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Protestas de la plaza de Tiananmén de 1989



Las protestas de la plaza de Tiananmén de 1989, también conocidas como la masacre de Tiananmén, la revuelta de Tiananmén o el incidente del 4 de junio (en chino: 六四事件), consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes chinos, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el ejército chino disolvió la movilización: la plaza de Tiananmén, en Beijing, capital de China. Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el Gobierno era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida. El acontecimiento que inició las protestas fue el fallecimiento de Hu Yaobang.

Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista, que ocupaba el Gobierno por aquel entonces, una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones. El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tiananmén para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían entre 200 y 500 según gente que estuvo presente, los muertos fueron tanto civiles como soldados, y fueron fuera de la plaza. [1][2]

Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera del país y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tiananmén causó la condena internacional de la actuación del Gobierno de China.

En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1990, tomada entre otros, por el reportero gráfico estadounidense Charlie Cole, en la cual se muestra a un joven opositor enfrentándose a una columna de tanques, apodado el hombre del tanque.[3][4]​ Las reformas políticas de China desde 1986 terminaron en las protestas de Tiananmen, mientras que el programa de Reforma y Apertura se detuvo hasta la "inspección del sur de Deng Xiaoping" en 1992.[5][6]

Desde 1978, el presidente del Gobierno chino, Deng Xiaoping, había liderado una serie de reformas políticas y económicas que conllevaban el establecimiento gradual de una economía de mercado y cierta liberalización política que distendía el sistema establecido por su predecesor, Mao Zedong. A principios de 1989, estas reformas políticas y económicas habían llevado a dos grupos a una insatisfacción con el Gobierno.

El primer grupo incluía estudiantes e intelectuales, los cuales creían que las reformas no eran suficientes y que China necesitaba reformar su sistema político, dado que las reformas económicas solo afectaban a los granjeros y a los obreros de las fábricas. Además, los ingresos de los intelectuales quedaban muy rezagados respecto a los de los beneficiados por las reformas. Estaban descontentos con los controles políticos y sociales que ejercía el Gobierno. Por añadidura, este grupo conocía la liberalización política emprendida en la Unión Soviética con el nombre de glásnost por el presidente del Gobierno soviético, Mijaíl Gorbachov. El segundo grupo estaba constituido principalmente por obreros industriales de las ciudades, que creían que las reformas habían ido demasiado lejos. Las reformas económicas habían empezado a causar inflación y desempleo, lo que, juzgaban, amenazaba su forma de vida.

En 1989, el principal apoyo del Gobierno estaba constituido por los campesinos rurales, que habían visto cómo sus ingresos se incrementaban considerablemente durante la década de 1980 como resultado de las reformas instauradas en el país. Sin embargo, este apoyo tenía una utilidad limitada porque los campesinos rurales estaban distribuidos a lo largo de país, y permanecieron desorganizados y con dificultades para movilizarse, en contraste con los grupos urbanos, que estaban organizados en escuelas y unidades de trabajo.

El acontecimiento que encendió la mecha de las protestas fue la muerte, por enfermedad, del ex número dos del Partido Comunista, Hu Yaobang, que había sido expulsado del Gobierno por Deng Xiaoping en febrero de 1987. Hu era visto como un liberal, y su expulsión en respuesta a las protestas estudiantiles de 1987 fue vista como injusta en determinados círculos. Además, la muerte de Hu permitió a los ciudadanos de China expresar su descontento con sus sucesores sin temor a la represión política, pues habría resultado extraño y contrario a las convenciones sociales de la época en China expulsar al pueblo del funeral de un exsecretario general del partido del Gobierno.

Las protestas empezaron como pequeños disturbios, en la forma de oraciones por Hu Yaobang y reivindicaciones para que el partido revisara la visión oficial de la figura de Hu. Las protestas crecieron tras las noticias de enfrentamientos con la policía; los estudiantes creyeron que los medios de comunicación estaban distorsionando la naturaleza de sus actividades, lo que incrementó el apoyo a su protesta. En el funeral de Hu, un gran grupo de estudiantes se encontró en la plaza de Tiananmén y pidió reunirse con el vicepresidente del Gobierno, Li Peng, ampliamente reconocido como el rival político de Hu, petición que no fue atendida. En consecuencia, los estudiantes hicieron un llamado a la huelga en las universidades de Pekín. El 26 de abril de 1989, un editorial en el Diario del Pueblo, tras un discurso interno hecho por el presidente del Gobierno, Deng Xiaoping, acusó a los estudiantes de crear tumultos. El discurso enfadó a los estudiantes, y el 29 de abril 50 000 estudiantes acudieron a una de las calles de Pekín, haciendo caso omiso de los avisos disuasorios realizados por las autoridades e insistieron en la retirada de lo dicho en el discurso.

