La pandemia de COVID-19 (conocida popularmente como pandemia de coronavirus) es una pandemia derivada de la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2. Su primer caso fue identificado en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en la República Popular China, al reportarse casos de un grupo de personas enfermas con un tipo de neumonía desconocida. La mayoría de los individuos afectados tenían vinculación con trabajadores del Mercado mayorista de mariscos de Huanan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una pandemia el 11 de marzo de 2020 (en esa fecha informaba de 118 000 casos en 114 países, y 4291 personas habían perdido la vida).
A día 14 de mayo de 2021 se ha informado de más de 162.5 millones de casos de la enfermedad en 255 países y territorios en el mundo, y 3 372 013 de fallecidos. Por otra parte, para octubre de 2020, la Organización Mundial de la Salud estimaba que al menos un 10 % de la población mundial ya se había contagiado de esta enfermedad (unas 780 millones de personas infectadas aproximadamente), debido al gran subregistro de casos a nivel mundial.
El virus se transmite generalmente de persona a persona a través de las pequeñas gotas de saliva, conocidas como microgotas de Flügge, que se emiten al hablar, estornudar, toser o espirar. También está documentada la transmisión por aerosoles ( < 5μm). Se difunde principalmente cuando las personas están en contacto cercano, pero también se puede difundir al tocar una superficie contaminada y luego llevar las manos contaminadas a la cara o las mucosas. Su período de incubación suele ser de cinco días, pero puede variar de dos a catorce días. Los síntomas más comunes son la fiebre, la tos seca y dificultades para respirar. Las complicaciones pueden incluir la neumonía, el síndrome respiratorio agudo o la sepsis. Para febrero del 2021, hay varias vacunas siendo utilizadas por distintos países. En la OMC, un grupo de 99 países en vías de desarrollo liderados por India y Sudáfrica y con el apoyo de Médicos sin Fronteras piden por la suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra el COVID-19 mientras dure la pandemia. A este pedido se oponen, entre otros países, la mayoría de los miembros de la Unión Europea, Estados Unidos y Brasil.
Las medidas de prevención recomendadas incluyen lavarse las manos, cubrirse la boca al toser, el distanciamiento físico entre las personas y el uso de mascarillas, además del autoaislamiento y el seguimiento para las personas sospechosas de estar infectadas. La edad es un factor de riesgo (> 65 años) así como la presencia de enfermedades crónicas como la diabetes, cardiopatías, enfermedades respiratorias, hipertensión arterial o inmunodeficiencias tienen un riesgo mucho mayor de contraer la enfermedad y de llegar a tener complicaciones graves, por lo que se aconseja el confinamiento domiciliario tanto como sea posible.
Asimismo, se ha confirmado que otros animales —como perros, gatos, tigres, leones y murciélagos— pueden contraer el COVID-19 al igual que los seres humanos. Aún está en estudio si los animales también deberían tomar las mismas medidas de distanciamiento que los seres humanos para evitar su propagación.cuarentenas, confinamientos, cancelación de eventos y el cierre de establecimientos.
Para evitar la expansión del virus, los gobiernos han impuesto restricciones de viajes,La pandemia ha tenido un efecto socioeconómico disruptivo. Se han cerrado colegios y universidades en más de 124 países, lo que ha afectado a más de 2200 millones de estudiantes. Un tercio de la población mundial se encuentra confinada, con fuertes restricciones a la libertad de circulación, lo cual ha conducido a una reducción drástica de la actividad económica y a un aumento paralelo del desempleo. Se han desatado maniobras de desinformación y teorías conspirativas sobre el virus, así como algunos incidentes de xenofobia y racismo contra ciudadanos chinos y de otros países del este y sudeste asiático. Debido a la reducción de los viajes y al cierre de numerosas empresas, ha habido un descenso en la contaminación atmosférica.
Algunas personas han minimizado la gravedad de la pandemia, llamado a resistir las medidas sanitarias adoptadas por los gobiernos y han realizado protestas callejeras sosteniendo que su libertad libertad se veía afectada, a la vez que personas de altos ingresos han evitado cumplir normas sanitarias comunes dictadas para evitar el contagio de la covid, exhibiendo públicamente su riqueza. La Real Academia Española ha incluido diversas palabras en el Diccionario de la lengua española para referise a esas situaciones, como «covidiota», «covidiocia», «covidiotez», y «covidiotismo».
La enfermedad por coronavirus de 2019,COVID-19 e incorrectamente llamada neumonía por coronavirus, es una enfermedad infecciosa causada por el SARS-CoV-2.
más conocida comoProduce síntomas similares a los de la gripe o catarro, entre los que se incluyen fiebre, tos, disnea (dificultad respiratoria), mialgia (dolor muscular) y fatiga. En casos graves se caracteriza por producir neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, sepsis y choque séptico que conduce a cerca de 3,75 % de los infectados a la muerte según la OMS. No existe tratamiento específico; las medidas terapéuticas principales consisten en aliviar los síntomas y mantener las funciones vitales.
La transmisión del SARS-CoV-2 se produce mediante pequeñas gotas —microgotas de Flügge — que se emiten al hablar, estornudar, toser o espirar, que al ser despedidas por un portador (que puede no tener síntomas de la enfermedad o estar incubándola) pasan directamente a otra persona mediante la inhalación, o quedan sobre los objetos y superficies que rodean al emisor, y luego, a través de las manos, que lo recogen del ambiente contaminado, toman contacto con las membranas mucosas orales, nasales y oculares, al tocarse la boca, la nariz o los ojos. Esta última es la principal vía de propagación, ya que el virus puede permanecer viable hasta por días en los fómites (cualquier objeto carente de vida, o sustancia, que si se contamina con algún patógeno es capaz de transferirlo de un individuo a otro). También está documentada la transmisión por aerosoles ( < 5μm).
Los síntomas aparecen entre dos y catorce días (período de incubación), con un promedio de cinco días, después de la exposición al virus. Existe evidencia limitada que sugiere que el virus podría transmitirse uno o dos días antes de que se tengan síntomas, ya que la viremia alcanza un pico al final del período de incubación. El contagio se puede prevenir con el lavado de manos frecuente, o en su defecto la desinfección de las mismas con alcohol en gel, cubriendo la boca al toser o estornudar, ya sea con la sangradura (parte hundida del brazo opuesta al codo) o con un pañuelo y evitando el contacto cercano con otras personas, entre otras medidas profilácticas, como el uso de mascarillas. La OMS desaconsejaba en marzo la utilización de máscara quirúrgica por la población sana, en abril la OMS consideró que era una medida aceptable en algunos países.
Desde décadas antes de 2020, varias autoridades científicas y figuras mediáticas advertían sobre la posible aparición de un virus con capacidad de generar una pandemia que tuviera consecuencias devastadoras para el mundo. Exitosos libros como A Dancing Matrix (1994) de Robin Marantz Henig, The Coming Plague (1994) de Laurie Garrett y The Hot Zone de Richard Preston (1995) tocaron este tema y coincidieron en que mundialmente no existía la preparación suficiente para lidiar con algo así.
En el siglo xxi las advertencias continuaron, y aunque durante ese tiempo surgió la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009-2010, muchos autores y autoras continuaron centrando su preocupación en la aparición de una pandemia similar a la pandemia de gripe de 1918, que ha sido la más letal de ese siglo xx. Mientras que, por otro lado, la de 2009-2011 fue la menos letal de ellas, con un número de contagios y muertes estimadas que coincidieron en buena parte con los que una gripe estacional puede causar anualmente, y con un nulo impacto social e económico al nivel mundial. Algunos de los expertos que advirtieron sobre una posible pandemia fueron:
Otra de las advertencias, que se popularizó durante la actual pandemia, fue la charla TED que dio Bill Gates en 2015, donde habló sobre la falta de políticas de preparación ante una posible pandemia causada por algún virus altamente infeccioso y bajo circunstancias que alienten su diseminación; y una vez más, presentó un modelo de los contagios que provocaría un virus como el de 1918. Según dijo Bill Gates, para un reportaje a The Wall Street Journal, también instó a los candidatos presidenciales de las elecciones de Estados Unidos de 2016 a priorizar esfuerzos en preparativos ante una posible pandemia.
