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Pueblos indígenas de Chile



Los pueblos indígenas o pueblos originarios en Chile[1]​ son los pueblos y culturas que han habitado el actual territorio de ese país desde antes de la llegada de colonizadores europeos, ocurrida progresivamente desde el siglo XVI. Corresponden a diferentes pueblos amerindios, además de un pueblo de origen polinésico.

La presencia humana en el territorio chileno se puede acreditar al menos desde hace 14 500 años a. C., fecha en que se datan los restos arqueológicos de Monte Verde en la zona sur.[2]​ Desde ese entonces, diversos pueblos habitaron el territorio chileno durante la época precolombina y se estima que más de un millón de personas habitaban el país previo a la conquista de Chile por colonizadores españoles.[3]

La colonización europea afectó fuertemente a la población indígena, las que sufrieron disminuciones irreversibles en su número. La mayoría de la población indígena falleció producto de la introducción accidental de nuevas enfermedades para las que no contaba con defensas, de las guerras y las condiciones de vida derivadas de ella o de la servidumbre. Conjuntamente, muchos indígenas sobrevivientes abandonaron su cultura y se integraron forzosamente a la cultura dominante. Algunos pueblos incluso desaparecieron en su totalidad.

Pese a ello, los pueblos indígenas aún mantienen relevancia en el país y 10 pueblos son reconocidos oficialmente por el Estado chileno. En el censo de 2017, 2 185 792 personas se declararon como indígenas, lo que correspondió al 12,8 % de la población total chilena.[4]​ El más numeroso grupo es el mapuche, seguido de los pueblos aymara, diaguita, atacameño o lickanantay, quechua, rapanui, colla, kawésqar, chango y yagán.[1]​ Un undécimo pueblo, el selknam, se encuentra en proceso de reconocimiento legal.[5][6]

Los integrantes de los pueblos indígenas se enfrentan a distintas formas de discriminación racial y social[7][8][9][10][11][12]​ y en promedio son más pobres[13][14][15]​ y tienen mayores tasas de desempleo y analfabetismo que el conjunto de la población chilena.[14]

El desarrollo de las diversas culturas humanas en el actual territorio de Chile no fue homogéneo. Los vestigios arqueológicos más antiguos se encuentran en Monte Verde, en la Región de Los Lagos, los cuales tienen una data aproximada ente el 14 500 y 18 500 años a. C.;[2][16]​ en tanto, en la zona norte los restos más antiguos datan de hace 12 000 años y en la zona central, 11 000 (en la antigua laguna de Tagua Tagua). Existen diversas teorías que explican el poblamiento de América, aunque las hipótesis más aceptadas corresponden a aquellas que indican un proceso migratorio desde Siberia hacia la parte más septentrional del continente, cruzando el paso de Beringia; esas migraciones habrían avanzado por el continente americano, poblándolo de forma progresiva.

En el caso de la isla de Pascua, se estima que el poblamiento de ésta fue un proceso mucho más tardío. La hipótesis más aceptada apunta a una migración oceánica por parte de pueblos polinésicos —probablemente, desde las islas Marquesas— que se habría asentado en la isla hacia el año 1000 de la era actual.[17]​ Algunas teorías han señalado un posible origen americano del pueblo rapanui, sin mucha aceptación, mientras otras teorías indican la posibilidad de contacto entre el pueblo rapanui y las comunidades indígenas del Chile continental.[17]

Los diferentes pueblos indígenas se desarrollaron de forma independiente, adaptando su cultura a las variadas características de la geografía chilena. En el norte, los pueblos que se desarrollaron a lo largo de la costa —como los chinchorro y los changos— fueron pueblos predominantemente pescadores y recolectores, mientras que aquellos de la meseta altiplánica desarrollaron culturas más sedentarias y agrícolas, influenciadas por otras civilizaciones como la cultura tiahuanaco. En el Norte Chico y la zona centronorte, se desarrollaron pueblos agroalfareros como la cultura El Molle y la Aconcagua. En la zona sur, se establecieron diferentes culturas que compartían la lengua mapuche y que tenían características agrícolas, ganaderas, cazaderas y recolectoras, dependiendo de la ubicación. En el extremo sur, en tanto, se desarrollaron culturas pesqueras a lo largo de los canales australes —como los pueblos chono, yagán, selknam y kawésqar— que destacaban por su manejo de las canoas, mientras en las planicies patagónicas dominaron los pueblos tehuelches o aonikenk y los selknam, orientados preferentemente a la caza.

