La esclavitud, como institución jurídica, es una situación en la cual una persona (el esclavo) es propiedad de otra (el amo).
La esclavitud se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica de aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como alternativa a otra posibilidad también usual, ejecutarlos. También fue la suerte de algunos pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de esclavo era la esclavitud por deudas o apremio individual. El florecimiento cultural de la Atenas de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en una economía basada en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que la esclavitud es un fenómeno natural. Con la transición del esclavismo al feudalismo, a partir de la crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de trabajo ya no era esclava. No obstante, la esclavitud no desapareció, y se mantuvo como una condición social más o menos marginal, según las zonas, durante toda la Edad Media y toda la Edad Moderna, renovándose su utilización masiva durante la colonización de América. El movimiento antiesclavista se desarrolló a partir de finales del siglo XVIII, culminando con la abolición de la esclavitud en la mayor parte de los países del mundo, no sin fuertes resistencias (como la Guerra de Secesión en Estados Unidos).
El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se celebra el 23 de agosto, mientras que el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre. Los tratados internacionales contemporáneos (Convención sobre la Esclavitud, 1926) recogen la prohibición de la esclavitud, que se considera como un crimen contra la humanidad. No obstante, sigue existiendo arraigada culturalmente en determinados países (India, Sudán, Mauritania) y ha reaparecido en otros bajo ciertas condiciones excepcionales, como es el caso de la mano de obra infantil esclava en el Sudeste asiático o determinados tipos de prostitución en todo el mundo.
Los primeros escritos en los que se tiene constancia de la presencia de esclavos en una gran civilización es en Mesopotamia durante la época sumeria, si bien muy limitada. En el Antiguo Egipto un número de esclavos suficiente como para tener cierta importancia social se dio solamente en algunos períodos, especialmente en el Imperio Nuevo. El origen de los esclavos provenía de las conquistas y no existía una regulación jurídica sobre los mismos. También eran recogidos por los traficantes de esclavos los niños abandonados, por ejemplo, en la puerta de las casas o en la columna lactaria, cuando el pater familias no quería reconocer su paternidad, ya que él poseía el poder del «ius exponendi». Un hombre libre también podía convertirse en esclavo para tener que pagar una multa por haber cometido algún delito.
Se debate si la cultura americana maya —que inventó la rueda—, y cuyo preclásico inicia 2000 años a. de C., no llegó a emplearla con fines utilitarios a causa de una sobreabundancia de esclavos.
La esclavitud como práctica social y económica fue usual en la antigüedad greco-romana, y ambas pueden considerarse las primeras sociedades «esclavistas» al estar sustentada su base económica por este sistema. El estatus social y el papel de los esclavos era considerado inferior, sin valor o inexistente en relación con una persona libre. La sociedad de la Antigua Grecia tenía fundamentada filosóficamente la esclavitud que, para Aristóteles era la garantía indispensable para que los hombres libres pudieran dedicar su tiempo a la política y buen gobierno de la ciudad. En la Antigua Roma la práctica de la esclavitud se regula, en algunas ocasiones al mínimo detalle, estableciéndose la manumisión como fórmula de liberación de los esclavos, siempre con causa. Del siglo V a. C. al siglo I es la época de mayor implantación y extensión de la esclavitud. Las guerras de conquistas emprendidas por la República romana significaron la adquisición de numerosos esclavos.
Estos protagonizaron tres guerras serviles y la última fue la más sangrienta (la de Espartaco). Dichas rebeliones fueron una causa de la caída de la república. Durante el Imperio romano empieza a remitir sobre todo por el agotamiento de las fuentes tradicionales de suministro de nuevos esclavos como resultado de la finalización de la expansión territorial romana (siglo I).
La noción de esclavitud, en la Antigua Roma, designaba las condiciones sociales más dispares. Un esclavo podía ser, tanto un criado o sirviente como el ministro de Economía del emperador, el profesor de griego y latín de los hijos de un legislador romano como un gladiador.
Los esclavos no poseían una habitación donde dormir, simplemente se acostaban en el suelo en cualquier rincón de la casa. Cada romano de mediana fortuna poseía, por lo menos, un par de esclavos. Salía de su casa acompañado generalmente por uno mientras el otro permanecía encerrado en casa. Los esclavos comían las sobras de la comida de sus amos, lo que, en un pueblo sin hambre, podía significar comer mejor que muchos hombres libres. La línea divisoria entre los hombres libres y los esclavos era muy importante. Los primeros no podían, legalmente, ser sometidos a tortura, ni quemados vivos ni apaleados. Los esclavos sí, por sus propios amos o por un juez.
Los esclavos no podían casarse ni ejercer la paternidad. El dueño de los hijos de los esclavos era el pater familias. Los mercaderes de esclavos recogían a los bebés abandonados que estaban expuestos en los santuarios para convertirlos en esclavos. Había esclavos que llegaban a ocupar cargos públicos en la administración de los bienes de sus amos pero también podían ser trabajadores del campo o artesanos: la mayoría de los artesanos o alfareros en Arezzo, por ejemplo, eran esclavos. Si no eran campesinos podían ser criados en el servicio doméstico. Un esclavo podía ser un cantante que cantaba para el amo, un arquitecto que construía para el príncipe, o un gramático.
En Europa, durante la Edad Media, persistió en zonas marginales, como Escandinavia, sobre todo de tipo agrario (al ser una sociedad rural) y doméstico, y en el Imperio Romano, con el avance del cristianismo, se fue suavizando la situación de los esclavos, con la subida al poder de Constantino I el Grande, ya se estaba produciendo una síntesis entre la romanidad cristiana y la germanidad pagana, lo que introdujo en el Imperio la servidumbre germánica, que fue legalizada como castigo más benigno que la condena a muerte, por el mismo Constantino mediante un edicto en el 322. Existe un intenso debate entre historiadores respecto a la cronología, las causas y las formas en que se produjo la desaparición de la esclavitud. Las posturas que sitúan la desaparición del sistema esclavista en fecha más temprana, en la época de las invasiones bárbaras del siglo V, serían las de los historiadores marxistas, incluido el propio Karl Marx; por otro lado, autores como Georges Duby o Pierre Bonnassie la sitúan en el siglo XI, en medio de la llamada revolución feudal. Según este último autor, el auge del esclavismo se daría en el siglo VII, en plena Alta Edad Media.
En todo caso, los siervos del siglo XII, a diferencia de los del siglo II, eran libres, o más bien semilibres, y gozaban de una serie de derechos y al menos en teoría podían denunciar a su señor si violaba esos derechos, pero estaban atados por compromisos de trabajo a la tierra y al señor feudal. En el mundo musulmán y en Bizancio también se mantuvo la tradición, recogiendo las antiguas costumbres romanas. A finales del siglo XV, la esclavitud en Europa era muy reducida, aunque ello más por razones de escasez que por desarrollo moral o filosófico, ya que la misma fue trasladada y sumamente extendida en el nuevo continente por las potencias europeas.
Diversas fuentes historiográficas cifran en un período superior a un milenio la duración del comercio de esclavos por los árabes musulmanes, estimándose en más de diez millones las personas sometidas a esclavitud, y que en algunas zonas marginales del mundo islámico se mantienen bajo diversas formas de servidumbre.mundo árabe tenían diversas procedencias, incluyendo el África subsahariana (principalmente zanj), el Cáucaso (principalmente cherquesos), Asia Central (principalmente tártaros) y Europa Central y Oriental (principalmente Saqaliba).
