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Guillermo Silveira



¿Qué día cumple años Guillermo Silveira?

Guillermo Silveira cumple los años el 11 de enero.


¿Qué día nació Guillermo Silveira?

Guillermo Silveira nació el día 11 de enero de 1922.


¿Cuántos años tiene Guillermo Silveira?

La edad actual es 101 años. Guillermo Silveira cumplirá 102 años el 11 de enero de este año.


¿De qué signo es Guillermo Silveira?

Guillermo Silveira es del signo de Capricornio.


Guillermo Silveira García o García-Galán (Segura de León, Badajoz, 11 de enero de 1922-Badajoz, 11 de mayo de 1987), más conocido solo como Silveira, fue un pintor y escultor español de formación básicamente autodidacta, considerado por la crítica especializada como un artista «de trayectoria amplia, estética renovadora y moderna para su tiempo, […] reflejo de un lenguaje plástico propio y diferente»,[3][4]​ en el que se entremezclan a menudo «dibujos, óleos, gouaches, látex, témperas…»,[5]​ que «pronto encontró su personal camino por la vía de un formalismo al tiempo monumental e ingenuo, centrándose su temática en escenarios de marginación y pobreza que evoca con particular acento poético».[6]

Como escultor y muralista destacan entre otras obras la imagen neobarroca de la Virgen de los Ángeles más dos bajorrelieves laterales que ocupan la capilla central de la Puerta de Palmas de Badajoz (1960), las tituladas Estructura n.º 6 o Fragua (1966) y Escultopintura para una meditación (1971), la composición al óleo Fábricas, ubicada originariamente en la Escuela Sindical de Formación Profesional de Fregenal de la Sierra (1966), los dos mosaicos de iconografía religiosa destinados a decorar el porche de la capilla escuela de las Casas Aisladas de Valdebótoa (junio-julio de 1967), etc.

En el contexto del panorama artístico regional de mediados del siglo XX, representado casi en exclusiva por el costumbrismo realista de Eugenio Hermoso y Adelardo Covarsí,[7]​ se le tiene por «pionero» del arte de vanguardia en Extremadura, más exactamente en Badajoz,[8][9][10]​ al que aportó su particular predilección por la escultopintura y el empleo de nuevos materiales en la ejecución de la obra plástica, «por algo/pues también es escultor»:[11][12]

Entre otros galardones obtuvo Medalla de Cobre de la XX Exposición Nacional de Arte de la Obra Sindical de Educación y Descanso por El puente (Sevilla, diciembre de 1962), Primer Premio y Medalla de Oro de la IV Bienal de Pintura Extremeña por Palomas blancas sobre tejado gris (Plasencia, Cáceres, mayo-junio de 1970), Tercer Premio de la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo (Sevilla, julio de 1970) por La cuerda rota,[14]​ Medalla de Oro del II Salón Municipal de Pintura y Escultura por En una esquina cualquiera (Sevilla, mayo de 1975),[15][16]​ Primer Premio del III Concurso de Pintura Eugenio Hermoso por Hombres y máquinas (Fregenal de la Sierra, Badajoz, diciembre de 1984).[17][18]​ Estilísticamente fue catalogado por el Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC) dentro del llamado «intimismo narrativo».[19]

Junto al grueso de su producción artística se conservan además una serie de escritos en forma de comentarios y pensamientos sueltos o manifestaciones a la prensa en los que el autor, generalmente a través de su personal visión de algunas de sus piezas más representativas como La cuerda rota, Palomas blancas sobre tejado gris, En una esquina cualquiera o Fidelidad, advertía «sin herir» de los efectos de un «mundo tan civilizado [que] nos está engullendo a todos».[20][21]

Guillermo fue el mayor de los dos hijos y tres hijas del matrimonio formado hacia 1917/8 por la barcarroteña «muy sensible al arte y la cultura, que practicaba el bel canto» Luisa García Pardo y el emeritense «de ascendencia galaicoportuguesa vasca, […] aficionado a la Metafísica y las Matemáticas» Román Silveira Nieto,[22]​ miembro del Cuerpo de la Guardia Civil,[23]​ lo que lo llevó a vivir por norma general durante cortos periodos de tiempo en Segura de León, donde nació a las 7:30 horas del miércoles 11 de enero de 1922 y en cuya iglesia parroquial de la Asunción fue bautizado el 8 de febrero por el cura regente Bernardo López Guillén,[24][25]​ Madrid, Sobradillo, Almendralejo (c. 1928-1929,[26]​ en que comenzó un segundo ciclo de sucesivas «Escuelas Nacionales»),[22][27]​ Sevilla (Román fue destinado a la ciudad como encargado de la vigilancia del recinto de la Exposición Iberoamericana inaugurada por Alfonso XIII el 9 de mayo de 1929),[ver aquí] Sigüenza; Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz, Azuaga (1933-1934), Fregenal de la Sierra, Oliva de la Frontera (agosto de 1936-c. 1938) y Zafra (hasta diciembre de 1939), de regreso a la provincia pacense.[28]

Para la propia familia el pequeño evidenció desde el principio una pronta preferencia por el dibujo y las actividades manuales unida a «cierta curiosidad investigadora» que el mismo artista relató de este modo:

Ya en Sigüenza (1930-1932), «cuando aparecen los móviles de Calder y muere María Blanchard»,[34]​ llamaron su atención un grupo de pintores franceses que con cierta asiduidad llegaban atraídos sobre todo por las vistas de su fortaleza, utilizada justamente entonces como casa cuartel de la Guardia Civil, lo que según sus propias palabras le hizo descubrir el «cauce» de su futura ocupación artística:

Entre 1934 y agosto de 1936 residió en el n.º 5 de la céntrica calle Eugenio Silvela de Fregenal de la Sierra,[37]​ donde como alumno oficial estudió los dos primeros cursos de bachillerato en el instituto de segunda enseñanza de la localidad,[38]​ al mismo tiempo que «por iniciativa propia» tomó clases de Dibujo, Colorido, Composición y Figura «en el estudio-taller» del artista y profesor de dicho centro Rafael Gómez Catón,[39][40]​ con el que según sus normas esencialmente académicas comenzó por afrontar el estudio de modelos de yeso, bodegones o a lo sumo algún paisaje, lo que le facilitó un dominio inicial de las formas depurado a comienzos de la década de los cincuenta como alumno libre de la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy de Salamanca en la que asistió a clases nocturnas de Dibujo del Natural, Pintura, Escultura y otras materias.[41]

Sin embargo todo indica que sus métodos didácticos no lograron despertar el interés del joven, quien muchos años después relatará que abandonó el sistema «por creer que no estaba en consonancia con su libertad de expresión ni los conceptos artísticos aprendidos de los posimpresionistas franceses que guiaron sus primeros pasos»:[42][43]

También a este respecto se tienen noticias documentales de que por las tardes de este trienio se dedicó por propia iniciativa al «estudio de luz y color en el paisaje [caracterizado cromáticamente por el] empleo de tierras, sienas, ocres, grises, verdes ceniza y blancos como elementos representativos del campo extremeño […] de tendencia impresionista».[45]

En cuanto a su relación con Eugenio Hermoso, se limitará a decir poco más que esporádicamente «le aconsejó y aleccionó uno de los veranos anteriores al de 1936»:[46][47]

A principios de agosto del año citado tuvo lugar el encarcelamiento de Román en Badajoz y la consiguiente «baja definitiva en el servicio activo»,[52]​ lo que obligó a Luisa a trasladarse a Oliva, donde residía su padre (su madre ya había fallecido),[53]​ con su prole conformada en aquel momento por Guillermo (1922), Luis (Madrid, 1924), Luisa (Sevilla, 1930) y Francisca, nacida en Fregenal el 28 de noviembre de 1935.[54]​ Por último, en la segunda mitad de la década siguiente (1946), nació en Zafra una tercera hija a la que se le puso de nombre Guillermina.[55]

Una vez acabada la Guerra Civil, que el propio artista admitió que le produjo «gran impacto y huella en tanto que su padre está en la [misma]»,[56]​ el 29 de diciembre de 1939 ingresó voluntario en el Ejército del Aire, más concretamente en el antiguo aeródromo militar de Tablada, donde realizó un curso especial de auxiliar de Meteorología de resultas de lo cual fue trasladado en años posteriores a Jerez de la Frontera (marzo-julio de 1940), el Observatorio Astronómico de Huelva (diciembre de 1941-1943, salvo un corto regreso a Sevilla), Salamanca (febrero de 1943-1944), Santiago de Compostela (1947, en que efectuó su primera venta artística), Valladolid (1948, donde entabló una estrecha amistad con el pintor local Manuel Mucientes junto al que pintó rincones del denominado «Campo Grande» y otros paisajes urbanos y rurales), Pamplona (noviembre de 1948-1951), Zaragoza (julio de 1951-1952),[57]Salamanca (julio de 1952-1954) y, definitivamente (ya había estado destinado entre 1944 y 1947),[58]Talavera la Real, en cuya base aérea desempeñaría las funciones propias de su cargo hasta su jubilación total en enero de 1987 como capitán auxiliar del Ejército del Aire,[59]​ previo pase a la «reserva activa» por O. M. de 3 de diciembre de 1981.[60]

Estando en Salamanca (diciembre de 1953), participó en una extensa muestra de trabajos de más de treinta artistas provinciales y alumnos de San Eloy (se expusieron también varios cuadros del onubense Daniel Vázquez Díaz) a la que concurrió con dos obras: Lluvia en el bosque, «de tendencia expresionista-surrealista», y «un bodegón con objetos de barro» que tras ser mostrado «en un escaparate» fue vendido en Badajoz al poco tiempo de su llegada a la ciudad a finales de 1954. Mientras que la primera fue rechazada desde un primer momento, el Bodegón (n.º 51 del catálogo) fue tratado tan duramente por la crítica que incluso se le auguró al autor que si seguía por ese camino «no [llegaría] a ninguna parte».[61]

Pertenecen también a esta fase que el artista calificó a posteriori de «oscura y transicional pero rica en experiencias» numerosos dibujos y pinturas de Huelva (barcos, muelles, obreros portuarios), Rota, Cádiz, Algeciras (pescadores, suburbios), diversas vistas de la costa gallega, el Pirineo navarro, Roncesvalles, La Rioja, «las "bordas" francesas», las riberas del Tormes, así como tres pequeños bodegones (óleo sobre tablex, 6 x 9 cm cada uno) realizados muy probablemente durante su segunda estancia en Salamanca a principios de la década de los cincuenta.[62]

Acerca de los temas que empezaron a atraerle por entonces se conserva entre varios otros el siguiente apunte autobiográfico:

Respecto a su paralela formación escultórica cabe citar su paso por la Escuela Profesional de Artesanos de Badajoz (1945-1946), donde estudió Modelado y Vaciado con el escultor y marmolista Ángel Zoido, autor entre otras obras del basamento de la estatua de bronce de Luis de Morales de la capital y declaradamente contrario a cualquier clase de ismo:[64]

Desde que fijó su residencia en Badajoz a mediados de octubre de 1954,[6][66]​ su pintura evolucionó «en silencio» de unos primeros cuadros de corte expresionista-surrealista a una serie de piezas de marcado tono existencial en las que fue creando un mundo «singular» de fábricas abandonadas, estaciones de ferrocarril, suburbios, maternidades, violinistas ambulantes y artistas de circo,[67]​ cuyos componentes esenciales se pueden rastrear en autores como Marc Chagall, Marcel Gromaire, el belga Constant Permeke, «la escultura de Julio González, Eduardo Chillida y Henry Moore» y en general el arte de vanguardia de la época:[27]

Sobre el ambiente cultural y artístico de la ciudad cabe hablar en estos años de mediados del siglo de una cierta tendencia a la incorporación a las nuevas corrientes europeas manifiesta sobre todo en los pintores Francisco Pedraja y Antonio Vaquero Poblador, el escritor y periodista José López Prudencio, los poetas Manuel Monterrey, Manuel Pacheco y Álvarez Lencero, muchos de los cuales se reunían con asiduidad en las instalaciones de Radio Badajoz en la Avda. Cristóbal Colón, los salones de la Real Sociedad Económica de Amigos del País los martes o la tertulia de Esperanza Segura (sobrina de Adelardo Covarsí) los sábados, más conocida por esta circunstancia como el Club de los Sabáticos:[70][71]

