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Arte mariano



Arte mariano es el arte cristiano cuyo tema artístico es la Virgen María.

La iconografía mariana es la representación en iconos o imágenes de la Virgen (en pintura o escultura), mientras que a la arquitectura corresponden las iglesias marianas y otros edificios religiosos (monasterios, conventos) dedicados a las diferentes advocaciones de la Virgen.[2]​ También son muy frecuentes las composiciones de poesía religiosa[3]​ (poesía mariana)[4]​ y música religiosa (música mariana)[5]​ dedicadas a la Virgen; también hay numerosas representaciones de la Virgen María en el cine.[6]

María, la madre de Jesús, recibió desde los primeros siglos una veneración especial, cuya conexión sincrética con las representaciones iconográficas de las diosas madre mediterráneas se ha sugerido que contribuyó de forma importante a la difusión del cristianismo y su éxito popular (aunque es un tema controvertido);[7]​ muy extendida en Oriente (arte bizantino -con la excepción del periodo iconoclasta-) y que se intensificó especialmente en Occidente a partir del siglo XII (tres santos responsables de esta devoción: San Bernardo, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua, serán muy representados junto a la Virgen).[8]​ Como reacción a la Reforma protestante (que relativiza el papel de la Virgen), el catolicismo intensificó la devoción mariana y las representaciones artísticas de la Virgen, que en todo caso debían ceñirse a los cánones dispuestos en el Concilio de Trento.

La Virgen con el Niño del ábside de Santa María de Tahull, entronizada y rodeada por una mandorla, con la Adoración de los Magos.

Virgen del Rosal, de Stefan Lochner.

Tríptico de la zarza ardiendo, de Nicolás Froment (es un símbolo de maternidad virginal, no debe confundirse con la zarza ardiendo de Moisés).

Escenas de la vida de la Virgen, serie de tapices flamencos expuestos en la catedral de Estrasburgo.[9]

Detalle del Descendimiento de la cruz (Roger van der Weyden).

Detalle de Lamentación sobre Cristo muerto (Mantegna).

Schönen Maria (la "bella María"), de Altdorfer.

Detalle de la Muerte de la Virgen (Caravaggio).

La virgen del velo azul, Ingres, 1827.

Como el Mandylion de Edesa, que reproduce el rostro de Cristo, y otros iconos considerados vera icon ("verdaderas imágenes") o acheiropoietos (no realizados por manos humanas), hay un grupo de iconos que representan a la Virgen que reciben veneración desde épocas muy remotas. Algunos de ellos (los llamados Lukasbild en lengua alemana) se han asociado a la tradición de San Lucas como pintor de la Virgen, y son atribuidos piadosamente al santo pintor. El más antiguo de los así considerados era el icono denominado Hodegetria u Odighitria (Ὁδηγήτρια, "la que enseña el camino"), que inicialmente era un díptico traído de Tierra Santa a Constantinopla por la emperatriz Elia Eudocia (438-439), en una de cuyas tablas se representaba a Cristo crucificado y en otra a la Theotokos de cuerpo entero (no únicamente de medio cuerpo o de busto como en la práctica totalidad de las copias posteriores). Para custodiarlo se levantó el Monasterio de Hodegon o de la Panaghia Hodegetria. Dado por perdido (o destruido mientras era llevado en procesión la víspera de la toma de Constantinopla por los turcos, 28 de mayo de 1453), varios iconos llegados a Italia y a Rusia reclaman ser éste.[10]

Mosaico del ábside de la basílica de Santa Maria Assunta,[11]​ antigua catedral de Torcello, siglo XII, que reproduce el aspecto original del icono de Constantinopla.

La Salus Populi Romani, venerada en la Basilica di Santa Maria Maggiore, en Roma.

La Virgen de Vladimir, galería Tretiakov, en Moscú.

La Virgen de Częstochowa, venerada en el monasterio de Jasna Gora.

La Madonna di San Luca venerada en el Santuario della Madonna di San Luca, en Bolonia.

Verónica de la Virgen (hacia 1405 o 1410), de Gonçal Peris (Museo de Bellas Artes de Valencia), «vera icon» de la Virgen María basada en el retrato efectuado por san Lucas de la Virgen.