Los esclavos en elIbn Battuta ha afirmado multitud de veces que le fueron dados o que compró esclavos. Los esclavos eran comprados o capturados en las fronteras del Mundo Islámico y posteriormente importados hacia los principales centros, donde existían mercados de esclavos desde donde eran distribuidos. En los siglos IX y X, los esclavos negros del Zanj podrían haber constituido al menos la mitad de la población en el bajo Irak. Al mismo tiempo, varias decenas de miles de esclavos en la región eran importados también desde Asia Central y el Cáucaso.
Zanzíbar fue en un momento dado el mayor puerto de comercio de esclavos de África Oriental, y bajo los árabes Omaníes en el siglo XIX pasaban por la ciudad al menos 50 000 esclavos al año. Algunos historiadores han estimado que entre 11 000 000 y 18 000 000 (entre once y dieciocho millones) de esclavos africanos negros cruzaron el Mar Rojo, el Océano Índico y el Desierto del Sáhara entre el 650 DC hasta el 1900 DC, comparados con entre 9 400 000 y 12 000 000 (entre nueve millones cuatrocientos mil y doce millones) de africanos que pudieron haber sido llevados hacia América. Una de las razones para que las potencias europeas colonizaran cerca de todo el continente africano en el último cuarto del siglo XIX era el deseo de controlar el comercio de esclavos y la esclavitud en África.
Los esclavos de Europa central y oriental eran generalmente conocidos como Saqaliba (que se podría traducir por "eslavos"). Los moros, desde el siglo XVIII, también llevaron a cabo razzias en las zonas costeras del mar Mediterráneo y del océano Atlántico, siendo conocidos como piratas berberiscos. Se estima que capturaron alrededor de 1 250 000 (un millón doscientos cincuenta mil) esclavos blancos de Europa Occidental y de Norteamérica entre los siglos XVI y XIX.
Estos esclavos eran muy diferentes a los que surgieron tras la colonización europea de América, pero sí tenían bastante en común con los esclavos de la Antigua Grecia y Antigua Roma. La esclavitud era personal, esto es no hereditaria, los hijos de los esclavos eran considerados libres. Un esclavo podía tener posesiones e incluso ser propietario de otros esclavos. Podían comprar su libertad u obtenerla si demostraban haber sido maltratados, o si habían tenido hijos o se habían casado con sus amos. Al haber muerto su amo, si habían hecho un servicio excepcional, se les liberaba.
En el período de Colonización española de América, los españoles realizaron en algunas zonas del territorio americano un tipo de expedición armada, cuyo objetivo era encontrar indígenas con el fin de esclavizarlos; las cuales se denominaban Malocas.
Con la llegada y conquista de América, por parte de los europeos, se trazaron planes de expansión que exigían mano de obra barata. En un principio se esclavizó a los pueblos indígenas americanos pero la legislación española se planteó muy pronto la licitud de dicha práctica (gracias a los escritos de Bartolomé de las Casas y de la Escuela de Salamanca), e hizo que se importaran personas esclavizadas de África, que además tenían mayor resistencia física y a las enfermedades, especialmente las tropicales, comenzando así un comercio a gran escala de esclavos africanos: el comercio negrero.
Hacia el siglo XVII, hubo un gran incremento en el número de esclavos debido a su importancia como mano de obra, en las explotaciones agrícolas de gran extensión (sistema de plantaciones) en América del Norte, América del Sur y, principalmente, en el Caribe. No hay consenso sobre las cifras de la esclavitud en la época moderna. Se han propuesto 60 000 000 (sesenta millones) de secuestrados, de los cuales 24 000 000 (veinticuatro millones) fueron a parar a América, 12 000 000 (doce millones) a Asia y 7 000 000 (siete millones) a Europa, mientras que los 17 000 000 (diecisiete millones) restantes fallecerían en las travesías.
Este incremento en el comercio negrero fue acompañado, en la mayoría de los casos, por una fuerte ideología racista: los negros eran considerados seres subhumanos, asimilados frecuentemente a animales, sin tan siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto considerados, jurídicamente, como meros objetos o cosas. Aunque especialmente, el debate estaba inicialmente en si los individuos de raza negra tenían alma humana, puesto que en caso afirmativo esta actividad sería considerada ilegal por la Iglesia, lo que llevó a un fuerte movimiento para afirmar que las personas de raza negra no tienen alma.
En el caso de los indígenas de América, se había decidido que tenían alma, por lo que no se les podía esclavizar. De hecho, era costumbre en muchas plantaciones explotar al esclavo bajo severas condiciones hasta su muerte, pues salía más barato comprar nuevos esclavos que mejorar sus condiciones de vida, existiendo asimismo seguros que cubrían los denominados accidentes.[cita requerida] La fuente de esclavos fue África, y la isla de Gorea, colonia francesa, fue el lugar preciso donde se estableció el mercado de esclavos, también conocido como el lugar sin retorno y donde se separaban definitivamente las familias desintegradas por la esclavitud.
De forma similar, los árabes mantuvieron un importante tráfico de personas esclavizadas africanas, tanto a través de rutas cruzando el Sahara como a través de la costa oriental de África, fundamentalmente la Isla de Zanzíbar. Este comercio se extendió desde el siglo VII hasta el siglo XX y alcanzó proporciones similares o superiores al comercio negrero del Atlántico.
El número de personas esclavizadas procedentes de África varía, según distintas estimaciones, entre 10 000 000 y 60 000 000 (entre diez y sesenta millones) de personas entre los siglos XV y XIX. A los que hay que sumar los esclavizados en el mundo islámico (tanto europeos como africanos), en las culturas de la India y dentro de los estados africanos. Además, en el Imperio de Malí cerca de 9 000 000 (nueve millones) fueron traficados desde África Occidental al Magreb camino Sahara pero solamente la mitad sobrevivió al viaje. Los musulmanes traficaron además entre 1 y 1,25 millones de españoles, italianos y griegos desde el Mediterráneo y los Balcanes al Magreb y al Imperio otomano. Los árabes traficaron con millones de esclavos, 2 250 000 (dos millones doscientos cincuenta mil) en Zanzíbar entre 1450 y 1700.
A finales del siglo XIX, en el Califato de Sokoto había de 2 000 000 a 2 500 000 (de dos millones a dos millones y medio) de esclavos. En los años 30, la población esclava en Etiopía era de 2 000 000 (dos millones) en una población total de 8 000 000 a 16 000 000 (de ocho a dieciséis millones), según la Anti-Slavery Society. Se estima que en 1841 había de 8 000 000 a 9 000 000 (de ocho a nueve millones) de esclavos en India; tan solo Malabar tenía un 15 % de esclavos respecto al total de su población. Desde el principio de la colonización de Estados Unidos, unos 645 000 africanos serían exportados a aquella región como esclavos para las plantaciones. Además, cerca de 1 600 000 (un millón seiscientas mil) personas del Sahel fueron esclavizadas por los árabes y vendidos en territorios musulmanes.
Según el historiador británico Eric Hobsbawm, la cifra de esclavos africanos transportados a América sería de 1 000 000 (un millón) en el siglo XVI, 3 000 000 (tres millones) en el XVII y, durante el siglo XVIII, llegaría a los 7 000 000 (siete millones). Además el investigador Enrique Peregalli calcula que habría que añadir un 25 % de muertos durante las capturas y otro 25 % durante el viaje por el Atlántico. Hay que incluir que hasta el 10 % de los esclavos que trabajaban en plantaciones, minas y otros oficios morían cada año por las malas condiciones de vida y abusos laborales de sus amos y capataces.