Durante la actual pandemia, también cobraron notoriedad obras que trataron temas relacionados con epidemias, especialmente la película Contagion (2011), basada en eventos como la pandemia de 2009 y la epidemia de SARS de 2002-2004, y que fue bien recibida por la comunidad científica por su cercanía con la realidad; o la novela The Eyes of Darkness (1981), donde se relata la creación de un virus con 100 % de letalidad, llamado «Wuhan-400» en algunas ediciones de este libro.
Los hospitales de Wuhan detectaron los primeros casos de la nueva enfermedad a mediados de diciembre de 2019, estos primeros contagios detectados se dieron en el ámbito del Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China de Wuhan.
Estos primeros casos, diagnosticados en un principio como una neumonía de origen desconocido, fueron los que iniciaron las alertas sanitarias que llevaron a que en la primera semana de enero se identificase como causante de la enfermedad desconocida a un nuevo coronavirus, al que se denominó al principio 2019-nCoV.
El 9 de febrero de 2021, una comisión internacional de la OMS enviada a China para investigar los orígenes de la pandemia in situ, concluyó que el foco inicial de la pandemia fue el determinado desde un principio, el mercado mayorista de Wuhan, sin poder determinar cómo llegó a él el virus, existiendo casos en los que no se ha podido hallar relación con el mercado: «No hemos encontrado pruebas de grandes brotes que pudieran vincularse antes del 19 de diciembre en Wuhan o en otros lugares. También podemos estar de acuerdo en que encontramos una circulación más amplia del virus en Wuhan en diciembre, no solo limitada al mercado de Huanan», descartando un origen distinto al salto animal-humano y, descartando igualmente, la existencia de casos anteriores a aquel diciembre de 2019.
Ya en diciembre la enfermedad se había extendido en silencio a Europa, en concreto a París Milán y Turín, pero sin ser descubierta hasta estudios muy posteriores.
La alerta de la Organización Mundial de la Salud, aun sin conocerse todavía si era posible el contagio de persona a persona, hizo que se dispararan las alarmas en otros países asiáticos en los que en 2003 sufrieron el brote de SARS. Regiones y países cercanos a China pusieron en marcha los escaneos por infrarrojos a viajeros.
El 13 de enero la OMS informó sobre el entonces primer caso confirmado fuera de China. Una mujer china de 61 años vecina de Wuhan que el 8 de enero viajó en vuelo directo de Wuhan a Tailandia en compañía de cinco miembros de su familia en un grupo de 16 personas. Fue detectada en el aeropuerto de Suvarnabhumi (BKK) al presentar fiebre alta. Hospitalizada, el 12 de enero dio «positivo por coronavirus por reacción en cadena de la transcriptasa-polimerasa inversa (RT-PCR)». «Informó de que había visitado regularmente un mercado local de productos frescos en Wuhan antes de la aparición de la enfermedad el 5 de enero de 2020; sin embargo, no informó de que hubiera visitado el Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de China, donde se detectaron la mayoría de los casos».
La Organización Mundial de la Salud, declaró el 30 de enero de 2020, la existencia de un riesgo de salud pública de interés internacional, bajo las regulaciones del Reglamento Sanitario Internacional, y posteriormente el 11 de marzo de 2020 que la enfermedad se consideraba ya una pandemia por la alta cantidad de personas infectadas (118 000) y muertes (4291) que había causado alrededor del mundo (114 países).
En relación con la incidencia, los casos de COVID-19 comprobados mediante análisis genético (PCR) ascienden a unos 162.5 millones al 14 de mayo de 2021, pero la OMS estima que la cantidad real de infecciones es probablemente mucho mayor, en torno a 780 millones o 10 % de la población mundial.
Cada país está informando de los casos de COVID-19 verificados en su territorio en base al análisis genético de muestras en laboratorio. Sobre todo en los primeros meses de la pandemia, estas cifras no eran necesariamente representativas de la propagación real del virus porque la cantidad de pruebas de Covid realizadas variaba mucho de un país a otro, según los medios disponibles y las estrategias de contención adoptadas.[cita requerida]
Durante los primeros días de la pandemia, Corea del Sur fue el único país donde se realizaron análisis sistemáticos de grandes conjuntos de población, unos 10 000 al día, con 210 000 contabilizados hasta el 10 de marzo. En el extremo contrario, Japón solo había analizado 10 000 muestras en total hasta el 10 de marzo y el Reino Unido estaba haciendo 1500 análisis hasta el 11 de marzo, cuando su gobierno ordenó aumentar la cadencia un 500 %. Estados Unidos había analizado solo 1583 muestras hasta el 5 de marzo.
En España, a 25 de marzo de 2020 se calculaba que podría haber entre 300 000 y 900 000 personas infectadas frente a los 39 000 casos registrados oficialmente. La importante diferencia se debe a que la mayoría de los portadores del virus pasan la enfermedad sin ningún tipo de síntomas.
En China no se reportan los pacientes asintomáticos como casos de COVID-19 incluso si dan positivo en la prueba. La situación cambió en los meses siguientes, a medida que cada país se fue equipando en sistemas de pruebas de covid, principalmente por PCR. Es posible que se pasase al extremo contrario, en el que los positivos reportados eran superiores a los casos reales de la enfermedad porque la excesiva sensibilidad de las pruebas PCR señala como positivos a personas que ya han pasado la enfermedad pero tienen aún en su cuerpo restos de ARN no viable, es decir, de virus muertos que ya no infectan.
En cuanto a las cifras de fallecidos, los criterios son también dispares según los países. En Italia se cuentan como víctimas de la pandemia a los muertos que habían dado positivo pero no a muchos ancianos fallecidos en residencias sin haberles hecho la prueba;Bélgica se contabiliza en las cifras de fallecidos a todos los muertos en residencias con síntomas similares a los de COVID-19, aunque no se les hayan hecho tests. En España se ha constatado que la sobremortalidad durante la epidemia es entre un 50 y un 70 % más alta que las cifras oficiales de fallecidos por COVID-19 verificados por prueba PCR.
mientras que enNota: la lista puede presentar desactualizaciones respecto a las fuentes.
Líneas resaltadas:
Sin casos activos. Todos los pacientes se recuperaron.
(U) Territorio de ultramar.
(TD) Territorio disputado.
(ERL) Estado con reconocimiento limitado.
(RAE) Región administrativa especial.
Mientras que las pruebas PCR detectan la presencia del virus SARS-CoV-2 en cantidades significativas en una persona en ese momento, las pruebas de anticuerpos detectan que una persona ha estado expuesta al virus en los últimos meses, aunque ya no lo tenga en la actualidad.[cita requerida]
Varios países y territorios han realizado campañas de tests de anticuerpos para determinar qué porcentaje de su población ha sido infectada por el virus. Los resultados se resumen en la tabla siguiente.
La pandemia de COVID-19 en Corea del Norte A abril de 2021 sigue siendo el único país que aún se desconoce algún caso confirmado, aunque fuentes del gobierno de su país hermano Corea del Sur, sospechan que la enfermedad ha afectado al país. Se cree que la supuesta llegada del virus a Corea del Norte no proviene de la Corea del Sur, que ha tenido una gran cantidad de casos de COVID-19 reportados, sino más bien de China, de donde se originó el virus. Esto se debe a que las restricciones fronterizas son más flexibles entre China y Corea del Norte que entre Corea del Norte y Corea del Sur, que tiene una frontera fuertemente militarizada, mientras que el tráfico y el comercio del mercado negro es prominente en la frontera entre China y Corea del Norte. Sin embargo, los presuntos casos de COVID-19 en las dos provincias chinas (Liaoning y Jilin) que limitan con Corea del Norte han sido bajos.
El 23 de enero, medios de prensa estadounidenses afirmaron que había casos sospechosos en Sinuiju y que fueron puestos en cuarentena. Por el contrario la información oficial desde el interior del país indica que no hay casos confirmados hasta el momento.
Casos confirmados en la ciudad de Wuhan, República Popular China, 2019-2020.
Casos confirmados en la República Popular China, 2019-2020.
Casos confirmados en el mundo, 2019-2020.
La pandemia de COVID-19 en Europa es parte de la pandemia de COVID-19 provocada por el coronavirus SARS-CoV-2. El primer caso de COVID-19 en Europa se detectó el 25 de enero en Francia: un hombre de 80 años procedente de la provincia de Hubei, que luego falleció el 15 de febrero. El 14 de febrero murió un turista chino en París, en la que se creyó se trataba de la primera muerte por COVID-19 fuera de Asia pero posteriormente se descubrió que un hombre fallecido en la ciudad española de Valencia el 13 de febrero también estaba infectado de coronavirus, que había contraído en Nepal.
