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Estados Andinos



Se denomina mundo andino o estados andinos al conjunto de cuatro estados soberanos de América del Sur, que comparten la cordillera de los Andes y una cultura en común descendiente de la civilización inca.

Los países parte del llamado mundo andino que tienen una cultura en común y comparten la cordillera de los andes son: Perú, Bolivia, Chile y Ecuador; mientras que Venezuela, Colombia y Argentina solo comparten la cordillera de los Andes con los demás países y no forman parte de la continuidad cultural andina.[1]​ Además de una unidad cultura andina, existe una identidad cultural amazónica en la parte oriental de estos países.

Estos países forman parte de la Comunidad Andina, durante 2018 Perú formó parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los tres están clasificados como economías de ingresos medios por el Banco Mundial y mantienen un índice de desarrollo humano alto, a excepción de Bolivia que mantiene un IDH medio.

La palabra Andes viene de la expresión anti de la lengua quechua que significa oriente, punto cardinal por donde sale el Sol.[2][3][4]

La manera en que se convirtió en el nombre de la cordillera es explicada en Comentarios reales de los Incas escritos por el Inca Garcilaso de la Vega[5]​:

El cambio del quechua Anti al castellano Andes se explica pues en quechua no se usa el sonido expresado por la consonante d.

Existe otra etimología según la cual anti podría venir de anta que significa cobre.[6][7]​ El filólogo alemán Johann Karl Eduard Buschmann probó que esto no podía ser cierto pues el quechua mantiene la a final en palabras compuestas, como en Antamarca (provincia del cobre).[8][9]

La etapa más extensa de la historia andina es la que precede a la conquista española del siglo XVI. Las evidencias más antiguas de seres humanos permiten suponer que el hombre llegó hace trece mil años procedente de otros continentes, a finales de la última edad glacial, en el pleistoceno para ser más exactos.[10]

Los primeros hombres andinos, organizados en bandas y clanes, eran cazadores y recolectores. La caza de camélidos sudamericanos en las zonas alto andinas (especialmente guanacos); y la pesca y recolección de mariscos en la costa del océano Pacífico (aprovechando la riqueza biológica de la Corriente de Humboldt) fueron sus principales actividades económicas.

En los Andes Centrales, el Periodo Arcaico Andino es la segunda etapa del Precerámico Andino que comprende desde la domesticación de plantas y animales con la aparición de los primeros horticultores seminómadas hasta la aparición de la cerámica.

La vida se hizo más estable, aparecieron las primeras aldeas en las llanuras o en los valles, cerca de los campos de cultivo o en las playas ricas en mariscos, las estructuras más antiguas son las chozas de material vegetal y posteriormente construcciones de piedra y barro; de la misma manera aparecieron los primeros tejidos rudimentarios.

En la segunda mitad de este periodo conocido como arcaico tardío hace su aparición la arquitectura monumental con las primeras sociedades costeñas organizadas bajo la dirección de las jefaturas y se cimientan las bases de la civilización andina.

El precerámico tardío es un periodo terminal del desarrollo de las civilizaciones andinas, donde hace su aparición la arquitectura ancestral aparece con los primeros centros de adoración y se inventa el quipu que era un objeto muy parecido al ábaco que conocemos hoy en día,que se utilizaban para sus controles de ingresos e egresos de su economía y conteo para la caza. Se delimita este periodo hasta la aparición de la cerámica, por lo cual se considera el último periodo del precerámico Andino.

El formativo andino se inicia con la aparición de la cerámica ocurrida en la cuenca de Ucayali con la cultura Tutishcainyo y con la fase Wairajirca de la cultura Kotosh en la sierra y en la costa en el gran yacimiento arqueológico de las Haldas cerca de Casma, aproximadamente en 1 800 a. C. y en la Comarca Limeña en Ancón, en 1 600 a. C.​ y finaliza 200 a.c con la desintegración del Centro Ceremonial de Chavín de Huantar. Entre los logros más importantes destacan la orfebrería, la hidráulica, perfeccionamiento de las técnicas agrícolas, expansión religiosa y encumbramiento del arte textil.[11]