En Pekín, la mayoría de los estudiantes de la ciudad participaron en las protestas con el apoyo de sus instructores y otros intelectuales. Los estudiantes rechazaron las asociaciones oficiales de estudiantes, estrechamente relacionadas con el Partido Comunista y establecieron sus propias asociaciones. Los estudiantes se veían a sí mismos como patriotas chinos, herederos del Movimiento del Cuatro de Mayo por la «ciencia y la democracia» de 1919. Las protestas evocaban también los recuerdos de las protestas de la plaza de Tiananmén de 1976 que llevaron a la expulsión de la Banda de los Cuatro. Desde sus orígenes en el funeral de Hu Yaobang, considerado por los estudiantes como un defensor de la democracia, la actividad estudiantil se desarrolló gradualmente durante el curso de sus protestas desde protestas contra la corrupción política hasta demandas de libertad de prensa o la reforma del control sobre el Estado por parte del Partido Comunista de China y de Deng Xiaoping, el entonces presidente del Gobierno. También se realizaron algunos intentos parcialmente exitosos de entrar en contacto con estudiantes y obreros de otras ciudades.

Las protestas iniciales fueron realizadas por estudiantes e intelectuales que creían que las reformas de Deng Xiaoping solo contemplaban medidas económicas de liberalización del mercado y desregulación estatal, mientras que no eran acompañadas de una reforma política en la cual se instaurara la democracia. Pronto atrajeron el apoyo de los trabajadores urbanos, que creían por su parte que las reformas habían ido demasiado lejos. Esto ocurrió porque los líderes enfocaron sus protestas en la corrupción, protesta que ambos grupos ejercían en común, y porque los estudiantes fueron capaces de invocar arquetipos chinos en su beneficio.

En contraste con las protestas de 1987, que fueron realizadas principalmente por estudiantes e intelectuales, las protestas de 1989 consiguieron un amplio apoyo de los trabajadores urbanos, alarmados por la inflación creciente y la corrupción. En Pekín fueron apoyadas por una amplia fracción de la ciudadanía. En otras ciudades como Ürümqi, Shanghái y Chongqing se consiguieron porcentajes similares de apoyo, y más tarde en la colonia británica de Hong Kong, en el territorio de Taiwán y por parte de las comunidades chinas de Norteamérica y Europa.

El 4 de mayo, aproximadamente 100 000 estudiantes y obreros marcharon sobre Pekín pidiendo reformas para la libertad de expresión y un diálogo formal entre las autoridades y los representantes de los estudiantes. El Gobierno rechazó la propuesta de diálogo tal como se les presentaba, mostrándose en cambio dispuesto a hablar con las organizaciones estudiantiles oficiales. El 13 de mayo grandes grupos de estudiantes ocuparon la plaza de Tiananmén y emprendieron una huelga de hambre, pidiendo al Gobierno la retirada de la acusación realizada en el editorial del Diario del Pueblo y que comenzaran las conversaciones con los representantes elegidos por los estudiantes. Cientos de estudiantes siguieron la huelga de hambre y recibieron el apoyo de otros miles de estudiantes y residentes de Pekín, que continuaron las protestas durante toda la semana.

Las protestas y las huelgas empezaron en muchas universidades de otras ciudades, desde donde viajaron muchos estudiantes a Pekín para unirse a las manifestaciones. Generalmente, las manifestaciones en la plaza de Tiananmén mantenían un cierto orden, con marchas diarias de estudiantes de varias universidades de Pekín mostrando su solidaridad con el boicot a las clases académicas y con el desarrollo de las protestas. Algunos estudiantes cantaron La Internacional en varias manifestaciones[7]​ y mostraron asimismo su apoyo al socialismo chino y al Gobierno, ayudando a la Policía Nacional china a arrestar a tres hombres de la provincia de Hunan que habían lanzado tinta sobre un gran retrato de Mao que se encontraba al norte de la plaza de Tiananmén.[8]​ Uno de estos hombres, Yu Dongyue, permaneció en prisión hasta el 22 de febrero de 2006.[9]

