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Lista de prejuicios cognitivos



Los términos sesgo cognitivo, prejuicio cognitivo y predisposición cognitiva suelen usarse para describir alteraciones en la mente humana que son moderadamente difíciles de eliminar y que llevan a una distorsión de la percepción, una distorsión cognitiva, un juicio impreciso o una interpretación ilógica.[1]

Se trata de un conjunto de fenómenos, en general estudiados por la psicología cognitiva, todos con soporte empírico, y no se deben confundirse con lo que comúnmente se entiende como «prejuicio». Así, mientras un prejuicio social (por ejemplo, cualquier forma de sexismo) se atribuye a un apasionamiento subjetivo y consciente a favor o en contra de algo sin que existan argumentos suficientes para sustentar esta posición (en tal caso, más bien, objeto de estudio de la ética), un sesgo cognitivo es un fenómeno psicológico principalmente involuntario que distorsiona el procesamiento de la información (como la tendencia inconsciente y generalizada a entender un precio de $999 como inferior a $1000, cuando la diferencia es prácticamente irrelevante a la hora de pagar). Se trata de tendencias y comportamientos inconscientes que condicionan a la persona al intentar analizar la realidad.[cita requerida]

Es decir, dada la escasez de terroristas en esa ciudad, la utilidad de la cámara detectora es cuestionable (su precisión es demasiado baja).

Un sesgo es un error que aparece en los resultados de un estudio debido a factores que dependen de la recogida, análisis, interpretación, publicación o revisión de los datos que pueden conducir a conclusiones que son sistemáticamente diferentes de la verdad o incorrectas acerca de los objetivos de una investigación.

La probabilidad es la posibilidad de que algo pueda ocurrir o sea el caso. La teoría de la probabilidad se usa extensamente en áreas como la estadística, la matemática, la ciencia y la filosofía para sacar conclusiones sobre la probabilidad de sucesos potenciales y la mecánica subyacente de sistemas complejos.[cita requerida]

Una creencia es un modelo creado por la mente para satisfacer un deseo, generalmente sobre un hecho real o imaginario, del cual se desconoce o no se acepta una alternativa o una respuesta racional. En una creencia, todos aquellos individuos que compartan dicho deseo darán por buena una proposición y actuarán como si fuese verdadera, aunque no lo sea.[cita requerida]

Muchas de estas desviaciones se estudian en investigación experimental y con frecuencia se estudian debido a que afectan a las decisiones en los negocios y la economía.

El prejuicio social es tener una opinión o idea acerca de un miembro de un grupo sin realmente conocer al individuo. La antipatía, normalmente, se basa en información pasada y en la experiencia con un individuo o cultura (modo de comportamiento) en particular. Asociando unas características físicas a unos comportamientos negativos, se cae en la falacia. La convención de la UNESCO establece de manera clara la igualdad entre todos los seres humanos. Su tercer punto dice: «En el estado actual de los conocimientos biológicos, no podemos atribuir las realizaciones culturales de los pueblos a diferencias de potencial genético: estas se explican totalmente por su historia cultural. Basta invertir estos términos para obtener una radiografía del racismo».

La extensión de las propias experiencias negativas al caso general se puede considerar como sesgo. Como en la persecución, se cree por parte del prejuicioso en la maldad o bondad del otro y en la justicia del razonamiento propio.

La mayor parte de estos prejuicios o sesgos cognitivos están clasificados como sesgos atributivos. Los sesgos atributivos afectan al modo de atribución de acciones. Es decir, afectan al modo en el que se determina quién o qué fue responsable de una acción o hecho.

El prejuicio puede aparecer independientemente de la inteligencia del individuo, su nivel cultural y su capacidad para razonar. Y las falacias resultantes pueden ser desastrosas. En efecto, animadas por el espíritu destructor, las masas no se detienen ante la fácil obtención del beneficio resultante de la opresión de las minorías o del odio colectivo como manera de unión comunitaria dominante.

Albert Einstein expresó esto, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con la siguiente cita que es aplicable a las diferentes sociedades civilizadas que han actuado impulsadas por prejuicios: «El crimen cometido por los alemanes es el más abominable que recuerda la historia de las llamadas naciones civilizadas. La conducta de los intelectuales alemanes ―como grupo― no fue mejor que la de la multitud. Incluso ahora no hay signo alguno de arrepentimiento o de deseo real de reparar lo que se pueda después de tan gigantescos asesinatos».[19]

Las personas espoleadas y enceguecidas por estos prejuicios evolutivos no se paran a razonar críticamente lo expuesto, a igualarse en un experimento mental sin prejuicio con los expuestos (empatía) o a comprobar de manera científica las afirmaciones (método científico para desechar los prejuicios y aproximarse a la verdad). Es más fácil dejarse llevar por los propios prejuicios internos que nos dicen que estamos en lo correcto (rasgo evolutivo de los prejuicios) que aceptar verificar la verdad. Para las personas sumidas en sus prejuicios, la verdad es de quien la siente (véase intuición sentido evolutivo) y no de quien razonadamente la argumenta.

«Los egipcios trataban de bárbaros a todos los pueblos que no hablaban su lengua». Maliciosamente, Heródoto de Halicarnaso, ese patricio griego de la primera mitad del siglo V a. C., consagró todo un capítulo de su Historia, todo un «logos», a mostrar cómo los griegos recibieron de Egipto sus dioses y sus antepasados, su ciencia y su sabiduría; devuelve a los griegos ese término de «bárbaros», que estos aplicaban de hecho a todos los que no hablaban su lengua. Por muy orgulloso que esté de ser helénico, el «padre de la historia» evita así ante nuestros ojos aparecer como racista.[20]

Los griegos estaban, a su vez, muy seguros de su superioridad sobre los no griegos, y de la superioridad de civilización y de lengua se puede pasar cómodamente a la de «raza». Sin embargo, este paso no se dio. Aun convencidos del valor más alto y de la originalidad de su modo de vida, de su cultura, no veían en eso la prueba de una superioridad eterna, «esencial». Tucídides, en las treinta páginas que abren La guerra del Peloponeso (se las llama «La arqueología») reúne varios ejemplos de los que se puede sacar en conclusión que los bárbaros son pueblos con retrasos ciertos, pero en vías de desarrollo. Por tanto, no se puede hablar de un racismo heleno.

Roma mezcla y funde, en su población cosmopolita, las razas heterogéneas del mundo que conquistó —dice A Aymard en Roma y su imperio—. La posteridad de los vencedores se confunde con la de los vencidos. Y esta étnica se acompaña inevitablemente con una fusión moral. Menos espectacular y menos precipitado, pero tal vez más eficaz aún porque no está limitado solo a la capital, un fenómeno análogo se produce en las provincias. Sin embargo, esta semilla cosmopolita no florece en todas las provincias.[20]

Más tarde, en el tiempo de la dominación romana, las cosas van a complicarse de manera contradictoria con las monarquías helenísticas. En Egipto, los Lagidas evitaron helenizar por razones en gran parte financieras. Limitaron la helenización y por tanto la cultura no fluyó, lo que dividió la sociedad. Al limitarla, los griegos que se instalaron allí se mostraron muy celosos de sus privilegios. En Alejandría es donde se ven mejor las consecuencias de esta doble política. La prohibición de casamientos entre griegos e indígenas, la división de la población en grupos con estatus jurídicos desiguales fundados sobre el origen étnico, facilitan serias confusiones en esta ciudad en plena expansión demográfica y comercial.

Prejuicios cognitivos y consideración del futuro

Hay serios obstáculos a la hora de adoptar un enfoque eficaz, centrado en la maximización de nuestra eficiencia. El motivo de esto es que solemos tener toda una serie de prejuicios que nos llevan a tomar decisiones que no optimizan resultados ( decisiones “irracionales” según la teoría de la decisión normativa). Algunos prejuicios se reflejan en una parcialidad que lleva a dar prioridad a algunos individuos por encima de otros. Estos hacen que valoremos ciertas causas como menos importantes que otras. Ya hemos visto esto con anterioridad. Las actitudes sexistas, por ejemplo, llevan a ver los asesinatos sexistas como un problema menos grave de lo que realmente es y, por consiguiente, a considerar la lucha contra ellos menos importante que otras causas. El racismo, la xenofobia y el chauvinismo llevan a considerar menos importante lo que les pasa a seres humanos que tienen un lugar de procedencia diferente del nuestro. El especismo lleva a considerar menos importante lo que les pasa a los animales de especies diferentes de la nuestra que lo que les pasa a los seres humanos. El egoísmo lleva a desentenderse de lo que suceda a otros individuos con tal de obtener lo que se desea. Por otra parte, tenemos también otros prejuicios que nos llevan a adoptar patrones de tomas de decisiones irracionales. Esto es, no porque nos ayuden a elegir mejor nuestros objetivos, ni porque se ajusten mejor a lo que puede ser un patrón de toma de decisiones correcto, sino simplemente debido a que en la historia de nuestros antecesores ello fue conveniente para la transmisión de su material genético. Esto no determina siempre y necesariamente qué buscamos ni cómo lo buscamos, pero sí lo hace en bastantes ocasiones, y lo condiciona en muchas otras más. En un gran número de casos nuestras formas de actuar son las que más nos pueden acercar a las decisiones que recomendaría la teoría normativa de la decisión. En otras muchas situaciones, sin embargo, esto no es así.[¿Por qué?]

Las razones para ello son varias. Entre ellas se puede destacar, por ejemplo, que a lo largo de la historia natural se selecciona aquello que funciona suficientemente bien, no aquello que funciona perfectamente. Alcanzar la perfección en una función es dificilísimo. Alcanzar un funcionamiento suficiente es mucho más sencillo. Y esto último es todo lo que hace falta para que tal funcionamiento se mantenga evolutivamente. Por eso, a lo largo de la historia evolutiva las capacidades y disposiciones que se acaban estableciendo no son las que hacen que realicemos ciertas funciones de manera perfecta, sino las que lo hacen de forma que, simplemente, lo hagamos en la medida suficiente en que, en el pasado, se consiguió transmitir cierto material genético. Esto es, se maximiza el desarrollo de mecanismos chapuceros, que se apañen. Así, ocurre que para transmitir material genético es suficiente con actuar de las formas que, de manera general, consiguen este fin, incluso aunque no sean las más racionales. Por ejemplo, tenemos una aversión a la pérdida mayores que a la consecución de ganancias. Gran parte de los seres humanos se esfuerzan más en no perder algo de valor x que en ganar algo de valor x, incluso aunque el esfuerzo por ganarlo sea menor que el esfuerzo por mantenerlo. En un contexto de mucho riesgo como el que tuvieron nuestros antepasados esta tendencia puede ser muy útil. Pero, como estrategia para maximizar el valor del que disfrutamos, no es racional y no funciona en otros contextos. Más aún, además, a veces aquello que maximiza la transmisión de nuestra información genética es tener creencias equivocadas, pues estas nos motivan más a actuar. Un ejemplo de esto es la tendencia a creer que el mundo es un lugar mejor de lo que realmente es. Una lista exhaustiva de sesgos cognitivos sería extensísima. Pero podemos considerar algunos ejemplos de interés, como son los siguientes:

Estos y muchos otros prejuicios tienen muchas veces resultados nefastos cuando intentamos considerar la importancia que pueden tener distintas causas. En particular, tienen tal efecto cuando restamos importancia al futuro. Una consecuencia de esto es que podemos rechazar como improbables escenarios que pueden ser bastante probables, simplemente porque carecemos de familiaridad con ellos. O podemos rechazar como improbables escenarios distópicos llenos de sufrimiento, porque nuestro horror a imaginar mundos así no nos permite concebir la posibilidad de que estos ocurran. En otros casos, podemos priorizar problemas graves (porque nos impacta su gravedad) a pesar de que existen otros problemas aún mucho más graves. Esto pasa con frecuencia. Y hace que el mundo sea un lugar bastante peor de lo que podría ser si quienes se toman en serio eliminar las fuentes de desvalor que hay en él actuasen de manera más eficiente.

