x
1

Música argentina



La música de Argentina, por su gran extensión territorial y su amplia diversidad demográfica, se caracteriza por una considerable variedad de su cultura musical,[1]​ destacándose el tango, la música de proyección folklórica, el rock «nacional», el bolero, la balada romántica, la cumbia, el cuarteto, electrónica, así como la música y ballet clásicos.

El tango es un estilo musical y un baile nacido en los arrabales porteños y montevideanos, con difusión internacional, que tiene como máximos exponentes a Carlos Gardel y Ástor Piazzolla, En el baile se destaca el éxito mundial de Tango Argentino, creado en 1983 por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, con bailarines como Juan Carlos Copes, María Nieves y Virulazo. Anualmente, se realiza en Buenos Aires el Festival y Campeonato Mundial de Baile de Tango.

En Argentina tiene una amplia difusión la llamada música folklórica o simplemente folklore, inspirada en los géneros rurales tradicionales. La música folklórica argentina tiene características regionales diferenciadas: en la música litoraleña predominan géneros como el chamamé y la chamarrita; en el folklore surero-patagónico, predominan géneros como la milonga, el triunfo y el malambo; en el folklore cuyano predomina la cueca y la tonada; en el folklore norteño predominan las chacareras y las zambas; y en el folklore del noroeste andino, predominan los carnavalitos, sayas y taquiraris. Entre los intérpretes y compositores se destacan Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Los Chalchaleros, El Dúo Salteño, Atahualpa Yupanqui, Suma Paz, Mercedes Sosa, Ramona Galarza, Soledad Pastorutti y Los Nocheros se encuentran entre los exponentes más importantes de estos géneros. Entre los varios encuentros de música folklórica se destacan el Festival de Cosquín en Córdoba y el carnaval jujeño.

El rock nacional argentino tiene un amplio desarrollo desde finales de los años 1960 y una fuerte influencia en el rock iberoamericano cantado en español ampliamente conocido en todo el continente. Posee exponentes destacados como los grupos fundacionales Los Gatos, Almendra, Manal y Sui Generis, además de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Soda Stereo y músicos como Luis Alberto Spinetta, Charly García, Indio Solari y Gustavo Cerati. Los festivales más exitosos de la actualidad son el Cosquín Rock y el Quilmes Rock, celebrados anualmente.

El bolero y la balada romántica cuenta con intérpretes y compositores de fama sudamericana como Sandro de América, Los Cinco Latinos, Mario Clavell, Estela Raval, Chico Novarro, Vicentico, Patricia Sosa y Diego Torres. La cumbia, también llamada «movida tropical» o «bailanta», con un ritmo más simple que el modelo original colombiano, destacándose en este género Los Wawancó, Los Palmeras y Karina La Princesita. En la provincia de Córdoba se destaca la popularidad del cuarteto.

Buenos Aires es la principal elegida para los conciertos de artistas extranjeros al realizar sus giras, y suele ser escenario de la música electrónica en América Latina, con importantes fiestas como la South American Music Conference, la Creamfields que con su convocatoria de más de 60 000 personas,[2]​ se convirtió en una de las más importantes del mundo y el Ultra Music Festival Buenos Aires. La ciudad, junto con Mar del Plata y Bariloche, tienen también su propio estilo de música electrónica, con artistas como Hernán Cattáneo y Fuerza Bruta.

Con base en el Conservatorio Nacional de Música y el Teatro Colón, se ha desarrollado una sólida escuela de música y danza clásicas. En la música clásica, destacan compositores como Alberto Ginastera y Pía Sebastiani intérpretes como Martha Argerich y directores como Daniel Barenboim. En danza clásica, destacan Jorge Donn, Norma Fontenla, José Neglia, Julio Bocca y Paloma Herrera.

Entre las creaciones inclasificables de la música argentina se destaca la obra de María Elena Walsh —orientada en gran medida pero no exclusivamente al público infantil— y los espectáculos humorísticos-musicales del conjunto Les Luthiers.