Hacia el 200 a.C. la civilización andina había evolucionado a formas políticas más complejas. La agricultura se hizo extensiva, construyéndose grandes irrigaciones sobre los desiertos de la costa norte y central e ingeniosos acueductos subterráneos en la costa sur. Las sociedades Moche, Nazca, Recuay, Cajamarca, Vicus, Lima y Tiahuanaco (esta con capital en un gran centro ceremonial del mismo nombre en el norte de Bolivia) son las más conocidas y exitosas de este período. La mayoría de ellas parece haber estado regida por sofisticadas élites guerreras que alentaban la producción de objetos de arte de gran calidad, que son considerados algunas de las obras más importantes del arte americano precolombino (especialmente la alfarería moche, nazca y recuay; el tejido nazca, la joyería moche, el arte lítico tiahuanacota).[12]

La cultura Huari se expandió entre el 600 y el 900 d. C. hasta Cajamarca y Lambayeque por el norte y hasta la frontera con Tiahuanaco (a la altura de Sicuani y Moquegua) por el sur, construyendo redes de caminos y popularizando sus formas de gobierno y su estilo de ciudad. Muchos consideran por ello a Huari como el primer imperio andino. Como huella de este proceso está la difusión de la iconografía propia del sur, en particular de los diseños de inspiración Tiahuanaco. Importantes centros huaris en territorio panandino fueron: Wiracochapampa (La Libertad), Pachacámac (Lima), Huilcahuaín (Callejón de Huaylas, Áncash), Huarihuilca (Junín), Piquillacta (Cuzco), Cerro Baúl (Moquegua), Castillo de Huarmey (costa de Áncash).

Hacia el 900 d.C. empezó la decadencia de Huari, por razones que nos son desconocidas. Las diferentes regiones del imperio se fueron independizando del poder de la capital y finalmente esta quedó abandonada y acabó siendo saqueada. Luego de desaparecer el poder imperial las grandes ciudades fueron abandonadas y en muchas regiones se regresó a la vida basada en aldeas poco desarrolladas. Otras regiones, sin embargo, se embarcaron en un nuevo florecimiento regional fundándose de esta manera los reinos y señoríos del periodo Intermedio Tardío tales como Lambayeque, Chimú, Chancay, el señorío Ichma, el señorío chincha o el proto señorío Inca. Sin embargo, los enfrentamientos entre estos señoríos no acabaron y la formación de ejércitos, batallas e intentos de conquista continuarían siglos después.

La ciudad sagrada de Pachacámac, un gran centro de peregrinación de la costa central, que con los huari había alcanzado gran esplendor, tras la decadencia de estos se alzó como centro del señorío Ichma (Lima).

Tras la caída de Huari, el espacio político en el antiguo Perú se recompuso y surgió una serie de estados y señoríos independientes.

En la costa norte, florecieron las culturas lambayeque y chimú, que se disputaron la hegemonía de la región. Los chimús se impusieron, creando un poderoso reino que se expandió hasta Tumbes por el norte y Huarmey por el sur. En la costa central, florecieron los señoríos chancay e ichma. Este último fue protector del célebre santuario de Pachacámac, en el valle del Rímac. En la costa sur, el señorío chincha se constituyó en un poderoso Estado que se expandió por los valles del departamento de Ica, llegando incluso más al sur; asimismo, contó con una numerosa flota de balsas con la que comerció a lo largo de la costa del Pacífico.

El altiplano del Titicaca, luego de la caída de Tiahuanaco (hacia 1100 d. C.), vio el surgimiento de los reinos aymaras, como los collas y los lupaca, cuyas economías estaban dominadas por la ganadería de camélidos sudamericanos. En la sierra nororiental, florecieron los chachapoyas. En la sierra central y sur, el vacío creado por la desaparición de Huari fue llenado por una serie de federaciones de ayllus o clanes macro familiares cuya economía, completamente agraria, tenía fuertes tintes militares y estaba marcadas relaciones rituales. Entre estos pueblos estaban los huancas, los pocras, los chancas y los quechuas del Cuzco. Estos últimos fundaron el Curacazgo Inca.

La civilización inca o incaica, pináculo de la civilización andina, floreció entre los siglos XV y XVI. El término «inca», que originalmente significaba «jefe» o «señor» y que era el título dado al monarca (Sapa Inca) y a los nobles de sangre imperial, acabó por designar globalmente al pueblo o etnia que forjó esta gran civilización.

