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Virgen de la Candelaria (Islas Canarias)



Nuestra Señora de la Candelaria es una advocación mariana de la Iglesia católica. Su imagen se encuentra en el camarín de la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, en el municipio de Candelaria en Tenerife (Islas Canarias, España).

La imagen es venerada en el archipiélago canario, especialmente en la isla de Tenerife (lugar de su aparición),[1]​ donde es conocida popularmente como La Morenita, debido a que se la clasifica en el grupo de Vírgenes negras. Es la Patrona de Canarias,[2],[3],[4][5][6]​ siendo por tanto una de las Patronas de las Comunidades Autónomas de España. La Virgen de Candelaria es conocida como el "tesoro más grande" del archipiélago canario.[7]

El relato canónico de la aparición a los aborígenes guanches de la imagen de la Virgen de Candelaria en las Islas Canarias fue escrito en 1594 por el religioso e historiador español Fray Alonso de Espinosa, dicho relato aparece contenido en dos libros, siendo de hecho los libros impresos más antiguos que tratan sobre las Islas Canarias.[8][9]

Hoy en día la Virgen de Candelaria es un símbolo para Canarias,[10]​ su culto se extendió por diferentes ciudades y países del Nuevo Mundo, en lugares con alguna importante colonia de canarios donde suele usarse para representar al archipiélago canario.[11]​ Se considera que la imagen aparecida a los guanches fue la que dio inicio a la proliferación de imágenes con la advocación de "La Candelaria" en el mundo[12]​ principalmente gracias a la emigración canaria.

La historia de esta advocación está unida íntimamente a la historia de las Islas Canarias, especialmente de la isla de su aparición, Tenerife. No hay acuerdo sobre el año de la aparición, pero la opinión mayoritaria es que apareció en la desembocadura del barranco de Chimisay, en el municipio canario de Güímar, 95 años antes de la conquista de Tenerife, es decir aparecería del 1392 al 1401. Es por tanto la primera aparición mariana de Canarias. Fray Alonso de Espinosa describió la historia en 1594.

Según la leyenda relatada por Fray Alonso de Espinosa, iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, la cueva-palacio del mencey Acaymo, para referirle lo acontecido. El mencey acudió con sus consejeros. Ella no respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El mencey comprendió que aquella mujer con un niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una cruz y en el lugar donde el mencey pidió socorro, un santuario a Nra. Señora del Socorro.

La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven llamado Antón Guanche, que había sido tomado como esclavo por los castellanos y había logrado escapar y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido bautizado le relató al mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía. Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex Guayaxerax Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico (detrás de la actual Basílica de Candelaria) para veneración pública.

Según relata don José Rodríguez Moure que un lejano atardecer dos pastores conducen un rebaño de cabras en las costas de Güímar y al torcer una curva del camino, cerca de la desembocadura del barranco de Chinguaro descubrió, uno de ellos, "una mujercita con un niño al brazo derecho y con vestidos distintos a los que usaban las mujeres de la tierra, de pie sobre una roca lo miraba con fijeza".

Así inicia el ilustre dominico lagunero el relato que compuso durante su estancia en el convento de Candelaria donde cuidó de su archivo y del que se ilustró para componer el libro "La historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria". Relata cómo el adivino o zahorí Guadameñe (sacerdote aborigen) había pronosticado hacía mucho tiempo que "dentro de unos pájaros grandes de blancas alas vendrían a la Isla, por el mar, otras gentes que se habrían de enseñorear de ella". Estos augurios que formaban parte de los miedos y creencias del pueblo guanche eran del común conocimiento y había dado lugar a que los menceyes hubieran convenido que cada uno de ellos cuidara de su territorio y que los demás le prestaran la ayuda que necesitara en caso de peligro.

Antón Guanche, años más tarde, integrado en una expedición, hizo su entrada por las costas de Güímar con objeto de hacer pillaje en la zona, ya sea robando ganado o cautivando personas que el señor de Lanzarote enviaba a Sevilla para su venta como esclavos. Pero Antón aún conserva recuerdos de su infancia identificando su propia patria y aprovechando la ocasión que se le presenta decide regresar a su antiguo hogar. Permaneció escondido hasta que el velero se retira de la Isla con sus arboladuras hinchadas por la brisa del atardecer. Allí se queda en la soledad del Valle de Güímar vestido con ropas extrañas aunque ha practicado su idioma con otros cautivos y ello le servirá para ser reconocido.

Y dice Rodríguez Moure que Antón fue reconocido y con mucho entusiasmo recibido y junto al rey Dadarmo acudió a visitar la cueva donde tenían depositada a "La celestial imagen de María". Inmediatamente que tuvo ante sí la estatua la identificó con la Virgen y este hecho hizo correr la noticia por toda la Isla y una inmensa muchedumbre guanche se congregó en Candelaria proveniente de los más diversos rincones de Tenerife. Era costumbre traer algún presente en la visita a otros parientes o amigos y en este caso se reunió un enorme rebaño que los guanches regalaron a Guayaserax o Chaxiraxi en testimonio de su devoción.

Antón Guanche convenció al mencey de Güímar de que la imagen no debería de radicar en la casa del propio mencey sino tener su propia casa, eligiendo para ello la espelunca de Achbinico, a la orilla del mar donde aún se guarda culto a San Blas mártir. La leyenda crece en torno a la imagen de la Virgen que en sus diversas variaciones traza profundos surcos en la conciencia religiosa del nuevo pueblo canario que se produce con el cruce entre ambas culturas.

Ya desde antes de la conquista, el archipiélago Canario era visitado por europeos en expediciones de reconocimiento o en razias de esclavos, pero también eran visitadas por religiosos que pretendían llevar a cabo una labor evangelizadora antes de que se produjera la conquista y anexión política de las islas; de este modo en el siglo XIV se formó un breve obispado en Telde, Gran Canaria. La imagen de la Virgen de Candelaria sería llevada a Tenerife por frailes mallorquines, los cuales probablemente se habrían establecido por un tiempo en la isla introduciendo elementos de la religión cristiana entre los guanches, produciéndose un sincretismo religioso.

