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Operación Corporate



La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico Sur (en inglés, Falklands War) fue un conflicto armado entre la Argentina y el Reino Unido desatado en 1982, en el cual se disputó la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur. Comenzó en abril con la ocupación de puerto Stanley por parte de tropas argentinas, bajo órdenes de la Junta Militar.

Como respuesta, el gobierno británico desplegó una enorme fuerza expedicionaria que al cabo de 10 semanas de batalla desalojó a las fuerzas argentinas. La victoria británica precipitó la caída de la dictadura argentina y el inicio de recuperación del Estado de derecho, al tiempo que contribuyó a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983. Ambos países cortaron relaciones diplomáticas hasta 1990.[11]​ La Organización de las Naciones Unidas continúa considerando los tres archipiélagos con sus aguas circundantes como territorios disputados.[12]

La Organización de las Naciones Unidas consideraba a los archipiélagos como territorios en litigio entre Argentina y Reino Unido, mientras este último los administraba y explotaba. Su descubrimiento es motivo de controversias; fueron ocupados en forma sucesiva por España, Francia, Argentina y Reino Unido. Argentina considera que estos territorios se encuentran ocupados por una potencia invasora, y los considera parte de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.[13]

En las islas existieron en otro tiempo importantes puestos balleneros, pero la gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. No obstante, numerosas investigaciones confirmaron yacimientos de crudo en la plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas.[14]​ Además la plataforma es rica en pesquería.

Políticamente, el interés de Argentina por el archipiélago obedece a su visión sobre él como «territorio irredento».

Estratégicamente:

Durante varias décadas ambos países llevaron a cabo negociaciones sin encontrar una solución definitiva.[16]

En el año 1982 el Reino Unido se encontraba en una difícil situación económica, el Partido Conservador que estaba en el poder sufría un notorio desgaste, la popularidad de su primera ministra, Margaret Thatcher, estaba en descenso y en ese tiempo había huelgas en las minas de carbón.[17][18]

Al creciente descontento laboral en ese país, los jefes de la Marina Real británica se veían preocupados por inminentes planes de reducción de la flota, en el contexto de la Guerra Fría.

En 1981, la dictadura cívico-militar autoproclamada Proceso de Reorganización Nacional padecía una decadencia política. Existía una oposición grande al régimen motivado por las violaciones a los derechos humanos desde mediados de la década de 1970. Además, el país sufría una crisis económica grave.[19]

El 11 de diciembre de 1981, la Junta Militar, integrada por el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier general Omar Domingo Graffigna,[nota 1]​ depuso al presidente militar Roberto Eduardo Viola, encumbrando en la primera magistratura al propio Galtieri, quien juró el día 22. El almirante Anaya convenció a Galtieri de despeñar a Viola si a cambio este disponía la conquista de las islas Malvinas.[20]

El 5 de enero de 1982 la Junta Militar tomó la decisión de realizar una acción militar si las negociaciones diplomáticas no progresaban, encargando un estudio de Estado Mayor reducido, integrado por un representante de cada fuerza armada. Los representantes fueron el general de división Osvaldo Jorge García, el vicealmirante Juan José Lombardo y el brigadier mayor Sigfrido Martín Plessl.[21]

El objetivo político fijado por los militares argentinos fue el de consolidar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el océano Atlántico Sur.[22]​ El resultado del estudio de los uniformados explicaba que la operación desde el punto de vista militar era «apta, factible y aceptable» y que la fuerza conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982.[23]​ Asimismo, aclaró que la operación tenía dos condiciones: debía mantenerse bajo el estado de defensa de las islas y debía ser una operación incruenta para minimizar la reacción británica y alentar a la mejor posición negociadora.[23]​ Habiendo tomado el archipiélago, Argentina procedería a retirar las fuerzas de la operación y mantendría una reducida guarnición.[23]

El almirante Anaya relató que respecto al conflicto del Beagle el gobierno argentino confiaba a la mediación papal.[24]