En el caso concreto de Silveira fue el propio autor quien puso de relieve en este aspecto su «toma [de] contacto con poetas, escritores y arquitectos del mundo cultural de la provincia» como el antes mencionado Luis Álvarez Lencero, Antonio Zoido, Enrique Segura Otaño, director por entonces del Centro de Estudios Extremeños y padre de Esperanza, o Francisco Vaca Morales, así como el hecho de que «en el verano de [1959], veintisiete años después de sus primeras experiencias pictóricas formativas, visto el panorama artístico-cultural, [decidió solicitar] una exposición personal en las salas de la Casa de la Cultura de la Diputación».[72]

Treinta y una de aquellas pinturas iniciales, de «temática figurativa enmarcadas en un expresionismo subjetivo la mayoría y de carácter posimpresionista otras»,[73]​ se exhibieron finalmente desde el martes 1 de diciembre de 1959 (hasta aquellos momentos se habían apilado en el estudio sin ninguna intención de ser expuestas) en la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo,[74][75][76]​ que fueron acogidas por el público «con hostilidad mayoritaria, casi con escándalo».[77][78]​ Así lo refirió el crítico de Arte del diario Hoy Antonio Zoido, quien desde primera hora apostó decididamente por Silveira –que pronto iba a cumplir treinta y ocho años–, resaltando lo novedoso de su aportación, la fuerza para adentrarse en terrenos poco vistos todavía en el Badajoz de aquellos años,[79]​ en los que «dentro de la línea audaz –ya tratada con largueza– de que hablamos al principio, el pintor pugna y encuentra a veces su propia originalidad. Y esto no es poco».[80]

A la hora de poner el acento en algunas de estas obras destacó «las figuras tristes y achinadas a lo Modigliani» de la Muchacha de la blusa moteada o Dama exótica, la composición Los desahuciados «como arquetipo de lo que puede llamarse "pintura social"», los bodegones Jarra de siemprevivas, «sencillo y sin trampa», y Jarra y cebollas, «recio, fuerte, logrado» (todas ellas en paradero desconocido), tanto como los paisajes Rocas y pastos («ejemplo de lo que un artista puede sacar del fondo pisoteado de lo cotidiano», reproducido a una sola tinta en la cubierta del correspondiente folleto de mano), «tan dulces y entonados como El valle» y sobre todo Sol de invierno (impreso al dorso), para Zoido, «acaso el mejor óleo de la muestra». Desde un punto de vista negativo mencionó también Plazuela («ingenuo ensayo titubeante»), El arrabal («tan solo abocetado») y Otoñal (ejecutado «con demasiada violencia»).[80]

Igualmente el jienense Ismael Caro Cañas (Monte de soledad [«poema al cuadro "Piedras y pastos" del pintor amigo Guillermo Silveira García-Galán»],[81]​ 3 dic. 1959) y el poeta y prosista extremeño Manuel Pacheco (Poema a la pintura de Silveira [«Tu pintura no tiene ni un magnolio / donde posar la cara […] Pero yo te saludo en tu pintura / que tiene en su color como una llaga / que pone en las miradas de los tibios / un puñetazo de alma»],[61]​ dic. 1959, reproducido parcialmente en el díptico de la exposición de óleos celebrada en Mérida justo dos años después) manifestaron su apoyo al nuevo artista.[82]

Asimismo el arquitecto municipal y crítico de Arte Francisco Vaca Morales le dedicó un artículo que no llegó a publicarse en aquellas fechas,[84]​ en el que afirmaba que «desde aquella magnífica [exposición] del maestro Ortega Muñoz [tras la que] nuestra ciudad se había quedado algo asustada por el golpe […] la sorprendente revelación ha sido ahora la de Silveira, […] que ha venido a turbar nuestro tranquilo descanso».[85][86]​ Cuando a los pocos meses dirigió los trabajos de reforma de la Puerta de Palmas el Ayuntamiento a instancias del propio Vaca le encargó una escultura de la Virgen de los Ángeles más dos bajorrelieves laterales que ocupan desde entonces la capilla central de la construcción, tapiada en 1761.[87][88]

Se conoce también en este aspecto uno de los dos estudios realizados en 1960 «para el Cristo Redentor del monumento [diocesano] en el Cerro Gordo de Badajoz a los Sagrados Corazones de Jesús y María», de quince metros de altura,[89]​ conservado desde la década de los ochenta en el Museo Provincial de Bellas Artes.[90][91]

A lo largo de los tres años siguientes expuso treinta y tres obras en el Liceo de Mérida (diciembre de 1961), veintisiete en Punta Umbría (agosto de 1962, adonde llegó precedido ya de cierta fama de «pintor vanguardista») y por segunda vez en Badajoz (mayo de 1963).[92]​ Presentó treinta piezas, en gran parte paisajes urbanos y rurales (19), seis marinas…, así como nueve retratos escultóricos «de muy conocidas personas de nuestra ciudad»,[93]​ entre los que Antonio Zoido subrayó en especial los de María Teresa Jiménez Carlos (el «mejor de ejecución, concepción y logrado carácter») y el escritor y militar navarro afincado en la capital Enrique Segura Otaño:[94]

De semejante forma que a raíz de su primera muestra en solitario lo fueron Caro y Pacheco, esta vez será el poeta y escultor Luis Álvarez Lencero el autor de la reseña literaria de los últimos trabajos de un «tan vital como intenso» Guillermo Silveira,[94]​ «QUE APEDREA LOS LIENZOS CON SU CORAZON DE PAN Y ES MI AMIGO, Badajoz y 1963».[61]

También por aquel entonces obtuvo Diploma de Honor y 1500 pesetas de la X Exposición Provincial de Arte de la Obra Sindical de Educación y Descanso (Badajoz, julio de 1962) por Cruce de calles,[96][82][97]​ Medalla de Cobre (Tercera) y 750 de la XX Exposición Nacional de Arte de la organización (Sevilla, diciembre de 1962) por El puente,[98][99][100]​ además del Premio Ayuntamiento de Cáceres de la I Gran Bienal de Pintura Extremeña (Mérida, julio de 1963) por Cerro de los humildes, reproducido en el periódico ABC del martes 23 junto a la obra de Bonifacio Lázaro (Primer Premio) y la acuarela de José Antonio Ferreiro (Premio Ayuntamiento de Badajoz).[101][102][97]

Por el folleto de mano del certamen de Sevilla y otros documentos generados a raíz de la concesión del premio se conoce que el jurado calificador estuvo integrado en aquella ocasión por los pintores Eduardo Acosta Palop, José Fernández Venegas y Luis M. Valenzuela, los críticos de Arte José Hierro y Carlos Antonio Areán y el representante de la Obra Isidoro Carmona Salinas, que además del óleo galardonado (tasado en 4000 pesetas) presentó los cuadros El adiós, Romántica dulzura, Cruce de calles y Callejón, valorados respectivamente en 7000, 3000, 5000 y 3000, así como que con fecha 15 de enero de 1963 el jefe provincial de la organización Vicente de Lemus Bengoechea le envió copia del acta del fallo del jurado, dos ejemplares del catálogo y medalla conmemorativa del evento diseñada por el emeritense Juan de Ávalos. Participó también en el concurso el pintor de Ceclavín Victoriano Martínez Terrón que consiguió una Segunda Medalla por Arrabal cacereño.[103]

En los meses siguientes concurrió al III Premio Valdepeñas y XXIV Exposición Manchega de Artes Plásticas organizado en septiembre de 1963 por la FET y de las JONS al que presentó los óleos Éxodo hacia el sol (n.º 86) y Joven maternidad (n.º 89),[104][105][106]​ y XII Exposición de Otoño celebrada del 1 de noviembre al 1 de diciembre en el Pabellón Mudéjar de la Plaza de España de Sevilla en homenaje a los pintores Eugenio Hermoso (f. 2 feb. 1963) y Joaquín Sorolla (con motivo del primer centenario de su nacimiento),[107]​ a la que envió las obras tituladas El puente (ya premiada en el año anterior), Paisaje urbano, Paisaje y figuras, Dama exótica, Romántica dulzura y Último arco, valoradas en caso de venta por el autor en 10 000, 8000, 6000, 4000, 3000 y 3000 pesetas, respectivamente.[108]

Respecto a su trabajo de escultor se puede destacar su aportación a la Exposición Nacional de Recursos Turísticos (EXPOTUR) celebrada en el palacio de exposiciones del Instituto Nacional de Industria (INI) de Madrid del 20 de junio al 20 de julio de 1963 a la que concurrió con dos reproducciones de otras tantas obras custodiadas en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida: la cabeza de Augusto velado (aglomerado de polvo de mármol, 34 x 25 x 21 cm, aprox.) y la figura de cuerpo entero considerada comúnmente como de la diosa Proserpina,[109]​ del mismo material y un peso aproximado de 700 kg, que al final acabó destruida.[110]

Sobre la premura con que se ejecutaron las piezas el periodista Manuel Villamor escribió lo siguiente:

En cuanto a las condiciones en que fueron expuestas concluyó señalando que «no existe ningún rótulo que indique a qué deidad representa, quién la ha reproducido ni a qué lugar de España pertenece. Con la cabeza de Octavio Augusto ocurre otro tanto. Dentro de una vitrina de cristal el visitante ignora si se trata de una escultura original o de una copia, aunque esta particularidad dice mucho a favor de Silveira».[112]

Entre el 11 y el 16 de noviembre de 1963 asistió como representante provincial al VI Curso Nacional de Orientación y Especialización Artística organizado en Madrid por Educación y Descanso y dirigido específicamente «a trabajadores con vocación por la Pintura que han sobresalido en exposiciones y certámenes provinciales y que tienen formación autodidacta pues alternan esta afición con su profesión en el tajo, el taller o la oficina»,[113]​ gracias al cual «estudié el actual momento del arte español contemporáneo y tomé contacto con críticos y artistas».[27][114]

Por la serie de documentos conservados en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz se conocen otros datos al respecto como que el «productor que asistirá al Sexto Curso Nacional de Orientación y Especialización Artística GUILLERMO SILVEIRA GARCIA deberá efectuar su presentación en esta Jefatura Nacional del Paseo del Prado n.º 18 [de Madrid] el próximo lunes día 11 a las 9 de la mañana, [portando] los utensilios de trabajo». Se precisaba también que recibiría sendas asignaciones económicas de 764 pesetas en concepto de gastos de viaje de ida y vuelta a la capital y otras 150 pesetas diarias mientras durara el curso «para que se busque alojamiento por su cuenta».[115]

Tras su conclusión se celebró un certamen con los trabajos llevados a cabo por los participantes. El jurado, compuesto básicamente por el jefe del Departamento de Artes Plásticas del Ministerio de Información y Turismo Carlos Areán y el poeta y crítico de Arte del periódico El Alcázar José Hierro, entregó el «primer premio a don Guillermo García-Galán, de Badajoz» por su obra Payaso triste.[116][117][118]​ Clausuró el evento el secretario general de Sindicatos Pedro Lamata en representación del ministro-secretario general del Movimiento José Solís Ruiz.[119]

Entre otros medios tanto nacionales como provinciales, se hizo eco del desarrollo del curso la revista sindical Tiempo Nuevo en cuyo número de diciembre de 1963 (118) apareció la imagen a una sola tinta de la obra de Silveira como fondo del texto siguiente:

[…]

Del 17 al 25 de diciembre de 1963 expuso nuevamente en Badajoz. La «reducida muestra» patrocinada en aquella ocasión por la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País vino precedida de una proyección de cuadros tras la que se inició un coloquio sobre la controvertida pintura de vanguardia en el que intervinieron entre otros Francisco Pedraja, Carlos Pérez Alonso, Bernardo Víctor Carande, Luis Álvarez Lencero y el propio autor,[123][124]​ quien en la inauguración leyó un par de cuartillas a manera de Mensaje pictórico «pleno de aspiraciones renovadoras»,[125]​ del que no se conocen más datos.[126]​ Tanto las piezas presentadas como sus ideas al respecto fueron acogidas con desagrado por gran parte del público y varios artistas locales. Afirmó que «la causa del rechazo a mi pintura se encuentra en no querer molestarse en comprender el mundo en que vivimos».[127]

