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Racismo en Argentina



En Argentina existieron y existen conductas de discriminación relacionadas con las características étnicas o el origen nacional de las personas. A su vez, la discriminación de tipo racista suele estar íntimamente relacionada con conductas de discriminación por causas socio-económicas y políticas.[1]

Se han difundido términos y conductas para discriminar a ciertos grupos de población, en especial a aquellos denominados «negros», un grupo que en Argentina no se encuentra claramente definido, pero se asocia, aunque no exclusivamente, con personas pertenecientes a la clase baja, los pobres y los excluidos, y más recientemente con la "delincuencia" y la "inseguridad".[2]

También se han desarrollado términos y actitudes de tipo racista, xenófobo y despectivo para dirigirse a los inmigrantes. Antiguamente, «gallego», «tano», «turco» y «ruso» poseían connotaciones peyorativas, que aún continúan en los «chistes de gallegos» en el primer caso y en los insultos antisemitas, en el último.[3][2]

Actualmente se llama «bolita» al boliviano, «chilote» al chileno, «paragua» al paraguayo, «peruca» al peruano, «yorugua» al uruguayo, «veneco» al venezolano, «brasuca» al brasileño y «boliguayo» para referirse en general a inmigrantes de los dos países que limitan al norte con Argentina (Bolivia y Paraguay), como términos despectivos para referirse a los inmigrantes de origen latinoamericano. Sin embargo, estos términos ―al igual que «negro» y con excepción de «boliguayo»― no siempre son despectivos y pueden ser usados afectivamente entre amigos o familiares.[2]

El antisemitismo existe también en Argentina, en un marco influido por la gran inmigración de judíos y la presencia de una extensa comunidad y de un relativamente amplio mestizaje de los judíos con otros grupos de la población. Argentina es el único país de América en donde se ejecutó un pogrom (matanza de judíos) en 1919, durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen.[4]​ En 1910, el senador nacional Manuel Láinez presentó un proyecto de comunicación al Poder Ejecutivo en el que le solicitaba que redactara un anteproyecto de modificación de la ley migratoria; el proyecto en sí, que fue introducido sobre tablas (es decir que no estaba previsto en el orden del día de esa sesión) era breve e inocuo, pero la fundamentación que hizo Láinez en el Senado fue una agresiva descalificación de los inmigrantes sirio-libaneses (entonces llamados siro-otomanos), así fueran cristianos, musulmanes o judíos. Solo el senador por La Rioja Joaquín V. González pidió la palabra para refutar a Láinez.[5][6]

En muchos casos, se han «racializado las relaciones sociales»,[7]​ y simplemente se utiliza el término «negro» para denominar al trabajador, obrero, etc. sin relación alguna con el tono de su piel. En las relaciones laborales es habitual, entre las personas que poseen cargos de importancia en empresas, referirse al conjunto de trabajadores de la empresa como los «negros».[7]​ También en la vida política es habitual utilizar la palabra «negros» por parte de ciertos grupos para referirse despectivamente a los simpatizantes del peronismo.[7][8][9]

Existe una amplia discusión sobre el alcance de las conductas racistas en Argentina. Mientras algunos sectores[10]​ sostienen que se trata de comportamientos inofensivos o marginales rechazados por prácticamente la totalidad de la población, otros sectores[11][12][13]​ sostienen que el racismo es un fenómeno extendido y expresado de muy diversas maneras. Algunos grupos afirman también que las eventuales conductas racistas en Argentina no se diferencian de las que se presentan en los demás países del mundo, mientras que otros[14]​ sostienen que el racismo en Argentina tiene algunas particularidades en los modos en que se presenta, relacionadas con la historia, la cultura y los grupos étnicos que interaccionan.

En 1995, la Ley 24515 creó el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), que puso al país a la vanguardia de la lucha contra el racismo y la discriminación, aunque sin que aún se hayan obtenido grandes avances.[14]

Hablando sobre la persistencia del discurso racista en el mundo, el lingüista neerlandés Teun A. van Dijk, ha sostenido que:

En Argentina se utilizan una serie de términos con una cierta intencionalidad discriminatoria, que conforma un modo especial de racismo. Si bien estos términos están «inspirados» en una intención racista, la mayoría de ellos se utiliza sin referencia a la etnia concreta de una persona, con el fin de racializar las relaciones sociales.[7]​ Aún usadas en forma discriminatoria, palabras de uso cotidiano en Argentina, como «negro», «gronchada» o «grasa», no se refieren generalmente a la población fenotípicamente africana, de pequeña (pero creciente) presencia en el país, que da origen a la frase racista «en Argentina no hay negros», relacionándose más con la población fenotípicamente indígena y con los sectores sociales más postergados.

La utilización de la palabra «negro» y «negra» en forma despectiva está ampliamente difundida en Argentina, en casi todos los grupos sociales, incluso en aquellos que reciben el mote despectivo de «negro» o «negra» por parte de otros grupos.[16][2]

Paradójicamente, la misma ideología racista argentina que sostiene que «en Argentina no hay negros»[17]​ utiliza la palabra «negros» para denominar a una masa mayoritaria de la población integrada por trabajadores, pobres, migrantes internos, inmigrantes latinoamericanos, indígenas, sin demasiada distinción.

