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Perséfone



En la mitología griega, Perséfone (en griego antiguo, Περσεφόνη Persephónē) es la hija de Zeus y de Deméter. La joven doncella, también conocida por el nombre de Core, se casa con Hades y además de ser una diosa, se convierte en la reina del Inframundo. La forma romana del nombre Proserpina procede de la forma dialectal de este en las ciudades eólicas y dóricas de la Magna Grecia.

La diosa es conocida con dos nombres distintos no relacionados etimológicamente: Perséfone y Core (griego antiguo Κόρη). La forma Core es simplemente el nombre común κόρη para designar a una doncella o mujer joven, lo que evidentemente guarda relación con el significado del nombre de su madre Deméter.[1]

En la literatura épica, el primer nombre tiene la forma jónica Persephonē (Griego antiguo Περσεφόνη) y (especialmente en Homero) Persephoneia (Περσεφονεία,[2]Persephoneia). En otros dialectos, el nombre tiene distintas formas que no son simples variantes dialectales: Persephassa (Περσεφάσσα), Persephatta (Περσεφάττα), además de Periphona (Πηριφόνα) y Phersephassa (Φερσέφασσα). Toda esta variedad de formas sugiere que los propios griegos tenían dificultad en pronunciar su nombre, y por lo tanto tendría un origen pregriego.[3]​ En el Crátilo, Platón la llama Ferepafa (Pherepapha, Φερέπαφα), y lo explica con una etimología ad hoc «porque es sabia y toca lo que se mueve».[4]

Persephatta (Περσεφάττα) se interpreta como «la que avienta el grano», relacionándola con el sánscrito parsa, «haz de grano» y un segundo elemento que tendría en indoeuropeo la forma *-gʷʰn-t-ih} de la raíz *gʷʰen "golpear".[5]

Otra etimología propone explicarlo como 'φέρειν φόνον', pherein phonon, «(la que) trae la muerte».[6]

En una tablilla de griego micénico en Lineal B de Pilos, datada entre 1400 y 1200 a. C. (PY Tn 316), John Chadwick encuentra el nombre (como pe-re-*82 o pe-re-swa) de una diosa *Presa que podría ser identificada con la oceánide Perseis, hija de Océano, y sugiere una posible conexión con el primer elemento del nombre "Perséfone".[7][8][9]

La figura de Perséfone continúa siendo muy conocida en la actualidad. Su historia posee un gran poder emocional: una doncella inocente, el dolor de una madre por el rapto y el regreso de su hija. También es citada con frecuencia como un paradigma de los mitos que explican procesos naturales, con el descenso y el regreso de la diosa provocando el cambio de estación. Actualmente también se valora el hecho de que Hades y Perséfone constituyeron uno de los matrimonios más estables y felices dentro del Panteón griego, con relativamente pocas infidelidades por parte de ambos (Mente y Leuce por parte de Hades y Adonis por parte de Perséfone), y el hecho de que Perséfone gobernase el inframundo en pie de igualdad con Hades, a diferencia del rol de consortes que Hera y Anfitrite tenían como esposas de Zeus y Poseidón

Pero los griegos también conocían otra faceta de Perséfone. Ella era, además, la terrible Reina del inframundo, cuyo nombre no era seguro pronunciar en voz alta y a la que se referían como «La Doncella». En la Odisea de Homero, cuando Odiseo viaja al inframundo, alude a ella como «Reina de Hierro». Su mito central, aun con toda su familiaridad emotiva, era también el contexto tácito de los extraños ritos iniciáticos secretos de regeneración de los misterios eleusinos, que prometían la inmortalidad a sobrecogidos participantes: una inmortalidad en el mundo subterráneo de Perséfone, en un banquete con los héroes bajo su pavorosa mirada.[10]

La mayoría de las fuentes clásicas consideran a Perséfone como hija de Zeus y Deméter, no obstante, la Biblioteca mitológica de Apolodoro recoge una versión alternativa que indica que era hija de Zeus y Estige.[11]

Perséfone estaba recogiendo flores con algunas ninfas, además de las diosas Atenea y Artemisa, en un campo en Enna[12]​ o en la llanura de Nisa[13]​ cuando Hades apareció, emergiendo de una grieta del suelo y la raptó, llevándosela en su carro tirado por yeguas inmortales a su reino subterráneo. Deméter buscaba por todas partes a su hija perdida. Hécate, que había oído los gritos de Perséfone[14]​ o bien la Osa Mayor sugirió a Deméter hablar con Helios, el sol, que todo lo ve, para que le contase lo que había pasado y este informó a Deméter de que había sido Hades quien se la había llevado,[12]​ con el consentimiento de Zeus.[15]​ en otras versiones, quien revela a Deméter lo que ha ocurrido es la ninfa Cíane[16]​ o los habitantes de Hermíone.[17]

Deméter, desolada y llena de cólera, provocó que los campos quedaran estériles hasta que finalmente, Zeus obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes para rescatarla. Sin embargo, ella comió varias semillas de granada, que la obligaban a volver al Inframundo y permanecer allí una tercera parte o la mitad de cada año. En una tradición Perséfone habría comido las semillas voluntariamente después de que Hades la convenciera diciéndole que sería un gran esposo y que ella sería la reina y soberana de los infiernos pero, según otra versión, habría comido las semillas sin saber lo que pasaría después.[17]​ Cuando Perséfone regresó junto a su madre, esta volvió a permitir crecer los frutos y las flores en los campos.[18][12]​ Por otra parte, las ninfas que acompañaban a Perséfone fueron castigadas siendo transformadas en las Sirenas por no haber intervenido.[19]

Fue después del rescate de Perséfone del inframundo cuando Deméter reveló los misterios eleusinos.[20]​ Era frecuente referirse a Perséfone como «Core», que significa «la muchacha» o bien a ella y a su madre Deméter como «las Deméteres» o «las dos diosas».[21][22]​ La historia del rapto de Perséfone era parte de los ritos de iniciación en los misterios eleusinos. En una versión alternativa, Hécate rescató a Perséfone.

