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Játiva (Valencia)



Játiva[2]​ (en valenciano y oficialmente, Xàtiva)[3]​ es un municipio y una ciudad de la Comunidad Valenciana (España) situada en el sur de la provincia de Valencia, en el norte de las Comarcas Centrales y capital de la comarca de La Costera. Posee el mayor número de enclaves de toda España, con un total de veintiséis,[4]​ y en 2020 contaba con 29.623 habitantes (INE).[5]​ La ciudad constituye junto con una decena de municipios muy próximos a ella un área urbana integrada (AUI) que contaba con 51.246 habitantes el 2007.[6]

Históricamente, Játiva fue una de las poblaciones más importantes del Reino de Valencia, rivalizando incluso con Valencia y Orihuela, las otras dos ciudades más importantes en la época foral. Fue cuna de los papas Borja y conserva un importante patrimonio artístico, a pesar de que fue quemada en 1707 por las tropas borbónicas como represalia por apoyar a las tropas austracistas durante la Guerra de Sucesión. En 1822 se convirtió en capital de la provincia de Játiva, que desapareció a raíz de la división territorial de España en 1833.

Játiva es una de las pocas ciudades españolas que ha conservado un topónimo prerromano. Los iberos la conocieron como Saiti, lo que derivó en latín a Saitabi o Saetabis. En árabe evolucionó a مَدينَة شاطِبَة (madīnat Šāṭibat) y de ahí al valenciano Xàtiva.[7]​ En 1707 Felipe V cambió el nombre de la ciudad por el de San Felipe[7]​. Las Cortes de Cádiz restituyeron el nombre en 1811 en su forma castellanizada Xátiva[8][9]​ que posteriormente se adaptó a la ortografía académica con la grafía Játiva y volvió a cambiar oficialmente a su forma valenciana Xàtiva por Decreto del Consell de 7 de enero de 1980.[3]

El municipio de Játiva está situado entre las cuencas del río Albaida y de su afluente el río Cáñoles, en el estratégico corredor de Montesa. Tiene un perímetro muy desigual y cuenta con varios enclaves territoriales, fruto de las segregaciones habidas en su término histórico, que estaba compuesto por más de 60 pueblos.[7]​ Se distinguen al menos cuatro unidades bien diferenciadas en el relieve. En la zona septentrional se alza la sierra de Santa Anna, un afloramiento de naturaleza triásica. Al sur de esta sierra, entre la Llosa de Ranes y Játiva, se extiende un amplio valle de fondo casi plano, con una altitud media de 80-100 m y cubierto de sedimentos cuaternarios. Está surcado en dirección O-E por el río Cáñoles y el barranco de Carnissers, y en dirección S-N por el río Albaida, con cuyas aguas se riega la fértil huerta de Játiva.[7]​ Al este del Albaida se alza la mole del Puig (312 m), en cuya cima está las ruinas de la ermita de Nuestra Señora del Puig. Al sur de la huerta el relieve se vuelve abrupto por medio de un anticlinal de paredes casi verticales y agudas calizas. Al sur de estas crestas se abre el valle de Bisquert, colorido por las tierras albarizas. Por el sur de Bisquert se levanta la Serra Grossa, que conforma el límite con el Valle de Albaida.[7]​ La ciudad está enclavada a los pies del cerro del castillo cuyas laderas llegan a ocupar algunas casas, extendiéndose hasta la parte más llana de la vega.

Localidades limítrofes

El clima de Játiva es mediterráneo típico. En esta población los inviernos se pasan con temperaturas templadas, mientras que los veranos son muy calurosos, con temperaturas máximas que en ocasiones pueden superar los 40 ºC. Las heladas son raras, y la nieve muy rara. En otoño se puede producir la gota fría.