Una falacia lógica es un modo o patrón de razonamiento que siempre o casi siempre conduce a un argumento incorrecto. Contrariamente al paralogismo, que es involuntario, las falacias lógicas suelen usarse con la intención de engañar al receptor. Los argumentos falaces tienen a menudo la estructura formal del silogismo, pero un defecto en la estructura del argumento lo hace inválido. Las falacias se confunden con los sofismas. Fueron los sofistas los que, en la Grecia clásica, enseñaron el uso de falacias dentro del «arte de la persuasión». Las falacias lógicas suelen aprovecharse de los prejuicios o sesgos cognitivos para parecer lógicas, reemplazando el error inconsciente o involuntario por una manipulación deliberada. Por eso, las falacias lógicas son los mecanismos automáticos más comunes para poner en práctica los sesgos cognitivos. Algunas importantes falacias lógicas que emplean los sesgos cognitivos se muestran a continuación. Véase también control social, control mental, propaganda, lavado de cerebro.

Un argumento desde la falacia o argumento ad lógicam presupone que, si un argumento es una falacia, entonces su conclusión debe ser forzosamente falsa. Una falacia lógica no es necesariamente errónea en su conclusión, aunque sí lo es en el razonamiento que ha llevado a esta conclusión. Es decir, aunque la estructura de razonamiento pueda ser falaz por su construcción o por sus premisas, la conclusión puede llegar a ser fortuitamente correcta.

Ejemplo: «Los objetos caen porque hay ángeles que los empujan hacia abajo». La conclusión «los objetos caen» es cierta, aunque no existe un argumento válido para aceptar la premisa de la existencia de los ángeles y tampoco de que estos empujen los objetos.

Una afirmación del consecuente es llamada así porque erróneamente se concluye que el segundo término de una premisa consecuente establece también la verdad de su antecesora. Si se demuestra que P entonces Q, entonces erróneamente se puede deducir que si Q entonces P, lo que constituye una falacia que se apoya en el sesgo de simetría.

Ejemplo: «Si estoy dormido, tengo los ojos cerrados; entonces si tengo los ojos cerrados, debo estar dormido». En efecto, una persona dormida tendrá sus ojos cerrados, pero no necesariamente una persona tiene los ojos cerrados por estar dormida (puede estar deslumbrada, por ejemplo).

La negación del antecedente o implicación vacua es una falacia lógica con semejanzas con el argumento de la falacia. En este caso si P entonces Q si niego P entonces tampoco Q (se niega Q). Esta falacia dice que si se niegan los antecedentes entonces se negará también la consecuencia.

Ejemplo: «Si estoy dormido tengo los ojos cerrados, pero si estoy despierto tengo que estar con los ojos abiertos» «Si no lo digo no me critican, por lo que si lo digo me criticarán». Algo que no tiene que ser necesariamente cierto. Otra vez se aplica el sesgo de simetría o ilusión de serie.

Ejemplo: «Si llueve afuera, entonces debe haber nubes. Como no está lloviendo afuera, entonces no debe haber nubes». Esto no es necesariamente cierto, puede haber nubes sin estar lloviendo pero se ha negado la premisa/antecedente y se ha supuesto que se debe negar también la consecuencia.

En lógica, se designa como inducción a un tipo de razonamiento que va de lo particular a lo general (concepción clásica) o bien a un tipo de razonamiento en donde se obtienen conclusiones tan solo probables (concepción más moderna). La inducción matemática es un caso especial, donde se va de lo particular a lo general y, no obstante, se obtiene una conclusión necesaria. Típicamente, el razonamiento inductivo se contrapone al razonamiento deductivo, que va de lo general a lo particular y sus conclusiones son necesarias.

Una generalización apresurada o falacia de estadística insuficiente o falacia de muestras insuficientes, ley de los pequeños números, inducción apresurada, falacia del hecho aislado, o secundum quid es una falacia lógica en la que se llega a una generalización inducida basada en muy pocas evidencias.

Ejemplo: «Me encanta esta canción, por lo tanto me gustará también todo el álbum en el que está». Es una falacia porque el álbum puede no ser tan bueno como la canción escuchada.

Una muestra sesgada es una muestra que ha sido falsamente considerada como la típica de una población de la cual ha sido tomada.

Ejemplo: Alguien puede decir «A todo el mundo le gustó la película» sin mencionar que «todo el mundo» fue él y tres de sus compañeros, o un grupo que son fanes del artista. Los sondeos en línea y las muestras por llamadas voluntarias son un tipo particular de este error, porque las muestras están implícitamente preseleccionadas o autoseleccionadas. En el mejor de los casos, esto significa que las personas que se preocupan más sobre el asunto responderán u opinarán y en el peor de los casos, solo aquellas que sintonicen una radio particular, un periódico particular o una lista política.

Una falacia del centro de atención se produce cuando una persona sin criterio supone que todos los miembros o casos de cierto grupo, clase o tipo son como esos pocos en el punto de mira, que reciben la mayor atención o cupo de atención de los medios. Esta línea de razonamiento es falaz y conduce a los tópicos. Si los medios publicitan a un asesino en serie de una población no quiere decir que todos los miembros de la población sean asesinos. Véase Falsa vivencia

Las verdades a medias son frases engañosas y falsas, que incluyen algún elemento de verdad. Las frases pueden ser parcialmente verdad, la frase pueden ser incluso verdad pero no toda la verdad del conjunto, lo que produce un engaño provocado por omisión. Pueden incluir algunos elementos engañosos como signos de puntuación, especialmente si se intenta engañar, evadir la culpa o malinterpretar la verdad. El propósito de las medias verdades o verdades a medias es hacer parecer algo que solo es una creencia como un conocimiento o verdad absoluta. De acuerdo con la teoría de conocimiento de creencia de verdad justificada o problema de la justificación, para saber si una determinada proposición es verdadera, uno debe no solo creer en la verdadera e importante proposición sino también debe tener una buena razón o argumentos para hacerlo. Una verdad a medias embauca al receptor presentando algo que es creíble y usando esos aspectos de la idea que pueden ser demostrados verdaderos como buena razón para creer que la idea o declaración entera es verdadera. Una persona engañada por una verdad a medias podrá considerar la proposición o declaración como una verdad absoluta y actuar en consecuencia. En política, las verdades a medias son una parte integral de las democracias representativas o parlamentarias. La reputación de un candidato político podrá ser irremediablemente dañada si es expuesto como mentiroso, por lo que los políticos han desarrollado un complejo estilo de lenguaje para minimizar las probabilidades de que ocurra esto. Si alguien no ha dicho algo, no podrán acusarlo de mentir. En consecuencia, las medias verdades abundan en los discursos políticos, lo cual daña la credibilidad del conjunto.

Ejemplo: «El sol se pone por el oeste». Esta es una verdad a medias porque aunque en la mayor parte del mundo esto es así no ocurre en los polos en los que durante unos meses el sol ni siquiera llega a ponerse. De hecho, el Sol ni siquiera se pone, porque no es el que se mueve sino que es el movimiento rotatorio de la Tierra el que produce este efecto. Por eso, si se tratara como una verdad absoluta, digamos para la navegación, podría ocurrir un desastre.

Una falsa vivencia o vivencia desorientadora es una falacia lógica que usa la descripción de un acontecimiento con extremo detalle —incluso si este es un suceso excepcional y muy poco probable— para convencer a alguien de que hay un problema. Aunque la vivencia sea falsa o verdadera y no tenga ningún fundamento lógico (es decir, aunque sea un disparate) puede tener un gran poder y efecto psicológico debido al sesgo cognitivo llamado disponibilidad heurística. La falacia no reside en la historia misma, la cual podría llegar a ser cierta, sino en el efecto de gran distorsión probabilística o sesgo que se produce en el receptor en relación con el alcance, importancia y relevancia de la decisión que debe tomar. Esta distorsión o sesgo que se desencadena en el cerebro es un mecanismo poderoso producido por los sesgos cognitivos tendencia de riesgo cero, aversión de pérdida y efecto del último evento cuando se apela al miedo. En entornos comerciales y de márketing se usa con frecuencia esta falacia para generar lo que se denomina FUD, que es el acrónimo en inglés de miedo, incertidumbre y duda (fear, uncertainty and doubt). La Falsa vivencia es denominada también crítica destructiva. La mejor manera de hacerle frente es ignorando este tipo de críticas, que son falsas, exageradas y estériles ya que no ayudan a mejorar y solo tratan de socavar el brillo o cualidades de un tema en concreto. Si es posible se deben aportar razones para aclarar la verdadera probabilidad de la falsa vivencia. Muchas empresas recurren a la falacia del ojo por ojo y hacen también FUD. Pero esto produce errores en incremento que al final perjudican el crecimiento. En estos casos lo mejor es hacer simplemente lo correcto en función de las críticas constructivas basadas en argumentos sólidos e ignorar las basadas en anécdotas y sin argumentos. La falsa vivencia se aprovecha de la Negación del ratio base.

Ejemplo:

Segundo ejemplo: El partido X pretende aprobar la ley Y acerca de lo peligroso que es subirse a los puentes. Entonces, el periódico o medio M presenta antes de la votación una serie de noticias extremas, sobre niños que se han caído de los puentes. La población asustada por la posibilidad de que los niños se caigan de los puentes aprueba moralmente la decisión del partido de prohibir subirse a los puentes.

En este espejismo del pensamiento, nuestro cerebro no nos deja entender que, estadísticamente, es menos probable morir en un accidente automovilístico o un acto terrorista que, por ejemplo, al caer por las escaleras o por una intoxicación accidental. La probabilidad de negligencia se refiere, según la psicóloga social Cass Sunstein, al hecho de exagerar el riesgo de las actividades relativamente dañinas y al mismo tiempo sobredimensionar las más peligrosas.

La falacia arreglo de bulto consiste en suponer que las cosas que con frecuencia han sido agrupadas por tradición o cultura en un conjunto deberían estar siempre agrupadas de ese modo. Esta falacia es muy usual en los argumentos políticos: «Mi oponente es un conservador que votó en contra de los altos impuestos y la asistencia pública, por tanto él también se opondrá al control de armas y al aborto». Mientras estas cuatro posiciones están normalmente agrupadas en la palabra «conservador» en la política estadounidense, no hay realmente ninguna razón para pensar que alguien que sigue una idea agrupada en ese grupo deba seguir las demás.

