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Museo Pío-Clementino



Los Museos Vaticanos (en italiano Musei Vaticani) son las galerías y el conjunto de estancias de valor artístico propiedad de la Iglesia y accesibles al público en la Ciudad del Vaticano.

Muestran obras de una extensa colección de la Iglesia católica. Su base fundacional fue la colección privada de Julio II, que fue elegido papa en el año 1503; más tarde otros papas han ido aumentando las extensas colecciones de que constan estos museos. Este conjunto museístico se compone de diferentes edificios de museos temáticos, edificios pontificios, galerías, monumentos y jardines. A este conjunto de edificios también pertenece la Biblioteca Vaticana, una de las mejores del mundo.[2]

El origen de los museos vaticanos se configuró a partir de las obras de arte que de manera privada tenía el cardenal Giuliano della Rovere, que cuando fue escogido papa en 1503, con el nombre de Julio II, trasladó su colección al Patio del Belvedere de Inocencio VIII en un gran jardín que se adornó con algunas esculturas, hoy conocido bajo el nombre de Patio Octógono: el Apolo de Belvedere, la Venus Feliz, el Río Nilo, el Río Tíber, la Ariadna dormida y el grupo de Laocoonte y sus hijos, escultura encontrada el 14 de enero de 1506 en la Domus Aurea de Nerón, en la colina romana del Esquilino;[3]​ fue el arquitecto Giuliano da Sangallo quien identificó la escultura, adquirida por el papa Julio II. Se construyeron nuevos edificios y también pasadizos junto con galerías para unirlos con otros, anteriormente edificados; con el paso del tiempo y el acceso al poder de nuevos papas, se fueron desarrollando y ampliando hasta formar los actuales museos.

Los fondos de arte también fueron creciendo gracias a la tradición de las grandes familias italianas de formar colecciones, ya que estas familias eran las que tenían entre sus miembros cardenales que llegaban al pontificado. Por otro lado, las colecciones de obras de arte se enriquecieron y aumentaron gracias a todos los tesoros de las catacumbas romanas, las obras de la basílica de San Pedro y de las de San Juan de Letrán, así como de todas las excavaciones arqueológicas realizadas en suelo romano, ya que los terrenos donde está situada la Ciudad del Vaticano, fueron ocupados por los etruscos y posteriormente por el Imperio romano en tiempos de Augusto. En esta zona llamada Jardines de Nerón sufrió martirio san Pedro, y Constantino I el Grande, después de su conversión al cristianismo, hizo construir una basílica hacia el año 326.

La gran etapa constructiva del Vaticano se inició en 1447 con el papa Nicolás V que encargó al arquitecto Bernardo Rossellino el diseño de la nueva basílica de San Pedro y al pintor Fra Angelico la decoración de la capilla Nicolina; fue el fundador de la Biblioteca Vaticana. Sixto IV, en 1471, hizo construir una nueva capilla, la Sixtina, con la decoración pictórica de diversos artistas, entre ellos Sandro Botticelli y Pietro Perugino. En el antiguo palacio de Inocencio VIII, se construyó como acceso a las plantas superiores, desde un extremo del jardín de Belvedere, una rampa helicoidal diseñada por Donato Bramante, que la realizó en la época de Julio II (hacia el 1505), con un punto de fuga único en la parte superior entre las columnas que son sucesivamente dóricas, jónicas y corintias, con una forma cilíndrica vacía, que van perdiendo grueso y aceleran la sensación de acceso.[4]​ El papa Benedicto XIV en el año 1740, reorganizó las nuevas salas de los museos Sacro y Profano así como el gabinete de Medallas. Se crearon después los museos Pio-Clementino, proyectado por los papas Clemente XIV y su sucesor Pío VI durante la época de sus papados, comprendida entre los años 1769 y 1799.[5]

La ilustración y los descubrimientos arqueológicos de Johann Joachim Winckelmann, nombrado conservador de las antigüedades romanas y bibliotecario del Vaticano en 1756,[6]​ dieron como resultado un gran impulso para la exposición de las grandes colecciones que poseía el Vaticano; a partir de entonces y sin interrupción se hicieron trabajos de catalogación para la exposición pública de sus fondos. El siguiente papa, Pío VII, en 1800 encargó a Antonio Canova la organización del museo que lleva su nombre: Museo Chiaramonti, creando la primera sección de la pinacoteca. Fue en 1837 cuando Gregorio XVI inauguró el Museo Gregoriano Etrusco; poco después se fundó el Museo Gregoriano Egipcio (1839). Se fundó también en el Palacio de Letrán el Museo Gregoriano Profano (1844).