Víctor Ramos, presidente de SOS Internacional, responde de este modo a la pregunta de un periodista sobre cuáles son los actos de racismo que se cometen más habitualmente en Argentina:

En 1996 durante un viaje diplomático a los Estados Unidos, cuando le preguntaron sobre la población negra de Argentina el presidente Carlos Menem respondió:

Ariel Armony, un argentino residente en Canadá, donde dirige el Goldfarb Center, dentro del Colby College, ha llamado la atención en 2008 sobre la gravedad del racismo en Argentina y las divisiones sociales que esto conlleva:

El significado racista del término «negro» muchas veces es utilizado en forma genérica por sectores de clase media o alta para referirse de manera despectiva a las clases bajas y marginales, independientemente de sus rasgos raciales. El prejuicio discriminatorio de estos sectores no reconoce barreras generacionales, ya que pasa de padres a hijos sin que la formación humanística que reciben los más jóvenes desde las instituciones educativas haga algo efectivo para revertirlo.

Es necesario decir que también existe un amplio uso del término «negro» y «negra» con un significado absolutamente fraterno y carente de toda intención discriminadora. Es un apodo muy común entre amigos y familiares. Por ejemplo, los admiradores de la famosa cantante Mercedes Sosa, la nombran cariñosamente como «La Negra».[20]

«Grone» («negro», al revés) también es un término racista de amplia utilización en Argentina, especialmente en Buenos Aires. Se trata de una palabra del lunfardo rioplatense, el vesre, que consiste en pronunciar las palabra invirtiendo sus sílabas.
Un «grone» no es necesariamente una persona negra, ni de piel oscura. Básicamente es una persona a la que se desprecia por su condición social, frecuentemente un trabajador o hijo de éste, perteneciente a la clase baja o media baja. Puede decírsele «grone» también a una persona de piel, cabello y ojos claros, si pertenece a la clase baja o expresa gustos culturales populares. Más recientemente ha comenzado a ser habitual, en este tipo de racismo, asociar la condición de «grone» a la delincuencia.[21]

«Groncho», es un término abiertamente racista,[22][23]​ ampliamente utilizado en Argentina y Uruguay,[24]​ que deriva de una corrupción de la palabra «negro».[25]​ Derivado de «groncho», se utiliza «gronchada», para referirse a un acto desagradable. Por ejemplo, una persona puede decir que un par de pantalones que no le gustan son «una gronchada», aludiendo a que es un estilo que podría ser utilizado por un «groncho».

Es una palabra surgida en la segunda mitad de los años setenta.[26]​ En los años ochenta se realizó un exitoso «sketch» televisivo, dentro del programa Matrimonios y algo más, que se denominó «El groncho y la dama», protagonizado por Hugo Arana y Cristina del Valle. Se trataba de un «sketch» satírico en el que un trabajador mecánico estaba casado con una dama de clase alta, que lo denominaba «groncho» y se sentía seducida por la capacidad sexual del obrero.

«Negrada» es un término ampliamente utilizado en Argentina y Uruguay y uno de sus significados racistas es idéntico a «gronchada» (por ejemplo, «la pelea de anoche fue una negrada», o «ese colegio es una negrada»).[27]​ También se utiliza como sustantivo colectivo con un sentido despectivo para referirse a un grupo de personas aludidas como «negras», aunque no lo sean. Un ejemplo de su uso es ofrecido por el pianista argentino Miguel Ángel Estrella al recordar los interrogatorios a que fue sometido en Uruguay cuando fue detenido-desaparecido durante la última dictadura militar en el marco del Plan Cóndor:

La revista Noticias, difundió en 2016 el uso de la palabra "negro" y sus derivaciones, con significado peyorativo, por María Agustina “Puppi” Bonnecarrere, editora de fotos del PRO, partido presidido por Mauricio Macri. Entre las frases difundidas a través de Twitter, se encuentran las siguientes:

La palabra «indio» es común en el habla cotidiana argentina. Tiene y tuvo una carga racista menor que la palabra «negro». Incluso desde hace algunas décadas existe una amplia corriente cultural que ha impulsado el nombramiento de los hijos con nombres indígenas,[30]​ como Ayelén, Maitén, Lautaro, Nehuen, Pacha, Itatí, obligando incluso al Estado argentino a reformar las leyes que prohibían el uso de nombres indígenas.[31]​Según el último informe de Amnistía internacional, de 2017, en Argentina hay una discriminación extendida y vulneración de derechos contra los pueblos originarios.[32]

Sin embargo en ciertas oportunidades existe una carga levemente racista en el uso del término. Por ejemplo, la frase «¡niños, parecen unos indios!», aunque ya en cierto desuso, se entiende claramente como «sucios» o «desordenados» o también las frases (algunas autocalificativas) como «yo de pendejo era re indio» o «mi hermanito es un indio» son aún utilizadas para referirse a que la persona de la que se habla tiene actitudes de tipo violentas, irracionales o que actúa de manera impulsiva. Aunque también poseen connotaciones de desprolijidad o suciedad, se las utiliza más con una visión picaresca y hasta de jactancia.

También existe una clara tendencia a denominar a todos los pueblos originarios con el término «indio», o «indígena», sin precisar a cual de ellos se está refiriendo el hablante, incluso conociéndolo. Esta costumbre es general y no solo para los argentinos[33]​ y se relaciona estrechamente con la conducta de invisibilización de las culturas y etnias no europeas.[34][35][36][37]

Durante los sucesos que rodearon la desaparición de Santiago Maldonado, en el marco de una represión policial en una comunidad mapuche, se evidenció un extendido racismo contra los pueblos originarios, en las autoridades estatales, las fuerzas de seguridad, la población y los medios de comunicación, denominando en muchos casos a los indígenas con la palabra "negro", utilizada en forma despectiva.[38][39][40][41]

La palabra «mestizo» se utiliza poco en el habla cotidiana, aunque es relativamente usual utilizarla en ciencias sociales e históricas, en algunos casos con connotaciones racistas, y varios investigadores han replanteado el concepto de mestizo para referirse a cualquier intercambio de ADN[42]​ así como varios pensadores sostienen que todos los pueblos y razas son el resultado de mestizajes anteriores.[43]