La Virgen de Candelaria quizás hubiera sido identificada con el sol (Magec), deidad de los guanches, pero sobre todo se la identificó con Chaxiraxi, la madre de los dioses que adoraban los aborígenes. Este tipo de sincretismo es palpable en otros lugares del mundo, tal es el caso de la Virgen de Guadalupe y la diosa azteca Tonantzin en México. Se sabe también que este culto a la Virgen de Candelaria pudo surgir de la incorporación en el siglo XVI al catolicismo de la devoción a la estrella Canopo, por parte de la cultura de los antiguos guanches preexistente a la llegada de los europeos. Tampoco se descarta la posibilidad de que la diosa Chaxiraxi fuera de hecho la diosa Tanit con distinto nombre y atributos debido al origen bereber de los antiguos aborígenes canarios, ya que esta diosa cartaginesa también fue venerada por los bereberes.[13]​ Según el médico e historiador Juan Bethencourt Alfonso, la imagen de la Candelaria sustituyó en la Cueva de Chinguaro a un ídolo guanche denominado Chayuga.[14]

En 1497 el Adelantado de las Islas Canarias Alonso Fernández de Lugo,[15]​ celebró en la Cueva de San Blas la primera Fiesta de las Candelas, coincidiendo ésta con la Festividad de la Purificación de la Virgen. Considerado este acontecimiento, como el inicio de la devoción cristiana a la advocación mariana de La Candelaria.

La imagen fue robada por los españoles pero devuelta tras una peste que ellos atribuyeron al robo sacrílego. Más tarde, cuando los españoles conquistaron la isla, la devoción ya estaba allí arraigada. En 1526 se edificó el santuario por los muchos prodigios que Dios obraba por Nuestra Señora de la Candelaria.[15]

El culto a la Virgen de Candelaria tuvo desde éstos primeros tiempos tras la colonización una grandísima difusión por todas las islas del archipiélago, culto difundido sobre todo por la Orden Dominica, que aún en la actualidad custodia su Santuario. Ya desde esta época comienzan a construirse en todas las islas del archipiélago iglesias y ermitas bajo la advocación de "La Candelaria". Llegó a tener tal auge esta devoción entre todos los canarios desde estos primeros tiempos que de hecho en la isla de Gran Canaria, concretamente en Teror (lugar en donde se venera a la Virgen del Pino) existió una Cofradía de La Candelaria, fundada por el fraile Dominico, fray Lorenzo del Prado probablemente en el último tercio del siglo XVI.[16]​ Además en la segunda iglesia que se construyó en honor a la Virgen del Pino en donde está su actual Basílica, hubo un altar dedicado a la Virgen de Candelaria.[16]

De las Islas Canarias la devoción se propagó a América. Hernán Cortés llevaba al cuello una medalla de esta imagen. A Nuestra Señora de Candelaria elevaron sus plegarias los santos canarios: Pedro de Betancur (el Hermano Pedro) y José de Anchieta (Padre Anchieta). Además de las religiosas con fama de santidad: María de Jesús de León y Delgado (la Siervita de Dios) y la grancanaria Sor Catalina de San Mateo, entre otros muchos religiosos de las islas.

El 2 de febrero de 1672 se consagró la primera iglesia de la Candelaria, dada la pequeña capacidad y estado ruinoso del santuario anterior. Esta nueva iglesia era un templo amplio, de tres naves y con un imponente retablo en el altar mayor. Dicho templo fue destruido por un incendio (al igual que el convento) el 15 de febrero de 1789, reduciéndose a cenizas el archivo, así como la importante biblioteca de la iglesia contigua. Religiosos y vecinos lograron salvar la imagen de la Virgen y otras tallas, que albergaron en la cueva de San Blas, donde permanecieron 14 años.[17]

En la noche del 6 al 7 de noviembre de 1826 la imagen se perdió víctima de una inundación que ocasionó numerosos destrozos, arrasando el castillo de San Pedro y arrastrando al mar la imagen de la Virgen, la ermita y parte del convento. Se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer los mares de entre las islas, se removió el litoral desde la playa a la Cueva de San Blas; pero todo fue en vano, pues la imagen no apareció. Después de una búsqueda infructuosa se decidió encargar una nueva talla que sustituyera a la desaparecida. Para ello se eligió al imaginero orotavense Fernando Estévez, esta imagen es la que hoy se puede ver en la Basílica de la Virgen.

La desamortización extinguió, en 1835, las órdenes religiosas en España. En 1836, los religiosos dominicos son expulsados del Santuario y el Estado se incautó de los bienes del convento y de las joyas que se salvaron de un incendio y del aluvión. Quedó la Virgen al cuidado del cura Juan Fernández del Castillo, quien con notables esfuerzos mantuvo la dignidad del culto después del expolio al que fue sometida la ermita y el convento. También hemos de recordar la labor del mayordomo Lorenzo de Barrios, natural de Igueste, quien con su esfuerzo personal hizo lo posible por recuperar el tesoro de la Virgen. En 1860 se devolvieron los bienes incautados por la Desamortización, los edificios estaban en muy mal estado. De nuevo, comenzaron las obras de reconstrucción con la mediación del obispo Nicolás Rey Redondo. En 1863 fue nombrado cura párroco Antonio de la Barreda y Paiva, a quien se debe, en gran parte, el resurgimiento de la festividad del 15 de agosto.

En 1947 fue nombrado obispo de Tenerife Domingo Pérez Cáceres, que impulsó la construcción de una basílica monumental que magnificara la devoción por la Virgen. Con planos del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria se terminó en 1959. Entre los personajes más significativos que han visitado a la Patrona de Canarias y su basílica destacan jefes de estado o de gobierno, así como los más destacados personajes de la Iglesia, Milicia, Política, Deporte, Arte, etc. Entre ellos ocupan un papel de honor los anteriores Reyes de España, Don Juan Carlos I de Borbón y Doña Sofía de Grecia, que la visitaron siendo aun siendo Príncipes y luego, ya como Reyes, en 1977.