El brigadier general Basilio Lami Dozo confirmó los planes de guerra de agresión a Chile tras la guerra de las Malvinas en una entrevista con el diario Perfil.[25]Oscar Camilión, último ministro de Relaciones Exteriores y Culto argentino antes de la guerra, había mencionado los planes en sus Memorias políticas: «Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada…».[26]

Los planes de invadir las islas en disputa con Chile eran discutidos en la opinión pública de Argentina. Por ejemplo, Manfred Schönfeld en La Prensa del 2 de junio de 1982, cuando la visión del «vamos ganando» todavía hacía furor en Buenos Aires, opinaba sobre el curso de acción tras la «exitosa» guerra de las Malvinas:

Tras la recuperación de las islas, algunas fuentes incidieron en la posibilidad concreta de que la Argentina tuviese también por objetivo a medio plazo invadir los archipiélagos al sur del canal Beagle, en disputa con Chile, a fin de solucionar el conflicto del Beagle. Este se encontraba en esos momentos bajo una mediación del papa Juan Pablo II, por la cual ambos gobiernos se comprometieron a no hacer uso de la fuerza y a abstenerse de tomar medidas que turbasen la armonía entre las dos naciones.[28]

El 19 de marzo de 1982, 41 trabajadores de la Compañía Georgias del Sur S. A., del empresario argentino Costantino Davidoff, arribaron a Puerto Leith en el barco ARA Bahía Buen Suceso (B-6). El izamiento de la bandera argentina devino en una crisis internacional.[29]

Una noticia de la televisión británica, según la cual dos submarinos nucleares británicos habían zarpado de Gibraltar hacia el Atlántico Sur, habría alertado a los mandos argentinos.[30]​ En este sentido, evitando comprometerse en un desembarco amenazado por dos submarinos nucleares enemigos y en una actitud de «ahora o nunca», la Junta Militar dispuso la ejecución del desembarco estableciendo el Día D entre el 1 y 3 de abril de 1982.[30][31]

La Operación Rosario[nota 2]​ fue la conquista de las islas Malvinas por parte de la Argentina en 1982 por medio de una operación anfibia incruenta, por decisión de la Junta Militar que gobernaba en el país desde 1981. El archipiélago estaba bajo control del Reino Unido desde su ocupación en 1833.

Los militares argentinos desalojaron a las autoridades británicas y establecieron una gobernación militar.[33]​ Las autoridades argentinas, lideradas por Leopoldo Galtieri, planificaron la operación a partir de diciembre de 1981.[34]​ En marzo de 1982, zarpó una flota expedicionaria del continente. El desembarco inició el 2 de abril y fue ejecutado sin mayores inconvenientes excepto por un muerto en la toma de la Casa de Gobierno. El comandante argentino logró su objetivo sin causar bajas en el enemigo ni los civiles, algo que la dictadura requería para las negociaciones diplomáticas. Al final, las fuerzas argentinas rindieron a la reducida guarnición británica, la cual fue deportada junto al gobernador Rex Hunt.[35]

El 3 de abril el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que pedía:[36][37][38]

15 sobre 30 países votaron a favor de la resolución, uno por encima del mínimo necesario. La dictadura argentina no esperaba este resultado. Excepto por Panamá, los miembros del Movimiento de Países No Alineados votaron en contra de la Argentina mientras que la Unión Soviética, España, Polonia y China se abstuvieron.[39][37][38]

La delegación argentina pidió al delegado soviético que vetara a la resolución.[41]​ El ruso sólo respondió que tal veto solo podía ser dispuesto por «las más altas autoridades».[41]​ El 11 de abril, el embajador soviético en Argentina se reunió con el ministro Costa Méndez. Según el relato de la Junta Militar, el diplomático ruso acudió al gobierno argentino para informar que su Gobierno opinaba que la crisis había sido provocada por la vocación colonialista de Gran Bretaña, y responsabilizaba a este país del conflicto armado. La Unión Soviética prometió ayuda a la Argentina sin esperar nada en retribución, recordando la actitud del país sudamericano ante el embargo cerealero estadounidense de 1980.[42][nota 3]