Los testimonios del poblamiento en el término de Játiva son de los más antiguos en toda la fachada mediterránea, como atestiguan los hallazgos de la Cova Negra, pertenecientes al Paleolítico Medio.[7]​ La ciudad se remonta a la cultura ibérica y ha conservado su topónimo, que originalmente fue Saiti (aunque existieron las variantes Ibi o Tibi).[7]​ Dado que el poblamiento se ha extendido durante más de 2300 años en una misma área geográfica se hace muy difícil encontrar restos antiguos, ya que los materiales han sido reutilizados una y otra vez, motivo por el que se explica la escasez de restos ibéricos. No obstante, el poblado original se ha identificado en el lugar en que actualmente se levanta el Castillo Menor.[7]

La romanización se inició en el siglo II a.C., en el que Saitabi floreció y acuñó moneda propia,[7]​ en la que se representaba una estrella de tres puntas en las 8, las 12 y las 4, con cierto parecido al actual logotipo de Mercedes. Fue elevada a la categoría de municipio romano con el nombre de Saetabis Augusta, en honor al emperador Octavio César Augusto.[7]​ Durante toda la época romana Játiva fue un importante nudo comercial, al estar situada al pie de la Vía Augusta, y fue conocida en el Imperio por la producción de lino y la fabricación de textiles. El poeta romano C. Valerius Catullus menciona los 'lintea' o 'sudaria' Saetaba ex Hiberis, regalos de sus amigos Veranius y Fabullus, objeto de su poema 12. (Catulli Veronensis 'Carmina' Henricus Bardon, ed. Bibliotheca Latina Teubneriana, 1973: p. 15.) Los restos de la ciudad, sin embargo, apenas son visibles, ya que sus piedras se reutilizaron para construir edificaciones en el casco actual, y el solar fue objeto de una intensa ocupación agrícola. Se conservan, sin embargo, más de una docena de aljibes.[7]​ Durante el Bajo Imperio, Saetabis se convirtió en sede episcopal y sus obispos asistieron a los concilios de Toledo, ya en época visigoda (siglos VI y VII).[7]​En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la iglesia católica, sufragánea de la Archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana de Cartaginense en la diócesis de Hispania.

Tras la conquista musulmana en 711, la ciudad se denominó مَدينَة شاطِبَة (madīnat Ŝāţibat, transcrito generalmente como Medina Xátiba). Durante este periodo se fortificaron los castillos y la ciudad ganó importancia como plaza fuerte. De hecho, el geógrafo al-Idrisi (siglo XII) loa la belleza y solidez de los castillos de Játiva. Perteneció primero al reino de Toledo para pasar luego al de Córdoba. Perteneció posteriormente al de Almería, el de Denia y finalmente el de Murcia. En 1094[10]​ sirvió de refugio para las tropas almorávides derrotadas por el Cid en la batalla de Cuart. Esta vinculación con la figura del Cid hace a Xàtiva formar parte del denominado Camino del Cid. A comienzos del siglo XIII era cabeza de un pequeño estado musulmán dependiente de Valencia que abarcaba desde el río Júcar por el norte hasta Biar por el sur.[7]Xáteba destacó asimismo por ser la pionera de la fabricación de papel en Europa Occidental.[7]

Tras conquistar Valencia en 1238, Jaime I puso sitio a Játiva en 1240, aunque lo levantó al llegar a una tregua con el alcaide musulmán de la ciudad. Sin embargo, problemas entre este alcaide y los castellanos, obligaron a Jaime I a intervenir militarmente de nuevo, conquistando la ciudad en 1244, al poco de firmar el tratado de Almizra con Alfonso X.[7]​ Al rendir la ciudad, Jaime I respetó la mezquita, que no se derribó hasta el siglo XVI. Bajo el dominio cristiano la ciudad, ya con el nombre actual de Xàtiva, se convirtió en la segunda ciudad más importante del Reino de Valencia y, si bien no alcanzó a recuperar su posición como sede episcopal, sí fue cabeza de una lugartenencia homónima.[11]​ La población morisca se expulsó del recinto amurallado y se redistribuyó entre las zonas rurales y el arrabal de San Juan, mientras que los judíos conservaron su judería (call) intramuros, en las proximidades del porta de Santa Tecla. El castillo y las murallas se reforzaron y ampliaron entre 1287 y 1369, adquiriendo una forma muy similar a la actual, a la vez que se mejoraba el abastecimiento de agua mediante la construcción de los acueductos de Bellús y del Agua Santa.[7]​ En 1347 el rey Pedro IV le concedió el título de ciudad.[12]

