En la mitología griega, los titanes (en griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosas deidades que gobernaron antes de Zeus; al menos el gobierno de Crono se sitúa durante la legendaria edad de oro. El nombre colectivo de las titánides (Τιτανíδες) —titanes femeninos— no fue muy usado en textos griegos, y en todo caso aparece en fuentes tardías. Por su abolengo estos seres también son denominados con el patronímico de Uránidas (Ουρανιδαι). A pesar de su prominencia los textos suelen referirse a los titanes como sinónimo de seres muy antiguos y se cree que sus nombres fueron invenciones de Hesíodo, a quienes poetas posteriores siguieron. No se ha registrado ningún culto hacia los Titanes en la antigua Grecia, y lo más probable es que Hesíodo los copiara de otras teogonías del Próximo Oriente. De hecho, fuera de los textos cosmogónicos los Titanes apenas son mencionados de manera individual más allá de Crono, Océano o Jápeto; incluso para Homero Hiperión es tan solo un mero epíteto de Helio . Su inclusión individual en los mitos suele referirse como meros eslabones genealógicos entre los dioses primordiales y los dioses olímpicos ; Ovidio ya se hace eco de esta particularidad, cuando nos cuenta que Leto es «hija de un tal Ceo».
Los titanes fueron doce en número ya desde su primera aparición literaria en la Teogonía de Hesíodo ; aunque en su Biblioteca mitológica, Apolodoro añade una decimotercera: Dione , diosa preolímpica cuyo santuario se encontraba en Dodona. Sin embargo Homero considera a Océano como padre de los dioses, y como tal lo describe como un primordial y no como uno de los Titanes. De la misma manera los Titanes sirven en el mito como un contraste: ellos son los viejos dioses desplazados y relacionados con el mundo ctónico, en oposición a los dioses olímpicos, generación más joven que gobierna desde el monte Olimpo.
Los titanes estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los cuales simplemente se extrapolaban de la etimología de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el Sol y la Luna, la memoria y la ley natural. Los doce titanes de la primera generación estaban encabezados por el más joven, Crono (no debe confundirse con Cronos, la personificación primigenia del tiempo), quien derrocó a su padre Urano (‘Cielo’) a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’). Posteriormente, los titanes engendraron una segunda generación, entre los que se encuentran los hijos de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria), los hijos de Crío (Astreo, Palante y Perses) y los hijos de Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio). En cambio los hijos de los titanes Crono y Océano nunca son referidos como tales, sino que pertenecen a otra estirpe diferente. Los titanes precedieron a los doce dioses olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron derrocándolos en la Titanomaquia (‘guerra de los titanes’). La mayoría de ellos fueron entonces encarcelados en el Tártaro, la región más profunda del inframundo. Ningún autor ha especificado el destino de las Titánides tras la guerra, pero al menos dos de ellas tuvieron unión con Zeus tras la Titanomaquia, ya que ambas son incluidas en el catálogo hesiódico de esposas divinas del mismo.
Los griegos de la edad clásica conocían varios poemas sobre la guerra entre los dioses y los titanes, la Titanomaquia (‘guerra de los titanes’). El principal de ellos, y el único que ha sobrevivido, fue la Teogonía atribuida a Hesíodo. Un poema épico perdido titulado Titanomaquia y atribuido al bardo tracio ciego Tamiris, a su vez un personaje legendario, era mencionado de pasada en el ensayo Sobre la música que una vez fue atribuido a Plutarco. Los titanes también jugaron un papel prominente en los poemas atribuidos a Orfeo. Aunque solo se conservan fragmentos de los relatos órficos, revelan interesantes diferencias con la tradición hesiódica.
Estos mitos griegos de la titanomaquia caen dentro de una clase de mitos similares presentes en Europa y Oriente Próximo, donde una generación o grupo de dioses se enfrenta a los dominantes. A veces estos son suplantados. Otras los rebeldes pierden y son totalmente apartados del poder o bien incorporados al panteón. Otros ejemplos serían las guerras de los Ases con los Vanir y los Jotunos en la mitología escandinava; el poema épico Enuma Elish babilónico; la narración hitita del «Reino del Cielo»; el conflicto entre devas y asuras de la mitología hindú; o el oscuro conflicto generacional de los fragmentos ugaritas.