Acerca de los materiales empleados puntualizó:

Terminó diciendo que «el artista también debe ser fiel a su tiempo y correr paralelo a él o adelantarse. Lo contrario sería retrógrado, sería negativo, sería morir».[127]

En febrero de 1964 volvió a Mérida, esta vez con veintisiete obras «representativas de las diversas facetas de su arte: paisajes urbanos, figuras […] y un bodegón».[128]​ El periodista Díaz Santillana escribió que «la gente discute su arte, su manera de hacer, sus cuadros, en fin, con calor y apasionamiento. […] Unos consideran las obras de Silveira como maravillas de la plástica moderna y al autor poco menos que como un genio incomprendido; otros, por el contrario, las califican de "mamarrachadas", inmersas en el reino del "camelo" y tildan al autor de "histriónico" que bordea los límites de lo grosero».[129]

En cuanto a los recursos plásticos «encontramos nuevas expresiones del arte de Silveira, obras en maculatura, témpera y aguatinta, látex y gouache, collage y otros procedimientos mixtos con distintas clases de materia incorporada y, a veces, de forma textural metálica»,[130]​ en lugar de los consabidos óleos sobre tablex de muestras anteriores. Entre otras obras figuraron El puente, Hombres y máquinas (1963. Técnica mixta sobre papel, 32 x 43 cm), Altos hornos, Mujer descansando, Maternidad joven, etc.[131]

La primera quincena de junio de 1964 tomó parte en el certamen nominado como Les Arts en Europe organizado por el Consejo Europeo de Arte y Estética que reunió «mil trescientas obras de artistas plásticos pertenecientes a todas las naciones europeas». En cuanto a los concursantes españoles resultó galardonado el pintor y catedrático de la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla Amalio García del Moral y Garrido que recibió la correspondiente medalla de manos del alcalde de Bruselas.[132]

En lo tocante a Silveira se conserva una carta remitida desde Madrid con fecha 2 de marzo de 1964 por la que el comisario de la sección nacional Mariano González le hizo saber:

También en junio consiguió un accésit en la XXII Exposición Nacional de Arte de la Obra Sindical de Educación y Descanso celebrada en el Palacio de Espartero de Logroño por Altos hornos.[134]​ Junto a la pieza premiada presentó además las obras Fábrica,[105]Mujer con niño, Joven maternidad y Encuentro,[135]​ todas ellas ya exhibidas cuatro meses antes en la exposición de Mérida.[136]

Sobre algunos pormenores del certamen se conserva una carta del pintor Jesús Infante fechada el 9 de julio en la que el artista riojano aducía como prueba de la calidad de las mismas el hecho de que «no en vano [los organizadores del evento] han seleccionado una de tus obras [la titulada Fábrica] entre las pocas que habían de aparecer en el catálogo ilustrado de la exposición».[137]

En su vertiente de escultor figurativo realizó por aquella misma época una imagen de la Virgen de Bótoa ejecutada a base de aglomerado de polvo de mármol, ya empleado anteriormente en la Virgen de los Ángeles y los dos bajorrelieves laterales de 1960 y el boceto del Cristo Redentor de 1962, encargada por la dirección del grupo escolar homónimo de la capital.[136][138]​ Por una nota de prensa aparecida en el diario Hoy de 23 de junio de 1964 se sabe más concretamente que el director del mismo «agradeció a todos los presentes la asistencia al acto [inaugural] y dedicó palabras de felicitación al artista señor Silveira, del que dijo que merced a sus inspiradas manos tenía hoy el centro una bellísima imagen de la Virgen de Bótoa de tan modernas líneas y delicados rasgos».[139]

Durante los meses de septiembre a diciembre de 1964 concurrió a la Exposición de Pintores Extremeños en Homenaje a Zurbarán convocada por la Agrupación Nacional Sindical de Bellas Artes (ANSIBA) con motivo del tercer centenario de la muerte del artista, celebrada primero en el Colegio San Francisco Javier de Fuente de Cantos, pueblo natal del pintor,[140]​ de donde fue llevada finalmente a la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo de Badajoz,[141]​ y en la que se exhibieron piezas de un total de cuarenta y un autores regionales vivos así como del propio Zurbarán, Luis de Morales, Felipe Checa, Adelardo Covarsí, Eugenio Hermoso y Antonio Juez (ambos fallecidos respectivamente en febrero y septiembre del año anterior), etc. En el caso de Silveira se presentaron dos obras que no habían sido expuestas hasta entonces: Formas metálicas y Payaso con niña (óleo sobre madera, 96 x 64 cm. Col. particular, Salamanca), valoradas por Zoido como «el timbrazo de inquietud pulsado fuertemente por [el artista]».[142][136]

En el mismo periodo de tiempo participó en la cuarta edición del Premio Valdepeñas y XXV Exposición Manchega de Artes Plásticas celebrada en septiembre de 1964, a la que concurrió con Vidriera para un aleluya [sic] y Hierros y metales (n.os 35 y 36 del catálogo),[143]​ y la XIII Exposición de Otoño inaugurada en el Pabellón Mudéjar de la Plaza de España de Sevilla la mañana del domingo 18 de octubre,[144]​ en este caso con las ya citadas Formas metálicas (valorada en un precio de venta de 6000 pesetas) y Hombres y máquinas (4000) y Paisaje urbano (8000).[145]

En enero de 1965, junto con Antonio Zoido, Juan Antonio Cansinos Rioboó y Manuel González Gómez, actuó como miembro del jurado del V Concurso de Dibujo y Pintura convocado anualmente con motivo de las fiestas navideñas por la Sección de Cultura y Arte del Grupo de Empresas Díter en las modalidades de «urbanística de Zafra», «temas de libre elección» y christmas.[146]

Del 20 al 28 de marzo participó en la muestra colectiva titulada Siete Artistas Extremeños de Vanguardia celebrada en la sala de exposiciones de la Sociedad de Instrucción y Recreo Liceo de Mérida en la que expuso las escultopinturas Estructuras metálicas ascendentes, Altar en hierro, Formas metálicas (composición) y Formas,[147]​ reseñadas de este modo por el escritor y periodista del diario Hoy Santos Díaz Santillana y de las que se ignora el paradero:

A raíz de la misma Silveira (que hacía tiempo que trataba de crear un núcleo de pintores extremeños vanguardistas) y Pedraja estrecharon los contactos con José Antonio Ferreiro, Moríñigo del Barco y Juan José Narbón considerando asimismo la posibilidad de invitar a formar parte del denominado Grupo ACAREX (Actual Arte Extremeño) a Leopoldo Gragera y Carande. Entre sus proyectos inmediatos se encontraban la elaboración de los correspondientes estatutos, la constitución formal del colectivo, así como la organización de otras tantas muestras de sus obras en Lisboa, Madrid y Barcelona,[149]​ que nunca llegaron a realizarse.[150]

Del 28 de mayo a junio de 1965 expuso nuevamente en la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo bajo el patrocinio de la Diputación Provincial de Badajoz:

Constó la muestra de un total de treinta y dos pinturas, «en las que alternan las figurativas con las abstractas en toda la variedad de técnicas y materiales que cultiva este inquieto creador»,[152]​ agrupadas de la siguiente forma por el crítico de Arte Antonio Zoido:

Ambas caras de la muestra convergen, sin embargo, en un punto común: la igual referencia unitaria a la misma mano, el sello personal que –en su variedad– las denuncia.

Conforme al listado de obras que aparece en el propio folleto de mano de la muestra, cabe precisar que junto a los habituales paisajes, «temas» y bodegones figurativos (24) de casos anteriores figuraron en esta ocasión una serie de ocho piezas abstractas nominadas por Silveira como «pinturas y escultopinturas decorativas», todas las cuales salvo dos se hallan asimismo en paradero desconocido:

Por este mismo motivo se publicó también en el diario Hoy una entrevista realizada por José Manuel G. Torga en la que a las preguntas sobre «dónde has recibido más elogios por tu trayectoria artística» y «¿qué piensas seguir haciendo en el futuro?» respondió:

Simultáneamente formó parte de la muestra de pintores provinciales abierta al público el 23 de mayo de 1965 en el denominado «Cortijo de Badajoz» dentro de los actos de la VI Feria Internacional del Campo de Madrid, inaugurada por el jefe del Estado la tarde del día anterior,[154]​ en la que figuraron sus obras Centinela del campo y El puente (n.os 18 y 19 del catálogo). También intervinieron esta vez otros dos de los siete componentes del colectivo de artistas de vanguardia con los que en marzo había expuesto en la Sociedad de Instrucción y Recreo Liceo de Mérida: Moríñigo del Barco con Calle extremeña y Francisco Pedraja que presentó Espantapájaros, Atardecer y Torre de Espantaperros.[155][150]

A mediados de 1965 participó en la segunda edición de la Bienal de Pintura Extremeña clausurada en Cáceres el 18 de julio.[157]​ Constituyeron el envío las escultopinturas Estructura ascendente, Composición para un altar moderno y Composición para un frontis (n.os 143 y 145 del catálogo) y el cuadro de caballete La despedida (146), tasados respectivamente en 10 000, 8000, 8000 y 10 000 pesetas, que no lograron ningún premio.[158][106]

Ya a finales de 1965 concurrió a la XXIII Exposición Nacional de Arte de la Obra Sindical de Educación y Descanso celebrada en Valencia en la que recibió Medalla de Plata por Estructura ascendente y espacio, «ejemplo audaz de escultopintura, ejecutada con una armoniosa dosificación de masas y colorido y, a la vez, con el decisivo coraje que distingue toda la obra de Silveira»,[159]​ valorada en caso de venta en 5000 pesetas,[160]​ que fue adquirida por la Jefatura Nacional de la organización. Por su parte «el célebre otorrino» y artista valenciano Antonio Sacramento (seudónimo de Fernando Antolí-Candela Piquer) compró su escultopintura Composición para un frontis,[161][162][138]​ lo que dio origen a una cierta relación epistolar entre ambos autores.[150]

A partir del 8 de febrero de 1966 participó en la muestra colectiva organizada por la Agrupación Sindical Provincias de Bellas Artes (ANSIBA) con motivo de la inauguración de la Casa Sindical de Badajoz y en la que expuso las obras tituladas Pintura y Exaltación al trabajo (n.os 46 y 47 del catálogo). Colaboraron también en el evento los artistas Alberto II, Joaquín Díaz de la Riva, Moríñigo del Barco, Francisco Pedraja, las pintoras Mari-Cruz Albarrán, Eva Callejo, Pepita Casillas o Guadalupe García Blázquez, etc.[163]

En noviembre de 1966 obtuvo Medalla Plateada al Mérito Artístico y Medalla de Barcelona en la XXIV Nacional de Arte de Educación y Descanso de la ciudad condal por Estructura n.º 6 o Fragua.[164]​ Completaron el envío otras dos escultopinturas (Estructura n.º 7 y Torero) y el cuadro de caballete titulado Carros de alquitrán con figura (pintura al óleo, 125 x 85 cm),[165]​ en el que se muestran ya ciertos aspectos tanto estilísticos como iconográficos definitorios de su incipiente madurez artística.[166]

La noticia del premio le llegó cuarenta y ocho horas antes del acto inaugural de su siguiente exposición en Badajoz,[167][168]​ en la que exhibió un total de veintidós obras. Abundaron sobre todo los paisajes urbanos y bodegones con la sola excepción de dos escultopinturas (Escultopintura 8 y Formas), lo que Antonio Zoido le reprochó en estos términos:

Por varias fotografías y alguna nota de prensa se sabe en particular que asistieron a la inauguración el inspector jefe de Primera Enseñanza y crítico de Arte Zoido Díaz, la esposa y la hija mayor del pintor, el jefe del Sector Aéreo coronel Rafael Lorenzo Bellido y su hija María Mercedes, el delegado de Hacienda Antonio Gómez García, el escritor y delegado de Información y Turismo Félix Ayala Viguera, el catedrático y diputado delegado de Cultura Enrique Segura Covarsí, el concejal del Ayuntamiento de Mérida Sanabria Escudero «y otras representaciones, así como numerosos artistas y amantes de las Bellas Artes».[169]