A finales del siglo XV la ciudad tenía unos 8000 habitantes y se encontraba cerca de su punto álgido. Su función administrativa se extendía en primer nivel sobre un extenso término municipal, que hoy corresponde a 37 municipios, y en segundo nivel por una gobernación que abarcaba desde el río Júcar hasta el enclave de Caudete, Biar, Castalla, Jijona y Villajoyosa, con una extensión de 4.750 km².[7]​ Además de sus funciones administrativas, tenía otras de tipo militar (al ser su castillo el más fuerte del Reino de Valencia), económico y comercial. Sin embargo, la expulsión de los moriscos supuso la pérdida de casi la mitad de los habitantes de la gobernación, quedando despoblados más de 100 de sus núcleos. Esta crisis demográfica vino seguida de otra de tipo económico y ambas se vieron agravadas por las epidemias de peste que se sucedieron a mediados del siglo XVII, lo que hizo disminuir aún más la población, incluso en la propia ciudad.[7]

Durante la guerra de sucesión española, Játiva tomó partido por el archiduque Carlos, y padeció duros asedios por parte de las tropas borbónicas comandadas por Asfeld. Sufrió grandes destrozos, gran parte de la ciudad fue saqueada y buena parte de su población masacrada el resto de población fue desterrada. Tradicionalmente se ha dicho que la ciudad fue incendiada durante un año entero (de ahí el apelativo de socarrats, «chamuscados», que se da popularmente a los setabenses). Sin embargo, actualmente se considera que los daños, si bien importantes, no pudieron ser tan grandes, ya que se conservan muchos de los edificios de anteriores épocas.[7]​ Sí hubo, no obstante, un proyecto para derribar gran parte del casco urbano y construir nuevas calles, pero la remodelación no se llevó a cabo por problemas técnicos y de propiedad. Con todo, la mayor afrenta para la ciudad fue la desmembración de la antigua gobernación, la merma de funciones civiles y la negación de su condición de ciudad histórica, que se reflejó en el cambio de su nombre por el de Colonia Nueva de San Phelipe, o simplemente San Felipe.[7]

A lo largo del siglo XVIII la ciudad fue recuperándose, como demuestra el hecho de que en 1787 se contaran ya 12.655 habitantes en el término, lo que además promovió nuevas obras y reformas urbanas en la ciudad. Sin embargo, los terremotos de 1748 causaron grandes desperfectos, hasta el punto de que la iglesia de Santa Tecla se derrumbó completamente y el castillo quedó prácticamente abandonado. La economía, además, comenzó a deteriorarse ya a finales del siglo XVIII, al quedar fuera del nuevo Camino Real de Madrid a Valencia, que pasaba a unos 4 km de la ciudad (aproximadamente el trazado actual de la A-35 y la A-7) que se comenzó a construir en 1776.[7]​ En 1811 las Cortes de Cádiz restituyeron el nombre anterior de la ciudad, Xátiva,[8][9][13]​ gracias, entre otros motivos, a la perseverancia de Joaquín Lorenzo Villanueva[14]​ En el ámbito económico, la ciudad sufrió un importante revés al desaparecer entre 1810 y 1830 su industria textil del lino y la seda casi por completo, lo que dejó sin trabajo a unas 1300 personas. Este hecho no impidió que entre 1822 y 1823 fuese capital de la provincia de Játiva, aunque este ensayo del Trienio Liberal no fue corroborado en la división definitiva de 1833,[15]​ en que se incluyó a la ciudad en la provincia de Valencia.[7]​ Játiva recuperó gran parte de su importancia como nudo de comunicaciones en 1858 al abrirse la línea entre Valencia y La Encina, que continuaba hacia Madrid.[16]​ El 20 de diciembre de 1854 ya se había inaugurado la nueva Estación ferroviaria.[16]​Pero este hecho no contribuyó al desestancamiento demográfico, que se había acrecentado por la desamortización, que vació muchos conventos, y la abolición de los señoríos, que conllevó el éxodo de medio centenar de familias nobles. De hecho, la población siguió decreciendo hasta 1910, cuando comenzó a aumentar el número de habitantes debido a la inmigración. Sin embargo, el crecimiento se estancó otra vez entre 1940 y 1960, década en que la población comenzó a aumentar lenta pero invariablemente, principalmente debido al éxodo rural y la especialización de Játiva como ciudad de servicios.[7]