Los incas extendieron su área de dominio en la región andina abarcando grandes porciones territoriales de las actuales repúblicas de Perú, Chile, Bolivia y Ecuador, así como el noroeste de Argentina y el extremo suroccidente de Colombia. Tomaron de los diversos pueblos o naciones anexados (unos 200) muchas expresiones culturales y la adaptaron a su realidad estatal, difundiéndolos en todo el territorio de su imperio y dándoles un sentido de unidad cultural. Todo ello pudieron lograrlo gracias a una acertada organización política y administrativa.

La historia de la formación del Imperio Inca ha sido reconstruida con dificultad, ya que los pueblos andinos carecían de una escritura propiamente dicha. Los cronistas españoles recogieron noticias histórico-legendarias, de boca de algunos nobles incas.

Según una leyenda transmitida por el Inca Garcilaso de la Vega, el fundador de la dinastía inca fue Manco Cápac, que, junto con su esposa Mama Ocllo, salió del lago Titicaca, enviado por su padre el Sol para fundar una ciudad destinada a civilizar y unificar el mundo andino. La pareja real llegó hasta la región del actual Cuzco, donde se hundió una varilla que llevaban consigo, señal que el Sol les daba indicándoles el sitio donde debería realizarse la fundación. Otra leyenda (posiblemente la que más se ajusta a la tradición inca), menciona a Manco Cápac como integrante de un grupo de cuatro hermanos y sus esposas, también de origen solar, que salieron de las ventanas o grutas del cerro Tamputoco, al sudeste del valle de Cuzco. Manco eliminó primero a sus hermanos, tras lo cual se estableció con sus hermanas y algunos parientes en el valle de Cuzco. Sus sucesores consolidaron el dominio inca en el valle (Curacazgo Inca) y empezaron a enfrentarse a los pueblos vecinos: Sinchi Roca, que solo fue un jefe militar o sinchi; Lloque Yupanqui, que llegó a concretar alianzas con distintos pueblos circundantes, iniciando la llamada Confederación Inca; Mayta Cápac, que logró una victoria sobre los alcahuizas; Cápac Yupanqui, que venció a los condesuyos; Inca Roca, que venció a otros pueblos vecinos; y Yahuar Huaca, cuyo gobierno fue breve y sucumbió a manos de los condesuyos; y Viracocha, que salvó al Estado inca logrando triunfar sobre los pueblos hostiles y emprendiendo luego expediciones victoriosas.

La verdad histórica que se desentraña de estos relatos es que los incas habrían sido una etnia (posiblemente quechua), que hacia el siglo XIII d.C. llegaron al valle de Cuzco, procedente de la región adyacente al lago Titicaca (altiplano boliviano). Una teoría postula que los incas serían herederos del antiguo imperio huari. En el valle del Cuzco se habrían mezclado con algunos pueblos y expulsado a otros. En el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cusqueño y paulatinamente extendieron sus territorios, combatiendo a sus enemigos collas (del altiplano, en la actual Bolivia) y chancas (de las actuales regiones de Ayacucho y Apurímac), en unión con sus aliados quechuas.

Siguiendo con el relato legendario, con la muerte de Viracocha se iniciaron las disputas por el trono. El sucesor legítimo fue depuesto por su hermano Cusi Yupanqui, que adoptó el nombre de Pachacútec (el que transforma la tierra) y encabezó la defensa del Cuzco sitiado por los chancas, logrando el triunfo. Este episodio, que ocurrió hacia el año 1438, marcó el inicio del periodo imperial incaico, es decir, el de las grandes conquistas.

Con Pachacútec (1438-1471) se inició el periodo histórico de los incas, conocido también como el Período Inca Imperial, pues, siguiendo el concepto occidental, al anexarse a muchos pueblos o naciones, el Estado Inca se convirtió en Imperio. Por el norte, Pachacútec sometió a los huancas y tarmas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris, estos últimos en el actual Ecuador. Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. De otro lado, mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyos, por lo que fue conocido como el Tahuantinsuyo (cuatros suyos). Asimismo, organizó a los chasquis (correo de postas) e instituyó la obligatoriedad de los tributos.

El hijo y sucesor de Pachacútec, Túpac Yupanqui (1471-1493) ya había actuado como general durante el reinado de su padre, sometiendo al reino Chimú, sofocando la resistencia de los chachapoyas y avanzando por el norte hasta Quito. Ya como monarca, quiso incursionar en la selva (región de los antis), pero una rebelión de los collas lo obligó a desviarse hacia el Collao. Sometió a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino. Más al sur, amplió las fronteras del imperio hasta el río Maule en Chile. Incluso, según una versión, habría llegado más al sur, hasta el río Biobío. En el aspecto administrativo, mejoró la recaudación de los tributos y nombró visitadores o gobernadores imperiales (tuqriq), dando así a sus dominios una organización centralizada.