Los pueblos originarios todavía conservan su música,[3]​ aunque con posibilidades escasas de difusión masiva. La tradición oral de chiriguanos, chorotes, mapuches, pilagás, tehuelches, tobas, wichíes –entre otras comunidades originarias– ha sido recopilada con trabajos de campo desde el año 1931 por parte de investigadores del Instituto Nacional de Musicología "Carlos Vega".

Sobre la base de los estilos musicales de los pueblos originarios y el aporte de aquellos traídos por las etnias europeas (principalmente españolas) y africanas, a partir de la Conquista de América, se fue conformando lo que se conoce como la música folklórica argentina, destacándose géneros como la vidala, el gato, la zamba, el chamamé, la chacarera, el carnavalito o el pericón. Muchos de estos géneros del folklore argentino son regionales y están compartidos con los países vecinos, influenciándose mutuamente.

Sobre la base de estos géneros y danzas de creación colectiva y anónima, a partir del siglo XX surgió una corriente denominada originalmente como "música nativa", que a partir de la década de 1940 se consolidó como uno de los estilos más exitosos de la música argentina. Algunos de los artistas más destacados a lo largo de su historia han sido Atahualpa Yupanqui, Horacio Guarany, Margarita palacios, Antonio Tormo, Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Ariel Ramírez, Suna Rocha, Luna Monti, Armando Tejada Gómez, Tránsito Cocomarola,Ángela Irene,Mariana Carrizo, Yamila Cafrune, Tarragó Ros, Ramona Galarza, Aimé Paine, el Chango Farías Gómez, Linares Cardozo, el Cuchi Leguizamón, Jaime Torres, Teresa Parodi, Daniel Tinte, Soledad Pastorutti y Abel Pintos, entre muchos otros. Recientemente, para su interpretación se han agregado instrumentos no convencionales como saxofón, flauta traversa órgano, teclados y batería, innovación que va ganando adeptos de manera paulatina.[4]

Argentina ofrece en su territorio, distintas características en sus expresiones líricas y coreográficas, que muchas veces eluden los límites provinciales, formalizándose de esta manera, zonas que fácilmente se pueden diferenciar.

Comprende las provincias del noroeste. En las septentrionales, el altiplano continúa por la puna argentina y es marcada su influencia, especialmente en los instrumentos aerófonos, que solo cambian de nombre según la región o el país; también tiene amplia difusión el charango, una guitarra americana por excelencia. La baguala se acompaña con caja, siendo lo más tradicional, junto con el carnaval y los carnavalitos. Un poco más al sur, en la zona cordillerana, imperan las vidalas catamarqueñas y las chayas riojanas. Si bien tradicionalmente la expresiones líricas han tenido carácter solista, desde hace tiempo se han impuesto la formación de conjuntos de cuatro voces, con tres guitarras y bombo y, últimamente, la incorporación de otros instrumentos no convencionales.

La zamba[5]​ pasó a ser la más difundida y la más elegida por los intérpretes, expandiéndose por todo el país.

Comprende la Mesopotamia (Entre Ríos, Corrientes y Misiones, parte de Chaco y Formosa y norte de la provincia de Santa Fe). Es también de destacar hacia el norte, la influencia de las expresiones populares del Paraguay, siendo ésta una de las zonas de donde el idioma ancestral se ha mantenido a través del tiempo: el guaraní. El río Uruguay transporta desde el interior uruguayo -muy similar al entrerriano- el rasguido doble o sobrepaso, que en la provincia de Entre Ríos se transforma en chamarrita, la especie que la identifica. pero, en toda la zona impera el chamamé, especialmente en Corrientes; en cambio, curiosamente, cruzando el Uruguay, el sur del Brasil ofrece más puntos comunes con lo rioplatense, si bien en los instrumentos hay similitudes con la zona lindera. En Misiones, la tradición de colonias europeas ha puesto de moda el chotis y nuevas expresiones como la kolomeika y, como ritmo de frontera, el gualambau. De todas maneras los de mayor fuerza, en ese orden, son el chamamé, el 'rasguido doble', la 'chamarrita' y el 'valseado', aunque también la 'polca' y la 'galopa'.