En las catacumbas de Priscila en Roma hay una de las primeras imágenes que se identifican como representación de la Virgen; se puede datar en el siglo III. También un sarcófago de la catedral de Tolentino,[12]​ y en el siglo IV una imagen del Coementerium Maius.[13]

Mural en las catacumbas de Priscila.[14]

La intrincada complejidad de conceptos mariológicos (no compartidos por todas las confesiones cristianas, e incluso debatidos dentro del catolicismo hasta su aprobación oficial, en distintas fechas -véase dogmas y doctrinas marianas de la Iglesia Católica-), como la virginidad de María,[16]​ su Inmaculada Concepción, su Asunción al Cielo o su papel de intercesora, mediadora o co-redentora en la redención (Mediatrix o Co-Redemptrix);[17]​ se expresó en multitud de advocaciones marianas, cada una de las cuales adquirió una convención iconográfica que permitía a los fieles identificarlas. A todas ellas se les aplica como título inicial el término griego de Panhagia ("la toda santa" o Santísima Virgen) o el italiano de Madonna (en castellano "Nuestra Señora", en francés Notre-Dame, en portugués Nossa Senhora,[18]​ en inglés Our Lady, en alemán Unsere Liebe Frau).[19]

La mayor difusión la tienen las múltiples representaciones de la Virgen con Niño, que a su vez tienen marcadas o sutiles diferencias, codificadas en Oriente con denominaciones específicas:[20]

La vida de la Virgen ha sido especialmente tratada por los pintores, que adoptaron a San Lucas como patrón por considerarse que fue el primer retratista de la Virgen, que habría protagonizado por tanto el primer icono.

Además de las escenas evangélicas en que la Virgen comparte el protagonismo con Cristo adulto (las Bodas de Caná, su presencia en la Pasión -el Camino del Calvario, la escena Stabat Mater durante la crucifixión,[36]​ el concepto de Mater Dolorosa o de los siete dolores, que se representa con un corazón atravesado por siete puñales-[37]​), con Cristo muerto (el Descendimiento, el Santo Entierro -para ambas escenas se usa el término italiano Deposizione-) y tras la Resurrección (las Tres Marías, el Santo Encuentro);[38]​ incluso antes de la Natividad comienza el ciclo de la vida de Jesús íntimamente vinculado al ciclo de la vida de la Virgen a través de su Encarnación (Anunciación, Visitación, Virgen de la Esperanza o "de la O" -Virgo partitura o Maria Gravida-) y durante la infancia de Cristo (Virgen con el Niño -probablemente el tema más representado, con múltiples variaciones-, Huida a Egipto, Circuncisión de Jesús, El Niño perdido y hallado en el Templo, Sagrada Familia). También existen representaciones de la Virgen por sí misma (el Nacimiento de la Virgen, Los primeros pasos de la Virgen, la Presentación o Consagración de María, los Desposorios de la Virgen). Hay múltiples variaciones del tema que relaciona a la Virgen con su madre, Santa Ana (Santa Ana y la Virgen, La educación de la Virgen, Santa Ana, la Virgen y el Niño, Santa Ana, la Virgen, el Niño y san Juanito), con su prima Santa Isabel (la Visitación), con el hijo de esta Juan el Bautista (La Virgen con el Niño y San Juanito) o con toda su familia (la Santa Parentela[39]​).[40]

La última referencia bíblica donde puede situarse a la Virgen es la escena de Pentecostés. Por último, en los ciclos pictóricos la muerte o Dormición de la Virgen da paso a la Asunción de la Virgen y a la Coronación de la Virgen en la Gloria. Como piezas autónomas, hay literalmente ilimitadas posibilidades de utilizar la imagen de la Virgen en otro tipo de escenas: el que comparta la presencia de Dios con todos los demás santos, hace que pueda aparecer representada en sacra conversazione con cualquiera de ellos. En cuanto a sus manifestaciones posteriores en el mundo, también se han reflejado en el arte las múltiples apariciones y milagros de la Virgen.[41]