El 26 de marzo de 1599 el papa Clemente VIII la nombra Patrona de Canarias y de su hasta entonces único obispado.[18][19]​ En esta bula el papa concede para las Islas Canarias el rezo con rito de primera clase y octava, así como a sus capellanes la facultad para que rezaran con octava en todas las fiestas de la Virgen.

En esto influyó también que, en 1596, el futuro rey Felipe III se hubiese declarado protector y patrono de la Santa Imagen, cargo que mantuvieron sus sucesores. El monarca, tras subir al trono, se declaró patrono del Convento Real de Nuestra Señora de la Candelaria, de ahí el rango que lleva todo el santuario desde entonces.[20]​ Por lo que es también el primer Santuario cristiano de Canarias en recibir el título de "Real".

Más tarde se establecerían dos patronazgos expecíficos para las dos posteriores diócesis canarias siguiendo el ejemplo de todas las demás diócesis de España, sin que por ello se prescindiese del patronazgo general de la Virgen de Candelaria.[3]

Tras la división de Canarias en dos obispados en 1819, con la creación de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna por bula del Papa Pío VII, el propio Papa nombra a Nuestra Señora de los Remedios patrona de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna (la cual comprende la provincia de Santa Cruz de Tenerife).[21]

Sin embargo, tras ser nombrado el obispo de Canarias Joaquín Lluch y Garriga como Administrador Apostólico de Tenerife, teniendo este en cuenta el patronazgo histórico ejercido por la Virgen de Candelaria sobre el archipiélago eleva al Papa la petición del nombramiento de esta Virgen como patrona de ambos obispados canarios (como ratificación de que el patronazgo anterior de La Candelaria sobre todo el archipiélago seguía vigente), y por Decreto de 12 de diciembre de 1867, la Santa Sede designa y confirma a la Virgen de Candelaria, Patrona Principal de las Islas Canarias y de sus dos obispados, lo que se publica en los boletines oficiales canarios en 1868. Posteriormente, por decreto de 16 de abril de 1914, otorgado por el Papa Pío X, se designa patrona de la Diócesis Canariense-Rubicense (provincia de Las Palmas) a la Santísima Virgen del Pino. Pero aun así conservó este último Papa para la Virgen de Candelaria los títulos de Patrona de Canarias y de Patrona Principal del Archipiélago Canario.[22][3]​ En 1630 fue confirmado el Patronazgo de la Virgen de Candelaria sobre el Archipiélago[3]​ y por bula de 1867, también lo hizo el papa Pío IX.[5]

Quedando desde entonces, la Virgen de los Remedios como patrona de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, la Virgen del Pino como Patrona de la Diócesis Canariense y la Virgen de Candelaria como Patrona General de las Islas Canarias.[23][24]

El Papa Benedicto XVI con motivo del 50 aniversario de la consagración de la Basílica de Candelaria en 2009, emitió una bendición apostólica en la que se refería y ratificaba a la Virgen de la Candelaria como Patrona General del Archipiélago Canario.[25]

El texto papal en cuestión refiere:[26]

Al mismo tiempo, el Santo Padre les invita a celebrar este acto con espíritu de profunda renovación eclesial y a dar nueva vitalidad a la devoción mariana, con la confianza de que Ella, que con su presencia atrajo antaño a sus padres dándole la luz de la fe, seguirá siempre dispensando a todos consuelo y ayuda, para que puedan permanecer unidos a su Hijo mediante los lazos de su maternal amor y dar testimonio del Evangelio de la Vida eterna.

La Virgen de Candelaria es también la Patrona de la Corporación del Cabildo Insular de Tenerife[27]​ y fue además aclamada como patrona por el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario, quién la declaró "Patrona de la Nación Canaria".[28]

El 28 de septiembre de 2018, la Virgen de Candelaria fue declarada oficialmente Presidenta Honoraria y Perpetua del Cabildo Insular de Tenerife, realizándose la entrega de la medalla con el escudo de la isla y el bastón de mando el 20 de octubre del mismo año, en el marco del traslado excepcional de la imagen de la Virgen a Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna con motivo del 200 aniversario de la creación de la Diócesis de Tenerife.[29]

La Virgen de Candelaria fue coronada canónicamente el 13 de octubre de 1889 por el obispo de Tenerife, Don Ramón Torrijos, gracias a una Bula del Papa León XIII en la que se le otorga tal privilegio. La talla de la Virgen de Candelaria se convirtió así en la quinta[30]​ imagen mariana de España en recibir la Coronación canónica y la primera de Canarias. Además fue la segunda advocación patrona de una comunidad autónoma de España en recibir la coronación (tras la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña).[18]​ Fue también la primera imagen mariana de Canarias en recibir la coronación canónica de rango pontificio, es decir, por mandato expreso del Papa de Roma.

La coronación tuvo lugar en la explanada exterior frente al Convento de los Dominicos. Monseñor Don Ramón Torrijos procedió a coronar al Niño Jesús y posteriormente a la imagen de la Virgen, tras lo cual besó una de las manos de la Virgen y se refirió a ella como "Reina de Canarias".[31]​ Para la coronación estuvieron presentes todas las autoridades políticas, militares y eclesiásticas de Canarias, entre estas últimas destacan los obispos de las dos diócesis de las Islas Canarias y los dos cabildos catedrales del archipiélago en pleno.[31]

Descripción sobre la talla original hecha por Fray Alonso de Espinosa primero, y posteriormente Fray Juan de Abreu Galindo:[32]

Muchos investigadores han relacionado a esta imagen medieval con el Priorato de Sion y sobre todo con la Orden del Temple, de hecho se la ha calificado como la "última Virgen negra del Temple"[33]​ ya no solo por su característica tez morena o negra, sino por el tipo de ropaje que llevaba, siendo muy similar a la Virgen de Lluc (patrona de Mallorca) o incluso a la Virgen de Montserrat (patrona de Cataluña), aunque si bien esta última es una talla románica, siendo gótica la primitiva imagen de La Candelaria. Tenemos que tener en cuenta que una de las teorías más aceptadas por los investigadores es la presencia de frailes mallorquines en la isla de Tenerife poco antes de la conquista introduciendo en la isla elementos de la religión cristiana entre los aborígenes guanches y que uno de estos elementos sea la propia talla de la Virgen de Candelaria,[34]​ la cual posiblemente pudo ser realizada tomando como modelo a la citada Virgen de Lluc aunque cambiando los detalles iconográficos.