La forma interpretativa más tradicional es el dúo y los instrumentos de más uso son: el acordeón (también a piano), el bandoneón, la guitarra y lo fue -hoy casi en desuso- el arpa india.

Comprende fundamentalmente Santiago del Estero, la otra zona de país en donde la lengua adquirida recién en el siglo XV, la quichua, que mantiene su vigencia, especialmente en Salavina y toda su zona circundante. La vidala en voces solistas a dúo, ha sido desplazada paulatinamente por las chacareras[6]​ (en todas sus formas), los 'gatos' y los 'escondidos'. La zamba, más lenta que la 'salteña carpera', es también elegida en el repertorio de la mayoría de los intérpretes, que optan acompañarse con la guitarra y los instrumentos más típicos de la región: el bombo y el violín. Los cordobeses, por su parte, un tanto huérfanos de expresiones regionales, han adoptado la jota y al gato con el agregado de "cordobesa" y "cordobés", respectivamente. También, los valsesitos serenateros evocan, casi siempre, un pasado no muy lejano.

El 'malambo', expresión coreográfica exclusivamente masculina, se presenta individualmente o, en ocasiones, en 'contrapunto'. Es como la zamba, menos repiqueteado que en el norte, pero diferente de la versión del sur, en donde el repiqueteado no existe.

El Cuyo comprehende a la provincias de San Juan, Mendoza y San Luis. Existen vías de comunicación, a través de la cordillera, con Chile. Es otra de las zonas en donde impera el canto a dúo, si bien el carácter de solista no se ha abandonado, especialmente por parte de las tonaderas, intérpretes precisamente de la especie más difundida y representativa de la región: la tonada, forma lírica que casi como excepción, no tiene coreografía. Junto con ella, la [cueca]],[7]​ el gato y los valses son las de mayor divulgación. Los intérpretes se acompañan con guitarra, requinto cuyano (otra clase de guitarra americana) y, cada vez en menor medida, por arpa. La tonada tiene en su parte final, una estrofa de improvisación, casi dedicada al dueño de la casa, o a quien se quiere homenajear. La cueca, invita al tradicional "aro, aro", expresión con la que se interrumpe al cantor, en la segunda parte de su interpretación, para que -luego de los tragos con que se lo invita- vuelva a comenzar la canción.

Uno de los grupos más importantes de la región es Los Trovadores de Cuyo.

Conocida vulgarmente como sureña. Denominada de esta manera por la proyección que tienen distintas formas populares en ambas márgenes del Plata.

El territorio comprende la pampa húmeda bonaerense, la provincia de La Pampa, el sur de Santa Fe y, el centro y sur de la provincia de Córdoba. Lo más tradicional, aún vigente, lo constituye el denominado 'contrapunto'. Lo hacen por medio de distintos ritmos regionales, dentro de los cuales se destaca la milonga; aun cuando otras especies -que ya han caído en desuso- pueden sumárseles, como el pericón[8]vals, la cifra y el triunfo.[9]​ Todos estos ritmos son los más utilizados por los cantores populares de la zona; usualmente solistas, que se acompañan con la guitarra.[10]

Comprende la parte austral del país, desde el río Colorado hacia el Sur. Muchas de las expresiones regionales han sido tomadas de los rituales aborígenes, especialmente de los pueblos mapuches, y otras son adaptaciones locales de otros ritmos nacionales, como la danza Cordillerana, originaria de cuyo.

Danzas rituales, como el 'loncomeo',[11]​ el kaani, la chorrillera y la cordillerana, son acompañadas por instrumentos indígenas, principalmente de la cultura Mapuche, como el Trompe, la Trutruka el Kultrun y, convencionalmente, la guitarra. Estos géneros están en constante evolución y re-descubrimiento.

Muchos de estos ritmos han sido adoptados por compositores actuales, siendo grabados en discos y presentados en festivales del país. El Loncomeo más famoso es "Quimey Neuquén", con letra de Mlton Aguilar y música de Marcelo Berbel, que fue además incorporada como canción de enseñanza obligatoria en el Nivel Primario del sistema educativo de la Provincia del Neuquén.