La estrategia principal de los manifestantes se basó en una huelga de hambre emprendida por un número estimado de entre varios cientos y más de mil estudiantes. Esta huelga alcanzó gran resonancia entre el pueblo chino. Aunque no se observaron huelguistas de aspecto demacrado, una leyenda urbana china, que persiste en la actualidad, dice que algunos de ellos murieron de hambre.[10]

Se hicieron algunos intentos parcialmente satisfactorios para los propósitos de los manifestantes con el objetivo de negociar con miembros del Gobierno de China, que estaban cerca, en los edificios centrales del Partido Comunista en Zhongnanhai. A causa de la visita del presidente del Gobierno soviético, Mijaíl Gorbachov en mayo, muchos periodistas de medios de comunicación extranjeros se presentaron en China. La cobertura que realizaron de las protestas fue intensiva y generalmente favorable a los manifestantes, pero pesimista acerca de sus posibilidades de lograr sus objetivos. Hacia el final de las protestas, el 30 de mayo, se erigió una estatua a la diosa de la democracia en la plaza, esculpida por los estudiantes de Bellas Artes, que constituyó un símbolo visual de la protesta para los televidentes que seguían la cobertura de la prensa en todo el mundo.

El Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, junto con los ancianos del partido (oficiales del Gobierno y del Partido ya retirados pero que aún ejercían influencia política), albergaban, en un principio, la esperanza de que las protestas tendrían una vida corta o que reformas de carácter cosmético satisfarían a los manifestantes. Deseaban evitar la violencia tanto como fuera posible, y confiaron en un principio en el aparato del partido para persuadir a los estudiantes de abandonar la protesta y volver a sus estudios. Una barrera a la acción efectiva fue que el propio líder del Gobierno, Zhao Ziyang, apoyaba muchas de las reivindicaciones de los estudiantes, especialmente las concernientes a la corrupción. Sin embargo, los manifestantes estaban compuestos de grupos diversos con reivindicaciones diversas, lo que dificultó estas primeras medidas. Incluso no estaba claro con quién debía negociar el Gobierno, y cuáles eran las peticiones de los diferentes grupos. La confusión y la indecisión entre los manifestantes se tradujeron así en confusión e indecisión del Gobierno. Los medios oficiales también mostraron esta indecisión en el Diario del Pueblo, alternando entre la simpatía con los manifestantes con su denuncia.

En las altas esferas del liderazgo del partido, el secretario general Zhao Ziyang estaba fuertemente a favor de una aproximación suave a los manifestantes, mientras que Li Peng se mostró partidario del acoso por la fuerza, lo que causó que después de la masacre se le llamase en Occidente "el carnicero de Tiananmén".[11]​ En última instancia, la decisión de disolver las manifestaciones por la fuerza se tomó por un grupo de ancianos del Partido que veían la posibilidad de abandono del Estado unipartidista como una vuelta al caos de la Revolución Cultural. Aunque muchos no tenían cargo oficial, tenían la capacidad de controlar el ejército, pues Deng Xiaoping era el presidente de la Comisión Militar Central y tenía la capacidad de declarar la ley marcial. Los ancianos del partido creyeron que las protestas duraderas eran una amenaza a la estabilidad del país. Los manifestantes fueron considerados por el Gobierno como una herramienta de los partidarios del «liberalismo burgués», que estarían moviendo las cuerdas en la sombra, y como herramientas de miembros del Partido que buscaban satisfacer sus ambiciones personales.

Aunque el gobierno chino declaró la ley marcial el 20 de mayo, las manifestaciones continuaron. La huelga de hambre se aproximaba al fin de la tercera semana, y el Gobierno decidió acabar con el asunto antes de que se produjeran muertes. Tras una deliberación entre los líderes del Partido Comunista, se ordenó el uso de la fuerza militar para resolver la crisis, y Zhao Ziyang fue despojado del liderazgo político como resultado de su apoyo a los manifestantes. El Partido Comunista decidió detener la situación antes de que fuera más lejos.