Hacia mediados del siglo XV, la expansión del Imperio incaico hacia el sur fue un hito clave en el desarrollo indígena en el territorio chileno. Varios pueblos del norte de Chile, incluyendo los reinos aimaras del Altiplano, fueron sometidos por el imperio. Hacia el centro del país, sin embargo, el avance incaico fue detenido por los pueblos promaucaes a la altura del río Maule. La presencia incásica tuvo una gran influencia, tanto en los pueblos sometidos como en aquellos pueblos de habla mapuche —también conocido como picunches— que se mantuvieron libres. Los incas instalaron mitimaes y construyeron pucarás como formas de asegurar los territorios conquistados. Algunos estudios recientes indican que incluso habrían establecido un centro administrativo importante del Tahuantinsuyo y nudo vial del Camino del Inca en el valle del Mapocho, en lo que actualmente es Santiago de Chile.[18]

Tras la conquista del Imperio incaico, las tropas de Francisco Pizarro incorporaron rápidamente el territorio del Norte Grande chileno al dominio colonial español, pasando a formar parte del Virreinato del Perú. En las décadas siguientes, las expediciones de Diego de Almagro (1535-1537) y Pedro de Valdivia darían inicio a la Conquista de Chile, enfrentándose directamente con varios pueblos indígenas que habitaban el Valle central chileno. El enfrentamiento con los diferentes grupos mapuches dio origen a la Guerra de Arauco, que duraría más de cuatro siglos con diferentes grados de belicosidad.

Luego de décadas de enfrentamiento con tribus mapuches, el dominio español se consolidó hasta el río Biobío (que se convirtió así en «la Frontera») tras la rebelión mapuche de 1598, aunque algunos enclaves se establecieron más al sur, principalmente en Valdivia y Chiloé. En las zonas bajo dominio español, los pueblos indígenas fueron sometidos y desplazados, estableciendo «pueblos de indios». Si bien legalmente eran considerados como «vasallos libres de la Corona», no tenían los mismos derechos que los ciudadanos de origen europeo. Los pueblos indígenas sufrieron la pérdida de hasta el 80 % de su población producto de los enfrentamientos armados, las nuevas enfermedades importadas desde Europa y la explotación que sufrían en las diferentes encomiendas establecidas en el territorio.[3]​ Aun cuando la sociedad colonial mantenía un estricto sistema de castas, durante los tres siglos de dominio español se produjo el mestizaje entre indígenas y españoles, que con el paso de los años se convertiría en el principal grupo étnico en número del país.

En el territorio no sometido por los españoles, los grupos indígenas mantuvieron su libertad, pero se vieron ampliamente influenciados por éstos. Varios grupos de misioneros convirtieron a pueblos indígenas al catolicismo, se mantuvieron relaciones comerciales e incluso se lograron acuerdos diplomáticos. Durante la época colonial, las relaciones entre los colonizadores y los indígenas —principalmente mapuches— fluctuaron desde estados de alta beligerancia hasta períodos de paz luego de la realización de parlamentos entre ambas partes.

El proceso de independencia de Chile fue ambivalente respecto a la situación de los pueblos indígenas.[19]​ Los principales líderes de la Independencia manifestaron en reiteradas ocasiones su interés en el pueblo mapuche como representación de la resistencia al dominio español e incluso los símbolos originales del nuevo Estado tenían inspiraciones en la iconografía indígena. Sin embargo, en muchas ocasiones los grupos indígenas llegaron a alinearse con las tropas españolas y se enfrentaron a los batallones independentistas —en la llamada Guerra a muerte—. Tras la victoria de las milicias republicanas, se celebró el Parlamento de Tapihue en 1825 que estableció relaciones entre el nuevo Estado y tribus mapuches, reconociendo la independencia de éstos al sur del Biobío.