Actualmente una de las imágenes consideradas más fieles a la primitiva imagen de la Virgen de Candelaria es la llamada "Virgen de Candelaria de Adeje", una imagen que ha suscitado mucha polémica entre algunos investigadores, que sostienen que esta puede ser la imagen original y no una copia de la misma. A pesar de esto, aún no se ha demostrado esta postura que otra gran parte de los científicos desmiente. Igualmente en la Cueva de Achbinico (situada detrás de la Basílica de Candelaria), existe otra copia fiel a la imagen original aunque esta es en bronce en lugar de en madera, que permite hacerse una idea de cómo debió de ser la antigua talla mariana.

Como consecuencia de la desaparición de la primera imagen, en el temporal de 1826, hubo que realizar las fiestas de febrero de 1827 sin imagen alguna, utilizándose el óleo existente en el Convento de los Dominicos de Candelaria.

Dado el valor religioso de la Virgen de Candelaria, los frailes encargaron al escultor orotavense Fernando Estévez (1788-1845), calificado como "el mejor imaginero tinerfeño" una nueva imagen. Sus cualidades artísticas y el reconocimiento del sentir del pueblo hacia la Patrona de Canarias le hicieron concebir una imagen ligeramente distinta, original, perfecta dentro del estilo neoclásico (con formas realistas y barrocas) que, en un primer momento (empezó a hacerla en agosto de 1827), confundió a los fieles, si bien pronto sería igualmente venerada.

Según María Jesús Riquelme los rituales y milagros atribuidos a la Virgen de Candelaria desde su aparición en las costas canarias y el tener el título de "Patrona Universal" del archipiélago hicieron pensar a Estévez en la profunda significación esotérica que, sin negar la tradición cristiana de María, tenían las "Vírgenes Negras" desde el medievo, de reconocida fama y milagros. Sin embargo, no siguió rígidamente todas las directrices presentes en éstas, en las que, se cuida especialmente la ejecución del rostro, no tanto la del Hijo, lo que no ocurre en nuestro caso. Tampoco coincide la altura, que en las medievales es de 70 cm más 30 cm de peana y la nuestra excede en 90 cm más del total.

Sí sigue el estilo en los ropajes, con predominio constante de azules, blancos y dorados; además se han encontrado imágenes medievales que también presentan telas encoladas pintadas.

La negrura del rostro puede tener un valor simbólico de gran profundidad; para el peregrino puede significar duda y pecado. En la alquimia medieval el negro está considerado como la propia naturaleza femenina. Su forma, trazo de la nariz y los ojos almendrados son una característica oriental propia de estas imágenes, hecho que también se da en la obra de Estévez.

La actual imagen fue restaurada en 1972 por el escultor orotavense Ezequiel de León. Su trabajo consistió en hacer un cuerpo pleto de brazos fijos (en los que insertó las manos de Estévez) tallado en madera de cedro y adaptando la cabeza de la Virgen convenientemente encolada a este; también policromó e historió la túnica con los típicos letreros que tenía la imagen desaparecida. Asimismo, realizó un impresionante trabajo de restauración (carcoma, brazos totalmente desarmados, etc).

La belleza y perfección en los rasgos de la Virgen actual de 1,60cm, así como en su Hijo, han sido ampliamente comentadas. Así, el Dr. Hernández Perera, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid dijo que "Entre las Vírgenes obras de Estévez, bastaría únicamente la de Candelaria para inmortalizar a su autor".[35]​ Por su parte, el investigador Pedro Tarquis refiere: "Nos talló una imagen de tipo antiguo, según vírgenes medievales existentes en la Península, como la Virgen de la Almudena de Madrid. Talló cabeza, manos, Niño y formó el armazón del cuerpo; todo con poco movimiento de plantado, mirando al frente con serenidad y la estofó de color oscuro.[36]

Por norma general, en las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús recostado en los brazos, el Niño suele ir en el brazo izquierdo, por una razón elemental de sentido maternal (la madre lleva al hijo en la mano izquierda para darle de comer y cuidarlo con la mano derecha). La imagen de la Candelaria tiene, por el contrario, al niño recostado en el brazo derecho.

Además, el Niño Jesús tiene asido entre sus manos un pajarito. Sin duda es símbolo de las tórtolas o pichones que la madre estaba obligada a entregar, según la Ley de Moisés, cuando iba a presentar a su hijo en el templo.[37]

Por otra parte, talladas en los ropajes de la Virgen de Candelaria original existían unas extrañas letras cuyo significado aún se desconoce. La actual talla de la Virgen de Candelaria también lleva impresas estas letras. Estas eran:

ETIEPESEPMERI

LPVRINENIPEPNEIFANT

EAFM IPNINI FMEAREI

NARMPRLMOTARE

OLM INRANFR TAEBNPEM REVEN NVINAPIMLIFINIPI NIPIAN

EVPMIRNA ENVPMTI EPNMPIR VRVIVINRN APVI MERI PIVNIAN NTRHN

NBIMEI ANNEIPERFMIVIFVE

En 1561, la imagen de la Virgen de Candelaria fue reproducida en el Estandarte Real de las Islas Canarias, considerada como la primera bandera representativa del archipiélago.[38]​ Dicha enseña era de tafetán rojo y punta larga, que tenía por un lado la imagen de la Virgen y por el otro las armas reales, así como el guion real con las armas de Castilla bordadas en oro, plata y seda, con guarnición amarilla.[38]

En Santa Cruz de Tenerife se erigió en 1768 un monumento de mármol, conocido como Triunfo de la Candelaria por estar dedicado a la Virgen de la Candelaria que corona una pilastra piramidal, como se ve en el grabado de Olivia Stone.

