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Huelva (provincia)



Huelva es una provincia española situada al oeste de la comunidad autónoma de Andalucía. Su capital es la ciudad de Huelva. Con una población de 519 229 habitantes a 1 de enero de 2014,[4]​ocupa el puesto 31 entre las provincias más pobladas a nivel nacional, además de ser la provincia menos poblada de Andalucía, limitando al norte con la de Badajoz, al este con la provincia de Sevilla, al sureste con la provincia de Cádiz, al sur con el océano Atlántico y al oeste con Portugal.

Quedó constituida como provincia en la división administrativa de 1833,[5]​conformándose con municipios hasta entonces pertenecientes al Reino de Sevilla y dos a la antigua Provincia de Extremadura.[6]​ Administrativamente está dividida en 80 municipios,[7]​ agrupados en 6 partidos judiciales.[8]

Su economía, al igual que en el resto de España, está dominada por el sector terciario (57% del PIB), que incluye a la actividad turística. El sector secundario tiene un peso relativo mayor que en el resto de Andalucía debido al importante polo químico (ligado a la minería) y a la refinería de La Rábida, fuente importante de empleo provincial. Entre las actividades del sector primario destacan la pesca, uno de sus tradicionales y principales medios de vida con una de las más importantes flotas pesqueras de España (Isla Cristina), y la nueva agricultura forzada bajo plástico, principalmente del fresón con denominación de origen (Lepe, Rociana del Condado, Palos de la Frontera y Moguer). También, dentro del sector primario, tiene una gran tradición e importancia económica la ganadería porcina de raza ibérica de montanera, destacando la D.O.P. Jamón de Jabugo por su gran calidad y aceptación en el mercado.[9]

Cuenta con amplias áreas protegidas, destacando el parque natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche y el parque nacional de Doñana, considerada la mayor reserva ecológica de Europa.[10]

Desde el Paleolítico Superior existe constancia de asentamientos humanos, habiendo habitado este territorio numerosos pueblos y culturas,[11]​ como los fenicios, tartesios, turdetanos, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos. Varios de estos pueblos convivieron entre sí en algunas épocas y aportaron la riqueza de sus culturas, que ha ido conformando la idiosincrasia de esta provincia.

En el siglo XIII, el territorio de la actual provincia de Huelva se incorporó a la Corona de Castilla, organizándose en realengos y señoríos, entre los que destaca el Condado de Niebla, posesión de la Casa de Medina Sidonia, junto a otros feudos organizados en torno a Huelva, Palos de la Frontera, Moguer, Ayamonte y Gibraleón. Desde entonces la provincia ha tenido una notable relevancia histórica gracias a su especial enclave marítimo, por su proximidad a la frontera con Portugal, por su cuenca minera y por la riqueza de recursos de la sierra. Si bien el hecho que destaca entre todos es el Descubrimiento de América, que se gestó en estas tierras a donde llegó Cristóbal Colón en 1485 y donde organizó su primer viaje descubridor. Hombres como los hermanos Pinzón, los Niño o los franciscanos de La Rábida resultaron fundamentales en el éxito de la empresa.

Como es común en la mayor parte de España, la provincia ha tomado su nombre de su capital, la ciudad de Huelva. Por ello comparte con ella su gentilicio oficial, onubense, en alusión al antiguo topónimo latino Onuba, que parece una derivación de la posible denominación fenicia Onos Baal, que significaría Fortaleza de Baal o Fuerza de Baal.[12]

El escudo y la bandera de la provincia de Huelva son sus símbolos oficiales. El escudo de armas está compuesto por dos óvalos. En el derecho aparece representada una fortaleza sobre el mar con una bordura de plata en la que está escrita la leyenda "Portus maris et terrae custodia". En el izquierdo figuran tres carabelas entre dos orbes en su color, sobre el mar y con bordura de plata con la leyenda: "12 de octubre. 1492. 3 de agosto". En el borde inferior lleva un cuerno de la abundancia y un caduceo. Al timbre, corona real abierta.[13]​ Por su parte, la bandera es de forma rectangular, de color blanco y con un cuadrado azul en el centro.

Entre 1991 y 1998, el Servicio de Archivos de la Diputación Provincial, realizó un inventario de los escudos de armas de todos los municipios en el marco del llamado "Programa de Reconocimiento Legal de Escudos y Banderas".[14]

Existe constancia de presencia humana en la zona costera desde la llegada de los primeros pobladores a la península ibérica a través del estrecho de Gibraltar. Del Neolítico datan yacimientos como el de La Dehesa[15]​ en la comarca de El Condado, dólmenes como el de Soto, se encuentra en Trigueros y es uno de los más importantes de Europa[cita requerida] y otros yacimientos como el de El Pozuelo[16]​ o los restos de una ciudad amurallada en La Zarcita[17]​ que permiten fechar la presencia humana.

En la Edad de Bronce apareció una cultura bien identificada que entró en contacto con la Cultura del Bronce Meridional portuguesa. Uno de sus rasgos es su ritual funerario, con enterramientos colectivos en megalitos y los enterramientos individuales, con un modelo que también se desarrolló en el sur de Portugal.[18]​ Todo esto hace pensar que debió existir algún tipo de contacto entre estas culturas.[19]

De la etapa final del Bronce datan también los hallazgos de la ría de Huelva que, junto a los de la zona del Seminario de la capital,[20]​ son los que probablemente convierten a la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel en la zona de la península con presencia humana continuada más temprana, remontándose esta a 3000 a. C.[17][20][21][22]

Los tartesios tuvieron presencia en esas tierras. El contacto con los griegos coincidió con el auge de esta cultura en el siglo VI a. C. y permitió un despegue cultural gracias al comercio de metales. Aunque no se han encontrado restos de importancia que identifiquen claramente ni su territorio ni si tuvo una ciudad rectora. Se ha podido constatar que en estas tierras floreció una avanzada cultura del Bronce Inicial con actividad metalúrgica, agrícola y de pastoreo que comerciaba con los orientales fenicios y griegos en los albores del Bronce Final.[23]

La llegada de los fenicios y, posteriormente, del comercio griego no produjo un progreso generalizado en el pueblo tartésico y su economía siguió basada en el mismo modelo, pues los beneficios del comercio y de la metalurgia quedaban en manos de sectores sociales minoritarios.[23]​ Yacimientos como el de Tejada la Vieja en el término municipal de Escacena del Campo, de especial interés y estudio o la necrópolis del Cabezo de la Joya en la ciudad de Huelva, demuestran la impronta de esta civilización.

El reino tartesio cayó en una grave decadencia a lo largo del siglo VI a. C. Los motivos de esta desaparición fueron complejos. La caída de Tyro en manos asirias produjo una liberalización del comercio en el Mediterráneo occidental, hecho aprovechado por la colonia griega de Massalia que contactó con los pueblos que se asentaban en los ricos yacimientos minerales del norte de Galia.[24]​ Este hecho supuso la pérdida de poder geoestratégico de Tartessos como intermediario en el comercio, por lo que la ruta de la plata fue relegada a un segundo plano. La situación geopolítica en el Mediterráneo cambió con la irrupción de Cartago, que reabrió las antiguas rutas comerciales fenicias. La batalla de Alalia supuso la supremacía cartaginesa frente a la griega y la crisis de la colonia griega de Massalia.[25]​ Cartago relanzó el comercio de minerales en la región de Tartessos, pero esta vez controlado por la colonia de púnica de Gádir.[26]​ El pueblo tartesio perdió totalmente el control del comercio e incluso su independencia con la conquista cartaginesa del sur peninsular.

Los turdetanos, descendientes históricos de Tartessos y de su misma raíz étnica, vivieron en la práctica totalidad de la actual provincia y fueron considerado por Estrabón como "los más cultos de los íberos".[27]​ Las ciudades como Onuba e Ilipla tuvieron gran importancia en esta zona.

En época romana, la actual provincia de Huelva se encontraba en las regiones de Beturia Céltica y Túrdula, dentro de la provincia senatorial romana de la Baetica.[28]​ Las ciudades más importantes fueron Ilipla (la actual Niebla), Onuba Aesturia (Huelva), Arucci Vetus y Turobrica, ambas en la zona de Aroche. Estas ciudades vivían de la minería y del comercio marítimo.

Roma construyó las primeras infraestructuras de la zona y explotó las comarcas mineras más eficientemente viviendo un periodo de esplendor no lográndose igualar hasta la edad contemporánea una explotación sistemática de los recursos mineros igual. Hoy se pueden observar en las actuales minas las escombreras de los desechos no aprovechables de las actividades romanas,[29]​ que actualmente son aprovechables gracias a las mejores técnicas de separación de la ganga. La caída del Imperio romano en el siglo V permitió a la larga el asentamiento en la zona de los pueblos visigodos.

Hundido el poder imperial romano, los visigodos avanzaron sobre la región. De esta época son muy escasas las fuentes de estudio, creyéndose que la región era relativamente poco importante en el contexto del sur de la península. De este periodo proceden los primeros datos continuados sobre la cristianización de la zona, con la diócesis de Elepla (Niebla), cuya primera noticia data de 466.[30][31]​ La lápida de la niña Domigratia de Almonte es del año 495. Se han encontrado otras inscripciones de aquella época en lugares tan separados como Almonaster la Real, Corteconcepción e Hinojales, un vasto territorio en el que se percibe que la labor de evangelización fue temprana e intensa.

Al igual que en el resto de la península, se ofreció poca resistencia a la llegada de las primeras tropas procedentes de África. En el año 713 Niebla fue ocupada por los musulmanes, convirtiéndose en una de sus kuras o coras. Durante la época del emirato y del califato de Córdoba, los territorios estaban integrados total o parcialmente en las coras de Huelva, Niebla, Mértola, Badajoz y Sevilla. Con la caída del poder centralizado del califato, en 1031, estas provincias se convirtieron en Reinos de Taifas. La taifa de Huelva y la taifa de Niebla, junto con las otras nombradas, fueron absorbidas progresivamente por la taifa de Sevilla.

Posteriormente el territorio de la provincia fue sometido por los almorávides, con capital en Granada, desintegrado posteriormente en los segundas taifas, sometido al poder almohade con capital en Sevilla y, finalmente, antes de su conquista por los castellanos, volvió a formarse una taifa en torno a Niebla bajo Ibn Mahfot,[32]​ extendiendo sus dominios a gran parte del Algarve portugués.

Bajo la influencia del Reino de León, las primeras incursiones de los reinos cristianos se produjeron con la conquista del norte del territorio (Sierra de Aracena) por parte de Alfonso IX. Con el fin de continuar la reconquista, en el siglo XIII, después de la toma por Alfonso X el Sabio en 1262[33]​ de las ciudades de Niebla y Huelva, la actual provincia cobró importancia como territorio fronterizo con Portugal, sirviendo de freno a la política expansionista de este país y denominándose Banda Gallega a gran parte de esa frontera.

Un factor fundamental para la repoblación de la tierra fue la feudalización de gran parte del territorio. En 1369 Enrique II de Castilla otorgó a Juan Alfonso Pérez de Guzmán, IV Señor de Sanlúcar, el Condado de Niebla por su fidelidad en la Primera Guerra Civil Castellana, el primer condado con jurisdicción territorial que se otorgó a un noble ajeno a la familia real.[33][34]​ Asimismo, las villas de Huelva, Gibraleón, Palos de la Frontera, Moguer y Ayamonte también pasaron a manos de diversas casas nobiliarias.