Del 30 de octubre al 13 de noviembre de 1967 se celebró en Alicante la XXV Exposición Nacional de Arte de Educación y Descanso a la que concurrieron «ciento ochenta y seis pintores [tanto aficionados como profesionales sin opción a premio] de todas las provincias españolas».[170]​ El artista, que escogió esta segunda modalidad («Me dio usted un gran disgusto al ver que se presentaba como profesional»),[171]​ envió fuera de concurso Hermanos (n.º 188) y la pieza al óleo sobre lienzo titulada Figura y carros, si bien cabe poner de relieve que «casi con total seguridad» se trataría de la misma obra mencionada más arriba como Carros de alquitrán con figura adquirida «al minuto de haber sido inaugurada. Para qué decirle más. […] era la "vedette"» por un coleccionista francés por un importe de 25 000 pesetas.[172][173][174]

Por lo demás el jurado calificador hizo constar en la propia acta lo que sigue:

Casi al mismo tiempo, más concretamente entre los meses de noviembre a diciembre de 1967, tomó parte con el Paisaje número 29 del catálogo en la Exposición Antológica de Pintores Extremeños Contemporáneos (primera salida) organizada por la Cátedra López Prudencio de Cultura y Arte en el Círculo de Artesanos de Don Benito en la que se exhibieron en aquella ocasión treinta y dos obras de otros tantos artistas regionales de los siglos XIX y XX entre los que cabe mencionar a Felipe Checa (Consulta), Eugenio Hermoso (Muchacha campesina), Adelardo Covarsí (Paisaje número 10), Ortega Muñoz (Paisaje número 22), las pintoras Mari-Cruz Albarrán, Eva Callejo, Josefa Carrillo, Blanca Durán y María Teresa Romero, Francisco Pedraja (Paisaje número 27) o Vaquero Poblador (La tele).[176]

En julio de 1968 concurrió a la que fue la última edición de la Exposición Nacional de Bellas Artes con su cuadro La caseta. Participaron también en el certamen entre otros los pintores extremeños Juan Barjola, que obtuvo una Medalla de Primera Clase por su obra Escenas de guerra, Eduardo Naranjo –Medalla de Tercera Clase por el grabado Triste homenaje– y Julián Pérez Muñoz que recibió el Premio Cooperativa Santa Ana de Almendralejo dotado con 15 000 pesetas.[177]​ Se conserva en este aspecto una carta de 12 de julio en la que el entonces procurador en Cortes Mariano Fernández-Daza le comunicaba a Antonio Zoido que efectivamente «El jurado de la Exposición Nacional de Bellas Artes concedió el Premio de nuestra Cooperativa a D. Julián Pérez Muñoz [por Interior con figura]. Pero me consta, porque lo oí, que estuvieron hablando muy favorablemente del Sr. Silveira».[178]

Tres meses después presentó las obras Escultopintura y La semilla en el I Salón de Octubre celebrado por la Asociación Provincial Sindical de Bellas Artes de Badajoz en la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo en memoria del pintor Joaquín Díaz de la Riva, fallecido en noviembre del año anterior, y en el que colaboraron más de una veintena de artistas como los emeritenses José Antonio Ferreiro y Moríñigo del Barco, Leopoldo Gragera, Francisco Pedraja, Vaquero Poblador, Eva Callejo, Dolores Hidalgo, Alberto II, etc.[179][180]

A lo largo del año siguiente participó en la exposición conjunta de pintores pacenses organizada dentro de la IX Feria de Muestras Iberoamericana celebrada en Sevilla del 15 al 30 de abril de 1969,[181]​ XXX Exposición Manchega de Artes Plásticas, a la que presentó La cuerda rota (n.º 39 del catálogo), y I Certamen de Pintura UNICEF al que concurrieron también los artistas Juan Barjola, Guijarro, Hernández Quero, Lapayese, Mingorance, Villaseñor, etc.[182][14]

Pero sin duda el evento más notable de estos años finales de la década de cara a un cierto conocimiento internacional de algunas de sus obras fue su participación en las tres exposiciones colectivas agrupadas bajo el título de «España Vista por sus Artistas», convocadas por la Agrupación Nacional Sindical de Bellas Artes (ANSIBA) presidida en aquellos entonces por el escultor emeritense Juan de Ávalos,[183]​ celebradas en San Juan de Puerto Rico en torno a la primavera de 1968 y para la que «después de un cambio de impresiones son seleccionados doce pintores y cuatro escultores»,[184]​ Nueva York y Copenhague (entre los meses de octubre a noviembre del mismo año) y a las que en cada caso remitió un Paisaje de setenta por noventa centímetros del que nada más se sabe, La cuerda rota (óleo sobre lienzo, 126 x 90 cm. Tasada de cara a su posible venta en 70 000 pesetas. Museo Provincial de Bellas Artes) y Paisaje (canal de riego) (óleo sobre lienzo, 90 x 121 cm. 30 000.[185]​ Museo de Arte Contemporáneo de Fregenal de la Sierra [MACF]),[186]​ en el que según la redacción del diario Hoy el pintor había representado «un trozo de nuestro solar extremeño cruzado por los canales de esa maravilla técnica que es el Plan Badajoz» a la vez que «inyectado el ardor, el encanto y la dureza de nuestra tierra».[187]

En lo que concernía a las dos primeras obras el propio rotativo destacó:

Con respecto a las fechas de entrega de las mismas se tiene noticia por varias circulares emitidas al efecto de que según el acuerdo tomado en la reunión celebrada a 2 de abril del año en curso (1968) los doce pintores y cuatro escultores seleccionados debían proceder «en un plazo de OCHO DIAS» al envío a la sede de la Agrupación Nacional Sindical de Bellas Artes (ubicada en el edificio del Círculo de Bellas Artes de la calle de Alcalá n.º 42 de Madrid) de las obras que deseasen exponer en Puerto Rico. «La fecha del plazo de entrega para las exposiciones de Estados Unidos y Dinamarca es el 31 de julio».[188]

Corresponden también a este periodo caracterizado por norma general por un intenso experimentalismo («Pronto pienso exponer esculturas modernísimas y grabados hechos por unos procedimientos que me estoy inventando»),[153]​ evaluado por el propio autor como «fructífero en obras tanto de pintura como de escultura, […] exposiciones, certámenes, premios y distinciones»,[189]​ el mural para la antigua Escuela Sindical de Formación Profesional de Fregenal de la Sierra (Fábricas, 1966) –clasificado por el mismo como «escultopintura simbolis[ta] figurativ[a]»–,[190]​ los dos mosaicos («Dieciocho metros cuadrados a base de mármol, cemento y piedra») destinados a decorar el porche de la capilla escuela de las Casas Aisladas de Valdebótoa (junio-julio de 1967. Encargados por el Instituto Nacional de Colonización a instancias del arquitecto José Mancera Martínez),[191][192]​ el monumento conmemorativo de las cien mil horas de vuelo –inaugurado en la Escuela de Reactores de la Base Aérea de Talavera la Real en mayo de 1969–, considerado por el profesor Moral Martínez como «una de las pocas obras representativas de la figuración escultórica de la década de los sesenta en Extremadura»,[14]​ etc.

Se trata en los tres casos de piezas de gran formato realizadas in situ en Fregenal, donde se hospedaba en una fonda próxima a la escuela durante las diferentes etapas de actividad,[193][194]​ las Casas Aisladas de Valdebótoa, para lo que recorría «seis kilómetros diarios, a pie [aun no contaba con vehículo propio], durante cuarenta y cinco días, a nueve horas de trabajo cada jornada»,[191]​ y las instalaciones de la base militar de Talavera,[14]​ respectivamente.

En 1970 (seis años antes figuraba ya «en los Cuadernos de Arte y Publicaciones Españolas [sic] que dirige Carlos Antonio Areán, jefe de Exposiciones del Ministerio de Información y Turismo y director de la sala del Ateneo de Madrid»),[195]​ apareció incluido en el Diccionario biográfico español contemporáneo publicado en la capital por el denominado Círculo de Amigos de la Historia. Tras hacer notar su doble condición de pintor y escultor se destacan en este segundo aspecto «por ser de dominio público la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, […] el mural-mosaico de la iglesia de Valdebótoa y el monumento conmemorativo de las cien mil horas de vuelo en la Escuela de Reactores de Talavera la Real».[196]

En junio ganó el Primer Premio y Medalla de Oro de la IV Bienal de Pintura Extremeña celebrada en la Casa del Deán de Plasencia, Cáceres, por Palomas blancas sobre tejado gris (óleo sobre lienzo, 120 x 110 cm).[14][197]​ En esta ocasión el fallo del jurado fue tan bien recibido en los ambientes artísticos de la región que para el pintor pacense Antonio Vaquero Poblador, por ejemplo, los galardones más justamente concedidos a lo largo de las sucesivas ediciones de las Bienales habían sido los otorgados a Bonifacio Lázaro Lozano por Apostolado del mar (I, 1963) y este (IV, 1970) a Silveira.[198][199]​ Le hizo entrega de la correspondiente distinción el periodista y por entonces reciente gobernador civil de la provincia Valentín Gutiérrez Durán.[200]

A mediados de julio consiguió el Tercer Premio (25 000 pesetas) de la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo por La cuerda rota.[201][202]​ El cuadro estuvo colgado originariamente en una de las salas del Museo Español de Arte Contemporáneo dedicadas a la crónica social por el que fue catalogado en 1983 dentro del llamado «intimismo narrativo» definido por la misma institución como un puente entre aquella y el intimismo propiamente dicho.[19]​ Al desaparecer el MEAC tras la creación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1986 pasó a engrosar sus fondos. Desde que fue cedido en 2009 para ser expuesto en Badajoz se conserva en depósito en el Museo Provincial de Bellas Artes (MUBA) donde figuró inventariado inicialmente como La primera cuerda rota:[203]

La noche del 20 de febrero del año siguiente se celebró con tal motivo en el Casino de Badajoz una cena homenaje organizada por Antonio Zoido, para quien el pintor –que gozaba ya de cierta nombradía internacional–,[205]​ tras haber «ido desprendiéndose adherencias, resonancias de las que se embriagó audazmente en sus comienzos, [se enfrenta ahora] con su propia y desnuda autenticidad».[206]

Como ya ocurriera en varias ocasiones semejantes se tiene noticia de otros tantos poemas esta vez del escritor uruguayo establecido en Badajoz Hugo Emilio Pedemonte y el poeta y escultor Luis Álvarez Lencero, quien a finales de enero había inaugurado su primera exposición individual en la Galería Círculo 2 de Madrid, dedicados al pintor con ocasión de los premios recibidos casi consecutivamente por los dos cuadros citados: Palomas blancas sobre tejado gris en junio y La cuerda rota en julio.[207]

A finales de octubre de 1971 concurrió a la XX Exposición de Otoño inaugurada en el Palacio Municipal de Exposiciones (Pabellón Mudéjar) de Sevilla el día 24,[208]​ a la que envió sus obras La caseta, presentada ya a la Nacional de Bellas Artes de 1968 y la IV Bienal Extremeña de Pintura celebrada en Plasencia de mayo a junio de 1970,[106]​ y La despedida (invierno).[209]

También en 1971 salió a la venta la primera edición de la Gran Enciclopedia Rialp en la que el historiador y escritor barcelonés afincado en Cáceres Carlos Callejo Serrano, tras mencionar a los pintores y escultores extremeños «del presente siglo» Eugenio Hermoso, Adelardo Covarsí, Godofredo Ortega Muñoz, E. Pérez Comendador y Juan de Ávalos, citaba expresamente entre los artistas «de la última generación [a] los pintores badajocenses Juan Barjola y Guillermo Silveira y los cacereños Juan José Narbón y Victoriano Martínez Terrón».[210]