Un falso dilema, o falsa dicotomía o falsa bifurcación, implica una situación en la cual solo dos puntos de vista son sopesados como las únicas opciones, cuando, en realidad, existen una o más opciones que no han sido consideradas. Las dos alternativas presentadas suelen ser, aunque no siempre, los puntos extremos del espectro de ideas, uno de los ejemplos más comunes de falso dilema es la conocida frase «estás conmigo o estás contra mí». En lugar de esta extrema simplificación y pensamiento deseado, sería más apropiado considerar todo el espectro de opciones como en la lógica difusa. Véase sesgo de simetría para entender sus causas.

Probar con ejemplo o generalización inapropiada es una falacia lógica donde uno o más ejemplos se dice «prueban» un caso más general. Esta falacia tiene la estructura siguiente: Sé que el caso x de todos los X hace o tiene la propiedad P, entonces todo X tiene la propiedad P.

Ejemplo: «He visto a hombres negros jugar bien al baloncesto, por consiguiente todos los hombres negros juegan bien al baloncesto». Véase el artículo «falacia arreglo de bulto» o generalización apresurada. Todas las citadas son falacias de generalización las cuales se pueden agrupar dentro de una de las trece falacias identificadas por Aristóteles; la falacia de destrucción de la excepción o accidente (falacia) a dicto simpliciter ad dictum secundum quid.

Segundo ejemplo:

La falacia de ningún escocés verdadero o del verdadero escocés ocurre cuando se separa de un grupo algún elemento porque resulta distinto de lo que se intenta demostrar.

Las falacias de causa informal, causa cuestionable o falacia causal o non causa pro causa (‘sin motivo para la causa’) o causa falsa son falacias informales donde una causa es identificada de manera incorrecta.

Cum hoc, ergo propter hoc (o correlación o relación entre dos) implica que uno es causa y otro efecto; afirma que dos eventos que ocurren a la vez tienen necesariamente una relación causa-efecto. Se expresa de la siguiente manera: si ocurre A y correlacionadamente después ocurre B, entonces A ha causado B. Esta falacia hace una conclusión prematura de la causalidad incluso sin evidencias que la soporten. Esto es una falacia lógica porque, aunque probable, existen al menos otras cuatro posibilidades:

Ejemplo: Investigaciones científicas afirman que las personas que usan marihuana (A), tienen una mayor ascendencia en desórdenes psiquiátricos (B), comparados con los que no la toman. Solo con esta relación no se puede afirmar que A causa B, ya que también puede ser que B cause A, debido al efecto relajante o también puede ser que se den las dos a la vez o haya un tercer factor desconocido. Existen métodos para determinar causas. El filósofo David Hume argumentaba que la causalidad no puede ser percibida y por consiguiente no se puede conocer o probar, y en su lugar tan solo se puede percibir la correlación. Sin embargo, argumentó que se puede seguir el método científico para, al menos, desechar las causas erróneas. Esto es, probar experimentalmente la veracidad de un hecho de manera rigurosa hasta encontrar un contra ejemplo o excepción.

La falacia de la causa simple o efecto conjuntivo o relación espuria, ocurre cuando se presupone que existe solo una simple causa para un resultado cuando en realidad puede haber un conjunto específico o suficiente de causas que lo hayan provocado. En esta falacia lógica dos sucesos sin conexión lógica, se relacionan causal e incorrectamente debido a un tercer suceso o factor desconocido denominado factor desorientador o variable escondida que los provoca. La relación espuria da impresión de fortaleza y ligazón fuerte entre dos sucesos que es inválida cuando es examinada objetivamente. Véase la navaja de Occam que en su aplicación puede crear una relación espuria debido al desconocimiento de un factor más sencillo. Esta sobresimplificación es un caso específico de falso dilema donde otras posibilidades son ignoradas.

Ejemplo: Supongamos que cuando hay mayor índice de desmayos por calor suben las ventas de refrescos, muchos señalarían que los sofocos son la única causa; pero la subida de ventas pudo haber sido debida a otros factores como un mejor márketing, un mayor tiempo libre, una determinada ola de calor, una bajada de precios o la llegada del verano que sería una posible causa de las dos. En definitiva un factor o un conjunto ignorado o desconocido de factores son los que en realidad hacen que se produzca.

La circularidad entre causa y consecuencia es una falacia lógica donde la consecuencia de un determinado fenómeno es llamada a ser también la causa principal. Esto es conocido como la falacia del huevo o la gallina que hace referencia al dilema de causalidad que surge de la expresión «¿qué fue primero, la gallina o el huevo?». Puesto que el huevo y la gallina se crean recíprocamente en ciertas circunstancias la respuesta es ambigua. Véase también Trampa 22. Una encerrona que pueda resumirse de esta manera: «Si sale cara gano yo, si sale cruz pierdes tú». Viéndose que perder tú y ganar yo es lo mismo, se observa que ganar yo producirá ambas caras y ambas caras producen a su vez que yo gane y por tanto no hay libertad de movimiento y circularidad.

Ejemplo: Una circularidad en causa consecuencia muy conocida se encuentra en que uno no puede obtener un trabajo sin experiencia pero no puede adquirir experiencia sin un trabajo. Es decir, la experiencia causa el trabajo pero el trabajo también causa la experiencia. La única manera de acceder a estos círculos es la transición progresiva o evolutiva definiendo de manera más amplia alguno de los factores o aceptando excepciones (o mutaciones). Si se amplía el concepto del trabajo de manera que la experiencia se pueda ganar de algo que no tenga que ser estrictamente trabajo o si se amplía el concepto de la experiencia en el que aunque se tengan conocimientos estos no tienen nada que ver con el trabajo en cuestión o con la estricta definición de experiencia que se exige para él.

Un caso parecido se suele dar con los inmigrantes, a los que se solicita un permiso de trabajo para trabajar y un trabajo para obtener el permiso de trabajo.

La petición de principio, petitio principii o fe de origen, es una falacia que ocurre cuando la proposición a ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas originales. Véase también falacia de las muchas preguntas.

Ejemplo: Para probar falazmente que Pablo dice la verdad argumentaríamos del siguiente modo diciendo que: Cuando Pablo habla no miente y que por tanto, cuando está hablando Pablo, está diciendo la verdad. En una lógica bivalente, con tertium exclusum, premisa y conclusión están afirmando la misma verdad, que no miente o, lo que es lo mismo, que en ambos casos dice la verdad. La falacia es más útil cuando tiene una longitud adecuada como para hacer olvidar al receptor que la conclusión ya fue admitida como premisa.

Segundo ejemplo: En un debate sobre el aborto, para calificarlo legalmente se usa la siguiente construcción. «El aborto es un acto injustificado de dar muerte a una persona». (Nótese que esta premisa ya es de por sí la calificación del aborto y que una vez aceptada esta no habría otra conclusión posible porque la conclusión y esta premisa es la misma). Luego viene el razonamiento lógico «matar a una persona es un asesinato» y «un asesinato es ilegal». «Por tanto, el aborto debería ser ilegal». La falacia reside en que no se ha argumentado absolutamente nada aunque aparentemente se haya seguido un orden lógico. Tan solo se ha mostrado el desarrollo lógico en el caso de considerar la primera premisa como verdad. Pero no se ha justificado, con argumentos, la razón por la que se debe considerar esta como verdad. Lo único que se ha demostrado de manera lógica es que en el caso hipotético de que el aborto fuera considerado la muerte de un ser humano entonces sería ilegal. Esta falacia se trata del caso general de la falacia de las muchas preguntas donde se presuponen ciertas cosas que se desean probar o comunicar como ciertas por el mero hecho de decirlas. Para que la gente no caiga en dicha falacia lo idóneo sería no contestar así no se da información extra sobre tu postura o la respuesta debe tener una negación activa. Esta falacia es muy útil en debates cuando se usa en un público voluble y no atento. La falacia es más útil cuando tiene una longitud adecuada como para hacer olvidar al receptor que se partía de una premisa de fe, supuesta o sobreentendida sin ningún tipo de argumento que la soporte.

Tercer ejemplo:

Cuarto ejemplo:

Se puede observar que la premisa de que «Pedro es el único que pudo haber cogido el dinero» no acepta discusión y es igual a que él tiene el dinero o lo robó. No se ha explicado o argumentado por qué esta premisa debe ser verdad. Tan solo se ha seguido un razonamiento lógico al suponer esta premisa. Esta falacia se aplica en juicios y debates y sobre un público no atento puede ser efectiva.

Post hoc, ergo propter hoc, correlación coincidente o causa falsa, es una expresión latina que significa «después de esto, luego a consecuencia de esto». Es un tipo de falacia que consiste en suponer que, si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Es verdad que una causa se produce antes de un efecto pero la falacia viene de sacar una conclusión basándose solo en el orden de los acontecimientos. Es decir, no siempre es verdad que el primer acontecimiento produjo el segundo acontecimiento. Esta línea de razonamiento es la base para muchas creencias supersticiosas y de pensamiento mágico. Véase teoría del dominó o también cum hoc, ergo propter hoc que no hace hincapié en el orden aunque sí en la correlación de dos sucesos.

Ejemplo: «He rezado para que te curaras. Te has curado. Para que luego digan que rezar no funciona». Se comete la falacia al deducir causa efecto de dos hechos tan solo considerando la sucesión de acontecimientos. Sin embargo, la causalidad no puede ser simplificada pues existen muchos otros factores, variables desconocidas y explicaciones que pudieron generar el efecto. David Hume incluso argumentaba que la causalidad es imposible de discernir pero que es posible usar el método científico para poder desechar las falsas hipótesis.

Non sequitur es la falacia en donde las razones dadas para sostener una afirmación son irrelevantes o no relacionadas.

Ejemplo: «Tengo miedo al agua, así que mi deporte será el puenting» o «me gusta conducir por eso me compro un Toyota». En cualquiera de los casos hacer puenting o comprarse un Toyota no depende directamente de la razón dada ya que hay muchos más coches o deportes que se han descartado sin que la razón dada sea relevante, puede producir auto-engaño por no aclarar los verdaderos motivos por los que se toma una decisión. Una manera de clarificar esta falacia es reorganizando el argumento para colocar la razón y la conclusión de manera que la incongruencia se haga evidente.

Ejemplo: «Me gusta conducir y por eso me compro un Toyota»; reordenando: «Me compro un Toyota porque me gusta conducir», algo que podría ser cierto o no pero que seguramente no era lo que se pretendía decir cuando se especificaba un Toyota.

Ejemplo: «Estamos en España, así que pasaremos calor». Reordenando: «Pasaremos calor porque estamos en España».

Ejemplo: «Me gustan los aviones, por eso hago paracaidismo». Reordenando: «Hago paracaidismo porque me gustan los aviones».

Ejemplo: «La profesora no tiene hijos, por eso no estoy de acuerdo con sus prácticas educacionales». Reordenando: «No estoy de acuerdo con las prácticas educacionales de la profesora porque no tiene hijos».