A finales del siglo XV se desarrolló la vocación marinera de su gente, sobre todo en Palos de la Frontera y en Moguer. En esta zona de la costa onubense se venía desarrollando una de las mayores actividades marítimas de la península, tanto pesqueras como mercantiles o militares. Los marinos de la costa onubense eran requeridos para diversas acciones. En la guerra peninsular entre el reino de Castilla y Portugal, las principales expediciones navales castellanas requirieron siempre la presencia de marinos, en su mayoría de Palos, pero también de Moguer o Huelva, expertos en las navegaciones atlánticas. Estos marinos habían establecido unas prósperas relaciones comerciales con la Europa mediterránea y noratlántica, basándose en la pesca y otros productos que obtenían en la zona de Guinea,[35]​ por ello, gracias a sus actividades y logros en el Atlántico, lograron fama internacional:

Por ello la elección de este destino por parte de Colón para sus intenciones no resulte azarosa ni casual.

Hombres como Martín Alonso Pinzón, sus hermanos, Garcí Fernández, fray Juan Pérez o los hermanos Niño, resultaron claves en la empresa descubridora de 1492, ya que, gracias a su determinación y dotes náuticas, se consiguió llevar a término una empresa que a priori parecía ser de resultados inciertos y de muy difícil realización en aquella época.[36]

Cuando Colón llegó por primera vez a los Lugares colombinos en 1485, lo hizo al monasterio franciscano de La Rábida, donde encontró refugio y hospitalidad. Enseguida fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena se entusiasmaron con el proyecto del genovés. Colón encontró ayuda necesaria para abrir las puertas a su proyecto, tanto en la corona como entre los hombres de la región del Tinto y el Odiel. Martín Alonso Pinzón resultó ser el gran valedor de Colón entre la marinería de la zona, ya que hasta que él no decidió formar parte de la empresa no se consiguió enrolar a los hombres necesarios para el primer viaje colombino.[36]​ En Moguer encontró Cristóbal Colón el apoyo de la abadesa del Monasterio de Santa Clara, Inés Enríquez; el clérigo Martín Sánchez y el hacendado Juan Rodríguez Cabezudo. Los Hermanos Niño tuvieron una destacada participación en el viaje, y además aportaron la carabela la Niña. A la vuelta del viaje descubridor se realizó el voto colombino en la iglesia del Monasterio de Santa Clara.

Finalmente, con una tripulación de unos 90 hombres, el 3 de agosto de 1492 partió del puerto de Palos de la Frontera la primera expedición colombina, que llevó a varios onubenses a tierras americanas y realizó el encuentro de dos mundos, que hasta entonces habían permanecido aislados entre sí. Estos acontecimientos dieron fin a la Edad Media e introdujeron a España en la Edad Moderna.

En los siguientes viajes de Colón participaron nuevamente marineros de Huelva y, aunque ya el almirante partió siempre desde puertos gaditanos, hombres de esta tierra volvieron a participar en otros viajes destacados de descubrimiento y exploración en las tierras del Nuevo Mundo. Marinos onubenses como Pedro Alonso Niño, Vicente Yáñez Pinzón y Bartolomé Ruiz entre otros, resultaron protagonistas de los denominados viajes menores o andaluces, entre los destaca el descubrimiento del Brasil por parte de Vicente Yáñez Pinzón.[37][38]

Debe referirse también la estrecha vinculación de estas tierras con Vasco Núñez de Balboa, natural de Jerez de los Caballeros y descubridor del océano Pacífico: en 1492 y 1493, fechas de la partida y del regreso de la expedición descubridora de América, se encontraba al servicio personal, como escudero, de don Pedro Portocarrero, VIII Señor de Moguer. Residió en el castillo de esta villa y, con toda probabilidad, en ella tuvo conocimiento de primera mano de la hazaña. Unos años más tarde se embarcaría rumbo a Indias.

Juan Rodríguez Mafra participó como piloto de la Nao San Antonio en el viaje de la primera vuelta al mundo comandada inicialmente por Magallanes y que concluiría Juan Sebastián Elcano.[39]

Entre los evangelizadores de los nuevos pueblos descubiertos de América también hubo onubenses como fray Juan Izquierdo, fray Andrés de Moguer, fray Juan de Palos o fray Antonio de Olivares.

Tras la reconquista de la actual provincia de Huelva, la división político-nobiliaria se hace en realengos, que no siempre mantuvieron su condición, en su parte norte y en señoríos que terminaron ganando importancia más adelante en su parte sur. La zona norte fue conquistada por los portugueses, mientras que el Reino de Niebla en 1262, en tiempos de Alfonso X, pasó a manos castellanas. De su antiguo reino se formó un poderoso concejo que ejerció sobre sus aldeas un importante control. Comenzaron desde ese momento dos procesos en el Campo de Andévalo, uno repoblador y otro de señorialización. Este último se llevó a cabo entre 1266 y 1369.[40]

En torno a la primera mitad del siglo XIII, las poblaciones más occidentales de Sierra Morena fueron reconquistadas por las incursiones de órdenes militares portuguesas, durante el reinado de don Sancho II de Portugal, sin culminar con la repoblación. Se construyeron desde el primer momento fortificaciones a lo largo de toda la frontera con Portugal debido a las continuas escaramuzas y se pobló con asturleoneses y gallegos. Esta línea se basó en la existencia de una serie de fortificaciones intercomunicadas visualmente mediante señales con antorchas. Sancho IV el Bravo, a petición de las autoridades hispalenses, concedió el privilegio a varios pueblos de la sierra para la construcción de fortalezas, que resguardaron y frenaron los continuos ataques del país vecino. Se construyeron el Castillo de Santa Olalla, junto con el de Cumbres Mayores, Fregenal de la Sierra y se reconstruyó el de Aroche.

En 1279, durante el reinado de Alfonso X, Almonaster la Real junto con Zalamea la Real fueron donadas a la mitra arzobispal de Sevilla a cambio de La Puebla de Cazalla, merced confirmada por Sancho IV en 1286. Habría que pensar que fue por motivos de "unión geográfica y la vocación populacionista" la causa de este trueque, al ser Almonaster y Zalamea extremos pero no fronterizos con Portugal.[41]​ A finales del siglo XIII el rey Sancho IV comenzó la repoblación de esta zona con astur-leoneses y gallegos como fue el caso de Los Marines, que hasta mediados del siglo XVII, fue tierra de realengo del Concejo de Aracena en el reino de Sevilla. Hacia 1640, pasó a jurisdicción señorial tras la donación hecha por Felipe IV al Conde Duque de Olivares, don Gaspar de Guzmán, para pagar los servicios prestados en la batalla de Fuenterrabía. Después de la muerte del Conde Duque en 1645, el Señorío pasa al Conde de Altamira y Marqués de Astorga, que se intitula Príncipe de Aracena hasta 1812. Aracena continuó, durante la Baja Edad Media y Edad Moderna, como Real Priorato durante el siglo XIV y como Señorío bajo la jurisdicción del Conde Duque de Olivares en el siglo XVII, y más tarde del conde de Altamira, quien se intitula, como se ha indicado previamente, Príncipe de Aracena.[42]

En 1333, el Concejo de Sevilla pretendió crear cerca de la villa de Los Marines, otra denominada Valencia, segregando para ello una parte del término e impidiendo la entrada en el mismo a los vecinos de Almonaster que no quisiesen poblar el nuevo lugar, lo cual motivó el despoblamiento de esta. Sin embargo, el proyecto no llegó a consolidarse y la nueva población desapareció. A finales del siglo XVI Felipe II, para paliar su bancarrota económica, pide autorización para enajenar bienes patrimoniales de la Iglesia. Así, en 1579, el papa Gregorio XIII le concede una bula por la que las villas de Almonaster, Zalamea y otras se incorporan a la Corona. Felipe II cedió sus derechos sobre la villa a Nicolás de Grinaldo, príncipe de Salerno, por unas deudas contraídas con la Corona, que a su vez intentó vender su jurisdicción al Marqués de la Algaba, pero los vecinos interceden ante el rey para que la villa permaneciese de realengo, sufragando sus habitantes lo solicitado por este. El 10 de mayo de 1583, Almonaster quedó de realengo, formando parte del antiguo Reino de Sevilla y añadiendo la Real a su topónimo. Entre los siglos XVII y XVIII la actividad de la población se basa en la agricultura, ganadería y en tareas forestales, como la producción de carbón y ciscos vegetales. El crecimiento demográfico producido a partir del siglo XVIII, obliga a sus vecinos a roturar nuevas tierras de labor en un término con escasos terrenos fértiles para ello, por lo que entran en numerosos litigios y conflictos de deslindes con las poblaciones colindantes. A mediados del siglo XVIII, Almonaster vuelve a perder su jurisdicción y también los propios, y pasa a ser villa de señorío, perteneciendo a don Gregorio del Valle Clavijo, conde de Villa Santa Ana. Vuelve a recobrar su jurisdicción en 1792, tras un largo pleito con el citado conde y haber depositado 22 000 ducados en las arcas de la Corona.[43]

En 1306 don Alfonso de la Cerda, nieto del rey Alfonso X «el Sabio», recibió el señorío de Gibraleón como parte de las compensaciones establecidas por renunciar a sus derechos al trono. Surgía así uno de los señoríos más antiguos e importantes del territorio onubense, objeto de disputas y ambiciones nobiliarias. Su nieta María de la Cerda, contrajo nupcias con Pedro Núñez de Guzmán, señor de Brizuela y Manzanedo. Su tataranieta, Isabel Núñez de Guzmán, señora de Gibraleón, contrajo matrimonio con Pedro de Zúñiga, I Conde de Ledesma, matrimonio del que nació Álvaro de Zúñiga, I Duque de Béjar, cuyo hijo Pedro de Zúñiga y Manrique, por casamiento con la IV Señora de Ayamonte, tuvo a Álvaro de Zúñiga y Guzmán, a quien Carlos I concedió en 1526 el Marquesado de Gibraleón, hermano del I Marqués de Ayamonte. Este murió sin descendencia legítima por lo que el Marquesado de Gibraleón pasó a su sobrina Teresa de Zúñiga Guzmán y Manrique, III Duquesa de Béjar, quien reunió en su persona ambos marquesados, para luego separarlos de nuevo concediéndolos a dos de hijos. Posteriormente, al morir sin sucesión el XIII Marqués de Ayamonte, el título recaería en la Casa de Arcos, que por matrimonio pasaría a la Casa de Osuna. Con la extinción de esta última, el marquesado pasó a la XVI Duquesa de Béjar, bisnieta del IX Duque de Osuna, casada con Luis Manuel Roca de Togores, I Marqués de Asprillas, en cuyos descendientes perdura el marquesado.

El carácter fronterizo de las tierras del marquesado, el tránsito de personas y mercancías por el Camino de la Raya y las tensiones con los señoríos vecinos explican en buena medida la existencia de un interesantísimo conjunto de fortificaciones medievales. Algunas de ellas aprovechan emplazamientos existentes en época islámica; aunque son mayoría las que se construyen por iniciativa de los distintos señores entre los siglos XIV y XV. A ello hay que añadir, en los siglos siguientes, la construcción de las torres de almenara en la costa y las reformas sufridas por los antiguos castillos a raíz de las guerras con Portugal.

