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Nada



La nada se define como ausencia e inexistencia de cualquier objeto.[1]​ Según el contexto, existen varios conceptos de nada. La necesidad de este concepto es un escollo para el realismo ingenuo y el empirismo, porque, a ese respecto, en la realidad no existe equivalente. En el sentido común la palabra «nada» se usa para referirse a la ausencia de objetos determinados en un lugar y tiempo concretos.

Diversos filósofos y teólogos han estudiado el concepto de nada (no confundir con inexistencia). El concepto de nada varía ampliamente entre las diversas tradiciones filosóficas y culturas, especialmente la occidental y la oriental. Así, en el budismo, el Shunyata es el estado vacío de la mente.

La raíz etimológica de «nada», res nata, es contradictoria del significado actual, pues significa cosa nacida. Quizás este —para muchos—[cita requerida] insospechado y contundente hecho justifique las tal vez permanentes e irreconciliables concepciones antagónicas, y la reificación no incurra ya en falacia.

En contraste, en la filosofía griega la idea de la nada surgió con los problemas de la negación del ser, de la conservación del ser y de la imposibilidad de afirmar la nada. En particular, Parménides creyó que del «no ser» (la nada) no se puede hablar. Epicuro y Lucrecio aseveraron que la materia no se puede crear de la nada, ni destruir a nada, postulados posteriormente negados por el pensamiento cristiano. En el siglo XX el empirismo lógico sostuvo que todo ocupándose de la nada es un contrasentido, un mal uso sintáctico del lenguaje. De este modo se descalificó toda especulación acerca del problema.[2]

En las teorías de la asociación y de la asamblea de Mario Bunge se formalizan el concepto ontológico de nada como individuo nulo, que se designa mediante el símbolo .[3]​ En la teoría de la asociación, el individuo nulo es el elemento neutro del conjunto de individuos sustanciales con la operación binaria de asociación.

Por definición, al ser el elemento neutro de un monoide conmutativo,

En la teoría de la asamblea, el individuo nulo es el elemento neutro aditivo del conjunto de individuos sustanciales con dos operaciones binarias, una de yuxtaposición y otra de superposición, y una operación unaria de elemento inverso. Por definición, al ser el elemento neutro aditivo de un álgebra de Boole,

En ambas teorías el concepto de individuo nulo permite formular con precisión varios teoremas de conservación. Por ejemplo:

Ningún individuo sustancial se asocia destructivamente con otro. Si , entonces no existe tal que o .


Bunge reifica el concepto ontológico de nada, ya que, así como la óptica necesita los conceptos de cuerpo nulo y campo de luz nulo (oscuridad), considera al individuo nulo como una ficción necesaria para la ontología.

Martin Heidegger se ocupó con hondura del problema de la nada. No lo hizo tanto en su obra cumbre, Ser y tiempo, de 1927, como en su trabajo breve ¿Qué es metafísica?, de 1930. Allí, después de plantear y elaborar la cuestión, la aborda con un reiterado interrogante: «¿Por qué hay ente en su totalidad y no más bien la nada?».[4]

En esta obra, se estima que la nada le está vedada al pensamiento científico, porque la ciencia nada quiere saber de ella. Empero, se sostiene que la nada es significativa, pues sobre ella reposa o se asienta el ser. Así, el problema del filósofo se plantea desde el enigma de "que haya algo en vez de nada".[5]

La existencia humana está íntimamente ligada a la nada. Se la revelan temples anímicos de profundo aburrimiento y, especialmente, de angustia. Ambos le patentizan la nada, y entre los dos le tornan incomprensible la existencia del ente en su totalidad. La angustia —de raíz kierkegaardiana— es el estado emotivo fundamental de la existencia. El hombre puede angustiarse por esto o por aquello, pero, desvanecidas estas particularidades, la existencia continúa angustiada. Y, si al existente se le interroga por la causa de su angustia, casi espontáneamente responderá: "Por nada".