Entre los meses de octubre y diciembre de 1972 participó en la XXI Exposición de Otoño convocada por la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla con las pinturas Fidelidad y En una esquina cualquiera y una versión realizada a base de técnicas mixtas de Palomas blancas sobre tejado gris calificadas por el crítico de Arte del periódico ABC Manuel Olmedo como «muy personales, […] ubicad[a]s en el área del expresionismo de signo patético» y la Exposición Nacional de Arte Contemporáneo inaugurada en la sala de exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes de Madrid el 14 de diciembre nuevamente con En una esquina cualquiera y Palomas…,[211]​ a las que se sumó en este segundo caso un dibujo de comienzos de los años 1970 titulado El perdón, si bien estas dos últimas obras no fueron seleccionadas.[212]

La primera quincena de agosto de 1973 fue invitado por la Organización Juvenil Española (OJE) a impartir en Santander un curso de Artes plásticas dentro del programa de actividades denominado Policultural-3.[213][214]​ Por la serie de apuntes elaborados por el propio Silveira se sabe que incluía clases de Historia, teoría y técnicas artísticas, información gráfica y documentación sobre diferentes estilos y autores, visitas a exposiciones y materias prácticas diversas,[215]​ todas ellas destinadas a desarrollar la libre creatividad de los alumnos:

Con fecha 20 de agosto de 1973 el profesor Álvarez Villar le remitió desde Pontevedra xerocopia del texto original escrito a máquina que hasta seis años después no saldría publicado en su obra Extremadura, editada finalmente por Noguer y la Fundación Juan March, en el que acerca de su papel en el contexto artístico regional de mediados del siglo XX el por entonces catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca afirmaba que «es pionero […] en el abandono de la corriente costumbrista e introdu[ce] la técnica de la escultopintura, pues también es escultor».[12]

En relación con los componentes empleados en la ejecución de la obra plástica subrayó:

No llegó a materializarse en cambio la idea de la Asociación de Amigos de la Universidad de publicar una obra que se titularía Álbum cultural de Extremadura con el fin de dar a conocer «los valores humanos, culturales, artísticos y científicos con que cuenta la región», conforme consta en carta fechada en Badajoz el 18 de septiembre de 1973 en la que el secretario de la entidad José M.ª Montes Caraballo le rogaba al pintor que «como usted ha de figurar en sus páginas, tenga la amabilidad de cumplimentar la hoja impresa que le remitimos con los datos que se solicitan, así como que describa de la forma más amplia posible su biografía […]: cuadros, óleos, retratos, bodegones, dibujos, etc. que hayan salido de sus pinceles».[217]

Como profesor titular de Modelado y Vaciado se incorporó en febrero de 1974 al claustro de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos Adelardo Covarsí de Badajoz, ubicada en la sede de la antigua cárcel que Manuel Godoy hizo construir en la ciudad,[220]​ en sustitución del escultor y docente zamorano Isauro Luengo fallecido a finales del año anterior,[221]​ y que pasaba en aquellos entonces por graves estrecheces económicas,[222][223]​ lo que llevó incluso a algunos profesores a ingresar determinadas cantidades «con el fin de sufragar deudas y compra de materiales».[224]

En cuanto a las características artísticas del momento cabe hablar de una etapa en que la plástica extremeña pugnaba por incorporarse a las corrientes estéticas de su tiempo, tratando de imbuir a los alumnos la exigencia de un lenguaje personal acorde con las tendencias modernas,[225][226]​ como se desprende de estas notas escritas por el propio Silveira para su discurso de recepción en el centro:

No pretendo romper moldes ni aislar academicismos ni disciplinas tradicionales que son la base en la que se apoyan las estructuras del Arte actual y su problemática…

[Pero] de ninguna manera podemos seguir ejecutando constantemente modelados de escuela y continuar –una vez aprendidos los conceptos básicos– con la escultura tradicional por muy bellos y estéticos que sean…

Por aquellas mismas fechas intervino en la V Bienal de Pintura Extremeña celebrada del 26 de febrero al 14 de marzo en la Casa de la Cultura de la capital, en la que junto a un centenar de piezas con opción a premio se presentaron fuera de concurso dos obras por autor de Bonifacio Lázaro (La pareja eterna y Cinco consideraciones sobre las llagas de San Francisco), Julián Pérez Muñoz (Figura echada y Bodegón) y el propio Silveira (En una esquina cualquiera y Fidelidad), quien además figuró como miembro del jurado.[227]

A raíz del inicio del curso siguiente se conocen los contenidos de varios borradores del Informe general presentado «para su examen y estudio» al director de la Escuela Adelardo Covarsí y político local Ildefonso Sánchez Redondo en el que hizo especial hincapié en «la abulia y desinterés de la mayoría de los alumnos» efectos de un cúmulo de carencias, tanto como en la puesta en práctica de nuevos métodos de enseñanza que «le den prestigio a Extremadura y a la escuela»:

El 24 de noviembre de 1974 participó en el homenaje organizado en su pueblo natal (Oliva de la Frontera) al pintor Timoteo Pérez Rubio, quien desde octubre se encontraba de regreso en Madrid después de treinta y cinco años de exilio, al que asistieron distintos representantes del mundo artístico y cultural de la región en aquella época como Enrique Pérez Comendador y su esposa la pintora francesa Madeleine Leroux, Francisco Pedraja, José María Collado, Francisco Lebrato o Julio Cienfuegos entre otros.[228][229][230]​ Según consta en la tarjeta de invitación a los actos publicada al efecto a las 12:00 horas se ofició una misa en el santuario de Nuestra Señora de Gracia tras la que se procedió al descubrimiento de una placa conmemorativa de su lugar de nacimiento y la celebración de una comida en la biblioteca pública municipal de la localidad.[231]

En coincidencia con la visita a Badajoz del ministro de Educación y Ciencia Cruz Martínez Esteruelas en febrero de 1975 se celebró en la sede de la Plaza de Minayo de la Casa de la Cultura de la capital la exposición conmemorativa del centenario de la Escuela de Artes y Oficios Adelardo Covarsí (promovida por el pintor y entonces teniente de alcalde y diputado provincial Pedraja Muñoz) a la que se presentaron obras de profesores y alumnos que pasaron por la misma durante sus cien años de existencia como Felipe Checa, el propio Covarsí, Barjola, Pérez Rubio, Isauro Luengo, Gabino Amaya, Antonio Juez, Eduardo Acosta o los respectivos titulares de Dibujo Artístico y Modelado y Vaciado en aquel momento José María Collado y Guillermo Silveira.[232]

A lo largo de los meses siguientes concurrió a las cuatro convocatorias nacionales inauguradas en Sevilla (marzo [LXXX Exposición de Primavera] y mayo), Zamora (octubre) y Guadalajara (diciembre),[233]​ en la segunda de las cuales consiguió la Medalla de Oro del II Salón Municipal de Pintura y Escultura por En una esquina cualquiera.[234][16][235][15]​ Presidió el certamen José Camón Aznar, quien a raíz de una breve visita a Badajoz en marzo del año anterior ya le había manifestado por carta su admiración por sus obras «como testimonio de una gran técnica y de una originalidad de visión moderna y poética».[236]​ En el momento de la entrega del premio, llevada a efecto el 20 de mayo en el Pabellón Mudéjar de la ciudad andaluza,[15]​ el historiador y crítico de Arte dijo que «Silveira es un expresionista pleno de valores humanos muy hondos», a lo que agregó que se trataba «ya [de] un pintor nacional muy galardonado».[235]

A finales de noviembre la Diputación Provincial le encargó «la realización de un retrato al óleo del Rey Juan Carlos I para su colocación en el salón de sesiones»,[237]​ una obra «que parece que valdrá 150 000 pesetas, aunque todavía no se sepa lo que pagará la Diputación o la cantidad definitiva que cobrará el artista», lo que desató la polémica por parte de cierto núcleo de pintores locales que consideraban que la adjudicación de tal tipo de pinturas había de llevarse a cabo por concurso público.[238][239][240][241][242]​ El cuadro (óleo sobre lienzo, 161 x 111 cm), que nunca llegó a exponerse, se conserva desde el primer momento en el almacén del Museo Provincial de Bellas Artes.[90][243]​ En su lugar se colgó una nueva efigie del monarca confiada esta vez a la pintora María Teresa Romero. El Ayuntamiento optó por una pieza del santeño Ramón Fernández Moreno, considerado a todos los niveles como «el retratista más experimentado que tenemos hoy en Badajoz».[240]

Del 25 de abril al 2 de mayo de 1976 –en el espacio de las fiestas patronales de la localidad– expuso en el salón de actos del Ayuntamiento de Fregenal de la Sierra, donde como ya se ha destacado había residido entre 1934 y agosto de 1936. Se presentaron veintiuna obras, la mayoría vistas de antemano, que no fueron en general del agrado del público visitante.[244][245]

En el texto de presentación aparecido en el correspondiente folleto de mano de la muestra el crítico de Arte del diario Hoy Antonio Zoido destacó en este sentido lo que sigue:

[…]

El artista por su parte donó una panorámica del santuario de la Virgen de los Remedios (Impresión. Pintura acrílica sobre aglomerado de madera, 69 x 88 cm) con la idea de que fuese subastada en el trascurso de las tradicionales «rifas de tableros» que cada año se celebran en la población por esos días, que quedó en propiedad de dicho Ayuntamiento, quien ya contaba por entonces con la obra titulada Paisaje (canal de riego), expuesta en Copenhague, Dinamarca, en diciembre de 1968.[246]​ Tras permanecer colgada durante largo tiempo en la sede principal de la Plaza de la Constitución n.º 1, fue trasladada al Centro Municipal Nertóbriga dependiente del citado organismo.[194]

Casi simultáneamente formó parte del jurado calificador de la VI Bienal de Pintura Extremeña, compuesto por el subdirector del Museo del Prado Joaquín de la Puente (presidente), Antonio Zoido, el poeta Jesús Delgado Valhondo, el profesor Carmelo Solís «y otras personalidades de la región» y cuyo Primer Premio fue otorgado a la pintora sevillana Pepi Sánchez.[247]

También en mayo de 1976 contribuyó con una de sus obras a la celebración de la exposición-subasta de artistas extremeños proyectada por los alumnos de quinto curso de Ciencias Químicas de la Universidad de Extremadura con la colaboración de la Delegación de Sindicatos y la Diputación Provincial, organizada en la sede de la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo de Badajoz, en la que entraron en puja un total de cincuenta y tres piezas de otros tantos autores locales como el propio Silveira, Francisco Pedraja, José María Collado, Leopoldo Gragera, Alberto Rotili, una escultura de Martínez Giraldo, las pintoras Blanca Durán o Pepi Peral, etc.[248]

En septiembre de 1976 se llevó a cabo en Bilbao la Exposición de Pintores Contemporáneos de la Baja Extremadura organizada en la sala de la Caja de Ahorros Provincial de Vizcaya con fondos procedentes del Museo de Badajoz y en la que por parte de Silveira figuró la antes citada En una esquina cualquiera ya presentada en la Nacional de Arte Contemporáneo de 1972, la V Bienal Extremeña de Pintura celebrada en 1974 (fuera de concurso), la III Bienal de Pintura Ciudad de Zamora (1975) y la muestra individual organizada por el Ayuntamiento de Fregenal de la Sierra del 25 de abril al 2 de mayo del año siguiente.[233]

A finales de 1977 participó con Calle del sol y Paso a nivel en la XXVI Exposición de Otoño organizada por la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla y III Premio Nacional de Pintura Francisco Gil, al que concurrieron sesenta y cinco obras de las cuales solo veintiuna fueron exhibidas en el Gran Hotel de Salamanca,[249]​ con el óleo sobre tela de saco Pan humilde.[250]

En agosto de 1978 declaraba en la revista Seis y Siete al periodista Marciano Rivero Breña:

—Es curioso; esto mismo me decía no hace mucho Juan José Narbón.