Los casos iniciales se informaron en Francia, Alemania y otros países con un número relativamente bajo de casos. El 21 de febrero, se informó un gran brote en Italia, principalmente en el norte, cerca de Milán. Los casos crecieron rápidamente y el 13 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró a Europa el nuevo epicentro del virus después de que la situación mejorara en China. Desde esa fecha, el número de casos en cada país europeo se ha duplicado en períodos de entre dos y cuatro días.
La pandemia de COVID-19 en América es una epidemia continental que inició con la detección del primer caso de esta enfermedad el 21 de enero de 2020 en los Estados Unidos, un hombre de aproximadamente 30 años, originario del estado de Washington, que había viajado recientemente a China.
Se notificaron casos en todos los países de América del Norte, América Central y por último el Caribe después de que Bonaire confirmara un caso el 18 de abril.
El primer caso de la pandemia de COVID-19 en África se confirmó el 14 de febrero de 2020 en Egipto, En África subsahariana el primer caso fue confirmado en Nigeria. La mayoría de los casos importados identificados han llegado de Europa y los Estados Unidos, a diferencia de otros continentes en los que provenían de China. Varios países africanos tienen sistemas de salud poco desarrollados, por lo que se estima que puede existir subestimación en los casos reportados. África representa el 17% de la población mundial , pero solo un 3,5% de las muertes por COVID-19 comunicadas.
La propagación de COVID-19 en África ha generado alarma debido a que muchos de los sistemas de salud en el continente son inadecuados, tienen problemas como falta de equipo, falta de fondos, capacitación insuficiente de los trabajadores de la salud y transmisión de datos ineficiente.
Se temía que la pandemia pudiera ser difícil de mantener bajo control en África y podría causar enormes problemas económicos si se extendía ampliamente.ventiladores entre ellos, y diez países no tienen ventiladores en absoluto. Incluso los suministros básicos como el agua y el jabón están sujetos a escasez en algunas partes del continente.
Hacia mitad de abril de 2020, el suministro de ventiladores era bajo en gran parte de África: 41 países tienen solo 2000Las medidas básicas para prevenir la transmisión de la enfermedad incluyen: lavarse las manos con agua y jabón, llevar mascarillas, el distanciamiento social, no tocarse los ojos, la nariz ni la boca con las manos sin lavar, y toser y estornudar en un pañuelo desechable o en el pliegue del codo.
Muchos países, gobiernos, y asociaciones como la CDC y la OMS, recomiendan usar mascarillas o coberturas faciales de tela quirúrgica, especialmente en lugares públicos donde haya mayor riesgo de transmisión y donde las medidas de distanciamiento social sean difíciles de mantener. Esta recomendación busca reducir la propagación de la enfermedad entre personas con síntomas y sin síntomas, y es complementaria a otras medidas preventivas como el distanciamiento social. Utilizar cubiertas faciales limita el volumen y la distancia de viaje de las gotitas que se dispersan al hablar, respirar y toser.
Las mascarillas se recomiendan más a quienes puedan haber sido infectados y a los cercanos a alguien que pueda tener la enfermedad. Y se recomienda a los profesionales de la salud que interactúan directamente con pacientes con COVID-19 que utilicen mascarillas que sean al menos tan protectoras como la mascarilla N95, o las certificadas por NIOSH u otro organismo equivalente, además de que usen otros complementos de protección personal.
Cuando no se usa máscarilla, el CDC recomienda cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo al toser o estornudar, o con la parte interna del codo si no se dispone de pañuelo. Se recomienda la higiene adecuada de las manos después de toser o estornudar.
Hay mascarillas que llevan alguna válvula de exhalación (es decir, de salida) para expulsar el aire de la respiración sin filtrar. Por ello, si su portador estuviese infectado (y puede estarlo sin saberlo), transmitiría el virus a través de la válvula, incluso estando la mascarilla certificada. Así que las mascarillas con válvula de salida no están recomendadas para controlar la pandemia.
Las vacunas contra el o la COVID-19 comprenden al conjunto de vacunas que tratan de prevenir la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2021.
Para febrero de 2021, diez vacunas han sido autorizadas para su uso público por al menos una autoridad reguladora competente. Además, hay unas 70 vacunas candidatas en investigación clínica, de las cuales 17 en ensayos de fase I, 23 en ensayos de fase I-II, 6 en ensayos de fase II y 20 en ensayos de fase III. Las vacunas contra la COVID-19, se pueden clasificar según el vector que utilizan para introducir el material del SARS-CoV-2. El vector puede ser una versión inactivada del propio coronavirus, otro virus (generalmente un adenovirus) al que se le ha insertado ARN del SARS-CoV-2, o bien ARN mensajero solo.
La vacunas que se encuentran en uso son: vacunas de ARN mensajero, (tozinamerán de Pfizer-BioNTech y mRNA-1273 de la empresa Moderna), vacunas de coronavirus inactivado, (BBIBP-CorV de Sinopharm, BBV152 de Bharat Biotech, CoronaVac de Sinovac, WIBP de Sinopharm), vacunas de otros vectores virales,( Sputnik V de Gamaleya, AZD1222 de Oxford -AstraZeneca, Ad5-nCoV de CanSino Biologics, Ad26.COV2.S de Janssen-J&J), vacuna de antígenos peptídicos EpiVacCorona del Vektor Institute.
La eficacia más alta contra los síntomas obtenida hasta ahora por una vacuna contra la COVID-19 es del 95%, un valor similar a la inmunidad natural que se obtiene al infectarse con el virus SARS-CoV-2.refrigeradores, las de ARN mensajero requieren congeladores a -20 ºC (Moderna) o incluso a -80 ºC (Pfizer), lo cual complica su distribución. Debido a la capacidad de producción limitada de los fabricantes de vacunas, los estados han tenido que implementar planes de distribución por etapas, que dan prioridad a la población de riesgo, como los ancianos, y a las personas con alto grado de exposición y transmisión, como los trabajadores sanitarios. A 1 de febrero de 2021, se habían administrado 101,3 millones de dosis de vacunas COVID-19 en todo el mundo, según informes oficiales de las agencias nacionales de salud.
Otras vacunas, sin embargo, presentan una eficacia menor, algunas de solo el 50%. Otra diferencia importante entre las diferentes vacunas es su temperatura de conservación. Mientras que las vacunas de adenovirus o coronavirus inactivados se conservan enCuando alguien ha sido vacunado contra la COVID (ha recibido todas las dosis necesarias de la vacuna, y ha pasado un tiempo establecido), todavía es posible transmitir la enfermedad, aunque las posibilidades quedan bastante reducidas.
Además, las vacunas fallan en una pequeña proporción de la gente vacunada.Así que se recomienda que la población siga realizando resoluciones preventivas (lavarse las manos con jabón, ponerse mascarilla, mantener la distancia social, etc.) para evitar los contagios, especialmente hacia gente vulnerable. Las precauciones acabarían cuando los peligros de la pandemia estén oficialmente terminados.[cita requerida]
Después del brote inicial de la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19), surgieron teorías de conspiración y desinformación con respecto al origen, la escala, la prevención, el tratamiento y otros aspectos de la enfermedad. La desinformación se difundió a través de las redes sociales, mensajes de texto, así como los medios estatales de algunos países.
La información médica errónea sobre formas de prevenir, tratar y autodiagnosticar la enfermedad por coronavirus ha circulado en las redes sociales.Organización Mundial de la Salud ha declarado una "epidemia de información falsa" de información incorrecta sobre el virus, lo que plantea riesgos para la salud mundial.
Algunas de las falsedades comunicadas son estafas comerciales que ofrecen pruebas en el hogar, supuestos preventivos y curas "milagrosas". LaEl negacionismo de la COVID-19 es la creencia de que la enfermedad infecciosa COVID-19 (causada por el virus SARS-CoV-2) y la pandemia que esta ha provocado en 2019 y 2020 no son reales o la gravedad de las mismas no es elevada.