En su obra fundamental El ser y la nada (1944), Jean-Paul Sartre, influido por Heidegger, durante sus estudios en Alemania, ahondará la temática heideggeriana. En este tratado, de estructura complicada, como la máxima obra de su maestro, se acabará sosteniendo que el ingreso de la nada al mundo se debe a la existencia del hombre. Como en Heidegger, la nada será anterior, lógicamente, al «no» y a la «negación», y aunque muchos crean que Sartre reifica a "la" nada, lo cierto es que usa a tal concepto de «nada» como un operador dialéctico, ya que para él la nada es algo «irrealizante», es decir, una negación de un ser que permite o da lugar a la existencia de otro u otros seres posteriores (casi siempre más evolucionados): mientras que los objetos no conscientes coinciden en su existencia con su esencia, en los humanos, al tener capacidad de consciencia, la esencia es algo que pueden realizar (ya en la existencia o en vida) posteriormente al existir.[6]

En las ciencias, al ser ontologías centrípetas[cita requerida], se tratan diversos entes nulos. Puede haber tantos individuos nulos como clases naturales. En particular destaca el vacío o campo nulo, al cual en las teorías de campos se le asignan propiedades como poseer índice de refracción igual a uno. Físicamente es imposible delimitar una región del espacio-tiempo que no contenga cosas, ya que los campos gravitatorios no se pueden bloquear, y todas las partículas cuya temperatura no sea el cero absoluto generan radiación electromagnética (de acuerdo a la noción cuántica de energía del punto cero).

Físicamente, pues, la nada también es una idealización un estado posible pero físicamente irrealizable en la práctica. Tan es así que en la llamada aniquilación partícula-antipartícula, un caso particular del teorema ontológico arriba demostrado, no existe realmente tal aniquilación o destrucción. Se refieren a un positrón, a un electrón y a un fotón, entonces

(1)

sino que

(2)

La transformación física (1) es imposible ya que violaría el principio de conservación de la energía, mientras que (2) se encuentra frecuentemente en el laboratorio y es perfectamente compatible con las leyes de conservación.

En matemática el vocablo «nada» es polisémico:

En álgebra elemental la cancelación de términos nos da como resultado el elemento neutro: , que puede referirse al cero (con respecto a la suma), al uno (con respecto a la multiplicación), a la función identidad (con respecto a la composición de funciones), a la matriz de ceros (con respecto a la suma de matrices), a la matriz identidad (con respecto a la multiplicación de matrices), al vector nulo (con respecto a la suma de vectores) o a la cadena vacía (con respecto a la concatenación —de cadenas—). En aritmética la nada es el cero, se usa para representar la ausencia de un objeto en un lugar de un espacio.

En tiempos de Newton se concebía el vacío y confundía con "nada" como un medio uniforme desprovisto de masa llamado espacio cuya geometría era euclídea. La idea de Newton sobre el espacio que consideraba infinito e inmutable no estaba exenta de elementos místicos. La noción del vacío como espacio en el que las partículas materiales se movían, se vio ligeramente alterada con el desarrollo de la teoría del éter que era un medio material que permitía la propagación de las ondas luminosas en el vacío, ya que aunque Newton había propuesto que la luz estaba formada por corpúsculos ciertos experimentos como el de la doble rendija habían llevado a la concepción mayoritaria de que los fenómenos relacionados con la luz podían explicarse mejor con la teoría ondulatoria. Por lo que a finales del siglo XIX no era muy popular la idea de que el vacío no estuviera lleno de algo.

El experimento de Michelson y Morley comportó el abandono de la idea de la existencia del éter y se volvió a la idea que el vacío realmente no contenía nada. Sin embargo, tanto el principio de indeterminación de Heisenberg como la teoría cuántica de campos sugirieron que el vacío era algo físicamente más complicado, y la creación de pares llevó a la idea de que el vacío no podía ser la nada, ya que la física cuántica parecía compartir que estaba lleno de partículas virtuales que se creaban en pares partícula-antipartícula y se destruían continuamente.



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