El investigador Enrique Peregalli calcula que se transportaron desde Angola entre 3 000 000 y 4 000 000 (entre tres y cuatro millones) a América. En el siglo XVII en adelante, la mayoría de los esclavos capturados provenían de Nigeria y Angola, el 30 % del primero, cerca de 3 500 000 (tres millones y medio) de personas (de 1650 a 1860).
Según estimaciones de Hugh Thomas, de los 12 000 000 (doce millones) de africanos que llegaron vivos a América, tres millones eran originales de la República del Congo y Angola, dos millones de la Costa de los esclavos, 2 000 000 (dos millones) de Benín y Calabar, 1 500 000 (un millón y medio) de la Costa de Oro (Guinea), 1 000 000 (un millón) de Mozambique y Madagascar.
Durante el siglo XIX, a pesar del bloqueo británico, 1 000 000 (un millón) de esclavos fueron exportados a América desde Nigeria.
En los años treinta, la población esclava en Etiopía era de 2 000 000 (dos millones) en una población total de 8 000 000 a 16 000 000 (de ocho a dieciséis millones), según la Anti-Slavery Society.
En Madagascar, la esclavitud fue abolida en 1896, pero muchos de los 500 000 esclavos liberados permanecieron en los hogares de sus antiguos amos como sirvientes, otras fuentes cifran el número de emancipados en cerca de un millón, debe de mencionarse que dicha medida fue tomada tras la instalación de los franceses al gobierno de la isla.
El tráfico de esclavos logró un enorme desarrollo y crecimiento tanto para sus centros de exportación como de recepción; por ejemplo, Zanzíbar pasó de exportar entre 6000 y 10 000 esclavos anuales en 1811, a entre 40 000 y 45 000 en 1839, y Cuba pasó de tener 199 145 esclavos en 1817 a 369 000 en 1867. Por su parte, Luanda (en la actual Angola) hacía 1750 exportaba 5000 a 10 000 esclavos por año y Abomey (capital del reino de Dahomey) enviaba cargamentos anuales de 20 000 a inicios del siglo XVIII pero cayó a 12 000 en los principios del siglo XIX. Hacia 1843, se estimaba que en Mogadiscio la población era de 5000 personas, dos tercios de ellas eran esclavos (por lo que era llamada Ciudad de esclavos), y anualmente se exportaban cerca de 4000 esclavos. Desde Senegal, la cifra alcanzaba las 60 000 personas.
En cuanto a Mozambique, el número de esclavos llevados desde ahí a las islas del Índico son estimados en 495 439 entre 1720 y 1902. En el otro extremo del continente desde la costa de Guinea se exportaban cada año 40 000 esclavos durante el siglo XVI. Mientras que desde la Colonia del Cabo se exportaron 60 000 esclavos entre 1650 y 1800.
En cuanto a la población esclava, ya en 1492 en España había 100 000 esclavos negros y bereberes. Durante el siglo XVI, la Corona autorizó la introducción de 120 000 esclavos, aunque gracias al contrabando la cifra alcanzara hasta las 400 000 personas de color. Por su parte, en 1552, Lisboa estaba poblada por 10 000 esclavos (un 10 % del total de la ciudad). En 1675, los ingleses tenían en sus colonias del Caribe más de 100 000 esclavos africanos frente a los apenas 5000 de las colonias norteamericanas.
Entre 1650 y 1860, fueron importadas desde África hacia otros continentes de 10 000 000 a 15 000 000 (de diez a quince millones) de personas que llegaron con vida; 4 500 000 (cuatro millones y medio) al Caribe, 5 000 000 (cinco millones) a Brasil, 300 000 a Europa, 200 000 a México y 500 000 a los actuales Estados Unidos y la Sudamérica española. En total, durante el pico del comercio negrero en el siglo XVIII, cerca de 70 000 esclavos eran enviados de África a América.
Entre 1492 y 1870, se exportaron a la América española las siguientes cifras de esclavos:
La siguiente tabla muestra la población de esclavos en América hacia fines del siglo XVIII:
En tanto que en varias regiones la mano de obra de esclavos africanos reemplazó a la amerindia como principal fuerza laboral. En la siguiente tabla se muestra la exportación de esclavos hecha por cada imperio europeo:
Exportación de esclavos en las Américas entre los siglos XVI y XVII:
Población esclava en las Trece Colonias originales entre 1750 y 1860:
Población esclava en el sureste de Estados Unidos entre 1790 y 1860:
Estimación del número de viajes y esclavos transportados durante la trata africana (siglos XVI-XIX):
Esclavos entregados en todo el continente americano y en menor medida el europeo:
Regiones de donde provenían los esclavos:
Oficios a los que eran destinados los esclavos en América:
El mayor receptor de esclavos fue sin duda Brasil, superando incluso al Caribe. Unos 12 millones de africanos fueron capturados y llevados a Brasil,
Desembarque de esclavos africanos entre 1781 y 1855 en Brasil:
Población esclava de Brasil por provincia entre 1864 y 1887:
Sidney Mintz y Stanley Elkins consideran que existe una relación recíproca entre capitalismo y esclavitud, argumentando que conforme varía el dinamismo del capitalismo, el carácter represivo de la actividad laboral también varía. Lester Thurow sostiene que mientras la democracia es incompatible con la esclavitud, el capitalismo no lo es, por lo que la esclavitud suele reaparecer en la misma proporción que avanzan las formas autoritarias de gobierno. Existían seguros que retribuían la pérdida de esclavos por accidente durante el viaje, pero no por hambre. Por eso algunos negreros los arrojaban por la borda antes de que muriesen. La economía planificada por la que optan corrientes ideológicas como el marxismo ha sido descrita como una forma de esclavitud.
La RAE define esclavista como ‘partidario de la esclavitud’; con lo que más que a los propietarios de esclavos, se aplica a los que defienden sus intereses, activos como un movimiento social, y a la ideología que articula su visión de la sociedad, se identifique o se diferencie del racismo.
Desde la antigüedad, la historia del pensamiento político y social había aceptado de forma natural la esclavitud como uno de los aspectos del sistema social. Hay textos proesclavistas de Aristóteles, por ejemplo. No obstante, también debió haber contemporáneos de Aristóteles de opiniones opuestas, ya que él mismo las recoge:
[…]
La utilidad de los animales domesticados y la de los esclavos son poco más o menos del mismo género. Unos y otros nos ayudan con el auxilio de sus fuerzas corporales a satisfacer las necesidades de nuestra existencia. La naturaleza misma lo quiere así, puesto que hace los cuerpos de los hombres libres diferentes de los de los esclavos, dando a éstos el vigor necesario para las obras penosas de la sociedad, y haciendo, por lo contrario, a los primeros incapaces de doblar su erguido cuerpo para dedicarse a trabajos duros, y destinándolos solamente a las funciones de la vida civil, repartida para ellos entre las ocupaciones de la guerra y las de la paz […] Es evidente que los unos son naturalmente libres y los otros naturalmente esclavos; y que para estos últimos es la esclavitud tan útil como justa.
Por lo demás, difícilmente podría negarse que la opinión contraria encierra alguna verdad. La idea de esclavitud puede entenderse de dos maneras. Puede uno ser reducido a esclavitud y permanecer en ella por la ley, siendo esta ley una convención en virtud de la que el vencido en la guerra se reconoce como propiedad del vencedor; derecho que muchos legistas consideran ilegal, y como tal le estiman muchas veces los oradores políticos, porque es horrible, según ellos, que el más fuerte, sólo porque puede emplear la violencia, haga de su víctima un súbdito y un esclavo.