La idea racista del mestizaje subsiste aún en ciertos sectores, a comienzos del siglo XXI, como podría reflejar el debate sobre la eventual condición de mestizo de José de San Martín, uno de los padres de la patria. En ese sentido el historiador Hugo Chumbita sostuvo que «ha existido y hay aún resistencia a revisar la historia oficial por la idea de que, de corroborarse el origen mestizo de San Martín, se rebajaría su imagen».[44]​ En sentido similar se informa en un artículo periodístico que «“si el padre de la Patria es un mestizo bastardo, Argentina también lo es”, se quejaban las voces conservadoras».[45]

En Argentina se ha construido una difusa ideología racista fundada en la supremacía europea.[46]​ Esta ideología tiende a sostener que Argentina es un país poblado por inmigrantes europeos «bajados de los barcos», a los que suele denominársele «nuestros abuelos», que establecieron un tipo especial de población europea, no sudamericana, y «blanca».[47][19]​ Complementariamente, esta ideología tiende a considerar como poco relevante, y eventualmente indeseable, toda influencia cultural de poblaciones relacionadas con los pueblos originarios, africanos, latinoamericanos, o asiáticos. El racismo blanco-europeísta argentino tiene similitudes con la política de Australia Blanca llevada adelante desde principios del siglo XX.

El racismo blanco-europeísta argentino se ha organizado desde la visión del Estado y tiene origen a partir de la interpretación del artículo 25 de la Constitución Nacional inspirado por Alberdi que establece una diferencia entre «inmigración europea» (que debe ser fomentada) e inmigración no europea, norma que no se alteró al hacerse las reformas en 1860, 1868, 1898, 1949, 1957, 1972 y 1994.

Así explicaba Alberdi, padre de la Constitución Argentina de 1853, los fundamentos de fomentar la inmigración europea para desarrollar la mano de obra en su libro Bases y puntos de partida para la reorganización nacional (1852):

Alberdi proponía que el idioma nacional fuese el francés, pues pensaba que las tradiciones hispánicas y cristianas eran contrarias al progreso.[49]

Originalmente esta ideología se había sosteniendo que los inmigrantes podían mejorar y modernizar la población en Argentina al conformar una sociedad cosmopolita como se había conseguido en los Estados Unidos a través de la constitución que establecieron los padres fundadores, de allí nace la frase popular "A este país lo fundaron los inmigrantes", principalmente se trataba de traer inmigrantes que provenían del noroeste de Europa, principalmente de Inglaterra y Francia, los países más progresistas en aquel tiempo.[51][52]

Aunque se haya tomado la Constitución como inspiración de la discriminación racial, la visión de Alberdi difería mucho de esta mala interpretación que se tomaría, pues seria el mismo Alberdi quien le reprocharía en 1853 a Sarmiento en las Cartas Quillotanas donde le llega a criticar por su postura hacia los gauchos:


Sin embargo, con el paso del tiempo, el fracaso del gobierno en atraer inmigración masiva de esos tres países, y por el contrario, ante el hecho consumado de la inmigración de grandes contingentes de italianos y en menor proporción de españoles, la ideología racista terminó por incluir también a estos grupos como «europeos» y «blancos». Esta tendencia fue fortalecida recientemente con el ingreso de Italia, y sobre todo España, a la Unión Europea. Por el contrario, con respecto a los judíos, la ideología racista argentina se fue consolidando como antisemita, con el paso del tiempo. El punto más alto de esa tendencia fue la orden secreta del canciller del presidente Roberto M. Ortiz en 1938 para negar las visas a los judíos.[55]

Entre los principales inspiradores del racismo y de la discriminación racial argentina se encuentran Domingo F. Sarmiento, Juan B. Alberdi, José Ingenieros, José María Ramos Mejía, etc.[56]​ Más recientemente, los gobiernos militares elaboraron textos y políticas inspiradas en este peculiar racismo argentino, que reforzaron la ideología y le dieron connotaciones políticas.

Domingo F. Sarmiento,[57]​ quien fuera presidente durante la gran epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires y la Guerra del Paraguay, hechos a los que se le asigna el exterminio de los afroargentinos, escribió en 1848 en su diario de viaje a Estados Unidos:

Al respecto de esto, un hito importante a la tradición «europeizante» fue la publicación en 1904 de la novela Alegre por parte del escritor Hugo Wast. Alegre trata la historia de un joven inmigrante africano traído como esclavo a estas orillas, y desafía el mandato de invisibilidad de la cultura local conservadora que pretendía negarle a los negros una parte de la identidad nacional. Inspirado en la conocida novela La cabaña del tío Tom, Alegre es una novela que trata a un africano de piel negra esclavo en estas tierras como el protagonista de la historia y el héroe.

El historiador Ezequiel Adamovsky, en un artículo titulado «Gringos y negros», publicado en 2008, ha señalado la profundidad de los fenómenos racistas en Argentina y su imbricación con el conflicto social. Adamovsky sostiene que:

La revista Billiken, fue criticada por tratamientos a ciertos temas con posiciones racistas. Como fue en el caso de una tapa titulada: "Vos, yo y la raza blanca", donde ponían a un niño blanco con ojos verdes, un niños japonés con ojos oblicuos y un niño negro de pelo crespo.[59]

En 2016 se generó una fuerte polémica por las expresiones utilizadas por la conocida conductora de televisión Pamela David sobre la familia del presidente en ejercicio Mauricio Macri, a la que elogió calificándola como "una familia blanca, hermosa, pura". A raíz de su comentario, David fue criticada por racista.[60][61]