Al marquesado pertenecieron además de Gibraleón, Cartaya, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos, El Almendro, Sanlúcar de Guadiana, El Granado y lo que entonces era la aldea de Trigueros. Gibraleón tomó parte activa en el descubrimiento de América contribuyendo con hombres y dinero.[44]

A finales del siglo XIII Alonso Pérez de Guzmán, conocido como «Guzmán el Bueno», fundador de la Casa de Medina Sidonia, compró Ayamonte juntamente con Lepe y La Redondela (en conjunto con una compra de olivares por todo el Aljarafe). Dentro del mismo linaje, el Señorío de Ayamonte fue ostentado por primera vez por Juan Alfonso Pérez de Guzmán y Osorio, I Conde de Niebla. Con Teresa de Guzmán, hija del I Duque de Medina Sidonia y IV Señora de Ayamonte, el señorío pasó definitivamente a una rama menor de la Casa de Medina Sidonia, conocida con el tiempo como Casa de Ayamonte. Su esposo, Pedro de Zúñiga y Manrique, hijo del I Duque de Béjar, recibió el título de Conde de Ayamonte en 1485 de manos de la reina Isabel I de Castilla. En 1521 Carlos I elevó el condado a la dignidad de Marquesado.[45]

En el año 1641, Don Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga, sexto marqués de Ayamonte, y tras interceptar una carta entre el ducado de Medina Sidonia y el marquesado de Ayamonte junto con informes provenientes del recientemente independizado reino de Portugal, alertando de la inminencia del levantamiento andaluz, confirman las sospechas de Madrid sobre las intenciones de secesión de Andalucía surgidas tras la pasividad del duque de Medina Sidonia en la defensa de la frontera con Portugal. Al descubrirse el plan, el duque de Medina Sidonia, Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, traicionó a su primo pactando con el rey Felipe IV y acusando a este de traición, lo cual conduce al Marqués de Ayamonte a un procedimiento judicial y a la decapitación en el alcázar de Segovia en el año 1648.

Por la misma época en el marquesado y tras los incidentes para abolir la secesión, la actividad económica pesquera no de subsistencia entra con fuerza ya en los albores del siglo XVIII, de mano de mercaderes levantinos que venían a las costas occidentales de la provincia para, por medio de la salazón, transportar grandes cantidades de pescado (principalmente la sardina) a sus puertos de origen evitando el deterioro del alimento. Estos comerciantes acabaron asentándose y añadiendo riqueza a la región con su trabajo, fundamentalmente tras el terremoto de Lisboa en 1755, que originó grandes estragos en toda la costa, incluido el desplome de la torre almenara de la Higuera, en Matalascañas.

Tras el terremoto, la provincia contó con nuevas tierras o, al menos, con un contorno de costa diferente. Surgen los núcleos de Punta del Caimán, La Higuerita (Isla Cristina), Punta del Moral y otros, desperdigados entre lo que hoy es la playa Central de Isla Cristina y las proximidades de Urbasur.

Disputas por estos nuevos territorios nacidos como consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755, tras el cual nace Isla Cristina (La Higuerita o Real Isla de La Higuerita en el siglo XVIII y principios del XIX) en esta costa occidental hacen necesaria la intervención de la Marina, ya que la corona tiene plena potestad sobre las islas del reino y no están sujetas a derechos de señoríos.

Ya en el siglo XIX y como consecuencia de la llegada de los franceses a España a principios de siglo, se crea en Sevilla la Junta Suprema Nacional, debido al desconcierto que reinaba entonces. A medida que los franceses avanzan, esta Junta sale de Sevilla y se establece en Ayamonte, denominándose Junta Suprema de Sevilla en Ayamonte. Aún hoy se conserva en la barriada de Canela en Ayamonte un vestigio arquitectónico, la ermita de Nuestra Señora del Carmen, donde se estableció la Junta y donde se imprimió la Gaceta de Ayamonte, boletín oficial del gobierno en el exilio que más tarde, al trasladarse la Junta a Madrid debido a la derrota de los franceses, se denominaría la Gaceta de Madrid.

Debido a la desmembración del Marquesado de Ayamonte tras la nueva ordenación territorial de España, al ser abolidos los señoríos jurisdiccionales, se forman los municipios de Ayamonte, Lepe, La Redondela, San Silvestre de Guzmán (establecido gracias a una Carta Puebla de 1595) y Villablanca.[46][47]​ Asimismo se creó un nuevo municipio, el de la Real Isla de la Higuerita en 1833 quedando con su nombre actual al año siguiente y absorbiendo al municipio de La Redondela en 1877.[48]

En la actualidad, el título de marqués de Ayamonte, junto con el de «Grandeza de España», lo ostenta Doña Pilar-Paloma de Casanova y Barón (hija de D. Baltasar de Casanova y de Ferrer, y de Doña María Dolores Barón y Osorio de Moscoso, Duques de Maqueda, Marqueses de Montemayor, y del Águila, Barones de Liñola, Condes de Valhermoso y Monteagudo de Mendoza), casada con D. Francisco José López de Becerra de Solé y Martín de Vargas. Doña Pilar-Paloma de Casanova y Barón ostenta los títulos de XXI Marquesa de Ayamonte, XXVI Condesa de Cabra, Marquesa de la Villa de San Román, «Grande de España», entre otros.

El último de los reyes islámicos de la historia de Niebla sería Ibn-Mahfoh, quien para evitar su conquista prestó vasallaje a Fernando III el Santo. Alfonso X la reconquistó definitivamente en 1262, recibiendo el mismo fuero que Sevilla. El asedio no fue fácil ni para los sitiadores ni para los moradores islámicos ya que, por la importancia de las defensas de la ciudad, este duró nueve meses y medio, teniendo que rendirse la población por hambre. Las crónicas del momento cuentan que desde las murallas arrojaban piedras y dardos con artificios y tiros de trueno con fuego, lo cual ha sido puesto en relación con el primer uso de la pólvora en España. También, en la toma de la ciudad, apareció una invasión de moscas que, al cebarse especialmente en los sitiadores, estuvo a punto de hacerles levantar el sitio. Además, cuentan que Ibn-Mahfoh, para demostrar que el sitio era inútil por hambre, trató de engañar al ejército cristiano enviándoles un buey cebado, tal vez el último que quedaba intramuros. Por ello, la puerta más occidental, por donde debió salir el animal, se le denomina «del buey».

En 1369, después de otros intentos fallidos, el rey Enrique II entregó la ciudad al desde entonces, Conde de Niebla Juan Alonso Pérez de Guzmán, finalizando el periodo en que esta había sido regida como concejo y disfrutó de nuevo fuero real. Esto conlleva la confirmación de todos los cargos y oficios del concejo rubiato y un fuerte control fiscal sobre sus vecinos. Casi un siglo después (en 1445), el Conde de Niebla recibe una nueva distinción convirtiéndose en Duque de Medina Sidonia.

En el siglo XV, el IV Conde de Niebla inició una política de reconstrucción de la ciudad muy activa, en la que se ordenó incluir elementos visibles en las iglesias de San Martín y Santa María y, especialmente, la obra del alcázar, derribando para ello la mayor parte de los restos todavía existentes de la alcazaba islámica anterior. El terremoto de Lisboa de 1755 afectó seriamente al patrimonio arquitectónico de esta ciudad.[49]

Durante el siglo XVI el campo de Andévalo dedicaba buena parte de su espacio a la ganadería, especialmente al belloteo. En el padrón de 1534 se estima la población de todos los señoríos de los duques de Medina Sidonia en 9686 vecinos, unas 50 000 personas. Niebla contaba con 403 vecinos (unos 2015 habitantes).

El proceso provincialista desencadenado en España a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo sus repercusiones en la actual provincia de Huelva, hasta entonces territorio perteneciente al Reino de Sevilla. La finalidad de las reformas ilustradas era un mejor gobierno del estado español y para esto era necesario la existencia de un equilibrio entre las diversas provincias del reino. El equilibrio debería ser tanto en extensión superficial como en número de habitantes, siempre manteniendo una lógica geográfica y respetando la tradición histórica.

Uno de los territorios que claramente producía un desequilibrio en ambos aspectos era el denominado Reino de Sevilla, con una superficie y población muy superior a la mayoría de las provincias. La acción común del estado fue la de disgregar estos antiguos reinos y convertirlos en provincias más pequeñas y por lo tanto manejables por el gobierno central.

El primer proceso de disgregación se plasmó mediante el Real Decreto del 25 de septiembre de 1799, bajo el reinado de Carlos IV, por el que se crearon seis nuevas provincias marítimas entre las que se encontraba la de Cádiz, también integrada dentro del antiguo Reino de Sevilla. Por su parte, Huelva se vio afectada por esta creación de la provincia marítima de Sanlúcar de Barrameda, que incorporaba en sus territorios todo el litoral de la actual provincia onubense.

La provincia gaditana se afianzó, pero no ocurrió lo mismo con la sanluqueña. Entre las causas de su fracaso (quedaría abolida en 1808) está la relativa poca población de su capital y la escasa cohesión interna de su territorio, además de la rivalidad surgida con Cádiz y la oposición de Sevilla.

Descartada la creación de una provincia marítima en la costa sur del reino de Sevilla durante la reforma de 1813, una vez más se posaron los ojos sobre el extenso territorio del reino sevillano. Sin embargo, en esta ocasión las nuevas fronteras se dibujaron en la parte oriental del reino y se pensó en la creación de un nuevo partido o gobernación en Écija, dependiente de Sevilla.

La propuesta no llegó a buen término debido a la llegada del sexenio absolutista de Fernando VII, durante el que se paralizaron las reformas liberales. Las reformas encaminadas durante el trienio liberal gozaron de un nuevo y decisivo impulso con la comisión creada por el gobierno en 1821, el cual planteó de nuevo la cuestión de la creación de una provincia occidental en el Reino de Sevilla, siendo Valverde del Camino su capital, atendiendo a su centralidad.

En general la idea fue bien acogida, salvo por la capitalidad. La no existencia de una ciudad con un mayor peso poblacional e histórico en la región, provocó una disputa por la capitalidad de la nueva provincia occidental. Ante la polémica surgida, la comisión pidió consejo a los diputados sevillanos, que desaconsejaron la capitalidad de Valverde y entre las opciones de Huelva y Moguer, optaron por la segunda.

No obstante, la comisión hizo caso omiso y se decantó por la capitalidad de Huelva. En el debate surgido en la sesión de Cortes para la toma de la decisión, sin duda tuvo mucho peso la opinión arrojada por el coronel Ramón Sánchez Salvador, que basó su defensa de la ciudad onubense en la disponibilidad de alojamientos en esta ciudad, su capacidad de atracción como centro de comercio y el embarque de producciones del interior, así como en su salubridad. En 2008 se organizaron en la ciudad los actos de celebración con motivo del 175 aniversario de la capitalidad.[50]

El deslinde entre la nueva provincia de Huelva y la de Sevilla se realizó sin problemas. La inclusión en Sevilla del Rocío, según la descripción de Bauzá-Larramendi, fue meramente anecdótica, ya que la ley garantizaba el respeto a las fronteras municipales. Así, tras el estudio encargado a la Audiencia de Sevilla en 1829, el error fue corregido.

Los límites con Extremadura fueron más conflictivos. En la provincialización de Cortes de 1822, se incluyeron en Badajoz las poblaciones de Fregenal y Bodonal de la Sierra, en tanto que localidades históricamente extremeñas como Calera de León o Fuentes de León fueron agregadas a Huelva, así como Azuaga o Puebla del Maestre de Sevilla.[51]

Los estudios encargados a las Audiencias de Sevilla y Extremadura volvieron a cambiar la configuración, siendo esta vez más favorable a los extremeños: Higuera la Real fue unida a Badajoz y el sector pacense anexionado a Andalucía se limitó a las localidades de Arroyomolinos de León,[52]Cañaveral de León y Guadalcanal (incorporada a Sevilla). La anexión de Fregenal de la Sierra a Extremadura suscitó la protesta de diversos pueblos del norte de Huelva, y por ello el plan ultimado por Fermín Caballero en 1842 contemplaba su retorno a Andalucía, si bien, nunca se llevó a cabo.