El hijo y sucesor de Túpac Yupanqui, Huayna Capac (1492-1525), fue el último gran monarca inca. Durante su gobierno, continuó la política de su padre, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que sofocar en forma sangrienta continuas sublevaciones. Derrotó a los rebeldes chachapoyas y anexionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (actual Colombia). Estando en Tumibamba, en el actual Ecuador, enfermó gravemente de viruelas, epidemia que trajeron los españoles y sus esclavos negros, que por entonces deambulaban por las costas septentrionales del Imperio. Antes de morir, Huayna Cápac designó como sucesor a su hijo Ninan Cuyuchi, pero este falleció también víctima del mismo mal. Otro de los príncipes imperiales, Huáscar, impuso entonces sus derechos al trono y se coronó en el Cuzco, mientras que en la región de Quito, Atahualpa (hijo de Huayna Cápac con una palla o princesa cuzqueña), con el apoyo del ejército y de la población local, se rebeló contra la autoridad de Huáscar, reclamando para sí el Imperio. Entre ambos hermanos y sus respectivos partidarios se desató una guerra civil que finalizó con el triunfo de Atahualpa en 1533. Huáscar fue apresado y su familia exterminada. Atahualpa marchó al Cuzco para ceñirse la mascapaicha o borla imperial, cuando en el trayecto, en Cajamarca, fue sorprendido por los conquistadores españoles bajo el mando de Francisco Pizarro.

La conquista del Perú o conquista del Tahuantinsuyo se refiere al proceso histórico de anexión del Imperio incaico o Tahuantinsuyo al Imperio español. Se considera que inició a poco de haber finalizado la guerra civil por el trono incaico entre los dos hermanos Huáscar y Atahualpa (hijos del inca Huayna Cápac) con las acciones del 16 de noviembre de 1532 cuando el vencedor de la guerra y nuevo inca, Atahualpa, se reunió en Cajamarca con los conquistadores españoles encabezados por Francisco Pizarro. En dicho encuentro Atahualpa y su comitiva fueron emboscados y este tomado preso por los españoles y meses después ejecutado, el 26 de julio de 1533. Posteriormente los españoles, aliados con las panacas huascaristas, además de cañaris, chachapoyas y otras etnias vasallas de los incas, marcharon al Cuzco, la capital del imperio, donde ingresaron el 14 de noviembre de 1533 y proclamaron como nuevo inca a Manco Inca, con la intención de convertirlo en un rey títere. Pero Manco Inca se liberó y al mando de un ejército encabezó una guerra de reconquista que inició el 6 de mayo de 1536 con el sitio del Cusco, donde se encontraba la mayor fuerza española comandada por Hernando Pizarro.[13]​ Aunque causaron grandes bajas a los españoles, las fuerzas de Manco Inca no lograron tomar el Cuzco por la traición de muchos de sus hermanos(como Paullu Inca) y de varias naciones del Tahuantinsuyo. Finalmente, Manco Inca tuvo que disolver a su ejército y retirarse a las agrestes montañas de Vilcabamba, donde instaló la sede de la monarquía incaica (1538), mientras que el resto del territorio fue ocupado por los españoles, quienes tras un periodo de guerra civil entre españoles llevaron adelante el proceso de asentamiento y colonización del Perú. El reinado de los incas de Vilcabamba duraría hasta 1572, cuando el virrey Francisco de Toledo ejecutó al último Inca: Túpac Amaru I. La conquista del Perú duró pues, en propiedad, cuarenta años (1532-1572).

El Virreinato del Perú fue una entidad territorial del Imperio español creada por la Corona Española en el año 1542, con capital en la ciudad de Lima, durante su dominio en el Nuevo Mundo. En un principio, su territorio comprendía casi toda América del Sur, incluyendo Panamá y algunas islas de Oceanía. Aunque no incluía Venezuela, que dependía de la Real Audiencia de Santo Domingo, ni los territorios al este de la línea del Tratado de Tordesillas que pertenecía al Imperio de Portugal.​ Dos siglos después, su inmenso territorio sufrió tres importantes mermas. En 1717 se creó el Virreinato de Nueva Granada al norte. En 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata al sur. Al mismo tiempo la colonia portuguesa del Brasil extendía sus fronteras tomando territorios de la Amazonia.