Algunos negacionistas rechazan directamente la existencia del COVID-19, mientras que otros aceptan que la enfermedad existe pero niegan su gravedad, afirmando que la alarma mundial está injustificada. Otros sostienen sin pruebas que el agente infeccioso fue creado en el laboratorio chino de Wuhan donde comenzó el brote, con la colaboración de gobiernos mundiales como China y EE. UU., producto de las empresas farmacéuticas o incluso del empresario multimillonario Bill Gates. Los supuestos motivos detrás de estas teorías van desde una guerra biológica entre potencias hasta una gran estrategia de publicidad.
Por otro lado, las recomendaciones de la comunidad científica frente a la pandemia del coronavirus fueron puestas en duda por algunos líderes mundiales como el presidente Donald Trump de Estados Unidos, Jair Bolsonaro de Brasil y López Obrador de México, entre otros, quienes llegaron a afirmar que el virus es una pequeña gripe o resfriado que desaparecería pronto, priorizando la estabilidad de la economía sobre las medidas de aislamiento. Bolsonaro calificó la emergencia sanitaria como "histeria" o "fantasía". El presidente Donald Trump también llegó a sugerir que tenía evidencias de que el coronavirus fue fabricado en un laboratorio chino pese a que el director de Inteligencia Nacional de EE. UU., John Ratcliffe, declaró que el virus "no era artificial ni genéticamente modificado". Antonio Pappalardo, exgeneral de los carabineros de Italia apareció en unas manifestantes en contra del gobierno de Giuseppe Conte, declarando que "el problema de nuestro planeta no es esta especie de estúpida gripe llamada coronavirus, utilizada por las grandes potencias para someternos. Son las radiaciones electromagnéticas, hay demasiados radares, demasiadas antenas”.
En España, la revista Discovery Salud publicó un artículo titulado: "No hay pruebas de la existencia del 'coronavirus chino' ". El cantante español Miguel Bosé declaró que la pandemia fue “la gran mentira de los gobiernos” y una estrategia de Bill Gates para inyectar microchips a la humanidad y poder controlarla por medio de la red de telefonía 5G. El 11 de junio se realizó una manifestación antivacunas y anticoronavirus en la plaza del Callao de Madrid.
El 28 de marzo de 2020, durante la pandemia de COVID-19, Bruce Aylward, subdirector de la OMS, fue entrevistado en The Pulse, un programa de actualidad de Radio-Televisión Hong Kong (RTHK).
La periodista Yvonne Tong preguntó sobre el estado de Taiwán en la OMS y si la OMS reconsideraría la membresía de Taiwán después de que Taiwán acusase a China de negarle la entrada. Aylward pareció esquivar la pregunta, luego, cuando se le preguntó si todavía estaba en línea, afirmó que no escuchó la pregunta, culpando a los problemas de conexión a Internet. Tong se ofreció a repetir la pregunta, pero fue interrumpida por Aylward, quien le sugirió que continuara con otra. Tong repitió la pregunta, momento en el que Aylward terminó la llamada. Cuando se le devolvió la llamada, se le pidió a Aylward que "comentara un poco sobre cómo le ha ido a Taiwán hasta ahora", a lo que respondió: "Ya hemos hablado de China". Luego terminó formalmente la entrevista. La biografía en inglés de Aylward fue eliminada de la página web de liderazgo de la OMS en los días posteriores a la entrevista.
Sin embargo, un portavoz de la OMS explicó que fue eliminado después de una solicitud del personal de Aylward el 27 de marzo para archivarlo. "El momento fue desafortunado ya que la entrevista en vídeo se volvió viral poco después de esto", dijo el portavoz. El ministro de Asuntos Exteriores de Taiwán, Joseph Wu, comentó sobre la entrevista en un tuit, diciendo que la OMS "debería dejar a un lado la política para enfrentar una pandemia", y señaló la cobertura positiva sobre la respuesta de Taiwán a la pandemia en los medios globales y pidiendo que no se les confunda como parte de China. Después de la entrevista del 2 de abril, el Secretario de Comercio y Desarrollo Económico de Hong Kong, Edward Yau, criticó a RTHK por lo que llamó «[una violación del] Principio de Una China y los propósitos y la misión de RTHK como emisora de servicio público, como se específica en la Carta [RTHK]».
La RTHK respondió revisando el programa y no encontró ninguna violación de su carta. En abril el gobierno de Taiwán hizo público un correo electrónico que fue enviado a la OMS el 31 de diciembre solicitando información sobre un posible brote en Wuhan, diciendo que habían visto informes de siete personas infectadas con una enfermedad similar al SARS.
El Sr. Chen agregó que si China no notificó a la OMS que era evidencia de un encubrimiento por parte de Beijing, o si China notificó a la OMS, entonces fue un «incumplimiento del deber» de la organización no transmitir información.
Las declaraciones emitidas por Xi Jinping el 3 de febrero, declararon la necesidad de un énfasis por parte de los medios estatales en «contar las historias conmovedoras de cómo [las personas] en la línea del frente están previniendo y luchando contra el virus» como una prioridad de cobertura, mientras que el alto funcionario Zhang Xiaoguo dijo que su departamento «trataría la propaganda con respecto a las medidas de control y prevención del virus como su máxima prioridad». Por ejemplo, se ha observado que las organizaciones de medios estatales People's Daily y Global Times, junto con el subdirector de información Zhao Lijian del Ministerio de Relaciones Exteriores, publican elogios efusivos sobre la respuesta de Beijing a la epidemia, como una amplia cobertura de la construcción acelerada de los nuevos hospitales en Wuhan (que Zhao afirmó se completó en 16 horas), la cuarentena de Wuhan con su población de 11 millones y la cuarentena «sin precedentes de la provincia de Hubei». Aunque tales esfuerzos tuvieron un efecto cuestionable sobre la epidemia, ya que los nuevos hospitales estaban operando a menos de la mitad de su capacidad debido a la escasez de camas y recursos médicos , mientras que el cierre de Wuhan llegó demasiado tarde para ser efectivo cuando millones se habían ido, el Financial Times y otros señalaron que tales acciones ampliamente publicitadas fueron un «golpe de Estado de relaciones públicas» que mostraba que el «gobierno dominante y centralizado» de China era particularmente adecuado para lidiar con el brote, creando la impresión de que Beijing intervino directamente a pedido de Xi Jinping.
Los observadores han advertido que si bien «la admiración de los trabajadores médicos de primera línea es generalizada y sincera», los medios estatales también deberían destacar la realidad de que muchos de esos trabajadores «carecen de equipo de protección» y que más de 3000 han sido infectados desde el brote y que la atención de los medios puede brindarles apoyo público para obtener algunos equipos muy necesarios. El New York Times ha señalado que tales intentos de propaganda del gobierno para controlar la narrativa se han visto con desconfianza entre los individuos más jóvenes, quienes, a diferencia de las personas mayores, dependen menos de los medios estatales y en su lugar han buscado «información de primera mano y estudios en los medios de comunicación profundos sobre la epidemia en la web», lo que sugiere que el gobierno central no estaba en contacto con la población más joven.
John Mackenzie, miembro del comité de emergencia de la Organización Mundial de la Salud, criticó a China por ser demasiado lenta para compartir todos los casos infectados, especialmente durante las principales reuniones políticas en Wuhan después de que Tedros Adhanom elogió a China por ayudar a «prevenir la propagación del coronavirus a otros países». El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo que China era «muy reservada y desafortunada» con respecto a la información sobre la pandemia. Yanzhong Huang, un experto en salud de la Universidad de Seton Hall, dijo que China podría haber sido más contundente y que hubo «un encubrimiento de inacción».
La comunidad de inteligencia de Estados Unidos dice que China redujo intencionalmente su número reportado de casos de coronavirus.
Medios como político, Foreign Policy y Bloomberg han afirmado que los esfuerzos de China para enviar ayuda a los países afectados por el virus es parte de un impulso de propaganda por la influencia global. El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, advirtió que existe «un componente geopolítico que incluye una lucha por la influencia a través del hilado y la política de generosidad». Borrell también dijo que "China está presionando agresivamente el mensaje de que, a diferencia de Estados Unidos, es un socio responsable y confiable”. El escritor estadounidense Gordon G. Chang describió la entrevista de Bruce Aylward, sobre la negación a responder preguntas sobre Taiwán, como emblemática de la influencia de China sobre las organizaciones internacionales. El 2 de abril, The Globe and Mail mencionó la entrevista de Aylward, como un ejemplo de la «deferencia sorprendente» de la alta dirección de la OMS hacia China, señalando que la contribución financiera china a la OMS es minúscula en relación con la de los Estados Unidos. En febrero de 2020, Aylward dirigió una delegación de la OMS a Wuhan por la crisis del coronavirus. El personal chino en la delegación de Aylward ascendió a 12 de un total de 25, y se informó que pudieron manipular el lenguaje utilizado en el informe final de la delegación. Más tarde, uno de los delegados declaró que el equipo «quería llamarlo un patógeno peligroso», y sentían que la palabra «peligroso» podría estar vinculada al bioterrorismo. El informe final se refiere al coronavirus como «un nuevo patógeno que es altamente contagioso, puede propagarse rápidamente y debe considerarse capaz de causar enormes impactos en la salud, la economía y la sociedad».