La patrística y el pensamiento cristiano medieval veían la esclavitud como una consecuencia del pecado, y consideraban justo que alguien fuera reducido a la esclavitud como alternativa a una muerte merecida, como la de un reo de pena de muerte. También justificaban la esclavitud de paganos hechos prisioneros en una guerra justa.
La principal argumentación de Tomás de Aquino sobre la esclavitud se deriva de su consideración de los textos de Aristóteles e Isidoro de Sevilla, y la construye partir de la siguiente «objeción»: La servidumbre entre los hombres es natural, ya que algunos son siervos por naturaleza, como muestra Aristóteles en el primer libro de la Política. Además, las relaciones de servidumbre pertenecen al derecho de gentes, como dice Isidoro. En consecuencia, el derecho de gentes es un derecho natural. A partir de ahí, concluye:
Los neotomistas españoles de los siglos XVI y XVII, muchos de ellos jesuitas, continuaban con argumentos similares, que justificaban el tráfico y posesión de esclavos (Antonio Diana, Tomás Sánchez de Ávila, Luis de Molina, Fernando Robello, Diego Avendaño). La opinión de Luis de Molina era más matizada, puesto que consideraba que la mayor parte de los reducidos a esclavitud lo habían sido injustamente, aun admitiendo los argumentos tradicionales favorables a la esclavitud; no obstante, tranquiliza la conciencia de los propietarios mientras no tengan pruebas de que sus esclavos fueron injustamente esclavizados.
En la Inglaterra de finales del siglo XVII, Locke, un racionalista liberal, reproduce la justificación tradicional de la esclavitud como alternativa a la muerte que está en la mano dar por un conquistador:
La ideología proesclavista fue especialmente importante en Estados Unidos entre 1789 y 1849, en el período previo a la Guerra de Secesión; donde los interesados en defender el "modo de vida del Sur" (Dixie) se vieron obligados a reaccionar al movimiento antiesclavista. Con anterioridad no había en la práctica una necesidad de defensa para una actividad que se había producido sin oposición destacable en todo el mundo hasta mediados del siglo XVIII (con la Ilustración y con algunos movimientos religiosos —cuáqueros—). Solamente a comienzos del siglo XIX, el movimiento abolicionista pasó a ser preocupante para los intereses esclavistas, a medida que el Reino Unido y otros países iban limitando el tráfico internacional de esclavos y establecían legislaciones abolicionistas.
A partir de la Independencia de los Estados Unidos, la esclavitud se convirtió en un tema de debate. En la primera década del siglo XIX, los estados del Norte fueron aprobando sucesivamente legislaciones emancipadoras, mientras que en los estados del Sur se rechazaban. Hacia 1810, el 75 % de los esclavos del Norte habían sido librados, y virtualmente todos en la siguiente generación. Los argumentos antiesclavistas, además de filosóficos y morales, eran económicos y sociales, al destacar su ineficiencia (especialmente en las zonas donde prevalecieron). Incluso en un estado sudista y esclavista como Virginia, en la coyuntra de 1783 a 1812, que implicó un parcial abandono del cultivo del tabaco en favor de otros menos intensivos, se produjeron liberaciones de esclavos en una escala que no se volvió a presenciar hasta 1865. Las razones económicas para ello desaparecieron en las décadas centrales del siglo, cuando la demanda internacional de azúcar y algodón creció, y la compra de Luisiana abrió vastos nuevos territorios ideales para la economía de plantación. El incremento del número de esclavos y la cada vez mayor singularidad de su situación en el panorama internacional generaron cada vez más críticas al esclavismo del Sur, lo que obligó a respuestas pro-esclavistas cada vez mejor articuladas.
Discursos como el famoso Mudsill Speech (‘discurso del barro’) de James Henry Hammond en 1858, y el de John C. Calhoun en el Senado de Estados Unidos en 1837, articularon los argumentos políticos pro-esclavistas de la fase que puede calificarse de madurez del movimiento (desde finales de la década de 1830 al comienzo de la de 1860). Estos teóricos dieron cuerpo a los puntos de vista y a la sensibilidad de clase de una parte sustancial de la sociedad sureña. Partían del hecho de que la base de la mayor parte de las sociedades históricas era la existencia de una clase de desposeídos de la tierra, que presentaban como inherentemente transitoria y fácilmente manipulable, lo que la convertía en una fuerza desestabilizadora de la economía, la sociedad, el gobierno y el desarrollo pacífico y armonioso de las leyes: la mayor amenaza a la democracia. La desigualdad humana era vista como una constante evidente, que se expresaba en la mudsill theory de Hammond (un rico propietario sureño): el mudsill ("barro"), como cimiento, soporta al edificio. A los no-blancos, cuya disposición natural para los trabajos inferiores se daba por cierta (cuestión presente pero no central, ya que el componente racista es solamente una parte de esta argumentación, fundamentalmente socio-política), no se les debía permitir la participación en la sociedad democrática, sino solo a los blancos, elevados a la categoría de «ciudadanos», que así podían dedicarse a tareas más elevadas, que hacen avanzar a la civilización. Cualquier esfuerzo por igualar a razas o clases iría, por tanto, en contra de la propia civilización y del bien común de la sociedad en su conjunto, puesto que la desigualdad social, y concretamente la esclavitud, se entienden como necesarias para el bien común de todos: tanto de esclavos como de propietarios. Estos argumentos estaban también presentes en la retórica de los políticos del Partido Demócrata como Calhoun.
Los intereses de los traficantes de esclavos (actividad que pronto quedó fuera de la ley, pero que se mantenía clandestinamente) y de los propietarios de esclavos de las Antillas españolas fueron defendidos a lo largo del siglo XIX con gran eficacia por lo que se ha denominado historiográficamente como partido negrero, que en vez de actuar como un partido político lo hacía como un grupo de presión. Entre ellos destacaron personalidades tan notables como Antonio López y López (ennoblecido con el título de marqués de Comillas), Francisco Romero Robledo o los hermanos Cánovas del Castillo (José Cánovas del Castillo y Antonio Cánovas del Castillo —el líder conservador—), muchos de ellos «indianos» (es decir, retornados a la Península tras enriquecerse en América).
El alquiler de esclavos fue una institución que tuvo considerable desarrollo tanto en la antigüedad como en el mundo moderno y colonial, implicando un sistema transicional de un modo de producción a otro, al ser forma intermedia entre la esclavitud absoluta y otras formas de trabajo feudal o capitalista.
Si en el mundo antiguo estuvo asignada su aplicación al afán de lucro y la necesidad de aumentar la productividad del trabajo del esclavo por la consiguiente decadencia en la producción general, en el mundo moderno no habría sido muy diferente, debiendo expandirse su aplicación con la decadencia de la misma esclavitud, especialmente cuando una potencia esclavista como Inglaterra se convertía en campeona de la liberación de la esclavitud al considerarla onerosa e improductiva frente a las crecientes relaciones salariales emergentes de la revolución industrial.
Para el mundo moderno, posteriormente a la conquista de América, los usos y costumbres diferenciaron el trato a los esclavos negros en las colonias españolas y portuguesas de las colonias inglesas, siendo en las primeras más humano y benigno que en las segundas, debido a la legislación existente en las metrópolis, a diversas concepciones sobre la esclavitud, e incluso, a los diferentes tipos de producción en que era empleado el esclavo.
En la península ibérica el negro encontró un marco legal y moral respecto a la esclavitud, debido a la experiencia aportada por la reconquista cristiana católica frente al Islam. La larga tradición derivada del Código de Justiniano encontraría una acabada elaboración y continuación en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio.