El Proceso de Reorganización Nacional apeló a la búsqueda de aliados en América Latina en una situación desfavorable. Entre 1976 y 1981, había mantenido pleitos con Brasil y Paraguay; casi llegó a la guerra con Chile en 1978; había interrumpido el proceso democrático de Bolivia;[44][nota 4]​ estaba perjudicando a Nicaragua apoyando a los contras desde Honduras;[45]​ carecía virtualmente de relaciones con Cuba; mantenía el problema de los asilados con México; y veía a Uruguay con desconfianza tras la invasión de las Malvinas.[46]​ Los únicos aliados de Argentina eran Perú, Venezuela y Panamá.[47]​ El 1 de junio de 1982 Argentina compró a Perú diez cazas Mirage VP.[48][49]​ Los aviones no tomaron parte del conflicto por encontrase en mal estado.[50]

El 8 de abril el Gobierno federal de los Estados Unidos envió al secretario de Estado Alexander Haig para acercar a ambos bandos.[51]​ Haig se reunió con Galtieri el 10 de abril en la Casa Rosada con la compañía de Vernon Walters. El secretario estadounidense advirtió a Galtieri que si insistía con mantener un gobernador argentino en las islas, habría guerra, y que en ese caso los británicos ganarían por sus fuerzas superiores.[52]​ Después de la reunión, Galtieri salió al balcón frente una multitud y atizó el conflicto con una oración que patentó su rol en el conflicto: «¡Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla!».[53]​ Los jefes militares argentinos ignoraban claramente la superioridad de las FF. AA. británicas a las argentinas en cuanto a tecnología y profesionalismo.[54]

Argentina se veía condicionada por la Resolución 502; si retiraba sus fuerzas de los archipiélagos, el Reino Unido debería detener el avance de la Fuerza de Tareas 317 y Margaret Thatcher no estaba dispuesta a negociar con argentinos en las islas.[55]

El 14 de abril el periodista estadounidense Carl Bernstein, a través de ABC News, reveló a la audiencia que Estados Unidos estaba brindando información satelital de inteligencia a la flota británica.[56]​ El secretario de Estado de Asuntos Latinoamericanos, Thomas Enders, negó tal afirmación ante el embajador argentino Esteban Takacs. Los funcionarios argentinos solo renegaron el ostensible apoyo estadounidense a la expedición británica.[56]

El 15 de abril Reagan y Galtieri conversaron telefónicamente por segunda vez.[57]​ El dictador argentino manifestó a Reagan su preocupación por el avance de la flota británica hacia el Atlántico Sur e insinuó la posible intervención de un país del Bloque del Este.[58]​ Pero, ambos líderes coincidieron en que una guerra en el hemisferio occidental entre dos países amigos de EE. UU. perjudicaría a ambos países en pugna y solo beneficiaría a la Unión Soviética.[59]​ El presidente estadounidense le prometió neutralidad en tanto que las negociaciones continuaran.[60]

El 28 de abril el órgano consultivo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobó por 17 votos y 4 abstenciones —Estados Unidos, Colombia, Chile y Trinidad y Tobago— una resolución de nueve puntos que urgía a Reino Unido a cesar las hostilidades y a Argentina a procurar no empeorar la situación.[61]

El 30 de abril Estados Unidos clarificó su posición. Haig anunció que las negociaciones no habían logrado una solución, al tiempo que el Gobierno argentino había rechazado la última propuesta estadounidense. También informó la suspensión de asistencia militar a Argentina y medidas económicas punitivas. También informó que su país satisfaría los requerimientos de armamento de Reino Unido. En este punto, el secretario de Estado aseguró que Estados Unidos no participaría en forma directa del conflicto. Ronald Reagan por su parte tachó a Argentina como «país agresor». El ministro Costa Méndez solo alcanzó a declarar que Argentina no había rechazado la propuesta estadounidense sino que solo la había objetado.[62]

