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Expedición Libertadora del Perú



La Expedición Libertadora del Perú fue una fuerza militar naval y terrestre creada en 1820 por el gobierno de Chile con el objetivo de desarrollar el plan del libertador rioplatense José de San Martín para lograr la independencia del Perú y de esta manera consolidar la independencia del resto de países de América del sur.[8]

El general San Martín se dedica a preparar la independencia del Perú tras consolidar la independencia de Chile, lograda con la victoria en Maipú, y con este fin el 5 de febrero de 1819 fue firmado un tratado entre la nueva República de Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero ante la amenaza de invasión por la Grande Expedición y las disputas internas que se vivían en el Río de la Plata,[8]​ finalmente la fuerza militar sería organizada esencialmente por el gobierno de Chile, y los costos debían ser reintegrados por el futuro gobierno independiente del Perú. El nuevo director supremo de Chile, Bernardo O'Higgins, nombró a José de San Martín como jefe del ejército y al marino escocés Thomas Cochrane, comandante de la flota naval. De esta forma, el «Ejército Libertador del Perú», denominado así por decreto supremo del Congreso de Chile del 19 de mayo de 1820,[9]​ era el Ejército Unido Libertador de Chile, una fuerza combinada de unidades del Ejército de Chile junto con las del Ejército de los Andes.

La rebelión de Rafael del Riego de 1820 hizo desaparecer la amenaza de invasión del Río de la Plata. El marino Lord Cochrane conseguiría barrer los restos del poder naval español en el océano Pacífico. Estos sucesos permitieron embarcar en Valparaíso las fuerzas terrestres del general San Martín y desembarcar el 8 de septiembre en la bahía de Paracas, ocupar la ciudad de Lima, y proclamar la independencia del Perú. El ejército expedicionario, participó en las expediciones de Arenales a la sierra del Perú y las campañas de los puertos intermedios, y permanecería en el bando patriota hasta su pase al bando español con el motín del Callao de 1824, formando el regimiento de la Lealtad o Real Felipe, mientras que sus restos se añadirán a unidades del Ejército del Perú y del Ejército Unido Libertador del Perú.

En 1814 la Capitanía General de Chile fue reconquistada por la corona española tras la batalla de Rancagua, poniendo término al periodo denominado Patria Vieja, en el cual los patriotas chilenos habían gobernado los destinos de la colonia y concebido notables reformas al régimen colonial español pero sin declarar su independencia. Posterior a dicho suceso, las tropas chilenas, junto a los personeros del gobierno, huyeron a Mendoza, donde fueron recibidas por el Gobernador de la provincia de Cuyo general José de San Martín, quien había concebido durante su estadía en la provincia de Córdoba un plan, similar al Plan de Maitland, para la liberación de las colonias sudamericanas del Imperio español.

Este plan consistiría en invadir Chile con un ejército conformado por los restos del Ejército de Chile, derrotado en Rancagua, y tropas argentinas, para llevar esto a cabo, solicitó se le diera la gobernación de la Provincia de Cuyo. Luego de la invasión y liberación de Chile, por el ejército aliado, este se embarcaría por mar rumbo al Perú para extinguir la presencia española en aquella región, dado que suponía una gran amenaza para la independencia de los demás países latinoamericanos. La oportunidad del plan de San Martín pudo ponderse en practica con la rebelión en Cádiz de la Grande Expedición a Ultramar que iba dirigida supuestamente a la reconquista española del Río de la Plata. España dio un vuelco institucional prendiendo al monarca español y instalando el Trienio Liberal en el gobierno. El riesgo de repasar la cordillera desapareció, dejando las manos libres a San Martín para su empresa libertadora del Perú.

La flota que navegaría en el Pacífico con el pabellón de las tres estrellas y llevaría al ejército libertador al Perú se formó por capturas de buques españoles y la compra de naves inglesas y americanas. El primer buque de guerra fue el bergantín español llamado Águila, de 16 cañones, que entró engañado a Valparaíso luego de la batalla de Chacabuco porque los patriotas dejaron las banderas realistas flameando en la fortaleza. Fue capturado y, bautizado con el nombre de Pueyrredón. En su primera misión fue enviado a la isla Juan Fernández a rescatar los patriotas prisioneros de los realistas. Entre ellos estaba Manuel Blanco Encalada, quien sería luego comandante de la flota. Luego llegó el Windham de 44 cañones, comprado por José Antonio Álvarez Condarco en Londres. Fue la destacada Lautaro. Con estos dos buques, luego de la victoria de Maipú, persiguieron a la flota española compuesta por la Esmeralda, la Venganza y el Pezuela que bloqueaba Valparaíso y entorpecía la navegación y hostigaban a los buques neutrales que llegaban al puerto.