Como tal legislación fue transferida a América, rigió en todas las cuestiones atinentes a la esclavitud negra. Debido a la importante influencia cristiana católica sobre la igualdad de todos los hombres ante Dios, las leyes favorecían la manumisión, alentando al amo a liberar a sus esclavos y a éstos a tratar de liberarse a través de los medios legales a su disposición.
En Buenos Aires y otras ciudades del Virreinato del Río de la Plata, la esclavitud no fue cruel, especialmente para aquellos negros que estaban dedicados al servicio doméstico. Recibían trato humanitario y tenían poco trabajo, lo cual redundaría en que muchos de ellos no buscaran ser liberados, prefiriendo permanecer cómodamente en casa de sus amos. En las ciudades desempeñaban la mayoría de las artes, profesiones y oficios, estando las casas de los españoles y criollos llenas de ellos, porque otorgaba nivel social y prestigio a sus amos poseer esclavos.
Un cronista de principios del siglo XIX tipificaba su concreción en estas tierras:
Eduardo Saguier, estableció que en el Río de la Plata era de común existencia en las ciudades, tanto en la producción artesanal como en el servicio doméstico, una esclavitud estipendiaria, en la que los amos obligaban a sus esclavos a contribuir con un tributo llamado jornal, consistente en un gravamen individual pagado en moneda. Tal tributo obligaba al esclavo a alquilar su fuerza de trabajo fuera del dominio del amo, o también, a producir mercaderías para venderlas en el mercado colonial, el cual se enriquecía con una mayor oferta de mano de obra. El esclavo a jornal poseía derechos diferenciados respecto a otros tipos de esclavos.
En Córdoba, Argentina, si bien son pocos los casos encontrados documentalmente, parecen demostrativos de su existencia y concreción práctica, aunque no de su extensión en la sociedad. También parece relevante que en muchos casos no aparezcan claramente anotados los esclavos alquilados, como si fuera su institución algo propenso a ser ocultado, o al menos minimizado en una sociedad tradicionalmente jerárquica y estratificada como la cordobesa.
Las anotaciones en los conventos denotan que luego de la venta de esclavos, los jornales eran el segundo ingreso que poseían, aunque en muchas ocasiones no aparezcan debidas aclaraciones del tipo de trabajo desempeñado ni de quien lo desempeñaba. Además, las cifras de jornales consignadas allí estarían adulteradas, o serían meramente indicativas de la existencia de esclavos jornalizados, al representar montos mucho más bajos de lo probable.
A partir del siglo XVIII, empiezan a ser importantes los movimientos abolicionistas de la esclavitud. Dos razones fundamentales existen para ello: el surgimiento de un nuevo orden filosófico y político a partir de las ideas de la Ilustración, que tienen su punto culminante en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en la Revolución francesa, y el surgimiento de un nuevo orden económico a partir de la Revolución industrial que se iniciara en Inglaterra, que hizo que el sistema esclavista fuera menos conveniente que el sistema de trabajo remunerado. De hecho existe una correlación directa entre industrialización y abolicionismo.
En la Francia revolucionaria, el 4 de febrero de 1794, bajo los Jacobinos, la Convención abolió la esclavitud, aunque esta disposición sería revocada años más tarde por Napoleón.
El movimiento abolicionista en el Reino Unido comienza a ser desarrollado por los cuáqueros y muy especialmente por la actuación de Thomas Clarkson quien en siete años recorrió 35 000 millas a caballo para dar a conocer los horrores del esclavismo. El hecho de que en 1831 se produjera en Jamaica la revuelta más importante en territorio Británico protagonizada por 20 000 esclavos liberados que quemaron más de cien plantaciones, convenció al gobierno británico de la imposibilidad de mantener el régimen.
En América, como parte de la sublevación indígena de corte independentista del líder inca Túpac Amaru II (que abarcó el Virreinato del Perú, el Virreinato del Río de la Plata, e impactó en otras regiones), se proclamó por primera vez en el continente la abolición de la esclavitud el 16 de noviembre de 1780, al emitirse el Bando de Libertad en Tungasuca (Cusco).[cita requerida] El sofocamiento militar del proceso por parte de los gobiernos virreinales españoles abortó esta posibilidad.
En las nuevas naciones americanas la abolición, muchas veces precedida por la libertad de vientres, se produjo durante el proceso independentista, en algunos casos y en otros durante los primeros años de la independencia. El primer país en el que se abolió la esclavitud fue Haití en 1803.[cita requerida] En México fue Miguel Hidalgo, el 6 de diciembre de 1810, quien abolió la esclavitud mediante decreto —sin embargo, el decreto oficial se publicó el 15 de septiembre de 1829—. Le siguieron Chile en octubre de 1811, por bando del gobierno de José Miguel Carrera y oficial y definitivamente refrendado en la Constitución de 1823, y las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1813 y de manera definitiva en 1853. Entre los últimos países en abolir la esclavitud se encuentran Cuba, bajo dominio español, en 1888, y Brasil en 1888. Las revoluciones cubanas contra el dominio español de finales del siglo XIX se sustentaron en gran medida en el lento proceso de abolición de la esclavitud realizado por las autoridades españolas.
La Convención sobre la Esclavitud, promovida por la Sociedad de Naciones y firmada el 25 de septiembre de 1926, entra en vigor desde el 9 de marzo de 1927. Termina oficialmente con la esclavitud y crea un mecanismo internacional para perseguir a quienes la practican. Las Naciones Unidas, como heredera de la Sociedad de Naciones, asume los compromisos de la Convención.
Las Siete Partidas, código legal de Alfonso X el Sabio de larga vigencia, afirman (IV, 23, 8) que la esclavitud es «la más vil cosa de este mundo» después del pecado; España suscribió en 1814 tratados bilaterales con Inglaterra (que trataba de influir en las reuniones internacionales, en este aspecto), en los que se prohibía el comercio de esclavos.
La abolición legal de la esclavitud en la España peninsular llegó en 1837 y excluía a los territorios de ultramar, dada la presión ejercida por la oligarquía de Cuba y Puerto Rico, que amenazaron con anexionarse a Estados Unidos. En la península ibérica la esclavitud había acabado, de hecho, con la liberación —por parte del embajador del sultán de Marruecos— de los esclavos musulmanes de Barcelona, Sevilla y Cádiz, mediante su compra en 1766.
En lo que respecta a las colonias en una fase que va desde principios del siglo XIX hasta 1860, solo defendieron la abolición la presión británica y algunas personalidades aisladas que no tuvieron éxito.
La presión inglesa logró la promulgación de la citada ley de 1837 de abolición de la esclavitud en la España metropolitana y las no respetadas leyes de prohibición del tráfico negrero de 1817 y 1835 y de persecución del mismo de 1845 y 1867. Tras la Guerra de Secesión, Estados Unidos se sumó al Reino Unido en sus presiones abolicionistas sobre España.
El 2 de abril de 1865, se crea la Sociedad Abolicionista Española por iniciativa del hacendado puertorriqueño Julio Vizcarrondo, que se había trasladado a la península tras haber liberado a sus esclavos. El 10 de diciembre del mismo año funda su periódico El Abolicionista, que contaba con el apoyo de políticos que fraguaron la Revolución de 1868, «La Gloriosa» que destronó a Isabel II.
Como consecuencia de ello, siendo ministro de ultramar Segismundo Moret, se promulgó en 1870 una ley llamada de “libertad de vientres” que concedía la libertad a los futuros hijos de las esclavas y que irritó a los esclavistas. En 1872 el gobierno de Ruiz Zorrilla elaboró un proyecto de ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico.