Otro músico destacable por su cuantiosa producción artística es Hugo Giménez Agüero. Fue uno de los artistas patagónicos más representativos y el encargado de mantener viva la cultura musical Tehuelche, junto con su colega Oscar Giménez. Grabó más de 20 discos con composiciones propias y adaptaciones de poesías y ritmos originarios del sur argentino.

La música étnica que nutre al folklore patagónico comenzó a desaparecer con el rápido avance de las exploraciones Inglesas en el sur Chileno y Argentino a finales del S. XIX, pero aún se conservan algunos registros. Entre 1907 y 1908 el Coronel C. Wellington Furlong realizó una expedición científica y etnográfica a las Islas de Tierra del Fuego. A lo largo y ancho de las islas, logró capturar una gran variedad de cantos de los Onan, los Yaganes y los Alacalufes, junto con más de 700 fotografías, puntas de flechas, utensilios y diversas herramientas, que fueron enviados a diversas universidades y museos de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Las grabaciones de los cantos, realizadas sobre cilindros de cera, fueron enviadas especialmente al etnomusicólogo Erich M. von Hornbostel, que publicó sus ensayos sobre los mismos en 1936 bajo el título "Fuegian Songs" (Canciones Fueguinas), trabajo que luego fue traducido al español por el historiador chileno Eugenio Pereira Salas.


A partir de 1860, con la incorporación de corrientes de inmigrantes europeos (principalmente de italianos y españoles), su música se enriquece. Con su contribución, en los suburbios de Buenos Aires se fue modelando el tango en arrabales y prostíbulos. En tiempos iniciales se interpretaba con violín, guitarra y flauta, pero hacia 1900 ésta fue reemplazada por el bandoneón, traído por los inmigrantes alemanes.[12]

Suelen distinguirse tres períodos en la historia del tango:[13]

Se destacan en la Guardia Vieja: El Negro Casimiro o Casimiro Alcorta y Ángel Villoldo. En las primeras décadas del siglo XX surgieron nuevos artistas de tango o Guardia Nueva, entre ellos: Guillermo Barbieri, Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, quienes el 19 de marzo de 1935 grabaron Por una cabeza en la ciudad de Nueva York. Otros cantautores de tango de la época fueron José María Aguilar Porrás y Ángel Domingo Riverol, los cinco cantautores y músicos fallecieron el 24 de junio de 1935 en el Accidente aéreo de Medellín.

La danza fue un elemento esencial para la difusión del género y se desarrolló sobre dos vertientes: la de ritmo alegre, veloz y vivaz; y la triste, sentimental y reconcentrada. En esta segunda etapa cobró importancia la letra, a la que daba su impronta personal cada cantante. Entre los más destacados brilló Carlos Gardel, "el zorzal criollo", incuestionable divulgador del tango.[14]

En la década del 40, con el aporte de músicos y poetas provenientes del interior, los solistas recurrieron a temas evocativos, familiares, amorosos o testimoniales.

La radiofonía y el cine nacionales contribuyeron notablemente a llevar al tango a un período de esplendor hasta iniciados los años 50, con letristas, cantantes y músicos de la talla de Osvaldo Pugliese, Francisco Canaro, Enrique Cadícamo, Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Homero Manzi, Edmundo Rivero, Astor Piazzolla y los hermanos Virgilio y Homero Expósito.[15][16]

Entre los años 60 y 70, las preferencias populares se orientaron hacia otros géneros. Sin embargo, el tango conoció un momento de especial fecundidad con variantes modernas como las del Sexteto Mayor, el Cuarteto de Colángelo y especialmente con Astor Piazzolla.

Las especies más tradicionales se conservarán, aunque renovadas con el aporte de personales intérpretes como Julio Sosa y Roberto Goyeneche; entre los más contemporáneos se puede destacar a Cacho Castaña y Adriana Varela.