En las décadas posteriores, sin embargo, el Estado chileno avanzaría en la incorporación progresiva de los territorios bajo dominio indígena. A mediados del siglo XIX, se promovió desde el Estado la colonización de Valdivia, Osorno y Llanquihue por inmigrantes europeos (principalmente alemanes) y el resto del territorio fue sometido en la Ocupación de la Araucanía, llevada a cabo entre 1861 y 1863. Gran parte de la población mapuche fue desplazada a reducciones indígenas y se les designaron mercedes de tierra, usualmente poco fértiles o de clima inadecuado para el desarrollo económico.

Con la expansión del territorio chileno hacia la Patagonia, hacia fines del siglo XIX fueron sometidos los pueblos indígenas que habitaban sus canales y pampas. Tras la fundación de Punta Arenas en 1848 y el establecimiento de otros asentamientos en la región de Magallanes en los años siguientes, los pueblos patagónicos comenzaron a ser perseguidos por el deseo de ampliar las zonas para explotación ganadera y el descubrimiento de yacimientos de oro en Tierra del Fuego. El caso más destacado fue el genocidio selknam que prácticamente acabó con dicha población; aquellos que lograron sobrevivir lo hicieron principalmente en las misiones salesianas localizadas en la isla Dawson a costa de la pérdida de su identidad indígena.[20]

En el caso de la isla de Pascua, ésta fue anexionada a la República de Chile en 1888. La incorporación detuvo la esclavización de los habitantes rapanui por expediciones extranjeras y que diezmaron a la población originaria en el siglo XIX. Sin embargo, la isla se mantuvo bajo una administración especial, quedando sus habitantes sin tener derechos de ciudadanía y la administración en manos de una compañía explotadora ganadera. Tras varias revueltas del pueblo rapanui, recién en 1952 la isla pasó a depender de la Armada de Chile y en 1964 se promulgó la Ley Pascua que entregó, por primera vez, igualdad de derechos a los habitantes de la isla y la incorporó a la administración nacional.

Durante el siglo XX, si bien los pueblos indígenas tenían igualdad de derechos desde el punto de vista legal, la situación de desplazamiento y despojo realizado en los siglos previos dejaron a sus habitantes en un alto nivel de vulnerabilidad, presentando mayores indicadores de pobreza, analfabetismo y precariedad que el resto de la población nacional. Al igual que otros grupos vulnerables desde mediados del siglo XX, muchos indígenas se desplazaron desde sus comunidades a las principales urbes, lo que acrecentó la aculturación de dichos pueblos.

La promoción del desarrollo de la población indígena se realizó tímidamente por parte del Estado. Algunos movimientos indigenistas, como la Sociedad Caupolicán y la Corporación Araucana, se crearon para levantar algunas demandas del pueblo mapuche y algunos de sus representantes participaron de la institucionalidad chilena: en 1924, Francisco Melivilu se convirtió en el primer diputado indígena electo, mientras en 1952 Venancio Coñuepán fue el primer ministro de origen indígena. El segundo gobierno de Carlos Ibáñez del Campo instauró en 1953 la Dirección de Asuntos Indígenas (DASIN), la primera institución orientada a la promoción de los pueblos indígenas. El gobierno de Salvador Allende instauró el Instituto de Desarrollo Indígena (IDI) en 1972.[21]​ Sin embargo, estos tímidos avances fueron revertidos durante la dictadura de Augusto Pinochet, que abolió toda la institucionalidad indígena existente hasta la fecha y retrocedió en la cesión de tierras que habían ocurrido como parte de la reforma agraria de las décadas previas.[22]

Tras el retorno a la democracia en 1990, el Estado chileno ha avanzado —con diferentes resultados— en el reconocimiento de los pueblos indígenas. Dentro de los hitos más destacados se encuentra la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena en 1992, la aprobación de la ley n.º 19253 (Ley Indígena) en 1993 y la ratificación del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en 2009.[23]​ En esta época también se rearticularon los movimientos indígenas, surgiendo varios grupos de reivindicación de los derechos de sus pueblos, como el Consejo de Todas las Tierras. A su vez, el llamado conflicto mapuche alcanzó mayor relevancia en la discusión pública especialmente tras diversos actos de violencia, las acusaciones de violaciones a los derechos humanos por parte del Estado chileno y la aplicación de leyes antiterroristas.