A partir de 1870, con el fin del Estado Pontificio, se reorganizó la exposición de las obras de arte en la Iglesia católica y se tomaron nuevas medidas para afrontar los siguientes años, hasta que pasados 60 años comenzó a haber cambios significativos.

Pío XI en 1932 abrió la Pinacoteca, en la que expuso cuadros sustraídos por Napoleón con el Tratado de Tolentino (1797) y devueltos a raíz del Congreso de Viena (1815) y otras obras de la colección del Vaticano. Se fundó además el museo Misionero-Etnológico (Pío XI, 1927). Unas décadas después se trasladaron al Vaticano las antiguas colecciones lateranenses: los museos Gregoriano Profano y Pío Cristiano (1970) y el Museo Misionero-Etnológico (1973), con los nuevos criterios de renovación del Concilio Vaticano II, en 1973, se fundó la colección de Arte Religioso Moderno bajo el pontificado de Pablo VI así como también el Museo de las Carrozas.[7]​ También se reorganizaron los museos Gregoriano Egipcio (1989, 2000) y gregoriano Etrusco (1992, 1994, 1996). En esta reorganización se puede también incluir la creación del Museo Histórico, que posteriormente sería dividido en 1985, teniendo su sede en el Palacio de Letrán.

En febrero del año 2000 se inauguró la entrada monumental, en el fuerte norte de las murallas vaticanas, cerca de la antigua entrada realizada en 1932 por Giuseppe Momo con una escalera de caracol en rampa, cuya balaustrada fue diseñada por Antonio Maraini y que actualmente sirve de salida del museo.

Fue fundada por Nicolás V (1447-1455), gran amante del arte, con estudios de teología y arte realizados en Bolonia. Este papa inició una gran etapa de renovación. Para la Biblioteca Vaticana compró un gran número de manuscritos, que se añadieron a los que se habían reunido anteriormente; se encargó la organización a Bartolomeo Platina, quien elaboró el primer catálogo en el año 1481.[8]​ El papa Sixto V, en 1587, encargó al arquitecto Domenico Fontana la construcción de un nuevo edificio.

La biblioteca custodia unos 75 000 manuscritos y más de 1 100 000 libros, de los cuales 8000 son incunables.[9]

Se ha incorporado el Salón Sixtino, dedicado principalmente a exponer ejemplares bibliográficos como los códices de Virgilio y el Rollo de Josué, entre otros.

La biblioteca permanece cerrada al público desde el año 2007 por obras de restauración, con una duración prevista de unos tres años.[11]

Como era habitual antiguamente en las bibliotecas, además de libros se conservaban otros objetos de colección, en este Museo Sacro se exponen obras de arte menor medieval, como el Díptico de Rambona del siglo IX. Este museo fue un proyecto del papa Benedicto XIV (1740-1758), según reza en una inscripción que se puede leer en la entrada:

Benedicto XIV dispuso de una nueva sala para la colección de arte profano, con el objetivo de reunir las obras menores de la Antigüedad, tal como había hecho con las de arte sacro. La colección consta de importantes pinturas romanas del siglo I como las Bodas aldobrandinas, copia romana de principios del Imperio de un original griego del pintor Etión,[12]​ y unos frescos con relatos de la Odisea.

Como los anteriores, esta colección procede de la Biblioteca Vaticana y contiene más de 100.000 piezas, divididas entre las monedas romanas y las pontificias, siendo una de las más extensas que se conocen dentro de su especialidad.[13]

Fue el primer museo vaticano, fundado por el papa Clemente XIV en 1771. A cargo de los arquitectos: Alessandro Dori (fallecido en 1772), Michelangelo Simonetti y más tarde por Camporesi.