La falacia de la regresión o falacia del retroceso es una falacia lógica en la que se presupone una causa donde no existe. Este tipo de falacia es un caso especial de la falacia Post hoc, ergo propter hoc. Esta falacia se denomina de retroceso porque se produce cuando se asocia una causa simple a la desaparición o retroceso de un factor. Conduce a las supersticiones y al pensamiento mágico.

Ejemplo: «No somos de su agrado, cuando llegamos al bar todos se fueron».

Segundo ejemplo: «Es culpa mía porque desde que decidí invertir en bolsa, esta ha empezado a bajar o los precios han bajado». La explicación se encuentra en el sesgo cognitivo efecto el último evento y en la tendencia de las personas a tomar decisiones cuando las cosas están solo en la cúspide o varianza más positiva así cuando estas se normalizan a la media asocian la causa a su acción. La siguiente frase resume el proceso en la bolsa: «El pánico causa que vendas en el bajón y la codicia que compres cerca de la cima» (S. Weinstein).

La falacia del francotirador es una falacia lógica donde la información que no tiene relación alguna es interpretada, manipulada o maquillada hasta que parezca tener un sentido. El nombre viene de un tirador que disparó aleatoriamente varios tiros a un granero y después pintó una diana centrada en cada uno de los tiros para proclamarse preciso. Tiene que ver con el sesgo cognitivo Ilusión de serie, que lleva a las personas a ver patrones donde solo hay números aleatorios. Esta falacia no se aplica cuando uno tiene una predicción o una hipótesis particular antes de observar los datos. Uno podría tener una teoría de cómo debería comportarse algo o el patrón que debe seguir algo y comprobar mediante pruebas empíricas o datos que de hecho es así (método científico). Alternativamente, se pueden tomar los datos observados para formular una hipótesis tal como hace el francotirador, pero luego es necesario ensayar la hipótesis con nuevos datos. Véase test de hipótesis. No se puede usar la misma información para formular y después ensayar o probar la hipótesis, ya que se incurriría en la falacia del francotirador.

La falacia de dirección incorrecta es una falacia lógica de causa en la que la causa y el efecto están intercambiados. La causa pasa a ser el efecto y viceversa. Es un tipo especial de la falacia cum hoc, ergo propter hoc o también de falso dilema.

Un argumentum ad consequentiam, o argumento dirigido a las consecuencias, es un argumento falaz que concluye que una premisa (típicamente una creencia) es verdadera o falsa basándose en si esta conduce a una consecuencia deseable o indeseable. Es una falacia porque basar la veracidad de una afirmación en las consecuencias no hace a la premisa más real o verdadera. Asimismo, categorizar las consecuencias como deseables o indeseables es intrínsecamente una acción subjetiva que depende del punto de vista del observador y no de la verdad de los hechos. Incluso si la premisa ha sido independientemente probada, y entra en juego un tercer factor (1:premisa, 2:argumento, 3:acción) como es la acción que se debe tomar para evitar o favorecer una consecuencia, la consecuencia en sí misma no puede justificar ninguna acción determinada sino que han de hacerlo los argumentos que justifiquen la relación existente entre la acción y la consecución. La elección de la acción, por tanto, es un paso posterior y separado de las premisas y tiene que ver más con la argumentación de asociar una futura acción con una consecuencia.

Ejemplo: «El presidente no ha robado fondos del Estado, porque si lo hubiera hecho, habría perdido las elecciones».

Segundo ejemplo:«Dios debe de existir, porque si no existiera no habría moral y el mundo sería horrible».

Tercer ejemplo: «El jugador hizo todo lo que pudo, porque si no, no hubiéramos ganado el partido».

Un argumentum ad baculum, o argumento desde el bastón o desde el mando o argumento por la fuerza, es un argumento donde la fuerza, coacción o amenaza de fuerza es dada como justificación para una conclusión. Es un caso especial negativo del argumentum ad consequentiam. Este tipo de falacia se da en los casos en los que se duda en intervenir o no en un conflicto. Esta falacia se produce porque se considera verdadera la premisa debido a que la consecuencia de esta premisa es muy negativa para ser ignorada o rechazada. Esta consecuencia negativa justifica cualquier intervención para cambiar las consecuencias y presumir que las premisas originales son verdaderas. Sin embargo, aunque estas decisiones preventivas previas modifican forzosamente las predichas y subjetivas consecuencias, no aclaran la necesidad de actuar o no aseguran la verdad de las premisas. El miedo a las consecuencias no puede ser el motor de ninguna decisión ni es capaz por sí mismo de hacer más veraz una posibilidad.

Ejemplo: «Irak tiene armas de destrucción masiva. Como esto puede provocar una guerra muy peligrosa debe ser verdad y por tanto es necesaria una intervención.»

Segundo ejemplo: «Debes creer en Dios, porque si no lo haces irás al infierno». La única manera de saber la veracidad de una afirmación es basándose en los argumentos que la apoyen. La intervención es una manera específica de resolución, es también una acción que es independiente de la veracidad de la afirmación y tiene más que ver con la inteligencia para discernir cuál es la mejor manera de actuar. Esta vez sí que en función de las consecuencias deseadas y a partir de las verdades encontradas, situación, entorno, etc. También es posible que se sea consciente de lo falaz de nuestra lógica y que igualmente por otras razones, egoísmo, intereses o por miedo a la simple probabilidad no nula de amenaza prefiera uno equivocarse y actuar como si estuviera seguro, antes que esforzarse en hallar la verdad.

La falacia del punto medio, o falacia del compromiso o falacia de la moderación, se genera al suponer que la conclusión más válida o certera es la que se encuentra siempre como compromiso entre dos puntos de vista extremos. La falacia se produce porque la verdad o certeza de idoneidad se basa no en los argumentos sino en premisas subjetivas (se subjetiviza la verdad o mentira de un hecho) de qué es lo que se ha considerado como extremo y qué se considere como punto medio y en la suposición de que este es siempre cierto. Es posible que lo considerado como extremo seaen realidad el hecho cierto.

Ejemplo: «Algunas personas creen que Dios es poderoso y que todo lo sabe. Otras creen que Dios no existe. Parece ser razonable aceptar un término medio. Es decir, probablemente Dios exista pero no es siempre el más poderoso, el total omnisciente, ni el más bueno» o «La Tierra está hecha principalmente de roca, y Júpiter de gases, así que Marte debe estar hecho de agua» o «Quiero vender un ordenador por 500 €, pero en eBay me ofrecen 1 €, así que deberé venderlo por 250 €» o «Las mujeres en Occidente no están obligadas a llevar burka, en cambio las mujeres en Oriente están obligadas a llevar el burka, por tanto, a las mujeres de todo el mundo se las debería obligar a llevar pañuelo». Esta conclusión es falaz.

El recurso a la probabilidad, o apelación a la probabilidad, es una falacia lógica que supone que porque algo es posible o probable, es inevitable que pase. Esta falacia es usada para provocar y promover la paranoia. El recurso de probabilidad no es falaz únicamente en el caso de que el tiempo de espera para que se produzca sea infinito. Es decir, esta situación solo se produce matemáticamente. En los demás casos debe tratarse tan solo como una probabilidad y no como una verdad. La Ley de Murphy se basa en este principio por lo que también es falaz. Esta ley dice que si existe algún punto que pueda ir mal, entonces irá mal. Esta ley es falaz por presuponer certeza donde solo hay probabilidad y por otro lado produce autoengaño ya que evita asumir las propias responsabilidades cuando las cosas van mal y diluir la responsabilidad en una probabilidad incontrolable. Es evidente que si algo salió mal fue porque era probable que saliera mal. Pero, por eso mismo, no se puede diluir la responsabilidad en la simple probabilidad. Lo que dice la Ley de Murphy es que las personas tienden a sobreestimar su capacidad y a dar por finalizadas las primeras impresiones o trabajos sobre un tema. Esto quiere decir que se dejan llevar por su prejuicio cognitivo, incentivado además por la necesidad de evitar el gasto energético de comprobar y revisar sus trabajos. Cuanto más vital o importante sea dicho trabajo, proyecto o decisión, mayor es la responsabilidad o negligencia de no comprobar los casos que pueden ir mal. La ley de Murphy puede presentarse de una manera más correcta de la siguiente manera: «El hecho de excluir un punto que puede salir mal no lo excluye de que este salga mal». Esta manera evidente de expresarlo es lógica, ya que por un lado expresa que la exclusión de un factor de los test no tiene relación, no está correlada con su situación o estado real correcto e incorrecto (se encuentra indefinido) e invita a pensar que el problema estuvo en no probar los puntos que pueden salir mal.

Ejemplo: «Hay muchos piratas informáticos que usan Internet. Por consiguiente, si usas Internet sin un cortafuegos es inevitable que tarde o temprano seas intervenido». La idea lógica que hay detrás de esta falacia es que ya que la probabilidad es muy alta es mejor actuar como si esta fuera verdad. El hecho de que algo sea probable de ocurrir no es un argumento para atestiguar o verificar que ha pasado.

La falacia naturalista es una falacia que se comete cada vez que se pretende reducir lo «bueno» a lo que es «natural». Todas las éticas han incurrido en este tipo de falacia que consiste en justificar la bondad de algo por el mero hecho de considerarlo «natural». Evidentemente las definiciones de lo que puede ser o dejar de ser «natural» son muy heterogéneas y van desde lo relacionado con la misma naturaleza o Dios, hasta criterios hedonistas, metafísicos, nacionalistas o lo que se quiera. Lo considerado natural es un término inexacto y subjetivo, por lo que argumentar el estado de apropiado o inapropiado de un comportamiento depende de lo que los demás consideren que es apropiado y no de razonamientos o argumentos que aseguren una consecución o desarrollo de acontecimientos negativos/positivos demostrables.

La conclusión irrelevante, ignoratio elenchi, refutación ignorante o eludir la cuestión es la falacia lógica de presentar un argumento que puede ser por sí mismo válido, pero que prueba o soporta una proposición diferente de la que debería apoyar. Aristóteles creía que todas las falacias lógicas podían ser reducidas a ignoratio elenchi. También en algunos casos estas conclusiones irrelevantes son intentos deliberados por parte de manipuladores, expertos en falacias lógicas, de cambiar el asunto de la conversación. Véase también Defensa Chewbacca.

Ejemplo: «Pablo es un buen deportista y debe ganar la copa. Después de todo, es un buen tipo, ha donado mucho dinero y es católico». Hecho: Las donaciones o preferencias religiosas no tienen que ver con el merecimiento de un trofeo o rendimiento deportivo.

Tu quoque (en latín 'tu también'), es un tipo específico de ignoratio elenchi porque se basa en que la premisa o consejo presentado por una persona es falsa porque esta misma persona no la sigue.

Ejemplo: «Thomas Jefferson decía que la esclavitud estaba mal. Sin embargo, él mismo tenía esclavos. Por lo tanto se deduce que su afirmación es errónea y la esclavitud debe estar bien».

El argumentum ad hominem o argumento dirigido al hombre consiste en replicar al argumento atacando o dirigiéndose a la persona que realiza el argumento más que a la sustancia del argumento. Tu quoque en el que se desvelan trapos sucios suele ser un mecanismo.

Ejemplo: Dices que este hombre es inocente pero no puedes ser creíble porque tú también eres un criminal.