La Déesis es una escena en la que Cristo aparece flanqueado por la Virgen y San Juan Bautista (también es habitual el contexto de las representaciones del Juicio Final), en su papel de intercesores por la humanidad (en concreto, María como "segunda Eva"). Cuando el interés o la devoción particular del comitente exigía la representación de un grupo concreto de santos junto a la Virgen y el Niño, se recurría a una escena convencional, la sacra conversazione ("sagrada conversación"), que permite hacerlo sin ningún tipo de relación con un episodio concreto de la vida de la Virgen, e incluso retratar a los propios donantes en actitud orante. Cuando se utiliza el recurso de la división en planos ("terrenal" y "celestial") con "rompimiento de gloria", el tema se denomina "Virgen en gloria". La Virgen se convirtió en un verdadero centro de las representaciones del Cielo al permitir una condensación de tiempos y de espacios.[44]

Pala di Annalena,[45]Fra Angelico, 1430.[46]

Virgen dels Consellers, Lluis Dalmau, 1445.

Pala di Brera, Piero della Francesca, 1472.

Virgen de los Reyes Católicos, ca. 1490.

Pala Pesaro, Tiziano, 1519-1526.

Virgen de Belén, Pedro Atanasio Bocanegra, 1651-1675.

El patronazgo de una ciudad o una institución puede ser ejercido por alguna de las advocaciones de la Virgen, lo que motiva la representación de su imagen en los documentos de tales instituciones y en lugares destacados de ciertos edificios a ellas vinculados (ayuntamientos, casas de gremios, capillas, etc.); o incluso no siendo el caso, es habitual representar a los santos patronos junto a la Virgen.

Los santos patronos de Colonia, de Stefan Lochner, ca. 1440.

Documento de la abadía imperial de Buchau, ilustrado con los escudos y las imágenes patronos y fundadores, presididos por la Virgen con el Niño, 1605.

Cristo y la Virgen con los santos patronos de Pistoia, de Giacinto Gimignani,[47]​ 1638.

Los santos patronos de Módena, de Guercino, 1652.

La iconografía de la Purísima o Inmaculada Concepción (un dogma revitalizado en el Occidente bajomedieval, muy apoyado por ciertas órdenes religiosas -especialmente los franciscanos- y por la Monarquía Hispánica, pero que no se oficializó en Trento y hubo de esperar al reconocimiento papal en el siglo XIX) es una de las más complejas.

Inicialmente se insistía en la función esencial de la Virgen en la genealogía de Cristo, representada en el árbol de Jesé, tema iconográfico que aparece en los siglos XI y XII (Evangeliario de la Sainte Chapelle, Biblia de san Benigno de Dijon, relieve de Nôtre Dame la Grande de Poitiers) y se desarrolla en las portadas de las catedrales góticas francesas. También se utilizaba para ello la escena del casto encuentro entre San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada de Jerusalén (retablo de la capilla de Santa Ana en la catedral de Burgos, de Simón de Colonia, tabla de Alonso Berruguete en la catedral de Palencia, retablo de la capilla de Santa Ana en la catedral de Burgos, de Gil de Siloé y Diego de la Cruz, retablo en el Pilar de Zaragoza, de Damià Forment, retablo mayor de la catedral de Valencia, de Fernando Yáñez y Fernando Llanos, retablo de la catedral de Segorbe, de Vicent Macip) y la Santa Ana Triple (Santa Ana, madre de la Virgen, como trono de esta, y esta del Niño Jesús); incluso una escena de más oculto simbolismo, como es la caza del unicornio (que ya había sido utilizada por San Isidoro de Sevilla).[48]

La codificación desarrollada en la pintura sevillana de la primera mitad del siglo XVII (Francisco Pacheco)[49]​ y que se repite con pocas variantes desde entonces (por ejemplo, en la versión de Tiépolo, un siglo posterior) la identifica con la enigmática "mujer vestida del sol" del Apocalipsis (a pesar de que la exégesis de ese pasaje no es unánime entre los autores cristianos -aunque la identificación suele hacerse con la Virgen, tal cosa es discutida por algunos de ellos, como San Bernardo-). Incluye la "corona de doce estrellas" y su enemistad con un "gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás", pisando a tal figura. Que también pise a la luna suele interpretarse como una referencia al enfrentamiento entre cristianismo e islam, dado que el la luna creciente es su símbolo (particularmente del Imperio otomano); aunque lo que se dice en el texto del Apocalipsis es "la luna debajo de sus pies".[50]​ Además de esos elementos, se determinó su representación como una mujer joven, con túnica blanca (símbolo de pureza) y manto azul (símbolo de eternidad);[51]​ aunque los colores usados en manto y túnica de la Virgen son tradicionalmente el azul y el rojo.