En abril de 1818, la Lautaro y el Pueyrredón salieron del puerto y se trabaron en combate con la Esmeralda consiguiendo abordarla. Luego de un importante combate la nave española pudo escapar por su mayor velocidad y dirigirse a Talcahuano. Aunque no se pudo tomarla presa, desde ese momento, la marina chilena dominó las costas de Valparaíso. En julio se compró una corbeta estadounidense que se bautizó como Chacabuco, luego otro bergantín estadounidense que se llamó Araucano. En agosto llegó un navío importante, de 60 cañones, contratado por Condarco en Londres, que se denominó San Martín. El mando de la armada fue confiado a Manuel Blanco Encalada. Los patriotas tenían a fines de 1818 una escuadra que podía combatir contra los realistas en el Pacífico.

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Mientras tanto, en mayo de 1818, zarpaba de la isla de Cádiz con rumbo a Chile, la última expedición española de once transportes, que conducían 2000 soldados del regimiento Cantabria, escoltadas por una fragata de guerra, la María Isabel, de 50 cañones. La noticia se conoció en Buenos Aires, por los agentes del gobierno argentino en Cádiz en el mes de julio. Pueyrredón envió a los bergantines Lucy y el Intrépido para que se incorporen a la flota chilena. En agosto arribó a Buenos Aires el Trinidad, uno de los transportes españoles con la tropa del Cantabria sublevada. Estos se pasaron al bando patriota entregando las contraseñas, rutas y puntos de encuentro. De esta manera los patriotas conocieron con exactitud el punto de reunión y el código de señales de la escuadra realista. En octubre zarpaba de Valparaíso la escuadra chilena al mando de Blanco Encalada, y comandando la infantería de marina el capitán Guillermo Miller. Debían interceptar el convoy español.

Encontraron en el lugar exacto a la María Isabel, el puerto de Talcahuano, protegida por los cañones de la fortaleza. En una destacada emboscada los marinos e infantes, capturaron la nave y la llevaron a Valparaíso donde fue re-bautizada como Fragata O'Higgins. Seguidamente cayeron emboscados a manos de los patriotas cinco transportes con todos sus bagajes. El resto pudo escapar al Callao. Así, Chile, en un golpe de mano dominó el Pacífico y el último regimiento español que partió hacia América había sido casi aniquilado a fines de 1818.

Llegaba entonces a Valparaíso Thomas Cochrane, lord escocés, miembro del parlamento y héroe de muchas batallas en las flotas de Inglaterra. Había aceptado los ofrecimientos de los agentes de San Martín y O'Higgins en Londres. Fue nombrado jefe de la escuadra chilena con el grado de Vicealmirante, y Blanco Encalada, conociendo la capacidad del nuevo jefe, se puso a sus órdenes.

Los independientes, a fines de 1818 podían dominar el Pacífico. Este era el paso previo para poder llevar el ejército al Perú.[10]

En 1819, Fernando VII decide enviar una división naval de refuerzo con destino al apostadero naval de El Callao, en un intento de restaurar el poder naval español en el Mar del Sur. El convoy partió de Cádiz el 11 de mayo de 1819 y estaba integrado por cuatro buques y 1400 hombres. Tres poderosos navíos de guerra, uno el navío de línea San Telmo, de 74 cañones, al mando del capitán de navío Joaquín de Toledo y Parra, otro buque de línea de 74 cañones, al mando de Antonio Tiscar y Pedrosa, el navío Alejandro I. Los otros dos buques eran la fragata Prueba, de 55 cañones, al mando de Manuel del Castillo, y por último, la fragata mercante armada Primorosa Mariana, de 48 cañones, bajo el mando de Melitón Pérez del Camino. La fuerza, bautizada como División del Mar del Sur, estaba al mando del brigadier Rosendo Porlier y Asteguieta, de origen limeño, veterano de Trafalgar y de amplia experiencia en la independencia de México. Pero el estado de los barcos sobre el papel distaba mucho de su situación real. El Alejandro naufragó frente a Río de Janeiro, pudo regresar, el San Telmo, en plena tormenta del Cabo de Hornos se perdió. La Prueba, deteriorada por trayecto pudo escapar a Guayaquil durante el bloqueo del Callao. La Primorosa Mariana es el único que consigue alcanzar el Callao y da la noticia de la desaparición de la división naval española.