Una falacia del hombre de paja o argumentum ad lógicam es una falacia lógica basada en la confusión de la posición del oponente. Generar un «hombre de paja» es crear una posición fácil de refutar y luego atribuir esa posición al oponente para destrozarlo. En realidad no se refuta el argumento real del oponente sino el argumento ficticio que se ha creado. El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Es decir, se atacan los flecos o posibles malinterpretaciones que se puedan hacer de la premisa. Ejemplo: Pedro: «Pienso que los niños no deberían correr por calles con mucho tráfico». Juan aprovecha y crea una posición clara de ataque: «Yo pienso que sería estúpido encerrar a los niños todo el día sin respirar aire limpio». De esta manera, Juan puede atacar una posición radical y fácil que Pedro nunca quiso dar a entender. La única manera de evitar el hombre de paja es que Pedro lo destruya antes que Juan o poner en evidencia la intención de Juan de crearlo para confundir.

La falacia del arenque rojo (del inglés red herring), también conocida como falacia de la pista falsa y seguir la zanahoria, se comete cuando alguien introduce material ajeno al asunto de discusión, de manera que desvía la atención de todos hacia una conclusión incorrecta. El nombre proviene de un arenque rojo que se usa para alargar las cacerías de los zorros llevando a los perros de caza por una pista equivocada. El olor intenso del arenque rojo confunde el rastro. Véase también Defensa Chewbacca.

Ejemplo: «Usted puede decir que la pena de muerte es un medio ineficaz para prevenir el crimen, pero… ¿y las víctimas del crimen? ¿Cómo piensa usted que se sienten los familiares de las víctimas al ver que el hombre que asesinó a su hijo es mantenido en prisión a costa de ellos? ¿Está bien que deban pagar por el alimento y alojamiento del asesino de su hijo?».

La falacia del argumento a silentio o argumento por el silencio consiste en considerar que el silencio de un ponente o interlocutor sobre un asunto X prueba o sugiere que el ponente es un ignorante sobre X o tiene un motivo para mantenerse en silencio respecto a X. En relación con esta falacia, es necesario hacer referencia a la doctrina jurídico-procesal llamada «de los actos propios», por la cual, en una de sus aplicaciones más frecuentes, si una de las partes en un proceso no alega cierto hecho, dato, prueba o argumento disponiendo de trámite para hacerlo, se presumirá que no tiene cómo alegarlo. Por tanto, aunque lógicamente el argumentum a silentio o ex silentio es una falacia, porque el silencio de un interlocutor no puede tomarse como prueba de certidumbre de lo dicho por un interlocutor contrario, en el terreno de la pura retórica puede ser un indicio de falta de argumentos o de falta de capacidad para contrarrestar dialécticamente los argumentos expuestos por la adversa. Esta presunción se realiza en el terreno jurídico por ser este un terreno subjetivo marcado por leyes que están hechas para que la mayoría pueda quedar satisfecha. Y esto es así porque la mayoría posee el prejuicio de que el silencio de un interlocutor implica la falta de argumentos o un motivo particular para tenerlo y también porque el que rompe el estado de normalidad tiene la obligación de probar con argumentos las acusaciones. Véase Falacia de eludir la carga de la prueba.

En filosofía y ciencia, una hipótesis ad hoc es una hipótesis agregada a una teoría filosófica o científica para evitar que se refute o rechace la teoría por sus posibles anomalías y problemas, no previstos en la exposición original. Véase también falacia del francotirador, en el que las consecuencias o el orden lógico que se supone debería preverse se desarrolla después de ver los datos. Filósofos y científicos se comportan de manera escéptica ante las teorías que continuamente realizan ajustes ad hoc o hipótesis ad hoc, ya que estas son con frecuencia características de teorías seudocientíficas. Gran parte del trabajo científico recae en la modificación de las teorías o hipótesis ya existentes, pero estas modificaciones se distinguen de las modificaciones ad hoc en que los nuevos cambios proponen a su vez nuevos medios o contraejemplos para ser ratificados o refutados. Es decir, la teoría tendría que cumplir con las nuevas contenciones junto con las anteriores.

Una falacia por asociación es un tipo de falacia lógica que sostiene que las cualidades de uno son intrínsecamente o esencialmente cualidades de otro simplemente por asociación. La falacia por asociación se puede relacionar al método de inducción, ya que se sostiene que si un miembro pertenece a un grupo, las cualidades, actitudes o tendencias de ese miembro pertenecen al grupo. De aquí que, mediante una relación completamente intrascendente, se sostiene que las cualidades de uno son intrínsecamente o esencialmente cualidades de otro simplemente por asociación. Algunos ejemplos de falacia por asociación son: «Algunas obras caritativas son fraudes. Por consiguiente todas las obras caritativas son fraudulentas» o «Bush quiere invadir Irak. Bush es un republicano. Por consiguiente todos los republicanos apoyan la invasión de Irak». Del mismo modo hay que notar que porque uno tenga una o alguna característica con la que, tradicionalmete, se identificaría un grupo no implica que ese individuo pertenezca a ese grupo. Un ejemplo sería: «Bush está a favor de una inmigración más laxa. El partido Demócrata está a favor de la inmigración laxa. Bush es Demócrata.» Esto último sería una extensión falaz del método de abducción. Véase también Reductio ad Hitlerum.

Un argumento ad ignorantiam o argumento dirigido a la ignorancia afirma que una premisa es verdadera solo porque no se ha probado que sea falsa, o que la premisa es falsa porque no se ha probado que sea verdadera. Esto es una falacia, porque la veracidad o falsedad de cualquier afirmación es independiente de nuestro conocimiento. Es decir, esta falacia consiste en que, subjetivamente o debido al propio conocimiento, uno considera falsa una premisa increíble o poco probable, o considera verdadera otra premisa más conocida o preferida pero no probada. Con esto, lo que se hace es hacer depender la verdad o falsedad de las cosas del propio conocimiento de estas, algo que evidentemente es erróneo. Véase también el modelo de navaja de Occam, es decir, un argumento que, aunque falaz estrictamente, es un método que inevitablemente se sigue usando a falta de pruebas porque guarda una verdad implícita: en igualdad de condiciones, la sencillez es preferible a la complejidad.

Una falacia del efecto dominó o pendiente deslizante es un tipo de falacia lógica que argumenta que si se realiza un determinado movimiento o acción en una determinada dirección este generará una cascada de eventos uno tras otro en la misma dirección. Esta falacia está basada en las falacias de asociación, las falacias de causa simple, las falacias post hoc, ergo propter hoc y sobre todo en la falacia de recurso de probabilidad que conduce a la paranoia. La falacia consiste en que, una vez realizado el primer movimiento en una dirección, se continuará inevitablemente en la misma dirección, algo que es probable pero que no debe considerarse cierto. Para evitar caer en la falacia se deben aportar argumentos para la conexión entre los sucesos y tener en cuenta que, a medida que se desencadenan más sucesos, la probabilidad de que estos ocurran en la misma dircción es cada vez menor. Este tipo de argumentación es beneficiosa en demagogia ya que, aprovechando el sesgo de falsa vivencia, consigue despertar la paranoia y el miedo en los receptores. La probabilidad de un suceso no implica su certeza. Esta falacia se usa también con la falacia del hombre de paja de la siguiente manera: 1) A sucede; 2) B inevitablemente sucederá (se aplica la falacia del efecto dominó); 3) B es un suceso detestable (es un suceso fácilmente defendible al que el locutor no quería llegar); 4) por consiguiente A también es detestable (consecución de la falacia del hombre de paja. La conexión entre el suceso A y suceso B puede ser falaz o no serlo y depende de si se aportan suficientes argumentos. Véase también teoría del dominó, donde se explica que se necesita un argumento independiente para explicar por qué un principio similar al dominó es aplicable a las propias circunstancias.

La falacia del recurso a las emociones es una falacia en la que el locutor trata de manipular las emociones del receptor, más que usar argumentos válidos, para demostrar la validez o invalidez de los argumentos del contrario. Dentro de esta falacia se encuentran otras como recurrir a las consecuencias, recurrir al miedo, recurrir a la culpa, recurrir al ridículo, recurso del victimismo y demás falacias en las que las emociones o estados subjetivos de uno o varios individuos se usan como argumento para demostrar la veracidad o falsedad de una aseveración. Merece especial atención el recurso del victimismo, en el que se mezclan el Argumentum ad hominem, ataques o argumentos sobre las personas, y una apelación a las emociones.

La falacia del recurso del victimismo.

Aunque lo predicado por Pedro pudiera ser cierto no tiene nada que ver con la verdad o falsedad del argumento, pero permite desviar la atención de los datos y verdaderos argumentos. La mejor manera de evitar la falacia es poner en evidencia que el tema tratado y el recurso de victimismo son temas diferentes y que deben tratarse por separado.

Falacia de recurrir a las consecuencias: El futbolista hizo todo lo que pudo, de otra manera no se hubiera ganado; donde se recurre a la consecuencia positiva o a la felicidad del momento para ganar aceptación.

Falacia de recurrir al miedo o argumentum ad metam o argumentum in terrorem: Si no te gradúas siempre serás pobre, o Dios existe y, si no crees en él, arderás en el infierno, o Si no actuamos ahora, después será demasiado tarde. Ninguno da argumentos sobre su premisa principal, tan solo se limitan a presentar una ilusión negativa o falsa vivencia que afecte a las emociones del otro.

La falacia del recurso al ridículo se parece a la falacia del recurso a las emociones, porque se presentan los argumentos del oponente de modo que estos parezcan ridículos o irrisorios. Con frecuencia esta falacia es una extensión de un intento de crear una falacia de hombre de paja del argumento actual.

Ejemplo: «Si la teoría de la evolución fuera cierta, ¡sería decir que tu abuelo era un gorila!»

Otro ejemplo:

En esta falacia se ridiculiza el argumento. No confundir con la falacia de argumentum ad hominem, en el que se ataca a la persona para derrumbar su argumento. Tampoco confundir con reductio ad absurdum (reducción al absurdo) o prueba por contradicción, que correctamente construida no es una falacia sino un argumento válido y lógico que además es usado en matemáticas. Reducción al absurdo significa encontrar una excepción de alguna premisa que de manera consensuada o probada la haga falsa o absurda.

Ejemplo:

El anterior ejemplo usa la reducción al absurdo para rebatir el argumento de manera lógica y veraz. Esto obliga a Pedro a modificar su argumento y expresar uno nuevo.

Otro ejemplo lógico de reducción al absurdo podría ser: «Pedro: Todas las creencias tienen igual validez. Juan: Yo creo que no todas tienen igual validez. Como tú dices que todas tienen validez y la mía es una creencia, esta también debe ser válida, por lo que te contradices.»

Una falacia de la empatía es un argumento falaz que reduce las verdaderas sensaciones de los demás a la propia valoración de la realidad. Esta falacia presupone que, si algo es bueno para mí, entonces debe ser bueno para los demás sin preguntar. En su versión más intensa puede derivar en acciones prejuiciosas cuando se cree que dicha bondad debe ser compartida o impuesta. Al mismo tiempo, si algo es malo para uno mismo entonces también lo será para los demás. Esta falacia justifica el colonialismo y es la justificación para las imposiciones de creencias o de culturas. En su versión más intensa, se presupone no solo que la nueva creencia es mejor, sino que es necesario imponerla puesto que los demás no son capaces de elegirla libremente. En su versión débil la falacia es solo un caso de generalización apresurada, que al final puede llevar fortuitamente a una conclusión acertada.