Entre los pintores que trataron el tema, destaca especialmente Bartolomé Esteban Murillo, que lo pintó unas veinte veces (se le conoce como "el pintor de las Inmaculadas").

Murillo, ca. 1650 (llamada La Colosal).

Murillo, ca. 1660-1665 (llamada de El Escorial).

Murillo, ca. 1678 (llamada de Soult).

En otra versión (denominada Tota pulchra) se representa con símbolos alegóricos como el pozo, la torre, el huerto y el resto de las advocaciones de las letanías[52]​ de la Virgen de Loreto y su identificación con la figura bíblica de la "novia" del Cantar de los Cantares.[53]​ Fue esa la tipología más repetida en la escuela valenciana, a partir de la Inmaculada de Juan de Juanes para la iglesia de la Compañía, y que resistió durante todo el siglo XVII el triunfo del modelo fijado por la escuela sevillana en las demás escuelas locales.[48]

En la obra de Francisco de Zurbarán se conjugan ambos tratamientos iconográficos.

Zurbarán, 1630 (Museo del Prado).

Zurbarán, 1632 (Museo Nacional de Arte de Cataluña).

Zurbarán, 1661 (Museo de Bellas Artes de Budapest).

Carlo Crivelli, 1490.

Piero di Cosimo, 1505.

Girolamo Mocetto, 1520.

Adrián Isenbrandt, 1535.

Juan de Juanes, 1535.

Pala de ll'Imacolata Concezione, de Vasari, 1543 (Museo Nazionale di Villa Guinigi -hay al menos otras dos versiones-).

El Greco, 1613.

Diego Velázquez, 1618.

Baltasar de Echave Ibía, 1620.

Rubens, 1628-1629

Alonso Cano, 1648.

Carlo Maratta, 1689

Domenico Piola, 1683.

Maestro anónimo novohispano, siglo XVIII.

Frescos rococó de la Marienkapelle de Neuhäder (Baviera).

Antonio Ciseri, siglo XIX.

El lirio como símbolo de pureza, castidad o virginidad es la referencia iconográfica más utilizada en todo tipo de representaciones de la Virgen (particularmente en la escena de la Anunciación). Viene haciéndose así desde el siglo VIII, aunque la asociación de la flor con ámbitos sagrados tiene un origen precristiano (en el mito griego de la Vía Láctea, el lirio nació de la leche derramada por Juno cuando amamantaba a Hércules), y entre los primeros cristianos (Tertuliano) simbolizaba a los santos no martirizados ("confesor de la fe") por contraposición a los santos martirizados (que se asociaban a la rosa roja); ambas flores pasaron a atribuirse a la Virgen en la Leyenda Áurea de Jacopo da Vorágine. Desde Bernardo de Claraval el lirio se utiliza como símbolo de la Inmaculada Concepción (como el lirio entre espinas, identificando a la Virgen como la única libre del pecado original entre toda la humanidad). La triple virginidad de María ("antes, durante y después del parto") se suele indicar con la presencia de tres lirios.[54][55][56]

La utilización heráldica del lirio como "lis" es propia de la monarquía francesa.

La imagen de la Virgen con el Niño como hortus conclusus ("jardín" o "huerto cerrado") permite a los artistas recrearse en la representación de abundante vegetación, particularmente todo tipo de flores (Virgen del rosal o de la rosaleda).[57]

Convencionalmente, el manto de la Virgen se pinta de azul y la túnica de rojo, aunque estos colores del ropaje pueden variar (destacadamente, en las Madonnas de Jan van Eyck -Virgen del canciller Rolin, Virgen del canónigo Van der Paele-, con mantos rojos, o en las Inmaculadas de la escuela sevillana, con túnicas blancas). Se han atribuido distintos valores alegóricos a la elección de esos colores (los asociados a los emperadores y las emperatrices bizantinos o la dualidad de naturalezas de Cristo), pero la minuciosidad de los contratos de encargo de las pinturas suele referirse a los pigmentos, de elevadísimos precios, que se usaban para conseguir ambos, en sutiles gamas (lapislázuli, ultramar, azurita, bermellón, púrpura, escarlata, carmesí, quermesita, carmín, etc.) y que dependiendo de su estabilidad, permanecen inalterados o se van deteriorando con el tiempo (o a causa de los barnices y restauraciones inadecuadas).[60]

Virgen de la granada, de Fra Angelico.