Una manifestación del racismo en la Argentina, es el trato despectivo por parte de quienes viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, denominados porteños, contra las personas que viven en las provincias, referidas a veces con términos también despectivos, como "pajuerano" (de afuera) y en ocasiones "provinciano", sobre todo cuando se utiliza de manera genérica, sin precisión de la provincia correspondiente. Un caso de este tipo de racismo le fue imputado en 2015 al economista y político Alfonso Prat Gay, quien se desempeñó como ministro de Economía del presidente Mauricio Macri. Prat Gay dijo en ese momento:

En febrero de 2020, Elizabeth Vernaci en su programa de radio La Negra Pop dijo comentarios despectivos contra los habitante de la provincia de Jujuy, como: "Jujuy es Bolivia, alguien tiene que decirlo" o "los jujeños son sufridos". Esto causó una fuertes críticas en las redes sociales hacia Vernaci, por lo cual tuvo que disculparse. El Inadi tomó acciones por sus dichos.[63]

Investigadores y observadores también han llamado la atención sobre el racismo contra jujeños que ha quedado en evidencia en el caso de la dirigente social Milagro Sala, especialmente en las construcciones mediáticas y culturales acerca de la "modestia", la "humildad" y la abstención de un compromiso con la política que "debiera tener" un dirigente social e indígena.[64][65]

En Argentina existe un amplio y expandido racismo contra las personas provenientes de otros países latinoamericanos, y muy especialmente contra bolivianos, chilenos, paraguayos y también a los brasileños y peruanos.[16][66][2]

Los paraguayos y los bolivianos son las dos principales corrientes inmigratorias hacia Argentina en los últimos años y han formado grandes comunidades.[67][68]

Sin embargo, estas comunidades son, actualmente, a las que los argentinos demuestran más desprecio e intolerancia. En 2008, la justicia argentina condenó a 22 años de prisión a un policía por lesiones e intento de asesinato de un joven por el simple hecho de ser boliviano. La pena reflejó el agravante contemplado en la ley anti-discriminatoria 23.592, cuando el delito «sea cometido por persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad».[69]

Un buen ejemplo sobre la xenofobia que viven estas comunidades es que bajo el lema de «No se olviden de Marcelina», la comunidad boliviana en Argentina denuncia el asesinato por motivos racistas de Marcelina Meneses y su hijo Josua Torrez de 10 meses de edad, empujados de un tren en movimiento cerca de la estación de Avellaneda, el 10 de enero de 2001.[70]

Otro ejemplo de la amplia difusión de la discriminación contra las comunidades paraguayas y bolivianas, el 8 de marzo de 2009 se jugaba un partido de fútbol entre Independiente y Boca Juniors cuando en el entretiempo la hinchada de Independiente comenzó a flamear banderas de Bolivia y Paraguay. La actitud fue generalizadamente comprendida como discriminatoria debido a que en Argentina constituye un acto despectivo habitual hacia Boca Juniors, por parte de otras hinchadas, sostener que sus simpatizantes son inmigrantes que provienen de países fronterizos aunque en realidad también existen extranjeros hinchas de otros clubes. Tal es el fundamento racista de la canción cantada por otras hinchadas como la de River Plate, San Lorenzo de Almagro, Racing y Vélez Sársfield:

El INADI pidió que se sancionara al Club Atlético Independiente por infringir el Artículo N°88 del reglamento (acto de xenofobia) y que se sancionara al árbitro Sergio Pezzotta por no detener el inicio del segundo tiempo del partido a pesar de la exhibición de las banderas.[72]

El hecho ofendió a los diplomáticos de Bolivia y Paraguay, quienes también se comunicaron. Finalmente, la misma dirección del club se disculpó por los hechos, tuvo una reunión con el INADI y prometió tomar medidas para identificar y sancionar a los responsables.[73]

En un partido de la Copa Nissan Sudamericana entre Vélez Sársfield y Boca Juniors el árbitro Saúl Laverni detuvo el partido por unos minutos porque la hinchada de Vélez cantaba canciones racistas contra Boca, en la cual se expresaba que los hinchas de Boca eran todos de Bolivia y Paraguay.[74]​ A pesar de esto, Vélez Sarsfield no sufrió ningún tipo de sanción.

En 2016 el senador justicialista Miguel Ángel Pichetto fue criticado por racismo debido al modo en que se refirió a los inmigrantes que provenían de Bolivia y Perú, declaraciones que le valieron el repudio de las autoridades de Bolivia, a través del cónsul de ese país en Buenos Aires.[75]​ Pichetto dijo durante una sesión del Senado:

La xenofobia en Argentina contra los chilenos aumentó por dos hechos históricos que generó conflictos, odio y desacuerdos entre ambos países, que dichos problemas siguen vigentes aunque cada vez mejora la situación. Uno de ellos fue la crisis fronteriza de 1978, también conocido como el conflicto de Beagle, donde se expulsó a más de 30.000 inmigrantes chilenos de Argentina. Y otro fue durante la guerra de Malvinas, cuando Chile dio apoyo a Reino Unido en dicha guerra, donde se dio también ataques xenofóbicos contra los chilenos por parte de los medios de comunicación.[77]

En febrero de 2013 se viralizaron videos en internet de policías mendocinos amenazando a chilenos con cortar sus cuellos y beber su sangre.

Durante la copa América de 2015, la hinchada argentina expresó cantos xenofóbicos contra Chile. En aquellos cantos xenofóbicos, se hacia referencia al apoyo de Chile a Reino Unido en la guerra de Malvinas y se hizo burlas con respecto a los terremotos que hay en Chile debido a su fronteriza con el mar.

Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar

Porque vos sos un traidor, vigilante y botón, nos vendiste en la guerra por cagón

El acto de antisemitismo más grave de la historia argentina fue el pogrom de 1919 en el barrio de Once en Buenos Aires, único cometido en América, en el curso de la Semana Trágica, durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical. En el mismo fueron atacados miles de judíos y judías, asesinados, torturados y violadas, y sus viviendas quemadas. La frase "yo argentino", aún utilizada en el presente para significar "yo no tengo nada que ver", surgió en el curso del pogrom, como intento de salvar la vida ante los ataques.[80][81]

En Argentina han existido graves actos llevados adelante contra los judíos, como la orden secreta del canciller argentino en 1938 de impedir el ingreso de judíos a territorio nacional[82]

Leonardo Senkman, compilador del libro El antisemitismo en la Argentina sostiene:

Durante el gobierno de Agustín P. Justo, en 1937, Marcos Savon, cónsul argentino en Gdynia (Polonia), envió varias notas al ministro y premio Nobel Carlos Saavedra Lamas, bajo el título «problema semita», que muestran la orientación general antisemita del gobierno argentino. En la carta del 14 de julio de 1937, en vísperas de la invasión nazi, puede leerse:

Según el historiador Raanan Rein, la década de los '60 fue el peor momento para los judíos desde el pogrom de la Semana Trágica de 1919. A partir de la captura de Adolf Eichmann los actos antisemitas se multiplicaron: vandalismo contra instituciones judías, ataques con cargas explosivas en distintas sinagogas y ataques contra estudiantes judíos. El Movimiento Nacionalista Tacuara, una organización fascista con vínculos políticos, inició una serie de campañas antisemitas con peleas en la calle y vandalismo en las sinagogas y profanaciones en los cementerios judíos.[85]​ Edgardo Manuel Trolnik, estudiante de 15 años, fue herido por las balas de un ataque antisemita el 17 de agosto de 1960 en un acto en el Colegio Nacional Sarmiento en Buenos Aires. Gracielas Narcisa Sirota, estudiante de 19 años, fue secuestrada el 21 de junio de 1962 en plena vía pública. Fue torturada salvajemente, según sus captores, como venganza por la captura de Adolf Eichmann, quienes mientras la quemaban con cigarrillos le dejaron grabada una esvástica en el pecho. El 29 de febrero de 1964 fue asesinado, en la puerta de la casa de sus padres, Raúl Alterman, un militante del Partido Comunista de 32 años. Aunque la DAIA reclamaba frente a las autoridades y organizaba manifestaciones de repudio, la consecuencia de tantos actos antisemitas y el temor de los padres los llevó a la creación de las primeras escuela judías integrales en ese período.[86][87][88]

Durante los regímenes militares y en especial durante la dictadura conocida como Proceso de Reorganización Nacional se produjeron graves hechos de persecución antisemita, en el que algunas personas fueron torturadas, degradadas y hasta asesinadas por el solo hecho de ser judíos. En los centros clandestinos de detención (CCD), era habitual que a los prisioneros judíos se les grabara la estrella de David en el cuerpo.[89]

El jefe de la policía bonaerense, Ramón Camps, quien secuestrara y torturara a Jacobo Timerman, sostenía que los sionistas eran enemigos de la Argentina y tenían un plan para destruirla. Por eso impulsó el uso de medidas represivas ilegales para resolver lo que denominaba «la cuestión judía».[90]

Según la Asociación de Familiares de Desaparecidos Judíos, la desproporción entre la cantidad de los miembros de la colectividad judía en la Argentina y los detenidos desaparecidos judíos es prueba de un ensañamiento y un fuerte antisemitismo por parte de los represores setentistas. La colectividad judía representaba el 0,5 por ciento de la población general de la Argentina en los '70, mientras que los desaparecidos de origen judío representaron el 13% del total. Las torturas en los centros de detención clandestinos fueron más agresivos y violentos contra los prisioneros judíos, quienes no tenían tantas chances de sobrevivir como los no judíos.[91][92][93][94][95]​ Según Miriam Lewin, los represores le decían que «El único judío bueno es el judío muerto».[96]

En los años '90 se produjeron los ataques terroristas contra la embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994. El atentado a la AMIA es considerado el peor ataque antisemita desde la Segunda Guerra Mundial.[97]

Intentando sintetizar ambas posiciones, el investigador Daniel Lvovich ha escrito:

El antisemitismo cotidiano tiene una amplia difusión en la Argentina. Un ejemplo de ello es lo que sucede en el club de fútbol Atlanta, ubicado en el barrio Villa Crespo de Buenos Aires, un barrio que tiene una importante población judía. Desde hace varios años, los simpatizantes de los equipos contrarios suelen manifestarse contra Atlanta con banderas nazis y tirando jabones a la cancha.[99]

Desde 1998 la DAIA realiza anualmente un informe sobre antisemitismo en la Argentina. La serie histórica muestra un considerable incremento de las denuncias por antisemitismo a partir de 2005. Mientras que en el período 1999-2004 el promedio anual de denuncias se ubicó en torno a las 180 por año, en el período 2005-2015 el promedio se elevó a unas 360 denuncias por año, alcanzando su pico máximo en 2006 con 600.[100]

El 2 de mayo de 2019, en un programa de radio, la actriz venezolana Catherine Fulop hizo una comparación entre la crisis de Venezuela con lo sucedido en los campos de concentración de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que generó una polémica y un fuerte repudio. Catherine Fulop había dicho en el programa:

Tras haber dicho esto, el abogado Jorge Monastersky presentó una denuncia, que quedó a cargo del Juzgado Correccional Federal 4 a cargo del juez Ariel Lijo y del fiscal Federico Delgado, por violar el artículo 3 de la ley 23.592.[102]

Luego Catherine Fulop pidió disculpas por lo que había dicho sobre la comunidad judía y el holocausto.[103]

El racismo, la discriminación y la invisibilización contra personas pertenecientes a los diversos pueblos originarios que habitan en la Argentina, genéricamente agrupados como indígenas, o que tienen antepasados indígenas, se agudizó en gran medida tras la independencia.