Ejemplo: Y Jesús dijo: amarás al prójimo como a ti mismo. Desde la perspectiva de la lógica y considerando que la intención de la frase era crear una regla general de conducta que mejorara las relaciones entre las personas (entiéndase "incrementar el estado de felicidad de todas las partes"), la frase es falaz. Primero, porque considera que se realizará una buena percepción subjetiva del propio estado; segundo, porque considera que dicha percepción subjetiva es positiva para los demás, y tercero porque ordena e impone la propia percepción a los demás sin llegar a comprobar si esa percepción es aplicable a los demás.

Otro ejemplo: «Estados Unidos es un gran país. Estados Unidos es así por la cultura y sabiduría del pueblo estadounidense. Deberíamos invadir los demás países para librarlos de la pobreza».

Un argumentum ad populum, o argumento por el pueblo, es un argumento falaz que concluye que una proposición debe ser verdadera porque muchas personas lo creen así. Es decir, recurre a que «si muchas personas lo creen así, entonces será así». En ética el argumento falaz sería «si muchos lo encuentran aceptable, entonces es aceptable». Esta falacia hace uso del prejuicio efecto carro ganador. Esta falacia es un tipo de falacia genética o basada en el origen de las cosas. Es una falacia porque el mero hecho de que una creencia esté ampliamente extendida no la hace necesariamente correcta o verdadera. Esto se basa en que, si una opinión individual puede ser incorrecta, entonces la opinión sostenida por muchas personas también puede serla. La veracidad o falsedad de una afirmación es independiente del número de personas que creen en ella. Esta falacia se usa mucho en publicidad. Ejemplo: «50 millones de fanes no pueden estar equivocados» o «la marca X es la marca líder en Europa, por eso deberías comprar productos de esta marca» o «la mayor parte de la gente del planeta cree en algún dios, y no se conocen entre sí, eso no puede ser coincidencia: Dios debe existir» o «los ecologistas dicen que el calentamiento global está sucediendo porque la mayoría de los científicos lo dicen y lo creen así». Esto es una afirmación falaz. Sin embargo, la ciencia trabaja sobre la evidencia, no según el voto popular. Así, es más apropiado fijarse en las evidencias que se presentan que en el número de personas que lo afirman o lo niegan. Esto lleva a que los resultados en democracia no pueden catalogarse como buenos o malos por el número de votantes; tan solo se puede afirmar que el resultado es el que el mayor número de personas quiere y eso, en democracia, debe ser suficiente. Votar por una solución o voto plural como método para saber si una afirmación es cierta o falsa es falaz e incorrecto. Un espectador de un juicio que observa una votación y no los argumentos no puede deducir después de la votación o por el resultado si lo votado es cierto o no. Esto es así porque la votación pudo haberse llevado a cabo a través de los prejuicios y no a través de los argumentos. De igual manera, si la lógica es llevada solo a través de argumentos sólidos no sería necesaria la votación. Tanto la democracia como los juicios no obvian esto sino que simplemente hacen la falacia irrelevante definiendo leyes que son más subjetivas que objetivas. Es decir, no se trata de hallar la verdad o lo mejor posible sino de encontrar una solución que agrade a la mayoría en las circunstancias históricas y culturales del momento. En los juicios por votación existe, para evitar en lo posible un efecto carro ganador, la presunción de inocencia y además la idea de que la simple posibilidad, suposiciones o pruebas circunstanciales no deben ser tenidas en cuenta por el jurado.

Existen excepciones como en etiqueta y protocolo. Estas solo dependen de su aceptación mayoritaria, es decir, son totalmente dependientes del número, así que un argumento ad populum no es falaz en estos casos. Esto es así porque las convenciones aceptadas no se definen y no deben considerarse verdaderas o falsas, mejores o peores, sino solo convenciones o reglas que se deben usar en el momento actual. Así su veracidad se encuentra indefinida y tan solo es considerada una regla de uso. Esto se aplica solo para esos casos en los que ambas partes entiendan el término convención y no presupongan verdad en ello. Otro punto aparte sería si merece la pena evitar una «convención» o «protocolo» con los posibles gastos energéticos y riesgos de eficiencia que supone en favor de otro protocolo argumentado verdadero. En esos casos intervienen muchas variables pues ya se trata de una «acción» de cambio y los modos de ejecutarla dependen de otros factores más que de su estado de verdad o falsedad.

Ejemplo: En Rusia la mayoría piensa que es cortés entre hombres besarse en cada encuentro. Por consiguiente, es cortés para los hombres hacerlo en Rusia. Otra excepción es cuando el argumentum ad pópulum implica implícitamente un argumento «de seguridad» por convención pero no se centra en si es mejor o peor el sistema. Ejemplo: Todos conducen por la derecha. Por tanto, para no tener problemas deberías conducir por la derecha.

Un argumentum ad nauseam, o argumento hasta la náusea, es un tipo de falacia dirigida a las emociones en el que las personas creen que una afirmación es más probable de ser cierta o más probable de ser aceptada como verdad cuanto más veces la ha oído. Esta falacia está dirigida a las emociones porque el hastío o ad náuseam que se genera subjetivamente en cada persona por la repetición de la afirmación es tal, que puede hacer cambiar el concepto de esta sin que haya escuchado ningún argumento válido. De esta manera, un argumentum ad náuseam es aquel que emplea repetición constante de una afirmación hasta que los receptores se convencen de esta. Este tipo de técnica falaz es usada mucho en política, donde, sin emplear argumentos, pruebas o evidencias de un hecho, se repite una y otra vez la misma afirmación hasta la conversión. Sin embargo, por mucho que se repita o por mucho esfuerzo que se ponga en hacerlo, esto no hace a la afirmación más real o verdadera. Esta falacia viene de la falsa creencia de que, si alguien dedica tanta energía a repetir un mensaje, es porque este debe ser más veraz que el de otra persona que no se molesta o no puede rebatirlo. Véase efecto del carro ganador y sesgo de la debilidad y fortaleza.

Un argumentum verbosium, o argumento por verbosidad o palabrería, se produce cuando un argumento es tan complejo, tan extenso y tan pobremente presentado por el ponente que los demás están obligados a creerlo y suponen que es cierto. Esta suposición se produce, con frecuencia, para evitar el gasto energético y de tiempo para examinar los detalles. Al mismo tiempo, la complejidad que el ponente desarrolla intimida y genera miedo al ridículo por desconocimiento. Véase sesgo de la debilidad y fortaleza. Esta falacia tiene como paradigma la siguiente frase: «Si no puedes convencerlos con tu brillantez, desconciértalos con todos los detalles». Este tipo de falacia es muy común en círculos académicos y en los medios de comunicación.

Ejemplo: «El proyecto fin de carrera de Pedro es mejor y debe tener razón, ha escrito mucho y es que tiene más de 500 páginas, el de Albert Einstein solo tenía 50». El número de páginas de un documento y su complejidad aparente y subjetiva no es un factor relacionado con la calidad y veracidad de un documento. De hecho es tan solo un dato anecdótico. Las grandes obras e ideas científicas se han desarrollado en artículos de no más de 30 páginas. Para realizar una aseveración semejante se debe comprender el contenido; en otro caso hay que abstenerse de hacerla.

Segundo ejemplo: Suponga que alguien quiere convencerlo de que volar es muy peligroso. Si se aplica argumentum verbosium se expondrían muchísimos datos, como el número de accidentes en los cinco años pasados, el número de personas que han muerto, luego lo mismo divididos por líneas aéreas y así hasta aportar 25 estadísticas diferentes. Esta magnitud de datos sonará convincente debido al prejuicio cognitivo por el sesgo de la debilidad y fortaleza. Sin embargo, esto no cambiará la realidad demostrable de que volar es el modo más seguro de viajar, porque en este caso el número de accidentes no es tan relevante como la relación entre el número de vuelos y el número de accidente o el porcentaje de accidentes/vuelo seguro. Cuando se entrega un gran número de estadísticas el público tiende a dejar de examinar la calidad, relación directa, relevancia y validez de las estadísticas y las acepta, por considerar que su número o complejidad técnica es igual a su veracidad.

Tercer ejemplo:

En este ejemplo se comete la falacia de considerar ciertos los datos aportados cuando no se ha llegado a entenderlos. Cuando un tema no se comprende, entonces no es posible dar una opinión al respecto. Únicamente se puede decir que Lucas no ha podido hacerse entender. Las razones para ello tampoco deben presuponerse. Es decir, es posible que la falta de entendimiento se deba a presuponer erróneamente cierta experiencia del receptor. Por esto mismo es necesario un diálogo o reacción del público y este debe ser siempre respetado y fomentado.

En muchas culturas se desaprueba el cuestionamiento de las autoridades y la aclaración precisa y diáfana de los contenidos. Esto es lógicamente incorrecto. El motivo de los documentos, exposiciones y explicaciones y el fin de la comunicación es llegar a entenderse, es decir, transmitir el mensaje correcto.

Se ha visto que los comentarios anónimos incrementan el número de preguntas. Lo cual apunta a que muchos evitan el cuestionamiento debido precisamente al argumento por intimidación o Argumentum verbosium. La manera de eliminar estos perjudiciales comportamientos que, a largo plazo, pueden socavar la credibilidad de cualquier materia es demandando una síntesis, lenguajes más explícitos, la verdadera divulgación por personas realmente capacitadas en estos temas y el escarmiento y exposición de estos galimatías. Si todo esto no funciona, se debe buscar activamente un mejor divulgador y mostrar disconformidad abandonando la sala. Un buen divulgador sigue la siguiente frase «Que sea sencillo pero no incompleto».

Por otro lado, la falacia contraria es suponer que cuanta mayor sencillez tenga una aseveración, más certera es. Este razonamiento incorrecto no debe confundirse con la navaja de Occam. La Navaja de Occam expone que en igualdad de condiciones entre dos teorías es preferible la sencillez a la complejidad, y no se manifiesta acerca de su veracidad. Karl Popper argumentaba que las teorías simples no necesitan apelar a consideraciones estéticas. Tomas de Aquino expresó: «Si una cosa se puede hacer adecuadamente por medio de una cosa, es superfluo hacerla por medio de varias».

Karl Popper exponía que la preferencia puede estar justificada por el criterio de falsabilidad. Se prefieren las teorías simples a las teorías más complejas porque las sencillas poseen mayor contenido empírico para ser puestas a prueba en el futuro y por eso son más fácilmente falsables (Popper, 1992). En otras palabras, las teorías simples cubren un mayor número de casos que las teorías complejas y por tanto son más fáciles de desmentir.