Los soldados y tanques de las divisiones 27 y 28 del Ejército Popular de Liberación fueron enviados para tomar control de la ciudad. Aunque el Gobierno ordenó a todos los civiles de Pekín que permanecieran en sus casas mediante emisiones de televisión y megafonía, las advertencias no fueron tenidas en cuenta y muchos manifestantes pacíficos fueron atacados por los soldados; la violencia ejercida tuvo como resultado enormes bajas civiles y algunas muertes de soldados.[12][13]​ El gobierno chino atestiguó la muerte de varios cientos de personas.[14]

La entrada de las tropas en la ciudad recibió la oposición activa de muchos ciudadanos de Pekín, cuya resistencia causó bajas entre los militares. Los ciudadanos construyeron grandes barricadas en las carreteras que ralentizaron el progreso de los tanques, pero la plaza quedó vacía en la noche del 4 de junio, por decisión de los manifestantes. El combate continuó en las calles que rodeaban la plaza, con los manifestantes avanzando repetidamente hacia las tropas armadas del Ejército Popular de Liberación, que respondió con fuego automático y la Estatua de la Democracia fue derribada por un tanque.[15]​ Muchos ciudadanos heridos fueron puestos a salvo por conductores de rickshaws, que se aventuraron en tierra de nadie entre los soldados y la multitud y llevaron a los heridos a los hospitales.[16]

La eliminación de la protesta se vio simbolizada en los medios de comunicación occidentales por la fotografía de un manifestante solitario, tomada el 5 de junio, de pie frente a una columna de tanques, deteniendo su avance. El hombre continuó de pie desafiante frente a los tanques durante media hora antes de ser expulsado del lugar.[17]​ A pesar de los esfuerzos, hasta el día de hoy los medios de comunicación occidentales han sido incapaces de identificar a la figura solitaria. La revista Time le eligió como una de las cien personas más influyentes del sigo XX. Poco después del incidente, el diario británico Sunday Express le identificó como Wang Weilin, un estudiante de 19 años de edad; sin embargo, la veracidad de esta identificación es dudosa. Bruce Herschensohn, asistente especial del expresidente de los Estados Unidos Richard Nixon y miembro del equipo de Ronald Reagan, aseguró que fue ejecutado catorce días después de la revuelta por un pelotón de fusilamiento. Jan Wong escribió que este hombre sigue con vida y se oculta en un área rural de China. William Bell, escritor canadiense, asegura en cambio que se llamaba Wang Aimin y fue ejecutado el 9 de junio.

En la propia plaza hubo un debate entre los que, como Han Dongfang, deseaban retirarse pacíficamente, y los que, como Chai Ling, deseaban permanecer en la plaza pese al riesgo de que hubiera un baño de sangre. Los partidarios de la retirada ganaron, y los manifestantes dejaron la plaza. El Gobierno de la República Popular China ha asegurado que no murió nadie en la plaza, un hecho que, de acuerdo con los testimonios de los que estuvieron en la plaza, parece ser técnicamente cierto, pero no habla de las bajas durante la aproximación a la plaza. El número de muertos y heridos sigue siendo un secreto de estado. Un funcionario no identificado de la Cruz Roja china aseguró que hubo 2600 muertos, 2000 ciudadanos heridos y que se perdió contacto con 400 soldados. De acuerdo con las universidades, murieron 23 estudiantes. El Comité Central de Asociaciones Autónomas de la Universidad de Tsinghua habló de 4000 muertos y 30 000 heridos. Chen Xitong, el alcalde de Pekín, informó 26 días tras los acontecimientos de que 36 estudiantes y decenas de soldados murieron, ascendiendo hasta un total de 200 muertos, y 3000 civiles y 6000 soldados heridos.[18]​ Los reporteros extranjeros que estaban en Beijing afirmaron que habían muerto al menos 3000 personas. Se crearon algunas listas de bajas a partir de fuentes clandestinas que hablaban de 5000 muertos.[19]​ Sin embargo, es interesante remarcar que los documentos de la NSA desclasificados en 1999 muestran que la inteligencia estadounidense estimó entre 180 y 500 la cantidad de muertos. De esta forma, las estimaciones del Gobierno chino concuerdan con la estimación oficial estadounidense. Por otra parte, antes de que el Gobierno de Pekín restableciera el control de las noticias en China por completo, una emisión en inglés desde Beijing afirmó que habían muerto al menos 3000 estudiantes. Dado que es imposible obtener acceso a información objetiva debido a la ley marcial, todavía no se han resuelto las discrepancias entre las diferentes fuentes.