Como referentes del género femenino podemos reconocer a María Graña y Eladia Blázquez

Actualmente el género ha despertado el interés de las generaciones más jóvenes y han surgido compositores que cultivan incluso, el tango electrónico. Uno de sus referente es la agrupación Bajofondo (antes conocido como Bajo Fondo Tango Club); del cual es parte el conocido y galardonado músico y compositor Gustavo Santaolalla.

La murga es otro género significativo de la cultura urbana, fuerte expresión de los sectores populares en los carnavales. Su origen es incierto, aunque se inscribe en la tradición carnestolenda del exceso y la liberación de los cuerpos, acrisolada con el candombe (surgido en el Río de la Plata y patrimonio de los esclavos traídos desde África). La última dictadura militar argentina prohibió tales festejos, pero las murgas barriales sobrevivieron y con la conquista de la democracia renovaron su gracia y su brío.[17]

Iniciada la década del 60, la Argentina fue sacudida musicalmente por el fenómeno "beatle" y algunos grupos locales procedieron a imitarlos. Sin embargo, hubo talentos que encontraron su expresión propia. El éxito de ventas del primer LP de rock nacional grabado por Los Gatos, dio cuenta de que ya había en el país un público para el género y con Almendra (banda) y Manal, quedó configurada a comienzos de los 70 la trilogía fundacional. A esta etapa pertenece también el dúo Sui Géneris, que impuso sus temas acústicos, hoy verdaderos clásicos.

El segundo momento se caracteriza especialmente porque el género se convierte en un espacio urbano de resistencia al autoritarismo dictatorial. La máquina de hacer pájaros, Serú Girán, León Gieco y el regreso de los grupos fundacionales son hitos de esta etapa que culminó en un fortalecimiento del rock a partir de la guerra de Malvinas (1982), cuando la dictadura militar prohibió la difusión de música en inglés. Al mismo tiempo, aparecieron nuevas figuras que concitaron gran aceptación.

El retorno a la democracia se vio acompañado del regreso de músicos del exilio o del surgimiento de grupos que aportaron un estilo bailable.

En la década de 1990 el género abarcó propuestas variadas: el rock puro, el pop, el punk, el heavy metal, el rap. Actualmente ya ha incorporado el ska, el reggae y otras especies, con las connotaciones temáticas que diferencian tales vertientes entre sí.

Algunos representantes del rock argentino son Charly García, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Patricio Rey, Pedro Aznar, Sandra Mihanovich, Hilda Lizarazu, Patricia Sosa, Celeste Carballo y Claudia Puyó.

La cumbia se introdujo en el país a mediados de los 1990 con la irrupción masiva de bolivianos y peruanos con ritmos mucho más simples que en Colombia, su tierra de origen. Aunque esta música suele ser sinónimo de distracción o de evasión, hay una vertiente aún más lumpen, con expresiones, giros y jerga propia, que intenta marcar la diferencia, conocida como cumbia villera.

Algunos de los representantes de este género son Pablo Lescano, Gilda, Lía Crucet, Ezequiel Cwirkaluk, también conocido como "El Polaco" y Rodrigo Tapari, entre otros.

Uno de los grupos o cantantes de la movida urbana más importantes son Los Wachiturros.[18]​ DJ Fer Palacio comenzaba a empaquetar canciones famosas de Reguetón y las remezclaba para convertirlas en su propia versión en su «Previa y cachengue» que contiene cachengue con influencias de música electrónica que su video alcanzó millones de vistas. Siguiendo a nuevos productores como DJ Alex y muchos otros empezarían a crear este sonido en Argentina.[19]

El trap se presentó al país de forma masiva a los fines del año 2016 primeramente con cantantes como Duki, que en noviembre de 2016 lanzaría su primer sencillo luego de ganar El Quinto Escalón.

Más tarde el trap se volveria internacional de la mano de Duki y su incorporación al sello discográfico Mueva Records, donde haría sus primeras colaboraciones de gran relevancia junto a Khea, Cazzu y el productor musical Omar Varela, la cual más tarde tendría un remix con Bad Bunny.