A pesar de las pérdidas territoriales, todavía a principios del siglo XIX el virreinato del Perú era la principal posesión de la Corona española al tratarse de una de sus principales fuentes de riqueza.

El proceso de independencia hispanoamericana inició el fin del virreinato, conflicto en el que se mantuvo en el bando realista, y funcionó como un importante bastión y centro estratégico de la Corona española en América del Sur. Esto provocó la guerra con la Provincias Unidas del Río de la Plata (creada tras la caída del virreinato homónimo), el cual por el contrario había elegido el camino de la independencia y desde 1810 enviaba fuerzas libertadoras en todas direcciones. Tras independizar la Capitanía General de Chile, el general rioplatense José de San Martín giró nuevamente su atención hacia Perú y preparó un ataque naval. La campaña fue un éxito y San Martín declaró la independencia del Perú, para acto seguido retirarse de su carrera militar. Aún quedaban áreas bajo control realista, así que continuó con la tarea independentista el general grancolombiano Simón Bolívar con la intervención de la Gran Colombia, quien utilizó el apoyo de las guerrillas peruanas y todos los recursos de logística de la sierra peruana, requisando todo lo necesario para una guerra de posiciones. Tras la batalla de Ayacucho el virreinato perdió su rumbo con solo algunos focos de lealtad a la Corona en los Andes y la costa del bajo y alto Perú. Con divisiones internas, sin auxilios de la España peninsular y prácticamente aislado del mundo, la resistencia del virreinato peruano sucumbió en 1824.

Las guerras de independencia hispanoamericanas fueron una serie de conflictos armados que se desarrollaron en las posesiones americanas del Imperio español a principios del siglo XIX, entre 1810 y 1829, en los cuales se enfrentaron el bando a favor de las independencias en una operación conjunta, también denominado patriota o revolucionario, contra el bando a favor de mantener la integridad de la Monarquía española,[14]​ que se conocería más tarde como realista o virreinal. Según la postura historiográfica, estos conflictos además de guerras de independencia, son considerados también guerras civiles[15][16]​ o bien, una combinación de diversas formas de guerras.[17][23]

Tras su independencia, Andinoamérica sufrió en sus países diversos tipos de dictaduras y hombres fuertes. Sin embargo a finales del siglo XX la mayor parte del subcontinente logró hacerse de gobernantes elegidos democráticamente, aunque no en todas las circunstancias se han establecido instituciones duraderas. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, el subcontinente se mantuvo a salvo de la ola destructiva que arrasó Europa, Asia y África y se volvió una vez más receptor natural de miles de refugiados. No obstante entre 1941 y 1942 se desarrolló la Guerra peruano-ecuatoriana.

En la década de 1960 se inició una serie de regímenes dictatoriales favorecidos por las aristocracias locales con apoyo de los Estados Unidos —mediante la doctrina de seguridad nacional— con el objetivo de neutralizar a gobiernos de tendencia socialista en Bolivia.

En 1969 se firma el Acuerdo de Cartagena, lo que da inicio al proceso de integración andino, surgiendo así la Comunidad Andina.

Desde 1999, excepto Colombia, varios países de América del Sur han elegido gobiernos de centroizquierda como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y recientemente Perú, o de izquierda como Bolivia, Ecuador y Venezuela, aunque la mayoría de estos gobiernos abrazan el libre mercado. Sin embargo, a partir de 2015 esta tendencia comenzó a modificarse con la elección de un gobierno de centroderecha en Argentina y la derrota del partido oficialista de izquierda en Venezuela en las elecciones legislativas de ese país.

En cuanto al orden público, el conflicto armado en Colombia ha llevado a que otros estados del subcontinente se impliquen en el desarrollo del mismo. El llamado Acuerdo humanitario ha contado con la participación activa de varios gobiernos andinos, en especial la participación de la administración de Hugo Chávez. La situación dio lugar a la Crisis diplomática de Colombia con Ecuador y Venezuela de 2008 que finalizó en la XX Reunión Cumbre del Grupo de Río, en 2010 se produjo una nueva crisis diplomática entre Colombia y Venezuela que finalizaría con la mediación del Unasur

Francisco Sagasti, Presidente de la República del Perú

Luis Arce Catacora, Presidente del Estado Purinacional de Bolivia

Lenín Moreno, Presidente de la República del Ecuador



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