El estallido social de 2019 se convirtió en un hito relevante en la relación de los pueblos indígenas con la sociedad chilena. Varios grupos indígenas participaron activamente en las manifestaciones y muchas de sus demandas fueron incorporadas en los reclamos ciudadanos.[24][25]​ Producto de la discusión sobre la conformación de la Convención Constitucional, el Congreso Nacional aceptó la creación de escaños reservados para los diez pueblos indígenas reconocidos oficialmente. En la elección realizada en mayo de 2021, 17 convencionales indígenas fueron electos a nivel nacional y la lingüista mapuche Elisa Loncón fue electa como presidenta de la Convención.[26]

Debido a la ausencia de registros históricos, es difícil estimar la población existente en el actual territorio de Chile previo a la colonización española. En general se señala que la población indígena estaría entorno al millón de habitantes, aunque las estimaciones varían entre los 450 000 y 1 500 000 personas.[27]​ Durante la época colonial, la administración de la Capitanía General de Chile mantuvo diversos registro de sus habitantes, lo que ha ayudado a realizar algunas estimaciones respecto a la población del país y su división por las principales castas existentes en la época. El filólogo Ángel Rosenblat realizó estimaciones que mostraron que el territorio colonial[n 1]​ se mantuvo una población estable en torno a los 600 000 habitantes; sin embargo, la participación indígena en dicha población cayó de un 94 % hacia 1570 a un 58 % hacia el 1800.[27]

Tras la independencia, los censos se volvieron regulares desde el comienzo del nuevo Estado chileno. Sin embargo, la cuantificación de indígenas no se realizó de forma sistemática. A fines del siglo XIX se realizaron «censos de indios» para contar a la población indígena, restringidos exclusivamente a la zona de la Araucanía y, por ende, dejando fuera a los pueblos indígenas no mapuches.[28]​ En 1875 se contabilizaron entre 50 000 y 60 000 indígenas que mantenían su cultura “sin sujeción inmediata a las autoridades del país”, dentro de los que se consideraban “tribus araucanas (muluches, telvinches, lauquenches i huilliches), los chonos, patagones i fueguinos”.[29]

El censo de 1907 fue el primer censo regular que incorporó esta categoría, aunque se aplicó únicamente entre las provincias de Arauco y Llanquihue; en dicha ocasión, se determinaron 101 118 indígenas, correspondientes al 3,12 % de la población total del país en ese año.[30][28]​ En el censo de 1930 se consideraron únicamente los mapuches (bajo la denominación de “araucanos”) en reducciones indígenas, que totalizaron 98 703. El censo de 1952 fue el primero en considerar este criterio a nivel nacional y el primero en utilizar la autoadscripción de las personas a un pueblo indígena; sin embargo, sólo se levantó la información sobre el pueblo mapuche.[28]

La contabilización demográfica de personas indígenas sólo se retomaría en el censo de 1992, donde se incorporaron por primera vez los pueblos diferentes aymara y rapanui. Para el censo de 2002, se diferenciaron en las estadísticas los ocho pueblos indígenas reconocidos oficialmente hasta la fecha.[31]​ En el siguiente censo, realizado en 2012, se incorporó el pueblo diaguita —que había sido reconocido oficialmente en mayo de 2008— y permitió la identificación como perteneciente a «Otros pueblos».[32]

Además de los censos, la encuesta Casen también ha caracterizado el número de personas que se identifican como pertenecientes a los pueblos indígenas. Según este instrumento, el número de personas que se identifica como perteneciente a uno de los pueblos reconocidos legalmente ha estado consistentemente al alza desde la incorporación de este dato en 2006. En el último instrumento evaluado, en 2017, el 9,5% de la población se identificó como indígena.

La mayor concentración de personas indígenas en Chile se encuentra en la zona norte y la zona sur del país, siendo la Región de La Araucanía la que posee la mayor proporción de habitantes que se declaran como indígena (un 34,3% de su población), seguida por la Región de Arica y Parinacota (33,5%). La zona central del país, pese a tener la mayor población indígena en cantidad, es la que tiene menor proporción, siendo la Región del Ñuble la que tiene menor porcentaje, con un 4,8% de población indígena según el último censo. La Región Metropolitana de Santiago, donde se concentra la mayor población a nivel nacional, es también la región con más habitantes indígenas, 685.403, que corresponden al 9,9% de la población regional.