Otros artistas de gran influencia en el ambiente de trap argentino son Paulo Londra, Trueno, Nicki Nicole, María Becerra, Lit Killah, Neo Pistea y el productor Bizarrap. Muchos de estos artistas también compaginan el trap con su par el reguetón, ya que muchos exponentes argentinos han colaborado con artistas de renombre dentro del género.[20]

Otro ritmo de Colombia que gusta en Argentina, aunque se limita a la parte norte y centro del país, es el vallenato; sobre todo el vallenato romántico, donde los intérpretes colombianos del género son recibidos como celebridades en sus conciertos y programas televisivos de estas zonas.

También el cuarteto, como expresión de la cultura popular ha tenido una importante expansión en los últimos tiempos, ya no solo entre los sectores de menos recursos, sino también por los miembros de toda la sociedad en general en ámbitos festivos. Una variedad del cuarteto, que es fusionado con el merengue dominicano, es el merenteto, muy escuchado en la Provincia de Córdoba.

Con la conquista española se produjo el ingreso de los primeros instrumentos musicales europeos, mientras que en el período colonial la actividad musical se tornó más intensa, merced a la intervención de las órdenes religiosas.[21]

A comienzos del siglo XVIII se propició la enseñanza y se intensificó el aporte del viejo continente a través de la visita de músicos y de la importación de partituras y libros de música. En 1757 se construyó en Buenos Aires el primer teatro de óperas y comedias y en 1783 se inauguró el Teatro de la Ranchería.

Con el movimiento emancipador de Mayo, se renovó la canción patriótica, destacándose figuras como Blas Parera.

A ellos le siguieron los denominados precursores, primeros compositores nacidos en suelo argentino: Juan Pedro Esnaola, Amancio Alcorta y Juan Bautista Alberdi. No se trataba de profesionales sino de aficionados, que alternaban su vocación musical con otras actividades. Los géneros en boga eran la música de salón, concebida para la danza, y la canción; al igual que en Europa, la música de cámara formaba parte de la vida cotidiana.

La generación siguiente incluyó a músicos ya profesionales: son los nacidos entre 1860 y 1875, entre cuyos representantes más notables figuran Alberto Williams, Julián Aguirre y Arturo Berutti.

A esta generación le sigue un conjunto destacado de músicos nacidos entre 1875 a 1890, que estudiaron en Europa y al regresar desarrollaron su actividad como creadores, docentes, fundadores de institutos o directores de sociedades musicales. Su formación los llevó a incursionar en todos los géneros y a adoptar una actitud más consciente ante la recolección folklórica. Entre ellos se destacan Felipe Boero, Ernesto Drangosch, Floro Ugarte y Carlos López Buchardo, director–fundador en 1924 del Conservatorio Nacional de Música y Arte Escénico que hoy lleva su nombre.

A partir de fines de la década del 20 se produjo la irrupción de lenguajes neoclásicos en la música culta argentina, lo que significó la primera aparición de una vanguardia que cambió el rumbo de la generación anterior.

La producción argentina en las décadas del 40 y del 50 estuvo a cargo de los primeros egresados del Conservatorio Nacional y en este escenario, dos músicos representaron las dos tendencias en pugna: Alberto Ginastera y Carlos Guastavino.

Los comienzos de la década de 1960 generan cambios experimentales de relevancia y destacan Alicia Terzian, Guillermo Graetzer, Pompeyo Camps y Roberto García Morillo.

En la actualidad, los creadores argentinos que no desdeñan la exploración instrumental, la electroacústica, y la apropiación de nuevas tecnologías, consolidan una trayectoria musical que prestigia al país.

Existen centenares de discos y canciones de música argentina que pertenecen al dominio público. Todos estos discos pueden ser digitalizados y compartidos libremente por la red ya que o no tienen derechos de autor o estos han expirado. La mayoría de estos archivos son tangos de autores como: Carlos Gardel, Vicente Greco, Ángel Villoldo, Augusto Gentile, Manuel Jovés, José De Grandis, Samuel Castriota, Benjamín Alfonso Tagle Lara y Guillermo Barbieri.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Música argentina (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!