Contra este proyecto se desató una feroz oposición. Para coordinar la acción opositora se crearon en varias ciudades, como Madrid, Santander, Cádiz o Barcelona, Círculos Hispano Ultramarinos de ex residentes de las Antillas y se impulsó también la constitución en varias ciudades de la «Liga Nacional» antiabolicionista. Instigaron plantes de la nobleza al rey Amadeo de Saboya, conspiraciones, campañas de prensa y manifestaciones callejeras, como la del 11 de diciembre en Madrid, que tuvo como réplica la que organizó en esta ciudad la Sociedad Abolicionista Española el 10 de enero de 1873. Tal crispación se explica, pues se veía en la liberación de los 31 000 esclavos de origen africano en Puerto Rico un temido preámbulo de la liberación de los casi 400 000 esclavos cubanos.
Precisamente, la oposición a este proyecto de ley abolicionista fue uno de los elementos más visibles, en la prensa conservadora, de crítica al rey Amadeo, reprochándole que no se enfrentase de forma dudosamente constitucional a un Parlamento dominado por una alianza, en esta cuestión, de monárquico-progresistas (como el mismo jefe de gobierno Ruiz Zorrilla) y de republicanos (como Castelar o Pi Margall). Según el Diario de Barcelona, el 7 de febrero de 1873 se hubiese producido un golpe militar si el rey lo hubiera legitimado con su apoyo. En su lugar, Amadeo ratificó la orden del gobierno de disolver el arma de artillería. A continuación, abdicó el 11 de febrero.
La ley por la que se abolía la esclavitud en Puerto Rico fue finalmente aprobada el 25 de marzo de 1873, un mes después de la abdicación del rey y de haberse votado la proclamación de la Primera República Española. En 1877, el historiador cubano José Antonio Saco termina de imprimir su monumental Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días (París, 1875-1877, 4 vols.). Pero Cuba tuvo que esperar siete años más que Puerto Rico, ya que la definitiva abolición no llegó hasta el 17 de febrero de 1880, ya en el reinado de Alfonso XII.
En el Imperio británico sucesivas medidas legislativas (1807, 1827, 1833 y 1834) prohíben primero la trata y posteriormente declaran abolida la esclavitud. La mayoría de los países europeos, en muchos casos bajo presión británica, hacen lo propio entre 1830 y 1860. Sin embargo, estas nuevas leyes «proteccionistas» de los derechos humanos eran solo la fachada de lo que mucho tiempo después comenzó a implementarse, ya que extraoficialmente las principales potencias siguieron durante mucho tiempo con el tráfico de personas.
No olvidemos que la modernización europea de la mano de la revolución industrial se llevó a cabo gracias a toda la mano de obra «gratis» que proporcionó la esclavitud. Tan solo se emplearon unos 30 barcos y 1000 personas para reprimir el tráfico negrero entre los años 1808 y 1870.
La Asamblea del Año XIII de las Provincias Unidas del Río de la Plata dictó la libertad de vientres el 31 de enero de 1813, de manera que los hijos de una mujer esclava nacían libres:
A partir del 1 de mayo de 1853 en que entró en vigencia la Constitución de la Confederación Argentina, quedó abolida definitivamente la esclavitud. En su artículo 15 decía:
Al incorporarse el Estado de Buenos Aires en 1860, se agregó este párrafo final:
La primera ley abolicionista de Brasil, La Ley de Vientre Libre, fue promulgada el 28 de septiembre de 1871 por el gabinete del Vizconde de Rio Branco. Esta ley dio la libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir de esa fecha, aunque los mismos continuaban bajo la tutela de sus dueños hasta cumplir los 21 años de edad.
En 1880, Joaquim Nabuco y José de Patrocínio crean la Sociedade Brasileira Contra a Escravidāo que será el primer paso para el desarrollo de una fuerte campaña abolicionista a la cual se sumarán abogados, intelectuales, periodistas y la Iglesia Positivista de Brasil entre otros. Cabe destacar la actuación del ex esclavo y abogado Luis Gama, uno de los héroes de la causa abolicionista.
En 1885, debido a la presión ejercida por la opinión pública y la posición abolicionista europea se promulga la Ley Saraiva-Cotegipe (conocida como Ley de los Sexagenarios) que daba la libertad a los esclavos con más de 60 años. Por fin, un 13 de mayo de 1888, el Gobierno Imperial, a través de la Princesa Isabel, firmó la llamada Ley Áurea, que abolió la esclavitud en Brasil.
Un pequeño número de personas africanas fueron llevadas por la fuerza como esclavas a Nueva Francia, Acadia y la posterior Norteamérica británica durante el siglo XVII. Aquellos en Canadá provenían de las colonias británicas en lo que hoy es Estados Unidos, ya que ningún cargamento de mercancías humanas fue hacia Canadá directamente desde África. Se cree que el número de esclavos en Nueva Francia fue de cientos. Eran sirvientes de la casa y trabajadores agrícolas. No había grandes plantaciones en Canadá y, por lo tanto, no había grandes fuerzas de trabajo esclavo como las que existían en la mayoría de las colonias europeas en el sur de América, desde Virginia hasta las Indias Occidentales y Brasil.
La esclavitud en Canadá fue legal hasta la declaración de la Ley de Abolición de la Esclavitud de 1833.
El 24 de abril de 1824 las Provincias Unidas de Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) abolieron la esclavitud en su territorio mediante los «Decretos sobre la libertad». Al desintegrarse la Federación años después, la abolición se preservaría en todos estos países.
En Chile en 1780 se planteó la abolición de la esclavitud en la fallida conspiración de los tres Antonios. Convocado el 4 de julio de 1811, el primer Congreso Nacional estableció el 15 de octubre siguiente, por iniciativa del congresista Manuel de Salas, la «libertad de vientres» —que consistió en declarar libres a los hijos de esclavos que nacieran a partir de ese instante en el país; asimismo, se declararon sus vientres «igualmente libres» para evitar acciones fraudulentas, como la venta de las madres en el extranjero—; además, el bando agregó que todos los esclavos que permanecieran más de seis meses en el territorio o que estuviesen de paso quedaban libres.
En 1818, y a consecuencia de la participación de batallones de esclavos negros entre las victoriosas fuerzas patriotas pertenecientes al Ejército Libertador de los generales José de San Martín y Bernardo O'Higgins, se les prometió la libertad total.
En 1823, José Miguel Infante presentó en el Congreso un proyecto de ley que propuso la abolición total de la esclavitud —entonces, Chile contaba con aproximadamente entre 3000 y 5000 esclavos negros y pardos—. La nueva ley, aprobada el 24 de julio de dicho año, señalaba que eran libres todos aquellos nacidos desde 1811 en adelante, y sus descendientes.
Finalmente, bajo el gobierno del director supremo Ramón Freire, se abolió la esclavitud de manera definitiva en diciembre de 1823 por medio de la Constitución de ese año, que recogía las ideas de Infante:
De esta forma, Chile se convirtió en el segundo país del mundo, tras Dinamarca (1792), y el primero de Hispanoamérica en hacerlo oficialmente.
La actual Constitución de 1980, en su artículo 19.º, también rinde tributo a Infante en su redacción:
En 1810, durante la creación del efímero Estado de Cartagena, se prohibió totalmente la trata y comercio de esclavos negros. En 1816, Simón Bolívar promovió el enrolamiento de esclavos al ejército independentista con la promesa de libertad casi inmediata, pero no fue hasta 1821 durante el Congreso de Cúcuta que se inició un proceso político serio en búsqueda de la abolición de la esclavitud. Por iniciativa de José Félix de Restrepo se promovió la libertad de vientres, obligando también a los esclavistas a vestir y alimentar a los hijos libertos. La Constitución de Cúcuta en los artículos 1 y 15 reza:
En 1823, se declaró la total prohibición del comercio de esclavos. Finalmente, luego de dificultades y violaciones a la iniciativa, el 21 de mayo de 1851 se decretó la libertad de los esclavos a partir del 1 de enero de 1852, comprometiendo al Estado a pagar a los propietarios una indemnización a través de bonos.