La victoria de Maipú hizo posible el comienzo de la conformación de la expedición libertadora hacia Perú. En primer lugar se debía crear una escuadra, después organizar y equipar un ejército poderoso y finalmente preparar armamentos para levantar otros en el Perú. A su vez se debían, además, reducir los últimos focos realistas subsistentes en Chile que resistían aún con tenacidad. El director supremo O'Higgins se encargó de la preparación de la escuadra y de la pacificación del territorio de Chile. La escuadra se formó en gran parte con las adquisiciones de Álvarez Condarco y las naves que el almirante Manuel Blanco Encalada capturó en varios cruceros. Por otro lado el ejército surgía con mayor lentitud pero la constancia y la sagacidad de general San Martín llevó a los gobiernos de Chile y de las Provincias Unidas del Río de la Plata a firmar un acuerdo en febrero de 1819 que decidió en firme su preparación. Entretanto el almirante Cochrane había realizado un crucero por el Pacífico en el que conquistó varias naves y pertrechos, y sobre todo, afirmó su dominio en el mar por el que debía cruzar la expedición.

La guerra civil en las Provincias Unidas complicó la labor bélica de San Martín. El gobierno para sostenerse (como representante de una tendencia), requirió la ayuda de las tropas del ejército de los Andes. Lo exigió primeramente Pueyrredón y posteriormente su reemplazante José Rondeau.

Finalmente el 1 de febrero de 1820 en las Provincias Unidas del Río de la Plata los federales, liderados por el caudillo entrerriano Francisco Ramírez vencieron a los unitarios en la Batalla de Cepeda. El caudillo impuso la disolución del congreso y la renuncia de Rondeau poniendo fin al Directorio. De esta manera no había más una autoridad nacional y cada provincia tenía un gobierno autónomo con sus propias tropas. Esto generó que parte de las obligaciones comprometidas por el gobierno argentino en el tratado ante el Gobierno de Chile respecto de la expedición al Perú, no pudieran ser asumidas. El Ejército de los Andes quedó en una situación autónoma ya que había sido creado por el gobierno de las Provincias Unidas, por lo que San Martín renunció ante sus oficiales, quienes el 2 de abril de 1820 lo ratificaron en el mando.

Como consiguiente, el Ejército de los Andes participó de la expedición al Perú como una fuerza autónoma, situación que se mantuvo hasta el establecimiento de un gobierno nacional en el Perú.[11]

El estandarte de la Expedición Libertadora del Perú que arribó desde Chile tiene el fondo de los colores nacionales de dicho país pero con las tres estrellas [12]​ simbolizando los tres países comprometidos en una alianza por la independencia peruana y cuya representación se conserva en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú en Lima.[13]​ Allí se puede observar en una escena la representación pictórica que corresponde al pase del batallón Numancia que compromete su lealtad a la causa independentista siendo renombrado por San Martín como Batallón Voltígeros de la Guardia.

La escuadra estaba compuesta por 25 naves (mayormente chilenas), de las cuales 8 eran navíos de guerra y 17 de transporte. Todos izaron en su mástil la bandera de Chile. El mando de la escuadra recayó en el vicealmirante escocés lord Thomas Alexander Cochrane.

La tripulación de las naves de guerra constaba de 1624 hombres:

Los siguientes son los buques que también formaron parte de la Escuadra de la Expedición Libertadora.[15]

Según el estado del 15 de julio, el ejército constaba de 4642 hombres: aproximadamente 4000 chilenos y 600 argentinos.[16]​ El 40% de la oficialidad era de nacionalidad argentina. Fue necesario extraer soldados para completar la marinería de la escuadra y unos 170 artilleros para proteger el puerto de Valparaíso. Con esto, el ejército quedó reducido a 4118 soldados y 296 oficiales,[17]​ distribuyéndolos en dos divisiones una llamada "De Chile" y otra "De Los Andes". Se contaba con 25 piezas de artillería. La composición de la fuerza era de:

En cuanto a los batallones, estos fueron los siguientes:

El General en Jefe del Ejército era el general José de San Martín, quien ostentaba el grado de capitán general del Ejército de Chile. Iba como jefe del estado mayor, el general Juan Gregorio de Las Heras. La intendencia seguía a cargo de Juan Gregorio Lemos, que la desempeñaba desde 1816, y el parque, del sargento mayor Luis Beltrán, el mismo fraile que lo había conducido en 1817, al cruzar la cordillera de los Andes.

Tamaño del ejército expedicionario según diversos autores (la cifra más aceptada proviene de Espejo I):[4]

El 10 de agosto de 1820, se embarcó la carga y provisiones del ejército que desembarcaría en el Perú. El 13 del mismo mes comenzaron a moverse los cuerpos desde Quillota hacia Valparaíso. En la mañana del 18, empezó el embarque. El "Araucano" y la "Minerva" izaron vela hacia Coquimbo para recoger un batallón de infantería que se había formado allí. Finalmente el 20 de agosto de 1820, día de San Bernardo y del cumpleaños del Director Supremo de la Nación general Bernardo O'Higgins Riquelme, zarpó a la mar una poderosa fuerza naval de 25 navíos con 6.030 almas a bordo, rumbo al Perú.[31]​ A las 2 de la tarde, la "O'Higgins", enarbolando la insignia del vicealmirante Cochrane y seguida de la "Lautaro" y la "Galvarino", rompió la marcha. La retaguardia la cerraba el navío "San Martín", que llevaba a bordo al generalísimo de la expedición. test