Basándose en este proyecto de 1822, en 1833 el ministro Javier de Burgos, mediante el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833, culminó definitivamente el proceso de división provincial y la provincia de Huelva no cambiará sus fronteras hasta nuestros días.

Aún en esta época se siguió el proceso repoblador, ya con competencias provinciales, de esta parte de la península. La fundación del Rosal de la Frontera, en el antiguo término de Aroche con más de 700 km² y apenas 2000 habitantes, es un buen ejemplo de ello. Su nacimiento se debe a numerosos factores, mezcla entre una utopía ilustrada en la que "se persigue la creación de una sociedad ideal, justa y equilibrada, en la que una nueva clase de pequeños propietarios, laboriosos y de buenas costumbres, vertebran un Estado disciplinado y regido por la Razón" y a la necesidad de un control estratégico en la frontera con Portugal. Jurídicamente, tiene su origen en el Decreto de 29 de junio de 1822 sobre repoblación de términos extensos, facultad que el Gobierno concede a las restablecidas Diputaciones Provinciales.[53]​ La falta de un espíritu común y también de recursos para el desarrollo del trabajo propuesto acabó con el sueño utópico inicial, sin embargo, el aumento de población se consiguió pronto, al igual que sus fines como emplazamiento estratégico en la frontera.

Con motivo del traslado del comercio con los territorios americanos a Sevilla y Cádiz, Huelva entró en un periodo de decadencia del que no saldría hasta el siglo XIX, con la explotación intensiva de sus importantes recursos mineros. Si bien las minas del norte de la provincia habían sido explotada desde hacia miles de años, fue a partir de este siglo cuando compañías francesas en un principio y, sobre todo, después empresas británicas[54]​como la Rio Tinto Company Limited creada para tal fin, las que a partir de 1874 explotaron los yacimientos de piritas de hierro y cobre situados en la zona del Andévalo, mayormente en la parte próxima a las poblaciones de Minas de Riotinto, Calañas y Tharsis (esta última en el municipio de Alosno). Fue en esa época cuando la provincia y sobre todo Ríotinto, según palabras del empresario e historiador de las minas David Avery, se convirtió "en el mayor centro minero del mundo".[55]

Si bien todo ello implicó un crecimiento demográfico y modernización en la zona (la cuenca crece, Huelva comienza a dejar de ser un pequeño pueblo y se construyen infraestructuras como la línea férrea desde las minas hasta el puerto de la capital), la cuenca minera sería también, durante las primeras décadas del siglo XX, escenario de grandes conflictos sociales y feudo de la explotación británica, lo que hacía que los onubenses vieran cómo su riqueza minera embarcaba rumbo al extranjero. Particularmente trágico fue el año 1888, conocido en la zona como el "Año de los tiros", cuando tras una manifestación organizada por sindicalistas como Maximiliano Tornet terminó con una brutal carga del ejército contra el pueblo en Minas de Riotinto.[56]

Cuando la rentabilidad de las explotaciones bajó, las minas pasaron a manos españolas, pero disminuyó considerablemente el empleo en las mismas debido a las modernas técnicas de explotación en unos casos, y al agotamiento de las explotaciones en otros.

El 22 de enero de 1926 se inició desde el "Muelle de la Calzadilla" de Palos de la Frontera el denominado vuelo del Plus Ultra, desde donde partió Cristóbal Colón también rumbo a las Indias.[57]​ El vuelo recorrió la distancia que separaba Palos de la Frontera de Buenos Aires. Fue el primer vuelo entre España y América, el que más kilómetros recorrió (10 270 km), se realizó en siete etapas y necesitó de un solo hidroavión. La expedición estuvo comandada por Ramón Franco Bahamonde. Se usó un hidroavión del tipo Dornier Wal,[58]​ que está considerado como el avión más importante diseñado por Dornier a principios de la década de los años 1920.[59]Alfonso XIII presidió la recepción de los tripulantes a su regreso, el 5 de abril de 1926, en el Monasterio de La Rábida.

La provincia de Huelva, como otras provincias españolas, no se encontró ajena a las situaciones y sucesos previos a golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Por lo tanto el sector más tradicional y el que deseaba cambios profundos de Huelva, la radicalización de diferentes grupos a lo largo del periodo republicano, el problema del campesinado, el clericalismo y anticlericalismo, la violencia y -finalmente- el triunfo del Frente Popular fueron los factores que en España y la provincia desencadenaron la larga guerra civil. Los días previos al 18, la mayor parte de la población y las autoridades intuían una sublevación por lo que se ordenó a la Guardia Civil que se confiscaran en sus cuarteles el mayor número de armas posible de los ciudadanos y la detención, el día 9, de varios políticos falangistas.

Por lo tanto, el 18 la mayor parte de la provincia es fiel a la República y el golpe no triunfa en un principio por la falta de sublevados en la zona. Desde Huelva fueron enviadas dos columnas militares hacia Sevilla para luchar contra los sublevados; la primera a cargo de Haro Lumbreras, que al llegar a la ciudad hispalense se pasó al lado fascista poniéndose a las órdenes de Gonzalo Queipo de Llano y la segunda -la Columna Minera- procedente de la Cuenca Minera e integrada por izquierdistas que se habían aprovisionado con dinamita procedente de las explotaciones. El 19 llegó la Columna Minera que inmediatamente fue vencida en La Pañoleta por las propias fuerzas de De Haro. Derrotada la columna, los que no murieron en la batalla o fueron fusilados posteriormente, escaparon a Huelva descargando su impotencia contra poblaciones e iglesias.[60]

En ese sentido fueron patentes los daños causados días antes en iglesias como La Concepción o como el Monasterio de La Rábida. En Isla Cristina fue destruida y derribada la antigua iglesia de los Dolores en la también antigua plaza de la Constitución del siglo XVIII donde, tras la guerra, se construyó la actual plaza de las Flores que ocupa los espacios que anteriormente pertenecieron a la plaza de la Constitución y de la iglesia. La República se hizo fuerte estos primeros días de la guerra en sus bastiones y encarceló en algunos ayuntamientos a ciudadanos conservadores, incluso se intentó incendiar algunas cárceles improvisadas con sus reclusos.[61]​ En estos primeros días de la guerra fue enviada desde Sevilla la "Columna Carranza" (al mando de Ramón de Carranza) que a partir del 24 ocupó Chucena, Almonte, Bollullos, La Palma, Niebla, Trigueros, Beas, Valverde del Camino y la capital, el día 29. A partir de ahí se arrastró a toda la provincia; el Andévalo y la Sierra cayeron entre agosto y septiembre por lo que la resistencia, a excepción de la batalla de El Empalme, fue escasa, pasando al lado sublevado la localidad de Isla Cristina ese mismo día 29. La rápida sucesión de acontecimientos en esta provincia evitó mayores consecuencias bélicas (tal es el caso de los bombardeos del norte o de Madrid) y, ya sea con un régimen u otro, se impuso la estabilidad en la zona.

Ocupada la provincia, Haro Lumbreras es nombrado gobernador civil y militar hasta febrero del año siguiente. A partir de ahí comenzó un periodo de represión contra ciudadanos acusados de marxismo, actos violentos e ideas izquierdistas, así como contra la guerrilla que subsistió en la sierra durante un tiempo. Porque el "problema" de los huidos en la sierra anticipó en la provincia muchos de los elementos que poco después se darían en gran parte del país. Por ello, desde el primer momento de inicio de hostilidades muchos republicanos que huían de la provincia quedaron acorralados en esa zona al estar rodeados por provincias sublevadas o la frontera de un Portugal afín a los golpistas. Así, desde agosto de 1937 más de media provincia necesita ser declarada por las nuevas autoridades como "zona de guerra", cuando falangistas, milicias y Guardia Civil luchan contra una de las primeras guerrillas de España.[60]​ Pero gran parte de este contingente lo conformaba población civil -mujeres, niños y ancianos incluso- que vio en la escarpado de la sierra la posibilidad de ocultarse hasta que cesaran las hostilidades.

La ocupación de Huelva supuso para el ejército sublevado un aprovechamiento estratégico de la frontera por donde se podían pasar armas desde Galicia (desde el primer momento contra la República), hecho que también anticipó los acontecimientos en el resto de Andalucía. En este contexto, Huelva jugó un papel importante en estas primeras semanas del conflicto fratricida que aún tardaría tres años en concluir.[60]

Al término de la contienda la falta de alimentos que sumió al país en el hambre no fue tan fuerte en Huelva gracias a sus recursos pesqueros. El tren de la pesca que salía de los puertos de Isla Cristina y Ayamonte surtía a Castilla de alimentos hasta el punto de planearse la construcción en las propias instalaciones portuarias de Isla Cristina de varios ramales urbanos para cargar directamente el pescado en los trenes, tal y como se venía haciendo con el tren vinícola de Jerez. Finalmente el proyecto nunca se ejecutó.

Tras la conflagración española, la Huelva de la posguerra asistió a los acontecimientos relacionados con la II Guerra Mundial. Debido a su extensa población anglosajona y alemana, sobre todo en la capital, desempeñó un importante papel durante este conflicto. Así fue notable la existencia de numerosos espías aliados y nazis (sobre todo hombres de negocio de la ciudad y diplomáticos) que se controlaban entre sí y que consideraron la ciudad como un enclave estratégico gracias a su puerto. En este sentido, fueron numerosos los barcos aliados que sufrieron sabotajes e incluso fueron bombardeados por aviones alemanes procedentes de la base de Tablada (Sevilla). Prueba de ello es el pecio existente en la desembocadura de la ría de Huelva.[62]​ Pero donde fue realmente importante el papel de la provincia fue en la conocida como Operación Mincemeat aliada de 1943, cuando el servicio secreto británico dejó en la cercana Punta Umbría los restos de un presunto comandante inglés (William Martin, el Hombre que nunca existió) con documentación falsa y localizado por José Antonio Rey María, un pescador local. Este acontecimiento fue del conocimiento de los nazis gracias a la ayuda de las autoridades locales como había previsto el ejército británico, lo que puso sobre falsas pistas a los alemanes. El desvío de la atención sobre el desembarco real en Normandía, que traía por objeto este plan de confusión, fue decisivo para el final de la contienda.[63]

A partir de esos años la sierra onubense comienza a perder población y a estar mal comunicada y con escaso potencial, iniciándose el éxodo rural a ciudades como Huelva, Madrid o Barcelona. Pocos municipios de la provincia aumentaron su censo en los años 1940 y la mayoría se trasladó a ciudades bien consolidadas donde aún se podía tener oportunidad de trabajar. Aún a principios del siglo XXI, la sierra de Huelva no se ha recuperado de su baja competitividad económica y sigue perdiendo población aunque a un ritmo más lento.

Para mitigar en parte el paro generado por el inevitable cierre de las minas, el gobierno franquista creó en 1964 Polo de Desarrollo, complejo que dio lugar a la creación en la parte sur de la provincia de una importante, aunque altamente contaminante, industria química: la del gas natural,[64]​ refinería de petróleo,[65]​ fábricas de ácido sulfúrico y fosfórico, abonos, dióxido de titanio, etc. La mayor parte de estas empresas siguen operando en la actualidad.