El hundimiento del General Belgrano del 2 de mayo de 1982 había acabado con todas las esperanzas de una solución pacífica.[64]

La recuperación argentina de las Malvinas tomó de sorpresa al Gobierno y a las Fuerzas Armadas del Reino Unido.[69]​ Tras varias horas de análisis y controversia en el Parlamento y el Gobierno, el primer lord del Mar Henry Leach convenció a la primera ministra Margaret Thatcher de movilizar la flota para retomar el control de las Malvinas. El almirante británico contó después que creía que «estaba en juego» el prestigio de su país.[70]

El 3 de abril Thatcher ordenó la movilización de la Fuerza de Tareas 317 para recuperar las Malvinas.[nota 5]​ El 5 de abril el Gobierno británico dio inicio a la Operación Corporate. El jefe del Estado Mayor de la Defensa Terence Lewin fijó el objetivo: obtener el desalojo de los argentinos y el restablecimiento del gobierno británico en las islas.[70]​ Después se constituyó el «Gabinete de Guerra», formado por John Nott, William Whitelaw, Cecil Parkinson, Francis Pym y Thatcher, quienes aprobaron el objetivo.[72]​ El comandante en jefe de la Flota John Fieldhouse comenzó a comandar la FT 317 desde el Cuartel General de Northwood.[73]​ El almirante John Forster Woodward asumió como comandante operacional de la FT 317 al tiempo que asumió como comandante combinado del Grupo de Tareas 317.8, haciéndose cargo de todas las fuerzas de superficie, aire y tierra.[74]

Los buques zarparon de Portsmouth el mismo 5 de abril.[75]​ El 7 de abril el Reino Unido anunció la Zona de Exclusión Marítima (ZEM), advirtiendo que «las naves de guerra argentinas que se encuentran dentro de las 200 millas náuticas de las islas Malvinas, después de las 04:00 GMT del lunes 12 de abril, corren el serio riesgo de ser atacadas».[76]​ El 12 de abril la Zona de Exclusión Marítima (ZEM) se volvió efectiva con la llegada del submarino HMS Spartan a aguas próximas a Puerto Argentino.[77]​ El 30 de abril Reino Unido impuso la Zona de Exclusión Total (ZET), apuntando contra las aeronaves argentinas también.[78][47]​ La Fuerza de Tareas 317 estableció en el nordeste de la Zona de Exclusión una zona llamada «TRALA» (en inglés, Tow, Repair and Logistic Area), lejos de los ataques aéreos argentinos, donde los barcos británicos reabastecían y reparaban averías.[79]​ Desembarcado el Grupo de Desembarco, el brigadier Thompson asumiría como comandante de las fuerzas terrestres. Cuando se decidió enviar la 5.ª Brigada de Infantería del Ejército Británico, al mando del brigadier Anthony Wilson, el general John Jeremy Moore se hizo cargo de las fuerzas terrestres.[80]

Los Estados Unidos apoyaron al Reino Unido proporcionándole la base aérea de la Isla Ascensión y variado equipamiento militar.[81][nota 6]​ El secretario de Defensa Caspar Weinberger, defensor de la Alianza Atlántica, y el lobby probritánico en EE. UU. posibilitó semejante asistencia.[83][82]​ En particular, el misil aire-aire AIM-9L Sidewinder fue responsable de un gran número de pilotos argentinos muertos y aviones derribados, lo mismo que el antiaéreo FIM-92 Stinger.[84]​ A todo esto se sumó la República Francesa, que brindó información confidencial sobre el avión Super Étendard y el misil antibuque Exocet AM 39 que había vendido a la Argentina en 1981.[85]