El colapso sanitario de 2020 es el desbordamiento acaecido en los sistemas hospitalarios de diversos países del mundo a raíz de la pandemia de COVID-19. El virus ha puesto tales sistemas al límite, provocando que se vieran sobrepasados y paralizados, especialmente por insuficiencia de la infraestructura, el personal y los medios necesarios para afrontar las circunstancias epidemiológicas. La misma Organización Mundial de la Salud informó de que las muertes por enfermedades tratables pueden «aumentar drásticamente», el colapso también afecto a otros campos como la sobrepoblación en campo santos y la saturación de los servicios funerarios.
La salud mental durante la pandemia de enfermedad por coronavirus se ha visto afectada alrededor del mundo. El COVID-19 está impactando los trabajos e ingresos de las personas, también afectando su capacidad social, la confianza puesta en personas e instituciones, causando así también, un largo plazo de ansiedad, estrés y preocupación.
Especialmente en las mujeres, la pandemia está impactando negativamente en su salud física y mental. Esto se debe a su continua exposición al contagio. Por ejemplo, una de las medidas propuestas para evitar el contagio es la suspensión de las clases durante al menos 14 días. Al suceder esto, los niños tienen que permanecer en casa y la mayoría de las personas que se ocupan de ellos son mujeres, ya sean sus propias madres o las cuidadoras contratadas.
Lo mismo sucede con el cuidado de personas con patologías o ancianos, deben ser supervisados por otras personas de las cuales el 64% suelen ser mujeres.
Un estudio alemán
afirmó que las mujeres que teletrabajan dedicaban tres horas más al cuidado de sus hijos que las que trabajaban de forma presencialmente. Sin embargo, los resultados en los hombres eran muy diferentes, pues aunque trabajasen desde casa dedicaban más tiempo al trabajo. Especialistas apuntan a que esta tendencia se debe a que nuestra sociedad sigue asociando a las mujeres a las labores de cuidados, aunque sea de forma inconsciente.Tradicionalmente, las mujeres siempre se han encargado de cuidar a los hijos e hijas. Paradójicamente, desde el inicio de la pandemia esta situación de desigualdad se ha agravado aún más ya que varios estudios, como el del British Social Attitude Survey, demuestran que las mujeres que trabajan desde casa se ocupan más del cuidado de los niños que las que trabajan fuera. Esto implica mucha responsabilidad ya que están a cargo de su salud mental y la de todos los convivientes.
Al propagarse la pandemia por el hemisferio norte, la epidemia anual del gripe terminó abruptamente. En el hemisferio sur, prácticamente no hubo epidemia de gripe en 2020, durante el invierno austral (junio-septiembre). También se ha observado una fuerte disminución de casos de infección por virus sincitial respiratorio. No están claras las causas pero se atribuye a la disminución del tráfico internacional de pasajeros, al uso de mascarillas y a las medidas de distanciación social.
El impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19, es una grave crisis mundial que inició a principios del año 2020, primeramente en China, y luego en todo el mundo, causado principalmente por la expansión de la enfermedad COVID-19. La pandemia de COVID-19 ha provocado, entre otras cosas, un impacto socioeconómico a nivel global. La alta circulación viral y rapidez de propagación del virus, así como las medidas impuestas por los Gobiernos con el fin de controlar la enfermedad para evitar un colapso sanitario, ha afectado severamente a la economía de los países, así como al estilo de vida de sus ciudadanos. Se ha dado lo que se conoce como "Exceso de mortalidad" en varios países del mundo debido a la COVID-19.
Esta crisis, a veces llamada el Gran Encierro, el Gran Confinamiento, la Coronacrisis o la crisis económica por coronavirus, está causando la mayor recesión mundial de la historia. Esta crisis ha causado la caída del mercado de valores de 2020, un fuerte aumento del desempleo, el colapso de la industria del turismo, el Colapso de la industria hotelera, el Colapso del precio del petróleo, el Colapso de pequeñas empresas, la Desestabilización y colapso de la industria energética, el aumento de la deuda pública, el aumento de la desigualdad económica entre ricos y pobres, una Gran desaceleración de la actividad del consumidor, una Crisis de liquidez del mercado, la suspensión masiva de eventos culturales, artísticos, deportivos, religiosos políticos, entretenimientos, entre otros eventos; así como grandes protestas y disturbios alrededor del mundo.
Durante los primeros meses, cuando la epidemia se limitaba casi exclusivamente a China, se produjo escasez generalizada de productos farmacéuticos,China. En ciertas localidades (en particular en Italia y Hong Kong) se observaron compras de pánico y la consiguiente escasez de comida y otros artículos esenciales de abastecimiento. La caída de la demanda de materias primas por el parón de actividad en China primero y luego en el resto del mundo llevó a fuertes caídas de precios, en particular del petróleo, lo cual perjudicó a los países y empresas productores. El miedo de los inversores les llevó a refugiar su dinero en valores considerados seguros, en particular la deuda pública de los países percibidos como más solventes. De manera colectiva, los empleos destruidos representan más de una cuarta parte de todos los puestos de trabajo en estas economías. A medida que las empresas pierden ingresos, el desempleo aumenta considerablemente, lo que transforma una perturbación en la oferta sobre una perturbación en la demanda aún más extensa para la economía.
electrónicos y otros productos manufacturados debido a la paralización de numerosas fábricas enLos mercados bursátiles mundiales empezaron a caer fuertemente el 24 de febrero de 2020 debido al aumento significativo en el número de casos de COVID-19 fuera de China continental. Para el 28 de febrero de 2020, los mercados bursátiles de todo el mundo acumulaban los mayores descensos de una semana desde la crisis financiera de 2008. Algunos comentaristas llamaron a esta caída un «cisne negro» , si bien el inventor del concepto de cisne negro no está de acuerdo con la etiqueta porque considera que una pandemia como la de COVID-19 era altamente probable. Las fuertes caídas prosiguieron las semanas siguientes, con fuertes bajadas el 9 de marzo y el 12 de marzo.
A mediados de marzo la gravedad de la crisis obligó a intervenir a los gobiernos y a los bancos centrales de muchos países, a través de la política monetaria y la fiscal para evitar el colapso de la economíaoro y las criptomonedas. Los mercados de Estados Unidos y de Alemania terminaron el año en máximos históricos, mientras que los de otros países como el Reino Unido y España cerraron 2020 con fuertes pérdidas. Las principales fortunas del mundo vieron aumentar su patrimonio alrededor de un 24% a lo largo del año.
Los mercados bursátiles rebotaron rápidamente debido a la intervención de los bancos centrales de las principales potencias financieras, que inundaron de liquidez el sistema y redujeron fuertemente los tipos de interés. El índice estadounidense S&P500 recuperó su valor anterior a la pandemia en junio y en noviembre se batió el récord de subida mensual en las principales bolsas del mundo. Además de las acciones, también subieron fuertemente otros activos como elEl colapso del mercado de valores de 2020 fue un colapso global del mercado de valores que ocurrió entre febrero y abril de 2020, durante el inicio de la pandemia de coronavirus de 2020.
El promedio industrial Dow Jones, el índice S&P 500 y el NASDAQ-100 cayeron en una corrección el 27 de febrero durante una de las peores semanas de negociación desde la crisis financiera de 2007-08. Los mercados durante la semana siguiente (del 2 al 6 de marzo) se volvieron extremadamente volátiles, con oscilaciones del 3 % o más por sesión diaria (excepto el 6 de marzo). El 9 de marzo, los tres índices de Wall Street cayeron más del 7 % y la mayoría de los mercados mundiales reportaron severas contracciones, principalmente en respuesta a la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudí. Esto se conoció coloquialmente como Lunes Negro (Black Monday en inglés), y fue la peor caída desde la Gran Recesión en 2008. Tres días después del Black Monday hubo otra caída, Jueves Negro (Black Thursday en inglés), donde las acciones en Europa y América del Norte cayeron más del 9 %. Wall Street experimentó su mayor caída porcentual en un solo día desde el Lunes Negro de 1987, y el FTSE MIB cayó casi un 17 %, convirtiéndose en el mercado más afectado durante el Jueves Negro.
La pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2020 ha tenido un impacto significativo en la industria de la aviación debido a las restricciones de viaje resultantes así como por la reducción de la demanda de vuelos. Lo anterior ha ocasionado que los aviones vuelen vacíos entre aeropuertos, se hayan cancelado vuelos, se hayan cerrado aeropuertos y que la gran mayoría de aviones se encuentren en tierra. Las aerolíneas han jugado un papel directo en la forma en que la enfermedad COVID-19 se propagado alrededor del mundo.
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en el transporte público. El uso del transporte público también ha ayudado a propagar mayormente la COVID-19. No obstante, las empresas de los diferentes medios de transporte, ya sea por disposiciones legales o por iniciativa propia, han tomado medidas a fin de evitar al máximo los contagios, limitando el aforo por asientos o metro cuadrado, además de realizar desinfecciones periódicas con elementos como radiación ultravioleta (UV), generadores de ozono y oxígeno activo, además de la utilización de sustancias químicas que debilitan o destruyen al virus.
Diversos estudios han señalado cómo el comienzo de la pandemia de la COVID-19 ha aumentado las desigualdades de género, un hecho que ha afectado al papel de la mujer en todos los ámbitos.
En el mundo laboral, debido al estigma social de que las labores no remuneradas deben recaer sobre las mujeres, estas se han visto obligadas a combinar el teletrabajo con el desarrollo de las tareas domésticas y los cuidados de personas dependientes, lo que ha incrementado el número de horas de trabajo en sus jornadas laborales. Además, muchas mujeres trabajan en lo que se conoce como economía sumergida y, a consecuencia de las medidas de prevención, han perdido sus puestos de trabajo y no pueden recibir las ayudas estatales.
Por otro lado, muchas mujeres y niñas víctimas del maltrato han tenido que convivir con sus agresores físicos, emocionales y sexuales. Esto se debe sobre todo a la dependencia económica y a las dificultades para denunciar que han provocado e incrementado las nuevas medidas de confinamiento y aislamiento social. Los estudios del Centro de Investigaciones y Estudios de Género en México reflejan que la violencia de género, en pareja y en el ámbito familiar, se vio incrementada durante la pandemia y el confinamiento de 2020 en la Ciudad de México, según las cifras registradas en la base de datos de la compañía telefónica de Locatel y en relación a las llamadas realizadas a “Línea Mujeres”. El segundo trimestre fue el más significativo en cuanto a la violencia de género, inferior a la violencia familiar que se había estado registrando en el primer trimestre. Sin embargo, el número total de llamadas es superior al de los otros tres trimestres. Y aunque los datos mejoran en el tercer y cuarto trimestre, sigue sin haber una disminución considerable en la violencia hacia las mujeres. Las llamadas al 911 también reflejan la violencia de género durante la crisis sanitaria y revelan que el tercer trimestre fue sin duda, el más significativo, aunque existe una disminución en el cuarto trimestre.
Debido al confinamiento derivado de la pandemia de la COVID-19, al teletrabajo o incluso para pasar nuestro tiempo libre, existe un mayor consumo de Internet, aunque de manera desigualitaria entre hombres y mujeres. Sin embargo, esto ha hecho que las mujeres se tengan que encargar tanto de la educación (el 33% han ayudado a sus hijos con el tele-colegio) como de los cuidados de la familia y de la casa, mientras que los hombres se encargan de hacer un uso recreativo de internet como ver películas series o leer. Las mujeres, durante este confinamiento, se han ocupado de, entre otras muchas cosas, tener que teletrabajar (además de adaptarse a ello), cuidar de sus hijos o realizar llamadas a los médicos (se ha demostrado que el 44% ha concretado citas médicas online). Además, este teletrabajo se ha tenido que adaptar a las mujeres ya que se ha supuesto que la mujer es quien se encarga de la familia. La diferencia entre ambos sexos del uso de Internet puede ascender hasta un 12%.
En el ámbito académico, las mujeres también han sufrido bastantes dificultades. Según algunos artículos, la pandemia ha agrandado la brecha ya de por sí latente en la sociedad, debido a que las responsabilidades familiares de los docentes han aumentado en casa. Las mujeres docentes, de esta forma, se están viendo más afectadas que los hombres debido a los roles de género que históricamente a ambos se les ha impuesto dentro de la estructura familiar tradicional. En una encuesta, más del 50% de las mujeres con responsabilidades familiares respondieron que se encargaban ellas solas de la enseñanza de sus hijos o de ayudar a algún familiar con dependencia, mientras que en el caso de los hombres solo el 8% afirmaban que en su casa ocurriera este hecho. Además, muchas mujeres, dentro del ámbito académico, denuncian haber trabajado más horas (al menos 50 horas a la semana, mientras que las remuneradas son solamente 35) de las que tenían por contrato y que, a pesar de este aumento de las horas, sus horas disponibles para la investigación se han visto reducidas, aunque, en teoría, estas deberían consistir el 50%.
El aumento de la utilización de internet ha causado un incremento de la violencia digital, y en especial de la violencia de género digital. Además de prácticas como la conocida como «zoombombing», mujeres y niñas sufren constantemente acoso, amenazas, ataques sexistas de troles y otras clases de violencia de género en plataformas de juegos y salas de chat. También se dan actos similares de violencia contra niños u hombres, pero la brecha digital existente entre hombres y mujeres (según varios estudios, hay menos mujeres con acceso a internet, además de que suelen tener peores competencias tecnológicas ) causa que la violencia se dé mayormente contra las chicas.
La parte mala de todo esto, es que la mayoría de la Industria Digital es dirigida por hombres, al ocupar las mujeres solo un 23%, lo que nos lleva a darnos cuenta de la gran brecha que existe entre ambos sexos.
República Dominicana presenta un nivel de desigualdad muy elevado que afecta principalmente a mujeres y migrantes o descendientes de migrantes de origen haitiano.
En un periodo donde las medidas impuestas instan a quedarse en casa, la población dominicana no solo tiene que hacer frente a que no todas las viviendas están correctamente acondicionadas (aproximadamente la mitad de los hogares no cuentan con agua potable), sino que la violencia de género, que en años anteriores presentaba unos datos realmente alarmantes, podría incrementarse. Solo en el periodo de entre enero y septiembre de 2020, 43 mujeres fueron asesinadas por violencia de género (Observatorio de Seguridad Ciudadana, 2020).
La pandemia también ha afectado al entorno de trabajo de las mujeres dominicanas. Por un lado, las medidas de prevención social provocaron el despido de más de 250 mil empleadas del sector de las empleadas del hogar. Por otro lado, la situación actual también ha evidenciado otro gran problema: el elevado número de mujeres que trabajan en la denominada economía sumergida y las consecuencias que esto conlleva (aproximadamente uno de cada dos trabajadores en estas situación en Latinoamérica y el Caribe son mujeres). A su vez, pese a que el sector de cuidados desempeña un papel importante en la sociedad, en torno al 80% de los empleados de este ámbito en América Latina son mujeres no remuneradas. Esto provoca que muchas no tengan derecho a recibir las ayudas económicas del Gobierno dominicano tras ser despedidas.
España es uno de los países europeos que más se ha visto afectado por la pandemia de la COVID-19. Esta crisis sanitaria ha evidenciado algunos problemas en materia de igualdad de género que existen en este país, sobre todo en el ámbito laboral y, en especial, en el sector de cuidados.
En primer lugar, la mayoría de trabajadores de este sector son mujeres que, en muchas ocasiones, tienen trabajos mal remunerados o que incluso forman parte de la economía sumergida. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres no solo dedican de media tres veces más de tiempo al trabajo de cuidados que los hombres, sino que también son las que realizan más del 75% de los trabajos de cuidados no remunerados (Organización Internacional del Trabajo, 2018). Tanto en este último caso como en el de aquellas que trabajan en la economía sumergida, la crisis sanitaria causada por el coronavirus ha provocado que muchas pierdan sus puestos de trabajos, tal y como ha sucedido en la mayoría de los países. A su vez, en estos dos casos, no pueden percibir las ayudas de protección social y económica que ofrece el Gobierno español para paliar los efectos del coronavirus.