Durante la Guerra Civil Española la localidad se mantuvo fiel a la Segunda República hasta el final de la contienda, con la presencia de algunas industrias de guerra. El 12 de febrero de 1939 sufrió una incursión de bombarderos italianos de la Aviación Legionaria, que atacaron principalmente la Estación de trenes y sus alrededores.[17]​ El bombardeo dejó 129 muertos y más de 200 heridos, muchos de ellos mujeres y niños que abarrotaban los andenes de la estación para recibir la llegada de un convoy militar que en ese momento efectuaba su entrada.[17]

El municipio contaba con 29.343 habitantes en 2014 (INE). Sus habitantes se conocen como setabenses o socarrats ("chamuscados", por la quema de la ciudad a manos de Felipe V); un 9,0% de ellos es de nacionalidad extranjera.[18]

Entre el censo de 1887 y el anterior, Játiva recibió un incremento poblacional al incorporarse el municipio desaparecido de Anahuir.

El sector servicios es el dominante en la ciudad, en especial el relacionado con el turismo y el comercio. También la actividad industrial es motor de la economía setabense. El comercio se nutre de clientes procedentes de su comarca y de las zonas limítrofes a ella, no obstante el Área Funcional de Játiva comprende 38 municipios, con una población total de 113.427 habitantes en 2009 que supone el 2,2% regional, debido a su situación y las buenas comunicaciones en infraestructuras con las que cuenta que la hace fácilmente accesible y es nudo de comunicaciones importante.[22]

Si bien en 1950 el 40% de la población se dedicaba a la agricultura, este porcentaje apenas llegaba al 5% en 2001. La industria ocupaba ese mismo año al 20% de la población activa y la construcción al 12%. No obstante, Játiva se ha especializado en las últimas décadas como ciudad de servicios, sector que ocupa a más del 63% de su población activa.[7]

Los alcaldes del municipio desde 1979 han sido los siguientes:[23]

El término municipal de Játiva se extendía, desde la época andalusí, por la ribera del Júcar, la Costera y el Valle de Albaida, abarcando por el norte Sumacárcel, Antella y Villanueva de Castellón, por el sur Ayelo de Malferit y Montaberner, por el oeste Canals y Alcudia de Crespins y por el este Benigánim y Barcheta, con una extensión de unos 434 km² y una población de unos 20.000 habitantes en el siglo XVI. Tras un largo proceso, de los 62 pueblos del término se segregaron 37 que formaron sus respectivos municipios, lo que redujo considerablemente su extensión.[7]

En la actualidad se encuentran en él, amén de la capital municipal, las siguientes unidades poblacionales, ordenadas según su población en 2015:[5]

En la actualidad la ciudad se encuentra dividida en 12 barrios:[24]

Por el término de Játiva circulan las siguientes carreteras:[25]

En el núcleo urbano de Játiva se encuentra la estación de Játiva, que cuenta con los servicios de Renfe Operadora de grandes líneas (Arco, Talgo y Trenhotel), Media Distancia como la Línea 47 que la conecta con Alcoy y Cercanías Valencia, en concreto la línea C-2. La estación dispone de andenes para la parada de trenes de alta velocidad AVE Madrid-Valencia (por Albacete) en construcción.