En el Real Santuario del Cristo de La Laguna, se encuentra un óleo del siglo XVIII, de estilo barroco de la Virgen de Candelaria atribuido a Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725). Es interesante, indicar cómo desde mediados del siglo XVII, Nuestra Señora de Candelaria, fue representada en lienzos tal y como la encontrábamos en el Santuario. En esta imagen, se puede observar la antigua escultura revestida con ricos brocados y ataviada con rostrillo. Se encuentran cuadros suyos por toda Canarias, la península e Iberoamérica. También la Virgen de Candelaria ha sido protagonista de excepción en el arte del bordado canario.

Dentro de la basílica, en la Sala de las Velas o de las Ofrendas está el famoso cuadro de la Coronación Canónica. En él aparece la Virgen con un manto azul celeste y la media luna de plata a sus pies.

Con motivo del traslado multitudinario de la Virgen de la Candelaria a La Laguna en mayo de 2009, el presidente de CajaCanarias, Álvaro Arvelo Hernández, inauguró la exposición “Vestida de Sol. Iconografía y memoria de Nuestra Señora de Candelaria”, que incluía 114 pinturas, esculturas y grabados sobre la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Candelaria a través de los siglos. Las obras expuestas procedían de las dos diócesis canarias y del exterior, instituciones públicas, privadas y particulares.[39]

En la Basílica de la Anunciación en Nazaret (Israel), lugar en donde según la tradición el Arcángel Gabriel le anunció a la Virgen María su maternidad, se encuentra un mosaico de la Virgen de Candelaria, patrona de Canarias,[40]​ junto a las de otras advocaciones famosas de España, como la Virgen de Montserrat de Cataluña, la Virgen de los Desamparados de Valencia y la Virgen de Guadalupe de Extremadura.[41]​ El mosaico de La Candelaria fue inaugurado por el propio obispo de la Diócesis de Tenerife y además también hay mosaicos de otras advocaciones marianas de diversos países. También en Roma y en la Catedral de Sevilla hay retratos de la Virgen de Candelaria.[42]

Desde el año 2002 en la Basílica de los santos Justo y Pastor de Barcelona se encuentra una réplica de la imagen de la Virgen de Candelaria, que fue donada por la Casa Canaria de Cataluña.[43]​ Además en la Catedral de San Fernando de la ciudad de San Antonio de Texas (Estados Unidos), está una imagen exacta de la Virgen de Candelaria. Esto es debido a que esta ciudad estadounidense fue fundada por canarios que llevaron la devoción de La Candelaria a ese lugar y fueron precisamente los inmigrantes canarios los que construyeron esa catedral. Así mismo, en Brasil también hay réplicas de la Virgen de Candelaria en las ciudades de Río de Janeiro y Sao Paulo[44]​ y en Venezuela en el Hogar Canario Venezolano de Caracas, entre otros lugares.

Se han escrito varios libros que tratan o mencionan a la Virgen de Candelaria entre ellos:

Fue concebida para dejar constancia escrita del origen y los milagros de la popular virgen morena. Para ello, Espinosa efectuó un encomiable trabajo de campo recogiendo testimonios, empapándose a menudo del saber oral de los guanches viejos o de sus descendientes inmediatos. Así, a la vez que perpetuaba la grandeza de su estimada imagen, lo hacía también con el no menos interesante pasado isleño.

En el Libro Segundo, los guanches ejercen de actores principales en la narración de la aparición de la Virgen. Los bandos de Güimar y Taoro serán los más mencionados: el primero, por haber sido el lugar donde apareció la imagen; el otro, por tratarse del menceyato más importante de la Isla. El tercer libro se ocupa de la conquista de Tenerife y de la historia de la imagen de Candelaria, mientras que en el Libro Cuarto se exponen los milagros atribuidos a la Virgen.

El Real Convento de Nuestra Señora de la Candelaria y su Santuario, fueron históricamente los más ricos de cuantos existían en el Archipiélago Canario, debido a la sugestiva presencia de la Patrona de Canarias.[46]

El historiador lagunero José Rodríguez Moure trató las piezas más importantes del tesoro del Santuario, basándose en un inventario de 1769 custodiado en el Archivo Municipal de San Cristóbal de La Laguna. Destacan las alhajas donadas a la Virgen (muchas en la actualidad desaparecidas por el Temporal de 1826 y la Desamortización de la década siguiente), como el antiguo baldaquino o templete procesional de plata y el sol (1760), obra del platero lagunero Pedro Bautista Remón Pérez; los blandones y candeleros del altar mayor; la corona de oro donada por Diego Manuel Bocano y Almeyda; el frontal del altar (1677), regalo de Luis Fernández de Córdoba y Benavides (marqués de Guadalcázar); el sagrario del trono de plata, parte del cuál fue donado por el Corregidor Juan Núñez de Arce; un juego de altar y un aguamanil, donados por el entonces obispo de Caracas, Juan López Arbuto de la Mota; dos custodias de sol, etc.[47]

El trono, andas o baldaquino actual de la Virgen de Candelaria fue realizado por el artista lagunero Juan Ángel González García (1946-2020), considerado el último orfebre de Canarias y heredero de la técnica del repujado barroco lagunero del siglo XVIII.[48][49]​ Este trono se realizó según diseño del canónigo José Siverio Pérez (1928-2019), el cuál se inspiró en las andas de baldaquino de la Virgen del Carmen del municipio de Los Realejos. Este trono fue estrenado en 1989, con motivo del Centenario de la Coronación canónica de la Virgen de Candelaria y realizado a iniciativa del entonces rector de la Basílica, Jesús Mendoza González (1944-2013).