Originalmente contenía obras del Renacimiento y antigüedades clásicas. Tras la muerte de Clemente XIV, el museo y su colección fueron ampliados por el papa Pío VI (1775-1799).

Pio VI se encargó de construir una entrada, el atrio de las Cuatro Cancelas, desde el cual se accedía subiendo por la escalera Simonetti hasta la Sala en forma de Cruz Griega, por donde se accedía a la Sala Redonda, después la Sala de las Musas, la Sala de los Animales y por último al antiguo Patio de las Estatuas del Belvedere, ahora llamado Patio Octógono. El recorrido actualmente "obligado" es en sentido contrario, desde el Vestíbulo Cuadrado hasta la Sala I (Sala en forma de Cruz Griega).[14]

Fue en el año 1797 cuando las obras maestras del museo fueron llevadas a París según el Tratado de Tolentino. Estas regresarían al museo entre las fechas 4 de enero y 11 de agosto de 1816, según la orden del Congreso de Viena, ya durante el papado de Pío VII.[15]

Tras la muerte de Pío VI, se le dio su nombre actual, por haber aumentado considerablemente el número de obras de arte que este museo contenía, a pesar de haber perdido las obras maestras como consecuencia del Tratado de Tolentino.

Durante el papado de Pablo VI el museo volvió a tener cambios (durante los años 1972-75) con la colocación de algunas obras de distinta forma para facilitar las visitas de los turistas, se instaló además (también en el resto del Vaticano) un sistema de vigilancia televisivo y de telecomunicaciones. No recibiría en el futuro grandes cambios que afectasen significativamente al número de obras.

Este museo muestra esculturas romanas y griegas en las doce salas que dispone, así como en el Patio Octógono. El origen de buena parte de las esculturas se debe a la colección privada del papa Julio II, que hasta final del siglo XVIII se mantuvo en los jardines del palacio de Belvedere.

Toma el nombre de su fundador Barnaba Chiaramonti, el papa Pío VII (1800-1823), que le encargó al escultor Antonio Canova la organización y la reforma del mismo. Se encuentra dividido en tres galerías:[16]

En 1837, fue fundado el museo etrusco, por el papa Gregorio XVI (1831-1846). Este museo tiene descubrimientos arqueológicos que aparecieron durante las excavaciones que se llevaron a cabo a partir de 1828 en el sur de Etruria hasta el 1870, año en el que los Estados Pontificios se tuvieron que limitar al perímetro del Vaticano. Posteriormente, se incorporaron al museo obras de gran importancia:

El museo contiene material del siglo IX  a. C. hasta el siglo I, y abarca desde la edad de hierro hasta material encontrado en las ciudades etruscas. La historia milenaria de los etruscos está contada por medio de cerámicas, y objetos de bronce, oro y plata que demuestran que esta era una civilización particularmente artística. También cuenta con una colección de vasos griegos, que fueron encontrados en cementerios etruscos. Adyacente a este museo, se encuentra una sección dedicada a antigüedades romanas, provenientes de la misma Roma y de Lazio.

Este museo se encuentra localizado dentro del Palacio de Inocencio VIII (1484-1492) y en un edificio contiguo de la época de Pío IV (1559-1565), donde se pueden observar frescos de Federico Baroci y de Federico Zucari, entre otros pintores. Está compuesto por 22 salas.

En 1839 se estableció el Museo Egipcio, con antiguos objetos extraídos de excavaciones de esa región, junto a otras piezas que se encontraban diseminadas en el Vaticano y en el Museo Capitolino. Este museo también fue fundado por Gregorio XVII. Las piezas que aquí se encuentran provienen de Egipto, de Roma y de Villa Adriana de Tívoli, proviniendo algunas de ellas de colecciones privadas como la colección de Carlo Grassi, cedida a Pío XII y que consiste en bronces egipcios de los siglos X al IV a. C., así como el famoso Libro de los muertos.

El interés de los papas por las obras de Egipto estaba relacionado al rol fundamental atribuido a este país con las Sagradas Escrituras en la Historia de la Salvación. El museo ocupa nueve salas divididas por un semicírculo abierto hacia una terraza que cuenta con numerosas esculturas. En dos de estas salas se encuentran objetos encontrados en la antigua Mesopotamia y en el Levante mediterráneo.