Hay que destacar que en los poemas homéricos no aparece expresamente la relación madre-hija de Perséfone con Deméter pero Perséfone sí está ya mencionada como reina del Inframundo. Según contaba Diodoro Sículo, durante la boda que tuvo lugar entre Hades y Perséfone, la isla de Sicilia le fue dada a la novia por Zeus como regalo.[23]

Perséfone, como mujer de Hades, solo mostró clemencia una vez. Debido a que la música de Orfeo era tan arrebatadoramente triste, permitió que este se llevase a su esposa, Eurídice, de vuelta al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió pero falló, al mirar atrás, casi al final del recorrido, para asegurarse de que su esposa le seguía, perdió a Eurídice para siempre.[24]

También departió con Psique cuando esta bajó al inframundo por encargo de Afrodita en búsqueda de un cofre que la habían mandado buscar.

De igual forma se encuentra en el mito de Minte. Esta ninfa se convirtió en la concubina de Hades, quien, según el mito fue pisoteada por Kore (Core), y la transformó en una planta de menta, la cual también es conocida como "Hedyosmos".[25]​ En una versión las palabras de la ninfa comparándose con la diosa del inframundo llegan a oídos de Deméter y en otra es la propia Perséfone quien la confronta pero en ambas versiones el resultado es el mismo para Minte.

Una vez Hades se enamoró y secuestró a una ninfa llamada Leuce y la llevó al inframundo. Perséfone enfadada por ello la transformó en un álamo blanco. También otra versión del mito cuenta que quien la transformó pudo haber sido Hades para inmortalizarla a la hora de su muerte natural.

Perséfone era el objeto del cariño de Pirítoo. Su amigo Teseo y él prometieron casarse con sendas hijas de Zeus. Teseo escogió a Helena, la secuestró con la ayuda de Pirítoo y decidió retenerla hasta que tuviese la edad de casarse. Dejaron a Helena con la madre de Teseo, Etra, y viajaron al inframundo, reino de la elegida de Pirítoo, Perséfone, y del marido de esta, Hades, quien fingió ofrecerles hospitalidad y preparó un banquete. Tan pronto como la pareja se sentó, las serpientes se enroscaron en torno a sus pies, atrapándolos.[26]​ Teseo fue finalmente rescatado por Heracles.[27]

Perséfone también figura en la historia de Adonis, el consorte sirio de Afrodita. Cuando Adonis nació, Afrodita lo tomó bajo su protección y fue hechizada por su belleza sobrenatural. Afrodita se lo dio a Perséfone para que lo cuidara, pero esta también quedó asombrada por su belleza y rehusó devolvérselo. La discusión entre las dos diosas fue resuelta por Zeus o Calíope, quien decidió que Adonis pasase varios meses —cuatro o seis, según distintas versiones— con cada una.[28][29]

Según la tradición más habitual, el matrimonio formado por Perséfone y Hades fue estéril. En cambio Perséfone fue seducida por su propio padre en forma de serpiente y tuvo un hijo: Zagreo, que fue asesinado por los Titanes a instancias de Hera. No obstante, en un fragmento de Esquilo se dice que a veces se consideraba a Zagreo como hijo de Hades.[30]​ Por otra parte, un himno órfico hace a Perséfone madre de Melínoe, tras haberse acostado con Zeus, estando este disfrazado de Hades para engañar y seducir a su hija de nuevo, aun así también se le da la paternidad de Melínoe a Hades en algunas versiones [31]​ y la Suda indica que Macaria era hija de Hades, aunque sin mencionar quien era su madre.[32]​. Por último, en la tradición órfica se indica que las Euménides eran hijas de Hades y Perséfone al ser deidades del inframundo.[33]

Muchos investigadores modernos han tratado de argumentar que el culto a Perséfone fue una continuación de la adoración que ya se le profesaba en el Neolítico o en la civilización minoica. Entre los clasicistas, esta tesis ha sido defendida por Günter Zuntz[34]​ y cautamente incluida por Walter Burkert en su definitivo libro La religión griega.

El mitólogo Károly Kerényi ha vinculado a Perséfone con Ariadna, y ha sugerido su identificación con la anónima «señora del laberinto» de Cnosos.[35]

Por otra parte, la hipótesis de un culto universal a la Madre Tierra ha estado bajo una creciente crítica en los últimos años. Para saber más sobre esta controversia, vea el artículo Diosa Madre.

Inspirados por James Frazer, Jane Ellen Harrison y los mitólogos modernos, algunos investigadores han etiquetado a Perséfone como una deidad de vida, muerte y resurrección.




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