El progreso alcanzado por el país a partir de la Constitución española de 1978 y el desarrollo democrático permitieron que la provincia comenzara un despegue, aunque probablemente más lento que el de otras provincias, pero firme. Hay que destacar desde entonces el amplio desarrollo agrícola, dentro del cual destaca el cultivo del fresón en sus grandes zonas arenosas y que, debido a la benignidad del clima, permitió su exportación a los mercados europeos de forma muy temprana.

Otro de los signos del crecimiento económico provincial fue el gran desarrollo que han experimentado enclaves vacacionales y de residencia estival típicamente ocupados por onubenses como son Punta Umbría o El Portil. De éstas, Punta Umbría, en 1963 y tras el crecimiento de población consecuencia de su proximidad a Huelva y de ser destino vacacional por excelencia de la capital, se segrega de Cartaya, habiendo alcanzado una población cercana a la de su ayuntamiento matriz (en torno a los 10 000 habitantes). Otros núcleos desarrollados en esta época aunque con un aprovechamiento efectivamente más foráneo son los de Matalascañas o Mazagón por su situación más cercana a la provincia de Sevilla.

En el terreno de las artes, el siglo XX onubense fue también clave. La provincia asistió al nacimiento y a la obra de diversos pintores y escritores de reconocido prestigio nacional e internacional. En artes plásticas destacan nombres como el de Eugenio Hermoso, Daniel Vázquez Díaz o José Caballero. Pero es en las letras, con la obra del moguereño ganador del Premio Nobel, Juan Ramón Jiménez, cuando la provincia consigue su mayor aportación a la cultura universal.

La provincia de Huelva se localiza en la parte más occidental de Andalucía (España). Hacia el norte limita con la provincia de Badajoz (Extremadura), donde Sierra Morena hace el papel de frontera natural entre la Meseta y la Depresión Bética. En la dirección oeste, los ríos Guadiana y Chanza ejercen 189,3 km de frontera con el vecino país de Portugal, si bien a ambos lados del río existe un mismo paisaje. Al sur, el océano Atlántico pone fin a la provincia con una extensa zona de costas, que le confieren un importante carácter marino. Por último, al este la provincia de Huelva limita con la provincia, también andaluza, de Sevilla, en esta ocasión sin que exista una frontera natural entre ambas. De hecho, el Campo de Tejada, morfológicamente, es una continuación natural del Aljarafe sevillano.[66]

En el territorio de la provincia de Huelva se pueden diferenciar dos grandes unidades geológicas. Al norte, coincidiendo con la unidad morfológica de Sierra Morena, aflora el Macizo Hespérico, constituido por materiales precámbricos y paleozoicos plegados durante la orogenia hercínica y que desde entonces han estado sometido a la erosión.

Al sur de la anterior, se presenta una unidad geológica denominada Depresiones neógenas y cuaternarias. Esta unidad comprende las zonas que quedaron hundidas después de la orogenia alpina y que fueron colmatadas por sedimentos producto de la erosión de Sierra Morena y de la intrusión marina.[67]

El Macizo Ibérico o Hespérico representa la parte más suroccidental de la Cadena Hercínica Europea. Los materiales del Macizo Ibérico afloran en territorio andaluz al norte del valle del Guadalquivir, coincidiendo con las alineaciones montañosas de Sierra Morena, por lo tanto afectando a la mitad norte de la provincia onubense. Están constituidos por materiales precámbricos y paleozoicos estructurados durante la orogenia hercínica.

El macizo presenta una marcada simetría estructural. Así, la zona más externa (manifestada por la zona Sur-Portuguesa en Huelva) presenta un menor grado de metamorfismo ya que la deformación afectó tan solo a los niveles más superficiales de la corteza; por su parte, la zona más interna (Ossa-Morena) presenta un gran grado de deformación cortical, ya que los procesos metamórficos -más importantes- alcanzaron el manto litosférico.[68]

Ossa-Morena es una zona que en la provincia de Huelva está encajada por la zona Centro-Ibérica, por el norte, y por la zona Sur-Portuguesa por el sur, ocupando el tercio norte de la provincia.

Está caracterizada por una gran complejidad estructural y diversidad de materiales, que van desde el Precámbrico al Carbonífero, entre los cuales se intercalan importantes nódulos volcánicos y plutónicos. La complejidad estructural se debe a la importante actividad tectónica resultantes de la orogenia hercínica que ha configurado una importante red de fracturas y zonas de cizalla que disponen los materiales en la configuración N0-SE característica de las zonas hercinianas. Otra de las consecuencias es el metamorfismo que se manifiesta en diversos grados, así como por las intensas deformaciones generando plegamientos y en última instancia cabalgamientos.[69]

En la provincia se pueden diferenciar dos dominios:

Este dominio se dispone en la franja fronteriza con la provincia de Badajoz, predominantemente en la sierra de Cumbres Mayores. Predominan las rocas formadas por metamorfismo regional en el Precámbrico, destacando las metapelitas y los materiales volcanosedimentarios. Estos materiales se encuentras dispuestos en pliegues tumbados, llegando a producirse importantes cabalgamientos.[70]

Este dominio forma una franja al sur de la anterior, si bien mucho más extensa. Se dispone prácticamente en sentido este-oeste entre la provincia de Sevilla y Portugal (Almadén de la Plata-Beja).

Se pueden distinguir dos partes diferenciadas: una oceánica y otra continental. La primera está formada por las anfibolitas de Acebuches y otras metabasitas surgidas por metamorfismo regional de basaltos. Por su parte, la parte continental es mucho más heterogénea, predominando un metamorfismo de altas temperaturas y baja presión.[70]

La zona Sur-Portuguesa es la más extrema y meridional del Macizo Hespérico. Ocupa una amplia franja en el centro de la provincia de Huelva, prolongándose hacia la vecina provincia de Sevilla. Está en contacto con la zona Ossa-Morena, con la que forma una importante sutura del Macizo Herciniano Europeo, manifestada por las anfibolitas de Acebuches.

La parte septentrional está formada por materiales del Devónico, mientras que en su parte central se encuentra la Faja pirítica ibérica, que forma una banda de 250 km de largo por 50 de ancho. Su principal característica es que contiene grandes yacimientos de pirita y sulfuros polimetálicos: cobre, plomo y zinc.[71]

Los depósitos neógenos y cuaternarios forman parte del área de colmatación de la Depresión Bética. Su origen geológico es relativamente reciente, predominando los materiales sedimentarios -arenas, limos y arcillas- del Mioceno superior, Plioceno y, más localmente, Pleistoceno, producto de la erosión de los nuevos relieves.

Los materiales más antiguos corresponden al Mio-plioceno, situados en la zona de contacto con el Andévalo (Zona Sur-Portuguesa). Estas tierras, compuestas principalmente de arenas y areniscas, se asientan directamente sobre una potente capa de margas, base del relleno de la depresión. De forma discontinua se superpone una posterior sedimentación en el Plioceno de conglomerados, gravas, arenas y arcillas.

Los materiales de relleno son cada vez más recientes conforme se avanza hacia el Sur, donde el Plioceno se mezcla y desaparece bajo la posterior sedimentación Cuaternaria. La altitud desciende hacia el mar formando un auténtico glacis erosivo que llega a su fin en la costa. Este espacio es conocido como tierras de arenas y está compuesto principalmente por limos, gravas y arenas silíceas muy poco cohesionadas entre sí.[72]

El litoral es de carácter arenoso, formado por dunas interrumpidas por el estuario de los ríos Tinto y Odiel formando marismas.

En el relieve onubense pueden diferenciarse claramente dos zonas: la zona serrana dominada por el sector onubense de Sierra Morena y la gran llanura litoral perteneciente a la Depresión Bética. Entre ambas, existe una tercera zona de transición, denominada el Andévalo, donde predominan los relieves alomados que forman parte del piedemonte de Sierra Morena. Estas tres zonas se disponen en sentido norte-sur, descendiendo la altura en esta dirección.

La Costa de la Luz, compartida con la vecina provincia de Cádiz hasta Tarifa, baña el sur de la provincia. No existen acantilados, siendo las formaciones dunares el elemento más característico del relieve costero. Las playas son de tipo disipativo, de arena fina y dorada, con variaciones anuales en la línea costera que pueden ser marcadas debido a los temporales invernales.

Sierra Morena y por lo tanto el sector onubense, es el resultado de la erosión del Macizo Hespérico formado en la orogenia herciniana. El plegamiento alpino produjo un rejuvenecimiento de la cordillera con el plegamiento de los materiales sedimentarios y al mismo tiempo una fractura de los materiales metamórficos, menos flexibles a las fuerzas orogénicas. Este distinto comportamiento de los materiales ha provocado una gran diversidad interna dentro de la zona: el relieve va desde las zonas más abruptas y escarpadas, compuestas por materiales duros, zonas alomadas y de pendiente media, y zonas de valles donde la erosión de materiales blandos ha sido mayor.[74]

Principalmente, el sector onubense se puede dividir en dos subsectores: en el norte se disponen de forma longitudinal varias alineaciones montañosas con altitudes entre 500 y 700 metros, compuestas principalmente por pizarras, areniscas y grauvacas, que forman picos alomados poco abruptos. Se pueden destacar la sierra de los Hinojales, la del Álamo o la del Viento. Al sur de este sector, dividido por los valles de los ríos Múrtigas y Huelva, se encuentra el subsector sur formado por alineaciones con distinta orientación. En este sector (en su parte central) están las mayores altitudes y pendientes: destaca la cumbre del Castaño con 962 metros. El pico más alto de la provincia es el de monte Bonales con 1054 msnm. También hay que destacar el valor visual de los grandes batolitos graníticos de Aroche y Santa Olalla.

La comarca del Andévalo presenta una serie de sierras de pequeña altitud, entre 200 y 600 metros de altura, en función de su cercanía a Sierra Morena. Los materiales se han vuelto metamórficos y se han fracturado por las distintas orogenias. Los ríos han aprovechado estas fracturas y han rematado con su erosión el modelado final de esta región, donde predominan las estructuras tabulares, las pequeñas colinas de escasa elevación. El intenso metamorfismo de esta zona ha configurado la importante zona minera de la Faja Pirítica Ibérica. Entre las cumbres más importantes destacan el Cabezo Gordo (613 m), en Santa Bárbara y el Padre Caro (600 m) término municipal de Nerva.[75]

Este sector está formado por un relieve monoclinal bastante monótono con algunas lomas o alcores que interrumpen la continuidad de la llanura. Debe su origen a la colmatación sedimentaria de la fosa tectónica del antiguo mar de Tetis, con materiales del terciario y el cuaternario provenientes de la erosión de Sierra Morena. El límite de esta depresión está formado por la falla del río Tinto, que forma una especie de escalón con respecto al Andévalo. Dentro de este sector se pueden distinguir dos subsectores perfectamente diferenciados:

La campiña es una llanura sedimentaria con suaves ondulaciones, en contacto con la depresión del Guadalquivir, formada por materiales terciarios y cuaternarios, se distinguen varias zonas: la depresión interior, la meseta interior, el campo de Tejada, y la zona de los alcores. Los materiales que las forman son mayoritariamente arenas, limos y arcillas, aunque también abundan las margas azules, propias de la sedimentación marina.[76]

Al sur de esta zona, en contacto con las marismas, se disponen otros materiales más recientes y menos cohesionados formados mayoritariamente por areniscas que en muchos lugares afloran en forma de costras.[77]​ La marisma es el sector de formación más reciente y cercano a la costa, donde se dan formaciones típicas de marismas, caños, lagunas, esteros, junto a zonas de arenas y dunas. Está formado mayoritariamente por materiales muy finos, normalmente arcillas, y expuestos tanto a la dinámica continental como marítima. Estos materiales aún no están muy consolidados.