Está formado por cuatro columnas exentas que sustentan el techo o cielo, el cuál está repujado en oro por su parte interior. En las esquinas superiores del baldaquino aparecen cuatro aves de plata haciendo ademán de emprender vuelo, las cuáles concuerdan con la iconografía de las palomas o tórtolas que según la Ley de Moisés tanto la Virgen María como su esposo San José entregaron en el Templo de Jerusalén durante la presentación de Jesús, que es lo que representa la iconografía de la Candelaria. A los pies de la Virgen hay un cuarto creciente o media luna de plata con dos estrellas doradas en las puntas de la misma. A ambos lados se encuentran dos ángeles de madera policromada que sostienen cada uno un rosario, haciendo referencia a la iconografía de la Virgen del Rosario, la principal advocación mariana de la Orden dominica, que es la que custodia el Santuario de Candelaria. La Virgen está envuelta en un sol de plata con doce estrellas de ocho puntas que hace referencia al Apocalipsis 12, "Apareció en el cielo una señal grande, una mujer vestida de sol, con la luna a sus pies". En los cuatro paneles triangulares de plata labrada que rematan el techo del baldaquino, aparecen cincelados escudos heráldicos entre los que descatan el Escudo de Canarias y el de la Orden dominica.

Este trono es el utilizado por la Virgen para procesionar por las calles de la Villa Mariana de Candelaria en sus dos fiestas anuales del 2 de febrero y el 15 de agosto. En dos ocasiones lo ha utilizado también para sus traslados o visitas a Santa Cruz de Tenerife, concretamente en 1994 y 2002. En sus visitas a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna suele utilizarse un baldaquino cedido por alguna cofradía o hermandad lagunera como una costumbre establecida en la visita de 1997 (en el quinto centenario de la fundación de la ciudad), en la cuál la Virgen de Candelaria se trasladó en el trono de la Virgen de los Dolores del Convento de Santa Clara. Posteriormente utilizaría en los siguientes traslados a la capital diocesana, el trono de la Virgen del Rosario de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (2009)[50]​ y el de la Inmaculada Concepción de la parroquia matriz de la isla (2018), en esta última ocasión en visita extraordinaria a Santa Cruz y La Laguna por el bicentenario de la Diócesis Nivariense.[51]

En la actualidad, uno de los asuntos que más llaman la atención a los fieles es el ritual secreto de vestición de la Virgen, ya que en las fechas cercanas al 2 de febrero y al 15 de agosto, la imagen es bajada en secreto del camarín hasta colocarla en el trono baldaquino procesional repujado en plata, donde se la reviste con los mantos de festejos. De esta labor se encargan una cuadrilla de voluntarios y los frailes, todos ellos hombres, algo muy peculiar cuando lo habitual es que las imágenes marianas cuenten con una corte de camareras. La Virgen de Candelaria cuenta en total con una treintena de mantos,[52]​ entre los de diario, los de las fiestas y los de las grandes ocasiones. La imagen se carga a mano al trono, donde se la viste y se le colocan las numerosas joyas, fruto de donaciones. Este "ritual" de vestición de la Virgen también se efectúa durante todo el año, en la que se le cambia el color de los mantos conforme a los tiempos litúrgicos.[53]

Entre los mantos destacados de la Virgen destacan:

Destacadas sayas de la Virgen:

Coronas y joyas:

A lo largo de los siglos, diferentes Papas han respaldado y reconocido la importancia de esta devoción en la Historia de Canarias. El culto a La Candelaria ha sido devoción afortunada en indulgencias, patronazgos, y gracias especiales otorgadas por los Romanos Pontífices a lo largo de la Historia:

Como patrona general del archipiélago, la Virgen de Candelaria, tiene un papel especial en las celebraciones religiosas de las Canarias, España. Como la talla original desapareció en el mar en 1826 a consecuencia de un aluvión, se creó una réplica que se encuentra actualmente en la Basílica de Candelaria, en Tenerife, siendo el autor el escultor orotavense Fernando Estévez.

La Virgen de Candelaria, se encuentra en lo alto del altar-camarín de la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, a donde pueden acceder los fieles varias veces al día cuando acaban las misas. La Virgen de Candelaria está entronizada en un trono de madera con motivos vegetales dorados y rodeada de dos ángeles a los lados, la Virgen tiene un cuarto creciente (media luna) a sus pies, que hace alusión al Apocalipsis 12, "Apareció en el cielo una señal grande, una mujer vestida de sol, con la luna a sus pies". A la imagen de la Virgen que es de vestir, se le cambian frecuentemente los mantos por otros de diferentes colores.

La comunidad hindú de Tenerife también venera a la Virgen de Candelaria. Esta comunidad le ha regalado a la Virgen de Candelaria multitud de mantos ricamente bordados. Tanto la Basílica de la Candelaria como la Virgen tienen la categoría de Bien de Interés Cultural, declarada como tal por el Gobierno de Canarias.

En 1991 tuvo lugar el hermanamiento de la Villa Mariana de Candelaria con la Villa Mariana de Teror (Gran Canaria), hecho que es considerado como trascendental en la historia religiosa, cultural y social de Canarias. Esto se debió principalmente a que en ambas villas se veneran las dos imágenes marianas más populares del archipiélago canario: la Virgen de Candelaria y la Virgen del Pino. Desde entonces una representación municipal de Teror encabezada por el alcalde acude y participa en las Fiestas de la Virgen de Candelaria en agosto.

A la Virgen de Candelaria se la llama cariñosamente en Canarias "La Morenita". En España existen otras vírgenes negras conocidas con el nombre de "morenita" o "moreneta" (esta última palabra en catalán) como la Virgen de Montserrat, (Barcelona, Cataluña) o la Virgen de Lluc, (Mallorca, Baleares).

Una canción popular de la Virgen de Candelaria dice:

La más bonita, la más morena,

la que tiende su manto

Además de la Virgen de Candelaria, existen en Tenerife otras advocaciones marianas vinculadas a la Virgen de Candelaria y a su historia, entre ellas:

Aunque su Santuario principal se encuentra en Tenerife, como Patrona de Canarias que es, la Virgen de Candelaria es igualmente venerada en otros municipios de todas las demás restantes islas de Canarias:

El himno histórico y popular de la Virgen fue compuesto por el canónigo M.I. Sr. D. Manuel Díaz Pacheco:

dulce madre del divino amor,
clara estrella de esperanza nuestra,
luz que irradia del eterno sol.