En 2017 el Gobierno británico desclasificó un telegrama del, por entonces, embajador británico Alan Donald, en el que asegura que el número de civiles muertos es de unos 10 000.[20][21]

Después de la disolución de las protestas de Pekín el 4 de junio, estas continuaron en gran parte de China durante unos días. El Gobierno de la República Popular China fue incapaz de finalizar estas protestas fuera de Pekín sin la pérdida de un número significativo de vidas.

Durante y tras la represión de la protesta se realizaron intentos de arrestar y perseguir a los líderes del Movimiento Democrático de China, en especial a Wang Dan, Chai Ling y Wu'er Kaixi. Wang Dan fue detenido y enviado a prisión, y más tarde se le permitió emigrar a los Estados Unidos. Wu'er Kaixi escapó a Taiwán. En la actualidad está casado y trabaja como comentarista político de la Televisión Nacional Taiwanesa. Chai Ling escapó a Francia y más tarde recaló en los Estados Unidos.

Los obreros que fueron arrestados en Beijing fueron juzgados y ejecutados [cita requerida]. En cambio, los estudiantes, muchos de los cuales provenían de familias relativamente influyentes, recibieron sentencias mucho más suaves. Incluso Wang Dan, el líder estudiantil que encabezaba la lista de los más buscados, acabó pasando solamente siete años en prisión [cita requerida].

En el Gobierno, Zhao Ziyang, que se había opuesto a la ley marcial fue expulsado del poder, y Jiang Zemin, por entonces el alcalde de Shanghái, que no estuvo involucrado en los acontecimientos, tomó posesión del cargo de Presidente de la República Popular China. El ascenso de Jiang al poder se ha interpretado con frecuencia como una recompensa por parte de Deng Xiaoping por la capacidad de Jiang para mantener el orden en Shanghái, que contrastó con el caos que se apoderó de la capital. Los miembros del Gobierno prepararon un informe del incidente, que se publicó en Occidente en enero de 2001 con el nombre de los Documentos de Tiananmén, que da el punto de vista del gobierno chino acerca de los manifestantes y fue proporcionado por una fuente anónima.

Los dos presentadores de la CCTV, que informaban el 4 de junio fueron despedidos pocos días después de los acontecimientos [cita requerida]. Wu Xiaoyong, el hijo de un miembro del Comité Central del Partido Comunista de China, y el viceprimer ministro Wu Xueqian, fueron expulsados del Departamento de Programas en Inglés de la Radio Internacional China [cita requerida]. Qian Liren, director del Diario del Pueblo, el periódico del Partido Comunista de China, fue asimismo expulsado a causa de los artículos en apoyo a los estudiantes.

Las protestas de la plaza de Tiananmén dañaron la reputación de la República Popular China en los países occidentales. Los medios de comunicación occidentales habían sido invitados para cubrir la visita de Mijaíl Gorbachov en mayo, y se encontraban por tanto en una posición excelente desde la que cubrir en directo la represión del gobierno chino, especialmente la BBC y la CNN. Los manifestantes aprovecharon esta oportunidad, creando carteles dirigidos a la opinión pública internacional. La cobertura se facilitó por los conflictos gubernamentales acerca de la manera de tratar las protestas, lo que tuvo como resultado que las emisiones no fueran interrumpidas inmediatamente.

Durante la disolución de las protestas, el 4 de junio, se ordenó a la CNN que finalizara sus emisiones, y aunque trataron de desafiar estas órdenes y cubrir las protestas a través del teléfono, el Gobierno inhabilitó los enlaces por satélite. La única cadena de televisión que pudo grabar en el interior de la plaza en la noche del 3 al 4 de junio fue TVE. La mayoría de las cadenas se encontraban en el Hotel Beijing, desde donde no se ve la plaza de Tiananmen.[22]

Las imágenes de las protestas junto con la caída del comunismo en la Unión Soviética y en Europa del Este contribuyeron a formar la opinión y la política occidentales sobre la República Popular China durante la década de 1990 y los primeros años del siglo XXI. Se produjo una considerable simpatía por las protestas estudiantiles en Occidente y, casi inmediatamente, los Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron un embargo concerniente al comercio de armas, y la imagen de la década de 1980 de China como un país que emprendía reformas y un contrapeso aliado contra la Unión Soviética fue reemplazada por la de un régimen autoritario muy represivo. Las protestas de Tiananmén se mencionaron frecuentemente en Estados Unidos como argumento contra la liberalización del comercio con China y como evidencia de que el gobierno de China era una amenaza para la paz mundial y los intereses de los Estados Unidos. Por otra parte, los medios de comunicación occidentales, al esgrimir estos argumentos, no tuvieron en cuenta con frecuencia que algunos estudiantes cantaban La Internacional en sus manifestaciones[cita requerida].