Por ejemplo, suponga dos teorías arbitrarias que no disponen de más argumentos que su enunciado. Ambas pueden ser falsas o quizás solo una de ellas verdadera: (a) el mundo es plano; (b) el mundo es una tortuga gigante que vuela por el espacio. Es conocido que ambas teorías son falsas, pero aceptar la teoría B supondría aceptar que, de todas las configuraciones posibles, la de la tortuga (con su textura, dureza y cualidades) es la única posible, lo que limita y restringe el contenido empírico. La teoría A, en cambio, es menos restrictiva porque restringe el mundo a una geometría plana sin suponer mayores variables. Cuando estas teorías pudieran ser comprobables, la primera que podría serlo sería la teoría A por presentar más casos en los que se debe cumplir.

Un argumentum ad verecundiam, o apelación a la autoridad, es una falacia que consiste en basar la veracidad o falsedad de una afirmación en la autoridad, fama, prestigio, conocimiento o posición de la persona que la realiza. Un tipo especial de esta falacia es la falacia argumentum ad crumenam, donde se considera más veraz una afirmación porque la persona que la realiza es rica o, por el contrario, en argumentum ad lazarum, porque es una persona pobre o de clase más baja quien la realiza. La veracidad de un hecho o afirmación no depende de la persona que la realice sino de las pruebas, evidencias o argumentos que se presenten. Esta falacia también puede considerarse una variante del argumentum ad hominem, ya que también hace depeender la veracidad o falsedad de una afirmación de la calificación de un individuo. Sin embargo, al igual que a través de la experimentación se trata de encontrar excepciones y si no se encuentran se puede considerar una teoría como verdadera, igualmente se puede hacer con las autoridades. Un argumento que apela a la autoridad y no falaz sino lógico en función de sus premisas sería: 1) A realiza una afirmación B 2) A nunca está confundido, equivocado o deshonesto 3) por lo tanto la afirmación, evidencia o prueba B debe ser tomada en consideración, aunque no como cierta. Si la premisa 2 es cierta su conclusión también lo será. Así, apelar a una autoridad puede ser lógicamente correcto mientras haya sido suficientemente probada su autoridad y no se hayan encontrado excepciones. Esto no quiere decir que la afirmación sea cierta y que no se encuentre una excepción, pero es algo difícil de evitar en el habla debido al número de pruebas que deberían hacerse para tomar decisiones. Por otro lado, las personas se equivocan y además con frecuencia, lo que deja escaso margen para que la premisa 2 no tenga excepciones. Ejemplos falaces son los siguientes: «esa afirmación es verdad, porque lo he visto en televisión» o «esto debe ser verdad porque aparece en Wikipedia» o «lo dice la revista científica Nature, por consiguiente debe ser cierto». En todos estos casos, si no se conocen las fuentes o no se ha experimentado con ellas, se genera un ipse dixit.

Un argumentum ad antiquitatem es una falacia lógica típica en la que una tesis es proclamada como correcta basándose en que esta ha sido tradicionalmente considerada correcta durante mucho tiempo. En definitiva, «esto es correcto porque siempre se ha hecho de esta manera». Este argumento hace dos suposiciones: 1) que la antigua manera de pensar fue probada como correcta cuando se introdujo (lo cual puede ser falso, ya que la tradición puede estar basada en fundamentos incorrectos); 2) las razones que probaron este argumento en el pasado siguen actualmente vigentes. Si las circunstancias han cambiado esto puede ser falso. Por otro lado, esta falacia también supone que mantener el statu quo es preferible a la posibilidad de un cambio, lo cual puede ser también incorrecto.

Ejemplo: «En Navidad siempre hemos traído a casa árboles arrancados del bosque, ¿por qué ahora tendremos que comprar uno de plástico?» Véase también su versión opuesta argumentum ad novitatem. En ambos casos no se dan argumentos que apoyen los cambios, sino apelaciones a que lo mejor es lo antiguo o lo nuevo respectivamente.

La falacia de las muchas preguntas es una falacia que es realizada cuando alguien hace una pregunta que presupone algo que todavía no ha sido probado o aceptado por todas las personas envueltas. Esta falacia es con frecuencia usada retóricamente para dar a entender la presunción o conocimiento de la respuesta a la pregunta por parte del que la realiza. Ejemplo: «¿Sigues saliendo a comer con tu mujer?». La respuesta tanto afirmativa como negativa admitiría que la persona tiene mujer y que al menos antes salía a comer con ella. Estos hechos son presupuestos por la pregunta. Se trata de una falacia porque se presupone la verdad o algunos hechos al hacer la pregunta compleja. Esto no quiere decir que no sean ciertos, pero si que los demás oyentes no debeen darlos por ciertos hasta no recibir la respuesta. Para evitar estas presunciones lo mejor es no responder la pregunta, ya que no se dará ninguna información extra. Para evitar hacerlo se puede responder con otra pregunta que apunte al porqué de las asunciones o denotar o mostrar que la pregunta está envenenada y ha presupuesto algunos hechos. Si no es posible evitar responder entonces la respuesta debe ser completa y negar las presunciones.

Ejemplo: ¿Todavía golpeas a tu esposa? Una respuesta negativa significará que la persona ha pegado a su esposa en un momento anterior, la afirmativa que no solo lo haces en la actualidad sino que lo haces desde tiempo atrás. En este tipo de preguntas se da por supuesto el hecho por el que se pregunta y, si este hecho no ha sido presumido antes por los interlocutores, la pregunta se vuelve capciosa: se incurre en la falacia de las muchas preguntas.

Dos errores hacen un acierto es una falacia lógica que ocurre cuando se presume que, si se comete un error, otro error podrá cancelarlo. La falsedad o equivocación en un comentario o acción no hace más necesario, loable o racionalmente prudencial realizar otro acto equivocado en represalia. Este tipo de falacia se reproduce en la ley de talión o en el ojo por ojo. Véase la alternativa Cesare Beccaria. Es debida a varios sesgos como sesgo de simetría, fenómeno del mundo justo. El problema no reside en saber qué se considera error o si se considera un error y un acierto la represalia. La falacia no está en la definición de las dos acciones iniciales sino en considerar que el resultado está definitivamente, por cancelación, ligado a un acierto o a un error. La idea de que un error es cancelado por otro viene de la semejanza o ilusión de serie que existe con las leyes físicas donde una fuerza en una dirección genera otra fuerza simétrica, de igual magnitud, pero en sentido opuesto. Sin embargo, la ley no se pronuncia sobre el acierto de la fuerza en un sentido y del otro, es decir, no se pronuncia sobre la idoneidad o finalidad de este comportamiento. Es decir, en física esto no se puede cambiar pero en los comportamientos sí y si una reacción diferente conduce a una mejor consecución de acontecimientos, esta debería tomarse. En dos errores hacen un acierto se obvia esto y directamente se presupone que la reciprocidad o proporcionalidad es lo que traerá mejores consecuencias. De esta manera muchos pueden encontrar argumentos para justificar que en defensa propia uno puede responder con violencia a la violencia, pero no podrán ligar un resultado positivo debido solo a una cancelación de efectos. Es más, en la guerra fría, la amenaza nuclear en represalia a otra amenaza nuclear fue usada y aunque evitó la guerra creó una escalada armamentística. Es decir, ligar el resultado a un acierto debe hacerse con otros argumentos más que la pura cancelación de dos efectos nocivos. De otra manera, se puede entrar en ciclos de violencia, acumulación de armas, escalada de desconfianza y otros errores crecientes, cuando la otra parte usa la misma lógica.

Ejemplo: «Juan: Llamé a mi jefe y lo llamé idiota. Puedo volver a llamar y llamarle idiota pero diciendo que soy Susana.» Aunque el segundo hecho perjudicial puede aparentemente cancelar mi primer error no se puede presuponer un acierto y salir sin problemas del atolladero. Se podría hacer lo correcto y disculparse y quizás el resultado hubiera sido también acertado. La cuestión es que ni lo uno ni lo otro liga a un resultado si no hay argumentos que lo apoyen como la personalidad de tu jefe, confianza con él y otros argumentos.

Segundo ejemplo: «Juan: El político X mintió cuando habló sobre P. Pedro: Sí, muy bien, pero no estás teniendo en cuenta que tu político Y también mintió cuando habló acerca de Q.»

La falacia del costo irrecuperable, o falacia de la concordia, se produce cuando alguien realiza una inversión que parece ser no rentable y razona de la siguiente manera: «No puedo parar ahora, de otra manera lo que he invertido hasta el momento se perderá». Esto es verdad, por supuesto, pero irrelevante para la decisión de si uno debe continuar invirtiendo en el proyecto. Es decir, los argumentos para seguir invirtiendo en el proyecto no se deben basar en el miedo a la pérdida de lo invertido sino en las expectativas de funcionamiento del proyecto, ambas cosas totalmente independientes. Si no hay esperanza de ningún éxito para la inversión, entonces, el hecho de que uno haya ya metido un montón de dinero y esfuerzo no justifica tener que seguir perdiéndolo para no afrontar el error inicial. Esto se da en las personas que no saben o no pueden claudicar, por el prejuicio existente de que si se pone toda la energía en algo serán capaces de vencerlo. Sin embargo, siempre puede haber un factor desconocido o una variable desconocida que podría llevarlos al fracaso indefinidamente o irremediablemente. Esta falacia se constata en que estas personas creen ser capaces siempre de aprender o hallar este factor cuando la operación lógica sería parar y, una vez aprendida la lección, recomenzar. Continuar invirtiendo en un proyecto que no funciona no depende de lo invertido sino de la esperanza o estimación de éxito justificada o de la importancia de aquel para otros factores, independientemente de los resultados a corto plazo. Ejemplo: Todos sabemos que vamos a morir. Luchar por la supervivencia tiene sentido aunque inevitablemente se fracase. La supervivencia es importante para otros objetivos secundarios como la reproducción, la superación, el aprendizaje y otros valores que subjetivamente consideremos secundarios y que no tengan que ver necesariamente con la propia supervivencia pero que dependan directamente de esta. Ejemplo: Supongamos que una relación no funciona y que es evidente que dicha relación es considerada temporal. La inversión en esta relación podría estar justificada por los objetivos o beneficios secundarios que pueda generar. El límite o punto en el que es considerado necesario abandonar puede estar para algunos en el momento en el que se debe poner más energía de la necesaria para obtener los beneficios por otros cauces. O en una situación optimista cuando los beneficios laterales disminuyan a partir de cierta barrera considerada mínima para el proyecto. La cuestión es que muchos caen en la falacia y persisten en una relación o proyecto incluso cuando no reporta beneficios laterales o secundarios, por el simple hecho o razón de que ya han invertido toda su vida o todos sus fondos en él, como si esta fuera una razón lógica para seguir haciéndolo. Esto tiene que ver con el miedo al cambio y a lo desconocido. Véase también prejuicio del statu quo

La falacia de acentuación es una de las falacias lingüísticas reconocidas por Aristóteles y que era usada por el Oráculo de Delfos. La falacia se construye al realizar una proposición que contiene una parte que afirma algo o que concuerda con un tema, y otra parte con una objeción o condición. En función de dónde se aplique la fuerza de acentuación se denotará más o menos importancia en un sentido u otro. De esta manera se puede crear una ambigüedad en el sentido de la interpretación. Este tipo de engaño o falacia, así como las verdades a medias, se da con mucha frecuencia en política ya que permite al político retractarse de lo dicho si las cosas salen mal. Ejemplo: Un periodista le pregunta a un miembro del congreso si está de acuerdo con el nuevo sistema de misiles del presidente; el congresista responde: «Estoy a favor de un sistema de defensa de misiles que efectivamente defienda a nuestro país». Si le da énfasis a la palabra favor estará de acuerdo con el presidente, pero si da énfasis a las palabras que efectivamente defienda significará que no está de acuerdo con el sistema de misiles del presidente. Ejemplo: «Me gustas mucho, cuando estás de buen humor» o «estoy de acuerdo con un sistema de votación que sea justo y claro».