De Canarias la Patrona excelsa
nuestras islas con fervor te aclaman,
y admirando tu piadoso influjo,
Madre y Reina con amor te llaman.

Tu candela nos alumbra y guía
por la senda de la fe más alta,
como un faro que señala al mundo
los caminos de la Eterna Patria.

Templo abierto diéronte las cumbres
y de arena bello ser la playa,
blanco perla tu dosel las nubes
y su arrullo las marinas aguas.

Candelaria, pueblo venturoso,
relicario de tu imagen santa,
horno y centro del amor isleño,

Existe otro himno más reciente cuya letra es de Manuel Perdomo Alfonso:

de las islas Patrona preferida;
beso suave del sol que el rostro quema
y en el cielo canario estrella unida!

Plenitud fecundante de los campos:
protectora ideal del pescador;
oración y nostalgia en mundo extraño
al amparo de tu bello fulgor.

Tenerife te da un dosel de cumbres,
sobre un trono de rocas y de flores,
te custodia en los velos de sus nubes
y te ofrenda en el volcán de sus amores.

¡Salve, tú, mi divina soberana
que la estela del mar vino a traer
a la tierra del Teide que te aclama
inmortal atalaya de la fe!

Plenitud fecundante de los campos;
protectora ideal del pescador:
Virgen Morena de la Candelaria

La asociación de la Virgen María en su advocación de la Candelaria con los marineros y mareantes se debe a múltiples factores: la historia de su aparición a los aborígenes guanches a la orilla del mar; la Virgen que porta la candela se yergue como luz en la tempestad y estrella salvadora de los pescadores; al tiempo que iconográficamente se trata de una Virgen que invoca o es invocada.[58]​ Muchos milagros relacionados con el mar fueron atribuidos a la Candelaria, así el fraile dominico Fray Alonso de Espinosa escribió «son tantos los milagros que esta Señora hace por los mareantes, que de solos ellos se pudiera hacer larga historia [...] Que navegando navíos con grandes tempestades y llamando a Nuestra Señora de Candelaria, han sido por ella socorridos visiblemente, viéndola en el mástil mayor o en la popa de los navíos».[58]

Los gremios de mareantes tuvieron gran importancia en la sociedad canaria del siglo XVIII, época en la que se data la Salve de los Mareantes a la Virgen de Candelaria, de autor anónimo, y cuya melodía y letra fueron publicadas por la Biblioteca Musical Isleña en 1940 en una importante colección de diversos géneros canarios adaptados para piano.[59]​ La Salve de los Mareantes a la Virgen de Candelaria debió de gozar de cierta popularidad también fuera de Canarias, especialmente en Andalucía, pues en el texto que acompaña la partitura original refiere que el obispo de Cádiz, Fray Tomás del Valle, aprobó la interpretación de la misma en 1750 y se cantaba, al menos hasta mediados del siglo XX, en honor a la Patrona de Canarias.[59]

A vos isleña divina morenita celestial.
Oh Virgen de Candelaria lucida estrella del mar.
Pues gozáis tantas grandezas, gozosos os quiero cantar.

Recibe nuestro cantar, luciente estrella del mar.
Oh tú Madre la más linda, toda dulzura y piedad.
Imán del seguro norte al más tempestuoso mar.
Puerto alegre playa clara sin riesgo de zozobrar.

Recibe nuestro cantar, luciente estrella del mar.
Feliz atlante dichoso nevado hermoso galán.
Altivo Teide canario pirámide de cristal.
Gozas en tu nácar concha de perla tan sin igual.

Recibe nuestro cantar, luciente estrella del mar.
Contas isleño horizonte en tus playas de coral.
Entre argentadas espumas, vieron mil veces brillar.
Flamígeras luces signos de tu guardia angelical.

Recibe nuestro cantar, luciente estrella del mar.
Algún viajero María con toda prosperidad.
Oh Virgen de Candelaria luciente estrella del mar.

Pero será con la notable migración canaria acaecida en todos los confines de Venezuela, Colombia y Latinoamérica desde el último tercio del siglo XVII, en la que un considerable número de familias de ese origen se desplazan a esas tierras cuando estos nuevos colonos difundirán por todos los lugares que se asientan el culto a su Patrona. El culto a la Candelaria se difundió por las siete Islas Canarias, y el conjunto de los inmigrantes isleños llevarían a América como seña de identidad a la Candelaria. Un fenómeno muy parecido a la difusión del culto a San Patricio por los Estados Unidos por parte de los emigrantes irlandeses.

La razón es obvia, en primer lugar, por ser la Virgen más extendida por toda la faz insular y, en segundo lugar, por constituir la emigración tinerfeña la abrumadoramente mayoritaria al ser la isla más poblada, cuyo número entonces superaba al conjunto de las restantes, y por ser la más afectada por la crisis vinícola, al ser la que dependía más estrechamente de la cotización de sus caldos. Actualmente la Virgen de Candelaria está representada en toda Latinoamérica.[11]

Tras la conquista de la isla de Tenerife se instaura la festividad de la Virgen el 2 de febrero coincidiendo con la festividad de la Presentación de Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen María. Previamente los guanches celebraban una festividad en torno a la imagen de la Virgen durante la fiesta del Beñesmen en el mes de agosto. Esta era la fiesta de la cosecha, era el tiempo en que los guanches recogían sus cosechas de cebada y trigo, lo cuál marcaba el inicio del año. En la actualidad, la fiesta de la Virgen de Candelaria se celebra además del 2 de febrero también el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen María en el santoral católico (esta última se celebra desde el siglo XVIII). Para algunos historiadores, las fiestas celebradas en honor a la Virgen durante el mes de agosto son una reminiscencia sincretizada de las antiguas fiestas del Beñesmen aborigen.[60]

En las fechas cercanas al 2 de febrero y al 15 de agosto (días de su fiesta), la imagen es bajada del camarín hasta colocarla en un espléndido trono baldaquino procesional repujado en plata. Mientras la Virgen está en su trono procesional se coloca en un lateral de la nave central de la basílica, justo debajo de la cúpula y con un dosel colocado tras el trono. Allí la Virgen permanece más cerca de sus fieles hasta que termina su fiesta, cuando regresa de nuevo al camarín.