Entre los estudiantes chinos en el extranjero, las protestas de Tiananmén causaron la formación de servicios de noticias en Internet como China News Digest y de la organización no gubernamental China Support Network en los Estados Unidos. Además, se formaron organizaciones como la Alianza China por la Democracia y la Federación Independiente de Estudiantes e Intelectuales Chinos, aunque el impacto político de estas organizaciones disminuyó en la segunda mitad de la década de 1990.

En Hong Kong, la supresión violenta de las protestas de 1989 provocó el temor de que la República Popular China no cumpliera sus promesas del plan un país, dos sistemas en el inminente traspaso de soberanía de 1997. Una consecuencia de este temor fue que el nuevo gobernador de Hong Kong, Chris Patten intentó expandir la franquicia del Consejo Legislativo de Hong Kong, lo que trajo consigo fricciones con el gobierno chino.

El desenlace de las protestas de 1989 mancilló la creciente sensación de liberalización política que estuvo bien vista en los últimos años de la década de 1980, lo que resultó en el olvido de muchas de las reformas democráticas propuestas durante la década. Aunque se ha producido un cierto incremento en la libertad individual desde 1989, las discusiones acerca de cambios estructurales en el Gobierno y el papel del Partido Comunista de China continúan siendo tabú.

Sin embargo, a pesar de algunas expectativas, sobre todo desde fuera de China, de que el gobierno chino se derrumbara y fuera reemplazado por el Movimiento Democrático de China, durante los primeros años del siglo XXI el Partido Comunista de China continúa teniendo el control de la República Popular China, y el movimiento estudiantil que empezó en Tiananmén se desarraigó completamente.

En los días inmediatamente posteriores a la disolución de las protestas, el ala conservadora del Partido Comunista intentó recortar algunas de las reformas de liberalización del mercado que se habían emprendido como parte de la reforma económica de China,[cita requerida] y restituir los controles administrativos sobre la economía.[cita requerida] Sin embargo, estos esfuerzos encontraron la dura resistencia de los gobernadores provinciales y se abandonaron completamente a principio de la década de 1990 a causa de la caída de la Unión Soviética y el llamado "viaje al sur" o "gira por el sur" de Deng Xiaoping, la visita que el dirigente chino hizo en 1993 a las zonas del sur en las que se habían iniciado las reformas económicas más ambiciosas. El "viaje al sur" supuso el espaldarazo a las reformas por parte del líder chino, frente a los sectores conservadores que deseaban paralizar o incluso revertir muchas de esas medidas.[cita requerida] La continuidad de la reforma económica provocó un intenso crecimiento económico en la década de 1990,[cita requerida] lo que devolvió al Gobierno una buena parte del apoyo que había perdido en 1989.[cita requerida] Además, ninguno de los dirigentes actuales del gobierno chino desempeñó un papel decisivo en la decisión de reprimir por la fuerza a los manifestantes,[cita requerida] y una de las figuras prominentes del Gobierno, el actual primer ministro Wen Jiabao, fue ayudante de Zhao Ziyang y lo acompañó en sus encuentros con los manifestantes.

Por otra parte, los líderes estudiantiles de Tiananmén fueron incapaces de producir un movimiento o ideología coherentes.[cita requerida] Muchos de estos líderes provenían de sectores de la sociedad relativamente bien establecidos[cita requerida] y se les percibió más tarde como personas sin contacto con la gente común.[cita requerida] Además, muchas de las organizaciones que nacieron como consecuencia de las protestas de Tiananmén pronto perdieron fuerza debido a luchas internas.[cita requerida] Por otra parte, un buen número de ONG establecidas en Estados Unidos con el objetivo de fomentar las reformas democráticas en China y protestar contra las violaciones de derechos humanos que ocurren en China continúan su labor.[cita requerida] Una de las más antiguas e importantes,[cita requerida] China Support Network, se fundó en 1989 por un grupo de activistas estadounidenses y chinos en respuesta a la represión en Tiananmén.[cita requerida]