El pueblo mapuche es el principal grupo indígena en 11 de las 16 regiones que componen Chile —desde la Región de Valparaíso al sur—. Incluso, en las regiones del norte de Chile donde su presencia no es mayoritaria, más del 3% de la población residente se identifica con este pueblo. A nivel comunal, la mayor presencia es en Alto Biobío, donde un 84,7% de sus habitantes se identifican como mapuche.

En el norte del país, el principal grupo son los aymaras, que componen entre el 15% y 27% de la población de las regiones de Arica y Parinacota y de Tarapacá. En la Región de Antofagasta, un 4% de su población se identifica como atacameña, seguida por mapuche (3%), aymara (2,2%) y quechua (4,31%), la mayor concentración de este pueblo a nivel regional. Los diaguitas, en tanto, son el principal grupo en las regiones de Atacama y Coquimbo, teniendo la mayor concentración en la comuna de Alto del Carmen (49,7%). En Atacama, además, destaca una importante población colla, equivalente al 5% de la población regional.

En el resto de las regiones, la presencia de otros pueblos se concentra en pequeños territorios. Los rapanui conforman el 47% de la población en la Isla de Pascua. En la zona austral, el pueblo kawésqar alcanza el 0,58% de la población de la Región de Magallanes, mientras el pueblo yagán llega al 0,19% de esta región.

Históricamente, diversos investigadores han afirmado que la población chilena corresponde a una población predominantemente mestiza, con presencia principalmente de ancestros tanto europeos como pertenecientes a los pueblos indígenas americanos en proporciones más o menos similares. Durante el siglo XX, este mestizaje fue uno de los pilares para la idea de un Chile homogéneo racialmente y que, en muchas ocasiones, segregaba y negaba la existencia de las comunidades indígenas.[39]

Diversos estudios genéticos realizados en las últimas décadas han confirmado que la gran mayoría de la población chilena cuenta con una ascendencia mestiza. En promedio, la población chilena tendría una componente de origen europeo cercana al 51–57%, mientras la atribuible a los pueblos indígenas sería cercana al 38%–44%, con porcentajes bajo el 6% para componentes de origen africano.[40][41][42]​ Esta distribución, sin embargo, no sería equitativa dentro de la sociedad chilena: los grupos de menores ingresos tendrían mayor componente de origen indígena, incluso superando la de origen europeo, y también sería más prevalente en las regiones del norte y sur del país.[43]

En cuanto a poblaciones que se consideran indígenas, los estudios genéticos señalan que no existirían en el país poblaciones indígenas puras y que todas presentarían algún grado de mestizaje.[44]​ Análisis genéticos en personas donde todos los apellidos de sus padres son identificables como indígenas, la componente europea alcanza cerca de un 20% y la indígena un 80%.[45]​ Dentro de las poblaciones que tendrían mayor grado de mestizaje serían los pueblos atacameños y mapuches, mientras que aquellos que habitan en zonas más aisladas (ya sea en los canales australes o en las zonas cordilleranas como los aymaras y pehuenches) tendrían una componente genética de origen europeo menor, incluso por debajo del 5%.[46]

Como aymaras son conocidas varias comunidades, que tienen (o tuvieron) este idioma en común, emplazadas en el occidente de Bolivia, el sur del Perú y el norte de Chile. Según el censo de 2017, en Chile, los aymaras suman 156 754 personas, mientras que en total su número se estima en 1,6 millones de personas. Sus comunidades se emplazan preferentemente en el altiplano de las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá, en zonas que van desde Visviri y Putre, hasta Quillagua, la comunidad aimara más austral en Chile, en la Región de Antofagasta.

Su idioma es el aimara, aunque la mayor parte de ellos habla castellano. En los últimos años la población aimara ha experimentado migraciones hacia las grandes ciudades del norte (Arica, Iquique y Antofagasta) y hacia Santiago, en busca de fuentes laborales.

Los quechuas son un grupo de etnias que habitan en la cordillera de los Andes, que comparten el uso de las lenguas quechuas. Existen etnias hablantes de lenguas quechuas en el noroeste de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú.