El que la isla y gran parte de las Antillas Españolas no se independizaran hasta el fin del siglo XIX, significó que, por un lado, se atrasase la abolición y, por otro, que parte de la iniciativa vino desde abolicionistas de España. En 1868, el revolucionario Carlos Manuel de Céspedes proclama: "Cuba libre es incompatible con Cuba esclavista".
En 1880, las Cortes españolas aprueban la ley de «Patronatos», aunque sea llamada la Ley de Abolición de la esclavitud en Cuba, que fue firmada por el propio Rey Alfonso XII, pero deja pendiente el problema. La Reina Regente María Cristina firmó en 1886 una Orden Real que puso fin a los Patronatos, acabando con la esclavitud en Cuba.
La tesis abolicionista se discutía en la América Andina desde la época de Bolívar. Sin embargo, no tuvo gran acogida, debido fundamentalmente a que las sociedades andinas no habían llegado a la época de desarrollo industrial. Al basar su economía en la explotación agrícola, les era indispensable mantener la esclavitud. Esto fue comprendido por Bolívar, quien prefirió dejar la manumisión de los esclavos para después de afirmada la unidad gran-colombina. Al no resolverse nunca este primer escollo, quedó la abolición como una tarea pendiente de la generación de los libertadores.
En la República del Ecuador, la manumisión de los esclavos fue proclamada el 24 de julio de 1851 por obra de José María Urbina, cuando era Jefe Supremo. Cuando Urbina decretó la manumisión de los esclavos, estableció un sistema de indemnización a los examos, y para tal efecto, gran parte del presupuesto estatal de los años 1851 y 1852 se destinó a este fin.
Esta medida sería ratificada por la Asamblea Nacional Constituyente el 18 de septiembre de 1852. La Asamblea Constituyente debatió fuertemente entre la abolición inmediata y la abolición escalonada (a plazos). Los representantes de la región Costa defendían la abolición inmediata, pues su sistema de producción agrícola necesitaba más trabajadores, los cuales llegarían una vez liberados de su esclavitud en la región Sierra. Esta tesis se impuso y los esclavos fueron liberados de inmediato. Muchos libertos de la Sierra migraron a la Costa. La reacción de los terratenientes serranos contra la abolición de la esclavitud fue tal que terminó derrocando al sucesor de Urbina, Francisco Robles, y sumió al país en la crisis más grande de su historia (1859) en que casi desaparece el país.
La tradición liberal de algunos estados del norte de los Estados Unidos ofrecía un terreno propicio a los abolicionistas. Las medidas abolicionistas comenzaron siendo locales. La motivación económica era fundamental para estar a favor o en contra de la trata de negros. Las rivalidades económicas aumentaban la oposición entre el Norte y el Sur.
Los movimientos humanistas y los religiosos protestantes, la influencia de teóricos ingleses como William Wilberforce o Robert Owen y, las nuevas teorías sociales derivadas de la literatura romántica, tuvieron una influencia fundamental en las ideas antiesclavitud de los norteños.
La esclavitud en Estados Unidos se fue reduciendo de a poco y los independentistas creían que iba a desaparecer. Una ordenanza de 1787 prohibía la propagación de la esclavitud hacia el noroeste. En 1793, aparecía la máquina desgranadora de algodón. En 1808, se prohibía la trata y se impedía la entrada de nuevos esclavos negros. Esto llevó a muchas peleas intestinas porque los plantadores del sur no estaban dispuestos a arriesgar la economía de esa región. Se discutía si el poder federal debía respetar las tradiciones de los estados viejos y si tenía el derecho de prohibir la entrada de nuevos esclavos en sus territorios.
En los viejos estados del litoral, como Virginia, Delaware o Maryland el número de esclavos aumentaba. En los territorios nuevos, con las grandes plantaciones de tipo industrial, de algodón o caña de azúcar, las condiciones de los esclavos eran cada vez peores.
A comienzos del siglo XIX, la plantación patriarcal típica de Virginia tendía a desaparecer. Lo que más proliferaban eran las pequeñas plantaciones explotadas por los blancos pobres. La esclavitud se extendía cada vez más en condiciones miserables y contrarias a los pensamientos de los hombres del norte y el oeste. Permitir la entrada de nuevos estados generaba desestabilización. En 1818 ya había 11 estados que no aceptaban la esclavitud, mientras que 10 estados sí tenían esclavos. El estado de Misuri solicitaba ser aceptado como Estado de la Unión pero era un estado esclavista y esto traía un desequilibrio político. Los estados del norte solo lo aceptaron después de que ingresara también el estado de Maine que no toleraba la esclavitud. También se prohibió la esclavitud en la parte norte de Luisiana.
En 1831, una revuelta de esclavos había generado matanzas en Virginia. En 1831, los extremistas de William Lloyd Garrison exigían la abolición inmediata de toda forma de esclavitud en todo el territorio de la Unión. En 1848, llegaron contingentes de inmigrantes europeos con la oleada revolucionaria que acabó con la Europa de la Restauración y el predominio del absolutismo en el continente europeo. Estos inmigrantes traían ideas contrarias a la esclavitud.
Texas no tuvo problemas en incorporarse pero la cesión de territorios por parte del estado de México generó dificultades ya que si lo aceptaban, iba a haber mayor cantidad de estados esclavistas que de adversarios de la esclavitud. Eso exacerbó las disputas internas, en especial en el caso del estado de California que cortaba en dos la Línea Mason-Dixon, que separaba el norte abolicionista del sur esclavista. Finalmente California logró la entrada como Estado de la Unión como estado sin esclavos, al igual que Nuevo México, que estaba al sur. Con el Convenio de Clay en 1850 se reconocía a los estados esclavistas el derecho de penetrar en los estados abolicionistas para buscar a los esclavos fugitivos que se hubieran escondido allí. Esto generó muchísimos incidentes y los estados del norte protestaron cuando los del sur lograron que se votase que los nuevos estados, independientemente de su posición geográfica, debían decidir en el momento de su ingreso a la Unión su aceptación o rechazo hacia la esclavitud. Las diferencias de criterios generaban verdaderos conflictos que, a su vez, eran estimulados con armas y dinero.
La crisis económica de 1857 acrecentó la oposición entre los estados del norte y los del sur. Los del sur pretendían vender sus materias primas cosechadas por esclavos pero los del norte estaban interesados en la industrialización y no en el trabajo esclavo. El conflicto entre proteccionistas y librecambistas acentuó las disputas. En 1859, el abolicionista John Brown sublevó a los esclavos de Virginia luego de atacar el arsenal de Harper's Ferry, un depósito de municiones del ejército. Brown fue rápidamente capturado, juzgado y sentenciado a la horca. Tras su ejecución muchos habitantes del Norte lo aclamaron como mártir.
Los del sur, conducidos por Jefferson Davis tomaron posiciones extremistas también y produjeron la ruptura del Partido Demócrata de los Estados Unidos con lo cual permitieron la elección del candidato del Partido Republicano de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, quien en su programa de gobierno proponía, además del proteccionismo, entre otras cosas, la abolición de la esclavitud. La esclavitud y la oposición a la misma fueron algunas de las causas de la llamada Guerra de Secesión. En la Guerra de Secesión los dos bandos enfrentados fueron las fuerzas de los estados del Norte (la Unión) contra los recién formados Estados Confederados de América, integrados por once estados del Sur que proclamaron su independencia. Finalmente el sur cayó derrotado.