En la actualidad, muchos chinos no consideran la liberalización política inmediata como una medida sabia,[cita requerida] mostrando preferencia por una democratización lenta.[cita requerida] Se han apuntado como causas la valoración de la prosperidad y el incremento de influencia internacional de la República Popular China, así como las dificultades que experimenta Rusia desde el fin de la Guerra Fría.[cita requerida] Muchos jóvenes chinos, ante el resurgir económico de China, están más concienciados con el desarrollo económico, el nacionalismo, la restauración del prestigio internacional de China y perciben la actitud del gobierno respecto a asuntos como el estatus político de Taiwán o el conflicto por las Islas Diaoyu con Japón como debilidad.[cita requerida]

Entre los intelectuales de China, el impacto de las protestas de Tiananmén ha creado una cierta brecha generacional.[cita requerida] Los intelectuales que se encontraban en la veintena durante las protestas tienden a apoyar menos al gobierno de la República Popular China que los jóvenes estudiantes nacidos tras el fin de las reformas de Deng Xiaoping.[cita requerida]

Para los obreros industriales de las ciudades, la continuación de las reformas de mercado en la década de 1990 trajo consigo una mejora en su nivel de vida junto a una cierta incertidumbre respecto al crecimiento económico.[cita requerida] Sus protestas contra la corrupción local siguieron siendo frecuentes, y se estima que ocurrieron cientos cada año.[cita requerida] El Partido Comunista de China se mostró reticente a sufrir la publicidad negativa de reprimir dichas protestas[cita requerida] y, dado que se dirigieron a dirigentes locales y puesto que no consistieron en reclamos de reformas más profundas y no estaban coordinados con otras ciudades, no los estimaron una amenaza.[cita requerida]

En la actualidad, en contraste con la situación de 1989, las principales áreas de descontento en China parecen ser las zonas rurales,[cita requerida] que han visto como sus ingresos se estancaban durante la década de 1990 al no haber participado del boom económico de la década.[cita requerida] Sin embargo, de la misma forma que la falta de organización y la dispersión de los campesinos impidió que se movilizaran en apoyo al Gobierno en 1989,[cita requerida] estos factores también inhiben la movilización de este grupo contra el Gobierno en la actualidad.[cita requerida]

Las protestas de la plaza de Tiananmén son todavía un tabú político en China, y hablar de ello se considera inapropiado o arriesgado. La única opinión de los medios de comunicación se realiza desde el punto de vista del Partido Comunista: que fue una acción apropiada para asegurar la estabilidad. Cada año hay manifestaciones en Hong Kong contra la decisión del partido en 1989. La plaza de Tiananmén se patrulla frecuentemente cada 4 de junio para impedir cualquier tipo de conmemoración.

Tras el cambio en el gobierno central de 2004, muchos miembros del Gobierno han mencionado los sucesos de Tiananmén. En octubre de 2004, durante la visita del presidente Hu Jintao a Francia, reiteró que «el Gobierno emprendió una acción determinada para calmar la tormenta política en 1989, que permitió a China disfrutar un desarrollo estable». También insistió en que el punto de vista del Gobierno respecto al incidente no cambiaría.

En marzo de 2004, el primer ministro Wen Jiabao dijo en una conferencia de prensa que durante la década de 1990 se produjo una grave tormenta política en la República Popular China, a causa de la caída de la Unión Soviética y los cambios radicales en Europa del Este. Declaró que el Comité Central del Partido Comunista estableció con éxito una política de puertas abiertas y protegió el «transcurso del socialismo con características chinas».

En enero de 2006, un trato con Google confirmó que el asunto es todavía muy sensible para el Gobierno chino, pues la web china de Google (Google.cn), aplica restricciones locales a las búsquedas de información sobre la masacre de Tiananmén, así como con otros asuntos como el independentismo tibetano, la persecución del movimiento espiritual Falun Gong o las relaciones con Taiwán.[23]​ El 22 de marzo de 2010 Google comunicó oficialmente que desviaría su página web en China (google.cn) a sus servidores en Hong Kong, hecho que se produjo el día siguiente, forzando su expulsión por parte de las autoridades chinas.