En la Teogonía de Hesíodo, los doce titanes son los primeros hijos nacidos de Urano y Gea :
Tras el nacimiento de los titanes Gea alumbraría de Urano a los Cíclopes y por último a los Hecatónquiros . Temeroso de que pudieran destronarle, Urano mantenía a todos sus hijos atrapados en el Tártaro. Gea, a punto de reventar, sufría terriblemente, e ideó un plan para vengarse. Apostó en una emboscada a su hijo Crono, el menor de ellos, para que atacase a su padre. Lo castró con una hoz adamantina (de acero) y liberó así al resto de las entrañas de la Tierra, proclamándose rey de los titanes junto a su hermana Rea como esposa y reina . Fue precisamente en este momento cuando Urano nombró, como insulto, a sus hijos como Titanes: el poeta utiliza un juego de palabras entre titaínontas («en su intento») y tísin («castigo»); refiriéndose a que los titanes habían cometido un acto impío contra su padre y que más tarde tendrían su justo castigo.
Crono y Rea engendraron una nueva generación de dioses, pero Crono, temiendo también que algún día lo derrocasen como él había hecho con Urano, se los tragaba enteros nada más nacer. Resentida por ello, Rea logró esconder a su sexto y último hijo, Zeus, entregándole en su lugar a Crono una roca envuelta en pañales que tragó confiado. Al infante Zeus lo recogió Gea para criarlo en Creta.
Cuando Zeus llegó a la edad adulta sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza, dándole a beber un emético preparado con la ayuda de su abuela Gea que le hizo vomitar a sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los mayores, en la que Zeus fue auxiliado por los Hecatónquiros y los Cíclopes, quienes una vez más habían sido liberados tras su nuevo encarcelamiento por Crono. Zeus venció tras una larga batalla y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro.
Los que no se habían opuesto a él siguieron teniendo de forma más o menos directa un papel en el nuevo orden: Océano continuó circundando el mundo, el nombre de la ‘brillante’ Febe fue empleado como sobrenombre de Artemisa y añadido como epíteto de Apolo («Apolo Febo»), Mnemósine alumbró a las Musas, Temis siguió encarnando el concepto de ‘ley de la naturaleza’ y Metis fue madre de Atenea. Hesíodo dice, en una de las digresiones del poema, que de todos los descendientes de los Titanes Zeus honró especialmente a Hécate, en un himno que engrandece a la diosa como señora de la abundancia, con participación en el cielo, el mar, la tierra y el inframundo.
En la teogonía de la Biblioteca de Apolodoro, claramente basada en la Teogonía hesiódica, se añaden más datos extraídos de autores posteriores. En esta obra los Centímanos fueron los primeros en nacer , en tanto que los titanes fueron los últimos . Zeus no sería criado por Gea, sino que Rea confió el cuidado del infante a los guerreros Curetes y a las ninfas Adrastea e Ida; pero el pequeño fue amamantado por la cabra Amaltea. También se nos dice que quien ideó la bebida emética fue Metis, a quien acudió personalmente Zeus. Otro dato apolodórico es la inclusión de Campe, carcelera de los Cíclopes que fue muerta a manos de Zeus.
Algunos de los fragmentos que se conservan de la poesía órfica en particular guardan algunas variaciones del mito. En un texto órfico, Zeus no se limitó a atacar a su padre con violencia. En su lugar, Rea preparó un banquete para Crono, y este se emborrachó con miel fermentada. En lugar de encerrarlo en el Tártaro, Cronos fue arrastrado —todavía borracho— a la cueva de Nix, donde siguió durmiendo y vaticinando por toda la eternidad.