La Natividad, de Petrus Christus, 1450. El manto de la Virgen sirve de cama del Niño.

La citada Madonna del granduca de Rafael.

La religiosidad popular atribuye determinadas virtudes a la placenta o al saco amniótico (membranas que rodean al feto), a los que popularmente se da la denominación "manto de la Virgen", particularmente si el niño nace envuelto en alguna de ellas.

Algunas advocaciones occidentales, como la Virgen de la Misericordia, la Virgen de la Merced, la Virgen del Amparo o la Virgen del Carmelo, se representan iconográficamente acogiendo bajo su manto a los donantes de la obra encargada.[61]​ En alemán se da a esta tipología el significativo nombre de Schutzmantelmadonna ("protección del manto de la Madonna").[62]​ En Oriente se denominan Maphorion (nombre del manto o más bien del velo de la Virgen, que según la tradición oriental se custodiaba en la iglesia de Blanquernas de Constantinopla -Blachernitissia- y según la tradición occidental se halla en la catedral de Chartres).[63]​ La condición protectora de la Virgen (festejada en Oriente como Protección de la Madre de Dios) se viene destacando litúrgicamente desde el troparion[64]​ más antiguo: Sub tuum praesidium.[65]

Virgen de la Misericordia de la familia Cadard, de Enguerrand Quarton, 1452.

Virgen de la Carrasca (Blancas), ca. 1430-1440.

Virgen de la Misericordia, Bartolomeo Bon, ca. 1445-1450.

Tabla central del Políptico de la Misericordia, de Piero della Francesca, ca. 1445-1462.

Bartolomeo Caporali, 1482.

Perugino, ca. 1510-1520.

Virgen del Carmelo, de Moretto, ca. 1522.

Retablo de la Virgen de los mareantes en la capilla del Cuarto del Almirante de los Reales Alcázares de Sevilla, de Alejo Fernández (1531-1536).

Virgen de las Cuevas, de Zurbarán, 1655.

Icono ucraniano del siglo XVII.

El tema denominado "Desponsorios espirituales" o "Bodas místicas",[66]​ derivado de un concepto teológico del judaísmo relacionado con otros similares en religiones antiguas (hieros gamos -"hierogamia", "matrimonio místico" o "sagrado"-); en la iconografía cristiana representa artísticamente el matrimonio espiritual o místico entre un santo y Cristo, habitualmente ante la presencia o madrinazgo de la Virgen. Entre los santos relacionados con el tema están Catalina de Alejandría, Catalina de Siena, Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz,[67]Santa Rosa de Lima, Gregorio el Grande y Bernardo de Claraval. En otros casos las bodas son con otros conceptos teológicos (Francisco de Asís con las tres virtudes).[68]​ o del propio Cristo con la Iglesia o con el alma.

El origen del tema se halla en el Matrimonio místico de Santa Catalina[69]​ o Bodas místicas de Santa Catalina. Según su hagiografía, a Catalina de Alejandría se le apareció la Virgen con el Niño, con el que se desposó espiritualmente. También se utiliza el mismo concepto para otra mártir cristiana, Santa Inés.[70]

Edad Media

Relieve bizantino en marfil con el ciclo de la Natividad (la escena central es la Theotokos rodeada de los Tres Magos y un ángel. Siglo VI.

Talla bizantina de bulto redondo en marfil. Siglo X u XI.

Talla románica en piedra.

Virgen entronizada del Maestro del frontal de Tahull, talla románica en madera policromada. Siglo XII.

Odigitria bizantina. Siglo XII.

Parteluz del pórtico de la catedral de Vitoria, gótica.

Talla gótica en marfil. Siglo XIII.

Dexiokratousa bizantina. Siglo XIII.

Dormitio Virginis, de Arnolfo di Cambio. Siglo XIV.

Adoración de la catedral de Módena, de Guido Mazzoni. Siglo XV.

Terracota de Luca della Robbia. Siglo XV.