El 4 de junio de 2012, 23º aniversario de la matanza de Tiananmen, las autoridades chinas bloquearon en la red social Weibo los términos «mercado bursátil de Shanghái» y «mercado bursátil» entre otros, después de que la Bolsa de Shanghái cayera 64,89 puntos (4 de junio de 1989), una extraña coincidencia. Las autoridades chinas tomaron todo tipo de medidas para evitar la conmemoración, pero en Hong Kong miles de personas consiguieron unirse a una vigilia nocturna en recuerdo de las víctimas. El Gobierno chino sigue considerando aquellas protestas como una «rebelión contrarrevolucionaria» y sigue sin reconocer sus errores y sin compensar a las familias de las víctimas. Se estima que todavía permanecen en prisión por aquellos hechos seis personas. El Gobierno chino, a pesar de las reiteradas peticiones de diversos países como los Estados Unidos y de distintas organizaciones de derechos humanos, también se niega a hacer pública la lista de todos los que murieron, fueron detenidos o siguen desaparecidos.[24]

La Unión Europea y los Estados Unidos mantienen un embargo sobre la venta de armas a la República Popular China, a causa de la represión violenta de las protestas, pasados ya más de veinte años. La República Popular China ha pedido la suspensión del embargo durante muchos años, durantes los cuales ha recibido un apoyo variable de miembros del Consejo Europeo. Gerhard Schröder añadió su voz a la de Jacques Chirac pidiendo la suspensión del embargo.

El embargo armamentístico se discutió en la Cumbre UE-China en los Países Bajos del 7 al 9 de diciembre de 2004. En el transcurso de la cumbre, la República Popular China intentó incrementar la presión sobre el Consejo Europeo advirtiendo que podría dañar la relación entre China y la UE. El viceministro de exteriores chino Zhang Yesui aplicó al embargo el adjetivo «obsoleto» ante los medios de comunicación, y añadió: «si el embargo se mantiene, las relaciones bilaterales se resentirán definitivamente». Al final, el Consejo Europeo no suspendió el embargo. La portavoz de la UE Françoise le Bail dijo que persistían las preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos en la República Popular China. Pero al mismo tiempo, la Unión Europea formuló la promesa de trabajar por la suspensión del embargo. Bernard Bot, el ministro de Asuntos Exteriores neerlandés, que ejercía la presidencia europea en esa época, dijo «estamos trabajando asiduamente pero... el momento no es el adecuado para suspender el embargo». Tras la cumbre, el Consejo confirmó que tiene la intención de trabajar por la suspensión del embargo. Wen Jiabao, primer ministro de la República Popular China dijo tras el encuentro que el embargo no refleja las buenas relaciones entre China y la Unión Europea.

China continúa presionando para que el embargo se suspenda, y algunos Estados miembros empiezan a relajar su oposición. Jacques Chirac pidió que el embargo se suspendiera a mediados de 2005. Sin embargo, la ley antisecesión de Taiwán aprobada en Pekín (marzo de 2005), incrementó las tensiones y dañó los intentos de suspender el embargo. Algunos miembros del Congreso estadounidense han propuesto también restricciones a la transferencia de tecnología militar a la Unión Europea si esta suspende el embargo. De esta forma, el Consejo Europeo fracasó en el intento de alcanzar un consenso y aunque Francia y Alemania hicieron presión para que se suspendiera el embargo, no se tomó ninguna decisión en las reuniones siguientes.

El Reino Unido tomó posesión de la Presidencia de la Unión Europea en 2005, haciendo imposible la suspensión del embargo durante su mandato. El Reino Unido ha mostrado siempre reservas respecto a la suspensión del embargo. Además, el fracaso de la Constitución Europea y los desacuerdos respecto al Presupuesto Europeo y la Política Agrícola Común han sobrepasado en importancia al embargo de armas a China.

La política ha cambiado también en los países más favorables a la suspensión del embargo. Gerhard Schröder perdió las elecciones federales en septiembre de 2005. Su oponente, Angela Merkel, tomó posesión del cargo de canciller el 22 de noviembre de 2005 y muestra una firme oposición a la suspensión del embargo. Nicolas Sarkozy, sucesor de Jacques Chirac en la presidencia de la república francesa, tampoco fue partidario durante su mandato de suspender el bloqueo de armas a China.

Además, el Parlamento Europeo se ha opuesto reiteradamente a la suspensión del embargo de armas. Aunque no es necesario su beneplácito para suspender el embargo, muchos aducen que refleja el deseo del pueblo europeo.

El embargo de venta de armas ha limitado las opciones de China para proveerse de tecnología militar. Entre las fuentes en las que buscó se incluyen algunos países que pertenecían al bloque soviético, grupo con el que tiene una relación tensa como resultado de la separación entre China y la Unión Soviética. Otros proveedores han sido Israel y Sudáfrica.



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