Habrían llegado al actual territorio chileno a mediados del siglo XV, en lo que fue la expansión de los pueblos lípez, del sur boliviano, para ocupar, en la actualidad, el territorio de la comuna de Ollagüe y el sector más cordillerano del río Loa. De acuerdo al censo de 2002, en Chile vivirían poco más de 6000 quechuas, considerando solo aquellas personas de nacionalidad chilena que declaran su pertenencia a un pueblo indígena. El número de quechuas procedentes de otros países no se conoce.

Los atacameños son un pueblo originario que habita en los valles y quebradas de la Provincia de El Loa en la Región de Antofagasta. Según el censo de 2002, su número alcanza las 21 015 personas.

Los Collas son un pueblo indígena ubicado en algunos valles y quebradas cordilleranas del norte Chico de Chile y el Noroeste argentino de Argentina. Se trata de un pueblo de hábitos trashumantes, con conocimientos en medicina natural en el ámbito físico y espiritual, el cual para el caso chileno, ha sido habitante hasta la actualidad de la puna de Atacama, y quebradas de la provincia de Copiapó, y Chañaral. Las comunidades hoy existentes se distribuyen a lo largo del valle de Copiapó, y las quebradas de Paipote, Yaite, Carrizalillo, Lomas Bayas, Jorquera, entre otras.

Los diaguitas se hallaban más al sur que los atacameños, se trata de una rama suboccidental, estos consiguieron desarrollar la agricultura, sirviéndose de un sistema de riego que aprovechaba las terrazas escalonadas excavadas en las laderas, donde cultivaban maíz, papas y calabazas.

Conformada por los rapanui o pascuenses. Habitan la Isla de Pascua desde hace aproximadamente unos 1200 años, isla a la que llegaron desde otras islas de la Polinesia. Isla de Pascua está situada en el continente de Oceanía, a 3760 kilómetros de la costa del continente Sudamericano a la altura de la ciudad de Caldera. Es Patrimonio de la Humanidad y Santuario de la Naturaleza.

Esta isla, de clara tradición polinésica, fue incorporada a Chile el año 1888 mediante un tratado de anexión entre el ariki (rey) Atamu Takena y el capitán chileno Policarpo Toro. Recién en 1966, los rapanui fueron considerados ciudadanos chilenos. Habitantes 7,750

Los mapuches o araucanos, eran la etnia más numerosa a la llegada de los españoles, alrededor de 1 000 000 de personas, y continúa siendo la más numerosa, según el censo de 2002 hay 604 349 mapuches. Habitaban desde el Río Limarí hasta las islas del archipiélago de Chiloé. Según su ubicación geográfica los historiadores chilenos los denominan picunches o gente del norte, hoy desaparecidos como pueblo por su mestizaje con los colonizadores europeos, lo cual dio lugar a la población chilena del valle central; huilliches o gente del sur; mapuches propiamente tales, quienes forman el grupo más numeroso de población mapuche; lafkenches o gente de la costa y los pehuenches o gente del pehuén.

Las familias extendidas mapuches, así como las comunidades surgidas a partir de las reducciones reciben el nombre de lof. Varios lof formaban grupos de familias o clanes llamados rehues, y varios rehues conformaban comarcas llamadas aillarehues.[cita requerida]

Los yaganes o yámanas habitaron desde el canal Beagle hasta el Cabo de Hornos desde hace unos 6000 años.[47]​ Hoy están casi extintos. Son el pueblo indígena aún existente más austral del mundo.

Los kawésqar o alacalufes habitaron los canales patagónicos desde el golfo de Penas hasta el estrecho de Magallanes desde hace unos 6000 años.[47]​ Hoy en vías de extinción.

Su idioma es el kawésqar, una lengua aislada, y el nombre con el que ellos se autodenominan. En su idioma, esta palabra significa 'persona' o 'ser humano'.

Los changos fueron un pueblo pescador que habitó las costas desde la actual Región de Antofagasta hasta la zona central. Para pescar usaban balsas de cuero de lobo marino infladas que unían con fuertes ligaduras y sostenidas con tablillas de madera.

Si bien algunos historiadores señalan que se habrían extinguido a principios del Siglo XVIII, otros sostienen que sus últimos asentamientos sobrevivieron hacia la década de 1890 en la zona de la caleta Paposo, al sur de Antofagasta.

Fuera de los nueve pueblos reconocidos oficialmente, otros pueblos han existido en el territorio chileno a lo largo de su historia.