La abolición de la esclavitud comenzó durante la guerra con medidas que la ordenaban en todo el territorio y en el distrito federal en 1862. Oficialmente, la Proclamación de Emancipación del 1 de enero de 1863, fue la declaración realizada por el presidente estadounidense Abraham Lincoln que anunció la libertad de todos los esclavos de los estados en rebeldía. La proclamación no nombra los estados esclavistas de Kentucky, Misuri, Maryland y Delaware, que nunca declararon su secesión, por lo que no liberó los esclavos de esos estados. Tennessee ya había vuelto al control de la Unión, por lo que también resultó exento. Virginia fue nombrada, pero se establecieron exenciones para los 48 condados que estaban en el proceso de creación de Virginia Occidental, así como otros 7 condados y 2 ciudades. Nueva Orleans fue específicamente exenta y 13 distritos de Luisiana, todos los cuales estaban ya mayormente bajo control federal en el momento de la proclamación. La Proclamación de Emancipación fue en su momento criticada por liberar únicamente los esclavos que se encontraban en territorio fuera del control de la Unión, es decir, aquellos para los que no iba a surtir efecto inmediato sino conforme avanzara la conquista de los estados rebeldes. Aunque la mayoría de los esclavos no fueron liberados inmediatamente, la proclamación de Lincoln liberó a miles de esclavos el mismo día en la que tuvo efecto en buena parte de nueve de los diez Estados en los que la orden era efectiva (la excepción fue el estado de Texas). En 1864, el presidente Abraham Lincoln fue reelecto y en 1865, la 13.ª enmienda de la Constitución decretaba la abolición de la esclavitud en todo el ámbito de la Unión.
En Haití, la esclavitud se abolió en 1803, convirtiéndose este en el primer país en el que se abolió la esclavitud en el continente.[cita requerida]
Miguel Hidalgo y Costilla consideró el problema de los esclavos como algo que había que «remediar en lo más urgente» y por decreto del 6 de diciembre de 1810 en la ciudad de Guadalajara (Jalisco) decretó la abolición de la esclavitud:
Sin embargo, este decreto no abolió oficialmente la esclavitud en la República Mexicana. El decreto oficial llegó el 15 de septiembre de 1829, durante el gobierno del presidente José María de Bocanegra. En el artículo 30.º del acta Constitutiva se declaró lo siguiente:
A pesar de que formalmente en México la esclavitud estuvo prohibida, en vísperas de la revolución el ensayo periodístico México Bárbaro, escrito en 1908 por el periodista John Kenneth Turner, documentó el tráfico y venta de personas indígenas a gran escala en el interior de México durante el gobierno de Porfirio Díaz en lugares como Yucatán y Valle Nacional. Además, en 1835, la abolición de la esclavitud fue una de las principales causas de la Revolución de Texas.
En la Gran Colombia, la esclavitud fue abolida en 1851. Durante la presidencia de José Hilario López, el Congreso neogranadino decretó la abolición de la esclavitud mediante ley el 21 de mayo de 1851 en el artículo n.º 1 que, desde el 1 de enero de 1852, serían libres todos los esclavos que existían en el territorio de la República de la Nueva Granada que incluía los actuales países de Colombia y Panamá.
La esclavitud fue abolida por decreto del presidente Ramón Castilla el 3 de diciembre de 1854, en esta proclama que «restituye, sin condición alguna, la libertad de los esclavos y siervos libertos, cumpliendo solemnemente un deber de justicia nacional», se compra a los esclavos a nombre del Estado y se da la libertad. Este decreto sirvió para que de dos a tres mil esclavos se sumaran al ejército de Castilla que combatía contra José Rufino Echenique y fue decisivo en su triunfo en la batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855. Cabe indicar que en tiempos del Virreinato del Perú, los esclavos podían comprar su libertad y la de sus hijos, deviniendo en negros horros o libertos.
En Uruguay, la abolición total e irrestricta de la esclavitud se consagró durante el gobierno del presidente Manuel Oribe en 1842.[cita requerida]
Durante la guerra de independencia los ejércitos españoles y republicanos ofrecían la libertad a los esclavos que se unieran a sus filas, a su vez la época de independencia vio algunas de las sublevaciones de esclavos más violentas en la historia del país. Simón Bolívar, decretó durante la expedición de los Cayos la abolición de la esclavitud en Venezuela, pero debido al fracaso de la expedición no llegó a mayores dicha medida. Fue en 1821 durante el Congreso de Cúcuta que se inició un proceso político serio en búsqueda de la abolición de la esclavitud, se promovió la libertad de vientres, obligando también a los esclavistas a vestir y alimentar a los hijos libertos. En los artículos 1 y 15 reza:
En 1823 se declaró la total prohibición del comercio de esclavos. La población esclava había ido reduciéndose paulatinamente hasta llegar en los años 1850 a ser una suma insignificante de la fuerza de trabajo. Durante la presidencia de José Gregorio Monagas se daría el paso final a la abolición de la esclavitud por la ley del Congreso de la República del 24 de marzo de 1854, el gobierno venezolano pagó a los dueños una cuota monetaria por cada esclavo, su primer artículo establece que queda abolida para siempre la esclavitud en Venezuela.
La actual Constitución de 1999, establece:
Artículo 54: "Ninguna persona podrá ser sometida a esclavitud o servidumbre".
A pesar de la entrada en vigor de la Convención sobre la Esclavitud y de estar 'oficialmente prohibida' en casi todos los países, la esclavitud sigue existiendo en gran escala, tanto en sus formas tradicionales como en forma de 'nueva esclavitud'. Según un estudio publicado en el año 2000 podría haber unos 27 millones de esclavos en todo el mundo. En el estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2012 se estima en cerca de 20,9 millones, esto es, 3 de cada 1000 personas en el mundo son víctimas de trabajo forzado. Uno de los países que mantiene la esclavitud y la protege es Mauritania, contra cuyo gobierno se alzaron varias voces en 2005.
Asimismo, en muchos lugares del mundo siguen existiendo zonas donde hay gran cantidad de personas viviendo en un régimen de esclavitud similar a los de la antigüedad. Sobre todo en zonas donde las administraciones prácticamente no existen, no llegan fácilmente o no se oponen y luchan contra ella debido a la corrupción de los funcionarios que deben controlarla, como en la selva amazónica por ejemplo.
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, en la actualidad existen entre 90 000 y 300 000 personas esclavas en Sudán. Estos esclavos, hoy por hoy, son comprados y vendidos en mercados de esclavos modernos. En 1989, una mujer o un niño de la tribu dinka costaba unos 90 dólares. Varios meses después, el precio cayó hasta los 15 dólares, ya que la oferta era muy superior. Se les obliga a cambiar su religión y a convertirse al islam, se les cambian sus nombres por otros árabes y son forzados a hablar una lengua que no conocen. La organización humanitaria Christian Solidarity International lleva, desde 1995, comprando esclavos para liberarlos, pagando 50 dólares por cada uno.
Reflexionando sobre la relación entre esclavitud y capitalismo, el economista liberal Lester Thurow sostiene que:
En muchas partes del mundo se dan casos de esclavitud relacionada con la explotación sexual.
Trata de personas, tráfico de personas o comercio de personas es el comercio ilegal de personas con propósitos de esclavitud reproductiva, explotación sexual, trabajos forzados, tráfico de órganos, o cualquier forma moderna de esclavitud.
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