Tras la Revolución de Mayo se observan varios intentos iniciales de integración de la población indígena. Así por ejemplo, mediante el Decreto del 8 de junio de 1810, la Junta dispuso que las compañías de naturales indígenas que integraban el Batallón de Castas se integrasen a los Regimiento de Pardos y Morenos.

Sin embargo la postura oficial cambió por completo especialmente durante las «guerras contra el indio» llevadas a cabo por el Estado argentino contra aquellos pueblos originarios que habitaban principalmente en la Pampa, la Patagonia y el Gran Chaco.

Charles Darwin, al pasar por Argentina en su histórico viaje alrededor del mundo, atestiguó en 1833 la práctica del asesinato masivo de mujeres indígenas para evitar la reproducción:

Julio Argentino Roca, quien fuera dos veces presidente de la Nación, afirmaba que:

La posición del Estado argentino volvió a hacerse explícita al realizarse el Censo Nacional de 1895 cuando sus responsables afirmaron que:

Durante los años treinta y cuarenta comenzaron a producirse migraciones de trabajadores campesinos hacia las grandes ciudades, quienes a menudo se encontraban tratados despectivamente por amplios sectores de clase media y alta.

En 2005, aprovechando que Radio Nacional puso en el aire la radionovela Shunko, su director Gabriel Conti declaró que las comunidades quichuas en la Argentina, siguen siendo «olvidadas, despreciadas y marginadas».[108]​ La periodista María Luján Picabea cuenta, sobre Ariel Villarreal, el niño actor que interpretó el papel de Shunko en la obra, que:

El Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA) se refiere a la situación de los pueblos indígenas en la Argentina de hoy del siguiente modo:

En la Argentina el racismo contra personas de ascendencia africana está influido por complejos procesos contradictorios. Por un lado un amplio proceso de mestizaje y la escuela pública igualitaria impulsaron conductas de convivencia multirracial. Pero por otro lado, la permanente difusión desde el Estado de que la Argentina tenía una población homogénea «blanca» y «sin negros», remarcando una valoración positiva de esa realidad supuesta, impulsó conductas racistas subterráneas que arraigaron en ciertos comportamientos sociales.

A pesar de su reducción a la esclavitud, testimonios de la época colonial sostienen que en Buenos Aires y Montevideo los esclavos eran tratados con menos crueldad que en otras partes. José Antonio Wilde, en su obra Buenos Aires desde 70 años atrás (1810-1880) escribe que:

Aunque esto no le impedía reconocer sin embargo que:

La misma opinión en cuanto al mejor trato nos dejaron en sus testimonios los extranjeros que venían. Por ejemplo, Alexander Gillespie, capitán del ejército británico durante las invasiones inglesas, escribió en sus memorias que lo sorprendió lo bien que se los trataba en contraste con nuestros plantadores y los de América del Sur, y proseguía:

En 1801 las milicias de soldados negros y mulatos libres, existentes en Buenos Aires desde muy antiguo, fueron regladas y disciplinadas, estableciéndose compañías en Buenos Aires, Montevideo y Asunción. Luego de la invasión británica de 1806 esas milicias porteñas constituyeron el Batallón de Castas junto a soldados indígenas, segregados por compañías de mulatos, pardos y naturales. Parte de esos soldados fueron trasladados al Cuerpo de Castas de Artillería. Un Cuerpo de Esclavos fue también formado para defender Buenos Aires en caso extremo, pero no se les entregó armas. Luego de la Revolución de Mayo el Batallón de Castas formó el Regimiento de Pardos y Morenos que participó en todas las campañas de la Guerra de la Independencia de la Argentina.

Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas la población negra de Buenos Aires llegó al 30 %. Después de abolirse la esclavitud los afroargentinos vivieron en condiciones miserables y discriminados. De los catorce colegios existentes en Buenos Aires en 1857 solo dos admitían niños negros, a pesar de que el 15 % de los alumnos de ese año eran de color.[111]​ Similarmente, en 1829, en Córdoba solo podían ingresar a los colegios secundarios dos afros por año; y a la universidad solo tuvieron acceso en 1853.[112]

En un artículo titulado «Historias de una Argentina en la que ser negro no es nada fácil»,[113]​ el periodista Horacio Cecchi recopila una sucesión de actos discriminatorios contra personas de piel más oscura sucedidos en la Argentina, como la denuncia presentada en el año 2000 por el Banco Mundial contra las autoridades migratorias argentinas por discriminación y maltratos a un funcionario del gobierno de Mozambique.[114]

En la Argentina como en otros países existe un racismo profundo aunque no abierto contra el pueblo rom (gitanos). Muchas personas atribuyen a los gitanos una actitud maliciosa y de mala fe. Existe una conocida leyenda de la gitana que viene a robarse los niños.

La «invisibilización» de culturas y etnias es un mecanismo de discriminación ampliamente utilizado en todo el mundo. Es un mecanismo íntimamente vinculado a los fenómenos de «desaparición» y al homo sacer (hombre sin derechos) del Imperio romano.

En la Argentina ha existido y continúa existiendo una cultura general y una política estatal consciente de invisibilización de determinadas culturas y grupos sociales, básicamente aquellos definidos como no-europeos.

