas explotaciones tienen su origen en época prerromana, siendo abundantes los asentamientos astures conocidos. Sin embargo, fue el imperio romano el que desarrolló profundamente la minería a los pies del Teleno; desde el asentamiento de la Legio X Gemina hasta la fundación del núcleo civil pasaron unos cincuenta años en los que se pacificó el territorio y se establecieron castros y coronas en relación a la explotación minera.

El sistema de trabajo se basó en mano de obra indígena bajo el control de unidades del ejército dependientes de la Legio VII Gemina establecida en León. La ingeniería permitió producciones de hasta seis toneladas al año, cifra destacada teniendo en cuenta que la riqueza de las capas está entre tres y seis gramos por tonelada.

En cuanto al proceso, primero se construía la red de canales que llevase el agua de los ríos hasta la explotación. En esta se almacenaba en albercas, como las que se pueden ver en la explotación de la Fucarona, para luego soltarla a presión sobre conos y galerías; los conos arrastraban material hasta los lugares de sedimentación donde tenía lugar el lavado (arrugia), y las galerías derrumban el sustrato para dirigirlo también a los lavaderos (ruina montium).

En Maragatería, el sistema predominante es el de arrugia. Por ello, los lugares de explotación son abiertos, formando auténticos valles o lagunas artificiales. Los materiales estériles, llamados murias, modificaron el paisaje formando conos de salida, construidos en muchos casos para facilitar el transporte del limo que contenía el oro. Este barro se depositaba en canales de suave pendiente que facilitaban la sedimentación de elementos pesados, y los más finos se filtraban hasta lograr el metal.

La época de esplendor de las minas comenzó con la dinastía Flavia, a finales del siglo I, y se mantuvo hasta mediados del siglo III, cuando entró en proceso de decadencia. Entre las explotaciones que se conservan está la Fucarona, cercana a Rabanal Viejo, en la cual se puede observar la explotación, algunos de los canales para el transporte del agua y cuatro albercas para su almacenamiento. De estas se conserva parcialmente el fondo cubierto con piedra para evitar que el agua se pierda infiltrándose en la tierra.

Entre Luyego y Priaranza de la Valduerna se localiza Fucochicos, otra explotación surgida con el sistema de arrugia y también destacan la Corona de Pedredo, con la explotación minera junto al propio asentamiento, y la Laguna Cernea, restos de una explotación junto a Santa Colomba de Somoza.

En cuanto a la alimentación, en 2010 una investigación arqueológica llevada a cabo por Carlos Fernández y Natividad Fuertes, del área de Prehistoria de la Universidad de León, consiguió rescatar más de un millar de restos de moluscos, datados entre los siglos I y IV, procedentes de las sucesivas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Astorga. A través de su estudio analizaron la importancia de los moluscos, la mayoría ostras, en la dieta de la población romana de Asturica, que tenían gustos de élite en cuanto a alimentación se refería, y que implicaba la existencia de una relación mercantil con poblaciones de la costa atlántica.[87]

Desde la antigüedad Asturica Augusta desempeñó un importante papel en las comunicaciones debido a ser paso obligado para llegar al Bierzo y a tierras gallegas, a través de los puertos de Foncebadón y el Manzanal. Asimismo, su papel administrativo y de gestión requirió una red de comunicaciones —inicialmente de carácter militar— que permitiera la conexión con otras ciudades y ejerciera de arteria económica.[80]​ Las distintas calzadas que pasaban por la ciudad están recogidas en diversos documentos; el más importante es el Itinerario de Antonino, redactado en el siglo III, en tiempos del emperador Caracalla, que indica las siguientes vías para Asturica Augusta:[89]

De todas ellas destacaban la XXVI, que junto a la XXIV conformaba la denominada Vía de la Plata, y la XXXIV, de gran trascendencia histórica pues siglos más tarde sería ruta de peregrinación hacia Santiago de Compostela.[90]​ Otro documento son las Tablas de Barro, halladas a principios del siglo XX en las inmediaciones de Astorga; la tabla III menciona una vía entre Asturica y Augusta Emerita y la tabla IV describe la vía entre Asturica y Bracara. El documento goza de ciertas controversias respecto a su autenticidad,[91]​ si bien en 2012 se pudo verificar su autenticidad mediante la termoluminiscencia, datando las tablillas en el siglo III.[92][93]​ Otros documentos son el Anónimo de Rávena, del siglo VII, que en uno de los itinerarios, coincidente con la vía XVIII de Antonino, también cita a Asturica, y la Tabula Peutingeriana, también del siglo VII, que copia un mapa del siglo IV.[94]



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