Muchos de estos pueblos han desaparecido en la actualidad, producto de la aculturación y la absorción misma resultante del mestizaje. En otros casos, como el del pueblo selknam, enfrentaron campañas de exterminio que llevaron a su desaparición como pueblo reconocible. Otros factores que contribuyeron a la desaparición de estos pueblos fueron las enfermedades transmitidas por los grupos colonizadores, especialmente la viruela.

Sin embargo, la desaparición de estos pueblos es un concepto controversial y, en varias ocasiones, grupos que se identifican como pertenecientes a dichos pueblos han promovido el reconocimiento de la persistencia de sus comunidades. Ejemplo de ello, fue la declaración de la existencia del pueblo chango el año 2020, aún cuando por décadas había sido considerado como un pueblo extinto,[48]​ y la solicitud de reconocimiento de miembros del pueblo selknam presentada el mismo año.[49]

El Valle Central chileno, históricamente, ha sido una de las zonas donde se ha concentrado la mayor población debido a sus favorables condiciones climáticas y para el cultivo. Previo a la llegada de los colonizadores españoles, diversos grupos habitaron la zona y se desarrollaron, recibiendo diversas denominaciones exógenas.

Dentro de los pueblos más antiguos identificados en la actualidad, destacan la tradición Bato (860 a.C. al 800 d.C.) y la cultura Llolleo (200 al 700 d.C.), de características principalmente cazadora-recolectora. Hacia el año 900, la denominada cultura Aconcagua tomo predominio de la región. Esta cultura se desarrolló principalmente en labores agrícolas y ganaderas, principalmente en los valles de los ríos Aconcagua, Mapocho y Maipo (actuales regiones de Valparaíso y Metropolitana). En la actualidad, el estudio de estas comunidades se ha dado principalmente a través de los vestigios arqueológicos encontrados en excavaciones y algunos hitos visibles como túmulos y casas de piedra.

Debido a su ubicación geográfica, los pueblos del Valle Central se convirtieron en un grupo de transición entre los grupos sedentarios del sur y las culturas andinas que se desarrollaron más al norte. Conocidos hoy como picunches (del mapudungun pikun che, que significa "gente del norte"), estos grupos formaban parte de la familia de pueblos hablantes del mapudungun, aunque poseían costumbres más cercanas a los pueblos como los diaguitas.[cita requerida] Hacia 1485, el Imperio inca avanzó hacia el Valle Central y se habría enfrentado a las tribus locales (que denominaban promaucaes) en la batalla del Maule de historicidad y resultado inciertos. Durante la dominación incaica del Valle Central, los pueblos indígenas de la zona se fueron alejando más de las costumbres que tenían anteriormente y adoptando más la de los pueblos dominadores.

En el siglo XVI, la conquista española se estableció principalmente en el Valle Central chileno, estableciendo la capital en Santiago, un punto en el que se habían establecido múltiples asentamientos humanos previamente. Los picunches resistieron a la conquista española, generando incursiones contra los colonos (destacando la protagonizada por Michimalonco en 1541) y aliándose con pueblos diaguitas y con otros grupos de más al sur. Pese a ello, fueron finalmente sometidos y vivieron un rápido proceso de aculturación. Muchos fueron relegados a pueblos de indios o pasaron a formar parte de la servidumbre en las nuevas localidades fundadas por los españoles. Si bien los vestigios de su cultura desaparecieron, los picunches y promaucaes pasaron a conformar la base para la conformación de una nueva sociedad mestiza, al mezclarse con los españoles.

Diversas comunidades habitaron en las zonas cordilleranas, caracterizándose principalmente por sus hábitos nómades y dedicados principalmente a la caza de animales como guanacos o la recolección de semillas.[50]​ Dentro de estos grupos destacaron los chiquillanes (principalmente en la zona entre las actuales regiones de Valparaíso y Ñuble), los pehuenches (en el Alto Biobío), los puelches y los poyas.

Estos grupos compartían características con los pueblos tehuelches de la pampa al oriente de la cordillera de los Andes, en el actual territorio argentino. Sin embargo, con el paso de los años, fueron integrándose más a la cultura mapuche, adoptando eventualmente su idioma y costumbres. En la actualidad, la denominación de "pehuenche" (en mapudungún, "gente de la araucaria") y "puelche" ("gente del este"), suele referirse más bien a subgrupos dentro del pueblo mapuche con ciertas características especiales más que a pueblos separados.