Miguel Ángel

Virgen de la escalera

Piedad del Vaticano

Madonna de Brujas

Piedad Rondanini

Piedad Palestrina

Manierismo y Barroco

Bronce de Antonio Susini sobre un modelo de Giambologna, manierista. Siglo XVI.

Virgen con Niño y San Juanito, de Pietro Bernini.

La llamada Inmaculada del facistol,[72]​ de Alonso Cano. Siglo XVII.

Estatuilla austriaca en oro barroca. Siglo XVII.

Retablo de la Virgen de la O en San Paio de Antealtares. Siglo XVII.

Virgen de la leche, de Salzillo, barroca. Siglo XVIII.

Virgen de la Merced Comendadora, José Montes de Oca. Siglo XVIII.

Talla en madera, marfil, tela y plata. Arte colonial hispano-filipino. Siglo XVIII.

La Virgen del Carmen rescatando almas del purgatorio, de Antonio Dupar. Siglo XVIII.

Inmaculada, de Andreas Zahner.[73]​ Siglo XVIII.

Réplica monumental de la Virgen de Quito.

Esmalte

Medallón ca. 1340-1350.

La Virgen del Cristal, siglo XVII.

Adoración del Niño, Ghirlandaio, ca. 1490.

Cristo bendiciendo y Virgen rezando, Roberto Campin, ca. 1425.

Mosaico de la Basílica de San Marcos, Venecia, ca. 1210.

Virgen, 1674, atribuida a Willem Paulet, considerada copia de un original de Guido Reni -Ficha en el Rijksmuseum de Ámsterdam-

Virgen en éxtasis, de Guido Reni, comienzos del siglo XVII.

Inmaculada Concepción, de Murillo, 1662.

Uno de los nombres vulgares de las orquídeas del género Elleanthus es Praying Virgin ("Virgen rezando") -ICBN, fuente citada en en:List of natural Orchidaceae genera-.

Milagro del toro de Plasencia.

Otro milagro atribuido a la Virgen.

Un ejército tras un estandarte con la figura de la Virgen.

Isis con Horus niño.

Astarté como madre nuticia.

Tique con Pluto niño.

Psychosostria, siglo XIV.

Virgen y el Niño con las sopas de leche, de Gerard David, 1510-1515, Musei di Strada Nuova. El mismo pintor realizó varias réplicas del tema (descripción de la fechada ca. 1520, Musées Royaux des Beaux-Arts).

Madonna della Scodella ("Virgen de la escudilla", una derivación del tema del "Descanso en la huída a Egipto"), de Correggio, 1530 -Ficha de una versión en el Prado-

Madonna della pappa, de Veronés, 1580-1561.

Madonna della pappa, de Bernardo Strozzi, primera mitad del siglo XVII.

También fue tratado el tema por la escuela cuzqueña de pintura (La Escuela Cusqueña).

Agiosoritissa, parte de la Deesis del iconostasio del monasterio de Kirillo-Belozersky -Official site, fuente citada en en:Kirillo-Belozersky Monastery-.

San Pedro llorando ante la Virgen, de Guercino, 1647 (el tema deriva de la escena de "las negaciones de San Pedro").

Caída en el camino del Calvario, de Rafael, 1515.

La citada Trinidad de Masaccio.

Crucifixión, de Jan Van Eyck, 1426.

Crucifixión, del Maestro de la Virgo inter virgines, 1490.

Crucifixión, de El Bosco, 1490.

Crucifixión, de Juan de Flandes, 1509-1518.

Crucifixión, de Altdorfer, 1512.

Tabla central del Retablo de Isenheim, de Grünewald, 1512-1516.

Crucifixión, de Ribera, 1620.

Crucifixión, de Rembrandt, 1635.

Crucifixión, de Tiépolo, 1745-1750.

El grupo citado de Juan de Borgoña.

Los conceptos mariológicos ligados al sacrificio de la Cruz permiten metáforas de gran barroquismo: Antonio de Sousa de Macedo, Eva y Ave, o Maria triunfante: theatro de la erudicion, y philosofia christiana, en que se representan los dos estados de el mundo, caído en Eva, y levantado en Ave : primera, y segunda parte, viuda de Francisco del Hierro, 1731, pg. XVII: Cuando caía en Eva se restauraba en la Virgen: debajo del mismo árbol, dice el Esposo que la levantó: donde la serpiente engañó, y venció a Eva, le dixo el Señor, que la pisaría, y triunfaría la Virgen: de la raíz de la culpa, que inficionó todo el árbol de la genealogía humana, salió la Vara, que dio la flor cordial contra aquel veneno; y así junto al Árbol de la Cruz, en que se redimía Eva caída, estaba la Virgen levantada, como triunfante.