El casco antiguo de Játiva se declaró Conjunto Histórico-Artístico en 1982, y en él se encuentra la gran mayoría del patrimonio de la ciudad.[12]

El núcleo original de la ciudad ibera se hallaba donde actualmente se levanta el Castillo Menor. Tras la conquista romana, el centro se trasladó paulatinamente hacia el llano, ocupando el espacio actualmente vacío entre la ciudad actual y el castillo, donde se encuentran las iglesias de San Félix y de San José.[7]​ Los restos y noticias de edificios andalusíes prueban que la población rebasó el antiguo recinto romano-visigodo. La medina islámica debió ocupar casi todo lo que ahora se conoce como ciudad medieval, y en su interior destacaban la Aljama (en el Montsant) y la mezquita mayor, en el solar que ocupa la colegiata. El abastecimiento de agua se producía mediante la acequia de la Villa.[7]​ Con la conquista cristiana se renovó el urbanismo de la ciudad y se construyeron nuevos edificios. Es a partir de finales del siglo XIII cuando los habitantes empiezan a abandonar la zona alta de la ciudad, descendiendo a zonas de mejor acceso y con agua corriente, hasta el punto de que el viejo recinto se convirtió en un gran albacar (lugar para guardar ganado) y posteriormente en zona de cultivos.[7]​ A partir de entonces la ciudad se mantuvo en los límites formados por la muralla, aunque se ampliaron varios arrabales y se construyó un buen número de edificios hasta la llegada de la crisis económica que acompañó a la expulsión de los moriscos.

En 1707 la ciudad quedó muy destrozada tras los asedios borbónicos, pero empezó a recuperarse relativamente pronto y, en el transcurso del siglo XVIII, se creó la plaza del Mercado y se construyó toda una serie de palacios a lo largo de las calles Corretgeria y Moncada. En 1822 se introdujo el primer alumbrado público con aceite y durante la Primera Guerra Carlista (1837-1847) se reforzaron las murallas por última vez. El estancamiento demográfico del siglo XIX hizo que no fueran necesarias obras de ampliación urbana, pero se llevaron a cabo algunos proyectos importantes como la bajada de la Estación (baixada de l'Estació) en 1860, la paralela bajada del Carmen (baixada del Carme), nueva salida hacia Valencia, y la urbanización de la Alameda (l'Albereda), ambas en 1882, tras la demolición de gran parte de las murallas en 1874. Estos tres ejes marcaron la dirección del ensanche que tuvo lugar ya a principios del siglo XX.[7]​ El crecimiento urbano se dio primero rellenando el espacio que quedaba entre la ciudad medieval y el ferrocarril y, posteriormente, hacia el oeste, siguiendo al principio la calle de la Reina. En 1934 se redactó un plan de ensanche que, reconvertido en Plan de Alineaciones en 1944, rigió el crecimiento de la ciudad hasta la década de 1960. El PGOU de 1988 tenía como principal objetivo el crecimiento de la ciudad más allá del ferrocarril, para lo que eran precisos dos nuevos pasos subterráneos y uno elevado. En 1995 se mejoró el acceso a la autovía A-7 con un nuevo puente sobre el río Cáñoles.[7]

Los platos más tradicionales son los arroces, sobre todo la cazuela de arroz al horno (arrós al forn), también conocido como arroz con tanda (arrós amb tanda) o arroz paseado (arròs passejat), pero también son típicos el arroz caldoso (arròs caldós), el arroz con judías y nabos (arròs amb fesols i naps) y el arroz blaquito (arròs blanquet),[66]​ un arroz al horno hecho a partir del caldo del hervido.[67]

Entre los postres destacan las almoixàvenes y el arnadí, de origen árabe, que son pasteles de calabaza y almendras.[68]

La ciudad de Játiva está hermanada con la ciudad de Cocentaina, en Alicante y con Lérida, en la provincia del mismo nombre en Cataluña



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