El Museo Gregoriano Profano, fue fundado en 1844 por el papa Gregorio XVI en el Palacio de Letrán, fueron posteriormente transferidas, bajo el pontificado de Juan XXIII (1958-1963), hacia su actual ubicación dentro del Vaticano.

Contiene estatuas, bajorrelieves, esculturas y mosaicos de la era romana. Fue ampliado en 1854, bajo el pontificado de Pío IX (1846-1878), con la adición del Museo Cristiano Pío, que contiene antiguas esculturas, especialmente sarcófagos, ordenados por la temática, con inscripciones con contenido cristiano.[17]

Entre 1856 y 1869 se abrieron dos salas que alojaron monumentos provenientes de las excavaciones de Ostia, entre otras. En 1910, bajo el pontificado de San Pío X (1903-1914), fue establecido el Lapidario Hebreo. Esta sección contiene 137 inscripciones en Hebreo antiguo provenientes de cementerios en Roma, la mayoría de un cementerio ubicado en la Vía Portuense, de las catacumbas de Monteverde al lado del río Tíber, descubiertas en 1602, si bien no fueron exploradas hasta los años 1904-1906.[18]​ Estas inscripciones fueron donadas por los marqueses Pellegrini-Quarantoti, quienes eran los dueños del terreno.

Fue fundado en el año 1927 por el papa Pío XI (1922-1939), y si situó en principio en el Palacio de Letrán, al lado de la basílica de San Juan de Letrán, hasta el año 1963, cuando el papa Juan XXIII (1958-1963) lo trasladó al Vaticano.

Durante unos años permaneció cerrado al público por obras de reforma y conservación. Ha estado reestructurado en cuatro secciones y con subdivisiones dedicadas a las prácticas religiosas de cada estado de Asia, Oceanía, África y América. Se cifra en unas 80.000 piezas la colección de este museo.[19]​ Muchas de estas obras fueron cedidas al papa con ocasión de la Exposición Universal Misionera del Año Santo de 1925, contiene también, importantes legados como el de la colección del antiguo Museo Borgiano de Propaganda o los retratos en yeso de amerindios, realizados por el escultor alemán Ferdinand Pettrich (1798-1872).[20]

Después de la invasión de Roma por las tropas de Napoleón, un importante número de obras de arte fueron trasladadas al Museo del Louvre de París, según el Tratado de Tolentino. En el año 1815, se estableció una cláusula en el Congreso de Viena en la que se acordaba el retorno de estas obras, con la exigencia al papa Pío VII (1800-1823) de exponerlas públicamente, ya que durante el siglo XVIII, solo se habían organizado exposiciones puntuales.

Las obras, una vez recuperadas, fueron expuestas primero en los departamentos Borgia, pero a causa de las malas condiciones en que se encontraban se procedió a trasladarlas nuevamente. Pío X (1903-1914) hizo acondicionar los establos de Belvedere, que también resultaron poco adecuados por las condiciones térmicas desfavorables; esto y el aumento constante del número de obras para exponer hizo que el papa Pío XI ( 1922-1939), encargase la construcción de un nuevo edificio al arquitecto milanés Luca Beltrami el año 1932.[21]

Son cerca de quinientas las obras que se exhiben en la Pinacoteca Vaticana. Las pinturas están expuestas en dieciocho salas, ordenadas cronológicamente del siglo XII hasta finales del siglo XIX, con una representación de las mejores escuelas italianas: la sienesa (Perugino), la florentina (Giotto di Bondone, Leonardo da Vinci), la veneciana (Giovanni Bellini, Tiziano) y la boloñesa (Guido Reni).[22]

pintura al óleo sobre madera

223 × 255 cm

1320

óleo sobre madera

34 × 60 cm

1437

Pintura al temple sobre madera

300 × 215 cm

1473

fragmento de fresco

93,5 × 117 cm

1480

óleo sobre madera

103 × 74 cm

1482

temple sobre madera

1496-1499

temple sobre madera

410 × 279 cm

1516-1520

óleo sobre tela

300 × 203 cm

1602-1604

óleo sobre madera

305 × 171 cm

1604-1605

óleo sobre tela

320 × 186 cm

1628-1629

La colección inaugurada por Pablo VI (1963-1978), el año 1973, se realizó bajo los criterios de renovación del Concilio Vaticano II y está compuesta por 800 piezas distribuidas en 55 salas. Representan los movimientos artísticos del siglo XX y los fondos provienen de donaciones realizadas por coleccionistas o por los mismos artistas.[23]