Virgen de los Siete Dolores en la Capilla de la Virgen y la Santa Cruz del convento de Reinaker, Reutenbourg, Alsacia, siglo XVIII.

Mater Dolorosa, miniatura del Waldburg-Gebetbuch, 1486.

Uso en heráldica: Escudo de Villaturiel.

Escudo de Valverde de la Virgen.

Políptico de la Annunziata de Perugino, 1504-1507, un "Descendimiento" -Garibaldi, fuente citada en en:Polittico dell'Annunziata-.

Descendimiento de la Cruz, de Pontormo, 1525-1528.

Descendimiento, de Pietro Lorenzetti. en los frescos de Asís, 1320.

Descendimiento, de Jean-Baptiste Regnault, 1789.

Pala Baglioni, de Rafael Sanzio, 1507, una Deposizione o Transporto.

Las tres Marías ante la tumba de Cristo, de Hubert van Eyck, 1425-1435.

Presentación de María, de Manuel Panselinos, ca. 1290-1310.

La Virgen con sus padres, fresco del monasterio serbio de Kovin -en:Serbian Kovin Monastery-, 1320-1765.

Los desposorios de la Virgen, de Rafael, 1504.

Visitación, de Ghirlandaio, ca. 1491.

Adoración de los pastores de Hugo van der Goes, 1476-1478.

Adoración de los Magos, de Rubens, 1609-1629.

Descanso en la huida a Egipto, de Fernando de los Llanos, 1507-1510.

Escena hogareña de la Sagrada Familia en el Libro de Horas de Catalina de Cleves, ca. 1440. -Plummer, fuente citada en en:Hours of Catherine of Cleves-

Sagrada Familia del pajarito, de Murillo, ca. 1650.

Circuncisión de Cristo, de Andrea Mantegna, ca. 1461.

Jesús entre los doctores, de Giotto, ca. 1310.

Pentecostés, de El Greco, 1597.

Dormición de la Virgen, Paolo Veneziano, 1333.

La Asunción de la Virgen, de Tiziano, 1516-1518.

Coronación de la Virgen, de Velázquez, 1635-1648.

Lactatio Bernardi en un fresco de la abadía de Santa María de Rivalta,-Comune di Tortona, fuente citada en it:Abbazia di Santa Maria di Rivalta- siglo XV.

Pala di Brera, de Piero della Francesca, 1472-1474; una sacra conversazione con donante (Federigo de Montefeltro).

Aparición de la Virgen a San Jacinto, de Ludovico Carracci, 1594.

Traslación de la Santa Casa o Virgen de Loreto, de Annibale Carracci, ca. 1605.

Imposición de la casulla a San Ildefonso, de Velázquez, 1623.

Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos, de Juan Sánchez Cotán, siglo XVII.

Aparición de la Virgen en Lourdes, vidriera de la iglesia de Santa María y San Miguel, North Aisle, siglo XX.

Sancta Dei Genetrix.

Nostras deprecationes ne despicias

in necessitatibus,

sed a periculis cunctis

libera nos semper,

Virgo gloriosa et benedicta.

La versión española (recogida en La oración más antigua dedicada a la Virgen):

santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien, líbranos de todo peligro,

¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

Spinello Aretino, ca. 1390.

Lorenzo Salimbeni, ca. 1400.

Michelino da Besozzo, ca. 1420.

Bodas místicas de santa Catalina (Memling), 1479.

Lorenzo Lotto, 1523.

Correggio, 1526-1527.

Parmigianino, 1529.

Giovanni Battista Crespi, siglo XVII.

Murillo, 1682 -ficha en el Museo de Cádiz Archivado el 28 de agosto de 2014 en Wayback Machine.-

Anónimo del siglo XVIII

Desposorios místicos de Santa Inés, Francisco Pacheco, 1628 -Ficha en la web del Museo de Bellas Artes de Sevilla Archivado el 29 de noviembre de 2014 en Wayback Machine.-



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