Paralelamente, cabe destacar la elevada presencia de mujeres en el ámbito sanitario, lo que ha supuesto que aproximadamente el 75% de todo el personal sanitario contagiado en España sean mujeres (Batthyany, Cepeda, & Vallejo Espinel, 2020).
La pandemia de COVID-19 ha afectado a los sistemas educativos en todo el mundo. Casi la totalidad de instituciones educativas de todos los niveles debieron cancelar sus actividades presenciales, en cumplimiento de las disposiciones adoptadas por las autoridades de los distintos países, tendientes a disminuir la propagación de la pandemia y sus consecuencias fatales.
Según un informe de UNICEF, a inicios de mayo de 2020 aproximadamente 1287 millones, un 90% del total de estudiantes del mundo, estaban afectados debido al cierre de instituciones educativas, 182 países continuaban la interrupción total de los servicios de educación y 8 lo hacían parcialmente de modo local en distintas jurisdicciones.
De esta manera, millones de niñas, niños, jóvenes y adultos tuvieron que enfrentarse a una serie de obstáculos directamente relacionados a su nivel de conocimientos en tecnología de la información y las comunicaciones (TIC). Según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), compartidos por el Sistema de Información de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de México , sólo el 34.4% de la población de los Estados Unidos Mexicanos sabe cómo enviar y recibir un correo electrónico. Las mismas encuestas arrojan que únicamente el 36.3% sabe crear archivos de texto. Siendo estas dos herramientas más que necesarias para la educación a distancia o en línea en tiempos de COVID-19.
El cierre de escuelas en respuesta a COVID-19 ha arrojado luz sobre diversos problemas sociales y económicos, incluida la deuda estudiantil,aprendizaje digital, la inseguridad alimentaria, la carencia de un lugar permanente para residir, el acceso a servicios de salud, el acceso a internet, los servicios destinados a personas con alguna discapacidad, entre otros. El impacto ha sido especialmente negativo en las niñas y chicas jóvenes, especialmente aquellas con diversidad funcional o que viven en espacios rurales, pobres o aislados, dado que suelen abandonar los estudios antes para poder dedicarse al trabajo doméstico. Para solucionar los problemas económicos familiares, se vuelven más vulnerables al matrimonio infantil y otras formas de violencia.
elEn respuesta al cierre de escuelas, la UNESCO recomendó el uso de programas de aprendizaje a distancia y aplicaciones y plataformas educativas abiertas que las escuelas y los maestros pueden utilizar para llegar a los alumnos de forma remota y limitar la interrupción de la educación. Algo menos de 100 países adoptaron alguna forma no presencial o digital a fin de no interrumpir totalmente la continuidad de los procesos de enseñanza - aprendizaje. Un número similar de países optaron por mantener el cierre de los establecimientos hasta que las tasas de propagación bajaran a límites no riesgosos.
El impacto en internet de la pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2020 es un fenómeno producido por el incremento de la transferencia de información por este medio. Se debe a la mayor utilización de servicios en línea, relacionados con el ocio, la enseñanza y el teletrabajo, por parte de los ciudadanos a causa de la cuarentena establecida en numerosos países.
Como consecuencia de este incremento en la transferencia de información, la velocidad y disponibilidad de internet se han visto afectadas en algunos lugares. Al mismo tiempo, algunos gobiernos y organizaciones han pedido a sus ciudadanos hacer un uso responsable de la red,
y obtenido de los grandes distribuidores de vídeos por internet una reducción de la calidad de imagen para ahorrar ancho de banda. La cuarentena, restricción a la movilidad nocturna y aislamiento por la Pandemia de COVID-19 son las acciones generadas por los recortes de libertades decretados en varias partes del mundo, con el fin de controlar la expansión de la enfermedad del COVID-19.
Los gobiernos nacionales o regionales ordenaron el cierre de establecimientos no esenciales, y que los ciudadanos permanezcan en sus hogares, saliendo únicamente para trabajar —si estuviese exceptuado— o para adquirir necesidades básicas (alimentos, medicinas, etc.), afectando en parte la salud mental e inclusive física, debido al cierre de gimnasios y la restricción de realizar actividades deportivas.
Ha afectado a más de la mitad de la población mundial, y ha provocado que muchas industrias, fábricas y empresas de todo tipo reduzcan su actividad habitual, trabajen en condiciones restringidas; e incluso cesen temporal o definitivamente sus actividades, especialmente en establecimientos no esenciales como ser: restaurantes, bares, centros educativos, centros comerciales, cines, negocios minoristas y toda actividad o evento que implique aglomeraciones; causando por ende un gran impacto socioeconómico en gran parte del mundo. De esta forma, la COVID-19 ha generado un descenso muy brusco del número de ocupados durante el primer semestre de 2020, más fuerte en las mujeres que en los hombres. Aunque hasta ahora se mantiene la representatividad de hombres y mujeres en los sectores en su conjunto, sí se observa un efecto composición en las mujeres ocupadas, que reducen su peso en la hostelería frente a una subida en las actividades sanitarias y de servicios sociales. Son precisamente los sectores con peor comportamiento en términos de empleo los que han aumentado en mayor medida la representatividad de las mujeres .
En cuanto a consecuencias de la cuarentena para las mujeres, por desgracia, las situaciones de emergencia, las catástrofes de origen natural o no, tienen como resultado el aumento de la violencia hacia las mujeres. El confinamiento dentro de los hogares por varios días, la frustración y el estrés por razones económicas, el aumento de la ansiedad por la sobreexposición de información en medios de comunicación y redes son factores que pueden aumentar las situaciones de violencia. Las políticas públicas de violencia basada en género deberían ya promover protocolos de actuación para esta emergencia.
Si bien hay varios tipos de cuarentena en diferentes países del mundo (como la nacional, o la parcial: que va por ciudades y/o regiones); estas cuarentenas por lo general en principio implican un aislamiento estricto y suspensión de la mayoría de las actividades no esenciales, para luego ir desescalando o flexibilizando las medidas y retornar paulatinamente a la normalidad con las medidas de prevención, como son el distanciamiento físico, evitar aglomeraciones, la higienización de las manos, el uso de la mascarilla, entre otros.
La primera cuarentena directa por la pandemia de COVID-19 tuvo lugar en la República Popular China, cuando el gobierno ordenó el encierro de la provincia de Hubei el 23 de enero de 2020 que incluía a Wuhan, ciudad en donde apareció el SARS-CoV-2 que origina la enfermedad.
En lo que respecta al rumbo ambiental, las emisiones de gases de dióxido de nitrógeno cayeron a niveles mínimos históricos a 6 % a nivel mundial repartido entre las producciones cesadas en China y la Unión Europea. Provocó la caída del precio del petróleo a 1,8 millones en barriles de crudo, según Rystad Energy. En varios países se abrieron museos virtuales a causa del confinamiento, para distraer a la población. Discord registró una caída el 16 de marzo por su excesivo uso durante la pandemia.
Las protestas contra la cuarentena, toque de queda y aislamiento son manifestaciones, disturbios y saqueos en varias parte del mundo contra las políticas de inmovilización social y sus respectivas consecuencias, tomadas por los gobiernos para frenar la expansión de la pandemia de COVID-19.
Las protestas más significantes se desarrollan en América, y Europa, la mayoría han sido esporádicas, aunque reciben el apoyo de algunos grupos políticos de diferentes ideologías. Además de los grupos vulnerables, las protestas también tienen presente el descontento de sanitarios por la ineficacia de sus respectivos gobiernos para garantizarles seguridad y evitar un colapso en los sistemas de salud.
La violencia doméstica ya constituía una de las violaciones de los derechos humanos más graves incluso antes de la pandemia por la COVID-19. En el último año, alrededor de 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo han sufrido violencia física o sexual en un ámbito doméstico. Esta cifra se ha agravado con motivo de la crisis sanitaria, causando numerosos efectos negativos en el bienestar de las mujeres y su salud mental, sexual y reproductiva.