Al sur de la Araucanía, existieron otros pueblos dentro de los que destacaban los cuncos. Estos pueblos eran sedentarios y habitaban principalmente las zonas costeras del sur de Chile, entre Valdivia hasta el canal de Chacao, incluyéndose bajo esta denominación a veces a los habitantes de la porción norte de Chiloé y las islas aledañas. Eran hablantes de mapudungun.

Al igual que otros pueblos de la región, los cuncos fueron asimilándose cada vez más a la familia de pueblos mapuches, desapareciendo finalmente como un pueblo identificable separadamente. En muchas ocasiones se usa también el término huilliche, que significa gente del sur en mapudungun, como forma de referirse a los pueblos más australes entre los hablantes de mapudungun.

En los canales australes de Chile se establecieron variados pueblos indígenas, dedicados principalmente a la pesca, la caza de animales (como el lobo marino) y la recolección de algas y mariscos. Dentro de estos grupos, además de los kawésqar y yagán que aún persisten, se encontraban los caucahués y los chonos.

Los chonos eran un grupo genérico de indígenas nomádicos que habitaron las islas y canales entre el sur del archipiélago de Chiloé y la península de Taitao (principalmente lo que hoy se conoce como Archipiélago de los Chonos).[51]​ Los caucahués, en tanto, habrían habitado algo más al sur, en las costas entorno al Golfo de Penas. Algunos investigadores han postulado que estas tribus podrían haber tenido algún grado de parentesco con los kawésqar, ubicados aún más al sur.[52]

A fines del siglo XVIII, a medida que se fueron explorando los canales australes principalmente por misioneros y colonizadores chilotes, los pueblos canoeros fueron desapareciendo. Algunos fueron trasladados a la Isla Grande de Chiloé, donde fueron perdiendo sus costumbres y terminaron mezclados con la sociedad chilota.[53]

Los tehuelches, patagones o aónikenk son un pueblo indígena de la Patagonia que compartía varios rasgos culturales con otros grupos vecinos, aunque hablaban lenguas diferentes, algunas de las cuales estaban emparentadas entre sí. Por ello, a veces se usa el nombre "complejo tehuelche" para referirse a todos ellos.

Habitaron principalmente la Patagonia oriental, lo que en su gran mayoría es parte del territorio argentino. En cuanto al territorio chileno, habitaron en zonas interiores de la región de Aysén (a lo largo de la actual frontera internacional) y en las pampas alrededor del estrecho de Magallanes.[47]​ Aunque en Argentina aún quedan comunidades aóninkenk importantes, en Chile estas prácticamente desaparecieron a mediados del siglo XX, no existiendo tehuelches puros en la actualidad.

Los selk'nam u onas habitaron la Isla Grande de Tierra del Fuego, donde sus antepasados llegaron hace varios milenios.[47]​ Eran nómades con una economía de caza y recolección terrestre, complementada con lo que obtenían del trato con los kawésqar y yaganes, ambos nómades del mar. El idioma selk'nam está emparentado con el tehuelche meridional, pues ambos pertenecen al grupo de lenguas chon.

Entre los años 1880 y 1910, producto de la fiebre del oro en la isla y particularmente tras la instalación de estancias ovejeras, grupos de "cazadores de indios" formados por argentinos, chilenos y europeos iniciaron un proceso sistemático de exterminio de la población selk'nam. El genocidio selk'nam acabó con la cultura de este pueblo indígena y los pocos sobrevivientes de la masacre, que fueron acogidos por misioneros salesianos y por el anglicano Lucas Bridges, vivieron un fuerte proceso de asimilación.[20]​ En diversas ocasiones en el siglo XX se anunció el fallecimiento de alguna persona identificada como "la última selknam pura", aunque en la actualidad el pueblo selknam tiene miles de integrantes en Argentina y existen comunidades y asociaciones en Tierra del Fuego. En cuanto a Chile, personas que se autoidentifican como descendientes de selk'nam han iniciado las gestiones para ser reconocidos oficialmente como pueblo indígena.[5][49]



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