Una anfibología es un tipo de falacia del lenguaje que se da cuando se emplean frases o palabras con más de una interpretación, o cuyo significado puede cambiar en función de si se insertan comas o pausas. También fueron usadas por el Oráculo de Delfos.

Por ejemplo:

Ejemplo:

Un argumento desde el precio se produce cuando se supone que si algo cuesta una gran cantidad de dinero, entonces debe ser mejor. También se da si se supone que si alguien tiene una gran cantidad de dinero entonces será también una mejor persona en alguna otra faceta. Véase efecto halo y argumentum ad crumenaem. Ejemplo: «Puede ser que este producto tenga mejores características, pero este otro es más caro y elitista, así que debe ser mejor» o «el vino de la cosecha del 45 es increíble, cada botella cuesta 3000 euros; ¡no lo puedes ni comparar con el ganador de este año!».

Evadir la conversación o ignoratio elenchi consiste en que, en lugar de responder a un tema determinado, se narra o explica algo distinto. La mejor manera de hacerlo es explicar y narrar extensamente algo anexo a la respuesta y que el espectador pueda ver con buenos ojos. Es decir, si la pregunta es sobre una supuesta corrupción fiscal, la respuesta sería hablar sobre lo buena persona, eficiente y honrada que es tu familia en casa. Hablar luego de la honradez o de la eficiencia de tus colaboradores. Así sin responder directamente a la pregunta permites que el espectador suponga por asociación y caiga en la falacia de asociación. Este tipo de respuesta se da mucho en política y debates y es muy usual y al mismo tiempo muy importante. Es una técnica sencilla pero poderosa si se sabe lo que el público desea escuchar. Cuando se describe algo, también se pueden insertar instrucciones u órdenes que, según la programación neurolingüística, permiten que la gente haga o piense del modo que se desee. Cuando se describe algo positivo no de uno mismo sino de otra persona, por asociación neurolingüística esas mismas palabras son interpretadas sobre ti o sobre el propio receptor. De esta manera, si se describen situaciones positivas, es posible programar a los oyentes para que en realidad crean que tú las posees. También se puede usar en su vertiente negativa para dar miedo y coaccionar a los demás. Ejemplo:

Ejemplo:

Ejemplo:

Ejemplo en su vertiente negativa:

Una persona comete la falacia de pensamiento de grupo si usa su orgullo de miembro o de pertenecer a un grupo como razón para apoyar la política de este. Si lo que el grupo piensa es esto, entonces eso es suficientemente bueno para mi y es lo que debería pensar también yo. El patriotismo o el sentimiento nacionalista «ciego» es una versión intensa de esta falacia.

Ejemplo:

La falacia de eludir la carga de prueba consiste en suponer que algo es verdad o mentira mediante el simple hecho de no aportar razones que fundamenten la conclusión (silencio), de negarse a responder o de pretender que sea el oponente quien aporte pruebas que lo refuten. La expresión carga de la prueba procede del campo jurídico y se expresa en el brocardo: probat qüi dicit non qüi negat (‘debes probar lo que dices, no lo que niegas’), es decir, que quien sostiene o propone algo debe probarlo más allá de toda duda razonable. Normalmente, en justicia, se parte de la premisa de que el estado actual ya ha sido probado, por lo que la defensa no tiene por qué aportar pruebas de inocencia. Expresión máxima de esta falacia es la sordera mental de quien se niega a razonar. Como decía fray Luis de León: «Dice y no da razón de lo que dice».

Ejemplo:

Para saber si es manipulación se deben escuchar los argumentos de ambas partes y comprobar si son ciertos. Para sostener una afirmación o para disponer más carga en un sentido o en otro es necesario disponer de la información o presentar pruebas de ello, por tanto, nunca se debe eludir la carga de prueba (Véase Pensamiento crítico).

Por otro lado, en un editorial reciente en la revista Nature, se dice que en las revistas actuales el peso de la prueba lo llevan los oponentes en lugar de los proponentes de nuevas ideas. Esto es así porque estas publicaciones no son las responsables de considerar los artículos como ciencia sino tan solo de dar a conocer las posibles ideas científicas. Estas revistas someten los artículos a un filtro por parte de los redactores (no necesariamente con criterios puramente científicos), quienes deciden cuáles se publican y cuáles no. Una vez dados a conocer, empieza la discusión y revisión científica.

La falacia de la probabilidad consiste en suponer que, teniendo varias posibilidades independientes entre sí que en principio se encuentran en igualdad de condiciones pero que a medida que pasa el tiempo algunas van demostrando ser incorrectas, se debe conservar la original y primera decisión tomada porque es más probable. El sesgo es considerable ya que a medida que las demás opciones desaparecen se fortalece unilateralmente la primera decisión tomada y nunca las demás restantes. La falacia consiste en pensar en considerar la decisión propia más correcta o probable de ser correcta por el hecho de que las demás se han demostrado incorrectas. Es un caso especial mezcla de Ad ignorantiam y Recurrir a la tradición. Esta falacia se produce si existen tres supuestos. Primero, que las opciones restantes no han sido todavía probadas como lo han sido las opciones desechadas e incorrectas. Segundo, que no existe un gasto energético o penalización por realizar un cambio de acción. Y, tercero, que todas las decisiones son independientes o no correlacionadas entre sí. Si atendemos a la teoría de juegos existe un ejemplo clásico. En el caso del Problema de Monty Hall las decisiones no son del todo independientes porque el presentador tiene información adicional para desechar opciones. Esto influye aún más en la probabilidad y da en este caso una ventaja al cambio de opción. Sin tener en cuenta este caso especial (Monty Hall) y considerando que esta vez las decisiones sí sean totalmente independientes, entonces probabilísticamente no existe ninguna ventaja en mantener una opción por el hecho de que las demás sean incorrectas.

Veámos el problema de Monthy Hall: Suponga que se encuentra en un programa de televisión en el que le dicen que escoja entre 3 puertas. Solo una de ellas contiene 1 millón, el resto están vacías. Sin información (sin pruebas o comprobaciones previas) no se puede escoger por ningún criterio razonable. El hecho de escoger te da 1/3 de posibilidades de acertar. Entonces el presentador abre una de las puertas no elegidas que resulta estar vacía. Un concursante que se deje llevar por la falacia del conservador o falsa probabilidad, se quedará con la opción elegida al principio, es decir, aquella con 1/3 de probabilidades de acertar. Sin embargo, si decide cambiar de puerta y no quedarse con la primera elección, la probabilidad de acierto pasa a ser ahora de 2/3. La probabilidad es 2/3 y no 1/2 porque el presentador ha descartado una puerta no aleatoriamente sino con información adicional. Esto es, la elección del jugador afecta a la puerta que abre el presentador. No es un suceso aleatorio ni inconexo. Así, en este caso, es mejor realizar cambios que quedarse con la primera opción. Véase el Problema de Monty Hall.

Veamos otros ejemplos, no relacionados con el problema de Monthy Hall y donde las decisiones sí son totalmente independientes.

Segundo ejemplo: Usted se encuentra en una autopista de 3 carriles y sabe que dos carriles estarán cortados pero no sabe cuáles. Elige uno. Sería erróneo creer que lo mejor es mantenerse en el carril a medida que los carriles vayan desapareciendo. Siempre y cuando no haya otra información disponible y el hecho de que un carril desaparezca por un lado no tenga que ver con que el siguiente desaparezca por ese mismo lado, es decir que los carriles no estén relacionados, en realidad todos los carriles siguen teniendo la misma probabilidad.

Tercer ejemplo: Se encuentra con una tecnología alienígena. Se activa una bomba. Debe dejar solo uno de los cables (amarillo, rojo o verde) en funcionamiento para salvar el mundo. Primero puede pensar que el cable que debe dejar es el verde y cortar el rojo. Si no pasa nada, es erróneo creer que haber acertado en cortar el rojo hace que dejar sano el verde sea lo mejor. Verde y amarillo siguen teniendo la misma probabilidad de ser la opción correcta.

La falacia de la evolución se comete cuando se presupone que un individuo más moderno o que ha sufrido mutaciones más recientes está mejor adaptado que otro que no ha recibido tantas mutaciones. La falacia se comete porque la adaptabilidad de un individuo no depende del número y temporalidad de la mutación sino de si dicha mutación se relaciona con alguna ventaja para el actual entorno del individuo.

Esta frase es falaz porque los aspectos visibles y faciales no representan una ventaja para la supervivencia en el entorno natural actual. La única ventaja actual sería la impuesta por el actual progreso cultural de una minoría racial y la imposición de ciertos cánones sociales de belleza. Es decir, se realiza una selección artificial en función de la cultura predominante del momento. Hoy en día debido a una capa de interacción social superior a la capa la supervivencia, se elige con mayor frecuencia a la pareja en función de diversos factores sociales y de apariencia; sin embargo, otras mutaciones no visibles sí pueden presentar una relación directa para la supervivencia y eficiencia en el entorno de progreso actual.

Falacia del continuo o paradoja sorites: Esta falacia se produce cuando se dice implícita o explícitamente que es imposible distinguir entre dos extremos cuando hay casos en el medio cuya clasificación es ambigua. Es decir, se comete la falacia al pensar que ambos extremos son iguales por creer que hay una línea continua de acontecimientos. Esta falacia se conoce desde hace 2500 años por Eubulides de Mileto con su paradoja sorites y, sin embargo, se encuentra frecuentemente en debates hoy en día. Un ejemplo claro es la definición de una persona calva. ¿Cuándo se debe definir que una persona no es calva? ¿Es acaso calvo y no calvo lo mismo porque el proceso de calvicie es un proceso que une ambas partes? La falacia del continuo expresa exactamente esto, al pretender que, dado que un «no calvo» pasa a ser calvo, el «no calvo» es un calvo en potencia por lo que es lo mismo y deberíamos llamarlo también calvo. Es evidente que ambos extremos no son lo mismo y que existe una zona de transición en la que se podría, mediante múltiples características, clasificar a un sujeto en alguno de estos extremos.

Los publicistas y especialistas en neuromarketing han estudiado numerosos sesgos cognitivos que tienen un impacto real en la conducta de consumo y afiliación de los usuarios. El acto de adquirir un producto o servicio no deja de ser una toma de decisiones que llevamos a cabo por procesos heurísticos que se ven sesgados como cualquier otro procesamiento cognitivo.

El estudio de estos sesgos cognitivos en la conducta de los clientes ha dado lugar a innovadoras estrategias de venta y marketing desde mediados del siglo XX con el inicio de la psicología cognitiva, y por ende del neuromarketing.[21]



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