Entre los artistas expuestos hay, entre otros, Auguste Rodin, Vincent van Gogh, Paul Gaugin, Maurice Denis, Odilon Redon, Vasili Kandinski, Marc Chagall, Paul Klee, Ernst Barlach, Max Beckmann, Otto Dix, Maurice Utrillo, Giorgio de Chirico, Giorgio Morandi, Georges Rouault, Oskar Kokoschka, Bernard Buffet, Renato Guttuso, Giacomo Balla, Francis Bacon, Giacomo Manzù, Pablo Serrano, Eduardo Chillida, Salvador Dalí y Pablo Picasso.[24]

Construida bajo el pontificado de Nicolás V (1447-1455) en el segundo piso del palacio papal, se encargó la decoración pictórica a Fra Angelico, quien lo realizó entre los años 1447 y 1451, en plena madurez de su carrera artística. El pintor pintó al fresco la vida de los santos Esteban y Lorenzo; las divisiones las hizo mediante elementos arquitectónicos netamente clásicos con arcos de medio punto y colores pasteles, los tejidos de las vestiduras fueron ricamente trabajados. Además, también representó a ocho Padres de la Iglesia (griega y romana) y a los cuatro evangelistas en las esquinas de la bóveda.

Fra Angelico, pintó las diversas escenas de la vida de san Esteban en el registro superior, y en el inferior la vida de san Lorenzo, un diácono natural de Huesca, que fue nombrado tesorero papal en el siglo III y que, al negarse entregar los tesoros de la iglesia a los romanos, fue martirizado. El pintor hace una narración de gran naturalismo, que enmarca la obra plenamente en el renacimiento.[25]

Rodrigo de Borgia, cuando fue nombrado papa con el nombre de Alejandro VI (1492-1503), fue quien encargó al Pinturicchio, discípulo del Perugino, la decoración de sus estancias, compuestas por seis salas. Para cada una de ellas, escogió un tema diferente:

El decorado del techo está realizado con molduras y dorados tratando de ensalzar los símbolos del comitente con un gran emblema pontificio con el escudo de los de Borja o Borgia.

A la muerte de Alejandro VI las salas fueron cerradas, hasta que en 1897, durante el pontificado de León XIII, se restauraron y fueron abiertas al público.[26]

Apenas llegó a Roma, Rafael fue presentado por Donato d'Angelo Bramante al papa Julio II. Se trata de cuatro estancias que escogió el papa como residencia privada; encargó la decoración pictórica al joven Rafael, que fue ayudado por sus discípulos entre ellos Giulio Romano, Giovanni da Udine y Perin del Vaga. Empezaron a trabajar en 1508 hasta 1524. Cuando murió Julio II en 1513, el siguiente papa León X (1513-1521), siguió con el encargo para que Rafael continuara las dos salas que le faltaban; después de la muerte del pintor en 1520, acabaron los frescos de la última sala sus ayudantes.

Es una sala de planta rectangular, de 10 x 8 metros, está cubierta totalmente por pintura al fresco, con una iconografía, propuesta por el mismo Julio II, con el tema central de la Verdad, del Bien y de la Belleza, los tres trascendentales de la filosofía clásica.

En esta estancia se había de confirmar la autoridad del papado y los intereses de Julio II, que en aquel momento se enfrentaba con el Concilio cismático de Pisa. Rafael empezó los frescos en el año 1511 y los finalizó en 1514. En sus muros se encuentran narrados cuatro episodios y en la bóveda cuatro más bíblicos, sobre la protección de Dios al pueblo escogido. Recorre toda la sala un friso, decorado con doce cariátides, pintadas en color monocromo.