En la provincia de Huelva se encuentran de oeste a este cuatro ríos importantes: el Guadiana, el Odiel, el Tinto y el Guadalquivir. Existen otros ríos de menor entidad como el río Carreras y el río Piedras. La red hidrográfica se caracteriza por tener cursos de agua de poco trayecto, al ser ríos que deben salvar fuertes desniveles y alcanzan mucha velocidad y un poder erosivo elevado, hoy disminuido por la intervención humana en la creación de embalses.[74]

La provincia onubense reparte su territorio entre tres cuencas hidrográficas: Cuenca del Guadiana, Cuenca Atlántica-Andaluza y Cuenca del Guadalquivir. La provincia se encuentra enmarcada por los ríos Guadiana y Guadalquivir, pudiéndose hablar de una "Mesopotamia" ya que se halla entre ambos ríos.

La Junta de Andalucía asumió desde el 1 de enero de 2006 las competencias plenas en la gestión del agua y del dominio público hidráulico en la totalidad del litoral andaluz con la incorporación de las cuencas de los ríos Tinto, Odiel, Piedras y Chanza a la Administración Autonómica, junto con los ríos Guadalete y Barbate (Cádiz).[78]

Las cuencas del Tinto, Odiel, Piedras y Chanza, que comprenden la práctica totalidad de la provincia de Huelva y cuya gestión dependía anteriormente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, se integraron inicialmente en la Agencia Andaluza del Agua como Dirección General de la Cuenca Atlántica Andaluza.[78]​ Tras la reorganización del sector público realizado por la Junta de Andalucía en 2011, desapareció dicha agencia, quedando integrada la cuenca en la Dirección General de Planificación y Gestión del D.P.H., de la Consejería de Medio Ambiente.

El río Guadiana sirve de límite de la provincia con Portugal, y en él mueren todos los arroyos situados en el oeste provincial. En los arroyos Malagón y el Cóbica se sitúa una de las presas más importantes de la provincia, la presa del Andévalo con una capacidad de 117 hm³ regulables, que suministran agua a las principales demandas provinciales como son el turismo y consumo humano de la costa, el Polo Industrial del área Metropolitana y los cultivos intensivos de regadío.

Por su parte, el río Guadalquivir, desemboca entre las provincias de Huelva y Cádiz y ejerce de límite entre ambas provincias, si bien tan solo durante unos pocos kilómetros. No obstante, recoge la mayoría de las aguas de las marismas (parque nacional de Doñana), a través del arroyo de la Rocina, y las de la parte nororiental, por medio del rivera de Huelva.

Sin embargo, los ríos más importantes y emblemáticos de Huelva, por discurrir todo su cauce por la provincia, son el Tinto y el Odiel. El río Tinto, que nace en la sierra oriental del Andévalo, es un río muerto (si exceptuamos los organismos llamados extremófilos[79][80]​) debido a la gran cantidad de minerales disueltos que llevan sus aguas, producto de la intensa actividad que tuvo lugar en la cuenca minera de Riotinto, situada al norte del Condado. Este hecho le da un carácter árido, sin vegetación en sus márgenes. Supone un límite natural entre las tierras agrícolas del Condado y las andevaleñas del norte. Hacia él discurren numerosos arroyos y riveras, destacando el río Corumbel. En esta cuenca solo se sitúan Moguer y la zona norte de los términos de Lucena del Puerto y Bonares.

El río Odiel nace en la Sierra de Aracena y desemboca, junto con el río Tinto, formando la ría de Huelva. Su cuenca posee una longitud de 140 km de curso principal y una superficie de 2330 km². En la red hidrográfica del río Odiel se pueden diferenciar tres subcuencas principales, la del río Oraque, la del río Meca y la del Odiel. Las dos primeras proporcionan el 51% del aporte total y la del Odiel el 49% restante.[81]​ El carácter fluvial del Odiel se pierde en Gibraleón, a partir de donde se crea un complejo estuario que da lugar a las Marismas del Odiel.

Otros ríos a destacar en la provincia son:

En la provincia de Huelva hay que destacar la importancia que tienen las aguas superficiales ligadas a formaciones endorreicas, destacando sobremanera las marismas del Guadalquivir, protegidas mediante el parque nacional y Natural de Doñana que se localiza, en gran medida, en la provincia onubense. En el entorno de Doñana destaca el complejo endorreico Lagunas de Matalagrana.

También destacan el complejo del Abalario, entre Lucena del Puerto y Moguer y el complejo lagunar de Palos, que conforma el Paraje Natural de las lagunas de Palos y las Madres, en los términos de Palos de la Frontera y Moguer. Ambos espacios son de gran fragilidad y soportan una gran presión por la creciente demanda de extracciones de agua.[76]

En cuanto a las aguas del subsuelo hay que destacar el acuífero detrítico de Almonte-Marisma, formado por la filtración de las aguas de la marisma, permitido por la existencia de arenas y areniscas en superficie y otra capa impermeable en profundidad de margas azules.[82]

El acuífero nutre el 40% del consumo que se produce en la Mancomunidad de Aguas del Condado, además de todos los regadíos existentes en el Condado y en los municipios vecinos de Moguer y Palos de la Frontera.[76]

Para analizar el clima de Huelva hay que partir de su situación geográfica. Esta provincia se encuentra comprendida entre los 38º15” y los 36º45” de latitud. Orientada en general al mediodía (sur), zona de máxima exposición solar en el hemisferio norte. Cuenta con 3000 horas de sol al año aproximadamente,[83]​ lo que equivale a afirmar que en esta provincia se goza de 300 días despejados anualmente.

Hay que tener en cuenta un factor decisivo como es su proximidad al Atlántico, cuya influencia se manifiesta en la oscilación entre la temperatura media de las máximas y media de las mínimas, además la provincia cuenta con suaves topografías que se van incrementando hacia el norte, influyendo también en las temperaturas este factor (decrecen de sur a norte, conforme aumenta la altitud).

Por lo general cuenta con un invierno suave, donde las temperaturas se sitúan en el entorno de los 10º y muy raramente bajan de los 0º y un verano caluroso, cuyos meses más cálidos, julio y agosto, predominan temperaturas del entorno de los 35º y raramente se observan superiores a los 40º. Las temperaturas máxima y mínima observadas en la ciudad de Huelva han sido de 43,8º el 25 de julio de 2004 y -5,8º el 17 de febrero de 1938 respectivamente.[84]

Estas características definen un clima mediterráneo oceánico o con influencias atlánticas, que se puede dividir en dos zonas: la Atlántica submarítima y la Continental atenuada.

El 2 de febrero de 1954 ocurrió un fenómeno muy poco común en la costa de Huelva, a pesar de su cercanía al mar: debido a un intenso temporal del norte, se produjo una nevada que duró cerca de 3 horas y precipitaron unos 40 centímetros de nieve. En algunos lugares de las ciudades de Huelva o Isla Cristina la nieve no se derritió hasta pasada una semana. No se producía una nevada tan importante desde 1881. Este tipo de nevadas tiene un período de retorno medio de 50 años.[85]

En cuanto a las precipitaciones, se encuentran alrededor de los 500 mm anuales (en la zona montañosa del interior pueden aumentar hasta los 1000 mm anuales). El máximo pluviométrico se encuentra a finales de otoño-invierno, mientras que en la estación estival escasean las lluvias, particularmente julio no registra apenas precipitaciones.

La naturaleza de los suelos de Huelva está fuertemente condicionada por los materiales y morfología de la Depresión Bética y del Macizo Hespérico. En este sentido y siguiendo la dirección N-S se pueden distinguir tres grandes dominios con suelos de características similares.

En función de la litología que aflora en superficie y a la morfología existente, Sierra Morena se caracteriza por una serie de suelos característicos: leptosoles, cambisoles y luvisoles.

Los leptosoles líticos se desarrollan sobre la extensa franja del Carbonífero, ante todo sobre pizarras y conglomerados. Los suelos son de escaso desarrollo debido a la morfología quebrada del territorio. En zonas de valles o con pendientes menores pueden llegar a desarrollarse cambisoles. En la zona de pizarras, fuera del carbonífero, ocurre un fenómeno parecido. A la dificultad de alteración de este material y a las pendientes, hay que agregar su esquistosidad, que facilita el deslizamiento del suelo formado por las laderas. En situaciones puntuales pueden desarrollarse luvisoles crómicos. Otra zona de desarrollo de estos suelos es la franja volcánica de materiales ácidos de difícil alteración que, junto a las importantes pendientes, imposibilitan la formación de suelos con mayor profundidad. En zonas más privilegiadas pueden desarrollarse cambisoles.[74]

Los cambisoles se desarrollan sobre litologías más alterables como son las lavas básicas, desarrollando suelos más potentes. La amplia zona granítica, próxima a la provincia hispalense, también es proclive para el desarrollo de suelos profundos muy arenosos.

Los luvisoles se localizan en las partes más altas de Sierra Morena, donde predominan materiales calizos. A partir de estos suelos, debido a las condiciones de humedad y la presencia de castaños, se ha producido un desarrollo de suelos alterados ricos en hierro y en magnesio —con el característico color rojizo— que pueden ser englobados dentro de los cambisoles.

La campiña onubense se extiende por una estrecha franja que cruza la provincia desde Portugal hasta la campiña sevillana. Se pueden distinguir dos áreas: en la primera los materiales son fundamentalmente margosos, y los suelos predominantes son calcisoles, vertisoles y, más escasos, cambisoles. Al sur, donde dominan las calcarenitas se sitúan calcisoles, cambisoles, regosoles y luvisoles.[86]

Dentro de los vertisoles, son muy importantes los suelos de albariza, desarrollados sobre un substrato margocalizo, de color amarillento-blanco y en donde se obtienen los mejores rendimientos de la viña en la región del Condado. Su capacidad de retención de agua permite que la cepa disponga de recursos durante la seca estación estival. También hay que destacar el bujeo en el Condado-Campiña. Son suelos sedimentarios, propios de la franja central, conocidos como bujeos pero con diferentes variedades. En general, todos estos suelos son fértiles y profundos, ricos en humus y fáciles de trabajar, presentando cuatro horizontes de suelo fértil. Son ideales para el desarrollo agrario, por lo que tradicionalmente han estado ocupados intensamente por la agricultura tradicional (tríada o trilogía mediterránea de olivo, vid y cereal).[76]

Al sur de la provincia se encuentra una amplia zona de materiales arenosos poco cohesionados, que coincide con una morfología de pendiente casi nula. En esta zona se distinguen dos espacios diferentes. Las zonas de marismas con suelos muy salinos, donde los suelos son casi exclusivamente solonchacks.[87]

Por su parte, en las zonas arenosas del litoral, los suelos predominantes son los arenosoles. A esta zona se la conoce como tierra de Arenas Gordas, que conforman un espacio marginal compuesto principalmente por limos, gravas y arenas silíceas. La calidad agronómica es muy pobre, sin embargo, gracias al desarrollo de los cultivos forzados bajo plástico en regadío, estas tierras se han convertido en una fuente de riqueza por el cultivo del fresón en la actualidad.