Desde el comienzo de la pandemia, los últimos datos e informes oficiales revelan que se han intensificado las llamadas a las líneas de atención de casos de violencia en el hogar.confinamiento enardece la tensión y el estrés generados por la incertidumbre sobre la seguridad, la salud y la economía.
Esto se debe a que elSi bien las medidas de contención previenen la propagación del virus, las mujeres y niñas se ven obligadas a convivir con personas que son violentas y quedan aisladas de los recursos que pueden ayudarlas. Por lo tanto, esto desemboca en una situación perfecta para imponer una actitud controladora y violenta en el hogar.
Esta situación recibe el nombre de «pandemia en la sombra» y para frenarla, se necesita un esfuerzo colectivo por parte de todos los países. Al igual que el sistema sanitario está saturado, los refugios y las líneas de atención para las víctimas de violencia doméstica han alcanzado su límite de capacidad, agravándose además por el hecho de haber tenido que adaptar estos lugares para sosegar el colapso hospitalario.
Como consecuencia de esta situación, el número de llamadas a las líneas de asistencia se ha quintuplicado.
A pesar de este incremento, menos del 40 % de las mujeres que sufren violencia doméstica recurren a servicios de ayuda o denuncian el delito. De estas mujeres que buscan ayudan, tan solo el 10 % recurren a la policía. Además, las circunstancias actuales dificultan el acceso a teléfonos, líneas de atención y servicios públicos como la policía, la justicia y los servicios sociales, por lo que elevan la vulnerabilidad de las mujeres a la violencia en el ámbito privado en todo el mundo. La «pandemia en la sombra» ha trascendido en todo el mundo. Por ejemplo, en Australia, se registró un aumento de las peticiones de ayuda debido a un repunte de la violencia. En Argentina, Canadá, Francia, Alemania, España, Reino Unido y Estados Unidos, las autoridades notificaron un incremento de las denuncias de violencia en el hogar. Asimismo, las líneas de atención de Chipre y Singapur registraron un repunte de las llamadas de más del 30 %.
En Kazajistán, los centros de ayuda telefónica sufrieron, por primera vez en los últimos años, una disminución de las llamadas durante la primera semana de cuarentena. No obstante, pasada una semana, comenzaron a recibir de 10 a 15 llamadas al día de mujeres víctimas de violencia doméstica. Estas mujeres no se atreven a denunciar sus casos a la policía porque viven aisladas con su agresor y otros familiares. Además, como en Kazajistán la violencia doméstica no se considera un delito, las víctimas saben que, aunque su maltratador fuera detenido, en unas horas estaría de vuelta en casa.
De igual modo, en Sudán del Sur, la situación se agravó considerablemente durante el confinamiento. Las víctimas explican que su situación es aún más peligrosa y no se sienten seguras. Asimismo, debido al confinamiento y al cierre de centros educativos, muchos padres obligan a sus hijas a casarse para no mantenerlas en casa.
Por otro lado, en muchos países, los tribunales no han funcionado durante la cuarentena, por lo que no se admitían denuncias. El aplazamiento de estos casos suele conllevar ciertos riesgos, ya que, durante este periodo, el acusado puede ofrecer sobornos o los documentos pueden traspapelarse, entre otras cosas.
Por todo lo anterior, es necesario intensificar los esfuerzos para hacer frente a la violencia contra las mujeres y que se convierta en una prioridad en las medidas de recuperación y respuesta frente a la COVID-19.Secretario General de las Naciones Unidas instó a los países a considerar los refugios y las líneas de atención como un servicio esencial.
ElEn septiembre de 2020, 48 países ya habían incluido la prevención y respuesta frente a la violencia doméstica contra mujeres y niñas en sus planes de respuesta a la COVID-19. Además 121 países, han incorporado mecanismos de refuerzo a los servicios prestados a las víctimas de este tipo de violencia. No obstante, estas medidas no son suficientes y urge ampliar los esfuerzos para mejorar la difusión de la disponibilidad de estos servicios.
La pandemia provocada por la COVID-19 no solo es una crisis sanitaria. La conocida como «pandemia en la sombra» es una crisis humana que pone en peligro todo el progreso en los derechos y la igualdad de las mujeres que se ha conseguido en las últimas décadas.
La pandemia de COVID-19 ha impactado en la religión de varias maneras, incluida la cancelación de las celebraciones de diversas religiones, el cierre de las escuelas dominicales, así como la cancelación de peregrinaciones en torno a celebraciones y festivales. Muchas iglesias, sinagogas, mezquitas y templos están ofreciendo culto a través de transmisiones en vivo durante de la pandemia.
Las organizaciones religiosas han colaborado a paliar los efectos de la pandemia realizando donaciones económicas, de material sanitario o de alimentos. Se han enviado suministros de desinfección, respiradores purificadores de aire, protectores faciales, guantes, reactivos de detección de ácido nucleico de coronavirus, ventiladores, monitores de pacientes, bombas de jeringa, bombas de infusión y alimentos a las áreas afectadas,
e incluso han ofrecido pruebas gratuitas de COVID-19 al público. Surgieron iniciativas para ofrecer escucha psicológica o acompañamiento a personas que se encontraban solas durante la cuarentena. También se pusieron a disposición de las autoridades civiles edificios religiosos para su uso como albergues u hospitales improvisados.Varios eventos que son locales, nacionales e internacionales de todo tipo (conciertos, eventos sociales, deportivos, religiosos, entre varios otros) han sido suspendidos o aplazados a causa de la pandemiaFestival de la Canción de Eurovisión 2020, por primera vez en su historia, y otros eventos deportivos mundiales como la Eurocopa 2020, la Copa América 2020, la Temporada 2020 de Fórmula 1 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, han sido cancelados o aplazados hasta este año 2021, entre varios otros eventos.
. Muchas ligas deportivas profesionales de varios países del mundo, especialmente de Europa y América, han suspendido temporalmente o por un plazo determinado, el desarrollo de los juegos. Así mismo, tanto como elLa pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto sustancial en la industria del cine. En todo el mundo y en diversos grados, los cines y las salas de cine se han cerrado, los festivales se han cancelado o pospuesto, y los estrenos de películas se han trasladado a fechas futuras o se han retrasado indefinidamente. Cuando los cines y las salas de cine cerraron, la taquilla global cayó en miles de millones de dólares, mientras que el streaming se hizo más popular. El stock de las salas de cine cayó dramáticamente. Muchos éxitos de taquilla originalmente programados para ser lanzados entre marzo y diciembre fueron pospuestos o cancelados en todo el mundo, y las producciones cinematográficas también se detuvieron. Se han pronosticado pérdidas masivas en la industria.
La pandemia de COVID-19 y, en especial, sus medidas de confinamiento han afectado de manera directa en las artes escénicas. Con la parálisis de la economía y el estado de alarma sanitaria los teatros, ateneos, centros cívicos y demás salas de exhibición han cerrado, se han cancelado o pospuesto las ruedas, muestras y festivales, y tanto la iniciativa privada como la asociativa y los teatros públicos han cancelado sus programaciones y estrenos o los han retrasado indefinidamente. Con el cierre de la actividad regular algunas productoras han cedido material a los hospitales y gran número de creadores, actores y bailarines han acudido al mundo digital, en especial a las redes sociales, para respaldar las diversas iniciativas sociales, reivindicar el sector o simplemente aportar nuevo contenido cultural y seguir haciendo arte.
La enfermedad COVID-19 afecta a hombres y mujeres por igual, pero el impacto de la pandemia y las tasas de mortalidad varían significativamente en función del sexo. Si atendemos al impacto socioeconómico y sociocultural de la pandemia (cierre de colegios, confinamiento, limitaciones de acceso a los servicios de saludo), podremos observar que la pandemia de COVID-19 ha afectado de manera diferente a los géneros y posiblemente ha exacerbado las desigualdades de género-sexo.
La pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2020 ha impactado sobre la producción y distribución de alimentos, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de vastos sectores de la población de la mayoría de los países.
El sistema de abastecimiento y distribución de alimentos consta de varias etapas, necesarias para que los productos básicos no elaborados en su lugar de origen lleguen a los consumidores finales.
La interrupción de cualquiera de las etapas, —por ejemplo el transporte, la elaboración en plantas manufactureras, la distribución mayorista y minorista—, afecta a la totalidad del sistema. Escribe un comentario o lo que quieras sobre Epidemia de coronavirus de Wuhan (directo, no tienes que registrarte)
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