Pintada en tiempos de León X (1513-1521), esta sala se hacía servir de comedor (aunque más tarde se destinó a sala de música), por lo tanto las pinturas se realizaron en tonos áuricos y la decoración tiene una iconografía de episodios relacionados con anteriores papas que se llamaron León y que tuvieron alguna conexión con León X.[39]

El incendio del Borgo.

Coronación de Carlomagno.

Batalla de Ostia.

Encargada a Rafael por León X en el año 1517, según Vasari solo le dio tiempo, antes de su muerte, a realizar los diseños de los frescos. La ejecución de las pinturas se debe aparte de sus discípulos, en especial a Giulio Romano.

Detalle de Visión de la Cruz, de Giulio Romano.

Bautismo de Constantino. Se atribuye a Giovanni Francesco Penni.

Fue construida entre 1471 y 1484, en la época del papa Sixto IV, del cual procede el nombre por el que es conocida. En su interior tienen lugar los cónclaves y otras ceremonias oficiales, como los nombramientos papales. Es célebre por su decoración pictórica, obra de Miguel Ángel.

En el centro de la bóveda se representan nueve escenas rectangulares sobre la creación y la caída del hombre, rodeadas por profetas y sibilas, los antepasados de Jesús y arquitecturas y esculturas fingidas. El muro sobre el altar mayor, con una superficie de 13,7 × 12,2 m, está ocupado por el Juicio Final, encargado por el papa Pablo III en 1535. La composición se centra en torno a la figura de Cristo Juez, el cual se muestra despojado de los atributos de la iconografía tradicional, desnudo, con una anatomía atlética y un gesto de poderosa autoridad.[44]

Esta es la última colección incorporada a los Museo Vaticanos. Se inauguró el 25 de septiembre de 2007.

Se recogen todos los sellos y las monedas de la Ciudad del Vaticano, desde el momento de su nacimiento (1929) hasta hoy; contiene también la gran colección filatélica de los Estados Pontificios, así como piezas con algunos errores.

El museo se divide en dos secciones:

En los museos también es posible encontrar, entre otras, las siguientes colecciones:

Una gran colección de tapices del siglo XV a XVII, principalmente son tapices flamencos de procedencia del taller de Pieter Coecke, de la época del papa Clemente VII, como Los Hechos de los Apóstoles cuyos cartones fueron realizados por discípulos de Rafael para la Capilla Sixtina, y que se exponen en esta sala desde el año 1838.

Debe su nombre a los cuarenta mapas pintados al fresco sobre los muros, representando las regiones italianas y las posesiones de la iglesia en la época del papa Gregorio XIII (1572-1585). Fueron realizados entre los años 1580 y 1585 según los cartones de Ignazio Danti, famoso geógrafo de ese tiempo. Considerando los Apeninos el elemento divisorio, sobre una pared están pintadas las regiones bañadas por los mares Liguria y Tirreno, sobre la otra las regiones bañadas por el Adriático. Cada mapa regional representa el plano de su ciudad principal. A destacar los frescos de Ignazio y Antonio Danti (1580-1583) que muestran las bellas posesiones del papa en Venecia. Fueron restaurados por el papa Urbano VIII (1623-1644).

Promovida por el papa Pablo VI el año 1973, conserva numerosos carruajes usados por diferentes papas, entre ellos el construido para León XII,[45]​ junto con sillas de mano, carrozas de gala, automóviles y papamóviles. Se trata de una de las dos secciones del Museo Histórico Vaticano; la otra se encuentra en el Palacio de Letrán.

Desde el año 1929 todos los museos y galerías pontificias dependen del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El Vaticano tiene una política que prohíbe vender las obras de arte, entre las cuales se incluyen 460 pinturas de maestros como Giotto, Caravaggio y Rafael.

En el año 2003 la Ciudad del Vaticano tuvo ingresos por el costo de las entradas a estos museos de tres millones de visitantes.[cita requerida]

El enorme flujo de turistas dificulta entrar a los Museos con la puntualidad deseada. Las colas llegan a ser extraordinariamente largas en Semana Santa, ya que en los días más señalados (Viernes Santo y algún otro) los Museos Vaticanos cierran y los miles de turistas llegados a Roma se apresuran a visitarlos en los pocos días de que disponen.



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