Se pueden desarrollar suelos más profundos como cambisoles o gleysoles en zonas donde la vegetación proporciona una importante aporte de biomasa para la formación de humus.

El tipo de vegetación característico de la zona es la del bosque esclerófilo mediterráneo, donde predominan encinares y alcornocales. Este tipo de vegetación aparece prácticamente de forma continuada por toda la geografía onubense, ante todo en la mitad norte (Sierra Morena y El Andévalo). Esta vegetación está ligada a zonas con suelos ácidos y donde no existe sequía, aunque no son muy exigentes en cuanto al agua que necesitan para su desarrollo.[88]

Los castañares y quejigares son también formas boscosas típicas de estas zonas serranas onubenses, sin embargo, sus requerimientos hídricos son más exigentes. Es por esto que aparecen en forma de manchas en las zonas más altas (con mayor publiosidad) o en zonas de umbría (con menor evapotranspiración). Entre su sotobosque destacan especies como el durillo, el rusco, la olivilla, la retama loca, la aristoloquia larga y el helecho común. Por el contrario, en la zona de campiña, la vegetación natural es prácticamente inexistente, siendo el suelo prácticamente utilizado para el cultivo.[89]

En lo que se refiere a la vegetación asociada a la zona costera y de marismas, son de especial interés especies como la Vulpia fontquerana, la Linaria tursica, el enebro costero, el Micropyropsis tuberosa, el Hydrocharis morsus ranae o la Thorella verticillatinundata, muchas de ellas fuertemente amenazadas. La dureza de este ecosistema se hace patente en la necesidad de algunas especies vegetales para adaptarse a condiciones muy especiales: las dunas de arena y su suelo inconsistente. Este ecosistema de dunas móviles, casi inexistente en otros lugares de la península ibérica, es consecuencia del fuerte viento del sur-oeste. El enterramiento de la vegetación, sobre todo de árboles a cargo de los lentos movimientos de arena, es uno de los más conocidos fenómenos de la zona de playa de Doñana.

Por otra parte, la vegetación de repoblación merece una mención aparte en esta provincia, donde las repoblaciones de eucaliptos y pinos han sido de una gran importancia, tanto que su tala aporta al total andaluz prácticamente el 50% del volumen de madera (504 911 m³, de los que 373 429 m³ son de eucalipto).[90]​ Este dato supone un importante aporte económico al sector primario, si bien, en contrapartida, provoca serios problemas medioambientales: grandes requerimientos hídricos, eliminación del sotobosque y lo que esto supone en la degradación del suelo y disminución de la biodiversidad en zonas lagunares de alto valor ecológico.

Respecto a la fauna, las condiciones naturales de Sierra Morena y El Andévalo son ideales para la existencia de una riqueza en especies de reptiles, aves y, en muchos casos, de especies con una distribución muy limitada.

En esta situación de riesgo de extinción se encuentran especies tan emblemáticas como el lince ibérico (Linx pardina), águila real, águila imperial, águila perdicera, buitre negro, además de otras rapaces, como la cigüeña negra y colonias de murciélagos. La existencia de estas especies en la geografía onubense es un indicador ambiental de primer orden, pone de relieve las buenas condiciones ecológicas en la que se encuentran aún estos espacios, sin embargo, hay que recordar que hasta hace solo 15 años existían ejemplares de lince en el otro extremo de la provincia, en el paraje natural de las Marismas de Isla Cristina, pésimo exponente del camino que llevan nuestros espacios naturales. A ello hay que sumarle otras especies de aves que, sin tener su lugar de nidificación propiamente en la provincia, pasan períodos en sus espacios naturales, bien por descanso durante las rutas migratorias o bien por pasar en ellos su época de reproducción.

Es interesante, por último, la presencia de razas equinas autóctonas como el Caballo marismeño, variedad semisalvaje localizada en Doñana y el Caballo de las retuertas, procedente de la Reserva Biológica de Doñana, que es la raza equina más antigua de Europa.[91]

La Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA)[92]​ se configura como un sistema integrado y unitario de todos los espacios naturales ubicados en el territorio de Andalucía. La provincia de Huelva está constituida por 23 espacios protegidos entre Parques Nacionales (1), Parques Naturales (2), Parques Periurbanos (2), Parajes Naturales (8), Paisajes Protegidos (1), Monumentos Naturales (5), Reservas Naturales (3) y Reservas Naturales Concertadas (1), en los que se encuentran los ecosistemas más representativos del territorio onubense. Con dichas figuras, comprendidas por 302 823 ha, un 30% del territorio de la provincia de Huelva se encuentra protegida por alguna de ellas.

Entre estos espacios, el ecosistema protegido más importante es el parque nacional de Doñana, la mayor reserva ecológica de Europa,[93]​ declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Está situado en las marismas del Guadalquivir y que se encuentra en territorio onubense casi en su totalidad, compartido con las provincias de Sevilla y Cádiz.

En las primeras estribaciones de Sierra Morena, fronteriza ya con la provincia de Badajoz, destaca ante todo el "Parque natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche", que fue declarado parque natural en el año 1989.[94]​ La zona posee una importantísima riqueza de paisajes de dehesas, encinas y alcornoques, de bosques de castaños y de bosques de ribera, lo que ha potenciado desde siglos la cría del cerdo ibérico y el manufacturado de los productos procedentes de este. De enorme interés geológico y paisajístico es la "Gruta de las maravillas" de Aracena, de grandes dimensiones y belleza, horadada en los sustratos calizos de esta sierra, siendo una de las de mayor tamaño de la península ibérica, con sus 2130 metros de longitud.[95]

Otras zonas de protección de la provincia:

La figura de Reserva de la Biosfera se otorga a espacios que cuentan con una riqueza natural y cultural representativas de los distintos ecosistemas del globo terráqueo. Andalucía cuenta con una Red de Reservas de la Biosfera, de las que la provincia de Huelva contiene las que se relacionan en la siguiente tabla. En total la provincia tiene una superficie de 234 092 ha, lo que supone un 21,96% del total andaluz.

Andalucía posee el patrimonio natural de humedales más rico, variado y mejor conservado de España y de la Unión Europea. Los humedales andaluces en general, así como los onubenses, presentan una gran diversidad de tipos ecológicos y constituyen un tipo de ecosistemas de muy elevado valor ambiental, económico, cultural y social, por lo que no solo es necesaria su conservación y su gestión racional y sostenible, sino que es conveniente destacar que los procesos o funciones geomorfológicas, bioquímicas y ecológicas que tienen lugar en estos ecosistemas generan importantes bienes y servicios a la sociedad. A partir del Convenio de Ramsar, se ha elaborado una lista de humedales que cumplen alguno de los Criterios de Importancia Internacional. Los humedales onubenses incluidos en la misma son los que se enumeran en la tabla siguiente:

Natura 2000 es una red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad. Consta de Zonas Especiales de Conservación (ZEC) designadas de acuerdo con la Directiva Hábitats, así como de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) establecidas en virtud de la Directiva Aves. En la provincia de Huelva existen en total 33 ZECs, que se extienden sobre 463 906,16 ha. De las que 8 además son ZEPAs, ocupando un total de 324 147,17 ha.

Según el Observatorio de la Sostenibilidad, la contaminación de Huelva tiene diversas causas, pues se debe a las emisiones de Gas Natural, petroleras, cementeras, centrales térmicas, de fertilizantes (Fertiberia), y de otras industrias químicas como Tioxide.[97]

En la organización territorial de la provincia se distingue el nivel comarcal, el municipal y las entidades locales y singulares.

No existe una regionalización oficial en Huelva con carácter administrativo. En las distintas políticas sectoriales se ha realizado una comarcalización ad hoc. De esta forma, existen unas comarcas judiciales (partidos judiciales), turísticas, agrícolas, sanitarias, entre otras, utilizadas para la planificación y ordenación de los equipamientos públicos. Entre ellas, la de mayor tradición histórica es la comarcalización judicial, que divide la provincia en seis partidos judiciales, cuyas cabezas son: Aracena, Ayamonte, Huelva, Moguer, La Palma del Condado y Valverde del Camino. El único organismo oficial con prerrogativas administrativas son las mancomunidades de municipios. La provincia dispone de 18 mancomunidades que gestionan aspectos de interés mutuo como el turismo, el abastecimiento de aguas, vertederos, entre otras.

En cuanto al nivel local, la provincia se divide en 80 municipios,[4]​organizados políticamente en torno al ayuntamiento. Los municipios pueden estar compuestos por varias entidades de población. Estos núcleos puden instituirse como Entidad de Ámbito Territorial Inferior al Municipio (EATIM).[98]​ En la provincia, La Redondela (en Isla Cristina), y Tharsis (en Alosno) están constituidos como EATIM y se organizan en torno a una junta vecinal.

Además de las entidades locales mencionadas, Huelva integra un total de 227 entidades singulares.[99]​ El municipio con mayor número de entidades singulares es Almonaster la Real, con 17, seguido con 11 por Gibraleón y las 9 entidades singulares de Ayamonte e Isla Cristina.

Las provincias son Entidades Administrativas Regionales, inferiores a la comunidad autónoma, determinadas por la agrupación de municipios, con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de la garantía de los principios de solidaridad y equilibrio intermunicipales, en el marco de la política económica y social.

El Gobierno y la administración autónoma de la Provincia corresponden a la Diputación Provincial.

Hasta la creación de las Diputaciones Provinciales, la administración provincial básicamente era un instrumento fiscalizador, pero mediante el artículo 335 de la Constitución de Cádiz (1812) se dotó a las Diputaciones Provinciales de una serie de prebendas como el reparto de las contribuciones, la vigilancia de las infracciones a la Constitución, el censo y estadística provinciales, el establecimiento de los Ayuntamientos constitucionales, etc. Al frente de ella quedaba un Jefe Superior, designado por el Rey. Este nuevo cargo, que ejercía además como Delegado del Gobierno, asumió las competencias de orden público y el poder ejecutivo y servía de enlace entre los Ayuntamientos y la Diputación. Sin embargo, a los catorce meses de existencia, Fernando VII acabó con la obra de Las Cortes declarando nula y sin efecto la Constitución.

Durante el sexenio absolutista de Fernando VII (1814-1820), la corriente reformista liberal se paralizó, volviéndose al conservadurismo del antiguo régimen. Tras este período, durante el Trienio Liberal (1820-1823), la cuestión provincialista vuelve a surgir. La Ley para el Gobierno económico-político de las Provincias considera a las Diputaciones como el Ayuntamiento General de la Provincia.

Una de las Diputaciones Provinciales es la de Huelva, en funcionamiento desde el 7 de julio de 1822. Su vida fue corta, pues la caída del Régimen Liberal hizo que no hubiera apenas aplicación práctica y que sus actas capitulares fueran destruidas por la reacción.

La muerte de Fernando VII en 1830, supuso el impulso definitivo a la cuestión provincialista. En 1833 el ministro Javier de Burgos, mediante el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833, culminó definitivamente el proceso de división provincial, convirtiéndose Huelva en una de ellas, compuesta por 75 municipios y con capitalidad en la ciudad homónima de Huelva. Finalmente, las Diputaciones Provinciales van a ser reorganizadas por un Real Decreto de 25 de diciembre de 1835. La Diputación Provincial de Huelva será instaurada el 16 de noviembre de 1835. En ella estarán representados los partidos judiciales de: Aracena, Ayamonte, El Cerro, La Palma del Condado, Huelva y Moguer.[100]

El primer Jefe Superior de la provincia de Huelva fue José Huet. Entre los presidentes con un mandato más breve están Alonso del Castillo y Jaime Madruga. El corto mandato del primero resultó fundamental, pues salvó a La Rábida de ser subastada en plena Desamortización de 1855. El presidente más duradero ha sido Francisco Zorrero, en pleno régimen franquista. Estuvo dos décadas en el Palacio Provincial.