En la noche del 14 al 15 de agosto se realiza la "Caminata a Candelaria" con gentes venidas de todas las islas y de fuera de ellas, y por supuesto de Tenerife. Al atardecer del 14 de agosto, tiene lugar la representación del hallazgo o aparición de la Virgen a los guanches para después procesionar la sagrada imagen por las calles de la villa donde se tiran fuegos artificiales y se le canta el Himno a la Virgen de Candelaria. A la mañana siguiente ya el día 15 el "día grande" se hace una solemne misa precedida por el obispo de la Diócesis Nivariense, un representante del Rey de España y con presencia también del Presidente del Gobierno de Canarias, para después procesionar la imagen de la Virgen de Candelaria alrededor de la Plaza de la Patrona de Canarias. Por la noche de ese día, se celebra la romería ofrenda, floral y folclórica a la Patrona de Canarias en la que participan agrupaciones venidas de todas las Islas Canarias, además de cada uno de los municipios de Tenerife, con trajes típicos de magos, en la que le entregan a la Virgen los productos típicos de la tierra. La Fiesta de la Virgen de Candelaria del 15 de agosto tiene la consideración de Fiesta de Interés Turístico Nacional de España.[61]

Las Fiestas de la Virgen de Candelaria se celebran dos veces al año, en febrero y en agosto, ambas poseen gran participación y gran cantidad de actos, entre los principales destacan;

Como Patrona Universal del Archipiélago Canario, la imagen de la Virgen de Candelaria fue muy utilizada en rogativas para implorar su protección tanto hacia la isla de Tenerife en particular como hacia el resto del archipiélago en general. Según apuntan diversos cronistas, desde 1555 a 1789, la imagen de la Virgen de Candelaria visitó la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en más de 29 ocasiones y por diferentes motivos. Sobre todo por cuestiones de sequías, temor a invasiones piráticas, epidemias, plagas de la langosta o cigarra, y también ante posibles erupciones volcánicas.

Fuera cual fuere el motivo, la mayoría de estas peregrinaciones consistián en trasladar a la Virgen a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, capital del archipiélago en aquella época, posteriormente se rezaba una novena y diversos ritos para pedir el bien por el que la Virgen había peregrinado a la ciudad. Tras esta rogativa, la imagen volvía a su Santuario en Candelaria. La duración de estas estancias de la Sagrada Imagen fuera de su Santuario, era sumamente variable, siendo lo más común que durase algunas semanas.[62]​ Tan sólo en la de 1705, permaneció en La Laguna desde el 3 de febrero al 7 de junio debido al temor de que una erupción volcánica del Teide pudiera venir sobre Candelaria y hacer desaparecer la imagen y su Santuario. En esta ocasión, los ríos de lava bajaban por el Valle de Güímar, dirigiéndose hasta la Ermita de la Virgen del Socorro y la playa de Chimisay (el lugar en donde se había aparecido la Virgen). Pero el torrente de lava se dividió, dejando a salvo la Ermita del Socorro y todo el entorno, lo cual fue considerado un milagro de la Virgen.[62]

La Virgen de Candelaria y el Cristo de La Laguna fueron las dos imágenes "oficiales" que utilizaba el Cabildo de Tenerife en dichas rogativas, aunque también se usaban otras, tales como la Virgen de los Remedios, San Cristóbal, la Inmaculada Concepción, San Juan Bautista, etc.

Antiguamente, la imagen era trasladada a La Laguna en unas andas o litera de madera, portada por los guanches que tenían una cofradía dedicada a la Virgen, a los que el Cabildo les reservaba ese derecho, por ser dos pastores aborígenes los que encontraron a la imagen antes de la conquista. Además existía todo un ritual, pues había que pararla en la Cruz de Los Baldíos y colocarla en un sillón en el que era conducida hacia la ciudad, la recibía el clero y hermandades de la parroquia de La Concepción, desfilaba en procesión por la calle de Las Candilas, entraba en la iglesia citada por la conocida como Puerta del Mediodía y la depositaban en el camarín, donde se ponía a la venerada imagen en andas y era adornada con sus joyas y vestidos.[63]​ Actualmente, cuando la Virgen es trasladada a Santa Cruz de Tenerife o a La Laguna usa el llamado trono-móvil o "Yaya-móvil" como es conocido popularmente. Este transporte para grandes recorridos tiene una urna de metacrilato que protege la imagen. La primera vez que estrenó este trono, en su versión actual fue en el año 2002, año en que la Virgen de Candelaria se trasladó a Santa Cruz.[64]

A lo largo de los siglos, desde mediados del siglo XVI, la imagen de la Virgen de Candelaria fue trasladada en diversas ocasiones y por diversos motivos a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, la antigua capital insular. A partir del siglo XX, comienza la Virgen a peregrinar también a la actual capital, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.[63][65]

En 1826, se produce el terrible temporal que hace desaparecer la imagen original de la Candelaria, provocando una gran conmoción en la sociedad de la época. Aunque, en 1830 es bendecida la imagen actual, sin embargo hasta llegado el siglo XX, la Virgen de Candelaria no realizó ninguna salida del municipio de Candelaria.

Con la llegada del siglo XXI, el 15 de agosto de 2001, se establece oficialmente mediante decreto diocesano del obispo Felipe Fernández, que la Virgen peregrine cada siete años alternativamente entre las ciudades de Santa Cruz (capital de la isla) y La Laguna (sede de la diócesis).

Además, en los últimos años, suele crearse un cartel anunciatorio de dicho evento (al igual que todos los años en sus fiestas patronales):



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