A la altura de Coquimbo, la fragata "O'Higgins" capturó al bergantín estadounidense "Warrior", que había sido enviado por el virrey Joaquín de la Pezuela para espiar al convoy patriota. Con esto se logró desbaratar el plan de espionaje del virrey y obtener información necesaria para el éxito del desembarco. Posteriormente, una vez en alta mar, el Generalísimo de la Expedición informó al jefe de la escuadra sus intenciones de desembarcar en Trujillo, al norte de Lima. El Lord Almirante, partidario de un ataque frontal sobre Lima, trató de convencer a San Martín de su propósito, pero este finalmente solo accedió a uno de los requerimientos del Lord, desembarcar en la playa peruana de Paracas, cercana a la ciudad de Pisco.

Finalmente, en la mañana del 8 de septiembre de 1820, el Ejército Expedicionario desembarcó en la playa de Paracas, localidad cercana a la ciudad de Pisco. El desembarco demoró horas dado que se debió bajar una cantidad enorme de provisiones y pertrechos. Simultáneamente al desembarco, un pelotón de caballería realista, compuesto por 529 hombres al mando del coronel Manuel Quimper, huyó del lugar. El general San Martín ordena que un batallón de caballería e infantería desembarque y establezca una cabeza de puente en el lugar.

En la tarde, San Martín y sus tropas entran triunfante al pueblo y son aclamados por el pueblo. Inmediatamente se ofrecen voluntarios para el ejército, que portan las proclamas que meses antes había entregado Lord Cochrane clandestinamente por todos los puertos del Perú.

San Martín establece su cuartel general en una casa del centro del pueblo e inmediatamente redacta una proclama para el pueblo peruano.

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Los primeros días de octubre de 1820 San Martín decide enviar una sección del Regimiento de Húsares y Dragones, convertidos en Batallón de Cazadores, al mando del entonces Teniente Coronel Rufino Guido en persecución de las tropas realistas que huían al interior de ICA. Los alcanzaron en inmediaciones de Palpa, el día 7 de octubre, y allí se desarrolló el Combate que sería, en definitiva, el Bautismo de Fuego del Ejército Unido. La refriega que tuvo algunos pocos heridos, dado que los soldados del Coronel Manuel Quimper huyeron en masa, culminó cuando dos secciones de estos se pasaron a las tropas patriotas. La contienda llegó a su momento crucial el día 12 en la localidad de Changuillo en la misma provincia peruana y en un combate en localidades también triunfaron las armas de la Patria.

Durante la noche del 20 de noviembre de ese mismo año Thomas Cochrane da un golpe mortal a la Armada Real del Pacífico capturando la fragata española Esmeralda. Pero el 19 de julio de 1821, la flota al mando de Thomas Cochrane pierde el más potente buque del Pacífico, el navío San Martín (alias Cumberland) hundido al naufragar frente a las costas de Miraflores, con todo el botín conseguido hasta el momento, apuntando un exceso de carga, según refiere su comandante, William Wilkinson, que salió absuelto de todos los cargos.

En 1824, durante la campaña de Bolívar en el Perú, los regimientos de los Andes sustituyeron a las fuerzas colombianas en la guarnición de las fortalezas del Callao.

El 5 de febrero de 1824 se subleva toda la tropa de la guarnición del castillo del Callao (Real Felipe), entre ellos el regimiento del Río de la Plata y del 11.º regimiento de los Andes, acaudillados por el sargento mayor Dámaso Moyano, entonces se sublevaron en número de 2000 hombres alegando el racionamiento y falta de pago haciendo prisioneros a sus jefes. El 10 de febrero izaron el pabellón español en las fortalezas del Callao pasándose a las fuerzas españolas y poniendo al mando a un coronel del batallón Talavera, José María Casariego, veterano de las campañas en Chile. Finalmente la guarnición del Callao formó un regimiento de infantería español y fue renombrada por los realistas como de La Lealtad o Real Felipe y Moyano nombrado coronel. El 14 de febrero, dos escuadrones de los granaderos a caballo, algo más de 200 jinetes al mando de Orellano, se unieron al motín desde Cañete. Sin embargo, un escuadrón de granaderos a caballo permaneció con el ejército de Bolívar en la batalla de Ayacucho, unos 80 jinetes, y a su conclusión fueron devueltos, arribando a Buenos Aires el 17 de enero de 1825. Los insurrectos del Callao siguieron combatiendo formando parte de los ejércitos realistas hasta su capitulación en 1826.



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