En plena Transición llegaría Felipe Martínez de Acuña y, ya en la democracia, Jaime Madruga y Emiliano Sanz de Unión de Centro Democrático, y Manuel Eugenio Romero, Domingo Prieto, José Cejudo y la actual presidenta Petronila Guerrero, todos del Partido Socialista.[101]

Huelva es la provincia andaluza menos poblada, con 519 932 habitantes (INE 2018), aportando solo algo más del 5% del total de la comunidad.[102]​Es la segunda menos densamente poblada después de Jaén, sus escasos 51'34 hab/km², contrastan con los 94,95 hab/km² de media de la comunidad y los 92,46 hab/km² de España. La mayor parte de esta población se concentra en la línea de costa, y fundamentalmente entre la frontera portuguesa y la Comarca Metropolitana[103]​mientras que Sierra Morena y el Andévalo Occidental son, con excepción del área ocupada por Doñana, las zonas menos densamente pobladas.

La provincia tiene una extensión de 10 128 km². Entre las comarcas de la costa[Nota 3]​se alcanzan unos 425 000 habitantes (más del 80% provincial), de los que unos 235 000 corresponden a la Comarca Metropolitana. La capital es el municipio más poblado, con 144 258 habitantes. Además de la capital, tan solo Isla Cristina y Lepe llegan a los 20 000 habitantes en su núcleo principal, mientras que Aljaraque, Almonte, Ayamonte y Moguer superan esa cifra solo gracias a sus núcleos turísticos.

La población urbana, entendida como tal, la que vive en municipios de más de 10 000 habitantes, representa en la provincia de Huelva el 72,17% de la población. Estos municipios son los primeros 14 que pueden verse en la tabla de municipios más poblados de la provincia.[107]

La provincia de Huelva es la 30.ª de España en que existe un mayor porcentaje de habitantes concentrados en su capital (28,24 %, frente a 31,96 % del conjunto de España).

Mapa comarcal.

Densidad de población por municipio.

Población por municipio año 2018.

Crecimiento de población por municipio 1998-2008

Crecimiento de población por municipio 2008-2018

Mapa municipal de inmigrantes en la provincia de Huelva en 2007.[108]

Núcleos de población de la provincia de Huelva.

En el último tercio del siglo XIX, con la compra por parte de empresas extranjeras de las minas de la cuenca minera de Huelva, Berrocal, Campofrío, El Campillo, Minas de Riotinto, Minas de Tharsis, Nerva y Zalamea la Real, se produjo una migración de población de la provincia a esa zona económicamente emergente y una inmigración desde las provincias adyacentes de Extremadura y de Sevilla, fundamentalmente, e incluso del Algarve portugués, produciendo un importante crecimiento demográfico en esa zona.

El siguiente proceso de inmigración a la provincia se produce en la década de los años 1960 con la implantación del Polo de Desarrollo en la ciudad de Huelva. Esta industria trajo mano de obra cualificada proveniente principalmente del norte de España, aunque durante su construcción dio empleo temporal a muchos sectores y, tras su implantación y consolidación, ha generado mucho empleo indirecto que, a la postre, contribuye a que la ciudad haya duplicado su población entre 1960 y el fin del periodo de crecimiento de la ciudad, a finales de la década de 1980. Desde 1990 hasta 2007 el aumento de la población se puede explicar únicamente por crecimiento vegetativo, ya que los movimientos inmigratorios y emigratorios prácticamente se anulan, arrojando cifras de crecimiento de tan solo un 0,2% anual.

Finalmente, el último proceso migratorio se inicia en la década de los noventa por el efecto de la agricultura extensiva y su implantación en cultivos del fresón y la naranja, y otros en menor medida. En casi toda la Tierra Llana (Almonte, Moguer, Palos de la Frontera, Cartaya, Isla Cristina, Lepe) se dan crecimientos muy importantes de población, siendo estos los municipios que llevan en la última década el peso del crecimiento poblacional de la provincia. Esta necesidad de mano de obra, en un sector que la necesita no cualificada, trajo una inmigración en primer lugar tanto de la vecina provincia de Cádiz como del norte de África y posteriormente de países del este de Europa, donde se hacen convenios de entrada y salida, por lo que no supone efectivamente un movimiento migratorio relevante y permanente de esta población.

Mención aparte merece el crecimiento poblacional de Aljaraque y Punta Umbría, favorecido por la cercanía a Huelva y convirtiéndose en «ciudades dormitorio», pasando a engrosar estos municipios casi todo el crecimiento del área metropolitana.

Según el Instituto de Estadística de Andalucía, la evolución demográfica es la siguiente:[109]

La situación de relativo aislamiento de la provincia se debe a una serie de factores como: la frontera con Portugal a lo largo de toda la parte oeste, la barrera natural que supone Sierra Morena para el tránsito hacia Extremadura, al igual que Doñana con la provincia de Cádiz y su situación de excentricidad en España.

Tradicionalmente existían dos pasos hacia Portugal, uno en Ayamonte en barco a través del río Guadiana (hasta la cercana Vila Real de Santo António) y otro por carretera en Rosal de la Frontera, en una de las zonas menos densamente poblada de la provincia. Con la entrada de ambos países en la CEE (1986) y sobre todo a partir de 1992, los trámites primero y luego las comunicaciones para llegar a Portugal mejoraron ostensiblemente sobre todo a raíz de la construcción conjunta del Puente Internacional del Guadiana que, desde Ayamonte, une España con Portugal y recientemente con el Puente Internacional del Bajo Guadiana al norte de la provincia. Si bien las comunicaciones por carretera con Sevilla también mejoraron en 1991 con la apertura de la Autopista del Quinto Centenario -perteneciente a la Red de Carreteras Europeas y que luego, en 2002, se amplió hasta Portugal.

No ocurrió lo mismo con las que unen la provincia con Badajoz (con carretera aún no desdoblada) o la controvertida propuesta de conexión terrestre con Cádiz -lo que implica actualmente el paso obligado por la SE-30 sevillana- convirtiendo a ambas provincias en las únicas de la península sin comunicación directa por carretera. La dificultad de hacer compatible el desarrollo económico con la preservación de la integridad del ecosistema que alberga Doñana queda reflejada en la controversia al respecto de esta propuesta de conexión viaria, ya que si bien se alzan voces reclamándola como elemento propiciador de un mayor desarrollo económico,[110]​ la alteración que esta presumiblemente supondría para las condiciones bióticas y abióticas del ecosistema[111]​ hace de ella un tema muy polémico.

El transporte público por carretera es ofertado por la empresa privada integrada en un consorcio de transportes.[112]

Respecto a las comunicaciones por tren, estas siguen una tónica parecida. La comunicación tradicional con Zafra ha perdido en las últimas décadas parte de su demanda, al igual que ocurrió con la desaparecida conexión Huelva-Cuenca Minera para trenes minerales. Al no existir tampoco conexión con Cádiz, subsiste la conexión desde Huelva a Sevilla y Madrid, reclamándose desde instituciones locales la ampliación de trenes y la llegada del tren AVE. El enlace con la zona oeste de la provincia también desapareció en 1987.

Existe el proyecto de creación de un aeropuerto público o privado para la provincia promocionado por entidades como la Diputación Provincial o la Cámara de Comercio.[113]​ Actualmente los aeropuertos más cercanos a la provincia son:

La provincia se ha caracterizado por ayudar a la expansión de algunos movimientos pedagógicos como los resultantes de las ideas formuladas por Manuel Siurot,[116]​ nacido en la Palma del Condado y fundador de diversos centros.

La formación reglada se imparte en los distintos centros escolares públicos de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria y de formación superior, que son dependientes de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. A ello se suma la presencia de escuelas privadas religiosas y algunas laicas. La Universidad de Huelva se encuentra localizada en tres zonas diferentes de la capital: el antiguo hospital de La Merced y Cantero Cuadrado en la zona centro y el moderno Campus Universitario del Carmen, en la entrada a la ciudad y eje de la nueva expansión de la institución. A ella se le suma el Campus de La Rábida, fuera de la ciudad que le da nombre. Su origen data de la reforma educativa andaluza de los años 90 por la que se crearon nuevas universidades para tener al menos una pública por provincia, en la cual se segrega de la Universidad de Sevilla el 1 de julio de 1993. Su primer Rector fue el Dr. Ramírez de Verger,[117]​ el segundo el Profesor Dr. Francisco José Martínez López, posteriormente el Profesor Dr. Francisco Ruiz Muñoz y, actualmente, la Profesora Dra. Antonia Peña Guerrero.[118]​En esta institución pública -dependiente de la Junta de Andalucía- se ofertan 30 titulaciones en el curso 2010/11.

Además de la Universidad de Huelva, existe una sede de la Universidad Internacional de Andalucía radicada en La Rábida y que imparte Programas Oficiales de Postgrado, doctorados, másteres y cursos relacionados con el mundo iberoamericano, los Cursos de Verano, así como el Centro Andaluz de Estudios Iberoamericanos.[119]

Ya fuera de la educación universitaria, en la localidad de Isla Cristina se imparte el Nivel II de Supervivencia en la Mar. Este es ofrecido en las instalaciones del Instituto Social de la Marina en el puerto industrial e imparte formación avanzada para la gestión de riesgos marítimos en el único centro de estas características de Andalucía y uno de los pocos de España.

La capital acoge la mayoría de la estructura sanitaria de la provincia con cinco hospitales[120]​ de los cuales tres son públicos, englobados dentro del Área Hospitalaria Juan Ramón Jiménez y dependientes del Servicio Andaluz de Salud. El Hospital General Juan Ramón Jiménez[121]​ atiende a la población del núcleo urbano y otras localidades cercanas, el Hospital Vázquez Díaz[122]​ es de diferentes especialidades y el Hospital Comarcal Infanta Elena,[123]​ que atiende a población de diferentes localidades de la provincia. Además existe un hospital privado concertado, el Hospital Blanca Paloma,[124]​ y varias clínicas privadas. Dependiente de la Universidad de Huelva, existe una facultad de enfermería.

En la Comarca de la Sierra se encuentra el Hospital Comarcal de Riotinto que atiende a la población del norte provincial. Todo se completa con 56 centros de salud y consultorios repartidos por diferentes localidades, pedanías y barrios de la capital.[125]

La provincia de Huelva es la segunda provincia andaluza, tras Almería, en términos de producto interior bruto per capita. El PIB provincial es de 8415 millones de euros, lo que representa un 6,7% del PIB total de Andalucía (datos provisionales del INE para el año 2005). El crecimiento del PIB en 2005 fue del 10,4% y la renta per capita alcanzó los 17 600 €.[126]

La provincia de Huelva es una de las que posee mayores recursos primarios en España, lo que ha permitido a la provincia servir de despensa alimentaria a la nación durante épocas difíciles de la historia reciente, tal es el caso del transporte de las botas de sardina desde Isla Cristina hasta Castilla en tren y a los castellanoleoneses en camión, tanto durante la guerra civil como en otros momentos de necesidad, llegándose a plantear la construcción en Isla Cristina de ramales de ferrocarril junto a las factorías de salazón, al modo en que en Jerez se hacía con las bodegas de fino.



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