Del 21 al 29 del mes siguiente su obra Campesina (1977. Tinta y lápiz de color sobre papel, 60 x 45 cm) formó parte de la muestra colectiva organizada en El Cairo por la Institución Cultural Pedro de Valencia de la Diputación Provincial de Badajoz,[251]​ inaugurada por los ministros egipcios de Cultura e Información y Juventud y Deporte y el embajador de España en el país José Luis Flores-Estrada y Ayala como gesto de reciprocidad por la Semana Egipcia celebrada en la capital pacense en mayo del mismo año.[252][253][233]

También por entonces «trabaja con intensidad y proyecta, seguramente para el otoño, una exposición para el público paisano, mientras que prepara a la par otra, de obra de mayor alcance y factura, que sueña con mostrar ante el público madrileño».[254]​ Sin embargo, ninguna de las dos muestras previstas llegaron a celebrarse.

Concluyó este segundo periodo con su asistencia en diciembre de 1979 a la primera edición del Premio Cáceres de Pintura, que según el presidente del jurado Xavier de Salas había reunido «una nómina incompleta de la pintura española contemporánea» y cuyo ganador fue el pintor catalán afincado en París Xavier Valls por un bodegón titulado Naturaleza muerta.[255]​ Los doce participantes extremeños una vez efectuada la correspondiente selección fueron Guillermo Silveira, José María Villalón, Jaime de Jaraíz, Ana María Hernando, Ángel González Muriel, Eva María Renner, Juan Narciso Domínguez, Pedro Mora Piris, Antonio Gallego Cañamero, María Luz Antequera, Enrique Jiménez Carrero y la pintora francesa vinculada a la comunidad Madeleine Leroux.[256]

De los temas más representativos de la década, «enmarcada en un expresionismo figurativo o neofigurativo [y el empleo de un conjunto de] procedimientos artísticos indistintos»,[257]​ se conservan una serie de piezas en las que abordó la imagen recurrente de la Virgen con el Niño desprovistos casi por completo de elementos de índole sobrenatural (adscribible a la iconografía mariana de la segunda mitad del siglo XX) donde se aprecian claramente las «características cabezas inclinadas» de las Vírgenes/madres,[4]​ sentadas salvo escasas excepciones sobre una simple caja de madera, de las que se documentan la Virgen y Niño de 1971 (óleo sobre lienzo, 125 x 83 cm) expuesta en Badajoz en 1984 y 2009,[258][259]​ varias versiones muy similares entre ellas de la Maternidad o Virgen y Niño con revolanderas realizadas entre 1977 y 1979,[260]​ etc.

Se produjo en estos años un descenso considerable del número de cuadros terminados debido en buena parte a una mayor lentitud en la realización de la obra artística (una pintura «cuyas dimensiones exced[ía]n casi siempre del metro, al menos en uno de sus lados»,[261]​ podía emplearle como poco de tres o cuatro meses),[262]​ unida a la proyección de una serie de murales y trabajos escultóricos junto a un progresivo deterioro de su estado de salud, lo que lo llevó a participar en un número menor de eventos colectivos que en etapas anteriores, así como al práctico final de las exposiciones individuales (de las treinta y nueve piezas presentadas en la galería del Banco de Bilbao de Badajoz a principios de diciembre de 1984,[262][263][264]​ solo seis habían sido realizadas a comienzos de la década de los ochenta) a falta de suficiente obra nueva.[265]

También desde finales de la década anterior hasta la temporada 1985-1986 asumió las funciones de asesor artístico o director de la sala de exposiciones del Banco de Bilbao de Badajoz (o SALA L) ubicada en la calle Obispo San Juan de Ribera n.º 15, en la que mostraron sus obras entre otros Manuel Santiago Morato, Ramón Fernández Moreno y el alfarero y ceramista Rafael Ortega (1979), Alberto Rotili, Antonio Vaquero Poblador (5-15 mar. 1985), Enrique Sáenz Sancha, conocido artísticamente como Vincent d'Aix (7-21 jun. 1985), F. R. Sánchez (27 nov.-4 dic. 1985), Javier Manglano Alonso (6- dic. 1985) o las pintoras Mercedes Chávarri y María Teresa Romero (1981), Eva Callejo (1983) y Ángela Merayo (4-13 oct. 1985).[266][263]

Del 10 al 25 de marzo de 1980 tomó parte en la Exposición Antológica de Artistas Extremeños organizada por la Diputación Provincial a raíz del traslado de la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo a la Avda. General Rodrigo, considerada por el profesor Moral Martínez como «una muestra en exceso amplia y ecléctica por la mezcla de generaciones, tendencias y niveles profesionales».[267]

En abril de 1982 y de junio a septiembre del año siguiente figuró en dos nuevas muestras colectivas convocadas respectivamente por el Instituto de Bachillerato Fernando Robina de Llerena y el Museo Provincial (esta segunda de carácter itinerante) en la que junto a las de dieciocho artistas extremeños del momento como Eva Callejo, Antonio Galván, Leopoldo Gragera, Vaquero Poblador o Francisco Pedraja se expusieron obras del italiano afincado en Badajoz Alberto Rotili y el aragonés Manuel Viola.[268][269]

En cuanto a los primeros se conocen la cabeza en relieve (escayola patinada, 43 x 34 cm) fundida en bronce del también pintor y profesor de Dibujo Artístico de la Escuela de Artes y Oficios Adelardo Covarsí José María Collado Sánchez (1981),[270][271]​ el diseño del monumento a la Santa Cruz erigido en Feria en 1982 según las instrucciones de Silveira, quien a la vez abordó los estudios para la ejecución de dos murales destinados a la sede de la Caja Postal de Badajoz (nov. 1983), así como para tres conjuntos de vidrieras que decorarían la nave central (6), el presbiterio (2) y el coro (1) de la iglesia de la colonia Carlos Haya,[272]​ a pocos metros de la base de Talavera la Real (may. 1985),[27][273]​ que dejó inacabados a su muerte.[274]

En cualquier caso la pieza que «hasta entonces le supuso el mayor esfuerzo personal tanto por su tratamiento netamente escultórico como por la cuidada aplicación de la policromía» fue el mural titulado La nave Argón (182 x 400 cm), inaugurado en la Escuela de Reactores de la Base Aérea de Talavera la Real el 11 de diciembre de 1981 (se expusieron además algunas otras obras del pintor que por edad pasaba en breve a la «reserva activa»). El artista –consciente de que podía ser tomado «como si fuera una fantasía de Julio Verne o un precioso cuento de Andersen»– declaró haber buscado «la permanencia indestructible de lo más elevado del ser humano. Así de sencillo, porque el Arte tiene el don de mover los mundos».[275]​ Presidió el acto inaugural el coronel jefe del Sector Aéreo Gonzalo Gómez Vayo e intervinieron en el mismo el teniente, abogado y escritor Evaristo López de la Viesta, «quien estableció un parangón entre las calidades humanas de Silveira y sus cualidades artísticas», así como el miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y crítico de Arte Antonio Zoido, «quien tras una exposición general de las distintas tendencias pictóricas lo encuadró entre los expresionistas».[276]

Seguidamente tomó la palabra el propio autor, que dijo entre otras cosas:

Pero en lo más hondo de su ser siente la llamada espiritual del retorno, porque aun adelantada la premonición de la noche total, aun tiene fe y le queda la esperanza.

Todo esto nos conduce a un interrogante vital: ¿Lleva camino el ser humano de convertirse en un robot viviente con solo un voluminoso cerebro, unas ruedas o mecanismos para su transporte y mandos electrónicos para sus necesidades vegetativas?

Como ya se ha mencionado más arriba, a principios de diciembre de 1984 (3 al 9) con motivo de la Semana Cultural Militar organizada por el Gobierno Militar y el Regimiento Castilla 16 se celebró en la denominada SALA L del Banco de Bilbao de Badajoz la última exposición en solitario en vida del pintor –calificada por el propio artista de «social y humana»–,[277]​ en la que se exhibieron un total de treinta y nueve piezas realizadas casi en su totalidad entre 1959 y finales de la década de los setenta:[278][279][277]

El 22 de diciembre de 1984 obtuvo el Primer Premio (dotado con 400 000 pesetas) del III Concurso de Pintura Eugenio Hermoso por su obra Hombres y máquinas (óleo sobre tela, 160 x 89 cm),[282]​ considerada en parte como una nueva versión de la Figura y carros presentada en Alicante en noviembre de 1967,[283]​ convocado conjuntamente por la Diputación Provincial de Badajoz y el Ayuntamiento de Fregenal de la Sierra, clasificable dentro de una corta serie de realizaciones entendidas por el propio autor como «un intento de plasmar el mundo del trabajo»,[284]​ y que según la normativa del certamen pasó a engrosar los fondos del Consistorio frexnense.[285]​ Tras pasar por distintas dependencias municipales se expone al público en el Museo de Arte Contemporáneo de la localidad desde su inauguración oficial el jueves 4 de marzo de 2021.[286][287][288][289][290]

Según el correspondiente díptico informativo del certamen concurrieron treinta y tres obras de veintinueve autores entre los que figuraron Enrique Moreno Díez, Antonio Vaquero Poblador (que consiguió un accésit por Taberna), Juan Francisco García Mateo (por Luz de otoño) y María del Pilar Molinos López, que presentaron dos obras cada uno, Manuel Santiago Morato (por Érase una vez), María Ruiz Campins, Alberto Rotili Zampaloni, Miguel Ángel Bedate, Gerardo Ayala Hernández, Manuel Parralo Dorado, Antonio Galván Espárrago, etc., que concursaron con una por artista.[291]

La noticia fue recibida con cierto desagrado por quienes consideraban que un concurso que llevaba el nombre del pintor regionalista había de seguir criterios inspirados en «valores de siempre» a la hora de otorgar los galardones, más incluso habida cuenta de que ya los de las dos primeras ediciones habían sido concedidos en 1981 y 1983 (la de 1982 no llegó a convocarse) a otros tantos pintores de corte vanguardista como Antonio Gallego Cañamero y María Ruiz Campins respectivamente.[292]​ Se conoce una nueva versión de la pieza realizada unos meses más tarde (1985. Óleo sobre lienzo, 115 x 87 cm. Col. particular, Badajoz).[293]

Con En una esquina cualquiera y Pan humilde participó del 19 de febrero al 25 de mayo de 1985 en la muestra itinerante titulada Pintores Extremeños (Entre el Realismo y la Crítica de la Realidad) organizada por la Dirección General de Acción Cultural de la Junta de Extremadura y de la que también formaron parte obras de Hermoso, Covarsí, Pérez Jiménez, Pérez Rubio, Bonifacio Lázaro, José Carmona o Juan José Narbón. Con tal motivo se publicó un catálogo en el que el director del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEAC) Antonio Franco definió la pintura de Silveira como el reflejo de un «mundo de pobres y de tristes seres marginados».[294]

Durante los meses siguientes emprendió el estudio de las distintas fases del proyecto de restauración del monumento a Adelardo Covarsí (Juan de Ávalos. Los monteros, 1967) inaugurado el 22 de junio de 1968 junto al llamado «Puente de la Universidad» de Badajoz,[295]​ encargada por la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento con fecha 12 de febrero de 1985 en el contexto de las actividades programadas al cumplirse el 23 de marzo el primer centenario del nacimiento del pintor, presupuestada en 350 000 pesetas,[296]​ y consistente en la reposición de varios elementos (el cañón de una escopeta, dos manos, una oreja…) arrancados a lo largo de los años, que tampoco llegó a terminar.[263]

Se conserva también al respecto una carta remitida por Silveira a la presidenta de la Comisión de Acción Sociocultural el 2 de marzo en la que tras darle las gracias por el reconocimiento de sus méritos artísticos le comunicaba «que con mucho gusto acepto la reparación del Monumento a Covarsí».

Por otro lado el presupuesto es corto, pero siendo mi deseo colaborar con el Excmo. Ayuntamiento y esa Comisión Sociocultural en la parcela de las Bellas Artes y con el centenario del ilustre pintor, no he dudado en hacerme cargo [del trabajo] por la cantidad presupuestada.