La dictadura militar chilena, proporcionó ayuda a los británicos mediante espionaje.[86]​ La Fuerza Aérea de Chile (FACh) coordinó con la Real Fuerza Aérea (RAF) la implementación de vuelos de espionaje trasandinos a gran altura con el objeto de obtener información sobre las FF. AA. argentinas, de las que los británicos carecían totalmente.[87]​ Los chilenos avisaban la salida de los aviones argentinos del continente.[88]​ Para ello utilizaron radares de largo alcance; ubicados al oriente de la cordillera de los Andes, uno en Punta Arenas, y otro en Balmaceda, lo que les permitía, vigilar el espacio aéreo de las bases aéreas argentinas desde Comodoro Rivadavia hasta Río Grande. La Armada de Chile movilizó a su Escuadra, para afianzar el éxito de la fuerza de tareas británica.[89]​ Por último, el Ejército de Chile desplegó unidades a lo largo de la frontera, lo que obligó al Ejército Argentino, a retener a sus mejores tropas en el continente, e impidió en consecuencia que pudiese reforzar las islas con tropas de mayor experiencia.[90]

La Junta Militar ordenó el refuerzo de las defensas de las Malvinas.[91]​ El Ejército Argentino desplegó la X Brigada de Infantería Mecanizada y la III Brigada de Infantería, comandadas por los generales de brigada Oscar Jofre y Omar Parada, respectivamente.[92]​ La totalidad de las fuerzas dependían del comandante conjunto Malvinas, general de brigada Mario Benjamín Menéndez, que a la vez era gobernador militar de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.[93]

El Estado de Libia proveyó de más de 100 misiles 9K32 Strela-2, minas antitanque, radares, etc.[94]

El 2 de mayo el submarino nuclear HMS Conqueror (S48) hundió al crucero ARA General Belgrano (C-4). El hecho ha sido objeto de controversia ya que ocurrió fuera de la Zona de Exclusión Total impuesta por los británicos.[101]

El comandante en jefe Anaya aseguró que el enemigo «disponía de información satelitaria diurna y nocturna sobre todas las unidades de superficie propias».[102]​ A consecuencia del hecho, el vicealmirante Lombardo ordenó la retirada de la Flota de Mar a aguas poco profundas para evitar los submarinos nucleares británicos.[103]​ Desde entonces se ocupó de la guerra antisubmarina y de proteger el tránsito marítimo y los objetivos nacionales en el continente.[104]

El 8 de junio la Fuerza Aérea Argentina propinó un duro golpe a la Fuerza de Tareas 317, desbaratando un intento de desembarco en la bahía Agradable, con la destrucción de dos buques de desembarco y 51 muertos y 200 heridos británicos, perdiendo a su vez tres aviadores.[106][107]​ Fue la mayor cantidad de bajas británicas en una sola batalla desde la Segunda Guerra Mundial.[108]​ Fue conocido como «el día más negro de la flota».[109]

El 14 de junio de 1982 el comandante de las fuerzas terrestres británicas Jeremy Moore aceptó la rendición del general argentino Mario Benjamín Menéndez; ambos bandos declararon un cese de las hostilidades.[110]

Durante los 74 días que duraron las batallas, murieron 650 combatientes argentinos y 255 británicos, además de tres civiles.[112]

El 4 de noviembre de 1982 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 37/9, lo cual constituyó una victoria diplomática de la Argentina. La Resolución pedía al gobierno británico reanudar las negociaciones para obtener una solución pacífica del conflicto.[113]

La derrota militar grave sufrida en Malvinas sorprendió a la población argentina, que creía hasta ese momento en un desarrollo favorable de la guerra, generando desconcierto y frustración, que originaron un desprestigio grande del Proceso de Reorganización Nacional y de las Fuerzas Armadas argentinas.[114]

Los medios de comunicación argentinos produjeron una cobertura informativa triunfalista y falaz.[115]​ Un título que rezaba «estamos ganando» se volvió muy célebre.[115]​ El Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas dictaba comunicados sobre el desarrollo de las operaciones militares.[115]