Otro mito acerca de los titanes no mencionado por Hesíodo gira en torno a Dioniso. En un momento determinado de su reinado, Zeus decidió ceder el trono en favor del infante Dioniso, que como Zeus a su edad era protegido por los Curetes. Los titanes decidieron matar al niño y reclamar el trono para ellos: se pintaron las caras de blanco con yeso, distrajeron a Dioniso con juguetes, y entonces lo despedazaron, y cocieron y asaron sus miembros, dándose un festín con ellos, mientras que de la sangre de la víctima nacía un granado. Zeus, enfurecido, castigó a los titanes fulminándolos con sus rayos. Atenea guardaba el corazón del niño en un muñeco de yeso, a partir del cual Zeus hizo a un nuevo Dioniso. Esta historia es narrada por los poetas Calímaco y Nono , que llaman a este Dioniso «Zagreo», y también en cierto número de textos órficos, en los que no se usa tal nombre. Higino también nos habla en diferentes fábulas sobre la relación entre Dioniso y los Titanes, dentro del contexto de la tradición órfica.
Una variación de esta historia, recogida por el filósofo neoplatónico Olimpiodoro, ya en la era cristiana, dice que la humanidad surgió del humo grasiento que despedían los cadáveres de los titanes al arder, muertos por los rayos de Zeus. Otros escritores anteriores insinúan por el contrario que la humanidad nació de la sangre derramada por los titanes en su guerra contra los Olímpicos.
Es posible que Píndaro ya hiciera una alusión al mito del despedazamiento de Dioniso por los titanes y del origen de la humanidad a consecuencia de ello. Platón y Opiano también se referían a la «naturaleza titánica» del hombre, aunque es objeto de debate por parte de los mitógrafos que esos pasajes estén o no enraizados con el mito órfico descrito.
Muchos autores posteriores dieron versiones alternativas. Así los titanes aparecen descritos como hijos del Éter y la Tierra , o simplemente nacieron de un tal Titán (en este caso el nombre de "Titanes" sería un patronímico) . Incluso en alguna versión se los ha imaginado como hijos de unos tales Curete y Titea, acaso como un juego etimológico de palabras, más que un origen mítico. De la misma manera el autor latino Higino incluye en su nómina de Titanes a Briareo, Giges, Estéropes, Atlante, Hiperión, Polo, Saturno, Ops, Moneta y Dione; este texto confunde a los Titanes con otros seres de naturaleza similar. Otro autor bizantino, alejándose también de la tradición, ofrece los siguientes nombres sin más: Jápeto, Crono, Adano, Ostaso, Andes y Olimbro; sean quienes fueran estos cuatro últimos parecen ser invención del propio autor. Otros más aún dicen que Forcis y Deméter también fueron titanes e incluso Pausanias dice que Ánito fue uno de ellos.
El nombre de titanes también hace referencia a otros dioses nacidos (o descendientes) de los Titanes Uránidas. Así se les llama explícitamente titanes a Prometeo , Hécate , Leto , Pirra y especialmente Helio, Selene y Circe. Otros descendientes de los Titanes son considerados implícitamente Titanes, especialmente por su participación en la titanomaquia. Por último también nos encontramos a ciertas tribus de hombres de quienes desciende toda la humanidad y que fueron denominadas como titanes. Así, se dice que la antigua ciudad de Cnosos en Creta fue habitada originalmente por esta raza de titanes, que eran hostiles a Zeus, pero fueron expulsados por Pan con los espantosos sonidos de su trompeta en forma de concha.
Algunos investigadores del siglo XX, prominentemente Jane Ellen Harrison, han argumentado que un ritual iniciático o chamánico subyace en el desmembramiento y canibalismo que practican los titanes en mito de Dioniso. Harrison también señala que la palabra «Titán» procede del griego τιτανος, que significa ‘tierra blanca’, ‘arcilla’ o ‘yeso’, y que los titanes eran ‘hombres de arcilla blanca’ u hombres cubiertos de arcilla blanca o polvo de yeso en sus rituales. El investigador M. L. West también señala lo mismo en relación a los ritos iniciáticos chamanes de las primitivas prácticas religiosas griegas.
La primera generación de titanes, hijos de Urano y Gea, está formada por:
Algunos autores consideran también parte de esta generación a Dione, si bien otros la consideran una oceánide.
El matrimonio entre hermanos era corriente entre los dioses preolímpicos de la mitología griega, y varios titanes y titánides se unieron, engendrando una segunda generación de titanes:
Por extensión, se conoce también con el nombre de titanes a algunos de los descendientes de los de primera generación:
Otros miembros de la segunda generación no suelen ser llamados titanes:
Hay algunos titanes de los que no se sabe a qué generación pertenecen a:
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