El investigador Navarro Floria ha estudiado en detalle este proceso de invisibilización con respecto a los indígenas de la Pampa y la Patagonia, destacando el papel de Martin De Moussy en la difusión en Europa de una imagen de una Argentina sin indios:

El proceso de invisibilización ha sido ejecutado mediante múltiples formas. Una de ellas ha sido la manipulación de los censos, para reducir y hasta eliminar los registros relacionados con personas o culturas no europeas. De este modo ser ordenó reemplazar la palabra «negro» para mencionar la pertenencia étnica-cultural de las personas, por la palabra «trigueño» solo referida a la tonalidad de piel. Ello permitió al Estado Argentino declarar en el Censo de 1947 que la totalidad de la población argentina era «blanca».

El proceso de invisibilización en las publicaciones sociales y escolares se realiza mediante técnicas sutiles de manipulación de textos, mediante los modos de denominar y adjetivar, cuando no en la abierta omisión de los hechos sociales o la falsificación de los mismos. En ejemplo claro de ello es el relacionado con el desierto y la llamada «Campaña del desierto». La baja densidad poblacional estructural en amplias zonas del territorio argentino, llevó a ciertos ideólogos a desarrollar la idea de «desierto», en el sentido de no habitado por personas.

El antropólogo argentino Miguel Alberto Bartolomé de la UNAM, en su artículo Los pobladores del desierto, analiza las implicancias del término «desierto» en la política e historiografía argentinas:

El «desierto» básicamente estuvo ubicado en la llanura pampeana y la Patagonia, una amplia región bajo dominio de las naciones mapuche, ranquel y het que resistieron con éxito la invasión española. La consideración del territorio indígena como desierto, permitió «invisibilizar» a los mapuches, ranqueles y het y proceder a una «Campaña del Desierto», eufemismo para denominar la guerra que el Estado Argentino realizó contra esos pueblos originarios a finales del siglo XIX, para arrebatarles la totalidad de su territorio, lo que finalmente sucedió. En Chile ese territorio era conocido como la Araucanía, es decir el país de los araucanos o mapuches.

Un mecanismo similar de invisibilización fue sistemáticamente aplicado a los afroargentinos, grupo al que se consideró «desaparecido» en algún momento de la segunda mitad del siglo XIX, sin que hasta el presente exista una explicación razonable para la desaparición de un sector que representaba el 30 % de la población total pocos años antes.

La investigadora Miriam Gomes sostiene:

También se ha desarrollado una política de invisibilización para con los inmigrantes de otros países latinoamericanos y sus descendientes, que en algunos casos han constituido comunidades mayores y más antiguas que las de la mayoría de los grupos europeos que migraron a la Argentina.

Más recientemente el Estado Argentino utilizó ampliamente la posibilidad de mantener en situación de «sin papeles» a un número imposible de conocer de migrantes, pero que suma cientos de miles de personas. A partir de 2006, como consecuencia de los Acuerdos Migratorios de 2002 celebrados entre Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, y Uruguay, a los que luego se sumó Perú, se ha establecido el derecho de todos los ciudadanos de esas naciones a vivir y trabajar libremente en cualquiera de esos países.

Isabel Santi, de la Universidad de París, sostiene:

La negación del racismo, incluso en sus formas más evidentes, es una característica del racismo en la Argentina que se repite en muchos otros países modernos y en particular latinoamericanos como Perú,[120]Brasil,[121]​ etc. La negación hace aún más difícil combatir el racismo porque este adopta la forma de un proceso sutil e insidioso.

Resulta habitual encontrar autorrepresentaciones de la Argentina como un «crisol de razas», un equivalente del «melting pot» estadounidense. En realidad la idea de asimilación cultural que subyace al concepto de crisol de razas tiende a emerger a través de manifestaciones racistas como la exaltación de una supuesta «raza argentina», y se opone a la idea de pluralismo cultural.[122]​ El concepto de una «raza argentina» fue desarrollado por José Ingenieros en su libro Sociología argentina (1913).

El pensamiento de José Ingenieros es citado del siguiente modo por el filósofo mexicano Leopoldo Zea:

Una manifestación de esto es el festejo oficial del 12 de octubre, día de la llegada de Cristóbal Colón a América, como Día de la Raza, establecido por el presidente Hipólito Yrigoyen y copiado en muchos países de América Latina.

En virtud de la negación del racismo, se han acentuado expresiones racistas encubiertas de tipo clasista (pobres, villeros, indigentes), de gustos musicales (cumbia, cuarteto), etc. En lugar de usar el «Negro de mierda» suelen usarse el mote negro villero, o eufemismos como negro de alma, negro de mente, negro de espíritu etc.

El auge de estas expresiones viene aparejada a una dinámica social hacia fines de los años noventa (ver sección Racismo en política) con la visibilidad del villero como actor social. Entrada en las décadas del siglo XXI, las nuevas formas de chivos expiatorios son dirigidas hacia los menores de edad marginales, quienes son estigmatizados con la delincuencia, la adicción a las drogas y la violencia desenfrenada.

Negro villero: Esta expresión refleja estigmas de territorio, clase y raza, la cual se interpela a partir de una sospecha generalizada sobre sus capacidades morales, laborales, e intelectuales.