El 4 de junio de 1982 el Comité Militar impuso veedores militares en las agencias de noticias para controlar y evitar la difusión de determinadas informaciones. Noticias Argentinas y Diario Jornada quedaron inmediatamente clausurados.[116]

El restablecimiento del orden constitucional facilitó la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984, con el cual se puso fin al conflicto del Beagle, y ayudó a evitar una eventual solución bélica.[117][118]

El continuo reclamo argentino sobre los archipiélagos del Atlántico Sur ha quedado plasmado en la disposición transitoria primera de la Constitución de 1994, que dice:

Existen alrededor de 9500 exsoldados conscriptos que persiguen ser reconocidos como veteranos de guerra aduciendo haber estado en el Teatro de Operaciones Atlántico Sur y no en el Teatro de Operaciones Sur.[119]

En el Reino Unido, la popularidad de Margaret Thatcher subió considerablemente, permitiéndole a su partido ganar las siguientes elecciones.[120]​ También se abandonó la idea de reducir el presupuesto de la Marina Real propuesta por John Nott. Los habitantes de las Malvinas también se beneficiaron, pues en 1983 recibieron nuevamente la ciudadanía británica y se liberalizó la economía (que hasta ese momento no había sido potenciada por miedo a provocar a Argentina). En 1985, una nueva constitución comenzó a promover el autogobierno de las islas paulatinamente.

La guerra costó al Reino Unido 2600 millones de dólares.[15]

En 1989 y 1990 la Argentina y el Reino Unido firmaron dos declaraciones conjuntas conocidas como los Acuerdos de Madrid I y II, respectivamente, luego de realizar sendas «reuniones sustantivas» en la ciudad de Madrid, España. Delegados de los poderes ejecutivos de ambos países cerraron los acuerdos, a cargo del presidente Carlos Menem del lado argentino y la reina Isabel II con la primera ministra Margaret Thatcher, del lado británico.

Los principales elementos de los Acuerdos de Madrid fueron la declaración del cese de hostilidades —Madrid I—, el llamado «paraguas de soberanía» —Madrid I—, la eliminación de la «zona de protección» dispuesta unilateralmente por Reino Unido en 1982 y su reemplazo por un esquema de «áreas de aplicación» y límites marítimos, sometidas a restricciones operativas y un protocolo de información y consulta recíprocas —Madrid II.

El Congreso de la Nación Argentina rehusó ratificar los Acuerdos de Madrid caracterizándolos oficialmente como simples «declaraciones» que no establecían obligaciones entre las partes y por lo tanto no constituían un tratado. Varios observadores han cuestionado esta caracterización y han considerado que los actos constituyen un tratado de paz entre ambos países y que por lo tanto su validez debió haber sido sometida a la decisión del Congreso.

Ambos países reabrieron sus embajadas en Buenos Aires y Londres el 26 de febrero de 1990.[121]

El 19 de octubre de 1989 Argentina y Reino Unido firmaron en Madrid una declaración conjunta, suscripta por el embajador Lucio García del Solar por el lado argentino, y Crispin Tickell por el lado británico.[122]

Los principales elementos de la declaración fueron los siguientes:

El 15 de febrero de 1990 Argentina y el Reino Unido firmaron en Madrid una declaración conjunta, suscripta por el embajador Lucio García del Solar, por el lado argentino, y Crispin Tickell por el lado británico. En la declaración ambos países acordaron restablecer las relaciones diplomáticas y establecieron compromisos y restricciones en cuestiones militares, basados en el aviso previo a la realización de operativos militares y mecanismos para observarlos y verificar su cumplimiento.[123]

Entre los acuerdos se incluyeron:

La Declaración incluyó cuatro anexos:

Los juicios por delitos en la guerra de las Malvinas son procesos judiciales cursados tanto en Argentina como en Reino Unido.