En dicho contexto el diario Hoy publicó días después la siguiente nota informativa:

La Diputación Provincial, a través de su Museo de Bellas Artes, ha proyectado entre otros actos una exposición de Covarsí y Hermoso…

Dentro del programa de actos convocados en Bélgica a raíz de la celebración de la llamada «Europalia 85», a principios de octubre de aquel año se inauguró en la Casa de España de Amberes una exposición de cuadros procedentes de los fondos artísticos de las diputaciones de las dos provincias extremeñas a la que el Museo de Bellas Artes de Badajoz contribuyó con la cesión de dieciocho obras de otros tantos pintores del entorno entre las que se encontraban por citar las más recientes El niño del gallo de José Amador, El vendedor de frutas de Antonio Vaquero Poblador, Paisaje extremeño de Francisco Pedraja, Sueños blancos de Eduardo Naranjo o Gitanilla de Julián Pérez Muñoz. En el caso de Silveira figuró Palomas blancas sobre tejado gris depositada en la pinacoteca provincial desde mediados de la década de los setenta.[299]

A partir del 28 de febrero de 1986 participó con su cuadro Tierra parda en la muestra colectiva organizada con motivo de la inauguración de la Sala Acuarela de la capital, en la que también se colgaron obras de los pintores locales Leopoldo Gragera, Francisco Pedraja, Vaquero Poblador, Santiago Morato, las pintoras Pepita Casillas y María Teresa Romero, Fernández Moreno, Enrique Parra o Antonio Galván entre otros.[300]

Del 19 de diciembre de 1986 al 11 de enero de 1987 concurrió a la VII Bienal de Pintura Provincia de León. Al igual que en el caso precedente el artista presentó la composición Tierra parda (1985. Óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm), a la que se sumó esta vez el paisaje urbano La ría (ant. 1964. Óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm),[301]​ que no obtuvieron ninguna recompensa.[302]

Después de someterse a finales del mes anterior a una intervención quirúrgica de la que se recuperaba favorablemente,[303]​ falleció a las 11:00 horas del lunes 11 de mayo de 1987 en su domicilio familiar de la Avda. Cristóbal Colón n.º 7-5.º 2 a consecuencia de «Parada cardiaca - Cardiopatía isquémica».[304]​ Veinticuatro horas más tarde se celebró una misa corpore insepulto en la cercana iglesia de los padres paúles de Santo Domingo,[305]​ tras la que recibió sepultura en un nicho del Cementerio de Nuestra Señora de la Soledad (más conocido como «cementerio nuevo») de la capital pacense.

Aquel mismo día (12 de mayo) la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Badajoz adoptó entre otros el siguiente acuerdo:

Asimismo, fue acordado trasladar estos sentimientos de pesar a la esposa y familiares del finado.

Badajoz, 20 de mayo de 1987.

De igual forma la Diputación Provincial en sesión plenaria ordinaria celebrada el día 29 a propuesta de la presidencia acordó por unanimidad «dejar en acta sentimiento de pesar y condolencia por el fallecimiento» entre otros de «D. GUILLERMO SILVEIRA, profesor que fue de la Escuela Adelardo Covarsí, aceptándose la propuesta formulada in voce por el portavoz del Grupo Popular D. Jacinto Sánchez», de lo que «en cada caso se dará el oportuno traslado a los respectivos familiares para su conocimiento».[306]

Se conoce también en tal sentido la «RELACION DE ALUMNOS CON LAS CALIFICACIONES OBTENIDAS» por los trece integrantes (mayoritariamente mujeres) de la clase de Modelado y Vaciado de la Escuela de Artes y Oficios Adelardo Covarsí firmada en Badajoz con fecha 11 de junio de 1987, es decir, exactamente un mes después de su muerte por el profesor «accidental» S[ánchez] Borayta.[307]

Al poco tiempo, promovido por Francisco Pedraja, se le rindió un breve homenaje en la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País,[263]​ localizada aun por aquellos años en su antigua sede de la calle Hernán Cortés n.º 1, en la que se expusieron diversos utensilios de pintura del artista (un caballete, espátulas, pinceles…), así como su cuadro inacabado Dos músicos del circo (óleo sobre lienzo, 116 x 89 cm. Col. particular, Badajoz).[263]

Junto con este cabe referirse a una larga docena de obras que en aquellos momentos formaban parte de su colección privada como un retrato a tinta de José Lanot Asensio (suegro del pintor) realizado según inscripción el «otoño [de] 1949», El puente (años 1950),[100]Romántica dulzura (ant. 1961),[308]La ría (ant. 1964),[106]La caseta (1966),[106]Paisaje urbano (donada al Museo Provincial de Bellas Artes por su hija mayor en 2012), En una esquina cualquiera,[100]Fidelidad (una y otra de 1972),[105]Pan humilde (c. 1975),[197]El maquinista, El violinista apasionado (ambas de 1975),[100]Tierra parda (1985), etc.

Ya en el comentario dedicado a su primera exposición individual (Badajoz, diciembre de 1959) –«de contenido expresionista»–,[309]​ el crítico de Arte y escritor Antonio Zoido lo situó dentro del «inconformismo de la pintura francesa […] (lo que en las audacias pictóricas de nuestro marco nacional pueden representar los pasos de un Prieto, un Palencia o un Zabaleta)»,[80]​ entorno que Silveira –prematuro seguidor de las tendencias vanguardistas de entreguerras– tomaría desde un primer momento como algo consustancial a su obra:[283]

Por su parte el onubense Enrique Montenegro (Punta Umbría, Huelva, agosto de 1962) subrayó:

Pero «desde aquella su sonada presentación en la capital pacense en 1959»,[262]​ su pintura evolucionó paulatinamente (no se trata de periodos estancos) hasta alcanzar hacia mediados de los años 1970 y sobre todo 1980 un cierto «estilo propio»,[312][285]​ «sin tributos ni adjetivas subsidiaridades»,[303]​ «por la vía de un formalismo al tiempo monumental e ingenuo»,[6]​ que ya «no encajaba» con el expresionismo subjetivo ni la neofiguración de su primera etapa.[312]

Corresponden a esta nueva fase sobre todo una serie de cuadros de caballete, de fuerte carga argumental, cuyo origen puede situarse en pequeños poemas o notas del pintor por los que discurren gente del mundo del circo, trabajadores, violinistas callejeros, antiguas fondas, distintos elementos inherentes a la ejecución de las denominadas «obras públicas» en especial vagonetas, máquinas para alquitranar o bidones de esta sustancia como el propiamente titulado Alquitranadoras (años 1970) o Altozano (1984) expuestos en Badajoz del 26 de marzo al 31 de mayo de 2009 (n.os 11 y 17 del catálogo)…, «tomados desde un punto de vista más sentimental que crítico»,[312]​ agrupables para el profesor Hernández Nieves en un compuesto de «paisajes naturales y urbanos de apretadas casitas y tejados y, sobre todo, [una amalgama de] escenas con pocas figuras, próximas al espectador, que recubren toda la composición en un claro horror vacui, con las características cabezas inclinadas y los rostros expresivos, ingenuos y tristes»,[4]​ «fija su atención en Georges Rouault, Marc Chagall y Permeke»:[313]

Junto a estos cabe hablar sobre todo en los años 1960 de un relativo interés por un conjunto de temas relacionados con el entorno marino, patente en obras como Hijos del mar (anterior a 1960. Col. particular, Talavera la Real), Barcas en el muelle, Barco Elvira Pelayo,[315]Héroes del mar,[316]Muelle de pescadores,[209]Viejo solitario (anteriores a 1964), Barcos viejos (ya de 1977),[315]​ varias marinas, cuyo inicio podría rastrearse en una serie de escritos de carácter autobiográfico en los que el artista aportó datos de su estancia como auxiliar de Meteorología en el Observatorio de Huelva (1941-1943),[317]​ a raíz de la cual visitaría otras cuantas localidades costeras de la zona:

Primer contacto con el mar. Dibujos y pinturas del natural de […] muelles, barcos, maquinarias y trabajadores portuarios. Conoce La Rábida.

Se puede resaltar también en este aspecto su participación en la Exposición Nacional de Pintura sobre Temas del Mar (como parte del programa de actos convocados con motivo de la celebración de la II Semana Naval) clausurada en los salones de la Cámara de Comercio de Santander el 8 de julio de 1968,[319]​ a la que concurrió con el cuadro al óleo titulado La espera y la semilla,[320]​ vendible por la cantidad de 7000 pesetas, «aunque en el talón se indica que su valor [se establece] entre 7000 y 10 000», y en la que también colgaron obras los pintores badajocenses Julio Antúnez Ramos (de Olivenza), Fernando Fernández Sánchez (Mérida) y Anita Sánchez García (Zafra), a razón en estos casos de tres piezas cada uno.[321]

Respecto al colorido y producción de las obras se descubre asimismo una cada vez más que evidente transformación desde el predominio de los tonos terrosos, grises y sienas de la primera época –del artista gestual de los primeros tiempos al laborioso «artesano» de las siguientes décadas– hasta una mayor matización cromática a base especialmente de rojos y azules dispuestos en grandes planos o masas de color delimitados mediante profundas incisiones de los últimos años.[262][322]​ Sobresalen en este sentido La cuerda rota (1962), Palomas blancas sobre tejado gris (1970, «tal vez la síntesis más acabada de su estilo»),[14]En una esquina cualquiera (1972), El adiós (1978), Niños olvidados (1980), las dos versiones de Hombres y máquinas (1984-1985), ejecutadas según el propio autor de la siguiente forma:

Concebida la obra y dispuesto a ejecutarla, me basta un simple boceto o esquema lineal…

[…] ubico [a los personajes] en un espacio cerrado o abierto, solos, por parejas…, del mismo o distinto sexo, niños o mayores…, ocupando casi todo el soporte.

La distorsión de las figuras se adecúa a las necesidades expresivas del tema, aunque esta no suele ser muy pronunciada, sino más bien suave.

[Utilizo] pigmentos grises no derivados del negro. Tierras, sienas y ocres se alternan con primarios y secundarios no puros, yuxtaponiéndose entre sí y procurando una complementación lo más cercana posible a la teoría del color, con tonos o gamas sui géneris. El blanco y el negro tampoco son puros. Por lo general, el primero es mezclado con otros tonos o sobre veladuras, como pátina del negro, y este con azules, tierras o rojos. Los contrastes los suelo obtener por complementación o afinidad.

Todas las obras llevan en sus masas de color esgrafiados o interpenetraciones de color; es decir, si una masa es azul, aunque no puro, lleva también intercalados tonos contiguos, complementarios, sin que por ello varíe su tónica general.

Las obras básicas son ejecutadas sobre yute, lienzo, lona… y sus dimensiones exceden casi siempre del metro, al menos en uno de sus lados. La imprimación y preparación completa del soporte siempre me gustó hacerlas personalmente.

Abundan entre estos últimos una extensa diversidad de paisajes naturales y urbanos pintados alrededor de las décadas de los setenta y ochenta como un par de escenas rurales realizadas probablemente en 1983 y cuyas dimensiones son de 36 x 51 y 35 x 49 centímetros, otros cuatro paisajes urbanos de los años 1980 expuestos en Badajoz del 26 de marzo al 31 de mayo de 2009 (n.os 19 y 22 del catálogo),[323]Paisaje urbano (inacabado) (1987), casi todos ellos conservados en distintas colecciones privadas de la ciudad.

En el mismo orden de cosas se tienen noticias documentales de siete paisajes urbanos ejecutados a base de gouaches y procedimientos mixtos presentes en la muestra celebrada en la Casa de la Cultura de la Plaza de Minayo a partir del 28 de noviembre de 1966,[197]​ «en alianza de tonos grises y ocres hasta casi lo informe, […] y que con seguridad –por más inteligibles– conseguirán los mejores elogios del público».[11]

Su obra no figurativa, afianzada sobre todo hacia finales de los años 1960 –visible expresamente en sus estudios murales–, se adscribe al denominado «expresionismo abstracto» representado en España por Manolo Millares, Lucio Muñoz, Rivera, Antoni Tàpies, de quien aseguraría que «conoce la piedra, el árbol, el trozo de muro, mejor que nadie»; que «es bueno, fundamentalmente bueno, absolutamente bueno».[324]

También en este caso se dispone del correspondiente texto en que el artista describió con sus propias palabras su manera de abordar este segundo tipo de obras:

La escultopintura es también subjetiva. Trato de reflejar la belleza de las formas geometrizantes asimétricas combinadas de forma que sugieran al contemplador algo espiritual, unido a cierta inquietud que lo lleve a conocer el entorno humano al tiempo que despierte una conciencia, un porqué, un estado anímico, etc.