En 1919 irrumpió en sociedad una banda armada conocida como la Liga Patriótica Argentina, un grupo xenófobo y antisemita fundado en el aristocrático Club Naval bajo el lema «Patria y orden», que atacaba a obreros, judíos, anarquistas y opositores políticos. Esta agrupación paramilitar agrupaba a hijos de las clases altas y contaba en el apoyo y soporte de sacerdotes, intelectuales, industriales, militares, terratenientes y políticos reaccionarios. Su presidente era el radical Manuel Carlés. Sus barrios de acción preferidos eran Once y Villa Crespo y el caso testigo, símbolo de la brutalidad de esta banda, es el asesinato de una niña de 13 años, Paulina Viviani, apuñalada por un soldado del ejército frente a su madre. La Liga Patriótica realizó en Buenos Aires el único pogrom de que se tiene registro en América.[124][125][126]

En Argentina, el racismo está íntimamente relacionado con la política en la oposición entre peronismo y antiperonismo. El antiperonismo desarrolló una amplia ideología racista tendiente a denigrar e infravalorar a los simpatizantes del peronismo, mayoritariamente pertenecientes a las clases trabajadoras y bajas.[127][2][128][129]

Básicamente el racismo antiperonista se basa en la identificación de los simpatizantes peronistas con «los negros» con un sentido abiertamente denigratorio.[2][128][129]​ En una histórica carta a su madre referida al bombardeo de la Plaza de Mayo por sectores antiperonistas, el Che Guevara utiliza varias veces el término «negros» a modo de ironía crítica imitando el modo en que hablaban los antiperonistas:

Uno de los términos racistas utilizados por el antiperonismo es «cabecita negra»,[2]​ ya tratado más arriba, para atribuirlo despectivamente a los simpatizantes del peronismo, generalmente asociado con los términos despectivos «negro» y «grasa».[2]​ El cuento de Germán Rozenmacher titulado precisamente Cabecita negra refleja con gran realismo las relaciones racistas que establecieron las clases medias de Buenos Aires con las nuevas clases trabajadores procedentes de las provincias, en el marco del conflicto peronismo-antiperonismo.[128]

Relacionado con este racismo político apareció también la denominación de «aluvión zoológico» para referirse a los peronistas. El escritor Julio Cortázar en su novela El examen de 1950,[131]​ recrea el siguiente diálogo entre un grupo de jóvenes antiperonistas que asisten a una manifestación peronista en la Plaza de Mayo:

En las décadas de 1960 y 1970 aparecieron organizaciones como Tacuara y la Triple A, este último un grupo parapolicial organizado y financiado desde el Estado, que tenían componentes nazis y antisemitas.[133][134]

Más recientemente, el racismo ha sido utilizado para atacar a los denominados piqueteros, en realidad organizaciones de desempleados que emergieron con fuerza en los años noventa. Una vez más el término «negra» y «negro» es utilizado ampliamente para referirse a sus miembros con un sentido sumamente peyorativo. El discurso «antipiquetero» suele relacionarse con el hecho de vivir en barrios carenciados (villas miseria), la criminalidad y la eventual condición de migrante: «villeros», «delincuentes», «boliguayos».[2]

El hecho ha sido reflejado por el periodista argentino Sergio Kiernan en un artículo publicado en el diario Página/12 con el siguiente título: «Cuando el piquetero pasa a ser “ese negro de mierda”».[135]

La madrugada del 4 de diciembre de 2013 la ciudad de Córdoba fue epicentro de una violenta ola de saqueos, aprovechando el acuartelamiento policial en reclamo de aumento de salarios al Gobierno de la Provincia de Córdoba. La reacción espontánea de algunos sectores sociales fue la estigmatización expresada a través de la humillación racial, utilizando la expresión "negro" en sentido peyorativo. Estos hechos coincidieron con el fallecimiento de Nelson Mandela, líder de la lucha contra apartheid en Sudáfrica, que los mismos sectores consideran como algo negativo. Esta paradoja cultural fue reflejada en una nota de opinión de Rodrigo López Tais publicada en el periódico La Voz del Interior, titulada "Negro de alma".[136]

El 22 de febrero de 2019 el Ministerio de Producción y Trabajo, publicó una imagen titulada: "Leyes Para la Transformación Productiva" con un gráfico que generó un fuerte repudio en las redes sociales.

La imagen representaba a la población como personas rubias, blancas y bien vestidas sostenían a una multitud de personas con pieles más morenas u oscuras. Haciendo referencia a que las personas blancas pagan impuestos, mientras que las personas negras no.

Lo cual muchas personas lo habían señalado como una carácter racista y discriminatorio al dibujo, que intenta homologar el aspecto físico a determinada situación económica, laboral y fiscal.[137][138]

En 2020 se produjo un escándalo debido a la difusión de varios mensajes racistas y discriminatorios enviados por jugadores que luego fueron seleccionados para integrar la selección mayor de rugby conocida como Los Pumas, incluyendo el capitán Pablo Matera.[139][140]​ Algunos de los mensajes decían lo siguiente:

El humor a través de los chistes racistas ha sido y es un modo eficaz universalmente de difundir y consolidar las ideologías racistas. En general se discute mucho cuáles son los límites del humor racista o étnico. Históricamente Sigmund Freud ya había distinguido los «chistes inocentes» de los «chistes tendenciosos»; estos últimos no son graciosos para ciertas personas aludidas directa o indirectamente en el chiste.[141]

El 3 de agosto de 1988, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, se sancionó la Ley 23.592, conocida también como Ley Antidiscriminatoria. Su ideólogo fue el abogado penalista Bernardo Beiderman.[142][143]

La ley contiene tres artículos básicos:

El 5 de julio de 1995, durante la presidencia de Carlos Menem, se sancionó la Ley 24.515 creando el INADI, que comenzó sus tareas en 1997.

El INADI es un ente descentralizado en la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con facultades para recibir denuncias, investigar, realizar campañas, y apoyar a las víctimas, en cuestiones relacionadas con toda forma de discriminación.

Víctor Ramos ―fundador del INADI y presidente de SOS Internacional― comenta el estado de la lucha contra el racismo en Argentina:

En 2008, la justicia argentina condenó a 22 años de prisión a un policía que lesionó e intentó asesinar a un joven por el solo hecho de ser boliviano. La pena reflejó el agravante contemplado en la ley antidiscriminatoria 23.592, cuando el delito «sea cometido por persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad».[144]



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