Fueron una serie de juicios militares llevados a cabo en Argentina en 2009 para determinar la validez de reclamos efectuados contra oficiales y suboficiales por conspiración, tortura y maltrato a los soldados conscriptos durante la guerra de las Malvinas en el año 1982.[124]

El primer acontecimiento implicó acusaciones relacionadas con agentes del ejército argentino y suboficiales que fueron acusados por castigos a sus tropas después de la batalla de Pradera del Ganso. Nuestros propios oficiales eran nuestros peores enemigos, dice Ernesto Alonso, el presidente del CECIM (Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas),[125]​ fundado por Rodolfo Carrizo y otro soldado conscripto que comisionaba en el Regimiento de Infantería Mecanizado 7, ubicado en la Ciudad de La Plata.[126]Se servían whisky de los pubs, pero no estaban preparados para la guerra. Desaparecieron cuando las cosas se pusieron serias. Muchos de los oficiales habían trabajado previamente como torturadores para la dictadura argentina. Nos usaron a nosotros, los reclutas, para sus fantasías sádicas.[127]​ Hay otros que sostienen que los conscriptos hicieron lo posible para poder sostener las condiciones en las que se encontraban y sostener su moral.[128][129]

Diversos crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos han sido acreditados contra tropas argentinas, cometidos por tropas británicas o superiores militares argentinos.[130][131][132][133]

La guerra es citada en las películas This Is England, La dama de hierro en 2011 y ese mismo año en la película Un cuento chino.[135]​ Además se la describe en las películas argentinas Los chicos de la guerra, Iluminados por el fuego, 1982, Nosotras también estuvimos, Cartas a Malvinas, la serie de televisión Combatientes y Soldado argentino solo conocido por Dios mientras en el lado británico la cinematografía de la guerra es variada, como por ejemplo la película de televisión An Ungentlemanly Act, Tumbledown, Resurrected, Por la reina y la patria, entre otras.

En 2003, la novela Costumbres Argentinas reflejó los años 1980, década en la que transcurrió la guerra. Uno de los personajes protagonistas de la novela es reclutado para luchar. Otro de ellos, muere en el crucero ARA General Belgrano.

El rock argentino reflejó en sus canciones la repercusión del conflicto con canciones de numerosos artistas y conjuntos.[136]​ Uno de los más emblemáticos fue Raúl Porchetto y su tema "Reina Madre". Otros temas son "La isla de la Buena memoria" de Alejandro Lerner y "Comunicado Nº 166" y "Bombas a Londres" de Los Violadores.

El álbum The Final Cut, de Pink Floyd, estuvo enormemente influenciado por la Guerra y la opinion de Roger Waters sobre la misma, convirtiéndose en un disco anti bélico. El tema "Get Your Filthy Hand Off My Desert" incluso nombra a Tatcher y a Galtieri.

En la literatura, lo más relevante es la novela Los Pichiciegos de Rodolfo Fogwill, que narra la historia de un grupo de desertores argentinos que se esconden en la isla para evitar pelear. Carlos Gamerro escribió Las islas, un excombatiente descubre en los archivos de inteligencia, diez años más tarde de sucedida la guerra, que el conflicto bélico sigue latente.

El conflicto motivó a numerosos trabajos pictóricos, tanto de ambos países como de terceros. Del lado argentino se produjeron las obras de Exequiel Martínez[137]​ y de Carlos Adrián García.[138]

Del lado británico existen los trabajos de Charles David Cobb.[139]

En el año 2012, el Banco Central de la República Argentina puso en circulación una moneda de 2 pesos conmemorativa de la guerra de las Malvinas, que fuera diseñada por un veterano de guerra voluntario.[140]

En 2014, durante el acto de conmemoración, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner descubrió el boceto del billete de 50 pesos, con la imagen de las islas en el anverso y la figura del Gaucho Rivero en el reverso.[141]



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