Los soportes de estas obras, por su peso y dimensiones, son de aglomerado o TAM [tablero aglomerado de madera], con el fin de que no puedan deformarse.

Por lo que se refiere a su escultura figurativa, próxima según el profesor Moral Martínez «a la sobriedad estilística de Carlos Ferreira, Susana C. Polac, Rubio Camín o José Rausell»,[314]​ «puedo decir que sigue el mismo camino que mi pintura, basada en los mismos principios, fuentes y determinantes»:

Como ya se ha referido en varias ocasiones, los cuadros de Silveira, mayormente a partir de la década de los setenta, muestran un creciente interés poco visible en otros autores del entorno por la ejecución personal de la práctica totalidad de los elementos que, en mayor o menor grado, van a integrarlos.[327]

Respecto a los soportes empleados en la mayoría de estas obras cabe destacar el uso de una serie de telas adquiridas por metros en el economato del Ejército del Aire de Madrid. Ya montadas sobre los correspondientes bastidores, realizados por el propio pintor lo mismo que los marcos o las paletas (en este caso, de madera o tablex),[328]​ estas eran preparadas con una conocida imprimación artesanal a base de cola de pescado y cola blanca de carpintero, lo que hacía que todo el proceso resultase en general muy económico.[329]

Asimismo las pinturas propiamente dichas eran elaboradas por él mismo a partir de diversos pigmentos naturales a los que posteriormente incorporaba las más variadas materias de carga como yeso, arena, polvo de mármol, etc., todo lo cual se traduciría finalmente en una serie de características formales que darían a los mismos un aspecto «peculiar, extraño [y] diferente»:[284]

Ya a mediados de los años 1960, más concretamente a la pregunta de José Manuel G. Torga sobre «por qué gusta[ba] de emplear en [su] cocina pictórica materiales y mezclas raras», contestó:

Algo que José M.ª Pagador volvió a observar dos décadas después en los términos siguientes:

En cuanto a las esculturas todas fueron ejecutadas a base de aglomerado de polvo de mármol, si bien conviene advertir que habida cuenta de la complejidad inherente a la ejecución de este tipo de piezas al menos las figuras del Cristo Redentor (1962) y la Virgen de Bótoa (1964) fueron realizadas en una antigua marmolería ubicada en la carretera de Valverde de Leganés junto al desaparecido Cuartel de Menacho o en el caso del monumento conmemorativo de las cien mil horas de vuelo (1969) en las propias instalaciones de la base de Talavera como se desprende de alguna fotografía tomada en pleno proceso por el periodista Fernando Saavedra Campos y no en su domicilio estudio de la calle del Pilar n.º 1-3.º donde el artista residió con su familia desde mediados de 1962 hasta finales de los años 1960 o comienzos de la década siguiente y en la que llevó a cabo la práctica totalidad de su producción pictórica de aquella primera época.[14][331]

Con las muy escasas excepciones de unas cuantas en las que se pueden distinguir las variantes «G. Silveira Galán», «Silveira», «Silveira G», «Silveira G.G.» o «Silveira Galán», observables en poco más de una decena de tablas de finales de los años 1950 y principios de la década siguiente, en la mayoría de las obras pictóricas del autor aparecen las firmas «SilveiraGG» o «G. SilveiraGG» («G[uillermo]. SilveiraG[arcía]G[alán]»), bajo las cuales suelen figurar los dos últimos dígitos del año en el que fueron concluidas, trazadas por regla general a base de diversas pinturas o tintas de colores blancos, rojos, azules o negros (los más habituales) y en distintos tamaños con el fin de conseguir el suficiente resalte cromático entre aquellas y los tonos normalmente más claros de los fondos.

Por lo que corresponde a sus esculturas y otras piezas trabajadas con materiales varios se conocen más que nada la inscrita en la base de la imagen de la Virgen de los Ángeles (1960), firmada por «G SIIVEIRA» debajo del pie derecho de la figura, una segunda observable en uno de los dos mosaicos de Valdebótoa en la que puede leerse «G.Silveira.67» y una última visible junto a la cabeza en relieve del pintor y «PROFESOR DE LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS ADELARDO COVARSI DURANTE CUATRO DECADAS 1941 12-1-1981» José María Collado, relacionada por el autor como «Relieve Retrato Homenaje a José M.ª Collado» (1981. Bronce), firmada por «Silveira» en la parte inferior izquierda de la misma.

Junto a estas se aprecian en su obra, sobre todo a partir de mediados de los años 1960, una prolija serie de inscripciones, rótulos identificativos y «leyendas que señalan a veces lo obvio» como «FF.CC. KM 15 LAS ACACIAS APEADERO»,[285]​ la finca «LOS CARDOS», las fondas «EL NORTE-1932», «AZUL», tiendas de «ULTRAMARINOS», el barco «ELVIRA PELAYO», las relaciones de artes y oficios que integran cada uno de los cinco paneles inferiores que componen el antes referido mural Fábricas, la afirmación de que «mientras exista un niño que sufra en la Tierra, habrá ángeles con alas» (Fidelidad, 1972), «3ª CLASE», «EQUIPAJES», «ESTACION FC» o «HERRAMIENTAS OBRAS» (El adiós o La despedida, 1978), «LAS AGUILAS HUMANAS ATRACCION INTERNACIONAL SESIONES 8 TARDE - 11 NOCHE» o «CIRCO AZUL HNOS ESTRELLA CAJON Nº 5» (Melancolía bohemia o Arlequín, 1983), «INDUSTRIAS METALURGICAS Hnos SA» y «MERENDERO EL RINCON» (anotadas en sendos paisaje urbanos de la década de los ochenta expuestos en Badajoz en 2009),[332]​ etc.

Conforme a los datos extraídos de la Obra documentada del artista publicada con ocasión de la muestra organizada en el Museo de Bellas Artes de Badajoz del 26 de marzo al 31 de mayo de 2009,[333]​ a los que se sumarían otras fuentes como catálogos de exposiciones, recortes de prensa, testimonios orales acerca de cuadros que nunca llegaron a exponerse en vida del autor, etc., la producción completa de Silveira podría cuantificarse por encima de las trescientas piezas entre pinturas, esculturas, escultopinturas, dibujos preparatorios, obra gráfica y murales –una parte de las cuales (al menos un centenar de estas obras permanecen en paradero desconocido) se encuentran en el Museo Provincial de Bellas Artes (cinco cuadros más una escultura) y Delegaciones Provinciales de las Consejerías de Educación (2) y Cultura e Igualdad (1) de la Junta de Extremadura de Badajoz, IES Eugenio Hermoso (1), Centro Municipal Nertóbriga (1) y Museo de Arte Contemporáneo (2) de Fregenal de la Sierra, Escuela de Reactores de la Base Aérea de Talavera la Real (2), así como en distintas colecciones particulares de Extremadura (las más de las veces de Badajoz capital), Algeciras, Salamanca (sobre todo de su primera etapa como pintor), Granada (4),[334]​ Madrid, la vila portuguesa de Coruche (1)–, de las que se destacan las siguientes:

Como ya se ha mencionado con anterioridad desde que fijó su residencia en Badajoz a mediados de octubre de 1954 hasta finales de los años 1960 o comienzos de la década siguiente el artista residió con su familia en varios domicilios de la ciudad (por norma general de reducidas proporciones) en los que ejecutó la mayor parte de su producción pictórica de entonces.[41]

En cuanto a las esculturas se sabe que habida cuenta de sus dimensiones y sobre todo de la complejidad inherente a la ejecución de tal tipo de piezas varias de estas, especialmente la imagen de la Virgen de los Ángeles de la Puerta de Palmas, fueron realizadas en la Escuela Sindical de Formación Profesional San José, de la que era profesor en aquella época el también pintor y amigo de Silveira Manuel Fernández Mejías,[55]​ diferentes marmolerías de la capital (boceto del Cristo Redentor, Virgen de Bótoa), las instalaciones de la base aérea de Talavera la Real como en el caso del monumento conmemorativo de las cien mil horas de vuelo,[14]​ etc.

Por una de las entrevistas publicadas a raíz de la muestra de pinturas del artista celebrada en Punta Umbría, Huelva, del 4 al 11 de agosto de 1962 se sabe que entre sus proyectos inmediatos se encontraba seguir «trabajando en mi estudio pues tengo pendientes más de cincuenta encargos de bustos de diversas personas pacenses»,[367]​ «que más bien nos dicen del alma de los interesados que de su descripción física».[368]

Se conoce asimismo que nueve de estos retratos fueron presentados con motivo de la exposición organizada en Badajoz a principios de mayo del año siguiente, entre los que Antonio Zoido destacó en su comentario los del escritor y militar Enrique Segura Otaño y María Teresa Jiménez Carlos (señora de Ostos), si bien para el crítico de Arte no era en general el tipo de escultura más acorde con sus características artísticas:

En paralelo a su actividad artística y profesional se documentan una serie de escritos redactados mayormente de 1974 a 1985 (a menudo en tercera persona), entre los que sobresalen varios borradores del Informe general presentado con motivo del comienzo del curso 1974-5 en la Escuela de Artes y Oficios Adelardo Covarsí de Badajoz, la Pequeña historia de una pintura mural leída durante el acto inaugural de La nave Argón, organizado en la Escuela de Reactores de la Base Aérea de Talavera la Real el 11 de diciembre de 1981,[524]Algunos conceptos pragmáticos como base de mi arte según mi propio sentir y pensar (sin fecha), las presentaciones de los diversos artistas que exhibieron sus obras en la galería del Banco de Bilbao de Badajoz durante los al menos siete años (1979-1985) que fue su director, el proyecto de mayo de 1985 para la realización de tres conjuntos de vidrieras que decorarían la iglesia de la colonia Carlos Haya, situada a escasos metros de la mencionada base, diferentes Resúmenes biográfico-artísticos, Historiales artísticos y Textos biográficos confeccionados en forma de currículos, divisiones por épocas o etapas de su trayectoria artística a contar específicamente desde que fijó su primer domicilio en Badajoz capital en octubre de 1954 hasta mediados de la década de los ochenta, así como un cierto número de declaraciones a la prensa de los cuales se pueden extraer referencias sobre el propio pintor como lugares de residencia, exposiciones, certámenes o galardones obtenidos y en general el mundo plástico tanto regional como nacional de la segunda mitad del siglo XX.

Apenas se tienen noticias documentales de los primeros años de existencia del artista salvo de que nació en Segura de León el 11 de enero de 1922, vivió en Madrid y Sobradillo y llegó a Almendralejo con sus padres y su hermano Luis (n. 1924) alrededor de 1928.

En cuanto a la repercusión mediática de su actividad artística cabe referirse sobre todo a una relativamente extensa serie de artículos de periódicos y revistas especializadas (ABC, Goya, Hoy, Índice Cultural Español, La Estafeta Literaria, Odiel…), la mayoría de los cuales fueron publicados a raíz de alguna de las diez exposiciones individuales celebradas en vida del pintor o concesiones de premios –lo que lo convertiría en «uno de los autores extremeños más reconocidos fuera de la región y de los más estimados dentro de ella, sobre todo en Badajoz» (Moral Martínez, may. 2019, p. 24)–, de los que se reproducen los siguientes fragmentos:

Como resaltaba el profesor Moral Martínez en su artículo de mayo de 2019 Guillermo Silveira el pintor de la humildad y la inocencia, tras su muerte en 1987 «su nombre fue cayendo en el olvido».[544]

En idéntico sentido se expresaba el por entonces presidente de la Diputación Provincial Valentín Cortes Cabanillas cuando a raíz de la exposición antológica póstuma celebrada en el Museo de Bellas Artes de Badajoz de marzo a mayo de 2009 hablaba de Silveira como de un artista «tan desconocido en estos tiempos».[545]

No obstante, se detecta sobre todo a partir de dicha muestra un creciente interés de la crítica especializada por el conocimiento del autor y su obra, si bien la mayoría de las veces no como asunto principal sino en el contexto artístico y cultural de su época.



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